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El origen de esta doctrina lo encontramos en los años 40, en EEUU y es una aportación
del Tribunal Supremo de los EEUU a la cultura jurídica contemporánea. El Tribunal
Constitucional también ha acogido esta doctrina de la posición preferente. Esta doctrina
significa: La libertad de expresión y el derecho a la información pueden prevalecer
frente a otros derechos fundamentales siempre y cuando se cumplan unos requisitos.
Ambos derechos son preferentes pero no son absolutos, es decir, los tribunales de
entrada no les otorgan un valor superior jerárquico sino que están en cuanto a jerarquía
al mismo nivel que el resto de derechos fundamentales. Por ello es necesario realizar un
juicio ponderativo en caso de colisión de derechos. Este juicio ponderativo consiste en
ver si se cumplen unos requisitos para determinar si opera la doctrina de la posición
preferente; con esta ponderación se comparan los derechos enfrentados y se mira si la
lesión de un determinado derecho esta justificada o no por el valor preferente de la
libertad de expresión y del derecho de la información.
Los ciudadanos tienen derecho a conocer los hechos y las opiniones que ayuden a
formar la opinión pública. El objetivo es que los ciudadanos se puedan formar sus
propias convicciones valorando opiniones divergentes e incluso contradictorias y así
participar en la discusión de asuntos públicos. Los mensajes que se protegen no solo
son los favorables o indiferentes sino también aquellos molestos para el estado o
para cualquier parte de la población.
Según el Tribunal Constitucional, estas personas no pueden imponer silencio sobre lo que ellos
mismos han revelado. Por tanto, el periodista puede comentar, difundir y criticar lo que las
personas de notoriedad pública han revelado.
Estos personajes asumen un riesgo, y es que las informaciones que ellos mismos han puesto a
conocimiento de terceros reciban críticas molestas o hirientes. Además, su vida privada o su
actividad profesional pueden tener una difusión más amplia de la que ellos querían
inicialmente.
De todos modos, el Tribunal Constitucional también dice que la crítica a los personajes de
notoriedad pública tienen un límite, y es que no se incluye la revelación de aquellos datos no
difundidos con antelación por personajes de notoriedad pública y que no tengan una conexión
directa y evidente con lo revelado (solo se puede criticar o comentar lo que estos personajes han
revelado). Otro límite que pone el Tribunal Constitucional es que tampoco esta permitido
aquellas expresiones injuriosas referidas a cuestiones innecesarias para criticar la faceta
personal o profesional por la que son conocidos.
En estos dos casos, los personajes de notoriedad pública serían igual que un particular, y por lo
tanto, podrían hacer valer sus derechos ante las críticas o las informaciones lesivas.
3. Personas privadas: aquellas que no tienen interés para la formación de opinión pública, y por
tanto, son las que tienen el máximo grado de protección constitucional ante informaciones y
opiniones que lesionen sus derechos.
La negligencia del periodista debe aumentar cuando las personas privadas se ven inmersas en
hechos de relevancia pública.
El Tribunal Constitucional considera que el tono irónico y de burla son inapropiados cuando
tienen por objeto un particular.
La veracidad