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Programa de Gobierno Universitario DR Samuel Ortega
Programa de Gobierno Universitario DR Samuel Ortega
para el Desarrollo de la Universidad de Talca
Propuesta de Gobierno para la Universidad:
Candidatura a Rector 2010‐ 2014
Dr. Samuel Ortega F.
Profesor Titular
1. Palabras iniciales
Es mi intención que todos los integrantes de nuestra comunidad universitaria, académicos de la
planta regular y no regular, docentes y profesionales ‐cualquiera sea su condición contractual‐,
asistentes administrativos, personal de apoyo y de servicios, estudiantes de pre y posgrado, y to‐
dos quienes contribuyen al crecimiento y desarrollo de nuestra Universidad, conozcan y participen
del debate de las distintas opciones de Gobierno universitario que se levanten para el período
2010 ‐2014.
Les invito a conocer los aspectos centrales de la Propuesta de Gobierno y Desarrollo de la Univer‐
sidad de Talca que sustenta mi postulación como candidato a Rector, la que emana de diálogos
con muchos de ustedes, como también de mis convicciones e intereses por aportar y servir a nues‐
tra Universidad.
Las siguientes palabras exponen algunos aspectos claves para comprender dónde estamos como
Universidad, hacia donde deberíamos ir y cómo podríamos hacerlo. Esta es la razón fundamental
que inspira mi postulación.
Al momento de plantear estas ideas quiero reiterar a ustedes los principios que orientan mi actuar
y mi propuesta, que se resumen en la plena convicción que todos estamos convocados a construir
la Universidad y que el desarrollo de la misma requiere del concurso de todos. En consonancia con
ello, creo en la participación responsable de cada persona, en el análisis y en la crítica propositiva,
fundada en el cumplimiento de la Misión institucional de nuestra Universidad, que como institu‐
ción del Estado, ha de encarnar y vivenciar los valores del servicio público. Como institución públi‐
ca nos corresponde la formación y desarrollo del capital humano avanzado, en concomitancia con
el desarrollo del saber –investigación y vinculación con el medio‐ allí donde se inserta.
La Universidad de Talca es una institución relativamente joven y nuestra historia muestra más
luces que sombras. En este sentido, es importante comprender la magnitud de los desafíos futu‐
ros, los cuales requieren proactividad, de estar preparados para adoptar cambios sin esperar si‐
tuaciones que lleven a tomar decisiones apresuradas que – a mi entender‐ esta Universidad re‐
quiere. Es claro que el futuro exige nuevas medidas, diferentes a las empleadas en el pasado.
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2. El escenario universitario: competitividad creciente y desarrollo desigual
Como lo hemos podido experimentar como Universidad, en las últimas dos décadas hemos obser‐
vado un generoso flujo de recursos para el sistema universitario, escenario en el cual la Universi‐
dad logró, con el aporte de todos sus integrantes, una posición relativa de mayor desarrollo que
nos ha permitido situarnos entre las diez instituciones de mayor reconocimiento de la dimensión
Calidad.
Este escenario competitivo en todas sus dimensiones, también es extraordinariamente dinámico
en sus vinculaciones institucionales, precisamente por la atractividad que representa como sector
de inversión. Consorcios internacionales están presentes y con participación relevante en la activi‐
dad docente de pregrado y en algunos ámbitos de investigación, empresas de capitales nacionales
también lo están y cuyos formatos bajo los cuales operan son diferentes a los nuestros. Frente a
ellos se encuentra un sistema público heterogéneo en calidad que requiere de grandes dosis de
creatividad, capacidad estratégica y formas eficientes de gestión de los recursos financieros y
humanos para mitigar las grandes desigualdades y que permita mejorar nuestra competitividad.
Una de las principales fuentes de recursos del sistema universitario, y nuestro caso no constituye
una excepción, proviene de los aranceles de las carreras. La privatización del sistema de financia‐
miento de los estudios, si bien ha sido una estrategia interesante desde el punto de vista de am‐
pliar la cobertura del sistema, en los hechos se ha traducido en que esta variable está en su punto
de saturación: el sistema universitario chileno es uno de los más caros del mundo. Esta situación
deriva que como fuente de recursos hay que pensar en otras opciones. En esta materia todo el
sistema universitario chileno ha sido extraordinariamente eficiente en captar financiamiento por
otras vías, mérito reconocido como el más potente del mundo en esta materia (Informe de la
OECD sobre la Educación Superior chilena, 2009).
Me he detenido en este aspecto con la finalidad de ilustrar que este escenario presenta dimensio‐
nes que dan cuenta de nuevos requerimientos de gestión institucional, no solamente marcadas
por la austeridad del gasto público y su correcta direccionalidad hacia la población de los quintiles
más bajos que servimos, sino que impone a la Universidad una disciplina basada en el esfuerzo
colectivo, de responsabilidad y de creer en las capacidades del otro, en nosotros mismos, que son
claves para incrementar decididamente nuestra eficiencia.
Una característica adicional del escenario universitario reside en que las familias de los estudian‐
tes, impulsados por sus aspiraciones de mayores niveles de bienestar para sus hijos, han incurrido
en su gran mayoría en importantes compromisos financieras de mediano y largo plazo. Ello exige –
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como contraparte‐ una gran responsabilidad por la oferta que hacemos y la calidad que asegura‐
mos tener. En tal sentido, el valor agregado que damos a nuestros estudiantes debe traducirse en
un mayor nivel de empleabilidad, con una inserción laboral más rápida y pertinente, y una elevada
y oportuna capacidad de actualización de sus competencias profesionales.
Este escenario dinámico “e inmodelable” también da cuenta que un número importante de uni‐
versidades privadas generadas a partir de la reforma de 1980, que hoy tienen espacio validado en
el ámbito clave de la producción de bienes públicos por parte de las UES del Consejo de Rectores:
el la Investigación científica, donde hay universidades privadas de ese tipo que acreditaron esta
área.
La creciente competitividad por los recursos públicos y la generación de nuevas alianzas de univer‐
sidades privadas pertenecientes al CRUCH, han reducido el espacio de las universidades del Estado
para cumplir nuestra tarea ante el mismo Estado, el que ha tenido un errático comportamiento
ante las demandas de sus instituciones.
Por ello es que estamos ante un nuevo escenario. Los generosos flujos de recursos que hemos
observado en las últimas décadas, nos permitieron funcionar con estándares de eficiencia que hoy
son incompatibles con la misión y el sentido que tenemos como Universidad pública. Así, la Uni‐
versidad de Talca debe prepararse rápidamente para ello, con un nuevo liderazgo institucional que
implica generar prácticas de trabajo muy diferentes a las que hemos llevado hasta ahora, que
efectivamente permitan proyectarnos en el plano nacional, como la principal Universidad de
carácter público del área centro sur del país.
Este es – a mi entender‐ el marco en que nos insertamos, donde el debate de algunas ideas claves
del hacer de la Universidad de Talca requiere de la reflexión y análisis de todos para nuestro éxito.
3. La Universidad de Talca: de lo que somos a lo que podemos (debemos) ser
El gran desafío que enfrentamos en la mayor parte de los campos de acción es la sustentabilidad
de nuestros proyectos. En el caso de nuestra universidad, se trata de un aspecto relevante, porque
el accionar del Estado está marcado por contradicciones importantes en esta materia y por debili‐
dades significativas de la institucionalidad pública para operar eficientemente en mercados alta‐
mente competitivos generando bienes públicos1.
La sustentatibilidad financiera, usualmente comprendida bajo el racional privado, fue un código
impuesto a las Universidades Estatales desde el año 1980 en adelante, obligándolas a “privatizar”
su actuar en desmedro de la producción de bienes públicos de excelencia. Esta condición de su‐
pervivencia complicó notablemente el rol social de las Universidades Estatales, reduciendo su
“producción de bienes públicos” a aquellos que presentaban más rentabilidad privada, debilitando
un soporte clave de validación. Es importante revisar los criterios de rentabilidad económica (pri‐
vada y social) que aplicamos para definir iniciativas, evaluar sus procesos y productos. Además,
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El concepto de bien público detentado supera la definición económica convencional de “no rivalidad y no exclusión” y
se extiende a los derechos ciudadanos de las personas (definidos en parte relevante por la concepción de Estado) y que
implican el acceso a determinados beneficios (canasta básica) solo por el hecho de ser ciudadanos.
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estos criterios han de ser conciliados con su viabilidad técnica y política, para aumentar en forma
significativa la producción de aquellos bienes públicos que nos corresponde y define como institu‐
ción del Estado.
En nuestro caso, la sustentabilidad política y financiera está estrechamente vinculada a nuestra
validación social como institución “productora” de bienes públicos y privados de calidad. Es decir,
tanto a la sinergia de su accionar de corto, mediano y largo plazo con el contexto territorial de
influencia, como con la pertinencia de las carreras de pregrado y de la formación de postgrado,
como lo es con el desempeño de nuestros graduados. También está relacionada con la existencia
de mecanismos eficientes que garanticen la equidad de acceso y permanencia de los estudiantes,
de forma que no solamente ingresen según sus oportunidades y desarrollo de sus capacidades,
sino que permanezcan estudiando, se superen y logren adecuados estándares de desempeño.
Lo señalado encierra parte de lo que queremos llegar a ser. Nuestro sueño como universidad
pública implica ser reconocidos:
• por el significativo valor agregado que le damos a nuestros egresados de pre y posgrado;
• por desarrollar investigación de clase mundial desde el cultivo de las disciplinas más próxima‐
mente asociadas al desarrollo regional del entorno en que nos situamos;
• por la estrecha vinculación y aporte significativo al desarrollo de la sociedad local, regional y
nacional;
• por ser una empresa del Estado comprometida con el desarrollo en sus principales dimensio‐
nes que vive sus principios; y
• por una gestión eficiente, marcada por altos estándares de desempeño y productividad de
bienes públicos y privados.
Los aspectos mencionados se vinculan con un eficiente desempeño de nuestro hacer en aspectos
como calidad docente y de investigación; masas críticas consistentes con el proyecto de desarrollo
universitario; trabajo mancomunado de los diversos integrantes de la universidad; actualización de
las temáticas y estrategias de formación de pre y posgrado; visión y posicionamiento estratégico
como universidad acorde con el rol que como principal centro de educación superior del Estado
nos corresponde en el área centro sur del país.
Esta tarea constituye un desafío constante dado que la Universidad de Talca, como universidad
pública, pertenece a un “cluster educacional“ muy heterogéneo, dentro del cual debemos diferen‐
ciarnos positivamente, sin renunciar a nuestra esencia. El desafío es exigente, pero impostergable
sí aspiramos a mejorar de forma significativa nuestra posición en el sistema universitario.
3.1. El ámbito de la Docencia
Desde nuestro origen como Universidad pública, con la creación de los Colegios Regionales en la
década de los 60, la función docente ha tenido un rol clave, primero como función única, luego
como función principal y ahora con un rol más equilibrado. Es decir, nuestra existencia como Uni‐
versidad ha estado vinculada directamente con la docencia.
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Esta función es y debe seguir siendo una de las piedras angulares del hacer de la Universidad de
Talca, aunque su desempeño implica cumplirla bajo nuevos estándares que se traduzcan en mejo‐
res oportunidades de aprendizaje para los estudiantes, en tasas superiores de eficiencia interna
(éxito oportuno/total, retención, etc.) y también de eficiencia externa: aumento de la empleabili‐
dad, disminución de los tiempos en el ingreso al mercado laboral, mejor desempeño de los gra‐
duados, movilidad social, etc.
En este nuevo escenario, es indispensable superar la disputa entre docencia e investigación, mar‐
cada por cánones estrechos que sustentan una visión obsoleta de universidad, entrampada en sí
misma y perdiendo vinculación con su función social y con la naturaleza de su actuar. El llamado a
superar esta confrontación no solamente reside en la profunda convicción que ambas dimensio‐
nes son imprescindibles para el cumplimiento de nuestras misión como universidad del Estado,
sino además en el rol clave que tiene fortalecerlas en sus vínculos, sin que ello implique privilegios
o desmerecimientos para unos u otros, según la función que cumplan. La demostración neta de
nuestras capacidades debe expresarse en la forma cómo, armónicamente, vinculamos la docencia
y la investigación en un proyecto universitario de calidad, que no caiga en visiones elitistas y exclu‐
yentes de formación de capital humano inicial y avanzado, ni tampoco en una investigación desli‐
gada de las necesidades y potencialidades del espacio geográfico donde estamos insertos.
Me parece importante enunciar dos aspectos orientadores de nuestra docencia que provienen del
diagnóstico del desarrollo nacional como a su vez de su vinculación con el plano regional. El prime‐
ro es que nuestra formación de pre y postgrado debe incorporar y atender temáticas claves a las
que la Universidad de Talca ha de contribuir, a saber: la economía verde (sustentable) y el desarro‐
llo de los recursos naturales y energéticos renovables. La segunda clave es aportar de manera más
sustantiva a la generación de sólidas bases del desarrollo de nuestro territorio de influencia, lo que
implica mejorar la formación en ciencias de nuestra población como también la capacidad de apli‐
cación del conocimiento científico y tecnológico.
De igual manera, fortalecer decididamente la formación inicial en ciencias básicas es una meta que
debemos asumir en forma paralela su adecuada enseñanza para lograr altos niveles de aprendizaje
en nuestros estudiantes.
Lo anterior implica revisar la implementación de la docencia, analizando críticamente el proceso
de Rediseño Curricular implementado por la Universidad, a sabiendas que es un tema complejo y
controversial. Es fundamental analizar lo que hemos aprendido al respecto, revisar los resultados,
reorientar en pro de las demandas de formación, incrementando el compromiso institucional en
esta tarea pero redireccionándole en su pertinencia con las carreras y en la participación de do‐
centes especialistas. Es perentorio contar con un diagnostico completo de los impactos del redise‐
ño que ilumine las correcciones y atendiendo las nuevas orientaciones, se traduzca en una imple‐
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mentación eficiente que respete las características técnicas y culturales de cada carrera, como
también se disponga de un sistema de monitoreo eficaz y oportuno para adoptar debidamente las
decisiones que correspondan.
En referencia al postgrado, nuestra universidad ha generado un conjunto muy amplio y diverso de
programas, particularmente de nivel de Magíster y un número reducido de doctorado. La mayor
parte de los proyectos han nacido de esfuerzos de los propios académicos y sus unidades. Sin em‐
bargo, requerimos con fuerza de su acreditación. No siendo este el único criterio a considerar para
validar un programa, la reciente acreditación de la Universidad ‐nuevamente por cinco años‐
mostró debilidades importantes en este nivel que debemos superar. Hay desafíos referidos a su
sustentabilidad en el largo plazo que merecen un capítulo a parte. Unos se refieren a la necesidad
de generar programas integrados desde varias disciplinas, un imperativo que tenemos claro e in‐
cluso pregonamos, pero que escasamente cumplimos. Esto significa que hay que generar diálogo
entre los académicos y luego adecuar los mecanismos de organización, control, evaluación y estí‐
mulo del trabajo docente para hacer de esta medida algo eficaz.
Un segundo aspecto en este plano es que debemos generar alianzas estratégicas complementarias
con otros centros universitarios nacionales ‐públicos o privados, como también en el plano inter‐
nacional. Esta estrategia apunta a fortalecer nuestra presencia en diversos espacios territoriales,
aumentar masas críticas, generar redes de cooperación, viabilizar la acreditación de los programas
y considerar temáticas más complejas, sin contar otras externalidades positivas en este ámbito.
Una segunda perspectiva funcional, complementaria a los formatos actuales, es proveer formación
de pregrado en modelos más flexibles, vespertinos y para población que trabaja y que en su mo‐
mento no pudo ingresar a la Universidad. Esta provisión debe ser aportando en la calificación del
capital humano en áreas claves, como asimismo cumpliendo en mejor medida nuestro rol público,
mediante formación continua o en algunas de las carreras actuales.
Derivado de lo anterior, la formación continua es una tarea clave en la especialización del capital
humano para mantener su aporte (y valor) y que siendo incuestionable su significado, contribuye
además a la fidelización de la población con la Universidad, mediante programas de corta duración
que generan respuestas a problemas de nivel intermedio.
3.2. El ámbito de la Investigación
En los últimos años la Universidad de Talca ha avanzado en sus resultados en esta materia. La ten‐
dencia en indicadores de investigación, como es el número de proyectos de fondos competitivos
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en ejecución y especialmente el número de publicaciones ISI y SciELO es alentadora pero insufi‐
ciente.
Como señaló recientemente la Comisión de Acreditación, si se considera la productividad general
de la Universidad en materia de publicaciones indexadas en revista de corriente principal, no se
condice con el número de profesores con Doctorado. Debemos producir más y mejor, ampliando
la base de académicos productivos. En la actualidad los índices de producción per cápita competi‐
tivos están concentrados en un reducido número de académicos,
El principio fundante del accionar en este campo es el incremento de la productividad y, en razón
de ello, la generación de recursos destinado a su reinversión en esta dimensión. Sin perjuicio de
ello, se entiende que la Universidad realizará –conforme a su visión estratégica y producción de
bienes públicos‐ decisiones en este ámbito que se orienten a mejorar nuestra productividad en el
mediano y largo plazo.
Atendiendo la situación señalada, se requiere:
• Aumentar los recursos de la Universidad asignados a investigación mediante el mejoramiento
de los instrumentos de apoyo para los académicos que aún no están en condiciones de adjudi‐
carse proyectos competitivos y que se muestran activos en sus áreas disciplinarias.
• Incrementar los estímulos para la captación de fondos externos,
• Adecuar las exigencias para mantener la jerarquía académica superior a la condición de inves‐
tigador activo2,
• Fortalecer una unidad especializada que provea el debido soporte técnico a la elaboración y
seguimiento de proyectos,
• Generar y estimular la organización de masas críticas de investigadores de la universidad bajo
nuevos formatos,
• Estimular la generación de anillos de investigación con universidades nacionales y extranjeras
que contemplen docencia de postgrado e investigación, y
• Implementar diversos incentivos a los investigadores, grupos de trabajo y unidades académi‐
cas, conforme su productividad y generación de recursos.
La dimensión investigación, al igual que lo referido a docencia, debe incrementar su sinergia con el
resto de los componentes de acción de la Universidad. La generación de alianzas estables con so‐
cios nacionales e internacionales constituye un aspecto central en la proyección del trabajo y una
opción cierta para suplir las dificultades de recursos y de masa crítica que serán insuperables de no
plantearnos nuevos formatos más creativos y eficientes que además generen otras externalidades
positivas.
Las presiones por generar una “carrera académica de investigador exclusivo”, son atendibles en la
excepcionalidad y con condiciones que se conserven como tal. Es relevante mantener énfasis en
2
Investigador activo es quién en los últimos 5 años se ha adjudicado al menos un proyecto de investigación de un fondo
competitivo y además ha publicado al menos 3 artículos en revistas de corriente principal, o puede acreditar logros
equivalentes (libros, etc.).
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diversas dimensiones, pero siempre con una bifuncionalidad que sea, por ejemplo: investigación
preferente y docencia, ello por cuanto contribuye al desarrollo del conocimiento, a la actualización
de la docencia y a una mejor formación de los estudiantes.
Ello no implica que no pueda optarse a “concurso de Investigador”, que significará proveer sopor‐
te de recursos y tiempo, a cambio de una propuesta de investigación que la universidad apoyará
contra un producto determinado, tras lo cual el académico ha de volver a su condición previa, de
no adjudicarse la continuidad del proyecto3.
También se debería evaluar la figura de ayudantes docentes profesionales para apoyar a los inves‐
tigadores acreditados y vigentes, que en función de un plan de trabajo, apuesten a mejorar su
desempeño productivo en la captación de proyectos y generación de publicaciones.
En este mismo plano se apunta que la Unidad de proyecto dará sustentabilidad y apoyo a las ideas
más competitivas de los investigadores de la Universidad para traducirlas en productos: proyectos,
patentes y/o eventuales publicaciones.
Finalmente en materia de estímulos, los comprendidos con la asociatividad de Investigadores y
universidades serán estratégicos, como asimismo los relacionados con la captación de recursos de
fondos competitivos externos, que se traducirán en beneficios para el investigador y su equipo.
En definitiva, interesa generar mecanismos de estímulo por la captación de recursos y socios, por
aumentar la sustentabilidad de las líneas de investigación, como asimismo incrementar la sinergia
entre docencia e investigación, entendiendo que no solamente se trata de instrumentos y meca‐
nismos de operación, sino también del diseño de una política en esta materia que también oriente
políticas que han de estar asociadas a aquellas áreas que mejor cultivamos y aquellas en las que
queremos y debemos aportar: economía verde (sustentable), desarrollo de los recursos naturales
y energéticos renovables; formación en ciencias de nuestra población y la capacidad de aplicación
del conocimiento científico y tecnológico.
3.3. El ámbito de la Vinculación con el Medio
Al igual que lo expresado para los dos campos de acción precedentes, docencia e investigación, la
vinculación con el medio es crecientemente un área de relevancia y alto impacto. Pese a que en
los últimos años hemos avanzado significativamente en esta dimensión, durante demasiado tiem‐
po las autoridades de la Universidad proyectaron una “prescindencia” con nuestro entorno territo‐
rial de la que aún somos tributarios, y que debilita la sustentabilidad política y social que debemos
tener como Universidad pública.
La vinculación con el medio contempla acciones académicas formales en el ámbito de la educación
continua, la asistencia técnica, la extensión cultural en el lenguaje convencional, la responsabilidad
empresarial, y un conjunto de acciones que deben articularse tras una política que las oriente. Lo
hecho a la fecha ha respondido más a la emergencia de ideas e iniciativas insulares que a una polí‐
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Condición que se aplicará también a los períodos sabáticos
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tica propiamente tal, debiendo darse ahora el paso correspondiente, que significa definir cómo la
Universidad apoyará en forma sistemática esta dimensión.
En esta materia la Universidad tiene aún tareas importantes que asumir en el mejoramiento signi‐
ficativo del capital humano inicial y avanzado, en el desarrollo de la institucionalidad pública,
acorde con los procesos de descentralización que se avecinan, los que nos impelen, a proveer ide‐
as, proyectos, recursos humanos, alianzas y voluntad para proyectar el área de influencia nuestra
hacia los estándares de desarrollo anhelados por la población.
También esta área significa revisar nuestra política en materia de vida saludable, entretención,
fomento de la práctica de deportiva y otros aspectos afines.
Quisiera enfatizar el rol que a la Universidad le cabe en materia de orientar y apoyar el desarrollo
de la macroregión central del país. Al respecto, nuestro aporte en este ámbito debe complemen‐
tarse con centros que apoyen el desarrollo de políticas públicas en el plano subnacional, que forta‐
lezcan la gestión de los gobiernos, que se provea en forma permanente de ideas y proyectos a las
distintas instancias de gestión pública4. Es decir, a la Universidad le corresponde y debe empode‐
rarse de su rol como centro pensante y convocante del desarrollo de los territorios subnacionales
con una mirada en las políticas de Estado que además se traduzca en los procesos de formación
regular de pre y posgrado, la formación continua, la asistencia técnica, la inserción laboral de
nuestros graduados y otras materias que conforman la complejidad de lo que debemos forjar en
los años que vienen.
3.4. El ámbito de los estudiantes
La formación de nuestros estudiantes ha de ocupar nuestra atención preferente y constante. Co‐
mo Universidad Pública nos corresponde ofrecer más y mejor educación a la población con menor
capital social.
Atendiendo a que los resultados educacionales son producto del capital social de la población y de
las oportunidades que han tenido, más que de la intervención de otras variables, esta propuesta
sustenta tres principios de política universitaria:
• Primero, desarrollar y garantizar el acceso a los estudios universitarios con una política
sustentada en la equidad de ingreso. Esto se traduce en emplear los procedimientos de
admisión que acuerden las universidades públicas, pero comprendiendo que es posible
adoptar correctores importantes en materia de provisión de oportunidades. Existen pro‐
gramas validados de fortalecimiento de las habilidades y competencias requeridas para al‐
canzar mejores resultados en la formación superior que debemos fortalecer, algunos de
los cuales están presentes en el rediseño curricular, pero que deben ser corregidos en pro
de este objetivo. En este mismo marco es importante avanzar en la organización de la red
de establecimientos educacionales más significativos para la Universidad, generando
alianzas de mutuo beneficio.
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Debemos evaluar la experiencia de los centros tecnológicos para aprender y mejorar en este ámbito.
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• Segundo, una formación de calidad, basada en la equidad de procesos y en la provisión de
oportunidades para el aprendizaje. Esto implica generar y mantener sistemas de soporte
financiero y de apoyo en otras dimensiones claves, (orientación psicológica, al mercado
laboral, etc) concernientes con su etapa de desarrollo.
• Tercero, una formación orientada hacia la eficiencia, definida ésta como equidad de resul‐
tados, comprendiendo que esta es la medida más relevante de nuestro éxito como institu‐
ción pública en el ámbito de la docencia de pregrado y que implica generar procesos for‐
mativos que propendan a altos logros, estrechamente vinculados al desempeño profesio‐
nal –desde los inicios de la formación‐ y consistentes con las demandas de desempeño la‐
boral.
Algunos aspectos específicos de la política de formación de estudiantes han sido expuestos en las
secciones anteriores, de forma que a continuación se atienden algunas cuestiones no señaladas.
Primero, las instituciones representativas de los estudiantes deben tener presencia en los orga‐
nismos colegiados. Esta situación es clave en el pacto social implícito que propone la sociedad
democrática y debe ser incorporado en las instituciones educativas públicas.
Segundo, debemos propender a la autonomización del movimiento estudiantil, incentivando el
emprendimiento y reduciendo las acciones proteccionistas de la Universidad.
Tercero, hemos de buscar mecanismos de integración temprana de los futuros estudiantes a la
Universidad, mediante estrategias de vinculación eficientes que impliquen definir instituciones de
educación media que conformen un anillo de trabajo con la Universidad. Lo expuesto incluye pro‐
yectos de formación pre ‐ universitaria de la población que no tuvo acceso directo y que posee
menor capital social, todo ello enmarcado en un plan estratégico orientado a incrementar la re‐
tención de los estudiantes junto con aumentar sus aprendizajes.
Es indispensable dar importancia decisiva a la formación de los estudiantes y al rol que le compete
en la organización.
3.5. El ámbito de Gestión y del Gobierno Universitario
Su importancia reside en cuanto facilita y da soporte al cumplimiento de las dimensiones anterio‐
res. Implícitamente esta dimensión ha sido “sobrevalorada” por nuestra cultura universitaria,
otorgándole una importancia que no se condice plenamente con el servicio público que represen‐
tamos.
Asentado en dos principios claves: Participación responsable y transparencia en nuestro pensar y
actuar institucional, invito a todos quienes desempeñan cargos directivos en la Universidad al de‐
sarrollo de una gestión eficiente y cercana a las personas, que valora la calidad de las relaciones
humanas y es altamente respetuosa de la diversidad de ideas, creencias y opciones, aspectos que
constituyen el patrimonio fundamental de la Universidad en el cumplimiento de su misión como
institución de servicio público.
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Al reconocimiento a una gestión financiera disciplinada y responsable, que ha sido la tónica nues‐
tra, debe adosarse la transparencia de nuestros actos y la importancia que debe tener este factor
en el hacer institucional. Una gestión descentralizada, tarea exigente para aumentar nuestra efi‐
ciencia social, requiere “recentrar” la gestión como una actividad que da soporte, siendo las prin‐
cipales las que la anteceden.
En este marco es fundamental que la Universidad de Talca tenga nuevos Estatutos que la rijan
conforme a los cambios que ha experimentado y los principios de una sociedad más equitativa.
Aunque esta tarea es compleja y demanda esfuerzos en diversos planos, lo que no debe ser obstá‐
culo para persistir en un proyecto que debe acoger demandas importantes e incluso nuevas nor‐
mativas legales que rigen al país.
3.5.1. Las instancias de Gobierno Universitario
El Gobierno universitario, colegiado y unipersonal, es una tarea que ha de encarnar el servicio
como función dominante. Los cuerpos colegiados deben combinar la presencia de autoridades con
la representación académica elegida por sufragio universal y directo entre los electores. Represen‐
tantes que han de tener plenos poderes. Cuesta entender qué razones impiden avanzar en este
sentido, cuando para funciones más importantes como la dirección del país se aplica ese principio.
La representatividad otorgada por votación de pares responsabiliza a los electores y al elegido en
el cumplimiento de los derechos y deberes y es un factor clave en la política de rendición de cuen‐
tas que se impulsa en la gestión pública en la actualidad.
Atendiendo esta consideración, los nuevos Estatutos de la Universidad debiesen proveernos de
orientaciones diferentes para que la Junta Directiva, inspirada en las nuevas normas de los Go‐
biernos Corporativos, otorgue al Estado subnacional un papel determinante. Se ha de estudiar la
integración de “nuestros dueños: el Estado”, como asimismo de los representantes académicos
para que cumplan ese papel: el de representantes, con responsabilidad plena sobre sus decisiones
y por ende como contraparte, el compromiso institucional hacia su gestión. El ciclo de actores
voluntarios debe dar paso a la profesionalización de la gestión, situación que todas las empresas
públicas de punta están experimentando.
El Consejo Académico, con un nuevo rol mucho más decisivo como instancia de dirección colegia‐
da, ha de operar como un parlamento que equilibra al poder central de la Rectoría y de la Junta
Directiva. Ha de incorporar con plenos poderes a representantes de los académicos debidamente
electos, con criterios que garanticen dos principios fundamentales: representatividad democrática
y alternancia. Los movimientos retardatarios de estos procesos de cambio van en contra de nues‐
tro desarrollo de mediano y largo plazo como Universidad, reduciendo la sustentabilidad política y
social de la universidad y por lo tanto debilitándonos. Los nuevos formatos de trabajo de los cuer‐
pos colegiados han de combinar funcionamiento de comisiones con instancias plenarias, a fin de
garantizar eficiencia y eficacia en un escenario altamente competitivo como el que nos desenvol‐
vemos, y donde la oportunidad de la toma de decisiones –en determinados momentos‐ puede ser
crucial.
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Acorde con los principios expuestos, las instancias colegiadas de gobierno han de ser evaluadas en
su desempeño, conforme a criterios de desempeño que se conozcan y compartan, como también
al volumen de tareas y las implicancias de costos de sus decisiones de manera que su ejercicio
tienda a la profesionalización de sus funciones, algo común en la gerencia de las empresas públi‐
cas en los países que son líderes en esta materia.
Los cargos de autoridades unipersonales deben combinar el principio de la experiencia y de la
actualización permanente, atendiendo al debido y oportuno recambio de autoridades que se re‐
quiere para mantener viva una organización compleja como la Universidad. En razón de ello, todos
quienes cumplen cargos directivos como Decanos, Directores de Institutos y Vicerrectores y otras
autoridades, salvo excepciones, debidamente establecidas, han de ser y mantenerse como docen‐
tes o Investigadores activos –como parte del compromiso regular de desempeño‐ en forma parale‐
la a las funciones de gestión que desarrollan. Este considerando es clave para mantenerse vigentes
en la gestión académica y evitar la eventual desconexión entre la gestión y el trabajo académico
por esencia (docencia e investigación).
En forma paralela, es necesario establecer un número máximo de “reelección directa y consecuti‐
va en el cargo” –por una vez‐ a fin de garantizar la renovación y alternancia. Esta medida ha de ir
acompañada de la revisión de los criterios de retribución económica de los cargos, estableciendo
compensaciones económicas y fundamentalmente otras referidas a menor carga académica dire‐
cta, sin descuidar los aspectos de ejercicio de variadas funciones ya expuestos.
3.5.2. Los criterios de contratación, y los procesos de evaluación y jerarquización
La actual legislación establece un complejo sistema de afiliación del personal que trabaja en la
Universidad, generando –en oportunidades‐ odiosas discriminaciones entre personas que cumplen
funciones similares pero que tienen regímenes de contrato desiguales. Se trata de una realidad
compleja, cuya promesa de corrección implica recursos cuantiosos (y eventual acceso a informa‐
ción que no es de dominio de los académicos). Es imprescindible corregir las principales desigual‐
dades en esta materia, y en forma paralela propender a la estabilidad laboral de quienes se des‐
empeñan leal y eficientemente en la Universidad.
Para avanzar en este plano se deben profundizar los mecanismos de evaluación de nuestro perso‐
nal, tarea fundamental, teniendo en cuenta el horizonte de las exigencias que enfrentamos y la
lealtad con el trabajo ya realizado. No puede hacerse con prescindencia de uno de ellos, pues
caemos en la insensibilidad o bien en el gremialismo, ambos elementos inconducentes con la exis‐
tencia de una institución dinámica y eficiente en lo social y económico.
Los temas de jerarquización de las personas que trabajan en la universidad en los diversos ámbi‐
tos, de evaluación de su desempeño, de generación de un sistema justo de recompensas, acorde
con el sentido de Universidad pública que reclamamos y deseamos cumplir, deben convivir –sin
trámites‐ con la plena transparencia que mueve al Estado.
Cada uno de nosotros debe hacerse responsable de sus actos, y ello demanda un sistema transpa‐
rente de informaciones que posibilite el ejercicio de los derechos y deberes, como también pro‐
penda al cambio de los aspectos legales, muchos de ellos internos, referidos a ordenanzas y otras
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materias importantes, varios de los cuales en la actualidad están obsoletas, atendiendo a los obje‐
tivos que se buscan, e incluso resultan discriminadores y odiosos en su aplicación, obstaculizando
en los hechos la convivencia y el desarrollo de la Universidad.
4. Palabras Finales
El objeto de este documento es contribuir a la discusión del Proyecto de Gobierno Universitario
que responsablemente debemos buscar como Universidad pública, con el concurso de todos los
actores involucrados, con un debate abierto, respetuoso y proactivo, al que invito sin otras restric‐
ciones que las condiciones de sana convivencia que me parece fundamental respetar bajo cual‐
quier circunstancia.
Los desafíos que vienen requieren de otras prácticas, en las cuales el rol de cada uno de nosotros
es crecientemente relevante en el marco de una institución compleja, que requiere agilidad y efi‐
ciencia para responder oportunamente a lo que nos corresponde y que también queremos asumir.
En tal sentido, mis palabras buscan enfatizar lo que podemos hacer, se centran en nuestra partici‐
pación y en nuestro desempeño.
El liderazgo de la Universidad ha de sustentarse en el trabajo de todos, y mi aspiración al dirigir
este proceso es contribuir a alcanzar esta práctica en la Universidad de Talca, marcada por el desa‐
rrollo de una Universidad reconocida por su capacidad generadora de bienes de públicos de cali‐
dad para los estudiantes, sus familias, la región, el país y para quienes trabajamos en ella.
Talca, enero 2010
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