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Y entonces un hombre y una mujer, tomados de la mano y con lgrimas en los ojos, se

acercaron y le dijeron: Hblanos del adis. Y l, mirndolos con ternura infinita respondi:
As como no se encuentran cuando se encuentran sus manos o se mezclan sus voces; sino
cuando sus corazones se unen y sus espritus, se hablan. As, no se separan cuando parten
materialmente o cuando sus miradas se buscan sin lograr hallarse o cuando sus manos no
pueden darse mutuamente calor; sino cuando un muro se levanta entre sus corazones y
cuando sus espritus no hablan ya ms la misma lengua. El pjaro besa suavemente la flor
por un momento y, luego se confunde con el cielo; y, sin embargo, ha dejado en los ptalos
el corazn del fruto del maana. El ro toca las races de la planta que en l se refleja y
sigue su curso. Y, sin embargo, su agua quedar en el rbol y se har color y perfume en
sus flores. As, si se han encontrado de verdad, si sus almas se han fundido como el agua y
el rbol; el espacio y el tiempo no pueden separarlos, porque lo mejor del uno florecer en
el otro a travs de las primaveras. Y el agua del ro, hecha savia en el rbol se elevar con l
en un cntico de gracias hacia el cielo. Y cuando, en un futuro prximo o lejano, las manos
del Destino los pongan de nuevo frente a frente: No dirn: Te perd y vuelvo a
encontrarte. Sino: Fuiste un sueo que vivi en mi para convertirse en realidad. Y, si
han vivido a pesar de la distancia y el tiempo, unidos el uno al otro, su reencuentro no ser
el del viajero que vuelve a su ciudad y la encuentra cambiada, sino como el de aquel que
bes los capullos de su jardn un atardecer, so con ellos durante la noche y, al despertar,
los vio, con gozo, convertidos en flores; o como el del que cerr un momento los ojos
velados por las lgrimas y, al volver a abrirlos, hall al ser amado ms bello, ms puro y
ms suyo. En verdad les digo que el adis no existe: si se pronuncia entre dos seres que
nunca se encontraron, es una palabra innecesaria; si se dice entre dos seres que fueron uno,
es una palabra sin sentido. Porque, en el mundo real de espritu, solo hay encuentros y
nunca despedidas. Y, porque el recuerdo del ser amado crece en el alma con la distancia,
como el eco en las montaas del crepsculo.

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