Está en la página 1de 1

Lucinda, yo me siento arder, y sigo el sol que deste incendio causa el dao, que porque no me encuentre el desengao tengo

al engao por eterno amigo. Siento el error, no siento lo que digo, a m yo propio me parezco extrao; pasan mis aos, sin que llegue un ao que est seguro yo de m conmigo. Oh dura ley de amor, que todos huyen la causa de su mal, y yo la espero siempre en mi margen, como humilde ro! Pero si las estrellas dao influyen, y con las de tus ojos nac y muero, cmo las vencer sin albedro? 12 Cay la torre que en el viento hacan mis altos pensamientos castigados, que yacen por el suelo derribados cuando con sus extremos competan. Atrevidos al sol llegar queran, y morir en sus rayos abrasados, de cuya luz contentos y engaados, como la ciega mariposa ardan. Oh, siempre aborrecido desengao, amado al procurarte, odioso al verte, que en lugar de sanar abres la herida! Pluguiera a Dios duraras, dulce engao, que si ha de dar un desengao muerte, mejor es un engao que da vida!

También podría gustarte