¿Cuántas veces nos hemos impactado o sobrecogido al ver en multimedia o
televisión a un alumno víctima de una golpiza? Quizás más de alguno ha reflexionado y otros sencillamente no se han inmutado porque desconocen a la “víctima” porque ni siquiera es de Punta Arenas y cursa enseñanza en otra ciudad del país. Pero existe un denominador común: igual es estudiante y es niño o adolescente. En este aspecto vale la pena preocuparse. En muchos medios de comunicación y en los mismos colegios se ha usado bastante en el último tiempo el concepto del bulling para calificar un determinado hecho de violencia que ha sido denunciado por la víctima. Pero quizás la mayoría de estos casos han sido simplemente riñas escolares y en muy pocos de ellos realmente caiga esta calificación, pensando que para ello el afectado debe ser una víctima constante de hostigamiento de parte de su permanente agresor. En nuestro colegio, como en los demás, también ha habido situaciones donde algún alumno se ha enfrentado con otro y la situación ha derivado en que ambos han llegado a la inspectoría. Sin embargo, es oportuno reflexionar qué responsabilidad nos cabe a los demás: entre padres y apoderados y compañeros de colegio. Sabemos que los profesores siempre van a procurar la sana convivencia al interior del establecimiento, pero para cumplir con ese propósito todos debemos colaborar. Y es allí donde llamamos a reflexionar a dejar de lado nuestra indiferencia. No es malo practicarla en nuestro actuar diario dentro y fuera del colegio. Preocuparse por apoyar a aquella compañera de curso más inferior en ayudarla a levantarse cuando accidentalmente cayó al suelo o ver de qué forma podemos ayudar los más grandes cuando vemos a otro compañero medio afligido en el recreo, en los pasillos. Quizás hay una materia que no entiende o le falta algún elemento para su próxima clase. Y ante cualquier amenaza de violencia alertar a los superiores para evitar un enfrentamiento que perfectamente puede ocurrir fuera del colegio, como muchas veces sucede. Que diferencia habría si en nuestra sociedad todos dejaran de lado la indiferencia ante alguna situación. Somos indiferentes ante quienes están desvalidos y otros que requieren otro tipo de apoyo. Lamentablemente enfrentamos hoy una vida competitiva donde muchos buscan avanzar sin pensar en el ser que está a su lado. Sin embargo, más de alguien no se percata que con su actuar está afectando a sus hijos o quienes lo rodean y que luego se refleja en el actuar de estos niños en el colegio. Rescatemos el concepto de familia que siempre nos han inculcado en nuestros hogares y reflejémoslo en nuestro diario vivir. Seamos propositivos y colaboradores con los demás. Sería ideal que cada día nos facilitemos entre todos nuestra convivencia dentro y fuera del colegio. Y no olvidar que mientras estamos en el colegio debemos aprovechar al máximo las horas de estudio, de aprendizaje académico y social, para enfrentar en el futuro una sociedad donde perfectamente en el mañana dejaremos nuestro sello: sensibles ante las cosas que ocurren y sin indiferencia con la premisa que eso no me afecta.