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Ares (Ἄρης): hijo de Zeus y de Hera. Como dios de la guerra era feroz,
cruel y despiadado, y se complacía propiciando situaciones adecuadas para
que surgieran toda clase de discordias y disputas, así como luchas y
combates. Por su carácter guerrero los griegos creían que Ares estaba
siempre presente en aquellos parajes donde tenían lugar algunas batallas,
acompañado en muchas ocasiones de Eris y de las keres. El culto a este
dios no estaba demasiado extendido entre los griegos, a consecuencia sin
duda de lo indeseable de sus atribuciones. Por esto poseía pocos templos,
siendo la región del Peloponeso la más influenciada por su culto. También
tenía un templo en la entrada de la Acrópolis de Atenas. Los símbolos más
comunes que aparecían en las representaciones de Ares eran la lanza y la
antorcha. Entre los animales más habituales que le estaban consagrados
figuran los perros y los buitres, que eran inquilinos habituales de los
campos de batalla. Los animales que se sacrificaban en sus templos eran
perros, toros, gallos y asnos.
Hades (Ἅιδης): hijo de Cronos y de Rea, hermano de Zeus y Poseidón, y
de las diosas Deméter, Hestia y Hera. Sus dominios son los Infiernos y los
mundos de ultratumba. Era uno de los dioses más odiados y temidos por
los griegos. Una de sus armas era un casco fabricado con piel de perro, con
el que participó en la lucha de los dioses contra los gigantes. Hades
contrajo matrimonio con Perséfone, con la cual compartía templos, el más
conocido de ellos en la ciudad de Pilos. Desde el siglo V a. C. se sustituye
lentamente el culto a Hades por el de Plutón, conservando las mismas
atribuciones. En los templos de Hades se sacrificaban mayoritariamente
carneros de color negro. Entre los animales que le estaban consagrados
están la serpiente, el lobo y el perro. Entre las plantas, el narciso y el
ciprés.
Ares (Ἄρης): hijo de Zeus y de Hera. Como dios de la guerra era feroz,
cruel y despiadado, y se complacía propiciando situaciones adecuadas para
que surgieran toda clase de discordias y disputas, así como luchas y
combates. Por su carácter guerrero los griegos creían que Ares estaba
siempre presente en aquellos parajes donde tenían lugar algunas batallas,
acompañado en muchas ocasiones de Eris y de las keres. El culto a este
dios no estaba demasiado extendido entre los griegos, a consecuencia sin
duda de lo indeseable de sus atribuciones. Por esto poseía pocos templos,
siendo la región del Peloponeso la más influenciada por su culto. También
tenía un templo en la entrada de la Acrópolis de Atenas. Los símbolos más
comunes que aparecían en las representaciones de Ares eran la lanza y la
antorcha. Entre los animales más habituales que le estaban consagrados
figuran los perros y los buitres, que eran inquilinos habituales de los
campos de batalla. Los animales que se sacrificaban en sus templos eran
perros, toros, gallos y asnos.
Dafne: ninfa hija del río arcadio Ladón, y de la Tierra, o del río tesalio
Peneo. Apolo intentó abusar sexualmente de ella, pero Dafne invocó en su
ayuda a su madre (o a los dioses), y la Tierra se abrió, desapareciendo por
esta abertura la ninfa, y quedando en su lugar un árbol de laurel. Por eso el
laurel es uno de los símbolos de Apolo.
Eco: una de las ninfas orestíades. Tenía fama de saber tocar la flauta
magníficamente, y poseía una voz maravillosa. El dios Pan se enamoró
apasionadamente de ella, pero ella lo rechazó. Furioso por el desprecio de
que había sido objeto, Pan enajenó a un grupo de pastores, que tras
conseguir sujetarla, trozearon su cuerpo y dispersaron los pedazos por los
suelos. Gea, la Tierra, reunió los diferentes trozos y miembros esparcidos
de la ninfa y los enterró. Se decía que la ninfa no había muerto realmente,
ya que reproducía todos los sonidos que llegaban a sus oídos, dando así
explicación del fenómeno acústico llamado eco. Otra variante de esta
historia afirma que Eco no fue víctima del dios Pan, sino de la diosa Hera.
Sucedió que Eco distraía a Hera, esposa de Zeus, mientras este seducía a
las ninfas compañeras de Eco. Descubierta la traición, Hera hizo que sólo
pudiera repetir las últimas sílabas de las palabras que escuchara, y eso era
el eco. Otra versión diferente cuenta que Eco se enamoró de Narciso, que
la rechazó. Entristecida y desesperada, se escondió en el fondo de una
gruta, donde murió de amor y de pena, y sólo sobrevivió su voz.
Narciso: bello joven hijo del río Cefiso y de Liríope, que repelió las
intenciones amorosas de la ninfa Eco, lo que le acarreó el castigo de
Afrodita, que le infundió un amor exagerado y obsesivo hacia su propia
imagen, que contemplaba en el agua, hasta que se consumió y languideció
por ello hasta tal punto que los dioses se compadecieron y lo convirtieron
en la flor que lleva su nombre: narciso. |2| Liberto griego del emperador
romano Claudio; fue su secretario y el descubridor de las infidelidades de
Mesalina. Por oponerse a la boda entre Claudio y Agripina, el emperador
lo desterró y se suicidó.