Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Capítulo 43
ANTERIORMENTE EN LA PLAZA…
Manu toma una importante decisión respecto a Alberto y a su enfermedad. Ramona decide
volver a casa con su hermana, pero a ésta última le quedan todavía sorpresas por descubrir.
Ramón regresa. Isabel y Roberto comienzan con su terapia. A Iago todavía le queda una
carta por jugar… una carta muy peligrosa.
Olga, ya con su uniforme de trabajo, está sentada a la mesa tomándose el café mientras lee
una revista de prensa rosa. En ese momento aparece Teodoro por allí, y le da un pico.
- Buenos días.
- Hola.
Olga sonríe forzadamente, y los dos se quedan en silencio hasta que Teodoro se sienta al
lado de la mujer ya con su desayuno preparado.
- ¿A qué te refieres?
- Bueno, tampoco es para tanto…- responde la mujer.- Algo si que duermo, sino no podría ni
ir a trabajar.
- ¿Marisa?- Teodoro parece sorprendido mientras Olga asiente.- Pensaba que eso estaba ya
claro.
- ¿A qué te refieres?
- Pues a que sigues pasando más tiempo con ella que conmigo… lo de la cena de la otra
noche no es ni medio normal.
Teodoro se queda sin saber que decir, y Olga, al ver que no obtiene respuesta, se marcha de
allí.
Rubén, Ramón y Ernesto se encuentran tras la barra del bar. Entre estos dos últimos hacen
todo, mientras Rubén se fuma un cigarro tranquilamente. En ese momento, aparece Claudia
por allí, y Ernesto la mira sorprendido.
- Sí… eso sí.- los dos hermanos se quedan durante unos breves segundos en silencio.- ¿Has
pensado ya algo de lo que te pedí.
- Voy a hacerlo.
- ¿En serio?
- Mira, voy a seguir con la farsa por ti. No sé lo que está pasando ni lo quiero saber, pero si
esto se alarga y llega el día de la boda… quiero que sepas que la boda no llegará.
- Eso espero, Rubén. Eso espero.- la joven mira su reloj.- Y me voy para la facultad porque
voy a llegar tarde sino… hablamos luego, chao.
Claudia responde a su hermano con una forzada sonrisa, y se aleja corriendo de allí.
- ¡Genial!
Oriol, Isabel y Roberto permanecen sentados de igual manera que la última vez que
estuvieron allí. Roberto permanece muy serio, mientras su esposa le mira, bastante molesta.
- ¿No piensas hablar en ninguna de las consultas, Roberto?- pregunta Oriol, sin poder ocultar
su decepción.
- ¿Para qué? Parece que tú sacas por ti mismo las conclusiones de todo.
- Si no colaboráis los dos, no os voy a poder ayudar. Y siento decirte que aquí la única que
está colaborando es tu mujer…
- Roberto.- interviene Isabel repentinamente.- Como salgas por esa puerta, ya no…
Isabel baja la cabeza, avergonzada, y Roberto sale de allí. Oriol se levanta y se sienta junto
a la mujer, preocupado.
- ¿Qué puedo hacer?- pregunta ella, con los ojos llenos de lágrimas.- Dígame… ¿qué puedo
hacer para arreglar esto?
Claudia, nerviosa, permanece frente a la puerta. Antes de llamar duda durante unos
segundos, pero finalmente lo termina haciendo. Iago no tarda demasiado en abrir, y finge
sorpresa cuando ve a la joven.
Los dos caminan hasta el salón, y Claudia se sienta en el sofá, intentando disimular sus
nervios y su incomodidad.
- Enseguida te la traigo.
Iago se dirige a la cocina, y no tarda en regresar con una lata de limonada y otra de cerveza
entre sus manos. Le ofrece la primera a la joven, que se lo agradece con una sonrisa, y se
sienta a su lado. Ambos abren la lata a la vez y beben el primer trago.
- ¿Por qué?- Iago cada vez resulta más sobreactuado con su continua sorpresa, y aunque
Claudia se da cuenta, prefiere no decir nada.
- Porque cuando pasó lo que pasó, no deje que te explicaras, y… estoy segura de que la
tenía.
- Claro que la tiene, y te la puedo dar si quieres.
- ¿Y lo haces?
Claudia se queda unos segundos en silencio, pensando, hasta que termina suspirando.
- Entonces, la boda…
- Por supuesto que quiero… ¡No hay cosa que desee más!
Ramón, ahora él solo, permanece tras la barra. Limpia la barra puesto que no hay nadie en
el bar, cuando entra Hugo por allí con su mono de trabajo y una sonrisa de oreja a oreja, que
se borra en cuando ve al camarero. Se sienta en una de las butacas.
- Enseguida.
- Aquí tienes.
- Me alegro.- el joven carraspea.- Aunque Marta ha estado toda la semana bastante jodida.
- ¿El qué? ¿Lo que pasó?- Ramón asiente.- Pues claro que me lo contó…
- Ya, bueno…- el camarero sonríe forzadamente.- Te agradezco pues que estuvieras a su lado
si estaba tan mal.
- Bueno, realmente tampoco tienes que agradecerme nada. Lo único que le hacia falta era lo
que a todas las mujeres, ya me entiendes.
- ¿Cómo?
- Pues eso, el polvo de consolación que necesitan todas las mujeres cuando rompen con sus
parejas… pero no te preocupes, que ya me encargué yo de dárselo, y te aseguro que lo
disfrutó como una perra en celo.
- ¿Cómo me has llamado?- Hugo, sin parecer que haya escuchado lo que le ha dicho el
joven, se levanta del suelo.- ¡Ahora te vas a enterar, subnormal!
Cuando está a punto de pegar a Ramón, aparece por allí Ernesto, que se interpone bastante
asustado.
Comienza a anochecer, y Marisa recoge ya los utensilios utilizados a lo largo del día. Parece
algo cansada, cuando oye unos leves golpes en la puerta, y se gira hacia allí. Cuando ve que
es Olga, se acerca para abrir.
Marisa piensa durante unos segundos, para luego terminar suspirando y haciéndose a un
lado.
- Está bien, pasa… pero que sea rápido. Lidia se ha tomado el día libre y yo tengo mucho
trabajo que hacer.
- Mira, entiendo que es tu ex marido, y que tenéis dos hijos en común… yo lo único que te
pido es que no le metas en tus follones y tus líos… y menos que hagas lo que hiciste en la
cena.
- ¿Cómo?
- Que fue él el que me besó a mí… no te diría que fui yo, ¿verdad?- responde Marisa con una
frívola sonrisa, mientras Olga mira a la que una vez fue su mejor amiga, sin saber que decir.
LA PLAZA/ NOCHE
Isabel aparca el coche en la calle. Cuando se dirige hacia su casa, se da cuenta de que dos
farolas de la plaza se han fundido. Parece algo asustada, pero comienza a andar,
atravesando la plaza. Se agarra bien el bolso, y eso es lo último que hace antes de que
alguien le tape la boca y caiga dormida sin poder emitir ni un solo grito.
La última acción del violador puede ser la que más consecuencias tenga para todos. Lola no
deja a solas a Ramona y a Paco ni a sol ni a sombra, lo que hace que la anciana pareja
empiece a cansarse. Teodoro tiene que dar muchas explicaciones, mientras que Ramón no
parece querer escuchar ninguna. Ernesto y Nico descubren algo que probablemente
preferirían no haber descubierto.