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Pero 2500 años después ¿cómo recorrer ese camino?. A primera vista parece
que se ha hecho mucho más largo y tortuoso para los filósofos.
En marzo de 2009, para dar comienzo a esta actividad, empecé por seleccionar
un establecimiento que fuera sobradamente conocido y céntrico. El café-bar
Penicilino, junto a la catedral, es quizá el establecimiento con más tradición de
la ciudad. Actualmente está regentado por una cooperativa de socios muy
interesados en incluir una oferta cultural en el local, por lo que no hubo
problema en reservar un espacio adecuado para nuestras reuniones. Los
asistentes sólo pagan sus propias consumiciones, no hay ningún otro
intercambio de dinero.
Establecí una periodicidad mensual, con citas el primer domingo de cada mes a
las 5 de la tarde, de forma que deja de ser imprescindible avisar a los
interesados de los horarios y fechas de cada cita.
Para la primera sesión, convoqué a un grupo pequeño y ya informado, quienes
podían invitar a su vez a otros interesados, informándoles previamente. De esa
forma garantizamos la asistencia a esa primera sesión, facilitando, además,
todo lo posible su desarrollo de forma más controlada, y dando seguridad y
confianza al organizador y a esos primeros asistentes.
La difusión necesaria para ampliar el público en sesiones posteriores la
conseguimos gracias a la idea de informar al diario con mayor tirada de la
ciudad, El Norte de Castilla, y al amplio reportaje que finalmente publicó sobre
esta primera sesión, como detallaré más adelante.
PAUTA DEL CAFÉ FILOSÓFICO
Iniciamos las intervenciones con una ronda de ejemplos concretos, con varios
objetivos:
Más adelante, para avanzar en esa fase de averiguar el significado exacto que
le dan al término los ciudadanos de a pie, comenzamos a aprovechar el trabajo
de sondeo permanente que realiza la Real Academia, partiendo de la base de
sus definiciones, para pasar a matizarlas si es necesario.
FASE 4: Coloquio
Partimos de las dudas que hayan surgido durante las fases anteriores. Es ahora
cuando se puede exponer cualquier cuestión relacionada con lo mencionado en
la introducción histórica, los ejemplos y la definición.
A partir de esas cuestiones se inicia el desarrollo en grupo.
Espontáneamente suele surgir un proceso de apertura y diversificación al inicio
de esta fase, en la que las cuestiones aparentemente se multiplican, abriendo
cada vez más un abanico de hilos divergentes. Llega después un momento en
el que se comienza a profundizar en algunos de ellos. Por último se suele dar
una fase en la que se va comprobando que las propuestas surgidas de unos
hilos son adecuadas para aplicar en otros, en un movimiento de convergencia
que finalmente desemboca en la consolidación de un pequeño número de
propuestas que parecen condensar los frutos de la conversación, contrastados
por los miembros del grupo.
Ese movimiento pendular, de lo concreto a lo abstracto, de convergencia a
divergencia, y de vuelta en ambos casos, es la clave del proceso del café
filosófico según este planteamiento.
Resumen
Para hacer más patente esta última fase de convergencia, consenso y vuelta a
la vida concreta, recientemente he venido solicitando que se expliciten para
terminar, alguna de las ideas, citas surgidas, o propuestas que a juicio de los
presentes resuman lo hablado durante la tarde o se valoren como la principal
aportación recibida. Esto sirve como evaluación y retroalimentación, como
elemento que deja patente para todos el fruto del trabajo realizado, y como
bonito broche final.
Con motivo del segundo aniversario, el pasado mes de marzo el mismo diario
abrió otro amplio reportaje sobre tertulias en la ciudad con la nuestra como
ejemplo y eje de las dos páginas dedicadas al tema.
También con ocasión del segundo aniversario, incluyeron una noticia en los
informativos.
Si conseguimos que los ciudadanos se acostumbren a recibir en el café de su
barrio o ciudad, en los medios y en internet una imagen de la filosofía como
algo que pueden poner en práctica en su propia vida, habremos conseguido
por fin ese acceso al ágora por el que preguntaba al principio.
En conclusión,
“salir al ágora” es posible, factible y para ello es conveniente aprovechar sin
ningún recelo los cauces donde actualmente se socializa y comunica aquel
público al que pretendemos acceder, ya sea el bar, internet o la FM, medios
hasta hora atípicos para la Filosofía, pero que suponen la versión actual de ese
paseo que Sócrates daba hasta el centro de Atenas.