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La responsabilidad de nutrir nuestro ahora

Dr. Ronan Bolaños Linares · FA UNAM · 14.10.2009

El momento presente en el que se vive, aquel que enlaza las circunstancias globales y locales,
al tiempo que advierte su constante confrontación, es el tiempo en el que se desarrollan los
actos humanos, aquel en el que se percibe y procesa lo que rodea al ser, además de ser el
estadio donde la expectativa aguarda lo que está por acontecer y donde aquello que se ha
registrado ya ha tenido efecto, ese momento es justo, el ahora.

El ahora tiene efecto en el aparecer con lo presente, en el cuidado de su interrelación y en la


importancia que pueda prestarse a cada fracción de la experiencia individual vivida. El
tránsito de cada individuo por el mundo, deja una huella del aprecio que le concede a los
efectos que cada acción extiende a su paso, en tanto que el ahora es un momento
susceptible a alteraciones.

El ahora, puede tener una duración tan pequeña como un pestañeo, o el aletear de una
mariposa, pero también puede referirse al momento político que puede durar un periodo
presidencial completo, e incluso en demografía, el ahora puede referirse a una década.
Desde una visual individual, el ahora es un periodo de procesamiento mental, de
direccionamiento intencional, y de acción a realizar en conjunto.

La duración del ahora adquiere más importancia cuando tiene por respaldo el aprecio de un
colectivo, cuando el cuidado de cada persona se ha dirigido al registro de un momento que
fue un ahora particular, a fin de que este adquiriera la categoría de un ahora de orden social,
al cual apuntamos en esta reflexión. De modo que puede advertirse como un ahora
henchido, uno lleno de significado, que se ha creado en base al cuidado otorgado del
consiente recordar, es decir en el registro interior y disgregante de aquello cuanto se percibe
e importa.

Entonces el ahora se presenta como una herramienta de coexistencia social y un tiempo de


conciencia cultural, siendo así también, susceptible a la influencia de sus partes actuantes, si
bien, un tiempo coodependiente del existir colectivo, del cual se ha de aprender y dejar
registro en la memoria cultural.

Entonces surge la pregunta ¿Por qué si el ahora es moldeable, podría ser importante
nutrirlo? Ya que finalmente, este es el momento que acoge el cambio, y su previsión es
incierta.

En la cultura judía o la japonesa la concepción del ahora mantiene un estrecho contacto


entre el presente y el pasado de las generaciones, que han posibilitado el poder continuar y
existir a cada nuevo momento con una identidad definida.

En el caso de los judíos, al ligar generación tras generación y a través de un profundo sentido
histórico, se distiende en la continuidad histórica, la sensación del consiente proceder en
cada ahora vivido.

Mientras que en el caso de los japoneses, existe un reconocimiento de un ahora tan


fuertemente vinculado con el pasado que en algunos casos la distinción entre tales
momentos históricos es difícil de concebir.

El ahora al ser el periodo donde se siembra el legado del porvenir, provee de una liga entre
pasado y presente, que como ya se ha mencionado, distiende el arraigo en la continuidad
histórica de las culturas, operación que al repetirse en la prospección, reelabora en el
ejercicio mental de conectar al presente con el futuro. Por lo tanto se puede decir que el
ahora, permite entretejer la continuidad del significado del hombre en el mundo, siendo
aquello que concede identidad.

Si se visualiza desde otra óptica, tal que precie los vestigios del pasado, se puede observar el
legado que nos han heredado nuestros ancestros y entender la profundidad que tiene el
esfuerzo de elaborar en un momento de actuar determinado, perteneciente a nuestro
pasado. Las trazas de una densidad significante de un momento ahora del pasado, se exhiben
en el esfuerzo extraordinario evidente en construcciones tales como las pirámides mayas, la
gran muralla china, el Partenón u objetos menores pero aún de gran importancia, tales como
la Piedra Roseta que como los otros, han sido significativos en la erección de cada cultura, y
que han contribuido con aportes tan importantes como el de esta última que finalmente ha
permitido comprender la escritura egipcia.

¿Cómo podemos plantear la predisposición de generar una creación que aspire a la


grandeza?

Con el cuidado que presupone la sensibilidad de aportar con algo que contribuya al
cumplimiento de objetivos que pretendan un largo alcance y que sean prioritarios en un
momento histórico determinado al colectivo mayor posible, como podrían ser hoy en día: la
reforestación, revertir la desertificación, la limpieza del aire, el fin del hambre y la pobreza
humanas, así como de otros objetivos que no puedan alcanzarse en lapsos temporales
individuales, sino que puedan ambicionar más allá de una sola generación. El ahora así, es
decir el momento de actuar comienza a vislumbrar una mayor profundidad significativa bajo
este esquema de sensibilización.

Al tomar en cuenta el ahora como un lapso que pueda trascender la vida de un individuo, se
puede comenzar a eludir, la cada vez más difícil previsión de la continuidad en lo inmediato,
de modo que se podrán recuperar escenarios más homogéneos e inalterados, ya que la
previsión operativa, se ha ido reduciendo en duración con el paso de los últimos años,
permitiendo solo alcanzarse con duraciones mayores, con las cuales se pueden prever
soluciones a problemas más complejos y se podrán plantear escenarios donde el impacto de
la acción humana pueda controlarse en mayor medida.

El ahora articula la postura a tomar en el entretejido de aquello cuanto se lleva a cabo, sea
una posición que ya no se compromete con el planteamiento incluyente que el mexicano
recupera de su pasado mestizo, o una posición de mayor carácter inmanente, una que se
adscribe a un ahora más cercano a la filosofía del carpe diem, que insta a aprovechar cada
instante, cada segundo que transcurre, y que difícilmente se asocia con otros momentos
históricos. Es aquí donde hay que tener cuidado, ya que en vez de encontrar un ahora
dilatante encontramos uno en franca compresión.
Esta misma filosofía de aprovechar el momento, habilita oportunidades pertenecientes a un
contexto que tiene desarticulado el rigor del cuidado al respeto del prójimo. En nuestro caso,
en el caso de México, donde hoy existe pobreza en el apego al ejercicio de la ley y donde se
rige en muchos casos, por el oportunismo del más “vivo”, es este ejercicio del aprovechar
cada instante, uno más libre y uno al que posiblemente se le debe dotar de más cuidado en
el proceder.

¿Cómo pueden los arquitectos asimilar el ahora nutrido, para desempeñar un papel
consiente dentro de un núcleo de concentración poblacional tal como el de la Ciudad de
México? Que además presenta una cierta complejidad de problemáticas vinculadas, y una
gama de acciones irónicamente lentas e insuficientes en la corrección de sus circunstancias
desafortunadas.

La conciencia del ahora en México, además de considerarla poco duradera, casi instantánea y
escurridiza, es variable, poco ética, convenenciera, comodina y sobre todo amnésica. El

ahora se retrata entonces aquí como el ‘ahorita’, un termino con definición exacta
desconocida. Con atribuciones irregulares y una posibilidad de previsión nula. Una duración
que va desde lo inmediato hasta lo inoperante, donde la conveniencia sucesiva puede
perdurar, donde la mejor oferta puede tener lugar y no la primera, donde un día se hace de
una manera y al siguiente día de otra. sin explicación lógica, donde puede regir la ley del
menor esfuerzo y no la de la máxima calidad idónea, y sobre todo el ahora.
Retratado como ahorita dentro del proceder del mexicano corriente, puede operar fundado
en una amalgama que como ingredientes, agrupa la amnesia y desidia tales, que pueden
llegar a exentar de responsabilidades a políticos corruptos reciclados, delincuentes
reincidentes, escándalos repetidos, de la continua ineficiencia y finalmente de constante
impunidad, tal como se muestra al día de hoy que nos vamos acostumbrando a ver gente
asesinada día con día.

El mundo que circunda a la arquitectura no está libre de esta visión corta y voluble de la
conciencia de un ahora desnutrido. Por ejemplo, las contribuciones a la constante superación
de los criterios de diseño locales, se ven constantemente mermadas por la falta de demanda
y empuje que puedan recibir los diseñadores, así como por la falta de compromiso con un
mejor mañana, sacrificado en pos de valores económicos o de un ética depauperada.
La normativa que rige el mundo de la construcción espera a nutrirse de visiones externas
antes de generar compromisos de base modélica que puedan atajar la visión a corto,
mediano y largo plazo que demanda el ahora del momento histórico.
La burocracia admite casos tan alejados de la promoción al esfuerzo por un legal y correcto
proceder consiente, tales que opera una regularización de construcciones ilegales que
reciben condonaciones en el pago de derechos y tazas, de hasta tres cuartas partes en los
pagos, mientras que un proyecto nuevo que solicita construirse, ha de pagar la totalidad de
las tasas. Con tal heterogeneidad de tratamiento ¿cómo podemos aspirar a una verdadera
igualdad?

Entonces tenemos que un constructor, ha de llegar al punto de plantearse la disyuntiva entre


hacer las cosas bien y caro; o mal y barato, teniendo ambas el mismo fin, una vivienda legal.
¿Cómo puede continuar construyéndose un país en base al menor esfuerzo, y a la imposición
de intereses individuales cuando han de primar los colectivos; con desidia, negligencia y una
producción original muy entorpecida que llevan constantemente consigo un “ahorita” como
amuleto para el proceder imprevisible que conduce a menudo a la mediocridad?

El ahora en su entendimiento corrupto expuesto en el retrato que se ha hecho del “ahorita”,


dota a quien lo ejerce, de ventajas o beneficios a corto plazo que están expuestas a la
ilegalidad, al señalamiento social, al empobrecimiento del carácter y a la falta de satisfacción,
sin mencionar de su extinción inmediata, por tanto poco productiva y redituable.

¿Qué privilegios pueden encontrarse por ejemplo, en el desarrollo de una mansión, cuando
la calle, el equipamiento y los vecinos que la rodean no pueden contemplar un mínimo de
calidad? ¿Cómo puede ser mejor vender un bien pirata si bajo este esquema no se puede
contemplar sino un futuro inestable e incierto? ¿Realmente pueden existir ventajas de fondo
en el pensamiento instantáneo de lo que se contempla como el ahorita? ¿Hay alguna
verdadera y profunda ventaja en el proceder con un ahora efímero y voluble que satisface
exclusivamente los intereses individuales y no a los colectivos? Finalmente ha de concebirse
a la aceptación y el reconocimiento social, económico, e incluso histórico tienen que ver con
una visión de un ahora nutrido y no uno precario.

El ahora nutrido con la previsión a diferentes plazos, incluidos aquí, el corto, mediano y largo,
ha de servir como una herramienta que ataje tales actitudes, que permita proponer
escenarios futuros con mayores aciertos en apego a la realidad de las circunstancias
colectivas, y no a compromisos políticos de incierta validez.
Ha de permitir generar una legislación que se apegue a aquello que demanda el ahora, que
en este momento histórico puede ser la aplicación de eco-tecnologías en pro de la
sustentabilidad, pero que en uno o dos años incluya el tratamiento y reciclaje de residuos
sólidos, la promoción de transporte cero emisiones y no ‘limpio’ como se contempla
actualmente.

Habrá de potenciar una inversión superior en tecnología e investigación en energéticos, en la


implantación de campos eólicos y solares de captación eléctrica y tal vez no el proceso de
creación de una refinería que se había necesitado durante años, en otro ahora y no en el
actual.

Habrá de promover la creación de vivienda e infraestructura certificada bajo ciertos


estándares, como parte de una demanda social más compleja. Tendrá que promover más allá
del ahorro del agua, mecanismos que posibiliten administrar los recursos, con tal de que se
pueda mantener un equilibrio entre la demanda y la capacidad de provisión, en revisión con
el entorno natural al mantener una vida común y corriente, con estándares de calidad en una
metrópolis con una población consiente y prudente. Donde el ‘ahorita’ finalmente tenga una
definición convencional y tenga efecto con mayor velocidad que el ahora, de modo que
opere finalmente con la inmediatez que supone, libre de la escusa o la indeterminación de su
pasado.

Al reconocer las desaveniencias de nuestra memoria histórica, en un proceder reflexivo, es


posible prevenir una conciencia más profunda que no solo exhibe sus aciertos, sino que
también toma en cuenta los errores y el sufrimiento como antecedentes para juzgar el nuevo
acontecer, esa, esa es la responsabilidad de nutrir el ahora.

BRAND, Stewart. 1999. The clock of the long now, Time and Responsibility. pp
15,21,24,29,90,119,147,164. Basic Books ed. New York USA.

83º Reunión del Asinea


Universidad Nacional Autónoma de México
Octubre 2009

Institución de procedencia: Profesor de la Facultad de Arquitectura UNAM


Mesa de Trabajo : Mesa 4: Retos de Cara al futuro

Título de la ponencia: La responsabilidad de nutrir nuestro ahora


Nombre del ponente: Dr. Arq. Ronan Bolaños Linares (Profesor)
Fecha de la elaboración: 21 de Agosto 2009

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