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Leo mucho, ahora por la red, en la pantalla, podría decir que más de lo
necesario, porque una vez iniciado un asunto me lleva de un lado a otro y
zascandileo bastante y luego me arrepiento porque no he tenido tiempo de
coger los libros que quisiera, porque sigo siendo de libros. En papel, con
letra grande, que pueda escribir en ellos y subrayar, si tienen pasta dura,
mejor. En libros uno elige la senda, y además un libro está trabajado,
aportan una idea y la desarrollan y argumentan y dan vueltas para
demostrarla útil.
Muchos de los tipos de aquella época pasaron, pasamos, por las mismas
experiencias culturales e intelectuales, aunque fueran diferentes en lo
material. Algunos recordamos el frio, arroyos/fregaderos para lavar la ropa,
sabañones y miseria del franquismo, escasez y falta de cosas elementales,
calor, ropas, agua caliente, medicinas, calzado y comida, acompañados de
trabajos a edad temprana y falta de estudios, libros o vacaciones. En fin
que unos antifranquistas pasaron penurias y otros no, procedían de la
burguesía ilustrada, (muchos de los líderes de izquierda), lo cual permitía
experiencias intelectuales similares pero no vivenciales.
El asunto es que leyendo desde aquellos años setenta, hasta lo que leo hoy,
siempre me he encontrado en esta zona izquierda, roja o verde, con análisis
que pretendían ser correctos, de los que invariablemente resaltaba una
conclusión; El mundo se acababa, el capitalismo no podía seguir, la lucha
entre el bien y el mal ya no tenía intermedios, había llegado la última batalla.
Ni que decir tiene que en aquellos años setenta españoles la salida era la
revolución, en varios formatos, democrático popular, democrático burguesa,
o socialista.
Posteriormente el mundo seguiría su curso y nosotros con él, montados
encima. Se incorporó a los movimientos sociales de pleno derecho el
movimiento ecologista, alrededor de la campaña antiOTAN, una especie de
unión del movimiento rojo con lo verde en aquella IU y adláteres. Justo
cuando el hervor revolucionario bajó su temperatura. Luego, con el ingreso
de España en la OTAN, todo fue haciéndose más suave. El dinero empezó a
fluir y regresar, aquellos pisos maravillosos en lo mejorcito de Madrid que
casi regalaban, (por los Jerónimos había ofertas increíbles) empezaron a
subir, arrancó una de las carreras inmobiliarias. Y política y económicamente
se fue afianzando la socialdemocracia.
Los motivos son variados, suelo apuntar algunos en este blog, la pérdida de
competitividad global de la economía española, comparada con nuestros
competidores, por la falta de recursos, de ahorro, de crédito, de educación,
de I+D al nivel requerido para tirar, la falta de innovación, la escasez de
recursos para producir tirones productivos sostenibles, por problemas
energéticos de despilfarro y dependencia, por una clase empresarial (o
mejor decir país) excesivamente carca, que mira solamente una dirección,
salarios, por una administración lenta y farragosa, enormemente troceada e
individualizada, por una justicia que da pena y lástima, que no solo necesita
una regeneración, una reconversión, aquí es necesaria una revolución… (A
nadie le puede entrar en la cabeza que pueda ser juzgado el juez instructor
de Gürtell, sin que lo hayan sido sus protagonistas).
Pretender vivir aquí, como si mil o dos mil millones de individuos no hubieran
entrado en la economía global, con capacidad de transformar lo que toquen o
las relaciones existente hasta entonces, como si no pudiera afectarnos lo
que hacen, es una locura. Pero aquí seguimos, con nuestra lentitud, ‘galgos o
podencos’, ‘que yo quiero todo lo que tenía prometido’, y me da igual que
aquellos mil o dos mil millones de personas estén dispuestos a dar más,
queriendo menos que yo. Mi problema es mi problema y nada más. Y aquí
seguimos, 2008, 2009, 2010, 2011…
Por estar de vuelta de tantos sitios, sin haber llegado nunca. ¿Y qué tiene
que ver lo anterior con lo posterior?, pues en mi modesta opinión sobre lo
que pretendo llamar la atención es en el derroche de clichés que hacemos,
de respuestas elaboradas antes del estudio del asunto, muestra que somos
aficionados al exceso de respuestas generales, para otras épocas, otros
países, otras situaciones. Huimos de la falta de análisis concretos, del
estudio de nuestra historia reciente, de los hechos que nos rodean de
aquello que configura la crisis real que soportamos y nos dirigimos con
mayor simpatía a las crisis soñadas, a la realidad imaginada, a la que nos
viene bien responder porque es la que conocimos o nos hablaron de ella hace
nosecuantos años, y la mayoría de veces ni eso.
Algunas de ellas porque no las veo, no han ocurrido en este país ni está
pasando ahora lo que cuentan, aquí en España. El Franquismo, Transición y
posterior instalación de la socialdemocracia, parece un tiempo con el que
chocan interpretaciones, unas para dar una versión de frontera otras para
seguir con otra historia. El conocimiento como siempre es parcial y en
movimiento, y probablemente unos dirigimos la mirada a una parte y otras
personas a otra, si además nosotros hemos cambiado de posición y la
realidad ha estado en movimiento, las dificultades para coincidir
aumentarán.
Comprendo que para algunos, la conclusión tenga que ser común, fiados de
que en ocasiones tenemos procedencias intelectuales similares. Y no es así, y
cuanto más cercano a la actualidad, ha tenido menos sentido ese patrimonio
común ideológico de izquierdas. Ese auto título de ‘soy de izquierdas’
conseguido por ciencia infusa, con el que tantos pretenden salvar su
pertenencia o identidad en el mundo actual, incluso utilizado como
paradigma de mayor comprensión de los acontecimientos de la realidad, se
antoja casi siempre como un penoso lastre que hay que abandonar,
precisamente para comprender la realidad. Y abrazar la racionalidad
mirando a todas partes, buscando por todos lados ideas y argumentos que
expliquen y puedan abrir puertas.
Pero todavía más importante, que en el mundo tengan peso las ideas
neoliberales no explica ni condiciona, por ejemplo, que en China, ya uno de
los líderes mundiales, el estado y la regulación pública tengan un peso tan
grande y el pueblo tanta diferencia de derechos y necesidades satisfechas
respecto a nosotros, de tal forma que la mayor revolución nuestra sería
hacerla allí para que conquistaran estatus similares a los europeos, es lo que
mejor podría salvarnos de nuestras penurias. Y en India y en Brasil y en
tantos sitios. La existencia de las realidades concretas de China, India,
Brasil y etc. tiene mayor peso en nuestras vidas que cualquier teoría
económica o política y nos obliga a adaptarnos, a comprenderlos y
comprendernos.
Que se produzca una mutación social, cambio de etapa o fin de ciclo, o como
quiera denominarse podrá ser explicado con una teoría general, pero sin
aclarar lo concreto y particular de este país tendrá poca utilidad para
nosotros. El que casi todos estemos dando tumbos para tratar de
comprender la realidad actual, lo que ha pasado recientemente, no justifica
que aquellos que no los dan, hayan encontrado respuestas socialmente
relevantes y útiles. Porque, entre otras cosas, luego habrá que aplicar los
conocimientos y ello requerirá de fuerzas suficientes en los aparatos de
decisión política y económica, gobiernos y empresas, partidos y sindicatos,
organizaciones internacionales y nacionales…
Mi admirado Vidal Beneyto, publicó un libro después de muerto, ‘La
corrupción de la democracia’ edit. Catarata, resumen de artículos
anteriores, en los que recogía la idea esencial de que la democracia estaba
herida profundamente. Desde su nacimiento y esplendor, la democracia se
había desarrollado y llevaba años, enfermando. El autor en sus últimos años
era pesimista respecto a las posibilidades de cambiar a mejor.
Evidentemente el libro hay que leerlo, está plagado de argumentos y sucesos
comentados de la corrupción del poder en el mundo actual.
Conviene repetir que debemos partir del hecho de que nada se construye y
perdura sin retoques, sin rehabilitaciones profundas. Más aún, que no es
posible pretender que la democracia es una especie de nirvana sin
problemas, sería estúpido. La vida, humana o de cualquier clase, genera
problemas siempre, así que cualquier sistema que trate de organizar
personas y colectivos tendrá problemas, antes, durante y después.
El problema es que esta sociedad ha sido muy poco defendida desde las filas
de muchos izquierdistas, no la asumen como suya, no consideran positiva su
participación en el resultado y a veces se comportan como si hubiera venido
del cielo, dejando desprotegido un flanco para el ataque por parte de la
derechona y de las ideas ultraliberales, los cuales perfectamente valoraban
lo construido, como amenaza a formas de vida y pérdida de privilegios, tanto
en el terreno de la abstracción teórica como en el de la concreción práctica.
Para muchos la democracia burguesa era una mierda, no era una verdadera
democracia, era una mentira, porque el capitalismo oprime y explota, etc.
etc. lo cual nos lleva a la paradoja de que hoy día los extrema izquierdosos
critican que se puedan perder derechos, que nunca fueron peleados,
defendidos ni entendidos como tales por ellos. Solo juegan a la contra y por
tanto los debilitan, nos debilitan, debilitan esta sociedad, de lo cual se
aprovechan las opciones neoliberales.
La reacción del señor Cassen fue sorprendente por tres razones. La primera
es que, lejos de intentar desacreditarme o insultarme, se comportó como un
caballero y aceptó mis estimaciones. La segunda es que bajó el tono de su
discurso (en su segunda intervención, que duró otros veinte minutos, no
pronunció las palabras "catástrofe" o "desastre" ni una sola vez). La tercera
es que, como era de esperar, dijo que el bienestar de las personas no sólo es
la renta y que si lo medía bien, el bienestar mundial no había aumentado.
(1) El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) del año
2001 muestra que la esperanza de vida en el mundo ha subido de 60 años en
1970 a 67 en el 2000 y que la mortalidad infantil ha caído del 10% al 6%
durante el mismo periodo.
(2) La FAO señala que el consumo de calorías por persona en los países
pobres era de 2.150 en 1970 y de 2.650 en 1999 (un aumento del 21%). La
producción de alimentos en el tercer mundo ha subido un 52% y la fracción
de la población que pasaba hambre ha pasado de 920 millones (35% de la
población) a 810 millones (18% de la población). 810 millones es todavía un
número demasiado elevado, pero ha habido progreso.
(3) La Unesco calcula que el índice de alfabetización subió del 63% al 79%
durante los últimos 30 años y que la tasa de escolarización primaria ha
pasado del 82% al 99% y la secundaria del 25% al 60%.
(5) La OMS también calcula que las tasas de suicidio han pasado de 13 a 15
casos por cada 100.000 personas. Antes de culpar al neoliberalismo de ser
el responsable de esa tendencia, es interesante recalcar que los países con
más suicidios del mundo son los antiguos y actuales socialistas (entre los que
destaca Cuba) y los países "socialdemócratas" del norte y centro de Europa
(Finlandia, Bélgica, Suiza, Austria, Dinamarca, Alemania, Suecia y Francia...
todos por encima de 15. A modo de comparación, diremos que mientras el
número en Estados Unidos disminuyó de 12,7 a 11,3, la Francia del señor
Cassen vio como la tasa de suicidio aumentó de 15,4 en 1970 a 19 en el año
2000.
(6) Finalmente, el International Center for Prison Studies estima que las
tasas de encarcelación han subido casi uniformemente en todos los países
de la OCDE. Cassen piensa que eso es malo, pero uno podría pensar que es
bueno que los criminales estén en la cárcel y no en la calle.
Con el trabajo de esta serie de ‘el mundo no se acaba’ pretendía decir que
estamos perdiendo el norte de la racionalidad y de la argumentación,
sustituyéndolo por el norte ideológico que se aproxima a menudo a lo
religioso. Si entramos en una batalla de ideas, los argumentos son el mejor,
y casi único, arma. A una idea no se la vence nada más que con otra idea. Las
armas, la fuerza, derrotan sociedades, como pasó en la República española, o
en tantos sitios. Pero las ideas volverán si no fueron vencidas por otras que
las sustituyeran. A veces incluso regresan las vencidas porque el entorno
cambia, la gente no confía en nada, regresa la magia y nos devuelven al
pasado.
En este sentido hoy me parece que los sindicatos están mejor preparados
que los partidos o al menos dan la sensación de estar batiéndose el cobre de
las propuestas concretas, aunque sería deseable que las ideas las hicieran
públicas. Mejor preparados digo, contando con el cambio profundo que
tienen pendiente de abordar, dejar tanto tiempo abandonados a una
generación de jóvenes sin trabajo, será un error que pagaremos todos tarde
o temprano. (Salidas de emigrantes españoles al extranjero en busca de
trabajo más de 14.000 en este primer trimestre, +30% que el período
anterior)
Los factores que han contribuido a ello, ahora pasan a otro plano, porque lo
primero será mostrar algunos resultados globales extraídos de la
presentación del trabajo sobre el capital público (y por ende el privado)
‘’Series históricas de Capital Público en España 1900-2005’’, publicado por la
fundación BBVA en colaboración con el IVIE que demuestran que la
importancia del sector público aumentó extraordinariamente en la etapa
democrática, lo cual es contradictorio con las ideas neoliberales, uno de
cuyos aspectos relevantes es la disminución del peso de lo público y darle el
máximo poder al sector privado.
La conclusión que se extrae de los datos anteriores, es que en España se
instaló el Estado de Bienestar justo en estos ‘30 años bajo la hegemonía
neoliberal’. Los resultados, que no los datos, ya eran conocidos en la práctica
en nuestra forma de vida por muchos millones de españoles, pero por alguna
razón no han sido aceptados por sectores de izquierdas. Incluso algunos
otros de los que aceptan esta realidad no se sienten involucrados en ella
como protagonistas de la misma.