El Espritu Santo nos conduce a travs de los reinos de la verdad y del
error. Nos da la piedra de toque con la cual descubrimos lo falso, y nos ensea a responder a Satn aun cuando ste nos cite las Sagradas Escrituras empleando, como lo hizo Jess, las mismas armas blandidas por l, dicindole: Tambin est escrito. l sabe distinguir entre la falsa paz y la verdadera; entre el gozo terrenal y el incorruptible; entre el amor que nace nicamente del instinto natural y el de la caridad nacida del amor de Cristo, que no falla jams; entre el celo de Jeh que es una pasin egosta, y el celo santo que nace cuando nadie lo aplaude, y se mantiene firme cuando nos cuesta la vida, como cuando nos conduce al trono. l sabe distinguir entre la adoracin falsa y la verdadera; sabe cuando la oracin que se eleva al Padre Celestial es inspirada por el Espritu Santo y que se ve en secreto, lo mismo cuando la emocin religiosa nace de una sensacin asctica producida por un sermn elocuente, por un relato conmovedor, por un llamamiento sentimental o por una sublime sinfona musical que haga saltar las lgrimas, aunque el corazn permanezca duro como una piedra, sin sentir nada con respecto a Dios o nuestros semejantes. El Espritu Santo nos ensea a orar como lo hizo el salmista: Examname, oh Dios, y conoce mi corazn: prubame y reconoce mis pensamientos; y ve si hay en m camino de perversidad, y guame en el camino eterno (Salmo 139: 23, 24).