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Mis allé del Estado nacional Jirgen Habermas Traduccidn eintraduccisin de Manuel Jiménez Redondo La edivin de eta ba ha contade cos [a ayuda de Inter Nationes, Bor EOLECCION ESTRUCTURASY PROCESOS ‘Serie Filosofia Prima ein: 1997 Segunde ediion 1998 “cero eiean: 2001, (Chon eden: 2008 © Eaitoril Toho, SA, 1997, 1998, 2001, 2008 erat, 95. 28008 Masts ‘Wieone: 97 $2302 81 Fox 91 523 14 88 Ena esto irotaes hip ifn eho e Tuo erga: Die Normal einar anes Republi Keine Potiache Sebiten Vl 1 Sulvkomp Vela, Frankiat om Bn, 1995, \@ Manuel lnnes Redonda, por la avec ylaWadeeén, 1997 Disste Loaguin Gallego Ise: 979.84. 5162 1468 Depa lego: M.9.894-2008 Closes Orceyen SL CONTENIDO Intvoduceidn: Manuel Janenes Redondo . bla somaltanpobitica de la Repiblea ée Bonn 2, La slibertad de los modernos» 3. Ni Marx ni Keynes 4. La abstraccion de Ia ciudadania .. 5. La légica del Estado nacional MAS ALLA DEL ESTADO NACIONAL Prefacio 1. AAPRENDER DF LA HISTORIA? UN DOLE pasADO Qué siynfca hoy shacer frente al pasado aclardadolos? Respuesta 2 las preguntas de una comision de encaesea del Parlamento oe 3. INCERTIDUMIRES AL EMANAS Miradas francesas, temores francese: La conciencia alemana de ser especiales e regenera de hora en hora... Las hipotecas de la restauracion de Adenauer. 10 20 23 7 UNA CONVERSACION SOBRE CUESTIONES DE TEORIA POLITICA P.—En el discurso queen 1984 pronuncié usted en las Cortes Espatto las habla usted de eagotamento de las energas ut6picas». Vivimos en tuna époes, decta usted, que se caracteriza por una enitevainabarcabi Tidade y con un futuro cargado negativamente (Die neue Uniibersicht lichkeit, . 143). Este diagnéstico no ha perdido, a nuestro uicio, nada de su actualidad en los diez aris ranscurridos. Bl ocaso del Hamada socialismo realy el fie de la Guerra Fria no han tentdo por resultado 1 mundo pacifcado. En vez de eso, hoy nos vertos confrontados con guemras civiles,racismo, una nueva pobreza y wna apenas frenada des- truccién del entorno. Las promesas que la suave revolucion de 1989 comportaba para nds de unio Fukuyama hablo incluso de tn fin de la historia quedaron enseguida deementidas. En vita de esta situs idm habla usted en Facticidad y valides de la esperanza en el comion- zode un orden universalsta del mundo, una esperansa que seria fruto de la desesperacin. Ademés, usted se sigue atentendo al proyecto del socialismo. Como conjunto de las condiciones necesaras para formas de vida emtancipadas sobre las que los ciudadanos tendrian que enten- dere, s6lo puede haber socializmo como democracia radical. Ya este respecto usted se vuelve decididamente contra toda utopia en el senti- diode un proyecto detallado o del relos de una forma ideal de vida. Por 30 el concepto procedimental de democracia que usted desarrolla no lo entiende usted sino como una caracterizacion formal de condico- nes necesaras para formas no anticipables de vida no falida. En el prefacio de Facticidad y valider habla usted ede que bajo el signo de sua politica completamente secularizada wo es posible toner Estado de derecho, ni tampoco mantenerlo, in democracia radical» (p. 13). Pero Zes posible la democracia radical? Pues se plates la cuestion de 145 sila realieacin de las condiciones necesarias de una sociedad demo- exdtica —por ejemplo, la realizacion de iuales oportunidades de par- Hcipacion~— no es demasiado ut6pica en vista de los problemas seta. lados y dela creciente complejidad social. Asentiria usted a la tesis de que el «proyecto de la modernidade, precisamente por ee su cardcter no cerable, mo puede tener ning telos utdpico, pero tampoco puede arreglérselas sin energias utipicas? R—Nanuralmente, el agujon evtico tiene que haber penetcado muy hhondi en la carne normativa, para que no fos limitemos de nuevo a aterrizar en una simple invocacién de majestuosos principios demo- éritcos, Como usted mismo die, na aloracinescetieade laste ign actual del mundo constituye el transfondo de mis consideracio. nes, Por esta raz6n, mi forma de proceder se distingue de proyecciones puramente normativas como, por ejemplo, la teoria de la justicia de Rawls, lacual, considerada en sf misma,es, clertamente, una maravilla, En primer lugar, sigo la via de un andlisis reconstructivo para mostrar qué es lo que técitamente estamos suponiendo siempre ya en lotocantea contenidos normativos cuando participamosen esis prc. ticas democréticas y concernientes l Estado de derecho que pot for. tuna estan establecidas ya en nuestros paises. Con estas pricticas no es compatible una conciencia que se hubiese vuelto enteramente cinica Pues s no, habrian de cambiar hasta hacerse itreconocibles, En cuanto s€ evaporase la sustancia notmativa, en cuanto, por ejemplo, quienes recurren a ostribunalesyanoruviesen lasensacién de quecucntan con !a posibilidad de recibir justicia de los tribunales, en cuanto los electo- es yano creyesen poder influir con sus votos sobre la politica del go- bierno, el derecho se habria convertido en um inisttumento de control del comportamiento y la decisidn democritica mayoricaria se habria convertido en un especticulo de engafos y de autoengatios,carente de consecuencias. No puede excluirse una capitulacién de los principios del Estado de derecho frente ala abrumadora complejidad social. Pero siesto se produjese, cmibiarfan nuestros conceptos de derecho y de- mocracia, experimentaria también un cambio radical la autocompren- sin normativa de ls ciudadanos, al como se da hoy todavia en ues. tras latitudes. Y porque tales contextos conceptuales fundan también hechos sociies, merece la pena una reconstraccidn de las ramifcadas 'mplicaciones de un sistema de derecho, el cual no puede extract sa legitimidad de otro sitio que de la idea de autolegislacion, En segundo lugar, intento mostrar que esta autocomprensién nosmativa de nuestras pricticas establecidas no es de por s ilusoris, Enciendo las eonstituciones demoeraticas como otros tantos proyee. 146 tos en los que a diario trabajan el poder legislativo, la justiciay la adminisracién, ¥ por cuya prosecucién implcitamente se sigue lu- ‘chiando siempre tambien en el espacio piblico politico. Ciertamente, hay que prescindir de interpretaciones que nos resultaban muy quei~ das, También de Ia idea de que la democracia radical tenga que ser tun socalismo autogestionario, Sdlo una democracia entendida en tér~ rminos de teoria de la comunicacién es también posible bajo las con- diciones de las sociedades complejas. Para ello hay que invertr la relacién entre centro y periferia: en mi modelo son las formas de comunicacién de una sociedad civil, que surge de esferas de la vida privada que se mantienen intactas es decir, son los fujos de cormuni- «acién de un espacio pablico activo que se halle inserto en una cultu- + politica liberal los que soportan la carga de la expectativa norma- tiva, Por eso tiene usted razén en que sin esa fuerza de empuje hacia adelante, innovadora, que caracteriza a los movimientos sociales, no puede cambiar nada, ni sampoco sin esas imagenes y energias utdpi- tas por las que tales movimientos se ven impulsades. Pero esto no significa que la teoria misma, como ocurre en el easo de Bloch, haya de ocupar el puesto de las utopias —sted ha crticado la idea republicana de una democracia radical porque, entre otras cosas, mo tiene en cuenta el ineludible cardcter ss témicoy la égica propia de la politica. La politica, segias la opinion de usted, no tendria que analizarse solamente con los meds sumtinistra- dos por la teoria de la accién, sino también con los medios suntinis- trados por la teoria de sistemas, La soberanta popular en el sentido de tora actuacién de la sociedad sobre si misma, programada a través de las leyes depende tanto de una formacicn y de una voluntad, que des- cansan en la accién comunicatva, como también de un sistema polt- tico regido por el «medio de comunicacion» que es el poder. Con ello se plantea la cuestion de cénto los ciudadanos, através de los procesos de formacién de la opinion y formacién de la voluntad, pueden influir sobre el sistema politico, sin menoscabar a la vex la idgica propia de éste. Para responder a esa cuestion ha desarollado usted dos modelos. Al modelo del asedio», desarrollado en su articulo «La soberania o- ‘ular conto procedimenton (1988), respondia el concepto de sociedad ‘ene dos niveles que usted desarrolla en Teoria de la accin cormanicati- va. Este modelo implica que la «fortaleza de la politica» queda asediada ‘por via de que los ciudadanos, por medio de debates prblicas, tratan de ejercer influencia sobre los procesos de deliberacin y decsi6, pero sin intercon de conquistarla fortaleza. En Factcidad y validez sted parte dest modelo deesclusase. Conforme. este modelo el sistema pottico 147

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