HOMENAJE AL DOCTOR SILVIO ZAVALA
Guillermo F. MARGADANT S.”
Don Silvio ha vivido desde la cuna en circunstancias estimulantes para la
intuicién histérica.
Naci6 todavia bajo el Porfiriato, de manera que ha visto durante su
larga vida un cambio total en su patria: el México de fines del Porfiriato
es casi tan distinto del México actual, como el de Cortés y Moctezuma II
del México de Hidalgo y Morelos: Ja ‘‘aceleracién de la historia” ha sido
muy perceptible en la vida de nuestro homenajeado.
Ademés, nacié en Yucatan, donde la vida cotidiana nos confronta,
todavia hoy en dia, con lo precolonial, lo colonial y la historia del México
independiente, y donde la realidad indigena se compenetra con la civili-
zacién moderna.
Ya como joven intelectual cruzé el océano para volverse un perfecto
americanista. En Madrid se doctoré como jurista, pero estudiando al
mismo tiempo la historia hispana, sobre todo en sus aspectos juridicos.
Contemplando desde la peninsula toda Hispano- y Luso-América, desa-
rrollé una sensibilidad americanista que toda su vida ha nutrido con nuevos
materiales concretos, cosecha de sus incansables lecturas e incursiones en
la inagotable archivalia. Estudios sobre la realidad colonial angloameri-
cana a menudo ofrecieron el resorte dialéctico que ayudé a sentir mds
claramente lo esencial de lo iberoamericano.
Casi todos sus sesenta libros y aproximadamente 250 ensayos se refieren
a la historia social de las Américas, sobre todo de las Indias espajiolas.
Al comienzo del siglo, el famoso Altamira, que en Espaiia encendié la
antorcha del ius-indianismo, estuvo en México, dando conferencias sobre
* Emérito, Facultad de Derecho, UNAM.
1920 GUILLERMO F. MARGADANT S.
el derecho indiano; pero parece no haber dejado una huella duradera: el
verdadero pionero del estudio del derecho indiano en nuestro pafs ha sido
don Silvio, y su labor respectiva resulta comparable con lo que Ricardo
Levene hizo en Argentina, Bascufidn en Chile y Basadre en el Peri, y con
lo que Altamira y Garcia-Gallo lograron hacer en Espajia. Sin embargo,
pronto después de la primera obra destacada de don Silvio en materia
indianista, Los intereses particulares en la Conquista de la Nueva Espafia,
de 1933, vemos una creciente corriente de publicaciones en el mismo
sentido, de parte de dos otros importantes historiadores mexicanos det
derecho, Toribio Esquivel Obregon —de la Escuela Libre de Derecho—,
y José Miranda, transmigrado espaiiol.
Don Silvio siempre trabaj6 en {ntima conexién con la Casa de Espaiia,
actualmente el meritorio E} Colegio de México, institucién de la més alta
calidad académica, pero a través de sus obras también es omnipresente en
la mente del creciente grupo de historiadores del derecho que desde hace
unos veinte afios ha venido formandose en el seno de la UNAM.
Le debemos una gratitud especial, ademas, por el hecho de que la
iniciativa para esta serie de ya siete congresos de historia del derecho
mexicano (con hasta ahora seis memorias publicadas), nos llegé del doctor
Silvio Zavala, quien nos sugirié la idea, una noche durante el IV Congreso
del Instituto Internacional de Estudio del Derecho Indiano, en 1974, en la
capital de Michoacdn. Y como desde tiempos arcaicos el nimero siete
queda circundado por una aureola especial, en la memoria del VII
Congreso de esta serie figurar4 un estudio especial de la doctora Maria
del Refugio Gonzalez sobre la obra del doctor Zavala. Ademis, se ha
decidido incluir el presente homenaje especial en el acto de clausura de
este evento, con la honrosa presencia del doctor Silvio Zavala mismo.”
Durante la segunda mitad de su vida, y especialmente en estos ultimos
afios, don Silvio ha sido objeto de importantes distinciones nacionales y
extranjeras —entre otras, la membresjfa en el Colegio Nacional, la ciispide
de fa cultura mexicana, y la recepcién, de manos del Rey de Espajia, del
Premio Principe de Asturias para las Ciencias Sociales.
Al lado de tales distinciones olfmpicas, el actual homenaje que este VII
Congreso de Historia del Derecho Mexicano rinde al doctor Silvio Zavala
es modesto, obviamente, pero brota de nuestro corazén.