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Mujer Cambiante - Leyenda Návajo
Mujer Cambiante - Leyenda Návajo
El Pueblo Sagrado, que vivía abajo, envió al Dios Que Habla a la montaña para
averiguar de qué se trataba toda aquella conmoción. Cuando El Dios Que
Habla llegó a la cima de la montaña, encontró una hermosa bebé durmiendo
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en la grama. La tomó en sus brazos y la cargó montaña abajo. El Pueblo quedó
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encantado con ella y la alimentaron con polen, caldo de animales y rocío de las
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flores más bellas. La pequeña niña corría carreras. Y el Dios Que Habla le cantaba.
En cuatro días había crecido.
Una lluvia color rojo brillante cayó de su interior. El Pueblo la acarició y la pintó, la
vistieron con la piel de venado más fina, le pusieron conchas de mar y piedras de
turquesa. “Se mueve”, cantaban. Se mueve, se mueve, se mueve. Mientras cantaban,
la joven se convirtió en una mujer vieja. Entonces se transformó nuevamente
en una joven. Una vez más se transformó en vieja. Y otra vez, en una joven.
Vieja, joven, vieja, joven. Cuatro veces cambió hasta convertirse en la joven más
extraordinaria.
Un día, cuando Mujer Cambiante estaba recolectando semillas y frutas, Sol llegó
galopando en su caballo blanco vistiendo sus ropas más blancas. Asombrado ante
la belleza de la joven, resplandeció con brillantez, suplicándole que lo siguiera en
su viaje hacia el Oeste. Mujer Cambiante protestó. “Estaré muy sola”, contestó.
Aún así, Sol insistió, “Sígueme y estaremos más cerca que nunca”.
Mujer Cambiante le enseñó a los gemelos todas sus canciones y bailes. Cuando
se hicieron mayores, puso ramitas de oración en sus sábanas y los encaminó para
que anduvieran por su cuenta. Entonces soltó un llanto penetrante que envolvió
toda la isla con su dolor. Arrancó tiras de piel de su cuerpo y mezclándolas con
caracoles, piedras, arena, barro, polen y espuma, creó gallinas, perros, cabras, ovejas,
antílopes y caballos. Finalmente, para no sentirse nunca sola, creó a los Seres
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Humanos. Les dio mascotas y bastones de piedra para extraer agua del desierto.
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Levantando su gran arco, les lanzó arcoiris dentro y los esparció por sobre los
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océanos.
Cuando Mujer Cambiante se hizo vieja, tan vieja que casi no podía moverse, el
Dios Que Habla reapareció ante su puerta. Esta vez trajo consigo una niña y un
niño humanos. En un instante habían viajado sobre un brillante arcoiris hasta la
costa, una vez ahí cruzaron el océano verde en un espiral submarino. Siguieron
el camino blanco hasta su casa y saludaron a las Cuatro Direcciones. Cuando se
abrió la puerta de Mujer Cambiante, vieron a la joven más hermosa que jamás
habían visto danzando alegremente frente a su altar de cristal. Los niños se
inclinaron en señal de respeto. Mujer Cambiante los bañó en su palangana de
cristal, los vistió de blanco y les puso plumas en el cabello.
Cantó:
Belleza frente a ti
Belleza tras de ti
Belleza sobre ti
Belleza debajo tuyo
Camina ahora con la Belleza a tu alrededor
y tu camino será hermoso.
Entonces Mujer Cambiante se sentó bajo una planta de maíz. Pájaro Azul se sentó
en una guirnalda de maíz. Y Mujer Cambiante cantó cada canción que conocía. Y
bailando rodeada de polen dejó sus huellas doradas por todas partes.