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SUECIA DEBE CESAR SUS TRATOS CON

ANNCOL
Eduardo Mackenzie
Por Eduardo Mackenzie

Los comunistas venezolanos querían impedir la deportación a Colombia de Joaquín Pérez Becerra,
alias “Alberto Martínez”, cabecilla de la comisión internacional de las FARC. Jerónimo Carrera, jefe
del PCV, gesticuló ante los medios de Caracas y despachó un batallón de abogados para que
obtuvieran la puesta en libertad de Pérez quien había sido detenido el pasado 23 de abril en el
aeropuerto internacional de Maiquetía, a donde había llegado proveniente de Alemania. Pero
fracasaron.

Decidido a no permitir que el presidente Juan Manuel Santos rompa la promesa de entregarle el
narcotraficante Walid Makled, capturado por Bogotá y conocedor de los arcanos non sanctus del
poder “bolivariano”, Hugo Chávez se vio obligado a aceptar, contra sus cálculos y compromisos, el
incómodo pedido del mandatario colombiano. Tal es el privilegio de Chávez: poder obrar contra sus
propias tropas cuando las circunstancias se lo exigen.

Tras dos días de vacilaciones, el déspota venezolano ordenó el envío a Bogotá del importante
cuadro de las FARC quien había tenido la mala idea de abandonar su escondrijo en Suecia para
asistir a un encuentro clandestino con jefes de las FARC.

La inteligencia colombiana, que observa cada movimiento de ese peligroso individuo, había advertido
a Santos sobre la posibilidad que se abría de hacer esa captura. Cuando el guerrillero volaba sobre
el Atlántico, Santos tomó el teléfono y le soltó el pedido a Chávez. A éste no le quedó más remedio
que inclinarse. Tal parece que los secretos que guarda Makled valen eso y mucho más.

Joaquín Pérez duerme ahora en el pabellón de máxima seguridad de la cárcel Modelo de Bogotá,
pero los adeptos de la cultura de la excusa en materia de terrorismo trabajan para ayudarlo. A pesar
de haber informado que ese individuo era buscado por Interpol por estar acusado por Bogotá de
“concierto para delinquir, financiamiento del terrorismo y administración de recursos relacionados con
actividades terroristas”, el matutino El Espectador comenzó a etiquetarlo como “periodista” y a
mediatizar sus alegaciones.
 

La vieja amistad de la canciller María Ángela Holguín con


Hugo Chávez no debe ser obstáculo para que ella se
manifieste frente a las relaciones de Venezuela y Suecia con
las FARC
Pérez se presenta como una mansa oveja, contra la cual
las autoridades colombianas se comportan “ilegalmente”.
Dice que Anncol, la agencia que él dirige, es un “medio
alternativo” que encarna, como dijo el PCV, el
“pensamiento crítico”. La ONG Nuevo Arco Iris, sugiere,
por su parte, que Anncol vehicula “información” y que la
captura de Pérez es sólo un “golpe mediático” para las
FARC.
Esa detención es mucho más que eso. Anncol no es una banal página web. Sus creadores, fanáticos
leninistas, hicieron de ese portal un sofisticado instrumento de organización, a nivel nacional e
internacional. Anncol difunde rumores, calumnias e insultos contra el Gobierno, los militares y la
clase dirigente colombiana, instila calumnias e injurias y desinforma sobre Colombia. Anncol es,
pues, un instrumento de manipulación mediática. Pero es algo más. Bajo la apariencia de artículos
“de prensa”, Anncol difunde la línea política de un movimiento criminal, imparte órdenes y consignas,
y difunde todo tipo de orientaciones.

¿Quién puede olvidar que Anncol, por ejemplo, el 22 de agosto de 2010, lanzó amenazas de muerte
contra el coronel Alfonso Plazas Vega, festejó su brutal e ilegal traslado a La Picota y hasta ordenó
que fuera condenado, como lo sería, efectivamente, diez meses más tarde? Anncol aplaudió el
asesinato del gobernador del Caquetá, Luis Francisco Cuéllar, en diciembre de 2009, así como la
cobarde matanza de 14 policías cometida por las FARC en Doncello, Caquetá, el 1 de septiembre de
2010, donde los uniformados, heridos a bala y explosivos, fueron rociados con gasolina e
incinerados. ¿Lo que hace Anncol es periodismo?

Nadie ignora que el 17 noviembre de 2010, Anncol anunció que Colombia tendría “un fin de año
intenso” pues las FARC iban a “golpear con contundencia las Fuerzas Militares”. Poco después,
ocurrieron los atentados de Vegalara, Huila, donde cuatro civiles murieron y ocho policías fueron
heridos. Y el de Roncesvalles, Tolima, donde hubo dos muertos y 12 heridos, entre ellos 9 policías.
Sin duda el atentado que las FARC estaban preparando contra la base aérea de Apiay, Meta,
descubierto afortunadamente por las autoridades, hacía parte de ese “fin de año intenso”.

Miembro de las FARC desde hace 30 años, Pérez Becerra también estaba encargado, según la
Fiscalía, de recoger ayuda financiera internacional para las FARC, comprar armamento para ésta, y
mantener contacto con otros movimientos terroristas, como ETA.

Esos elementos serán ventilados públicamente durante el juicio que se abrirá en Bogotá y las
relaciones Chávez-FARC podrían agriarse. De hecho, Anncol lanzó, quizás por primera vez, tras esa
deportación, “duros e inusuales ataques” al gobierno de Chávez, como dijo un diario de Bogotá. En
todo caso, le quedará muy difícil al Estado sueco seguir  autorizando la presencia de Anncol en su
territorio. La embajada sueca en Bogotá fue puesta en su sitio por el juez antiterrorista que conoce el
caso al declarar que la doble nacionalidad [de Pérez] “no le da a nadie patente de corso para violar la
ley”, y  que “no existen argumentos para que los extranjeros intenten eludir la ley” en el país.

¿Qué está esperando la Canciller Holguín para exigirle a Suecia cesar sus contactos con Anncol y
cerrar definitivamente esas oficinas?

27 de abril de 2011

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