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Washington DC, EEUU, 22 de marzo de 2009

DR. ÁLVARO URIBE VÉLEZ

Excelentísimo Señor Presidente

Escribo estas líneas de mi puño y letra con respeto, transparencia y humildad, con la
esperanza que pueda Usted leer y compartir en esta carta personal algunas de mis
conclusiones acerca de lo vivido y aprendido por mí en estos últimos años y en tan
duras condiciones de privación de la libertad. Soy, como Usted, un colombiano que
quiero paz y reconciliación para mi País, sensible a las muchas angustias que siguen
azotando el cuerpo social con los dolores de la violencia y las crisis económicas.

Deseo de todo corazón le puedan servir a los intereses de Colombia, a los suyos y al
de todos los que añoramos una mejor Nación.

Antes de continuar le pido disculpas por el modo deshilvanado, con inevitable desorden
y reiteraciones en el que presento esta carta, ha sido el mejor modo que he
encontrado en las condiciones de reclusión e incomunicación en que me encuentro. Es
una auténtica colcha de retazos escrita a mano en mis largos días de melancolía y
nostalgia, y en noches interminables y solitarias sobre papeles que se fueron
acumulando mientras mi corazón y mi mente no cesaban de hacer catarsis de todo lo
vivido en estos años prisionero dentro y ahora fuera del país. No he querido dejar pasar
más tiempo antes de hacerle llegar estas confesiones de vida en la celda del exilio y el
destierro donde paso mis días y mis noches con la esperanza del regreso a mi tierra
amada colombiana y mi terruño cordobés. Manos amorosas y amigas han pasado el
manuscrito por momentos ilegible y borroso al teclado y a ellas les agradezco me
hayan colaborado en transcribir mis muchas veces ilegibles palabras no exentas de
furtivas lágrimas que tantos recuerdos me traen al escribir sobre estas y tantas otras
cosas de la guerra y de la paz.

Le ruego me permita ayudarlo, me permita ayudar a Colombia a alcanzar la paz. Yo he


cumplido, he transitado el camino desde mi desmovilización con honestidad,

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transparencia y claridad, sin transgredir las leyes, estoy comprometido con ayudar a
Colombia a salir de tanto dolor, horror, miseria, quiero seguir sirviendo a mi país a partir
de mi experiencia, de mi arrepentimiento por mis errores, de mi perdón y de mi
capacidad para rectificar y enmendar. Soy un líder con una obsesión por la PAZ y la
RECONCILIACIÓN que va más allá de cualquier voluntad de poder. Ideé, lideré, jaloné,
guié, convencí, y hasta obligué con mis ejemplos y actuaciones a otros comandantes y
miembros de las autodefensas a que se vincularan al proceso de negociación y se
desmovilizaran. Fue un esfuerzo gigantesco y un riesgo personal y familiar enorme
liderar todo este proceso.

Tengo claro que los pilares sociales y económicos sobre los cuales se asienta la
seguridad democrática, no solo deben continuar cimentándose a partir de 2010 sino
que el énfasis en cuestiones de paz, DIH y Derechos Humanos debe seguir siendo
fortalecido y profundizado.

A lo largo de esta carta entenderá de corazón porqué a pesar de algunas críticas que
sobrevuelan mi mente sobre los desafortunados manejos que le ha dado su Gobierno
al proceso de paz con las autodefensas me hubiese sumado, si me hubiesen solicitado
a ser uno más de los cinco millones de colombianas y colombianos que le suplicó le dé
continuidad a su mandato y si no es posible que Usted continúe al frente, proponga a la
consideración y voto soberano de los colombianos para presidir los destinos de
Colombia a un hombre o una mujer de su absoluta confianza, de su talante, capacidad,
inteligencia, y responsabilidad a toda prueba que siga direccionando a Colombia por el
camino que tan esforzadamente Usted ha conducido, que es el correcto y como todo
nuevo camino que construimos, requiere de permanentes cambios y mejoras ante las
diferentes necesidades o dificultades que se nos van presentando, más aún con los
diferentes desafíos y tensiones que plantea un mundo globalizado cada vez más urgido
de cesar las guerras y satisfacer la seguridad alimentaria, sanitaria y educativa de más
de seis mil millones de seres humanos en todo el planeta.

El Gobierno, quizás por razones de Estado que me son desconocidas y


desconcertantes, al igual que para millones de compatriotas, ha producido hechos para
mí todavía inexplicables en materia de proceso de paz con las autodefensas minando

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de esa manera la necesaria confianza que exige de parte y parte armonizar posiciones
contrapuestas en una mesa de paz que se estableció para fortalecer la democracia y
las instituciones. Sé que han existido fallas de nuestro lado, donde algunos ex
comandantes no han sido honestos y han seguido delinquiendo y también ha habido
fallas del Gobierno que han minimizado los acuerdos, reemplazándolos por
imposiciones que hoy han generado noticias alarmantes que me llegan incluso a mi
celda, no digamos ya al Congreso y el Gobierno de los Estados Unidos.

Los procesos de paz no deben ser abandonados ni relegados en las prioridades


nacionales y regionales. Nuestro país está urgido de ganar la paz, de integrar
plenamente vastas regiones del territorio patrio que siguen abandonadas a la ley del
monte, a la ley del más fuerte, lejos de la cobertura de la democracia y del Estado.

Seré lo más claro que resulte capaz sin adornar mi lenguaje, no habrá solución
militar que nos evite el esfuerzo político de diseñar el futuro que anhelamos a
partir de las realidades que nos ha tocado vivir. Por esto le pido que no deje
inconcluso el proceso de paz con las extintas autodefensas, ni abandonado en los
laberintos kafkianos de la etapa judicial de Justicia y Paz, donde después de casi 4
años los procedimientos han sido insuficientes, lentos y engorrosos, generando
inseguridad no solo física, sino judicial, social, política y en donde no hemos visto hasta
el día de hoy el primer juzgamiento de un líder relevante. No permita por favor que esto
siga sucediendo, ni permita que nuevos actores del conflicto o los mismos de siempre,
establezcan nuevos órdenes sociales o perpetúen los ya existentes en las regiones
marginales y no marginales o de narcotráfico, donde el Estado no hace presencia o
solo hace presencia represiva y esporádica o, presencia permanente con un
desafortunado alto grado de corrupción, donde son los narcocultivos los principales
renglones productivos que irrigan las economías de algunas regiones.

Colombia está pidiendo más de los procesos de paz, no solo en términos de


reparación y alivio de sus víctimas directas, sino también en términos de quitarle
combustible al conflicto armado, y en la medida que éste continúe sin solución,
se volverá más exigente. La no repetición no podrá ser garantizada si no se involucra
a quienes han sido parte del problema como partes activas y propositivas de la

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solución. El problema no se resuelve quitándole las armas a los guerreros, si eso no se


complementa con eliminar el flujo de los recursos de las economías ilícitas a quienes
aspiren a proseguir las hostilidades. El objetivo de recuperar el monopolio de las armas
por parte del Estado nunca se logrará, si de la misma tierra que no ocupa el Estado se
reproducen con exuberancia los ingresos extraordinariamente grandes que realimentan
la voracidad de los ejércitos ilegales y las bandas emergentes.

Si tras la salida de un grupo armado desmovilizado no se sigue la reinstitucionalización


del Estado, las poblaciones de estas regiones ya habituadas a los nuevos órdenes
sociales establecidos resiembran con mayor rapidez, estrategia y eficacia, áreas más
grandes de cultivos ilícitos comparadas con las que erradica el Estado. Lo estamos
padeciendo. Estas regiones que las autodefensas ganamos a la guerrilla y que
estuvieron bajo el control y poder de las autodefensas durante el proceso de
negociación con el gobierno se las devolvimos al Estado llave en mano al momento de
nuestra desmovilización – por lo menos en mi caso particular. Infructuoso resultó
cuando imploré al Alto Comisionado y al ministro Sabas Pretelt para que erradicáramos
los cultivos ilícitos antes de nuestra desmovilización con mis propios hombres y nuestra
propia seguridad, acompañados del Gobierno. Cuántas veces solicité que invitáramos a
la Mesa a EEUU para que lo vinculáramos en la negociación habida cuenta de su lucha
contra el narcotráfico. Además, con más razón si existían cuentas pendientes con su
Justicia que debían ser saldadas. Ofrecía ya entonces toda la colaboración que
resultara necesaria, entre otros, para acabar con el flagelo de los cultivos ilícitos,
acabar con las “zonas francas” de las que disponen los delincuentes para elaborar,
comercializar y exportar este producto ilícito; a pesar de todo el esfuerzo que hice, no
fue posible. La razón que me dieron los representantes del Gobierno fue que EEUU no
quería participar y además que dejara ese ‘pretexto’ con el que se atrasarían las
desmovilizaciones y desarme que le darían credibilidad y apoyo nacional e
internacional al proceso de paz. Me aseguraron el Alto Comisionado y el Ministro que el
Gobierno se comprometía a erradicar los cultivos ilícitos y a la reinstitucionalización del
Estado, yo les creí. Hoy recuerdo que muchas personas que se benefician de este
flagelo y del conflicto, incluidos algunos ex comandantes, me decían que ese problema
de los cultivos y el narcotráfico no era nuestro sino del Gobierno, porque solo estando a

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la altura de ese desafío el gobierno haría visible e irrebatible su compromiso con la paz.
Creí en el compromiso del Gobierno y procedí a desmovilizarme aun sin ley para
jalonar, convencer y obligar a los otros comandantes y miembros de las autodefensas a
tomar la misma decisión y generar la necesidad de crear un marco jurídico que
permitiera la reintegración al seno de la sociedad de donde nos arrancó la guerra. Así
nació una ley que finalmente llamaron JUSTICIA Y PAZ para que además se
desmovilizaran los que entonces argumentaban que sin ley no lo harían. Todo esto,
sumado a que después de la desmovilización seguí insistiendo en la erradicación de
los cultivos ilícitos, a que denuncié ante el Alto Comisionado a quienes inmediatamente
después de mi desmovilización empezaron a retomar los territorios que le había
entregado al Gobierno – del cual no pocos desconfiaban y decían que ni erradicaría y
menos reinstitucionalizaría esos territorios por conveniencia. Desde antes de mi
desmovilización empecé a alertar sobre la relación estrecha que debía existir entre el
avance simultáneo del proceso de paz AUC y la sustitución de cultivos ilícitos en cada
una de las zonas donde fuésemos a desmovilizarnos. Esto me creó fuertes discusiones
con muchos excomandantes, narcos y todas las personas interesadas en perpetuar el
conflicto a tal punto, que le hicieron un atentado a mi hijo Gianluca de 11 años en ese
entonces, e intentaron por todos los medios asesinarme y asesinar cualquier miembro
de mi familia y vincularme a través de montajes y falsas acusaciones a acciones
delincuenciales, para lo que se prestaron algunos miembros corruptos de las
instituciones del Estado. Este panorama no ha permitido que el paramilitarismo se
acabe con nuestra desmovilización, sumado a otros factores e intereses.

En el camino de la negociación han quedado muertos por diferentes motivos


Carlos Castaño, Vicente Castaño, Rodrigo 00, entre otros. Todos ellos querían ser
constructores de paz, todos ellos se jugaron la vida por ver a Colombia en Paz.

Logré que el Alto Comisionado me enviara un general de la policía desde Bogotá,


porque la mayoría de la policía de Córdoba estaba en la nómina de los comandantes
que llegaron a Ralito, con el fin de mostrarle y contarle al general todo lo relacionado
con el narcotráfico y las nuevas bandas emergentes, rutas, laboratorios, etc, con tan
mala suerte que el que vino fue el General Gómez Méndez, un hombre que estuvo

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reunido con Carlos Castaño y conmigo y que recomendó alias “Rasguño” como de “su
entera confianza”. La información se la di, y los resultados no se vieron. A pesar de
todo mi esfuerzo y toda mi insistencia sucedió lo que dije sucedería, esas regiones que
entregué las retomaron las nuevas bandas emergentes, las nuevas autodefensas, las
mismas de antes, o una mezcla de ambas, o las guerrillas de siempre, en alianzas con
narcotraficantes y delincuentes, con el objetivo claro de seguirse fortaleciendo y
financiarse del narcotráfico que es el mayor financiador del conflicto y el más grande
generador de violencia, corrupción, destrucción y de los problemas más graves que
padece Colombia y otros países del mundo. Las poblaciones que obligadas - algunas
por conveniencia - amén de las poblaciones flotantes que viven de la narco economía,
se convierten en las bases sociales de todos estos grupos en esas regiones
marginales, no tienen otra opción o salida que apoyarlos, porque están a merced de
quien impone la ley, ejerce control territorial, se sostiene en él, cobra tributación, realiza
operaciones militares sostenidas e impone disciplina y justicia en nombre de una
autoridad de facto, convirtiéndose según lo enmarcan estos parámetros en actor del
conflicto.

Los actores del conflicto requieren del narcotráfico para financiarse y el narcotráfico
requiere de los actores armados para reproducir su negocio y establecer o darle
continuidad a esos nuevos órdenes sociales, ambos, sumados a la poca disposición del
Estado a hallarle solución política y humanitaria al conflicto, no hacen otra cosa que
perpetuarlo, lo que visto desapasionadamente, en otro país producen la sensación de
que en Colombia los actores armados ilegales y también el Estado y los sucesivos
gobiernos, han estado más interesados en perpetuar el conflicto que en dar pasos
firmes y decididos en procura de acabar con el mismo en una mesa de negociación
como ha sucedido históricamente en todos los tiempos y geografías del mundo. ¿Hasta
cuándo el mundo nos seguirá teniendo paciencia a los colombianos y a nuestros
gobiernos y clases políticas que comenzamos a ser vistos todos, lo cual es injusto al
generalizar, como socios y cómplices de la guerra y del narcotráfico?

Desde su nacimiento, el narcotráfico y los cultivos ilícitos en Colombia, han venido


creciendo durante los diferentes gobiernos de turno y no se ha logrado reducir a

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proporciones mínimas siquiera ‘tolerables’ y mientras existan, seguiremos perpetuando


la violencia, la corrupción, las amenazas, los riesgos, la inseguridad, las pugnas, las
retaliaciones y todos los males que genera este flagelo a lo largo de los diferentes
gobiernos, haciendo necesario sostener políticas de seguridad, con inversiones
cercanas al 6% del PIB, sin incluir los casi 10.000 millones de dólares que ha recibido
Colombia en ayuda internacional durante los últimos 10 años para luchar contra estos
males. A esto sumemos las repercusiones internacionales que tiene el narcotráfico
sobre México y EEUU, - por citar un par de ejemplos- donde el 90% de la droga que
ingresa a esos países proviene de Colombia. Tampoco nadie ignora las dificultades
graves que en los últimos tiempos ha llevado a dos pueblos hermanos, como Ecuador y
Colombia, a la ruptura de las relaciones diplomáticas, y han hecho de la frontera entre
Colombia y Venezuela una zona caliente en manos de ilegales de todo tipo, que asolan
a las poblaciones y las manipulan para sus estrategias de guerra o negocios ilícitos,
indisponiendo a dos gobiernos que debieran estar más dedicados a generar
tranquilidad y bienestar entre pueblos hermanos, que a alentar sospechas y reavivar
viejas heridas.

Fallar en las estrategias de erradicación es trágico, amplifica y perpetúa el


conflicto armado, la corrupción, la violencia y se mantiene a Colombia en un
estado de riesgo que genera dependencia y necesidad.

Tras mi desmovilización, Victoria Eugenia Restrepo, funcionaria de Acción Social, me


acompañó a una reunión con unos campesinos dueños de las tierras sembradas en
plantaciones de coca en Crucito – Córdoba y fue testigo que los campesinos están
dispuestos a erradicar estos cultivos ilícitos y aportar sus tierras como socios de los
proyectos productivos agrícolas que se implementan en ellas, por el porcentaje que
represente el valor de la tierra y aportar su mano de obra para dichos proyectos. Esto
se los planteé yo personalmente a los campesinos de las áreas cocaleras de Córdoba y
del Catatumbo y todos estuvieron de acuerdo.

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Esto sería una excelente estrategia no solo para erradicar la coca y combatir los
problemas que se harán visibles al erradicarla sino que ayudaría a la reactivación
económica, ya que al observar los resultados exitosos obtenidos haría que se vinculen
otras áreas diferentes a las cocaleras, volviéndolas más productivas y reactivando la
economía, convirtiéndonos en ejemplo mundial a imitar. Es que no solo hay que
procurar el sustento lícito de los desmovilizados sino también de las poblaciones
campesinas más vulnerables, como los desplazados por la violencia y la falta de
oportunidades y las mismas comunidades que dentro de la legalidad viven azotadas
por los efectos colaterales de la guerra y el crimen.

El Presidente dijo el año pasado sobre Carimagua: “esas son unas tierras ácidas.
Tenemos que si simplemente se distribuyen en pequeñas parcelas, eso se vuelve
rastrojo y ranchería de pobreza e improductivo. Por eso es interesante la
propuesta del Ministro de Agricultura de concesionarla. El Estado no se
desprende del derroche de dominio. Se entrega en concesión para que se
adelante un proyecto productivo de envergadura, de gran capacidad de
generación de empleo. Y puede agregársele lo siguiente: asociar a esa concesión
a grupos desplazados. Y que el rendimiento o el pago que los concesionarios
hagan al Estado, se lleve a los grupos de desplazados. Para el País es más
interesante tener grandes proyectos de agricultura empresarial, intensivos en
generación de empleos de buena calidad, que lotear esos predios en parcelas,
condenar a los adjudicatarios a vivir en unos ranchos, con dos o tres matas de
plátano, o dos o tres de yuca, rastrojo y pobreza…”

La propuesta es buena, pero falló porque no se le entregaron las tierras a los


campesinos, donde ellos, como dueños, la entregan sin parcelar, pero dueños cada
uno de un porcentaje de ella, donde la suma total representa el 100%. Vale x plata,
como aporte du su inversión para asociarse al proyecto productivo con los empresarios

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que había conseguido el Ministro de Agricultura al que el Estado le concesionara las


tierras. De esta manera, los campesinos serian dueños del porcentaje que valga la
tierra sobre el total de la inversión y socios del gran proyecto de agricultura empresarial
y además aportarían su mano de obra como obreros de dichos proyectos que
generarían empleos de buena calidad.

Los grupos emergentes son el subproducto del fracaso de la negociación en la


mesa de Ralito, de no haber sabido manejar las diferentes etapas del proceso de
paz, y la causa principal que aceleró el proceso de rearme ha sido el
incumplimiento del gobierno en cuanto a la reinstitucionalización del Estado en
esas zonas que habían sido de influencia de las autodefensas. En las regiones que
estuvieron en poder de las autodefensas, la poca claridad del Gobierno nacional en la
aplicación de las políticas de paz, reinserción, reconciliación, erradicación de cultivos
ilícitos, y lucha contra el narcotráfico, sumado al temor de muchos ex miembros de las
autodefensas a los incumplimientos del Gobierno, como sucedió en negociaciones y
gobiernos anteriores con las autodefensas del Magdalena medio y Fidel Castaño en
Córdoba, al incumplimiento de varios miembros de las extintas autodefensas que
deshonestamente siguieron vinculados a actividades ilícitas e indisponiendo o tratando
de asesinar a quienes como en mi caso hemos sido ejemplo y hemos cumplido
cabalmente, a la falta de acompañamiento nacional e internacional, especialmente de
Estados Unidos, cuando sabemos que nuestras políticas particularmente la de paz
obligatoriamente los vincula a ellos, a la falta de los mismos espacios para defender el
proceso que han utilizado quienes nos atacan y estigmatizan, a los intereses de esos
que se benefician del conflicto, a los que se beneficiaban de nosotros y no querían
nuestra desmovilización, a los que temían que nuestra desmovilización les hiciera
perder los espacios políticos, a la falta de seguridad física y jurídica, a las luchas y
peleas entre las diferentes ramas del poder y también entre los diferentes partidos e
intereses políticos, colocándonos como chivos emisarios y carne de cañón con los que
atacarlo a usted y a su Gobierno, en fin estas y tantas otras cosas me hicieron fácil
pronosticar lo que finalmente ha sucedido: que iban a surgir pugnas como las que se
han venido presentando, intensas y violentas entre las diferentes facciones hasta
reacomodarse, para luego dar el salto a alianzas impensables como las que se han

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venido dando, (Rastrojos – Eln), (‘don Mario’ – Farc – Narcos – Eln – Aguilas negras –
Políticos – Instituciones Corruptos – etc ), creando movimientos regionales irregulares,
que pueden converger en un gran movimiento nacional, ya que por el momento no
tienen otra opción diferente a la cárcel, la extradición, la muerte, perpetuarse en el
conflicto o fugarse con un secuestrado.

¿Será que todos los miembros de los grupos irregulares tendrán la opción de
volarse con un secuestrado para que los conviertan en gestores de paz?

Yo aplaudo que se les dé beneficios de libertad y jurídicos a quienes desde la guerrilla


han decidido ponerle fin a sus días en ella y se fugan con un secuestrado, o aquellos
que se desmovilizan o que después de capturados desde las cárceles trabajan en
proyectos de paz.

Estos son ejemplos e incentivos que ayudan a disminuir el conflicto y a lo largo de la


carta, podrá ver porqué pienso así.

Pienso y me sigo sintiendo decidido a ser constructor de paz y mejorar y sacar adelante
no solo el proceso de paz con las autodefensas sino los que deberán seguirle y
complementar.

Siempre me gustó más basarme en hechos que en palabras. Por eso decidí
conducir a una organización en el momento de mayor poder político, militar, social y
territorial a un proceso de negociación político, que condujo a la desmovilización de
más de 30.000 hombres y mujeres como un acto de Fe por la paz de Colombia y como
el mayor gesto humanitario ocurrido en el país. También, porque por diferentes razones
atribuibles más a la dinámica del conflicto que a la voluntad de sus líderes, las
autodefensas nos habíamos convertido en muchas regiones en un factor de
perturbación, por esto y por muchas cosas más, arriesgué e insistí tanto en el proceso
y todo lo que incluyen sus etapas y derivaciones y también en la erradicación de
cultivos ilícitos, donde después de tanto insistir, me permitieron participar y liderar a
algunos centenares de desmovilizados donde aprendí y me di cuenta por qué no
funciona la estrategia de erradicación de los cultivos ilícitos; semejante osadía causó la
furia en todos los interesados en perpetuar este flagelo y sus derivaciones, entre ellos

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algunos de los excomandantes y también produjo el asesinato e intimidación de varios


desmovilizados y sus familiares, por haberme acompañado en esta misión. Estas
labores las suspendí, luego de mi reclusión voluntaria a la cárcel de La Ceja cuando
quedaron sin mi liderazgo y amenazados por las Farc, ‘Aguilas Negras’, ‘Paisas’, y
‘don Mario’.

Con mi desmovilización, supervisión, seguimiento, apoyo y vinculación de los


desmovilizados a los programas de erradicación y proyectos productivos que
conjuntamente lideré con la oficina del Alto Comisionado de Paz, el índice de
homicidios en Córdoba según el observatorio del delito de la gobernación de Córdoba
en el año 2005, año de la desmovilización de las autodefensas en Córdoba, descendió
a 173 homicidios. Fue en el año 2008 que ascendió a 512 homicidios, es decir casi el
300% con relación al año 2005 y casi el 200% comparado con la época de mayor
violencia en el departamento de Córdoba entre los años 1994 a 1999, donde la media
fue 344 homicidios. Todo esto reafirma porqué he insistido tanto en que se le dé
claridad a las políticas de paz, de reinserción, de reinstitucionalización del Estado y
erradicación de cultivos ilícitos. No se entenderán acuerdos de paz del gobierno con
actores armados ilegales que no incluyera la colaboración de estos en el post -
conflicto ya desmovilizados. Por favor permítame colaborarle, permítame
participar, permítame ayudarlo.

Yo nací en un país en conflicto, fui reclutado y entrenado por el Estado. Bajo una
política de “seguridad nacional” madre del paramilitarismo de Estado. Yo soy hijo
legítimo de esa invención para hacerle frente a un fenómeno comunista que combinó
todas las formas de lucha y estuvo a punto de hacer colapsar al país. No hice la guerra
para beneficiarme, ni inicié un proceso de negociación para legalizar fortunas o poder.

Yo he contado mis verdades y aún continúo haciéndolo a pesar que me


extraditaron. A pesar que me alejaron e incomunicaron de las fuentes principales y
necesarias para poder reconstruir la verdad. Conmigo extraditaron gran parte de la
posibilidad de reconstruir la verdad verdadera del conflicto y a pesar que sigo
comprometido con reconstruir la verdad que conozco y que recuerdo, quiero decirle
que la posibilidad de reconstruir la verdad del conflicto en las condiciones en que me

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encuentro, está coartada. Sin embargo cuentan con mi compromiso para avanzar hasta
donde me sea posible, seguiré contando mis verdades, continuaré convenciendo a
quienes fueron mis hombres a que avancen en este proceso y sigan contando sus
verdades, verdades que han servido para encontrar desaparecidos, exhumar sus
cadáveres, responsabilizando a los culpables, verdades que están ayudando a
esclarecer la horrible noche que nos tocó vivir y padecer, primero como víctimas y
luego como victimarios, deseando que estas verdades ejerzan su poder reparador y de
reconciliación entre todos, especialmente con las victimas y exalte la memoria de todos
los caídos y la responsabilidad por acción u omisión de todos en este conflicto, para
que no se vuelva a repetir, y se conozca el origen y desenvolvimiento real del mismo,
que es bastante desconocido en cuanto su funcionamiento, responsabilidades, vasos
comunicantes, etc.

He entregado bienes lícitos e ilícitos en reparación para las víctimas y lo seguiré


haciendo en la medida que perfeccionemos el mecanismo. La Corte Suprema de
Justicia le ordenó hace casi dos años a Acción Social recibirme los bienes, pero esta
dependencia oficial me ha puesto todo tipo de trabas para hacerlo. He tenido
problemas con los testaferros, quienes me han pedido no entregar los bienes por temor
a que no les apliquen el principio de oportunidad y los encarcelen, como ya me ha
pasado con uno de ellos que está en la cárcel. Temen que los identifiquen y asesinen al
entregarle estos bienes al Gobierno y no a las bandas emergentes, como ya me pasó
con otro. Amén de las persecuciones y presiones institucionales y no institucionales
contra mi familia y amigos.

Yo no he jugado a tener una agenda oculta o una vida paralela, yo opté por el
camino del bien, de la paz, de la reconciliación. Mi lucha por la paz, mi
arrepentimiento, mi colaboración, mis ganas de ser un hombre nuevo no son retórica,
sino hechos reales, tangibles y suficientes para que ojalá muy pronto se pueda
considerar saldada mi deuda con la justicia.

Me desmovilicé en Diciembre de 2004 sin marco jurídico. Días antes el Alto


Comisionado de Paz me dijo que Usted no sabía si extraditarme o no junto a ‘Simón
Trinidad’ en ese Diciembre, y le contesté al Comisionado que así usted me extraditara

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me iba a desmovilizar para darle la credibilidad al proceso de paz, jalonar a los otros
comandantes y como el mayor acto de fe y humanitario en toda la historia de Colombia
y del mundo, de un actor del conflicto en su momento de mayor poder político, social,
militar, territorial y para servir a ejemplo a los demás.

Avanzamos Gobierno y autodefensas en el primer proceso de paz enmarcado


dentro de los estándares internacionales de justicia transicional. Soy el mejor
ejemplo para ayudar al Gobierno y la sociedad a mejorarlo, ampliarlo y llevarlo a buen
puerto, dándole cabida a todos.

Soy el espejo donde se miran los ‘Cano’, los ‘Jojoy’, las Farc, el Eln, las bandas
emergentes, los ‘don Mario’. Con seguridad estarán pensando si este es el trato que
le dan a las autodefensas que supuestamente son las amigas y aliadas suyas y de su
Gobierno y ese es el trato que le han dado a un hombre como Salvatore Mancuso que
supuestamente es su amigo y aliado y ha cumplido con honestidad y transparencia en
todo el entero proceso de paz, ¿cómo será el trato que le darán a ellos?

Yo podría mediar y dialogar políticamente con todos ellos si existe su voluntad


política y la de su Gobierno. Sigo dispuesto a seguir haciendo un gran esfuerzo y
sacrificio personal y familiar para servir a Colombia, por acercar a las partes
enfrentadas, principalmente guerrillas y autodefensas, también a quienes regresaron al
monte, como quienes prosiguen en Justicia y Paz, a quienes están dispuestos a hacer
efectiva la reinserción como a quienes ya no creen para nada en ello, y también a
quienes quieran abrirle un espacio político a las guerrillas sin dejar las armas pero con
la condición de dejarlas al atravesar por un proceso de negociación. También con
quienes han dejado las armas siendo autodefensas y quieren abrirse camino en el
ejercicio de sus derechos políticos.

Si queremos un País donde no exista conflicto armado, no se entenderán


acuerdos de paz del Gobierno con actores armados ilegales que no incluyera la
colaboración de éstos en el post - conflicto ya desmovilizados. Ayudando a
desactivar el conflicto que aún continúa y en la recuperación de sus antiguas zonas de
influencia, para la reinstitucionalización del Estado en esas regiones. Para que la

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reconciliación sea posible en un país donde todos hemos pecado por acción u omisión,
debemos apuntarle a que con nuestro testimonio de paz todos los que hemos cumplido
tengamos otra oportunidad en la vida.

La desmovilización de las autodefensas creó la necesidad de promover la ley de


Justicia y Paz para reinsertarlas a la vida civil, ley que es buena en su concepción
general, pero resultó insuficiente e inadecuada también por producto de las
retaliaciones, egoísmos, pleitos, e intereses particulares o políticos, de partidos,
gremios y ramas del poder. Los procedimientos para aplicarla luego de casi cuatro
años, han sido muy lentos y engorrosos, con muchos vacíos que generan
inseguridades jurídicas y aún no hemos visto el primer juzgamiento de un ex
comandante relevante.

La ley debe incorporar elementos complementarios por diferentes razones: Una


cosa es la memoria y su poder reparador que se da al conocerse la verdadera realidad
del conflicto y otra muy distinta es que el Estado y los jueces impongan la verdad
histórica, sesgada, parcelada, empujados por sus pleitos e intereses, desde el código
penal, sin tener en cuenta las razones y causales políticas, sociales, culturales,
sociológicas, económicas, de seguridad, legales, ilegales e históricas que originaron y
siguen alimentando el conflicto interno colombiano, sin promover y permitir que
participemos todos sin excepción, tanto en la construcción judicial de los hechos, que
nos incluye a unos pocos y excluye a la gran mayoría, como en la construcción de la
verdadera realidad del conflicto que realiza la Comisión de la Verdad, en cabeza de
Eduardo Pizarro Leongómez, quien tiene mucho que ocultar en especial por razones
familiares, donde tienen cabida visiones ideológicas e intereses políticos opuestos
cuando no decididamente enfrentados a los nuestros, y de la cual somos los únicos
excluidos junto a nuestras bases sociales, como también hemos sido los únicos
excluidos de los foros académicos y políticos donde todas nuestras contrapartes tienen
participación.

La verdad por la vía de la intimidación y la exclusión – exclusión de la que hemos


sido los únicos destinatarios- visibiliza unas verdades pero vuelve invisibles las
otras y de paso beneficia a esos interesados. Reducir nuestras conductas a un tipo

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penal deja para la Historia una verdad que no tiene en cuenta la verdadera realidad
completa de la tragedia que hemos padecido. Así se protege y ampara a otros
responsables.

Otra razón: ¿Decir verdades para ser encerrados en las cárceles y perder los
derechos? Como está diseñada la ley, aquellos que como sociedad, como población
como políticos, empresarios, ganaderos, campesinos, etc, que desprotegidos por el
Estado o reclutados por el mismo, y presionados por el conflicto y sus actores no
tuvieron otra opción para “sobrevivir” que participar en el conflicto apoyando a uno u
otro bando, o a veces hasta a todos los bandos, si cuentan la verdad de lo que les tocó
vivir, los van a judicializar, a encarcelar, los van a obligar a reparar con sus bienes que
adquirieron lícitamente, asumiendo responsabilidades que son más de otros que de
ellos, dejándolos en la ruina económica, moral, proscritos política y socialmente,
expuestos a todo tipo de presiones, retaliaciones e inseguridades físicas, jurídicas,
propias y de sus familiares y seres queridos, provenientes de sectores institucionales
y/o no institucionales.

Como está diseñada la ley, ni permite ni promueve contar la verdad y por el


contrario, estas poblaciones deben ocultar o callar acerca de la realidad
verdadera del conflicto que les tocó vivir y a mentir, cuando son acusados por la
ley o indagados por la comisión de la verdad.

Permitir que se intimide a quienes conocen y pueden contar las verdades, hace que se
oculte, no ayuda a la reconciliación, perpetúa el conflicto y de paso criminaliza al bando
que las cuente, más, si se le cierran los espacios de interlocución como es nuestro
caso.

Otra razón, me extraditaron y con ello me aislaron de las fuentes para poder
reconstruir la verdad que conozco y que no conozco, por la que debo asumir
responsabilidades por cadena de mando o por participación directa. He
reconocido que fui el comandante del bloque Catatumbo, y ‘Camilo’ mi sub alterno y
comandante del bloque sobre el terreno. Nos desmovilizamos juntos, el mismo día, en
el mismo sitio, en diciembre de 2004 pero, ante el miedo que le generaron tantas

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incertidumbres, ‘Camilo’ no se presentó ante Justicia y Paz, ni se ha recluido


voluntariamente en una cárcel. Si yo soy beneficiado con una pena alternativa en
Justicia y Paz y después de 10 años de haber pagado mi condena se presenta una
víctima y entabla un proceso penal en mi contra por cadena de mando diciendo que
‘Camilo’ secuestró, torturó y asesinó a su padre, y el tuvo que desplazarse
forzadamente con su madre a otro país y que solo hasta ese momento ha podido
regresar y yo no reconocí ese hecho en Justicia y Paz porque no lo conocía y nadie me
lo contó, seré condenado por la justicia ordinaria porque esos delitos no tienen
prescripción en el tiempo. Semejante esfuerzo, sacrificio y compromiso, asumiendo
todo lo que he asumido para quedar desprotegido por algo que no conocí, eso puede
suceder con los que tuvimos mando sobre uno o mil hombres.

Otro tema complicado: El capítulo de los militares como está la ley, va a ser más
doloroso y traumático que el de la parapolítica. En la medida que avancemos en la
reconstrucción histórica de la verdad y los hechos, va a ser cada vez más difícil
disimular la vinculación de las FF.MM, de policía y de inteligencia con los diferentes
actores del conflicto que nos ha tocado vivir. Cada vez más la evidencia, la
contundencia, y la dimensión descomunal de los hechos, mostrará lo inocultable.

En un principio esa vinculación se podrá mostrar como casos aislados que no


comprometen la responsabilidad de estas instituciones militares, pero al final se
evidenciará que todo esto no fue objeto de decisiones individuales, sino de una
política de Estado, que surgió después del asesinato de Gaitán, cuando el Estado
se vinculó al crimen. En los años siguientes a 1948, en pleno desarrollo de la
GUERRA FRÍA la doctrina de seguridad nacional convirtió la lucha internacional
anticomunista, en la promoción y conformación desde las fuerzas del Estado del
paramilitarismo, lo cual dio origen a perversas deformaciones de una política para
enfrentar a la insurgencia armada y convirtió a la población civil no solo en víctima, sino
que también la reclutó, convirtiéndolos de victimas a victimarios, para hacerle frente al
comunismo, como en mi caso particular.

Con los vacíos de la ley de JUSTICIA Y PAZ, algunos con la intención de aplicar
justicia, otros para perpetuar el conflicto, y otros más en busca de retaliaciones o

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victimizarse escondiendo la verdadera realidad del conflicto o todos los


anteriores, van a ensañarse con el Estado y las fuerzas militares. Van a plantear si
esa política de Estado que aparece documentada en los diferentes manuales de las
instituciones militares aprobados y firmados por generales de la república, ministros de
defensa y hasta presidentes, que son los comandantes en jefe de las fuerzas militares,
que dio origen al paramilitarismo de Estado, entraría en la configuración de crímenes
de lesa humanidad cuando ha sido un ataque sistemático contra sectores concretos de
la población civil, y digo que hacia allá se dirigen porque en nuestras confesiones en
versiones libres, los fiscales nos han pedido juntar los temas por facilidad, dándole
prioridad a los crímenes contra sindicalistas y masacres, también con insistencia nos
preguntan sobre la vinculación de los militares y gobernantes en esos hechos.
¿Coincidencia o estrategia?

Esta situación usted no la creó, la heredó de gobiernos anteriores, es un


problema enorme que veo venir donde muy probablemente buscan vincular en
un futuro al Estado y a las personas que han quedado desprotegidas por la ley de
Justicia y Paz, acusándolos ante la Corte Penal Internacional y los tribunales
internacionales de implementar políticas tendientes a instaurar el paramilitarismo
de Estado y violación de los derechos de una gran parte de la población.

Una de las soluciones que se podría aplicar es ampliar la ley para que cobije a los que
están quedando desprotegidos ante la contundencia de lo inocultable y que podría
arrollarlos, darle continuidad a su mandato, quizás, reconocer que su gobierno heredó
las guerrillas, las autodefensas, los paramilitares, los narcotraficantes, las grandes
áreas de cultivos ilícitos, los actores del conflicto, diciendo que si el Estado en los
gobiernos anteriores hubiese sido responsable en la aplicación de sus políticas, nada
de esto que usted y su gobierno heredaron, existiría.

Usted lo está enfrentando y la primera fase fue la implementación de la política


de la seguridad democrática y está cambiando todo lo que le tocó heredar,
dándole la vuelta a la página de la horrible noche. Valientemente usted está guiando
personalmente la implementación de la reinstitucionalización del Estado, de la doctrina
de los derechos humanos, sumándose a la implementación que va en ascenso

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internacional de la defensa del D.I.H y la búsqueda de la paz y la reconciliación


invitando a participar a Europa y Estados Unidos.

Al mundo hay que recordarle permanentemente que el comunismo y la combinación de


todas las formas de lucha que adoptaron las guerrillas en Colombia, son heredadas de
revoluciones distantes que tenían al comunismo como modelo ideológico y que la
doctrina de seguridad nacional fue una política implementada desde USA para luchar
contra el comunismo y que en Colombia hemos heredado los resultados de ello, como
también sucede con la producción, consumo y demanda de alcaloides.

En sus orígenes, y tras el sacudón mundial que significaron las revueltas del famoso
Mayo del ‘68 en Francia, se comenzó a desarrollar en el mundo capitalista el efecto de
alienación de las mentes de los jóvenes por parte de las drogas alucinógenas,
componente de una vasta gama de acciones psicológicas, direccionadas a que sus
juveniles rebeldías productos de la edad no fueran manipuladas y contaminadas por las
ideologías comunistas y revolucionarias que amenazaban entonces el orden mundial
capitalista, dos décadas antes del desmoronamiento de la URSS y de la caída del Muro
de Berlín. El narcotráfico es también un subproducto de la Guerra Fría cuyo desarrollo
comenzó a invadir todo el mundo como método de combate al comunismo. Que
después las guerrillas colombianas hayan puesto eso a favor de la financiación de su
guerra revolucionaria es la tragedia mayor que subsiste en Colombia y que se deriva
del Frankestein de las drogas salido del laboratorios de quién sabe qué mentalidades
obsesionadas por curar males con remedios que terminan siendo peores que la misma
enfermedad que pretendían morigerar.

El Estado tiene responsabilidad en el conflicto por acción u omisión, tiene


responsabilidades por haber promovido en el pasado políticas tendientes a
instaurar el paramilitarismo de Estado, no se puede seguir pretendiendo tapar el
sol con las manos y quizás sea conveniente reconocer genéricamente de manera
pública.

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Yo fui el primero en pensar y lo sigo pensando entre las fuerzas de autodefensas que el
proceso que ideé, jaloné y concreté con riesgo de mi vida debía servir para dar inicio no
solo al proceso de paz con las autodefensas sino proseguir con procesos de paz con
las guerrillas y el desmonte total de las narco economías, porque mientras ellas
subsistan no habrá Estado capaz de escapar de sus tentáculos y redes de corrupción y
crimen. Siempre visualicé que el primer paso de legitimación del Estado debía ser el
del desmonte del paramilitarismo de Estado, que ello debía abrir las puertas para los
pasos siguientes. Por eso había que quitar primero los estados de facto que
constituíamos los paramilitares civiles reclutados por el Estado y el Establecimiento, lo
que algunos llaman los contratistas del Estado para la guerra antisubversiva, para lo
cual quienes nos metieron en esta guerra pretendieron salvar su responsabilidad y
asegurar el buen resultado de formar ejércitos antisubversivos poderosos diciéndonos
que allí estaban disponibles los cultivos ilícitos que les quitáramos a las guerrillas y a
los mismos narcos para reinvertir esos fondos en la compra de armas y toda la logística
que supone equilibrar la balanza de la guerra que el Estado iba perdiendo con las
guerrillas. Por eso, mejor que nadie conocíamos los ex comandantes de las
autodefensas que no tendría éxito nuestra desmovilización si no se producía ipso facto
la reinstitucionalización del Estado en esas zonas de influencia de las autodefensas y
simultáneamente no se incluía a los desmovilizados como mano de obra directa en la
sustitución de cultivos ilícitos como la única forma disponible inmediata de que al
quitarse la fuente de financiación la perturbación paramilitar a la democracia no se
reprodujera perpetuando el viejo conflicto irresuelto con nuevas tragedias para nuestro
país. Me sigo preguntando cómo pudo haber sucedido que la mesa de Ralito no diera
los frutos que soñaba entonces y sigo soñando hoy porque es mi compromiso asumido,
decidido y determinado de que lo iniciado y hoy trunco debe ser reiniciado de inmediato
porque darle largas al asunto no podrá ser entendido por el mundo sino como
complicidad con el crimen, o debilidad insalvable ante su poder destructor y corruptor.

Complementar la ley es una necesidad, porque gran parte de la población,


producto de la desprotección del Estado y presionados por el conflicto y las
ideologías importadas y sus actores, no tuvieron otra opción para sobrevivir que
participar en el conflicto, apoyando a los diferentes bandos enfrentados. Sin

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embargo han quedado desprotegidos de la justicia transicional, expuestos a la justicia


ordinaria y a muchas injusticias.

Usted que tiene a favor de su carisma y capacidad de liderazgo al 80 % de la población


tras siete años de gobierno que han comenzado a cambiar para bien la HISTORIA DE
COLOMBIA debe hacer algo importante y definitivo para que las leyes colombianas
blinden a todos los colombianos que han quedado desprotegidos contra las
derivaciones e imprevisiones de la ley de Justicia y Paz que van a incidir en el futuro de
este proceso y los que me auguro se concreten pronto con las Farc y Eln y
autodefensas rearmadas y de nuevas generaciones. La verdad siempre sale a flote y
es mejor ayudar a que el país alcance la paz verdadera y la reconciliación, saliendo
bien librado y fortalecido, a que en un futuro la contundencia de los hechos sea
utilizada por los que buscan retaliaciones, unos desde la extrema izquierda, otros
desde la extrema derecha y otros no pocos ni poco influyentes desde el extremo de su
cortedad de miras y el limbo desde el cual estigmatizan a diestro y siniestro desde una
ingenuidad tremenda o una hipocresía delirante.

No le estoy pidiendo para todos los implicados indultos o amnistía, ni perdón u


olvido. Le pido verdad, justicia y reparación. Pero que esa justicia pueda ser
ampliada para que cobije aquellos que han quedado desprotegidos y que siento
que también tengo que clamar por ellos ante Usted, sin mirar que hayan
convivido con la ley del monte, en cualquiera de los bandos enfrentados, que
todos somos colombianos y los males los hemos padecido y causado de alguna
manera u otros todos.

Por favor señor Presidente ayude a combatir los males que aquejan a la nación y abra
las puertas a una paz verdadera, la reconciliación y la inclusión política. Al
complementar la ley, esa justicia puede ser más benevolente durante un periodo de
tiempo determinado para aquellos que están inmersos en los punibles de concierto
para delinquir por haber participado en el conflicto, y a cambio de contar las verdades
sean beneficiados continuando en libertad, sin perder sus derechos civiles y políticos,
ni ser proscritos socialmente, ni tener que reparar con sus bienes lícitos, y además
adquirir el compromiso de servir como testigos en los procesos que se deriven de sus

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versiones. Esa justicia también puede ser más benevolente durante otro período de
tiempo determinado menor que el anterior, para aquellos que estén inmersos en los
punibles considerados como delitos de lesa humanidad por haber participado en el
conflicto, para que puedan ser juzgados y condenados dentro de la ley de Justicia y
Paz, debiendo reparar con sus bienes lícitos e ilícitos, sin perder sus derechos civiles,
ni ser proscritos socialmente; perdiendo eso sí, los derechos políticos por un tiempo
determinado y adquiriendo el compromiso de servir como testigos en los procesos que
se deriven de sus versiones.

Que esto abarque también por única vez y por un plazo determinado a aquellos
militares, políticos, civiles, o miembros de los diferentes grupos que se vincularon por
una u otra razón al conflicto o lo han padecido y quieran ayudar participando con
información permanente, especialmente aquellos que conocen de primera mano cómo
funciona la ilegalidad, el bajo mundo, la delincuencia, las falencias, y debilidades del
Estado y todo tipo de acciones ilegales o de corrupción que se presente en las regiones
donde cada uno de ellos vive o vivía. Sería conveniente desarrollar una estrategia para
recibir la información, que permita recepcionarla, analizarla, valorarla y unificarla a
través de un organismo que la articule, combine y controle a todas las instituciones
militares, de inteligencia, con las judiciales, y de control y que además controle y
asigne quien o quienes van a ejecutar cada acción, haciéndole seguimiento para
controlar que sea verificada en el menor tiempo que se actué con base en ella y lleve
registro de los resultados obtenidos, mejorando y aumentando la comunicación,
operatividad, y eficacia de las diferentes fuerzas e instituciones, ayudando a disminuir
la corrupción al interior de ellas, los pretextos o excusas para no operar, los falsos
positivos, los excesos o inoperancia por acción u omisión; todo esto sumado a la
participación de quienes dan la información, va a ayudarlas a depurar y garantizar el
combate y desmantelamiento de todas las bandas emergentes, guerrillas, nuevas
autodefensas, paramilitarismo, narcotráfico, cultivos ilícitos, delincuencia e inclusive
corrupción a todo nivel. Estas personas que participen con sus testimonios en la
construcción de la verdad histórica o que ayuden a convencer a otros para que se
desmovilicen, participen en los programas de erradicación de cultivos ilícitos,
contribuyan con la aplicación efectiva del D.I.H., renuncien a toda actividad ilícita, (en

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caso de ser desmovilizados no hayan delinquido después de su desmovilización) (y si


estuvo vinculado a una actividad de narcotráfico haya sido durante y con ocasión a la
pertenencia al grupo armado) o participe en gestiones humanitarias o de paz, sean
convertidos en “GESTORES Y CONSTRUCTORES DE PAZ Y RECONCILIACIÓN”, de
esta manera serian beneficiados con la suspensión de la pena intramuros y utilizarían
brazaletes electrónicos para cumplir con los compromisos adquiridos. Si incumplen o
reinciden, volverán a prisión, perderán los beneficios de Justicia y Paz y serán juzgados
por la justicia ordinaria y quizás, por la corte penal internacional.

Yo fui extraditado a Estados Unidos por tráfico de drogas, delito que cometí
durante y con ocasión de mi pertenencia al grupo armado donde me desmovilicé.
Me vinculé a este tipo de financiación autorizado por mis comandantes
superiores por múltiples razones, entre las cuales las muy pragmáticas que
mencioné antes en esta misma carta. También, porque en 1997, hace doce años, le
propuse al Gobierno de ese entonces erradicar los cultivos ilícitos en las áreas bajo mi
control y responsabilidad, y desde ese entonces he comprobado – a pesar de haber
insistido tanto a través de los diferentes gobiernos de turno-, que no les interesó aplicar
una política seria que erradique este horrible flagelo y por el contrario se beneficiaron
de él, y como no teníamos recursos para erradicarlos ni manera de sustituirlos para no
convertir esas poblaciones de esos nuevos órdenes sociales establecidos por el
abandono del Estado, en nuestros enemigos, aplicamos una de las estrategias de la
guerra que consiste en quitarle la principal fuente de financiación a la guerrilla –
enemigo al que combatimos- y beneficiarnos de ello y administrarlo, como en la
práctica lo han hecho los gobiernos.

En 1999 Clinton y Pastrana lanzaron el plan Colombia con el objetivo explicito de


erradicar la siembra, producción y exportación de cocaína, heroína y marihuana hacia
EEUU y combatir algunos efectos colaterales como la violencia, corrupción y
terrorismo. Diez años después y luego de invertir casi US 10.000 millones de dólares
en asistencia americana los cultivos han crecido. Según Office on Drugs and Crime de
la ONU, la superficie sembrada de hoja de coca en el 2.000 era de 163.000 ha. Según
Office of National Drug Control Policy de EEUU la superficie sembrada con hoja de

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coca en el 2.007 era de 167.000 ha. El plan Colombia sólo ha controlado la velocidad
de crecimiento de los cultivos y no los ha extinguido. En 2.007 se erradicaron 220.000
ha y sin embargo los cultivos ilícitos se incrementaron en un 27%.

¿Por qué falla la estrategia de erradicación? Se lo preguntan y con razón los


EEUU, porque es con el dinero de sus contribuyentes que hoy pagan, de su
bolsillo y con su pérdida de empleos, muchos desatinos de sus gobiernos
anteriores y los pobres resultados de los países amigos de sus gobiernos en la
aplicación de sus políticas.

Hoy después de toda mi colaboración a la justicia de Estados Unidos y de


Colombia y después de todas las investigaciones a las que he estado sometido,
ambas justicias y otras de gobiernos extranjeros que me han requerido aquí en
USA y a las que también les he colaborado eficazmente, tienen total claridad que
mi proceso de narcotráfico hace parte de mi pertenencia al grupo armado. Ni
antes, ni después, he delinquido. No he vuelto a delinquir después de mi
desmovilización, soy ejemplo de cumplimiento ante los compromisos adquiridos con
la paz del país, la justicia, la reparación, y la reconciliación. Lo que hace que ambos
países les quede políticamente fácil entender que me pueden dar un tratamiento
enmarcado dentro del proceso de PAZ y pueda servirle de espejo a todos los que se
miran en mí.

Lideré el proceso de negociación como jefe del estado mayor negociador, fui el
primer comandante relevante en desmovilizarme y lo hice sin las garantías de
ninguna ley de justicia transicional. Jamás utilicé las armas para presionar en la
Mesa de Ralito una ley que fuera favorable a las autodefensas, ni utilizamos el
terrorismo, el secuestro ni el chantaje para obtener nada bajo presión en la Mesa.
Solo pedía y sigo pidiendo que se nos reconozca nuestros derechos humanos al
ciento por ciento incluyendo entre ellos los derechos políticos, incluso con
limitaciones temporales o de ámbito de ejercicio, y también pido lo mismo para
quienes fueron mis enemigos en la guerra, para los cuales no guardo en absoluto
rencor y a quienes les deseo de corazón que muy pronto sientan que el Estado,
la sociedad y el mundo les proveen de suficientes garantías para iniciar cuanto

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antes el verdadero principio del final de la guerra que no será por la fuerza de las
armas ni mucho menos por el exterminio del bando contrario, sino a través del
diálogo y la solución política en el marco de la justicia transicional, con
participación activa de los desmovilizados en el proceso de reinstitucionalización
del Estado y la erradicación de cultivos ilícitos, entre otros servicios sociales a
las comunidades.

Convencí a mis compañeros y hasta los obligué con mi ejemplo al no dejarles otra
alternativa que hacer lo mismo, creé y lideré con la oficina del Alto Comisionado
proyectos productivos reales y sostenibles, lideré y participé directamente en los
programas de erradicación de los cultivos ilícitos conjuntamente con el gobierno, he
sido y sigo siendo ejemplo de PAZ, de cumplimiento, de compromiso, de honestidad,
me recluí voluntariamente a la cárcel, estoy reparando y lo sigo haciendo a pesar de
todas las trabas que me han puesto, asumí mis responsabilidades sin tapujos ni
mentiras, he pedido perdón por mis errores y no me cansaré de hacerlo, no he llevado
una vida oculta o paralela, he convencido a quienes fueron mis hombres para que
cuenten todas las verdades, fui el primero en someterme a la ley de justicia y paz y he
querido avanzar mucho más rápido de lo que me han permitido, he caminado con
responsabilidad, sin dilaciones y de cara al país y al mundo, aquí y allá, he apoyado a
la justicia de otros países.

Permítame por favor seguir adelante con mi determinación de ser hombre de paz
y reconciliación, con mi testimonio de desmovilizado liberado por la gracia de
Dios de cualquier resentimiento producto de la guerra donde tomé partido,
cuando el mismo Estado me reclutó, por lo que consideré una causa justa y
necesaria para que Colombia fuese un país libre y democrático, amigo y
propulsor en el mundo de paz y progreso social, paz y progreso que deben
comenzar por la propia casa de todos los hombres y mujeres de buena voluntad
que quiero sea nuestra Patria.

El Estado que cabe refundar, no lo sueño ni lo soñaba entonces sino como un Estado
que no fuese cautivo del crimen ni de la corrupción, y que alentara y promoviera la
solidaridad entre los que más tienen y los que menos tienen, para que la justicia social

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no tuviera que ser impuesta desde un Estado totalitario, ni fascista ni comunista, sino
enteramente democrático desde el Caribe al Amazonas, desde el Pacífico a los Llanos.

Permítame ayudarle en todos los frentes de los que le he hablado aquí y ayudar a
Colombia, permítame seguir siendo constructor de paz y convertirme en “GESTOR Y
CONSTRUCTOR de PAZ y RECONCILIACION”. Las víctimas, el país, Estados Unidos
y el mundo lo entenderán. Porque no se trata solo de reparar por parte de todos los
victimarios a todas las víctimas sino de evitar, a través de soluciones políticas y
humanitarias que sigan produciéndose víctimas.

Sé del costo político de la paz y reconciliación, pero cuánto habrá ganado


Colombia en confianza, seguridad, reconciliación y paz si Usted toma esas
banderas que son las que más natural y masivamente se encuentran arraigadas en un
Pueblo como el colombiano inclinado hacia la vida en bienestar y el buen amor, antes
que a la guerra y el odio. Cuánto habrá mejorado en la aplicación de derechos
humanos, derecho internacional humanitario y en menos costos en vidas humanas y
corrupción. Cuánto habremos ganado en estabilidad e inversión, en
reinstitucionalización y fortalecimiento de la democracia.

Permítame ayudarlo y ayudar a todos los colombianos y colombianas de buena


voluntad a construir el País con el que soñamos todos y en donde quepamos
todos. Cuente conmigo, que no lo voy a defraudar ni lo voy a dejar de criticar o
reconocer sus aciertos respetuosamente porque no son obsecuentes ni comités de
aplausos los que necesita el gobernante que carga sobre sus hombros tremenda
responsabilidad que Usted asumió para responder el clamor de las grandes mayorías
nacionales que siguen confiando en su trabajo y liderazgo.

Muy respetuosamente, sí le pido no perpetúe el mandato de guerra que recibió en 2002


y le fue ratificado por la soberanía popular cuatro años después. Privilegie a partir de
aquí y al calor de los triunfos innegables alcanzados por la seguridad democrática el
MANDATO POR LA PAZ y LA RECONCILIACIÓN en dirección de un gobierno de
unidad nacional que ponga punto final a cualquier resurgimiento de guerras frías, que
sabemos por triste experiencia se transforman en guerras calientes, ardientes, que

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amenazan volver cenizas no solo a Colombia sino extenderse al mundo entero en un


apocalipsis que debemos evitar, primeros y ante todo, quienes hemos sobrevivido al
horror pero llevamos en el cuerpo y en el alma el dolor de tantas, tantas víctimas que
pudieron haber sido evitadas con la sensatez de los más poderosos, que por serlo
siempre serán más responsables que humildes trabajadores de los campos y ciudades
que hoy están muertos, combatiendo en el monte y la selva, o botados en las cárceles
dentro y fuera del país por culpa de un conflicto armado al cual urge comenzar a
ponerle fin ya, porque mañana será tarde para lamentarnos.

Una última cosa, que humanamente me siento en conciencia obligado a decirle, como
ser humano que ha sido extraditado por una decisión suya: Entiendo ahora más que
hace unos meses las causas por las que me extraditó, y en lo más profundo de mi
corazón se las agradezco, porque si me hubiese dejado en Colombia en las
condiciones que me encontraba y en las que aún se encuentra mi familia, nos habrían
asesinado a todos. Sepa también que no puedo seguir respondiendo por las acciones y
responsabilidades de los demás, yo puedo responder por mis acciones y por todas las
de quienes fueron mis hombres en el pasado hasta el día de su desmovilización, y no
por lo que haya sucedido después.

Que Dios lo bendiga, ilumine y proteja toda la vida.

Con el respeto que me merece Usted como el democrático y digno Presidente de todos
los colombianos, hasta siempre.

SALVATORE MANCUSO GÓMEZ

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