Está en la página 1de 3

1

ILUMINACION

Testimonio de Diana Trujillo

Alberto, esta es la recopilación de algunas de las cosas que he escrito


desde que tuve la experiencia en San Andrés.

Yo llevaba cinco meses viviendo en la isla, había dejado Bogotá en cierta


forma huyendo de una situación de esas que producen mucho dolor.

Trabajaba como guía de buceo, y vivía muy alejada de todo, pues no tenía ni
televisor, ni radio, ni amigos, y hablaba muy poco con mi familia en Bogotá.

Un día fui a almorzar a un restaurante vegetariano donde tenían una salita


para meditar, y ahí empezó todo.

Me acosté en el piso mirando al techo y con los ojos dirigidos a las tablas,
sentí algo como una voz que me hablaba sobre los árboles de donde habían
cortado esa madera, como los habíamos arrancado de su lugar, los
habíamos talado, lijado, clavado y embalsamado para dejarlos allí, y que
habíamos hecho todo eso sin siquiera pedirles permiso, sin ninguna
reverencia hacia su vida, como si fuéramos dueños de todo lo que hay en el
universo.

Inicialmente pensé que me estaba volviendo loca, o que era mi imaginación,


pero después miraba al piso y veía lo que podría ser una respiración
continua y vi cómo todo lo que estaba en esa habitación tenia tanta vida
como yo.

En el cuarto había otra persona meditando, su nombre es lván, él es una de


esas personas que ha tenido experiencias lindísimas de percepciones
distintas de la realidad.

Después conversando con lván captamos que mientras yo veía la


respiración del piso, él la sentía en su cuerpo, sentía como el cuerpo se
movía rítmicamente con algo que no sabia que era, pero que entendimos era
esa misma respiración.

En un momento, cerré los ojos y comencé a sentir una profunda tristeza, y


lloré y lloré como pidiéndome perdón a mí y al universo entero por todo el
daño que por ignorancia habíamos causado y estuve así por un buen rato
hasta que me volví a calmar, y cerré nuevamente los ojos, y entonces vino
como una visión, o bueno nunca he podido saber muy claramente si vi, oí, o
sentí, o todos al tiempo, la manera como dentro de cada átomo de mi cuerpo
existe un universo entero, y cómo yo soy un pedacito del universo.
2

Entendí porqué somos todos una sola cosa, vi como no hay nada separado
ni independiente de nada porque todo está dentro nuestro y nosotros
estamos dentro de todas las cosas, y de nuevo lloré pidiendo perdón a la
vida.

Sentí el universo entero y la unidad con todas las cosas que hay en él.

Por esos días había perdido casi por completo el apetito, y duré unos ocho
días en ayuno casi total más por olvido que por voluntad, no necesitaba
comer, era suficiente un vaso con agua, para ver como el agua se fundía
dentro de mí y con el aire me alimentaban para darme toda la energía que
necesitaba.

Siguieron una serie de las mismas "visiones" con el agua, el movimiento, la


no-linealidad del tiempo, me sentaba bajo un palo de mango, y me volvía
uno con él, le pedía una fruta y como si me entendiera el mango caía listo
para comer, me sentaba bajo una palmera y me sentía en ella misma, y al
tiempo más allá de ella.

Vi lazos invisibles con toda la gente que pensé que "había perdido", y
comprendí que somos eternos, que este paso por la vida es como un juego,
y que este juego lo hemos hecho lo más complicado y antinatural posible.

Caminaba bajo los aguaceros más torrenciales sin percatarme de ellos, y


llegaba completamente seca a mi destino, sentía la energía del sol como una
fuente poderosísima de alimento, tuve percepciones muy fuertes de que
todas las cosas en las vitrinas de los almacenes no servían para nada, hoy
todavía lo pienso así.

Bueno, y así pasaron los días sin percatarme de ellos, sin miedo de nada, y
repentinamente entre en un estado en el cual sentía el amor más profundo y
limpio por todas las personas que pasaban frente a mí sin importar que no
las hubiera visto antes en toda mi vida.

Conocí lo que ahora llamo el "amor amor", el amor de verdad, el que no


perdona nada porque nada juzga, entonces no tiene necesidad de perdonar;
un amor que no espera nada de nadie pues acepta todo como es, que no
siente celos, que no retiene, que no posee, un estado de amor que me hacia
sentir invulnerable y poderosa de una forma que antes nunca había sentido,
entendí que no nos habían dicho mentiras, que Jesús cuando hablaba del
amor, se refería a ese estado y no estaba equivocado.

Esta sensación fue la más fuerte, y es la que más recuerdo porque fueron
unos días maravillosos.
3

Después de esos días me fui para Calima, y allá me pasó también algo
curioso, repentinamente empezaba a sentir sensaciones físicas que no me
explicaba por qué y descubría después que alguna de las personas allí
presentes las estaba sintiendo. Pasé un tiempo allí antes de decidir volver a
Bogotá, sentí una profunda necesidad de venir y contarle a todo el que me
quisiera escuchar lo que había pasado, pensé en dar ejemplo, y aunque casi
no lo he logrado cada instante me reencuentro con lo que viví y nunca he
podido ser la que era antes, siempre hay un tercer ojo mirándome y
diciéndome lo que observa.

Ahora percibo todo de una forma totalmente diferente, todas mis


certidumbres no existen, y la única certidumbre que tengo es, como leí hace
poco: Que "toda verdad sobre el mundo es a lo sumo una hipótesis del
mismo."

No sé por eso si lo que ahora creo sea lo que es definitivo, pero la certeza
es que soy un ser que vive más en paz consigo mismo de lo que solía ser, y
que esta hipótesis que tengo de la realidad puede sonar muy ficticia, pero la
prefiero a todas las demás hipótesis.

Muchas veces me han dicho que estoy loca, pero suelo pensar que prefiero
mi locura con sentido a la cordura sin él.

Muchas gracias por interesarse en esto, y por aparecer en mi vida en este


momento.

Un abrazo, Diana Trujillo.

Octubre 1998

También podría gustarte