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Réplicas y Dúplicas

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Mi artículo de la semana pasada provocó una correspondencia mayor de la habitual, con
comentarios que recorrían el registro de la controversia, desde la aprobación hasta la
divergencia, sin que lo uno o lo otro significara necesariamente exactitud.

Dado que la claridad de ideas es particularmente importante en tiempos confusos, contestaré


esta semana a algunos de esos comentarios y aclararé un reportaje.

Empiezo con unas declaraciones mías que publicó el diario La Primera este domingo 17. En la
nota se me hace decir que “(Gustavo Gorriti) apoyará al candidato de Gana Perú, Ollanta
Humala y manifestó que él es la opción para la segunda vuelta (…) ‘Por supuesto que sí, yo lo
apoyaré. Ese es mi pensamiento, sí, y creo además que es un pensamiento común, es el
pensamiento de muchos peruanos’ indicó”.

Eso es incorrecto, un ejemplo típico de edición mal hecha. El propio artículo aclara lo que dije a
partir del cuarto párrafo: el voto está condicionado no a promesas sino a “garantías democráticas
hechas con absoluta y total solemnidad”. La misma periodista añade: “En ese sentido,(Gorriti)
indicó que está esperando garantías y el gesto claro, solemne, definitivo, de que él  (Humala)va por
la vía de Lula da Silva, Dilma Rousseff, Tabaré Vásquez (…) añadió que “si el líder nacionalista
decide transcurrir por ‘la vía de (Hugo) Chávez, incluso por la de (Evo) Morales, eso sería
claramente una vía opuesta, divergente y antidemocrática a la que yo me opondría en el primer
minuto, sin lugar a dudas’”.

El artículo es fidedigno solo a partir del cuarto párrafo. Antes hay una total descontextualización de
citas para forzar y distorsionar lo declarado. Y eso es un periodismo cretino que le revienta en la
cara a quien lo perpetra.

Hasta ahora, Ollanta Humala no ha anunciado ni ofrecido realizar la declaración solemne, explícita
y específica, ante testigos calificados, de juramento de defensa de la Democracia.

¿Que con lo dicho y lo hecho basta, que ya varios se han incorporado, otros más lo harán y el resto
no tendrá otra opción que votar por el mal menor? Alguien debe leerle al comandante Humala el
artículo publicado por el ex embajador de Estados Unidos en Perú, Dennis Jett, en el Miami
Herald,  un día después de las elecciones.

El título, en tosca traducción: “Por qué el suicidio político en el Perú debería importarles a los
estadounidenses”, es lo suficientemente revelador. Jett no fue un embajador cualquiera. Durante
su gestión en Lima, en la época más oscura del fujimorato, Jett respaldó a las ya crecientes
fuerzas democráticas y a las organizaciones de derechos humanos, pese a la hostilidad de
Montesinos y Fujimori. Pero su desconfianza de Humala es explícita: “Humala hizo grandes
esfuerzos en esta campaña por distanciarse de Chávez, que no es popular en el Perú. Pero una
vez que esté en el poder, Humala copiará, sin duda, el estilo de Chávez de confrontar al pobre
contra el rico para así acumular más poder”,  escribe.

Su propósito es prevenir que algo similar a lo que ha ocurrido en el Perú suceda en Estados
Unidos. Debido al crecimiento brutal de la desigualdad social, “Estados Unidos está en el mismo
camino hacia la división y la irrelevancia (que el Perú)”.

No son las palabras de un ideólogo hiperventilado, sino las de un conocedor cercano del Perú, que
se repetirán en forma crecientemente resonante conforme avance la campaña.

Está en las manos de Humala y sus consejeros evitarlo. Si la garantía de defender y mejorar la
Democracia pasa de ser estrategia de campaña a programa de gobierno, no solo ganará las
elecciones sino dirigirá un régimen exitoso. Pero a él le corresponde ahora dar los pasos para
ganar la confianza nacional e internacional de que el país elige un líder democrático.

Hasta entonces, si sucede, será más razonable dudar que confiar.

Ahora, reseñaré y responderé algunas de las comunicaciones contrarias que he recibido.

Un tal Jorge Jara escribe desde Los Angeles que: “leyendo a Gorriti puedo comprender cómo es
que hubo peruanos que exclamaron ‘primero los chilenos que Piérola’”.

A ver, al margen de precisiones históricas, para no quitarle a la ignorancia la alegría del


atrevimiento, ¿quiénes son ‘los chilenos’ aquí? ¿Humala?; ¿Y quién es Piérola? ¿Fujimori?: ¿Tiene
Jara algún sentido del ridículo? ¿Fue Piérola candidato al Congreso de otra nación? ¿Quién quiso
meterse al Perú desde Chile? Si hasta le gustaba que le digan Chinochet…

Otra persona, identificada como ‘peruanalove’ me escribe desde su hotmail que: “las garantías


son inválidas cuando tenemos un país tan dividido (…) creo que su propuesta queda en el cajón
utópico de los buenos deseos e intereses mas no en una propuesta que garantice a todos el
respeto de las libertades…”.

¿Se le ocurre algo mejor, ‘peruanalove’?

Soy plenamente consciente de los riesgos y los peligros. Creo, de todos modos, que una
declaración solemne, hecha ante el Perú y el mundo, frente a renombrados testigos, es mucho más
difícil de romper que algunas declaraciones hechas con la semántica y la prosodia apresuradas de
campaña.

Otra persona que escribe desde su hotmail, jacross60, alega que la candidata Fujimori tiene el
mismo derecho al beneficio de la duda que Humala y sugiere poner “a los dos los candados que
aseguren la democracia” pues, según dice, ambas candidaturas tienen  “rabos de paja”.

Repito lo que se ha dicho ya tantas veces estos días, que se aproxima peligrosamente al cliché:
“Con Humala hay dudas; con Fujimori hay pruebas”. No es igual. La candidata Fujimori ha
calificado repetidamente el gobierno de su padre como “el mejor gobierno en la historia del Perú”.
¿Que candados morales se le puede poner a quien rompería los que ahora cierran las celdas de
Fujimori, Montesinos y las decenas de miembros de la cúpula mafiosa que gobernó el país en los
noventa? ¿Cuánto tiempo cree que esa gente tardaría en convertir los candados en ganzúas?
¿Segundos o minutos? Finalmente, ¿usted imagina a Keiko Fujimori contradiciendo o enfrentando
a su padre e imponiéndose? Hasta la imaginación requiere consistencia, ¿no le parece?

Otra comunicación desde hotmail,  suscrita por un Giraldo Manay, declara repetidamente su


oposición a los “resentidos sociales”, dentro de los que me incluye. Dice, por ejemplo que “el Sr.
Gorriti, si es honesto, seguro reconocerá que votó en 1990 por el Sr. Fujimori”. ¿Y por qué lo dice?
Porque “al Sr. Fujimori lo llevaron al poder los apristas e izquierdistas que en su mayoría son
resentidos sociales…”.  Manay agrega que “sería conveniente que el Sr. Gorriti explique por qué su
resentimiento contra la familia Fujimori que le impide ver que lo sucedido el 5 de abril de 1992 era
necesario…”.

En primer lugar, en 1990 no voté por Fujimori sino por Mario Vargas Llosa. Y desde ese año hasta
abril de 1992, tuve a Fujimori como un presidente legítimo, aunque con una tendencia alarmante a
la mentira y la peor compañía (tuvo como asesor clandestino a Montesinos y mintió cada vez que
le pregunté sobre él). Y hasta Manay, pese a habérsele descalibrado el detector de resentimiento
social, debería entender hoy que el golpe del 5 de abril solo fue útil para consolidar el control
mafioso del Estado. El GEIN venía destruyendo el aparato senderista en Lima desde los últimos
meses del primer gobierno de García. Ya había caído la casa de Monterrico (1990); igual la de
Chacarilla (1991). Ya estaban tras el rastro de Guzmán… aunque Fujimori y Montesinos los
desdeñaran y prefirieran al grupo Colina.

No había ninguna razón que no fuera criminal para el golpe del 5 de abril. Entonces, Sr. Manay,
¿por qué lo apoya usted? ¿Porque se identifica con Fujimori y Montesinos? ¿O porque, y lo creo
más probable, anda más perdido que ciego en tiroteo? (Gustavo Gorriti)

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