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Gato En las calles oscuras se escuchaba el latir de la noche.

Automviles veloces y metlicos, como carrozas del Armagedn que vomitan all donde concurren su opaca luz y aquel rugido estruendoso. Se oyen las bestias de la noche, ladrando y gimiente en pos del sueo del seor. Y cuando todo se calma, se escucha la noche, pura, como un zumbido, como un continuo mecanismo macabro impulsado por la luna, las estrellas. Ya estaba cansado de correr, haca varias calles que lo perseguan, y finalmente caa exhausto. Se recost sobre lo que crey que eran varios cartones apilados, mojados y con olor a orina, intentando ocultarse, refugiarse. Su corazn lata demasiado rpido, sus pupilas iban de un extremo a otro, escrutando cada rincn del neopaisaje, la ancha calle y los faroles abandonados a su suerte en aquel egosta mar de cemento. Por un desgraciado segundo pens en lo que sucedera en el caso que lo hallaran. All se ira su piel, sus ojos, sus extremidades. La mera idea del encuentro lo envolva, lo persegua sigilosamente, a la vez que sus captores. Por ms cansado que estuviera no poda dejar que lo alcanzaran. Vio en un extremo de la calle aquella fragata maciza de plstico y metal y supo que esa era su nica escapatoria, su rescate, su salvador. Vio el claustro de su gloria. Con lo poco que le quedaba de fuerzas corri hacia el automvil. Y corri, y corri. *** Se sinti un estremecer dentro del vehculo. El conductor, viejo, calvo, de ojos cansados

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