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I
LA MEMORIA OLVIDADA
GOBIERNO DE CHILE
MINISTERIO DE
PLANIFICACIÓN Y COOPERACIÓN
I NTRODUCCIÓN
IV
I NTRODUCCIÓN
La memoria olvidada
HISTORIA DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS DE CHILE
José Bengoa V
Compilador
Subcomité Identidad e Historia
Comisión Bicentenario
CUADERNOS BICENTENARIO
PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA
LA MEMORIA OLVIDADA
BENGOA, JOSÉ
I.S.B.N.: 956-7892-04-0
HISTORIA DE CHILE
983
VIII
I NTRODUCCIÓN
ÍNDICE
Reconocimientos 5
INTRODUCCIÓN 11
Cronología de la historia indígena 14
Del período anterior a la Conquista a la consolidación de la República de
Chile 17
Período de la “asimilación forzosa” 21
La radicación y reducción del pueblo mapuche 25
Período de la “integración frustrada” 28
Fracaso de las políticas de integración 31
PRIMERA PARTE
LA LARGA HISTORIA INDÍGENA DE CHILE 35
SEGUNDA PARTE
LOS PUEBLOS DEL NORTE 93
TERCERA PARTE
EL PUEBLO MAPUCHE 267
La Colonización 355
La radicación 360
Radicación en colonias de indígenas 361
Radicaciones judiciales (1875 a 1882) 363
Radicación con Títulos de Merced (1884-1929) 364
La Comisión Parlamentaria de Colonización 367
Los informes de los Protectores de Indígenas 370
Sobre los abusos cometidos por particulares en contra
de los indígenas y la incapacidad de los protectores para defenderlos 371
Propuestas de transformación al protectorado, para hacer
más efectiva la acción de los protectores de indígenas 374
Lista de reclamos en las audiencias públicas de la
Comisión Parlamentaria 375
CUARTA PARTE
LOS PUEBLOS AUSTRALES 547
QUINTA PARTE
LOS RAPA NUI DE TEPITO TE HENUA 607
PRÓLOGO
Patricio Aylwin
Ex Presidente de la República
Presidente de la Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato
2
I NTRODUCCIÓN
José Bengoa
Compilador
Este es un libro colectivo, pero que pretende ser leído como un relato 3
unitario. Es un libro que incorpora numerosas voces, también diferentes
memorias. Por ello se mantienen expresamente muchos temas abiertos o
incluso interpretaciones diferentes. Habla de una larga historia, muchas
veces olvidada por nuestra sociedad, pero viva en la memoria de los pue-
blos indígenas de Chile.
Este libro es la publicación de una compilación de textos resultantes
de los trabajos de la Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato y entre-
gados al Presidente de la República. El presidente de la Comisión, señor
Patricio Aylwin Azócar, ex Presidente de la República de Chile, entregó un
total de ocho tomos. El primero consistía en el resultado de la Subcomi-
sión de Revisión Histórica, que ha servido de base e hilo conductor al libro
que acá presentamos. Para confeccionar este libro se han revisado y edita-
do los textos guardando la fidelidad de los originales. Se han cambiado
títulos y subtítulos de modo de hacer un texto más fácil para el lector no
especialista.
Junto a esta voz proveniente de intelectuales indígenas y no indíge-
nas reunidos en un esfuerzo común, se han adjuntado los resultados de
algunos Grupos de Trabajo, en particular aymaras y mapuches, y algunos
testimonios, que entregan voces diferentes y en algunos casos opiniones
diversas, a partir de un legítimo “nosotros”. Por razones de dimensión del
texto no se han podido incorporar más anexos, los que se encuentran en
la versión completa del informe.
Se ha incorporado un capítulo con los resultados de la investigación
que realizó la Comisión de Verdad Histórica sobre los Títulos de Merced
entregados por el Estado al Pueblo Mapuche. Se trata de una investiga-
ción única en su género y de gran importancia para la comprensión de los
fenómenos actuales que ocurren en el sur de Chile.
Este libro es una compilación de los conocimientos adquiridos acerca
de la historia de los pueblos indígenas de Chile. En muchos casos, el espe-
cialista conocerá las fuentes sobre las cuales se han construido los textos.
LA MEMORIA OLVIDADA
JOSÉ BENGOA
I NTRODUCCIÓN
RECONOCIMIENTOS
JB
10
I NTRODUCCIÓN
INTRODUCCIÓN
Sur de Chile, y estos, por su parte, escasas con aymaras y otros pueblos del
Norte del país. ¿Cómo comprender entonces de manera adecuada la his-
toria de todos los pueblos indígenas que habitan el territorio chileno ac-
tual? Es sin duda un asunto complejo y el desafío de este trabajo.
Existe un largo período de la historia de los pueblos indígenas en el
que cada uno se desenvuelve de manera relativamente autónoma. Sin
embargo, no es despreciable el conjunto de relaciones ocurridas en tiem-
pos precolombinos entre pueblos vecinos e incluso entre aquellos que vi-
vían a grandes distancias. Aún sabemos muy poco de ello. Será, por lo
tanto, el proceso de expansión de la conquista europea el que irá reunien-
do y dando sentido genérico a la historia de la mayoría de los pueblos
indígenas. Estos pueblos se vieron obligados a reaccionar y enfrentar bru-
12 talmente al nuevo actor, situación común y presente en toda América. El
accionar de la empresa conquistadora los expondrá a todos, a cada uno de
los pueblos y agrupaciones indígenas, a presiones semejantes, tales como:
apropiación de territorios, trabajo servil, dominación política, imposición
cultural y religiosa. Cada uno de los pueblos responderá de manera diver-
sa a estos procedimientos1. A partir de allí, la historia indígena, cada histo-
ria, es inseparable de los factores externos que la determinan.
La Conquista es por ende el fenómeno histórico determinante de la
historia que tratamos de describir y relatar. No cabe duda de que los pue-
blos americanos tienen un evidente antes y un después. El período ante-
rior a la Conquista ha quedado en las sombras y no es fácil de rescatar. La
arqueología y la etnohistoria nos brindan conocimientos, muchas veces
A partir de fines del siglo XIX todos los pueblos indígenas que habita-
ban el territorio nacional ya constituido enfrentarán las mismas políticas
estatales y tendrán como interlocutor al mismo Estado. Es en ese momen-
to en que podemos decir que las historias de los diferentes pueblos indíge-
nas empiezan a reconocerse en un relato común, en cuanto van a estar
influidas en su desarrollo particular por las acciones y políticas delineadas
por el Estado. Se produce entonces una historia que va a ir unificando,
paulatina y crecientemente, las diferentes “historias indígenas”, en la
medida que se unifica el interlocutor y sus problemas. Podemos hablar
con propiedad, a partir de ese momento, de una “historia indígena”, en la
medida en que la situemos dentro de las relaciones con el Estado4. Más
aún, esto, en el caso de Chile, es parte de una realidad histórica, ya que, a
14 partir de las últimas décadas del siglo XIX, el Estado chileno, altamente
centralizado, ha llevado a cabo políticas semejantes y específicas, tanto en
el Norte del país como en Isla de Pascua, en el extremo Sur y en el área
mapuche, expresando todas ellas una coherencia interna en relación con
los intereses y visiones predominantes en cada período. Es por ello que
vamos a señalar que todos los pueblos indígenas desde ese momento esta-
rán sometidos a un mismo tipo de acción política estatal y su historia se
aunará desde esa situación y punto de vista5.
4 Por esta razón señalamos que este Informe no es propiamente una historia desde el
exclusivo punto de vista indígena. La historia de cada pueblo indígena puede ser construida
desde sí misma y no teniendo como eje las relaciones con el Estado, criterio adoptado en
este caso y que es central. Un ejemplo de ello son las historias de linajes, de familias, las que
el centro está colocado en la propia sociedad y no en sus relaciones externas.
5 Esta construcción de una historia indígena común a los diversos pueblos indígenas de
Chile es un proceso abierto y aún lejos de estar concluido. Como se trata de una historia de
relaciones, puede haber diversas interpretaciones. En este caso se ha tratado de que la in-
terpretación sea de carácter interétnico, esto es, de un encuentro respetuoso en la interpre-
tación y no una visión unilateral, en este caso de los no indígenas. Por cierto hay otras
posibilidades interpretativas. La Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato acogió inter-
pretaciones propias de las actuales dirigencias de los pueblos indígenas, las que se encuen-
tran en los documentos entregados al Presidente de la República y cuyos contenidos se han
tratado de incorporar de la mejor y leal manera posible en este trabajo, en algunos casos
como capítulos anexos, mostrando de este modo la diversidad interpretativa de un fenóme-
no tan complejo y de este modo eludiendo una interpretación única y mucho menos oficial.
I NTRODUCCIÓN
6 Fue en la zona central de Chile donde las leyes liberales, dictadas por el joven gobierno
republicano, tuvieron mayor impacto. Efectivamente, los denominados Pueblos de Indios
fueron desafectados de las políticas proteccionistas de la Corona, por medio de las leyes
dictadas en los primeros años de la República. En las décadas siguientes, con ritmos diferen-
ciados, las tierras de esos pueblos fueron siendo adquiridas o simplemente absorbidas por
las haciendas circunvecinas. En muchos casos implicó la desaparición de esos poblados y la
fusión de sus habitantes mediante el mestizaje. Este tema se trata en el Capítulo “Los indí-
genas de Chile Central”.
7 Esta materia se trata en la parte del Informe titulada “El pueblo mapuche”, en el Capítulo
Primero: Los mapuche en la historia y el presente. Apartado 6.1. “Los primeros años des-
pués de la Independencia: entre la valoración y la negación del mapuche”.
8 Dicho tratado dejaba subordinada la situación geopolítica de las ciudades de Arica y Tacna
a un plebiscito que debía realizarse en 1893, pero que, sin embargo, nunca se llevó a cabo.
Esta situación se prolongó por casi cincuenta años, hasta 1929, cuando Tacna es reincorpo-
rada al Perú y Arica queda bajo la soberanía de Chile. Ver: II. Los pueblos indígenas del
Norte, Capítulo Primero, El pueblo aymara. Apartado 5.1. “Las primeras políticas del Esta-
do chileno y la chilenización”.
9 Se trata de la Sociedad Werhahn y Cía. a la que se conceden 123 mil hectáreas en Tierra del
Fuego, lugar habitado por los selk’nam. Esta materia se trata en la parte correspondiente a
Los pueblos indígenas del extremo sur, Capítulo segundo, Los selk’nam. Apartado 3. “La
acción del Estado chileno: la colonización del territorio, mediante las concesiones ganaderas”.
LA MEMORIA OLVIDADA
siglo XX. Allí comienza un largo período caracterizado por las políticas de
integración, basadas fundamentalmente en la educación, castellanización
y comprensión de los indígenas como campesinos y partes integrantes no
diferenciadas de la sociedad y pueblo chilenos. Lo denominamos de “inte-
gración frustrada”, porque, a pesar de las intenciones del Estado, los pue-
blos indígenas no se integraron plenamente, logrando sobrevivir al perío-
do anterior, manteniendo su identidad y sus propias características
culturales. Con pequeñas diferencias y momentos históricos específicos,
esta política se extiende desde 193110 hasta la década del 70, en que se
dictan leyes de mucha importancia para algunos –no todos– de los pue-
blos indígenas de Chile. La Reforma Agraria, en el caso de los mapuches
del Sur, va a jugar un papel central en ese período, al igual que la ley
relativa a Isla de Pascua11. 17
Durante este largo período del siglo XX hay diversos subperíodos, en
algunos de los cuales se reforzarán elementos de integración y, en otros,
se impulsarán políticas de fomento, protección e incluso desarrollo. Es por
ello que en el texto distinguimos lo que ocurre en los años 30 y 40, carac-
terizados principalmente por la asimilación; de los años 50 y parte de los
60, signados por el indigenismo, y, fines de los 60 y comienzo del 70,
marcados por la Reforma Agraria y los cambios estructurales a que se vio
sometido el conjunto de la sociedad chilena y del que no fueron ajenos los
pueblos indígenas. Finalmente, incorporamos algunos elementos de la
“historia contemporánea”, esto es, desde 1973 en adelante, período carac-
terizado por diversas relaciones entre el Estado y los pueblos indígenas. La
cercanía de estos hechos históricos y su carácter muchas veces confronta-
cional nos ha conducido a no encerrar la interpretación en un marco ex-
cluyente y ser extremadamente prudentes con los juicios emitidos en este
Informe, incorporando datos objetivos y abriendo más preguntas que res-
puestas hacia el futuro.
mapuche, que reúne las leyes del año 1927 y leyes de colonización, y que de una u otra
forma regularán las relaciones con el Estado durante buena parte del siglo XX.
11 La Ley Nº 16.441 del año 1966, conocida como “Ley Pascua”, crea el Departamento de
12 Domesticación se refiere, por una parte, al conocimiento sobre las plantas cultivadas, las
plantas medicinales y, en general, la nominación de la flora del lugar. En segundo lugar, se
refiere a la domesticación propiamente tal de los animales y también al conocimiento deta-
llado y la nominación de la fauna. Finalmente, el concepto amplio de domesticación dice
relación con el conjunto del territorio, el cual es nombrado (toponimia), recorrido, conoci-
do, utilizado, en fin, transformado en un espacio donde el ser humano habita y del que se
provee.
13 El Capítulo Primero resume el conocimiento que existe hoy en día del largo período de
poblamiento del territorio, que actualmente ocupa Chile. A la Comisión le pareció impor-
tante afirmar la calidad de “originarios” y “primeros ocupantes” de los actuales pueblos
indígenas de Chile.
I NTRODUCCIÓN
14 Con posterioridad al de Quilín, se suscribieron varios otros parlamentos, entre los que
destacan: Parlamento de Yumbel de 1692; Parlamento de Negrete de 1726; Parlamento de
Tapihue de 1774; Parlamento de Negrete de 1803.
LA MEMORIA OLVIDADA
17 De hecho, las leyes de ciudadanía de los indígenas en las que se les permite “comprar y
vender” se aplicaron casi exclusivamente en la zona central del país, en los así llamados
“pueblos de indios”.
18 Este período de la historia de la Isla de Pascua está tratado en la Quinta Parte de Tepito te
19 Ver: Cuarta Parte. Los Pueblos Australes, Capítulo XIV. Los pueblos cazadores del sur. Los
jeros, que tratan de “rescatar” lo que ellos pensaban eran los últimos vestigios de las cultu-
ras indígenas. En el primer caso, don Tomás Guevara escribe Las últimas familias araucanas,
el Padre de Moesbach el famoso libro dictado por el cacique Pascual Coña y muchos otros
misioneros tratan de dejar escritos los testimonios de esas sociedades sometidas a fuertes
presiones externas.
I NTRODUCCIÓN
22 Para mayores antecedentes sobre los dirigentes, programas y proyectos de las organiza-
ciones mapuches ver: Organizaciones, líderes y contiendas mapuches (1900-1970), Rolf Foerster
y Sonia Montecino. Editorial CEM. Santiago. 1988.
23 La Comisión Verdad Histórica y Nuevo Trato realizó una investigación acerca de la pro-
piedad actual de las tierras comprendidas en una muestra de 413 Títulos de Merced, cuyos
resultados se presentan en el Capítulo XI de este libro.
24 Esta normativa consolida la usurpación particular al interior de los Títulos de Merced, a
través de los siguientes mecanismos: dispone que los títulos otorgados por el Estado o reco-
nocidos por este, prevalezcan sobre el Título de Merced; declara que son de utilidad pública
y expropiables los terrenos que los particulares deben devolver a indígenas por sentencia
judicial; y permite la enajenación de las tierras indígenas, previa autorización del Juzgado
de Indios, requisito que con posterioridad también será suprimido. En el estudio de tierras
mapuches, aparecerán muchos casos de actuales disputas cuyo origen se encuentra en estas
disposiciones.
LA MEMORIA OLVIDADA
cionista, pero que realmente no lo es, porque han sido incapaces de so-
lucionar los problemas mapuches de tierras, favoreciendo siempre a los
particulares compradores de acción y derecho...”, para luego agregar que
“... La interpretación y aplicación de las leyes a favor de los mapuches, a
quienes se quería favorecer, ha sido parcial, contribuyendo en la gesta-
ción de injusticias sociales y depresión económica a través de los Juzgados
de Indios y Juzgados de Letras de Indios que han hecho la división de las
reducciones circunvecinas a Temuco, favoreciendo a los terceros particu-
lares quienes compraron la tierra dividida de los mapuches para transfor-
marlos en peones e inquilinos mendigantes...”. Concluye Alonqueo sen-
tenciando: “...los mapuches han perdido la fe y confianza en la justicia,
porque han sido y son víctimas de enormes tramitaciones inútiles y los
30 han empobrecido miserablemente por la acción nefasta de los “rábulas”
que pululan alrededor de los juzgados...”25.
25 Alonqueo, Martín. Mapuches ayer-hoy. Imprenta y Editorial San Francisco. Padre Las Ca-
sas. Chile. 1985.
26 Se ha realizado un estudio de un total de 413 Títulos de Merced, cuyos resultados se le
tos, con una superficie de 2.847,28 hectáreas, debido a la expansión urbana, principalmen-
te de la ciudad de Temuco.
29 Las denuncias acerca de malos tratos a la población rapa nui conduce a que el 3 de
PRIMERA PARTE
36
C APÍTULO P RIMERO : L A DOMESTICACIÓN DEL TERRITORIO
CAPÍTULO PRIMERO
31 Este capítulo contó con la supervisión del arqueólogo y Premio Nacional de Historia,
32 Núñez, Lautaro. “Los primeros pobladores (20.000 ? a 9.000 a.C.)”. En: Jorge Hidalgo,
Virgilio Schiappacasse, Hans Niemeyer, Carlos Aldunate e Iván Solimano (Eds.), pp. 13-31.
Prehistoria. Desde sus orígenes hasta los albores de la conquista. Editorial Andrés Bello. Santiago.
1989. p. 13.
33 Como es bien sabido, el término “indios” proviene del equívoco de Cristóbal Colón, quien
buscaba y creyó encontrar “las Indias”. El término “prehistóricos”, por otra parte, supone que
la “Historia” comenzó con el arribo de los europeos, por lo tanto no lo utilizaremos.
34 Bird, Junius. “Antiquity and migration on the early inhabitants of Patagonia”. Geographi-
en torno del poblamiento de América del Sur”. Boletín del Museo del Oro N° 23, pp. 3-45.
1989.
C APÍTULO P RIMERO : L A DOMESTICACIÓN DEL TERRITORIO
El sitio arqueológico Monte Verde entrega una de las fechas más tempranas
de nuestro continente y evidencia la gran antigüedad de la presencia huma-
na en América. Sus datas radiocarbónicas demuestran que en esta época ya
existían en el Sur de Chile pequeños grupos humanos viviendo perfecta-
mente adaptados36.
36 Adovasio, J. y D. R. Pedler. “Monte Verde and the antiquity of humankind in the Ame-
ricas”. Antiquity N° 71. 1997. p. 573. Estos hallazgos se deben al trabajo del arqueólogo Tom
Dillehay,
37 Llamados megafauna o megamamíferos, entre los que el más famoso es el elefante o
aporte al conocimiento del paleoindio en el extremo sur”. Gaceta arqueológica andina 1 (4-5).
1982. Lima.
41 Dillehay, Tom. The Settlement of the Americas. A New Prehistory. Basic Books. 2000.
LA MEMORIA OLVIDADA
Hacia fines de los años 10.000 –fines del Pleistoceno–, pequeñas agru-
paciones de hombres y mujeres habitaban el territorio y explotaban una
amplia gama de recursos y paisajes. En el Holoceno temprano, por el au-
mento de la temperatura y humedad, se observa una mayor diversifica-
ción del aprovechamiento de ambientes, recursos y hábitat como bosques
templados, bosques húmedos y zonas costeras, que trajo aparejados una
proliferación de tecnologías locales y cambios culturales acelerados; au-
mento demográfico, crecimiento del tamaño de los grupos y un incre-
mento de la densidad de las poblaciones. Con ello, se sientan las bases de
la diversidad cultural que se desarrollará posteriormente durante el perío-
do denominado Arcaico.
A partir de este período y durante varios miles de años, comienza a
40 producirse una gradual diversificación de las poblaciones humanas, lo que
se puede conocer gracias a la arqueología contemporánea42. En el Norte,
los antiguos cazadores de la Puna también llamados “arcaicos”, en térmi-
nos técnicos, han dejado vestigios que registran fechas fluctuantes entre
los 9.000 a los 6.000 años a.C.43. En ese largo lapso se pueden ir compren-
diendo los cambios en esas poblaciones. Los mismos son lentos, mirados
desde hoy, pero de gran importancia en la medida que permiten observar
que el ser humano fue poco a poco adaptándose al territorio, a sus recur-
sos y apropiándose de ellos44.
42 En este trabajo asumimos la teoría de que el ser humano habita en el territorio que hoy
ocupa Chile desde muy antiguo como se puede ver en los datos entregados en el texto y que
poco a poco se ha ido diversificando, complejizando sus culturas, siendo influenciadas por
las de más al norte y finalmente dando lugar a las culturas que encontraron los españoles a
su llegada. Como puede verse en este texto no se está de acuerdo con teorías que señalan que,
por ejemplo, los mapuches provendrían de territorios del centro de América o de otros luga-
res. Probablemente hubo en esos miles de años muchas influencias, migraciones, pero no las
conocemos y los datos en cambio que entrega la arqueología son claros en señalar una se-
cuencia de la habitabilidad humana en el territorio que ocupa hoy nuestro país.
43 Santoro, Calógero. “Antiguos cazadores de la puna (9.000 a 6.000 a.C.)”. En: Jorge
Hidalgo, Virgilio Schiappacasse, Hans Niemeyer, Carlos Aldunate e Iván Solimano (Eds.),
pp. 33-55. Prehistoria. Desde sus orígenes hasta los albores de la conquista. Editorial Andrés Bello.
Santiago. 1989. p. 33.
44 El Arcaico Temprano se subdivide en dos etapas temporales. Del sitio Tuina, que se
caracteriza por ser la primera fase en la Puna de Atacama (9.000 a 7.500 a.C.), se sabe que
eran cazadores de camélidos que preferían las alturas moderadas –prealtiplánicas–, estable-
ciendo un ambiente particular en los valles serranos; y Patapatane, la segunda fase, locali-
zada en la Puna ariqueña (7.500 a 5.000 a.C.), con un patrón más estable de asentamiento,
de carácter más estacional y en ambientes de más altura. Posteriormente, en el período
Arcaico Medio (6.000 a 4.000 a.C.) se advierte cierto abandono de ocupación, situación que
tal vez avalaría que estas poblaciones estarían articulando el litoral a raíz de ciertos impac-
tos de sequías. El período Arcaico Tardío propiamente tal muestra en ambas punas una
especializada adaptación a la caza y recolección. En la puna salada (Puna de Atacama) se
conoce un uso especializado de recursos donde las poblaciones estaban organizadas en efi-
cientes circuitos de trashumancia, asociados a campamentos –conjunto de habitaciones y
labores– semipermanentes coincidente con la domesticación de camélidos. También en la
puna seca se avistan campamentos estables o semipermanentes en zonas de bofedales, caza
especializada y probable domesticación de animales.
C APÍTULO P RIMERO : L A DOMESTICACIÓN DEL TERRITORIO
45 Llagostera, Agustín. “Caza y Pesca marítima (9.000 a 1.000 a.C.)”. En: Jorge Hidalgo,
Virgilio Schiappacasse, Hans Niemeyer, Carlos Aldunate e Iván Solimano (Eds.), pp. 57-79.
Prehistoria. Desde sus orígenes hasta los albores de la conquista. Editorial Andrés Bello. Santiago.
1989. pp. 61, 67, 72, 76 y 78.
46 Op. cit.
LA MEMORIA OLVIDADA
47 Standen, Vivien. “Pueblos de la costa”. Pueblos del Desierto. Entre el Pacífico y los Andes, pp.
29-44. Ediciones Universidad de Tarapacá. Departamento de Arqueología y Museología.
Museo San Miguel de Azapa. Universidad de Tarapacá. Arica. 2001. p. 37.
48 Núñez, Lautaro. “Hacia la producción de alimentos y la vida sedentaria (5.000 a.C. a 500
d.C)”. En: Jorge Hidalgo, Virgilio Schiappacasse, Hans Niemeyer, Carlos Aldunate e Iván
Solimano (Eds.), pp. 81-105. Prehistoria. Desde sus orígenes hasta los albores de la conquista.
Editorial Andrés Bello. Santiago. 1989. p. 81.
49 Op. cit. p. 102.
50 Op. cit. p. 104.
51 Ampuero, Gonzalo (ms.). “Arqueología del Norte Chico: proceso cultural y relaciones”.
58 Muñoz, Iván. “El período formativo...” Op. cit. pp. 108, 111, 125-128.
59 Op. cit. pp. 108, 128.
60 Op. cit. p. 128.
61 Los antecedentes arqueológicos que se presentan en esta parte se encuentran disponi-
bles en: Núñez, Lautaro. Breve Historia de los Pueblos Atacameños. Documento de Trabajo
Nº 59. Comisión Verdad Histórica y Nuevo Trato. San Pedro de Atacama. 2002. En el docu-
mento citado también se encuentran vastas referencias bibliográficas en relación con las
fuentes arqueológicas prehispánicas.
C APÍTULO P RIMERO : L A DOMESTICACIÓN DEL TERRITORIO
62 Acta. Sesión del 30 de abril de 2001. Documento de Trabajo Interno. Comisión Verdad
Histórica y Nuevo Trato. Santiago. 2001.
63 Durante el Holoceno tardío, desde los 1.000 años a. C. el clima fue más húmedo junto a
una vida vegetal y animal más abundante, útil para los inicios del período Formativo Tempra-
no, que se corresponde con las labores innovadoras de ganadería de llamas y agricultura.
64 Los pueblos circumpuneños son todos aquellos que se ubican en la Puna de Atacama o
en su contorno inmediato, por lo mismo involucra ocupaciones humanas del Norte de Ar-
gentina y la segunda región de Chile.
65 Núñez, Lautaro. Cultura y conflicto en los oasis de Atacama. Editorial Universitaria. Santiago.
1992. pp. 17, 18. Y del mismo autor: Breve historia... Op. cit. p. 6.
66 Op. cit. p. 19.
LA MEMORIA OLVIDADA
stress ambiental.
68 Son lagos que existieron hacia el fin de la edad glacial hasta el Holoceno temprano (9.000
años a.p.).
69 Fue tal el impacto del surgimiento de este nuevo modo de vida, que en Puripica y Kalina
(Loa) surgió el culto de un nuevo animal doméstico “creado” por los experimentos de crianza
a cargo de los cazadores arcaicos: la llama. Seguramente también se inician los primeros
cultos relacionados con la reproducción de ganado que, dicho sea de paso, será el mayor
productor de carne y lana conocido en todos los Andes sureños. (Núñez, Lautaro. Breve
historia... Op. cit. pp. 7, 9).
70 Núñez, Lautaro. Cultura y conflicto en los oasis de San Pedro de Atacama. Editorial Universita-
71 Acta. Sesión del 30 de abril de 2001. Documento de Trabajo Interno. Op. cit.
LA MEMORIA OLVIDADA
72 La ventaja de los microclimas de los oasis es que presentan temperaturas más cálidas
respecto a la alta Puna, con suelos más extensos y grandes arboledas sombreadoras que
mantienen la evaporación del suelo regado. (Núñez, Lautaro. Breve historia... Op. cit.)
C APÍTULO P RIMERO : L A DOMESTICACIÓN DEL TERRITORIO
400 años d.C., los cuales también estaban en contacto con las poblaciones
agropecuarias del Noroeste argentino.
TIWANAKU73
La cultura Tiwanaku se expandió en territorios que actualmente se vincu-
lan con Bolivia, Perú, Noroeste argentino y Norte de Chile. Particular-
mente, entre los 600 y 1.000 d.C., partes del territorio chileno como Ari-
ca, Tarapacá y Atacama estuvieron bajo la directa influencia de esta74.
Tiwanaku incorpora “... una periferia de colonos del altiplano en los
valles del extremo Norte de Chile (...) y un espacio marginal de intercam-
bio de bienes en el borde occidental de la Puna de Atacama...”75; la periferia
está representada arqueológicamente por la fase Cabuza en Arica (300 a
700 d.C.), en tanto que la ultraperiferia por la fase Quitor (400 a 700 d.C.)76 49
en los oasis atacameños. En los valles ariqueños se alcanzan complejos be-
neficios culturales y productivos, y otro tanto, en el valle de Atacama. Estos
espacios se incorporan a este nuevo sistema cultural debido a la influencia
de las caravanas de llamas que efectúan el intercambio de bienes.
La estrategia de Tiwanaku, primero, fue la de crear una semiperiferia
alrededor del Titicaca, controlando sus dominios y sumando una conside-
rable fuerza de trabajo, así como bienes y productos altiplánicos. Esta se-
miperiferia circunlacustre –alrededor del lago– consolidó una intensa pro-
ducción agropecuaria, artesanal y de bienes de prestigio. La incorporación
de una periferia en las tierras bajas y altas en ambos bordes de la meseta
implicó la explotación directa, diversa y complementaria de otras zonas
ecológicas y de diferente tipo de producción. Allí se implantaron filiales
con colonos altiplánicos (mitmaqkunas), articulando una suerte de “archi-
piélago vertical” que significó la ocupación de territorios discontinuos donde
cada uno de ellos tenía productos y productividades distintas, pero com-
plementarios entre sí. De este modo cada territorio es como una isla, de
allí el concepto de archipiélago77. A través de este modelo, se nutrió de
maíz, coca, ají, calabazas, jíquima, yuca, pescado, mariscos y varios artícu-
los de importancia económica y social.
Entre los años 1.000 y 1.200 d.C., Tiwanaku pierde su dominio en el
lago Titicaca. A raíz de un fuerte impacto de sequías reiteradas, esta cultu-
73 Se ha optado por escribir Tiwanaku, hoy de uso generalizado y más preciso que Tiahua-
naco, o Tiaguanaco.
74 Berenguer, José y Percy Dauelsberg. “El Norte Grande en la época de Tiwanaku” (400 a
1.200 d.C.)”. En: Jorge Hidalgo, Virgilio Schiappacasse, Hans Niemeyer, Carlos Aldunate e
Iván Solimano (Eds.), pp. 129-180. Prehistoria. Desde sus orígenes hasta los albores de la conquis-
ta. Editorial Andrés Bello. Santiago. 1989. p. 129.
75 Berenguer, José y Percy Dauelsberg. “El norte grande...” Op. cit. p. 146.
76 Op. cit. pp. 147, 153.
77 Concepto del antropólogo John Murra. Formaciones económicas y políticas del mundo andino.
I. E. P. Lima. 1975.
LA MEMORIA OLVIDADA
ra, que mantuvo bajo su control a etnias de las tierras altas y bajas, por su
gradual desintegración, cede el paso a los señoríos regionales que, en tiem-
pos del contacto español, se reconocerán como kollas, lupagas, pakajes,
charkas, karangas, aricas, picas, lípez, atacamas, chichas y otros78.
Las poblaciones del Norte Grande de Chile que se involucraron en
este dinámico período ocuparon los valles y oasis, las quebradas que lle-
gan al mar. En Lluta, Azapa y Codpa se asentaron los carangas y en los
valles de Lucumba y Sama, los lupacas79. En la vertiente occidental cir-
cumpuneña se identifica la unidad lingüística kunza de las poblaciones
atacameñas de la cuenca del Salar, valle de Atacama y valle del Loa y sus
afluentes. En tanto que el complejo Toconce-Mallku se identifica con la
tradición altiplánica de grupos étnicos probablemente aymarizados insta-
50 lados en enclaves del río Loa, que se evidencia en ciertos topónimos y
nombres que han pervivido hasta hoy80, incluyendo asentamientos
preinkaicos y altiplánicos propiamente tales.
78 Op. cit. y Núñez, Lautaro. Cultura y conflicto en los oasis de San Pedro de Atacama. Editorial
Andrés Bello. Santiago. 1992. p. 59.
79 Hidalgo, Jorge. La organización colonial de la sociedad andina. (ms.). 1984.
80 Schiappacasse, Virgilio, et al. “Los Desarrollos Regionales en el Norte...” Op. cit. p. 185.
C APÍTULO P RIMERO : L A DOMESTICACIÓN DEL TERRITORIO
establecieron alianzas políticas y religiosas entre los señores del culto alti-
plánico de Tiwanaku con los señores de la “elite” de los ayllus de San
Pedro de Atacama.
Desde hace tiempo que el poderío económico y cultural de los pue-
blos del valle de Atacama se sustentaba en el tráfico de productos de pres-
tigio como objetos de metal, mineral de cobre, conchas del Pacífico y otros,
esta vez intercambiados con la elite Tiwanaku. No existían colonos alti-
plánicos de este régimen trabajando aquí para sus señores; los atacameños
lo hacían mejor en su medida y sabían trasladar estas riquezas hacia otros
pueblos andinos.
El carácter culminante de estos pueblos de Atacama y del Loa se re-
conoce a raíz de la amplia distribución de su cerámica típica negra puli-
52 da, registrada desde los asentamientos trasandinos hasta el litoral del Pací-
fico. La presencia de estos tiestos negros pulidos clásicos en el extremo Sur
de Bolivia, en varios oasis del Noroeste argentino, en la costa del desierto
de Atacama, así como sus platos bicolores negro-rojo hallados en Taltal,
señalan, sin duda alguna, que durante esta época la cultura San Pedro
estaba muy conectada con caravaneros que se desplazaban entre asenta-
mientos trasandinos de oasis y costeros.
Los pueblos locales –principalmente los de Atacama– siguieron bajo
la influencia de Tiwanaku –etapa llamada Coyo entre los 700 a 1.200 años
d.C. Al final de esta etapa, cuando aún se detectan objetos con decoración
Tiwanaku, la cerámica “casi pulida” desaparece gradualmente entre las
ofrendas funerarias. Sin embargo, se identifica una mayor integración
cultural local, configurando una identidad étnica muy marcada y diferen-
ciada del resto de los pueblos de la región. Tal vez la conexión con el
altiplano nuclear de Tiwanaku creó las bases para un mayor desarrollo
interno. En efecto, dentro del área Centro-Sur, la cultura y culto de mayor
magnitud fue el de Tiwanaku, que vinculó, a raíz de su prestigio cultural,
político y económico, el altiplano, sus yungas, ciertos valles que bajan al
Pacífico entre el Norte de lo que hoy corresponde a Chile y el Sur perua-
no, incluyendo los oasis del valle de Atacama.
Los trabajos metalúrgicos de tradición local realizados entre los pue-
blos de Atacama y el Loa se perfeccionaron considerablemente en esta épo-
ca, puesto que existía un notable control y un mayor laboreo de las minas
de cobre de la región. Al respecto se ha asegurado que, a raíz de los vínculos
con Tiwanaku, se exportaban objetos de cobre hacia el altiplano central. El
descubrimiento de un minero, datado en los 500-600 años d.C., en una
galería soterrada de Chuquicamata –encontrado cuando se iniciaron las la-
bores modernas–, confirma esta antigua especialización de oficios.
Está claro que el mayor impacto de estos contactos extraterritoriales
se produjo con los pueblos Tiwanaku y, en menor escala, con aquellos del
Norte argentino. Mientras ocurrían estos hechos se incrementaban diver-
C APÍTULO P RIMERO : L A DOMESTICACIÓN DEL TERRITORIO
81 Aldunate, Carlos. “El Inka en Tarapacá y Atacama”. Tras la huella del Inka en Chile, pp. 18-34.
“El viaje del inka habría pasado hasta el río de la Plata, para dirigirse poste-
riormente, remontando su curso, hasta Chile, llegando hasta lo que parecie-
ra ser el valle de Aconcagua. La tradición oral cuenta que, más adelante, y
sobre estos fragmentos culturales. La colección Diaguita de este Museo es de una calidad y
espectacularidad muy grande, sobre todo en el tipo de cerámica que se fue desarrollando en
esta parte del territorio.
89 Op. cit. p. 274. Campamentos representativos para esta descripción, son los sitios La
go, Virgilio Schiappacasse, Hans Niemeyer, Carlos Aldunate e Iván Solimano (Eds.), pp.
277-287. Prehistoria. Desde sus orígenes hasta los albores de la conquista. Editorial Andrés Bello.
Santiago. 1989. p. 286.
92 Montané, Julio. “En torno a la cronología del Norte chico”. Actas de V Congreso Nacional de
Santiago. 1972.
LA MEMORIA OLVIDADA
95 Hidalgo, Jorge. “Diaguitas chilenos protohistóricos”. En: Jorge Hidalgo, Virgilio Schia-
ppacasse, Hans Niemeyer, Carlos Aldunate e Iván Solimano (Eds.), pp. 289-293. Prehisto-
ria. Desde sus orígenes hasta los albores de la conquista. Editorial Andrés Bello. Santiago. 1989.
p. 289.
96 Op. cit. p. 290.
97 Borde, Jean y Mario Góngora. Evolución de la propiedad rural en el valle de Puangue. Capí-
100 Falabella, Fernanda y Rubén Stehberg. “Los inicios del desarrollo agrícola y alfarero:
zona central (300 a.C. a 900 d.C.)”. En: Jorge Hidalgo, Virgilio Schiappacasse, Hans Nieme-
yer, Carlos Aldunate e Iván Solimano (Eds.), pp. 295-311. Prehistoria. Desde sus orígenes hasta
los albores de la conquista. Editorial Andrés Bello. Santiago. 1989. p. 299.
101 Op. cit.
102 Op. cit. p. 309.
103 Op. cit. pp. 309, 310.
104 Durán, Eliana y María Teresa Planella. “Consolidación agroalfarera: zona Central (900 a
1.470 d.C.)”. En: Jorge Hidalgo, Virgilio Schiappacasse, Hans Niemeyer, Carlos Aldunate e
Iván Solimano (Eds.), pp. 313-327. Prehistoria. Desde sus orígenes hasta los albores de la conquis-
ta. Editorial Andrés Bello. Santiago. 1989. pp. 313, 314.
LA MEMORIA OLVIDADA
LOS MAPUCHES
Los mapuches provienen de estas formaciones humanas antiguas que poco
a poco fueron desarrollándose en el territorio actual de Chile. Hay ele-
mentos cerámicos mapuches propiamente tales muy parecidos a los en-
contrados en la llamada cultura Llolleo, en la Zona Central de Chile, lo
que muestra una cierta transición que iría de Norte a Sur. No cabe duda de
que las influencias tenían ese sentido. Las culturas agrícolas y alfareras del
Norte iban poco a poco influyendo a quienes vivían más al Sur. Sin em-
bargo, en un cierto momento, las del Sur, con su lengua y modo de ser,
influyeron a todas las que quedaban ubicadas hasta el valle del Aconca-
gua. En el Sur del país, esto es al Sur del río Itata, en lo que hoy es Chillán,
se puede decir que, a partir de los 500 años d.C. “... se produjeron distin-
tos desarrollos culturales alfareros sobre una matriz que les imprime una
Mariño de Lobera (1580). Por otra parte, Pedro de Valdivia (1545), Góngora Marmolejo
(1575), Ovalle (1646), Jerónimo de Quiroga (1690) se refieren en sus escritos a los pro-
maucaes, denominación que es reemplazada en el siglo XVIII por la de picunche, que apa-
rece en 1775 en el mapa de ocupación indígena del territorio de San Juan de la Cruz. Cano
y Olmedilla (Durán y Planella, “Consolidación agroalfarera...” Op. cit. p. 327).
108 Op. cit.
C APÍTULO P RIMERO : L A DOMESTICACIÓN DEL TERRITORIO
109 Aldunate, Carlos. “Estadio alfarero en el sur de Chile (500 a ca. 1800 d.C.)”. En: Jorge
Hidalgo, Virgilio Schiappacasse, Hans Niemeyer, Carlos Aldunate e Iván Solimano (Eds.),
pp. 329-348. Prehistoria. Desde sus orígenes hasta los albores de la conquista. Editorial Andrés
Bello. Santiago. 1989. p. 346.
110 “Cuyo verdadero significado es siembra en jardín o pequeños espacios aledaños a cho-
zas o aldeas. (Silva, Osvaldo. “Guerra y Trueque como factores de cambio en la estructura
social. Una aproximación al caso mapuche”. Economía y comercio en América Hispana. Serie
Nuevo Mundo: Cinco siglos N° 5. 1990. p. 84)
111 “El enterratorio en urnas parece ser una difusión de formas culturales nortinas, en
tanto que la aparición de la inhumación en tronco de roble ahuecado (wampo), sin duda es
de creación local y manifestación evidente de la adaptación al medio”. (Gordon 1978 en:
Carlos Aldunate “Estadío alfarero...” Op. cit. p. 347). Sin embargo, Menghin señala que las
urnas funerarias de El Vergel representan una clase de cerámica muy especial y el modo de
enterramiento es un interesante indicio con respecto a la dirección de su procedencia, pues
las tumbas de urnas son un fenómeno bien conocido en el noroeste argentino, sobre todo
en la cultura Candelaria, pero también más al norte, en la región Amazónica y paranaense.
(Menghin, O. “Estudios de Prehistoria Araucana”. Acta Praehistórica III-IV, pp. 49-120. Bue-
nos Aires. 1962. p. 99)
LA MEMORIA OLVIDADA
Este pueblo fue conocido por los conquistadores con el nombre genérico de
araucano, usado por primera vez por don Alonso de Ercilla en 1589, aunque
a menudo se usaron otros gentilicios que aludían a las diferentes localidades
de origen (p. ej. purenes), o a puntos cardinales de los que procedían, respec-
to de los referentes (picunches, picuntos, huilliches)115.
Por razones del alto potencial de flora y fauna silvestre útil a la socie-
dad, la agricultura mapuche se desarrolló al mismo tiempo que las activi-
dades de caza y recolección. A partir del año mil de nuestra era es eviden-
te que la sociedad mapuche del Sur de Chile era agricultora, productora
de una gran cantidad de bienes agrícolas, había domesticado a varias es-
pecies de animales y desarrollaba una excelente textilería, en fin, se trata-
ba de una sociedad sedentaria firmemente establecida en el territorio.
La influencia del Norte, de sus culturas y, posteriormente, de los inkas
tampoco fue pequeña adoptando numerosos productos del “enemigo”, el
que no logró ingresar a su territorio. En las últimas décadas antes de la
llegada de los espanoles, el último siglo se podría decir, la sociedad mapu-
che se organiza teniendo como espejo a los inkas que venían del Norte. En
esa relacion, de adopción cultural y rechazo militar, se fortaleció la socie-
112 Aldunate, Carlos. “Estadío alfarero...” Op. cit. pp. 332, 347.
113 Op. cit. p. 347.
114 El Vergel queda ubicado principalmente en la zona de Angol y lleva su nombre por los
sitios descubiertos en una Escuela Granja que allí sostiene la Iglesia Metodista. Existe un
hermoso Museo en ese lugar con materiales de esta cultura, así llamada.
115 Op. cit. p. 333.
C APÍTULO P RIMERO : L A DOMESTICACIÓN DEL TERRITORIO
dad mapuche de tal suerte que esto le permitió resistir a los europeos que
llegarán a mitad del siglo dieciséis.
116 Francisco Mena, “Culturas del extremo sur: donde la cordillera se hunde en el mar”.
Museo Chileno de Arte Precolombino, artículos en línea. Disponible en <http://
www.precolombino.cl>
117 Op. cit.
LA MEMORIA OLVIDADA
De este modo, queda claro que hacia los 9.000 años a.C. “... un gru-
po de antiguos cazadores terrestres había ingresado a Tierra del Fuego”118,
dejando vestigios arqueológicos en el sitio Tres Arroyos que derivan de
una ocupación temporal del sector, con evidencias de caza de guanaco,
consumo de cánidos, aves y eventualmente roedores y mariscos. Por el oc-
tavo milenio a.C., otros grupos de cazadores llegaron al extremo Surorien-
tal de Bahía Inútil –sitio Marazzi. Al parecer tanto Tres Arroyos como Mara-
zzi dan cuenta de poblaciones de cazadores terrestres –de tierra firme.
Tiempo después, alrededor de los 5.000 años a.C., los cazadores ha-
brían llegado hasta el extremo meridional de Tierra del Fuego. Hacia el
año 1.000 a.C., se estima que las ocupaciones humanas tardías –en el sec-
tor de Isla Grande– corresponderían a los grupos protoselk’nam históri-
64 cos119. En la península de Mitre –extremo suroriental de Tierra del Fuego–,
se evidencia “... un subgrupo étnico de cazadores terrestres denominado
haush120, o con sus antecesores directos que vivían separados de los gru-
pos selk’nam, al parecer confinados en una posición geográfica extrema
de refugio... ”121, quienes se distinguían de estos últimos, pero al parecer
vinculados o emparentados. Es muy posible entonces que los grupos
selk’nam y haush provengan de un antiguo tronco común de cazadores
terrestres continentales patagónicos –de época pretehuelche–, que ocupa-
ron el territorio de la gran isla fueguina122.
Respecto de la emergencia del modo de vida canoero, se produjo
hace unos 6.000 a 5.000 años, correspondiendo a uno de los momentos
más dinámicos de las poblaciones patagónicas porque significó la “amplia-
ción de horizontes” para los tradicionales cazadores terrestres. Algunas
investigaciones han planteado que la emergencia de este modo de vida en
el extremo Sur está relacionada con las nuevas condiciones boscosas en la
costa –producto del aumento de la temperatura–, que derivaron en la dis-
minución de alimentos terrestres como el guanaco, junto con la mayor
disponibilidad de madera para la fabricación de canoas, arpones y otros
elementos para la explotación de los recursos costeros. Los grupos huma-
nos de la zona –descendientes de grupos paleoindios y ya adaptados por
milenios a la caza terrestre– habrían iniciado la caza de aves y lobos
marinos, dependiendo cada vez más de la recolección de moluscos y de la
118 Massone, Mauricio. “Los cazadores de Tierra del Fuego (8.000 a.C. al presente)”. En:
Jorge Hidalgo, Virgilio Schiappacasse, Hans Niemeyer, Carlos Aldunate e Iván Solimano
(Eds.), pp. 349-366. Prehistoria. Desde sus orígenes hasta los albores de la conquista. Editorial
Andrés Bello. Santiago.1989. p. 349.
119 Op. cit. pp. 352, 353.
120 También llamados mánekenk (Massone “Los cazadores de Tierra...” Op. cit. p. 360).
121 Op. cit. p. 354.
122 Op. cit. pp. 360, 366. Habría que agregar que en la costa meridional y occidental de
Tierra del Fuego hay evidencias que dan cuenta de grupos canoeros de economía marítima
(por tanto, no terrestre), conocidos como yámana y alakaluf (Massone, “Los cazadores de
Tierra...” Op. cit. 361).
C APÍTULO P RIMERO : L A DOMESTICACIÓN DEL TERRITORIO
pesca, hasta dar origen a un modo de vida totalmente nuevo, que cimen-
tará las bases de la cultura kawésqar y yagán.
En el extremo Sur de Chile se encuentran los vestigios de la ancestral
presencia de los cazadores terrestres y canoeros, la que se remonta a épo-
cas tan antiguas como el paleoindio y que completó el poblamiento de
América iniciado a través del Estrecho de Bering123...
123 Ortiz-Troncoso, Omar. “Ancestros de los pescadores australes (8.000 a.C. a ca. 1.500
d.C.)”. En: Jorge Hidalgo, Virgilio Schiappacasse, Hans Niemeyer, Carlos Aldunate e Iván
Solimano (Eds), pp. 367-379. Prehistoria. Desde sus orígenes hasta los albores de la conquista.
Editorial Andrés Bello. Santiago. 1989. pp. 352, 367, 379.
LA MEMORIA OLVIDADA
66
C APÍTULO S EGUNDO : L A DESAPARICIÓN DE LOS INDÍGENAS DE LA Z ONA C ENTRAL
CAPÍTULO SEGUNDO
67
La sociedad chilena, principalmente de la Zona Central del país, se ve a sí
misma como no indígena, ubicando esa entidad en los territorios fronteri-
zos, ya sea en el Norte o Sur del territorio. Desde muy temprano, en la
historia chilena, la cuestión indígena fue relegada simbólicamente del cen-
tro político y cultural del país. Esta visión acerca de sí misma tiene una
relación directa con lo ocurrido, en los primeros años y décadas de la Con-
quista, en la Zona Central de Chile. Es, por tanto, necesario revisar lo
ocurrido con las numerosas poblaciones indígenas que allí vivían, y que,
durante el primer período, además, resistieron tenazmente la invasión de
los conquistadores, y que finalmente desaparecieron en complejos proce-
sos de absorción, usurpación y mestizaje.
124 Farga, Cristina. “El valle de Aconcagua en el siglo XVI: Un espacio social heterogéneo”.
Tesis Magíster en Historia con mención en Etnohistoria. Universidad de Chile. Santiago.
1995. pp. 25-27.
LA MEMORIA OLVIDADA
mente difundido entre las parcialidades indígenas del sector, mucho an-
tes de la llegada de los españoles125.
Otra fuente de subsistencia –que si bien se dio en menor medida y
probablemente habría constituido un símbolo de prestigio– fue el “chi-
liweque”, carnero de la tierra, como le llamaron los españoles, parecido a
la llama y al guanaco, del cual se aprovechaba la carne y la piel. También
es posible que mantuvieran en cautiverio, por cortos períodos, a guanacos
que bajaban de la Cordillera durante las temporadas de altas temperatu-
ras, aunque en el valle de Aconcagua este recurso podría no haber sido
demasiado abundante.
Además, contaban con recursos silvestres tales como bosques de arraya-
nes, sauces, molles, laureles, algarrobos, espinillos, guayacanes, de los que
68 obtenían madera, frutos, y en los que abundaban insectos comestibles126.
De igual forma, los primeros cronistas mencionan una amplia varie-
dad de aves y peces de agua y mar. La miel, era otro de los recursos, así
como una serie de plantas y partes de animales utilizadas para curar enfer-
medades –y envenenar enemigos–, tales como las “piedras bezares”, obte-
nidas del estómago de algunos guanacos; roedores, pájaros, peces de río.
Asimismo, la recolección de tubérculos –“cebolletas”– y de frutos –algarro-
bo– habrían sido vitales para la dieta de algunas de estas comunidades.
Durante el siglo XVI, en los valles de Aconcagua y Mapocho, habitó
una población local de agricultores con asentamiento permanente, un
pequeño número de cazadores recolectores cordilleranos estacionales que
llegaban en verano, atraídos por los guanacos y el trueque; así como colo-
nias de mitimaes provenientes de distintas zonas de la región andina, vin-
culada a los intereses administrativos y “militares” del incario en los va-
lles. Como es sabido, los incas trasladaban poblaciones desde el Norte con
el objeto de constituir colonias de carácter militar y tambien con fines de
colonización, las que conocemos con el nombre de “mitimaes”. Es posible,
también, que por estos territorios transitaran familias de grupos indígenas
“vecinos”, incluso del otro lado de la Cordillera, convirtiendo a ambos
valles en espacios pluriétnicos y multiculturales127.
Las diversas denominaciones y divisiones de orden político entre los
grupos que habitaban el valle central indicarían diferencias étnicas entre
ellos. En este sentido, el valle de Aconcagua representa el límite Norte de
una población con una base cultural y lingüística común, reflejada en el
uso de la lengua mapuche, el mapudungun128. Los primeros documentos
125 Planella O., María Teresa. “La propiedad territorial indígena en la cuenca de Rancagua
a fines del siglo XVI y comienzos del XVII”. Tesis Magíster en Historia con mención en
Etnohistoria. Universidad de Chile. Santiago. 1988. p. 22.
126 Farga, Cristina. “El valle de Aconcagua...” Op. cit. pp. 32, 33.
127 Op. cit. p. 39.
128 Op. cit. p. 16.
C APÍTULO S EGUNDO : L A DESAPARICIÓN DE LOS INDÍGENAS DE LA Z ONA C ENTRAL
cidas entre los ríos Aconcagua e Itata se les ha designado como pikunches,
las diferencias culturales existentes en el siglo XVI entre dichos grupos
llevaron a los propios españoles “... a encarar parecidas dificultades al
momento de proceder a delimitar la identidad de las diversas comunida-
des étnicas. Los peninsulares del siglo XVI jamás utilizaron un nombre
genérico al definir la población del Centro. Aluden a indios de Aconca-
gua, mapochoes o cauquenes, nunca pikunches. Dos siglos más tarde se se-
guía hablando de quillotanos, mapochoes y promaucaes para referirse a la
población autóctona... ”135.
Entonces, un complejo panorama étnico se configura en estos terri-
torios: aconcaguas, mapochoes, maipoches, picones, cachapoales, promaucaes –en
los territorios situados entre el río Maipo y el Maule– e itatas, chiquillanes,
70 andalienes y reinogüelenes, en la región cordillerana de la costa. Si bien es
probable que muchas de estas denominaciones pudieron haber corres-
pondido a agrupaciones de índole socioterritorial de familias extensas que
conformaban un determinado linaje, “... con un sistema de asentamientos
dispersos, y que se organizan con una jerarquía interna fraccionada, ex-
presada en la existencia de caciques, señores y principales, e indios sujetos
a ellos, algunos de los cuales en los primeros años de la conquista son
mencionados como ‘principales cabezas del reino’. Es el caso de los ‘capi-
tanes’ Cachapoal, Teno y Gualemo... ”136, en lo que respecta a la “provin-
cia de los promaucaes”.
ANEXO N° 1137
WAJONTU MAPU PIKUNCHE (LIMARÍ-BIOBÍO)
FRONTERA NORTE DEL WAJONTU MAPU
Mapunche Wajontu Mapu es el concepto mapuche que nombra al territorio en su
totalidad y dentro de este identificamos un área territorial denominada Pikunma-
pu o tierras ubicadas al Norte del río Biobío y que llegaba, en virtud de la existen-
cia de asentamientos mapuche, hasta la cuenca el río Limarí. El Wajontu Mapu
pikunche, en el siglo XVI, limitaba con otros pueblos en fronteras con franjas de
coexistencia territorial; por el Norte con los Diaguitas; por el Este con Diaguitas y
Pwelche (Huarpes-Chiquilllanes y Pewenches); por el Oeste, con el mar Pacífico y
por el Sur, con el resto del territorio mapuche, el río Biobío de por medio. Una
parte del pikunmapu, desde el río Limarí hasta el río Maipo, se encontraba bajo
dominio del Inca, región que formaba parte del Collasuyo cuzqueño.
El pinkunmapu fue sometido a un particular proceso histórico, que lo dife-
renció de los ocurridos al Sur del Biobío durante todo el periodo colonial –siglos
Histórica y Nuevo Trato y que consta en el tomo tres, capítulo segundo, del Informe entre-
gado al Presidente de la República.
C APÍTULO S EGUNDO : L A DESAPARICIÓN DE LOS INDÍGENAS DE LA Z ONA C ENTRAL
XVI, XVII y XVIII–, donde los mapuches ultra Biobío lograron mantener la inde-
pendencia territorial. Aún así, estos territorios y población constituían una conti-
nuidad con los de más al Sur, siendo parte del mismo pueblo, de la cultura de la
sociedad mapuche,
La frontera septentrional del Mapunche Wajontu Mapu, a principios del
siglo XVI, era la cuenca del río Limarí. Hasta allí se reconocían asentamientos de
población mapuche, pero el río Aconcagua aparecía como deslinde de la preemi-
nencia mapuche y en ellos los españoles señalaron que se encontraban los indios
Chili. Sin embargo, existía, hasta el río Limarí, un área de coexistencia territorial
de asentamientos mapuche con asentamientos diaguitas138.
Para avalar la presencia mapuche en un territorio compartido, señalamos
los testimonios que en 1633 hicieron en Santiago ante el Oidor de la Real Audien-
cia Pedro Machado de Chávez, los mapuche o indios Chile, llamados Alonso y el
Logko Marcos, todos asentados en pueblo de indios de Sotaquí, ubicado a orillas 71
del río Limarí, alegando por la posesión de sus tierras que correspondían a los Lof
formados en Cogotí y Combarbalá, territorios que habitaban desde antes de la
llegada de los españoles. En la visita al sitio se recogieron los testimonios de los
mapuche el viejo Logko Juan Guentemanque y el indio Llau Llau reivindicaron
las tierras desde el vallé de Cogotí pasando por Combarbalá hasta Pama: “Habrá
cien años antes más o menos que mi abuelo vino de Santiago y se pobló aquí con veinte
indios y otro cacique llamado Quepuemehuelen que aún no era cristiano cuando vinieron
los españoles y dieron la paz y con otros veinte el cual mi abuelo se pobló en tierras del valle
del río de Cogotí que es donde nació mi padre”. También el Logko Kare Kare de Huana
señala que el padre de Guentemanque le había contado que su gente había pobla-
do el valle de Cogotí, “..ahí estuvieron muchos años hasta que por la justicia española
que vinieron a estas tierras los redujeron al valle de Sotaquí para que tuviesen doctrina y se
les administraran los santos sacramentos”. Otro tesminonio dado por el cacique Sal-
138 La discusión de la frontera territorial étnica mapuche y diaguita ha sido debatida por
varios autores desde la perspectiva de los territorios ocupados por cada uno de estos pue-
blos. Latcham, Ricardo. Arqueología de los indios diaguitas. Boletín de Historia Natural. Tomo
XVI. Santiago. Chile. 1937, p. 18, reconoce al país diaguita ocupando los valles de cordillera
a mar desde los ríos Copiapó hasta el Choapa; Cornely, Francisco, Cultura diaguita y cultura
El Molle. Santiago. Chile. 1956, p. 20, señala los mismos límites para los diaguitas al igual
que Oyarzún, Aureliano. “Los aborígenes de Chile”. Estudios antropológicos y arqueológi-
cos. Santiago. Chile.1927, p. 98. Mostny, Grete. Culturas precolombinas de Chile. Editorial
Universitaria. Santiago. Chile. 1954, p. 45, hace llegar a los diaguita por el Sur hasta el
departamento de Petorca. A su vez, los mismos autores identifican a los mapuche picun-
ches habitando desde el río Choapa al Sur. A su vez, Latcham, Ricardo. La prehistoria chilena.
Boletín del Museo de Historia Natural. Tomo XVI 1928 p.153, habla de los picunches como
asentados desde el Choapa al Itata y Oyarzún, Aureliano, op. cit. p. 99, señala igual parecer
para los mapuche picunche. Guevara, Tomás. Historia de Chile prehispánico. Tomo I. Santia-
go. Chile. 1925, p. 250, en cambio, plantea que los mapuche llagaban hasta Coquimbo. Es
Larraín, Horacio. Etnografía. Colección Geográfica de Chile. Tomo XVI. Instituto Geográfico
Militar. Santiago. Chile. 1987, s/p., el que señala que el área comprendida entre el Limarí y
el Aconcagua presenta un poblamiento interdigitado de comunidades indígenas Diaguitas y
Mapuche, siendo la primacía del poblamiento Diaguita entre Copiapó y Limarí y la mapu-
che desde Aconcagua al Sur, idea que también es presentada por Téllez , Eduardo. “Diagui-
tas y mapuches. Confinidad y transferencia étnica en el Norte Chico”. Boletín de Historia y
Geografía N° 11. Universidad Católica Blas Cañas. Santiago. Chile.1995, s/p.
LA MEMORIA OLVIDADA
vador señalaba que su padre escuchó decir “...muchas veces que el abuelo del cacique
Juan Guentemanque habría venido desde Santiago a poblar el valle Cogotí”139.
Las evidencias culturales de la presencia mapuche hasta las cercanías del río
Limarí, al año 1535, fecha de la irrupción hispana, son aportadas por Gerónimo
de Bibar, el que escribió que existían diferencias culturales entre los valles de
Límarí y Combarbalá, pues a partir de este último se hablaba una lengua distinta
que era la misma hasta el valle de Chile o Aconcagua.
Más al Sur, en la zona comprendida entre los ríos Aconcagua y Maipo, aun-
que los Ayjarewes mapuche ocupaban prácticamente todo el territorio, aparecían
algunas zonas compartidas de asentamientos de población mapuche y diaguita. A la
llegada del inca en 1470, se instala población quechua, diaguita y de otras zonas
traída como mitimaes, trasladada para trabajos tributarios, que se asentó en algu-
nos sectores de los Ayjarewes mapuche de la cuenca de Santiago y el Aconcagua140.
72 Las fronteras entre pueblos indígenas no eran rígidas, compartían territorios
de asentamientos, rutas de comercio, espacios económicos y de intercambio cul-
tural, aunque suponemos que, muchas veces, estas relaciones no estaban exentas
de conflictos. Ello no impidió los acuerdos como ocurrió con la alianza mapuche-
diaguita para resistir la entrada del español141. Hacia la Cordillera de los Andes,
zona de poblamiento temporal mapuche, la frontera del Wajontu Mapu pikunche
se relacionaba con otros pueblos cazadores recolectores y agricultores transandi-
nos, con los que se establecieron intercambios, con los llamados puelche, forma-
dos por chiquillanes, pewenche y huarpes y diaguitas142. Lo mismo ocurría con
139 Palma, Marisol. “Memoria de un tiempo lejano. Indicios de pueblos indios en Limarí”;
en Valles. Revista de estudios regionales. N° 3. Museo La Ligua. Chile. 1997, pp. 57-58.
140 Téllez, E. op. cit., p. 26 citando a Durán et al. “Sistema adaptativo de poblaciones prehis-
pánicas en el cordón de Chacabuco”. Actas del Congreso Nacional de Arqueología chilena XII,
Tomo II, 1991, p. 246, plantea que no debe pensarse que la población diaguita en la cuenca
de Aconcagua y hasta el río Maipo se debe solo a mitimaes traídos por el inka, “...locaciones
del cordón de Chacabuco (caso Hijuela La Victoria) muestran ... (el ) entrecruzamiento de
elementos diaguitas y del Complejo Aconcagua (denominación de la arqueología para pro-
bablemente mapuches prehistóricos) en época preinka (siglos X al XIII d.C)”. Respecto de
las colonias de mitimaes inka una de estas se encontraba en Talagante, lugar al Oeste de
Santiago, la que fue intercambiada por los españoles de territorio por los mapuche del
cacique Huelen Huala del cerro Huelen al momento de la fundación de la ciudad en 1541.
Otra colonia mitimae se encontraba en Quilicura (González et al., “Análisis de las prácticas
funerarias incaicas de Chile central”. En Actas del XII Congreso Nacional de Arqueología chilena.
Temuco, 14 al 19 de octubre de 1991. Boletín del Museo Regional de la Araucanía. N° 4.
Tomo II. Temuco. Chile. 1991, pp. 224-225 y otra en cerro La Cruz en Quillota, valle del
Aconcagua, que constituía un centro administrativo del incanato. (Rodríguez et al., “Cerro
La Cruz. Un enclave económico administrativo incaico. Curso medio del Aconcagua”. En
Actas del XII Congreso Nacional de Arqueología chilena. Temuco, 1991. s/p.)
141 Téllez, E., op. cit. pp. 27-28, señala que la resistencia mapuche y diaguita a la invasión
hispana se verificó con largueza, pues en 1541 los diaguitas traspusieron la cuenca del
Choapa, para unirse a las fuerzas de Michimalonco en el asalto a Santiago. Al revés, contin-
gentes mapuche del Valle de Chile pasaron el Choapa para combatir en Limarí. En el asalto
diaguita a la ciudad de La Serena en 1549, contingentes mapuches de Aconcagua se suma-
ron a la rebelión.
142 Stehberg, Rubén y Sotomayor, Gonzalo. “Cabis-guacas-fortalezas y el control incaico
del valle de Aconcagua”. Revista de estudios atacameños N° 18, 1999, p. 249, en relación al Lof
de Logkocahuin, ubicado en el Ayjarewe de Curimón en la parte superior o mitad de arriba
del valle del río Aconcagua, señala la relevancia que tenía en el periodo prehispánico: “La
C APÍTULO S EGUNDO : L A DESAPARICIÓN DE LOS INDÍGENAS DE LA Z ONA C ENTRAL
las relaciones al interior del territorio del pikunmapu, donde se establecía la com-
plementariedad de las economías para diversificación de la dieta e intercambio de
productos y manufacturas como parte del trueque, entre los diversos Lof y Ayja-
rewes situados en territorios con características ambientales y productivas parti-
culares.
144 En la redacción y supervisión de esta sección participó, entre otros, el profesor e histo-
riador León Solís.
C APÍTULO S EGUNDO : L A DESAPARICIÓN DE LOS INDÍGENAS DE LA Z ONA C ENTRAL
145 Jocelyn-Holt, Alfredo. Historia General de Chile. Tomo I. El Retorno de los dioses. Editorial
Planeta. Santiago. 2000. p. 128.
146 Sistema de trabajo por turno.
147 De Ramón, Armando. Santiago de Chile (1541-1991). Historia de una sociedad urbana. Edito-
forzada. Luego también se asentarían mestizos, mulatos y negros, constituyendo una po-
LA MEMORIA OLVIDADA
blación flotante que servía en casas de españoles y sin domicilio propio y fijo. Ver: Jara,
Álvaro. Trabajo y salario indígena siglo XVI. Editorial Universitaria. Santiago. 1987. (Capítulos
I y III).
149 Op. cit. p. 16.
150 Farga, Cristina. “El valle de Aconcagua...” Op. cit. p. 45.
C APÍTULO S EGUNDO : L A DESAPARICIÓN DE LOS INDÍGENAS DE LA Z ONA C ENTRAL
151 “Por haberse usado contra ellos más crueldades y excesos que con otros ningunos, ansí
en la primera entrada que los cristianos entraron en aquella tierra con el adelantado Alma-
gro, como después con Pedro de Valdivia, matando mucha suma dellos debajo de paz, e sin
darles a entender lo que Su Majestad manda se les aperciba, aperreando muchos, y otros
quemando y encalándolos, cortando pies y manos e narices y tetas, robándoles sus hacien-
das, estrupándoles sus mujeres e hijas, poniéndolos en cadenas con cargas, quemándoles
todos los pueblos y casas, talándoles las sementeras de que les sobrevino grande enferme-
dad, murió grande suma de gente de frío y mal pasar y de comer yerbas e raíces, y los que
se quedaron, de pura necesidad tomaron por costumbre de comerse unos a otros de ham-
bre, con que se menoscabó casi toda la gente que había escapado de los demás...”.
Declaración de lo que el Licenciado Fernando de Santillán, oidor de la Audiencia de Lima,
proveyó para el buen gobierno, pacificación y defensa de Chile, 4 de junio de 1559. En:
Jara, Álvaro y Sonia Pinto. Fuentes para la historia del trabajo en Chile. Editorial Andrés Bello.
Santiago. 1982. p. 19.
152 Medina, Alberto y Eduardo Téllez. “Francisco Martínez de Vergara y la cacica de Chaca-
ANEXO N° 2
LOS TRASLADOS DE POBLACIÓN
Los traslados de población desde un pueblo de indios a otro, o de un pueblo a una
hacienda fue el común denominador que ayudó a la disminución constante de
población mapuche del centro del país en los asentamientos originarios. Esto fue
posible debido a que el poder español sometió a los mapuche y otros indígenas al
sistema de encomienda, obligando a todos los hombres de entre 18 y 50 años a
servir en las haciendas de sus encomenderos, lo que provocó que en los pueblos
de indios solo quedase población en su mayoría infantil, de jóvenes mujeres y
adultos, muchos de estos trasladados para servicio personal157. El traslado de po-
blación muchas veces sirvió al español para impulsar usurpaciones de las tierras a
caso de 24 familias originarias del pueblo del tambo de Malloa (dentro del territorio defini-
do como promaucae) que fueron trasladadas al pueblo de indios de Rapel sin lograr acos-
tumbrarse al lugar. Además de otros casos, en los que la práctica constante de juegos de
chueca y borracheras pueden ser considerados como rituales que ayudan a fortalecer los
lazos de origen y la pertenencia a un lugar determinado.
157 Góngora, Mario. El origen de los inquilinos del Valle Central. ICIRA. 1974. p. 30.
C APÍTULO S EGUNDO : L A DESAPARICIÓN DE LOS INDÍGENAS DE LA Z ONA C ENTRAL
158 Izquierdo, Carmen. “La explotación de la tierra entre los ríos Maipo y Claro hacia 1600-
1660”. Revista Historia. Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago. Chile (sin fecha),
p. 178.
159 Hanisch, Walter. Peumo. Historia de una parroquia. 1662-1962. Instituto de Historia. Pon-
Chile Central”. Revista Historia. Vol 30. Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago.
Chile. 1997, p. 202.
162 Silva, Fernando. Tierra y Pueblos de Indios en el Reino de Chile. Serie de estudios de historia
del Derecho chileno N° 7. Editorial Universidad Católica. Santiago. Chile. 1962, p. 72.
LA MEMORIA OLVIDADA
que señala en otro juicio que su posesión es inmemorial en los terrenos de Tala-
gante.
El periplo de la mano de obra al que eran sometidos los indígenas por sus
encomenderos recorría de Norte a Sur. Los encomenderos, ante la falta de pobla-
ción, comenzaron a congregar más de una encomienda en una sola estancia. Así
las encomiendas de Liguiemo, Tango y Tobalaba se congregaron en Putupur, en el
valle de Quillota, y luego fueron trasladados a la estancia de Peteroa en el Maule.
Finalmente, al quedar vacante la encomienda, los indígenas fueron radicados en
Mallaca en tierras dejadas por los encomenderos en Quillota, pero alegando no
ser de allí los indígenas volvieron a Ligueimo163. Hacia el norte de Aconcagua,
otro ejemplo de traslado y concentración de distintas encomiendas de varios pue-
blos de indios en una sola hacienda era lo que ocurría en 1630 en La Ligua, donde
aparte de los indígenas del valle se encontraban encomendados “...algunos beli-
80 ches, indios de Putaendo e indios de Codegua”, a su vez “... gran número de indios de La
Ligua y los de Curimón, Apalta y Llopeo estaban asentados en la Hacienda de Pullally.
También fueron mudados a ese lugar las encomiendas de Rapel y Pucoa”164.
Este constante periplo laboral de la población mapuche encomendada llevó
a que la Tasa de Esquilache considerara una solución jurídica para evitar el despo-
blamiento de los pueblos de indios y a la vez de las haciendas; dispuso que los
indígenas que a la fecha se encontraran fuera de sus lugares originarios de resi-
dencia por más de diez años se quedarían en el lugar donde se encontraban radi-
cados y los indígenas que se encontraran ausentes por menos tiempo deberían
volver a sus pueblos. “Al pregonarse, en 1621, la Tasa de Esquilache en Curimón, partido
de Aconcagua, se estableció que los indios de los pueblos de Aconcagua, Curimon y Apalta se
encontraban dispersos en las estancias vecinas a La Ligua, así como en las minas cercanas con
sus mujeres e hijos y durante muchos años sin mudarse, o bien en Santiago”165.
Aunque la Tasa de Esquilache reguló el tiempo de trabajo, la cabida mínima
de tierras de los pueblos de indios y trabajo en las haciendas, esta no evitó la
disminución de población en los pueblos de indios166.
Viviendo en pésimas condiciones, los indígenas asentados en la periferia de
la ciudad de Santiago son vistos como fuente de desorden y se recela de ellos en
ocasiones, tales como los días de fiesta, en las que se producían masivas reunio-
nes. Durante los años posteriores a 1580 el Cabildo de la ciudad envió continua-
que los Obispos de Santiago exigieran el tributo de los indígenas de haciendas, negros y
mestizos, realizándose un empadronamiento de población en Colchagua y Maule en 1641.
Los resultados señalaban que los indígenas se encontraban concentrados principalmente en
las haciendas españolas y era poca la población que se mantenía en los Pueblos de Indios.
Los Pueblos de Indios empadronados en las doctrinas de Malloa, Teno, Cauquenes, Lonco-
milla, Peteroa y Lora fueron los siguientes: Malloa: 1 cacique y 5 indios casados, 4 solteros.
Indios de Tagua Tagua: un principal, 6 casados, 3 solteros. Copequén: 1 principal y 21 casa-
dos, Teno 1 cacique y 4 indios. Nancagua: 1 cacique y indios. Colchagua, Pueblo Cauquenes
2 caciques y un indio, Pueblos de Sanio: 1 cacique, 1 fiscal. Pueblo de Loango, 1 cacique, 3
indios. Pueblo de Reloca: 4 indios. Catentoa: 1 cacique, 3 solteros 19. Pueblo de Peteroa: 8.
Pueblo de Vichuquén: 7. Pueblo de Lora: 6. Pueblo de Huenchullami: 1 cacique y 10 indios.
Góngora, op. cit., pp. 122-124.
C APÍTULO S EGUNDO : L A DESAPARICIÓN DE LOS INDÍGENAS DE LA Z ONA C ENTRAL
mente comisiones a las “rancherías” para evitar las borracheras, castigando tanto
a vendedores como consumidores de alcohol. En junio de 1625 se dicta la prohi-
bición de cerrar todas las pulperías tanto de indios, mulatos y mestizos167.
Con el objetivo de ordenar la sociedad que surgía en el Chile central –en el
contexto de una sociedad de castas– las autoridades coloniales dictaban normas
con las que pretendían regular el comportamiento y apariencia de sus miembros,
especialmente de mestizos e indígenas, permitiendo establecer rasgos distintivos
para cada cual. Un edicto de mediados del siglo XVII ordenaba que los “... mesti-
zos y mestizas que hubiere en esta ciudad se vistan de españoles y los indios e
indias que anduvieren en hábito de españoles se vistan de indios, eligiendo cada
uno el traje que le toca”168.
producción de textiles, como es el caso del Obraje de Melipilla, creado en 1603 por el gober-
nador Alonso de Rivera –para proveerse de materiales de campaña para el ejército– y cuyo
funcionamiento se extendió hasta 1660 aproximadamente. Ver: Bravo, Guillermo A. “El
Obraje de Melipilla en el siglo XVII”. Cuadernos de Historia Nº 7, pp. 119-135. Universidad de
Chile. 1987. pp. 123-125.
172 Retamal, Julio. “El oro de Millaun: Un lavadero en Perquilauquén, 1599”. Boletín de
Historia y Geografía Nº 14, pp. 129-165. Universidad Católica Blas Cañas. 1998. p. 133.
LA MEMORIA OLVIDADA
173 Góngora, Mario y Jean Borde. Evolución de la propiedad... Op. cit. p. 79.
174 Op. cit.
175 Los españoles habrían denominado así en un comienzo a ciertos sectores, generalmente
partes de valles o quebradas, cercanas a ríos o aguadas, en los que habitaban indígenas que
de acuerdo a su óptica mostraban un tipo de organización sociopolítica. Ver: Silva, Fernan-
do. Tierras y pueblos de indios... Op. cit. p. 30.
176 Op. cit. pp. 31-34.
177 Op. cit. p. 36.
C APÍTULO S EGUNDO : L A DESAPARICIÓN DE LOS INDÍGENAS DE LA Z ONA C ENTRAL
182 Silva, Fernando. Tierras y pueblos de indios... Op. cit. pp. 79, 80.
183 Op. cit. p. 121.
184 Op. cit. pp. 123, 124.
C APÍTULO S EGUNDO : L A DESAPARICIÓN DE LOS INDÍGENAS DE LA Z ONA C ENTRAL
85
MAPA Nº 1
LA MEMORIA OLVIDADA
185 Auto cabeza de proceso en causa criminal contra Juan Molbún por maleficio, Lonquén,
191 El linaje indígena de Peumo es relevante y es uno de los pocos documentados hasta la
actualidad, aparece en los tomos 2953 y 2318 de Real Audiencia (p. 9, 13 fs.) “En 1744 era
cacique Diego Antipelay, que falleció ese año, y le sucedió José Catileu, hijo de Juana Arias,
hermana de Antipelay, y de Juan Charagüilla. José Catileu fue cacique y se casó con Josefa
Pérez, que también fue cacique y le sucedió en el cargo su hijo Nicolás Catileu, casado con
Marta Salvatierra. Hanisch, op. cit. p. 105.
192 Hanisch, op. cit. p. 107.
193 Esta sección contó con la supervisión del historiador y Premio Nacional de Historia
Sin embargo, bajo este supuesto, subyacía la idea de que los indíge-
91
nas solo serían considerados en pie de igualdad si abandonaban su carác-
ter de tales, su identidad y pertenencia étnica. Juan Egaña, constituciona-
lista de la elite emergente, refiriéndose al régimen de castas que había
prevalecido durante la época monárquica, afirmaba:
Hombres que tienen la infamia vinculada a su color y que por ello deben
vivir sin esperanza de alguna consideración, no pueden tener costumbres,
ni honor, gozan lo que pueden, que es el placer de los vicios; ellos se unen a
la restante plebe, y la hacen igualmente vil. En Chile no hay ramo de indus-
tria que ejerciten los negros ni los indios, con que no son necesarios…195.
197 Los tejidos en crin de Rari, las cerámicas de Pomaire, las fajas de Melipilla y muchas
otras artesanías (desde la mirada actual) delatan fragmentos del pasado indígena de la Zona
Central de Chile.
C APÍTULO T ERCERO : L OS AYMARAS DEL NORTE DE C HILE
SEGUNDA PARTE
94
C APÍTULO T ERCERO : L OS AYMARAS DEL NORTE DE C HILE
CAPÍTULO TERCERO
198 Pease, Franklin. Los Incas. Una introducción. Pontificia Universidad Católica del Perú.
Fondo Editorial. Lima. 1992. pp. 173-175.
199 Hidalgo, Jorge. “Relaciones protohistóricas...” Op. cit. p. 167.
LA MEMORIA OLVIDADA
sores Jorge Hidalgo, Premio Nacional de Historia; José Luis Martínez y la opinión activa de los
profesores Lautaro Núñez y Armando de Ramón, Héctor González y Hans Gundermann.
203 Hidalgo, Jorge. “Relaciones protohistóricas...” Op. cit. pp. 163, 165, 167.
C APÍTULO T ERCERO : L OS AYMARAS DEL NORTE DE C HILE
97
MAPA Nº 2
LA MEMORIA OLVIDADA
por el Sur los de Lípez y Atacama, por el Este los de Chucuito, Pacajes y
Carangas204. La costa se constituía como su frontera Oeste, en la que la
ciudad de San Marcos de Arica –fundada en 1546– se articulaba como el
puerto y enclave urbano más importante.
Durante el siglo XVI la forma de productividad española se había
superpuesto a la territorialidad indígena preexistente. Los recursos tradi-
cionales, como el maíz, el ganado, el algodón, el pescado y las actividades
mineras, fueron reorientados en términos económicos y productivos, uti-
lizando los ambientes de la costa, valles y quebradas y las propias rutas de
tráfico de los indígenas. En torno a determinados espacios fueron concen-
trándose las actividades que exigía la tributación hispana: Tarapacá, Pica y
el litoral. Con los años, se maximizó la productividad española al volcarse
98 a las áreas de Potosí y Arica, a partir de la eficiencia productiva de los
recursos de pescado, guano y ají, así como de otros manufacturados, tales
como el vino, aguardiente, trigo, aceite y azúcar205. Ello exigió transfor-
maciones en la organización del trabajo indígena: utilización de mano de
obra individual, en las actividades extractivo-productivas, y en el trans-
porte de recursos y productos206.
204 Esta situación se mantuvo hasta avanzado el siglo XVIII, cuando el Virrey Amat y Ju-
gimiento de Arica; 1620-1638. Cuatro documentos inéditos”. Chungara N° 15, pp. 77-97.
Universidad de Tarapacá. Arica. 1985. p. 91. Por otra parte, es importante recordar que no
solo la mano de obra indígena estuvo ocupada en las actividades productivas españolas,
sino también la de la población negra proveniente de África. Ya en el año 1555, aproximada-
mente, quinientos negros en calidad de esclavos fueron internados a Arica. Para la misma
época, en las costas sur peruanas se encontraban unos 1.200 esclavos negros. Sin embargo,
es importante mencionar que con Diego de Almagro y Pedro de Valdivia se internó pobla-
ción negra en Chile; al menos en la hueste del descubridor, un 13% era de sangre africana.
(Thomas, Hugh. La trata de esclavos. Historia del tráfico de seres humanos de 1440 a 1870. Edito-
rial Planeta. Barcelona. 1998. p. 102) Además, en 1609 a propósito de un empadronamien-
to de negros, los oficiales reales mencionan en sus informes la necesidad de empadronar a
los descendientes de negros que pasaren de cuarta generación. Esto demuestra que la pre-
sencia esclava en la zona se remontaría, sin duda, al siglo XVI. (Wormald, Alfredo. El Mestizo
en el Departamento de Arica. Ediciones Ráfaga. Santiago. 1966. p. 66) No obstante, el Corregi-
miento de Arica no se destacó –en relación al resto del virreinato– por su alta población
esclava.
C APÍTULO T ERCERO : L OS AYMARAS DEL NORTE DE C HILE
avance hacia zonas más altas de la gradiente, muy posiblemente fue debi-
do a los factores climáticos que afectaban las producciones de interés his-
pano. Por otra parte, la mayor concentración de pueblos de indios se loca-
lizaba en esas cotas –altura– bajas207.
Dentro de la dominación colonial en el siglo XVII, se reconoce una
matriz de organización basada en el establecimiento de territorios conti-
nuos y homogéneos, con poblaciones indígenas fijas y relacionadas direc-
tamente a las actividades productivas españolas. Sin embargo, los despla-
zamientos de indígenas a Tarapacá sugieren que bajo el mapa territorial
definido por el español –en términos administrativos, eclesiásticos y eco-
nómicos– existía también uno territorial determinado por lo indígena y
ordenado en función de las prácticas de distribución y circulación, desa-
rrolladas en un espacio discontinuo y heterogéneo con poblaciones indí- 99
genas móviles vinculadas a los múltiples espacios productivos. Esto repre-
senta “...un patrón de territorialidad indígena que subyace y se expresa
bajo las lógicas coloniales administrativas o mercantiles”. Esto también
sugiere un mapa multicultural de las vinculaciones de diferentes pobla-
ciones –aparte de las locales– en el Corregimiento de Tarapacá, vale decir,
Pacaxes, Carangas, Quillacas, Uros, Lípez, Atacamas, Camanchacas. Todo
esto da cuenta que, a mediados del siglo XVII y comienzos del XVIII, el
Corregimiento de Tarapacá agrupó un mosaico de poblaciones indígenas.
La presencia multiétnica al interior del espacio tarapaqueño desarrolló
estrategias de distribución y circulación espacial que les permitió acceder
y privilegiar determinados ambientes y localidades, al igual que las pobla-
ciones locales208. (Mapa N° 3)
En relación con las presencias multiétnicas, es importante señalar que las poblaciones
que ocuparon el territorio del extremo Norte –aparte de las indígenas y al tiempo que el
orden colonial se establecía en el siglo XVII– fue la negra descendiente de negros del siglo
XVI y otros que llegaron a esta zona por el tráfico de esclavos. Ya en el siglo XVII (1614) el
virrey Marqués de Montesclaros manda a levantar un censo de la población del virreinato y
de él se desprende que en la población de la ciudad de San Marcos de Arica y poblados de su
distrito había 1.300 negros, bozales, criollos y libres pertenecientes a diferentes castas: 600
hombres, 700 mujeres (Cavagnaro, Luis. Materiales para la historia de Tacna, Tomo III: Domi-
nación hispánica siglo XVIII. Fondo editorial de la Universidad Privada de Tacna. Tacna.
1994. p. 113) Hacia el siglo XVIII (1792) otro censo es efectuado en Tarapacá. Este informa
que la población negra era de 253 esclavos y 528 pardos libres, de un total de 7.923 perso-
nas (Villalobos, Sergio. Economía... Op. cit. p. 237) Aunque Tarapacá ya no correspondía en
términos jurídicos al Corregimiento de Arica, aquella población y sus ancestros se asenta-
ron (libre o bajo servicio) en Tarapacá en épocas más tempranas, cuando Pica, la Quebrada
de Tarapacá y Guarasiña, Tana, Tiliviche y Matilla correspondían al antiguo territorio jurídi-
co, registrando entonces el tránsito, la movilidad y la presencia innegables de esta pobla-
ción. La presencia de esclavos negros incluso se registra en los minerales de plata de la zona,
como en la mina Candelaria y Santa Rosa de Huantajaya. En estos territorios del Norte
Grande, la población negra, en condición de esclava, fue ocupada en la agricultura; como
LA MEMORIA OLVIDADA
100
MAPA Nº 3
C APÍTULO T ERCERO : L OS AYMARAS DEL NORTE DE C HILE
101
Sin embargo, también ocurre, en este tiempo, una serie de abusos
contra los indígenas, tanto de sacerdotes como de corregidores. Una de-
nuncia efectuada por los indígenas de Tarapacá en el año 1620 contra del
clérigo Melchor Maldonado, le tocó resolver a la Real Audiencia y al obis-
po de Arequipa. El tenor de la misma es el siguiente:
“ (...) y como no tiene sinodo aquella doctrina ha tomado a los indios las
mejores tierras del valle y sembrandolas para si en que ha hecho una muy
gran sementera lo qual ha hecho con mano poderosa de Padre y contra su
voluntad. Les apremia a que la beneficien sin pagarles cosa alguna trayendo
Costa de Arica en 1636”. 18 de abril de 1638. En: Hidalgo, Jorge y Víctor Díaz. “Cartas del
Obispo...” Op. cit. p. 83.
LA MEMORIA OLVIDADA
210 “Representación de los indios de Tarapacá contra el cura, 1620. Copia de una provisión
que despacha la Audiencia de Lima contra el cura de Tarapacá sobre algunos excesos que le
imputan sin dar parte a su Obispo ni a juez eclesiástico alguno”. 6 de diciembre de 1621. En:
Hidalgo, Jorge y Víctor Díaz. “Cartas del Obispo...” Op. cit. p. 80.
211 “Carta del Obispo de Arequipa sobre los abusos cometidos por los corregidores de Arica
con los indios”. 31 de marzo de 1637. En: Hidalgo, Jorge y Víctor Díaz. “Cartas del Obis-
po...” Op. cit. p. 92.
212 Hidalgo, Jorge. “Dominación y resistencia en el cacicazgo de Pica”. Revista de Historia
“... autorizar a los corregidores de indios en el virreinato del Perú para obli-
gar a los indígenas de sus respectivos distritos a comprar ‘todo tipo de mer-
cancías’ y a exigir el pago de las mismas ‘utilizando los recursos policiales y
judiciales a su disposición’. La propia real cédula citada, justificaba esta mons-
truosa disposición legal aduciendo que era ‘notoria la desidia, flojedad y
103
pereza de aquellos naturales a todo género de trabajo, por ser inclinados a la
ociosidad, embriaguez y otros vicios”.
213 Hidalgo, Jorge. Indian Society in Arica, Tarapacá and Atacama, 1750-1793, and its
response to the rebellion of Tupac Amaru. A thesis presented for the Degree of Ph.D. in the
University of London. London. 1986.
214 González, Héctor. “Los aymaras de la región...” Op. cit. p. 10.
215 Hidalgo, Jorge. “Amarus y Cataris: Aspectos mesiánicos de la rebelión de 1781en Cuzco,
Chayanta, La Paz y Arica”. Chungara 10, pp. 117-138. Universidad de Tarapacá. Arica. 1983.
LA MEMORIA OLVIDADA
el Cusco rural (1826-1854). Centro Bartolomé de Las Casas. Cuzco. 1991; citado en: González,
Héctor. “Los aymaras de la región...” Op. cit. p. 10.
222 Platt, Tristan. Estado boliviano y Ayllu andino. Tierra y tributo en el norte de Potosí. Instituto
de Estudios Peruanos. Lima. 1982; citado en: González, Héctor. “Los aymaras de la región...”
Op. cit. p. 11.
LA MEMORIA OLVIDADA
EL PERÍODO SALITRERO
Los años más significativos del período salitrero transcurrieron entre 1870-
80. El mismo se abre con el auge en el área de las exportaciones, que le
da mitad del siglo XX”. Documento de Trabajo Nº 38. Comisión Verdad Histórica y Nuevo
Trato. San Pedro de Atacama. 2002. p. 6.
227 Op. cit. p. 7.
228 González, Sergio. “Quechuas y aimaras en las salitreras de Tarapacá”. La Integración
Surandina. Cinco siglos después”. En: Javier Albó, María Inés Arratia, Jorge Hidalgo, Lautaro
Núñez, Agustín Llagostera, María Isabel Remy y Bruno Revesz (Comps), pp. 353-361. Cen-
tro de Estudios Regionales Andinos Bartolomé de Las Casas. Corporación Norte Grande
Taller de Estudios Andinos. Universidad Católica del Norte. Cuzco. 1996. p. 353.
LA MEMORIA OLVIDADA
pueblos más relevantes229; sin embargo, su inserción fue distinta: “... mien-
tras los primeros fueron, en primer lugar, mano de obra y después comer-
cio de larga distancia, los segundos fueron comercio de corta distancia, en
primer lugar, y después mano de obra”230.
Por su parte, los aymaras se vincularon de una manera más activa
con las salitreras, en tanto estaban asentados más cerca de ellas. Los pue-
blos localizados en cotas bajas –1.000 y 1.500 m sobre el nivel del mar–
liberaban mayor población como mano de obra y al avanzar por la gra-
diente altitudinal los pueblos ubicados en el altiplano –3.500 y 4.500 m
sobre el nivel del mar– también vieron disminuida su población, pero en
menor cantidad si se la compara con Huarasiña, Tarapacá, Tiliviche, La
Huayca y otros más cercanos a las salitreras, por lo menos en el período
108 entre 1862 y 1920231. Pero particularmente a partir del año 1880 se pro-
dujo un acelerado crecimiento poblacional por los flujos migratorios pro-
venientes del Norte Chico y de la región central de Chile. La primera de
estas regiones habría aportado casi un 65% del total de la población mi-
grante al Norte Grande. El poblamiento adquiere un marcado carácter
urbano, tanto por la distribución de la población en unidades concentra-
das –unidades relativamente pequeñas, pero numerosas– como también
por la incorporación de esta a un mercado de productos de consumo hu-
mano provenientes de la región central y de servicios y bienes de ciudades
importantes como Santiago y Valparaíso232.
Hacia 1879 la población indígena de Tarapacá no solamente se en-
contraba al margen de los motivos de la guerra, sino también de los tres
Estados en conflicto. La relación entre el Estado chileno y las comunida-
des indígenas será posterior a la guerra, incluso podría decirse en rigor
que será a comienzos del siglo XX233. En los inicios de 1890, el Estado de
Chile reorganizó la provincia de Tarapacá bajo sus leyes, debido a la nece-
sidad de reanudar las actividades productivas salitreras, donde Humber-
stone señalaba “... que la provincia quedó materialmente en manos de los
chilenos, y el gobierno hizo lo posible para establecer el orden y poner en
marcha las oficinas...”234. A partir de la anexión de la provincia de Tarapa-
cá a Chile, los primeros intendentes fueron consolidando la autoridad chi-
lena, a través de normativas y nombramientos de autoridades en las loca-
lidades importantes del territorio; sin embargo, con la emergencia de las
repúblicas, parte de la sociedad andina, así como su economía, quedó frag-
Pacífico”. Documento de Trabajo Nº 46. Comisión Verdad Histórica y Nuevo Trato. Santia-
go. 2002. p. 1.
234 Op. cit. pp. 2-3.
C APÍTULO T ERCERO : L OS AYMARAS DEL NORTE DE C HILE
Tarapacá”. Estudios Atacameños Nº 13, pp. 27-45. Universidad Católica del Norte. San Pedro
de Atacama. 1998. pp. 32-33.
LA MEMORIA OLVIDADA
239 Gundermann, Hans. “Sociedad aymara y procesos...“ Op. cit. pp. 10-11.
240 Albó, Javier. “Aymaras entre Bolivia, Perú y Chile”. Estudios Atacameños Nº 19, pp. 43-
73. Universidad Católica del Norte. San Pedro de Atacama. 2000. pp. 55-56.
C APÍTULO T ERCERO : L OS AYMARAS DEL NORTE DE C HILE
lizó. Esta situación se prolongó por casi cincuenta años, hasta 1929, cuan-
do Tacna se reincorpora al Perú y Arica queda bajo la soberanía de Chi-
le241 (Ver Mapa Nº 5).
Esto significó para los habitantes de los territorios de Tacna y Arica
un trato especial que, sin lugar a dudas, buscaba someterlos a un ejercicio
de aceptación del régimen chileno ante un eventual plebiscito, atacando
directamente al patriotismo peruano e introduciendo una simbología y
discurso favorables a la ocupación y al poder dominantes. Esta campaña
de dominio tuvo lugar en los centros urbanos de Arica, Tacna y en los
poblados más importantes del sector rural, desarrollándose en dos etapas:
la primera, entre 1880 y 1910, a cargo de las autoridades civiles, y la se-
gunda, hasta 1929, encabezada por la Vicaría Castrense y autoridades po-
líticas en la provincia242. 111
La chilenización de Tarapacá se efectúa de una manera compulsiva
durante las primeras tres décadas del siglo XX243, iniciándose en “...1907
efectivamente la chilenización en Tarapacá”244. La sociedad criolla, perua-
na y chilena instalada en la costa, estigmatizó como “india” a aquella po-
blación que se encontraba en los sectores del interior245 –tierras altas, va-
lles y oasis. Para el pueblo aymara, este período de la historia ha sido
denominado también como desaymarización, porque tendió a un proceso
de violencia, intolerancia, amedrentamiento e imposición de costumbres
ajenas246.
La implantación de un principio republicano y democrático –igual-
dad formal, soberanía política de los ciudadanos– abrió paso a un cam-
bio desde la sociedad colonial estamentaria a una sociedad organizada
según un pacto social moderno, que, en los hechos, fue exclusiva y ex-
cluyente respecto de los indígenas. Ellos quedaron fuera de un proyecto
de modernización política que rápidamente se definió como elitista. Con
la ruptura del “pacto colonial” no hubo un cambio estructural en la po-
sición de los indígenas dentro de la sociedad nacional. Tras todo este
divorcio entre discursos liberales y prácticas conservadoras, lo que se
241 Tudela, Patricio. “El Estado y sociedad chilena ante los Aymaras de Tarapacá (I Región
de Chile): Factores y consecuencias de su integración entre 1930-1973”. Documento de
Trabajo Nº 24. Comisión Verdad Histórica y Nuevo Trato. Santiago. 2002. p. 3.
242 Op. cit.
243 González, Héctor y Hans Gundermann. “Organizaciones aymaras, identidad étnica e
integración”. La Integración Surandina. Cinco siglos después. En: Javier Albó, María Inés Arra-
tia, Jorge Hidalgo, Lautaro Núñez, Agustín Llagostera, María Isabel Remy y Bruno Revesz
(Comps), pp. 395-416. Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolomé de Las Casas.
Corporación Norte Grande Taller de Estudios Andinos. Universidad Católica del Norte. Cuzco.
1996. p. 403.
244 González, Sergio. “Quechuas y aimaras en las salitreras...” Op. cit. p. 360.
245 González, Héctor y Hans Gundermann. “Organizaciones aimaras...” Op. cit. p. 403.
246 Subgrupo de Trabajo Pueblo Aymara. “Informe Final Preliminar”. Documento Nº 73.
Comisión Verdad Histórica y Nuevo Trato. Arica. 2003. p. 4, en el Anexo de este capítulo.
LA MEMORIA OLVIDADA
cación y Desarrollo, pp. 83-127. Centro de Estudios para el Desarrollo de la Mujer. Instituto
de Estudios Indígenas. Universidad de la Frontera. Temuco. 1997. p. 83.
Hay que tomar en cuenta sus antecedentes más tempranos, porque la instalación de la
escuela ocurrió en los primeros años del siglo XVII, tanto en Camiña y Sibaya en 1600 y
Pica con Tarapacá en 1608 y 1614, respectivamente.
250 González, Héctor. “Apuntes sobre el tema... Op. cit. pp. 29-30. Tudela, Patricio. “El
“...en aquellos sectores del interior poblados por indios sin las más rudimen-
tarias nociones de civilización, los carabineros, tanto con la palabra como
por el ejemplo, están constantemente introduciendo en dicha gente hábitos 113
de higiene y de cultura en general...”253.
252 Op. cit. p. 3 y también González, Sergio. “El poder del símbolo en la chilenización de
Tarapacá: violencia y nacionalismo entre 1907 y 1950”. Revista de Ciencias Sociales N° 5,
pp. 29-40. Universidad Arturo Prat. Iquique. 1995.
253 González, Sergio. “La escuela chilena...” Op. cit. p. 94.
254 González, Sergio. “Los aymaras de Isluga y Cariquima...” Op. cit. p. 3.
255 Op. cit.
256 Op. cit.
LA MEMORIA OLVIDADA
“En una quebrada tan extensa donde existen tantos pequeños pueblos y
caseríos, que dan vida a los habitantes de la rejión y aún a los de los países
limítrofes, por estar comprobado que desde Bolivia se internan artículos
alimenticios, licores, ganado, etc., que deben pagar fuertes derechos adua-
neros, que es imprescindible establecer un pequeño servicio policial, que
ejerza vigilancia, que evite estos fraudes y que garanticen el cumplimiento
de las órdenes de este jusgado...259.
257 Tudela, Patricio. “El Estado y sociedad chilena...” Op. cit. pp. 6-8.
258 González, Sergio. “El Estado chileno y el mundo andino...” Op. cit. p. 14.
259 Op. cit. p. 15.
260 Tudela, Patricio. “El Estado y sociedad chilena...” Op. cit.
C APÍTULO T ERCERO : L OS AYMARAS DEL NORTE DE C HILE
261 González, Sergio. “La escuela chilena...” Op. cit. p. 97. Y Tudela, Patricio. “El Estado y
sociedad chilena...” Op. cit. p. 17.
262 Decreto Nº 1.760 (1962) citado en: González, Sergio. “La escuela chilena...” Op. cit.
pp. 110-111.
LA MEMORIA OLVIDADA
265 Guerrero, Bernardo. “Identidad Aymara e identidad Pentecostal: notas para la discu-
sión”. Investigaciones científicas y tecnológicas Nº 3, pp. 15-24. Universidad Arturo Prat. Iqui-
que. 1993. p. 21.
LA MEMORIA OLVIDADA
266 Dominique Hervé y Antonia Urrejola, “La Legislación Indígena en Chile desde la Inde-
pendencia”. Documento de Trabajo Nº 14. Comisión Verdad Histórica y Nuevo Trato. San-
tiago. 2002. p. 10.
267 Op. cit.
268 González, Sergio. “La escuela chilena...” Op. cit. p. 112.
269 Op. cit. p. 118.
270 Este decreto también generó un fuerte impacto en otras comunidades indígenas del
272 Acta. Sesión del 30 de abril de 2001. Documento de Trabajo Interno. Comisión Verdad
Histórica y Nuevo Trato. Santiago. 2001.
LA MEMORIA OLVIDADA
273 Gundermann, Hans. “Sociedad aymara y procesos...” Op. cit. pp. 40, 41.
C APÍTULO T ERCERO : L OS AYMARAS DEL NORTE DE C HILE
rezago y ajuste. Tal parece, sin embargo, que por existir un centro minero
en operación en la altura –la azufrera de Tacora– y debido a la actividad
promovida por el ferrocarril Arica-La Paz –explotación de combustibles
vegetales para Arica, faenas ferroviarias rutinarias–, las repercusiones de
estos cambios no habrían tenido una expresión tan aguda, como la que se
dio con el salitre en la década de 1930-40274.
Un agro andino así estructurado, se reorganiza parcialmente durante
el período de la crisis salitrera. Si consideramos también el caso de la re-
gión de Arica, habría que definir tales cambios en los términos, un tanto
más amplios, de procesos de constitución de economías de enclave, de
creación de infraestructura moderna y de procesos políticos de anexión
territorial, así como de constitución de soberanía nacional sobre esos es-
pacios; todo ello durante las dos décadas de finales del siglo XIX y las 121
primeras cuatro del siglo XX. La dependencia de los mercados de fuerza de
trabajo disminuye progresivamente, el de productos campesinos también
se reorganiza para el abastecimiento urbano. El vacío dejado por el cierre
de los mercados de fuerza de trabajo minero, de servicios conexos y de
arrieraje, se llena con las migraciones que, primero siguen la estela de las
migraciones obreras, y después usan la ruta de la economía andina del
abastecimiento hortofrutícola urbano y de combustibles vegetales275.
Un nuevo factor más tardío, pero igualmente importante, respecto
del cambio económico y de la reorganización de los espacios sociales andi-
nos fue, ya en la década de los años de 1960, la inauguración de la Carre-
tera Panamericana. Esta facilitó e hizo más económico el transporte por
vía terrestre de numerosos productos, de los cuales los aymaras eran pro-
veedores regulares en los centros urbanos y de los que obtenían ingresos
de importancia. La modernización de las condiciones de transporte, distri-
bución y abastecimiento de bienes de consumo para la población regional,
que en este caso consistió en un incremento de la integración vial del
Norte con el centro del país y con regiones vecinas vía ferrocarril –Boli-
via–, y la apertura a la integración con otras zonas debido a procesos polí-
ticos –región peruana de Tacna–, bloqueó y obligó a recrear la relación
entre las comunidades indígenas y la región276.
En la medida que la economía aymara se acomodaba y transforma-
ba, según los avatares de los procesos económicos y sociopolíticos regio-
nales, y su población cambiaba los patrones de movilidad, inaugurando
las migraciones definitivas al desierto y los centros urbanos costeros, la
propia condición campesina de esas economías se modificó. Por lo pronto,
es una economía considerablemente más heterogénea y diferenciada. Dado
lo anterior, resulta ser, en su conjunto, una economía desagrarizada, es
generó la recesión que azotó las ciudades de la Zona Norte (así como a todo el país).
C APÍTULO T ERCERO : L OS AYMARAS DEL NORTE DE C HILE
280 González. Héctor. En: Gundermann, Hans. “Sociedad aymara y procesos...” Op. cit. p. 16.
C APÍTULO T ERCERO : L OS AYMARAS DEL NORTE DE C HILE
281“Que han perdido su condición estrictamente local, aunque sin disolverse”; Gunder-
mann, Hans. “Sociedad aymara y procesos...” Op. cit. p. 2.
LA MEMORIA OLVIDADA
127
MAPA Nº 4
LA MEMORIA OLVIDADA
128
MAPA Nº 5
C APÍTULO T ERCERO : L OS AYMARAS DEL NORTE DE C HILE
las ciudades y pueblos del desierto –por ejemplo, Pozo Almonte– o a los
puertos costeros más próximos –Arica e Iquique, principalmente. El tercio
restante mantendría su carácter rural, campesino comunero o minifun-
dista. La mitad de este último sector seguiría habitando la región altipláni-
ca fronteriza y ocupándose principalmente de la ganadería de camélidos,
en tanto que el resto se distribuiría en pequeños valles y quebradas pre-
cordilleranas –bajo los 3.500 m sobre el nivel del mar–, dedicándose al
cultivo agrícola dependiente del riego288. Lo anterior es fundamental para
comprender que los aymaras ya no son ni serán presumiblemente una
minoría rural; en contraparte y como segmento de población urbana de la
región de Tarapacá, no pueden sino entenderse como una realidad urba-
na289.
Por otra parte, uno de los problemas más graves que afecta a las co- 129
munidades aymara del altiplano, es la privatización y pérdida de sus aguas
ancestrales en virtud del Código de Aguas (D.F.L. N° 1.222) dictado por el
régimen militar en el año 1981. La aplicación de este Código en la zona
durante esos años permitió el desarrollo de un proceso de apropiación de
las aguas ancestrales de los aymaras por parte de compañías mineras, pri-
vando a sus comunidades de este recurso vital para el desarrollo de sus
actividades agrícolas, provocando impactos ecológicos en el desecamiento
de bofedales y acentuando la migración de sus habitantes290.
Las sucesivas políticas de chilenización que ignoraron el reconoci-
miento étnico han afectado profundamente a la sociedad aymara, tanto
en el ámbito cultural como económico. En la actualidad, producto de este
proceso, es posible distinguir dos segmentos diferenciados entre los ayma-
ras que aún habitan las zonas rurales:
a) Pastores agricultores del altiplano que trabajan en forma indepen-
diente y cuyo vínculo con el mercado regional es muy débil o prác-
ticamente inexistente. Tienen un arraigo a su identidad cultural e
instituciones tradicionales; se encuentran asentados en pequeños
caseríos y poblados dispersos, y conservan algunas funciones econó-
micas y sociales comunitarias.
b) Campesinos, pequeños propietarios agrícolas, parceleros de valles:
su producción agrícola está más vinculada a los mercados regionales
y entre ellos se relacionan por lazos parentales. Se encuentran locali-
zados en poblados, con una interacción de vecindad y con acceso a
mayores ingresos monetarios291. Estos agropastores andinos tienen par-
celas bajo riego y terrenos de secano en propiedad individual, mien-
288 Dominique Hervé y Antonia Urrejola. “La Legislación Indígena ...” Op. cit. p. 10.
289 Gundermann, Hans. “Sociedad Aymara y procesos...” Op. cit. p. 11.
290 Dominique Hervé y Antonia Urrejola. “La Legislación Indígena ...” Op. cit. p. 9.
291 Op. cit. p. 11.
LA MEMORIA OLVIDADA
“El proceso de desarrollo del Estado de Chile, se basa en ideas como el creci-
miento, la competencia, la acumulación de capital, la incorporación de tec-
nologías y el manejo de información. Si bien algunos hermanos han logrado
incorporar algunas de estas ideas, la mayoría de ellos que se mantienen en
sus comunidades de origen, son personas de edad vinculadas a prácticas tradi-
cionales de cultivo de la Pachamama. Para nosotros el concepto de desarrollo
occidental, con cualquier apellido que quiera ponérsele no refleja nuestro
pensamiento como Pueblo Aymara. Preferimos hablar de la “Suma Qamaña”,
el “vivir bien” en armonía. Esta idea es igual a la sumatoria crecimiento mate-
130
rial, más crecimiento espiritual, más gobierno de los ecosistemas293.”
ANEXO N° 3
LA VERDAD DEL PUEBLO AYMARA294
Los aymaras de las antiguas provincias de Arica y Tarapacá295, a diferencia de
nuestros hermanos que permanecieron en territorio peruano –o boliviano–, apar-
te del Estado colonial, hemos formado parte de dos Estados nacionales: Perú y
Chile. Del primero, entre 1821 y 1879, en el período comprendido entre el mo-
mento de su independencia de España y la Guerra del Pacífico; y, del segundo,
desde 1879 hasta hoy, luego de la definición de ese conflicto bélico y la conse-
cuente anexión de estas provincias a Chile, como país vencedor.
Producto de esta situación, hemos enfrentado no solo distintos contextos
sociales, económicos y políticos, de acuerdo a la impronta marcada por cada uno
de estos Estados y sus respectivas coyunturas históricas nacionales y regionales,
sino también, hemos debido de hacer frente a dos ideologías de forma diferente y
con definiciones distintas de sus “límites” y “soberanías”, frente a las cuales he-
mos debido de plantear modalidades particulares de inclusión o exclusión y, ade-
más, distintas estrategias para enfrentar las leyes y prácticas gubernamentales des-
tinadas a regimentar el acceso a nuestras propias tierras, necesarias para nuestra
reproducción económica, social y cultural o nuestra integración a la sociedad ma-
yor dominante.
de Trabajo Pueblo Aymara del Grupo de Trabajo Pueblos Indígenas del Norte, de la Comi-
sión Verdad Histórica y Nuevo Trato. Este informe se ha elaborado a partir de distintas
fuentes, como son documentos históricos elaborados por profesionales aymaras y no ayma-
ras a solicitud de la Comisión, aportes de las discusiones de las reuniones realizadas a la
fecha y testimonios personales de nuestros Jilatanaka (hermanos) y Kullakanaka (herma-
nas) referidos a acontecimientos históricos. En los RECONOCIMIENTOS al inicio de este libro se
señalan los nombres de los participantes de este subgrupo.
295 Estas dos provincias, además de un sector altiplánico de la antigua provincia de Tacna,
296 Este padrón fue publicado por Guillermo Durand (1977) y figura con el número 061 en
el Archivo Histórico de Hacienda; el correspondiente al de indígenas (número 0308 del
mismo depositorio) no es incluido por el editor por encontrarse en mal estado. Afortunada-
mente, actualmente existe una transcripción de este último rescatado por Héctor González
C. en el Archivo General de la Nación en Lima. En teoría estos padrones debían actualizarse
cada cinco años. G. Kubler (1952), que realizó un recuento demográfico para todo el Perú
entre 1795 y 1940 y utilizó este tipo de fuentes, menciona para Arica solamente dos Padro-
nes de Castas para 1827 (código 0136) y 1830 (sin número de catálogo y correspondiente a
Tacna). Para Iquique, en tanto, anota dos de Indígenas (códigos 0621 y 0308) y dos de
Predios e Industrias (códigos 0621, ambos) para los años 1839 y 1845, respectivamente. Los
de 1845 son los mismos utilizados o mencionados por Durand.
LA MEMORIA OLVIDADA
indígenas debemos traspasar las fronteras étnicas “fijas” que durante la colonia
sostuvieron la separación estamental entre indios y españoles. La segunda ofrece
una verdadera “reforma agraria”: para alcanzar el “progreso económico” los indí-
genas debemos convertirnos en pequeños propietarios, libres de ataduras corpo-
rativas (las “comunidades”) y de la intermediación (caciques u otras autoridades
nativas), que sostenían la “república de indios” (opuesta a la de los “españoles”)
durante el período colonial.
En 1821 José de San Martín decretó que los Indios eran “ciudadanos” de la
nación, que debían ser reconocidos como “peruanos”, abolió el tributo indígena y
prohibió estrictamente la sujeción de los indios a cualquier tipo de servidumbre
involuntaria. En 1824 Simón Bolívar declaró la disolución de las comunidades
indias en Perú, la entrega de las tierras a sus ocupantes de manera particular, la
venta de los terrenos de apropiación colectiva y la desaparición de los cacicazgos y
132 títulos nobiliarios de indígenas. (G. Figallo, 1994)
“...un intento por concientizar a la población local que obedece al deseo de reducir
por todos los medios posibles el contingente peruano, por aumentar y facilitar la soli-
daridad de la población local con la República chilena, reemplazando el patriotismo
peruano y engendrar en la población un espíritu patriótico favorable a Chile”.
“Transformación Religiosa y Desintegración de la Comunidad Aymara
Tradicional en el Norte de Chile”, Holos, Bonn, 1992, página 26
“Visto lo expuesto por el Gobernador con fecha 27 del mes precedido he venido en
acordar y prohíbese a todos los vecinos de Putre, Socoroma, Caquena y Parinacota el
pastisaje de sus animales en todos los terrenos de las serranías y planos de propiedad
fiscal. Los vecinos deberán solicitar el correspondiente permiso a la subdelegación”.
Decreto de la Subdelegación de Putre, del 6 de Octubre de 1911,
Archivo Museo San Miguel de Azapa, Arica. Citado por Patricio Tudela.
“Sírvase remitir a esta gobernación una lista de las propiedades fiscales que existen
en esa subdelegación ocupadas por funcionarios públicos y las que aún están des-
ocupadas especificando su ubicación, calidad aproximada y objeto a que se les des-
tina actualmente (...) De las propiedades que no están ocupadas Ud. se servirá
indicarme las personas, chilenas se entiende, a quienes se les puede entregar su
custodia y su cultivo (...) El infrascrito estima que hay conveniencia en que cada
funcionario público tenga una extensión de terreno fiscal para su cultivo y aprove-
chamiento...”
Documento Nº 988,
Carta del Gobernador de Arica, Luis Arteaga, dirigida al Subdelegado de Putre
Con fecha 6 de Noviembre de 1913. Archivo Museo San Miguel de Azapa, Arica.
Citado por Patricio Tudela.
“Yo hablo de mi experiencia en Visviri (frontera con Perú y Bolivia). Cuando hablá-
bamos aymara, los carabineros nos decían “se van a Bolivia o los matamos”.
Mis abuelos dicen que habían muchos abusos, “los carabineros mataban”, dicen que
en Ancopujo (Comuna de General Lagos) hay enterradas varias personas. Había
mucho sufrimiento, sobre todo cuando entregaron Tacna a Perú.”
Testimonio del Jilata Fortunato Manzano, de Visviri.
“Pienso que también existió la presión psicológica, ya que yo también viví esa época.
Por ejemplo, cuando éramos niños nosotros comíamos nuestra comida típica, el mote,
chuño, tostado, etc., pero cuando llegó el profesor llegó obligando a comer otras comi-
das como los “porotos”, diciendo que eso comían los chilenos no lo otro. También nos
obligaba a cantar cantos chilenos... con todo esto torturaban.
Uno andaba asustada, tenía miedo... yo creo que todavía existe esa presión.”
Testimonio de la Kullaka Gilda Palape, de Coscaya.
C APÍTULO T ERCERO : L OS AYMARAS DEL NORTE DE C HILE
297En Chile Domingo Faustino Sarmiento había ejercido la primera dirección de la escuela
normal, generando una gran influencia en el círculo intelectual progresista del país. Una de
sus opiniones es la siguiente:
“Países hai, donde como el Perú i Bolivia, la tribu salvaje está incorporada a la sociedad cristiana,
con su toldo en lugar de casa, con su idioma rebelde a la dilatación de la esfera de los conocimientos,
con su vestido secular que apenas cubre su desnudez orijinal, i con su destitución de todos los
medios que la civilización ha puesto en manos de los hombres para su mejora i bienestar. En otros
países como Chile i la República Arjentina, el salvaje, antiguo habitante de estas comarcas, ha sido
domesticado por la obra de tres siglos, desagregado de tribu, interpolado, mezclado en la sociedad
de orijen europea, i adquirido su idioma, sus usos, i los primeros rudimentos de la cultura; pero en
cambio ha transmitido a nuestras masas muchos de sus defectos de carácter antiguos, i muchos de
sus usos...” El monitor de las escuelas primarias, Tomo I n° 3, octubre 15 de 1852.
LA MEMORIA OLVIDADA
“...Las comisarías rurales dependientes de esta Prefectura, por intermedio de los se-
ñores oficiales a sus órdenes, han dictado conferencias en los centros obreros de las
oficinas salitreras, tratando de hacer entender el rol que corresponde a carabineros
en su misión fiscalizadora y procurando a la vez, un acercamiento con los elementos
en referencia e inculcándoles el amor patrio y el respeto hacia las autoridades y leyes.
Por otra parte, y en aquellos sectores del interior, donde todos sus habitantes
los constituyen indios sin las más rudimentarias nociones de civilización, los
carabineros, tanto con la palabra como con el ejemplo, están constantemente introdu-
ciendo en dicha gente, hábitos de higiene y de cultura en general...”
Memoria de Oficinas Públicas Archivo Intendencia Tarapacá.
136
9º La “igualdad jurídica” como elemento homogeneizador de la socie-
dad chilena.
En el período que va de 1883 a 1929, la población indígena de Arica y Tarapa-
cá no gozó de una condición jurídica especial. Se aplicó un criterio de “igualdad
jurídica” con la consecuencia evidente de que no se nos concedió reconocimiento
legal a nuestros derechos ancestrales sobre las tierras y los recursos de que dispo-
níamos desde tiempos inmemoriales. En 1911 nuestras tierras fueron consideradas
como propiedad fiscal, en aquellos casos en que no existía escritura (terrenos
comunitarios asociados a la iglesia), decisión que se enmarcaba en una suerte de
discriminación sistemática que buscaba favorecer a los colonos chilenos venidos
desde el sur298. En alguna medida esta disposición afectó las bases de la estructura
comunitaria, ya que desencadenó un proceso de inscripción ante el Registro de
Propiedades de la Gobernación y la privatización del recurso comunitario299.
Arica“. Revista Chungará, Universidad de Tarapacá, Arica. 1985, N° 15; pp. 152-157.
C APÍTULO T ERCERO : L OS AYMARAS DEL NORTE DE C HILE
“Acuso recibo a su oficio Nr. 1 del corriente y cuaderno adjunto que contiene sumario
levantado por el sçSr. Juez de esa subdelegación, para establecer los delitos cometidos
por Antonio Mollo y otros, que han pretendido adueñarse de los terrenos de propie-
dad fiscal... Entretanto proceda ud. a dar estricto cumplimiento a la siguiente orden:
Expulsar con la fuerza pública, si hubiera resistencia, a todo ocupante de propieda-
des fiscales que no exhiba el permiso del Gobierno para dicha ocupación. Procederá
también a destruir todo trabajo, obra o sembrío que se hubiere hecho en las propie-
dades, sin el permiso correspondiente”.
Doc. 161 de la Gobernación de Arica.
Carta del Gobernador Luis Arteaga al Subdelegado de Putre, con fecha
20 de febrero de 1914, Archivo Museo San Miguel de Azapa, Arica.
Citado por Patricio Tudela, 1992, pág 32.
“...pero hoy nuevamente es ocupada por otra hija de este mismo, llamada Francisca,
quien en compañía de la mujer de este Marcelo fueron a ese terreno con ganado; y
habiéndose expresado de que ellos no hacían caso al Inspector porque él no era auto-
300 Ver, por ejemplo, Carta del Inspector del 3er. Distrito, Caquena, Sr. Emiterio C. Medina,
del 27 de Febrero de 1907, dirigida al Subdelegado de Putre, Hemilio Herrera. Doc. nr. 161
de la Gobernación de Arica, del 20 de Febrero de 1914, dirigida al Subdelegado de Putre.
Carta del Oficial del Registro Civil de Putre, del 10 de Junio de 1914, dirigida al Gobernador
de Arica. Doc. nr. 883 de la Gobernación de Arica, del 30 de Julio de 1914., entre otros.
Archivo Museo de San Miguel de Azapa, Arica.
LA MEMORIA OLVIDADA
ridad y en otros términos que es un perro y más porque dice que son espaldeados por
el Sr. Antonio Mollo, quien les ha dicho que tomen posición, diré a Ud. que es preciso
que se castigue como manda la ley”.
Carta del Inspector Interino de Caquena, Alfonso Aranda,
al subdelegado de Putre, dirigida el 1 de agosto de 1914,
Archivo Museo San Miguel de Azapa, Arica.
301 La importancia del orégano para exportación persiste. Por ejemplo, entre 1965 y 1978
actualmente individual, es divisible por herencia y compra de acuerdo con las leyes chile-
nas vigentes, aunque hace años se observó una preferencia por el hijo mayor. Están inscri-
tas sólo el 50 % de las propiedades; aún hay casos de comunidades y donde entre a actuar,
LA MEMORIA OLVIDADA
ri…”, p. 44.
C APÍTULO T ERCERO : L OS AYMARAS DEL NORTE DE C HILE
308 Estimación realizada por van Kessel, “Los aymaras contemporáneos de Chile...”, p. 11.
309 Tudela, Patricio. “Transformación religiosa y desintegración...”, p. 18. (Cuadro N° 4)
310 Hacia 1985 se calcula que la población aymara que reside en sectores urbanos es casi el
triple de la población residente en el sector rural. Gundermann, Hans & Cornelio Chipana.
“Antecedentes sobre la familia aymara y su rol de socialización en un proceso de aculturi-
zación“. Documento de Trabajo. Universidad de Tarapacá, Arica. 1986, p. 17.
311 La primera corriente migratoria es el traslado de la población hacia los centros mineros
de la pampa. Ello ocurre especialmente desde el siglo pasado hasta 1930 (Kessel, Juan van.
Holocausto al progreso. Los aymara de Tarapacá. CIEDLA, Amsterdam. 1980 pp. 31-34 y 241-
249). Esta emigración hacia pisos ecológicos más bajos condujo a una fuerte disminución
de la población joven masculina en las comunidades del sector.
312 González, Sergio. “Cochabambinos de habla quechua en las salitreras de Tarapacá (1880-
1930)”. Revista Chungará, Universidad de Tarapacá, Arica. Vol 27, N° 2, 1995, pp. 135-151.
313 Wormald, Alfredo. “El mestizo en el Departamento de Arica”. Anales de la Universidad del
315 Alvarado, Luis. La vida rural en el altiplano chileno. ICIRA, Santiago. 1970, p. 78.
316 Baehr, Jürgen. “Migration im Grossen Norden Chiles“. Bonner Geographische Abhandlun-
gen Nº 50. 1975, p. 286.
317 El descenso de la población en localidades precordilleranas (Codpa, Camiña, Sibaya,
y altiplánico de Arica y plasma sus impresiones sobre los cambios demográficos en la si-
guiente cita: “Sólo el ferrocarril, construido entre 1906 y 1913, está permitiendo un mayor
contacto con la costa; hasta donde hoy emigra gran parte de la población joven. En todo
caso, puede decirse que los elementos blanco-mestizos chilenos están allí representados por
los funcionarios públicos, profesores y carabineros. Es indudable que la integración es len-
ta, y en las áreas de bofedales hay evidentes contactos entre los pastores altiplánicos de éste
y del otro lado de la frontera, que por otro lado está muy lejos de constituir una barrera
física o cultural”, Concha, Manuel. “Establecimientos humanos...”, p. 61.
319 Por ejemplo, entre 1965 y 1976 la superficie de tierras cultivadas se reduce de 2.729 ha
a 1.566 (-42,6%) en el sector rural del Depto. de Arica en parte debido a la emigración de la
población hacia la ciudad.
320 Baehr, Jürgen. “Migration in Grossen Norden...,1975, p. 121. Un estudio más reciente
confirma lo señalado para décadas posteriores. Por ejemplo, ver Guerrero, Víctor. “Trans-
formaciones en los asentamientos humanos rurales: El caso de Iquique”, p. 9.
C APÍTULO T ERCERO : L OS AYMARAS DEL NORTE DE C HILE
322 Ramírez, Julio. Por la pampa adusta, notas e impresiones. Santiago, 1927, p. 175.
323 Salinas, Javier. ”La comunidad andina“. Documento de Trabajo. Taller de Estudios Ayma-
ras, TEA. Arica. Ms. p. 6.
324 Provoste, Patricia. “Diferenciación e integración social en el altiplano chileno”, América
Arica, ver Tudela, Patricio. “La religión tradicional entre los aymaras de Arica”. Revista Chi-
lena de Antropología, N° 15 (1999-2000) Santiago, 2001, pp. 99-118.
C APÍTULO T ERCERO : L OS AYMARAS DEL NORTE DE C HILE
326 Ya en 1885 se fundan los primeros centros educacionales chilenos en áreas urbanas:
Tacna (1885); Iquique (1886) y Antofagasta (1888), y se señala que “queda prohibida la
enseñanza de las jeografías descriptivas por el texto publicado en Lima (...) bajo apercibimiento de una
multa de $ 50 pesos a los infractores i sin perjuicio de las otras medidas a que hubiere lugar”. Notas
de la Intendencia de Tacna 1885 (Archivo Vicente Dagnino, Univ. de Tarapacá, Arica). El
Doc. nº 376 del Ministerio de Interior dirigido a la Intendencia de Tarapacá, con fecha 28 de
enero de 1915, describe el Decreto de Ley 2977 que identifica las fechas de celebración más
importantes que deben respetarse estrictamente en la región (Archivo Diócesis de Iquique).
La anterior ordenanza es reiterada años después en el Doc. nº 930 de la Gobernación de
Arica dirigida a los establecimientos de enseñanza del Departamento, el 9 de diciembre de
1921, que reproduce el Decreto 5582, del 31 de octubre de 1921. (Archivo Municipal de
Arica) Respecto a los contenidos de la enseñanza en décadas posteriores, ver la interesante
descripción que nos aporta González, Sergio, en “El poder del símbolo en la chilenización
de Tarapacá...”, p. 36.
LA MEMORIA OLVIDADA
ción) que habían aplicado desde comienzos de siglo, el análisis del desarrollo de la
infraestructura escolar en Arica y Tarapacá muestra que –a pesar de que el núme-
ro de establecimientos educacionales rurales no aumenta entre 1935 y 1950– la
instrucción escolar continuó siendo la principal herramienta para inculcar el na-
cionalismo chileno y el desarraigo del conocimiento tradicional de las generacio-
nes jóvenes (Cuadro N° 1). Desde 1950 hasta 1969 ocurre el máximo esfuerzo por
extender la instrucción escolar a todos los sectores de la región.
El programa educacional se inserta en una estrategia que busca el desarrollo
de las comunidades aymaras de la región integrándolas a la sociedad chilena. Sin
embargo, a raíz de las ideas asociadas a este concepto, la comunidad experimenta
un quiebre de las instituciones de socialización tradicional, produciéndose un pro-
ceso de diferenciación institucional. Al interior de la comunidad el rol educador
es asumido por docentes bajo contrato, como ocurrió en 1950 en Guallatire. La
146 contratación de profesores para que asumieran plazas en escuela que los mismos
aymaras habían organizado, habla de cómo la demanda de una educación occi-
dental se hizo durante esta etapa parte de la propia comunidad de Arica y Tarapa-
cá327. Antes, en la década del cuarenta y del cincuenta –cuando no había profe-
sor– generalmente Carabineros de Chile desempeñaba esta tarea.
Desde un punto de vista étnico, no hay duda del impacto negativo de la
escuela en la comunidad aymara. En un primer momento, el problema deriva de
la coexistencia de dos sistemas educacionales cuyos orígenes, orientación y pro-
pósitos (finalidad) son diferentes y la violencia simbólica con que se imparte
el saber occidental-chileno. Ello se expresa en diversos aspectos, desde la
imposición de la lengua hasta la no-valoración de lo andino, desde un rol
de menor relevancia de la familia en la socialización hasta la orientación
citadina.
Las diferencias entre ambas formas de socialización son indiscutibles y enor-
mes: mientras que en el primer caso se trata de una socialización dirigida a la
comunidad, en el segundo caso es una socialización orientada a la sociedad chile-
na. La función de la primera es mantener y fortalecer la integración social a través
de la enseñanza de valores de interés comunitario, como la reciprocidad y la com-
plementariedad, la religión y cosmovisión aymara-andina, cuyos contenidos se
relacionan con el hábitat tradicional, buscando la integración tecno-funcional del
niño-joven al núcleo familiar y la comunidad por medio de la observación y la
repetición de conductas y del empleo de la lengua materna. Sin duda, este sistema
tradicional de educación era eficaz a la hora de recrear y reproducir la organiza-
ción político-social, la tecnología y la economía andina. En el segundo caso, la
escuela busca generar y garantizar la integración a la sociedad chilena a través de
la enseñanza de valores occidentales, como son el amor a la patria, el respeto a las
autoridades civiles y políticas, integrando conceptos relacionados a la vida en la
ciudad y orientados a hacia el desempeño de un rol especializado en el contexto
de la vida al interior de la sociedad chilena. Esto se logra a través de una técnica
de adiestramiento en un tiempo creado y especializado para esta función (unida-
327 González, Sergio. “Civilizando al yatiri....”, p. 51; y, también, Gundermann, Hans. “La
Los efectos del sistema escolar chileno entre los aymaras se pueden dimen-
sionar en dos planos: en lo ideológico y en lo social. En el primer caso, los conte-
nidos de la instrucción conducen a una crisis ideológica, por la influencia del
nacionalismo, desarrollismo y positivismo328. El conocimiento científico hace que
los jóvenes adquieran una racionalidad diferente y perciban la realidad de mane-
ra más secular o desacralizada. Lo anterior es experimentado con menos conflic-
tos en el caso de los jóvenes católicos. Los jóvenes en general están abiertos a
asumir las “verdades” que transmite la enseñanza escolar. Lo anterior pone en
evidencia cómo por medio de la instrucción escolar la visión religiosa, que conci-
be la realidad de manera distinta, compite con una concepción y racionalidad
secular, perdiendo vigencia en su función cognitiva, como modelo explicativo. La
mayoría de los jóvenes ya no creen en las explicaciones de los ancianos. Su acti-
tud frente a la tradición religiosa andina es de descrédito, la visión religiosa andi-
na no logra la hegemonía ideológica que antes poseía.
Por otra parte, en la conducta y la identidad de los aymaras se puede observar
un segundo efecto de la instrucción escolar. Atendidos los contenidos de los progra-
328 Kessel, Juan van. Holocausto al progreso. Los aymaras de Tarapacá. CEDLA, Amsterdam,
1980, p. 339. Un estudio posterior confirma la ausencia de “lo aymara” en los textos esco-
lares utilizados por alumnos entre 11 y 14 años en el período 1960-1990. Ver Slootweg,
Johanna. “Los olvidados y los más olvidados en el libro escolar: Currículum en perspectiva
de género: La presencia de Hombres y Mujeres Indígenas chilenos en los Textos Escolares
utilizados por alumnos entre 11 y 14 años de edad entre el período de 1960-1990”. Tesis de
Magíster en Educación, Universidad de Tarapacá, Arica, 1998.
LA MEMORIA OLVIDADA
“Es así como me encontré en esta región chilena, con pueblos que muestran signos
evidentes de retraso social, cultural y económico. La falta de una carretera para
329 Roberto Munizaga en 1954 afirmaba que la escuela está para transmitir “la imagen de lo
que es un buen chileno y, al mismo tiempo, el sistema de principios y la tabla de valores que definen lo
más preciado de la vida chilena, ejemplificado en lo que es el chileno del mar, de la montaña, del
campo y la mina, de la industria y del esfuerzo bélico, el chileno del laboratorio y del libro”. Principios
de Educación, Edit. Universitaria, Santiago, 1954.
330 Ver, por ejemplo, documento de 1945, que describe la celebración del 21 de mayo en
Pachica, presentado por González, Sergio, en “El poder del símbolo en la chilenización de
Tarapacá....”, pp. 36-37.
331 González, Sergio. “El poder del símbolo en la chilenización de Tarapacá....”, pp. 15 y ss.
C APÍTULO T ERCERO : L OS AYMARAS DEL NORTE DE C HILE
vehículos motorizados que una directamente a Putre con el puerto, impide el acceso
de embajadas de agricultura, que podrían operar un cambio fundamental en la
ideosincracia de estos pueblos, aparte de que operarían positivamente contra las in-
fluencias perturbadoras de países fronterizos tan perjudiciales para el sentido de
chilenidad que queremos hacer prevalecer en toda la zona”
Carta de Rodolfo Tejerina, Subdelegado de Putre,
al Gobernador Provincial, dirigida el 31 de Octubre de 1950.
332 “Conozco personalmente a nuestras provincias del norte; he visto de cerca la ruda vida del traba-
jador de la pampa; he admirado su espíritu heroico y sufrido y he soñado siempre que algún día será
posible cambiar la totalidad de su existencia, introduciendo en ella factores que la hagan menos áspera
y más acogedora y más humana”; 30 de marzo de 1951.
333 “Conociendo el progreso técnico alcanzado en la creación de grandes centrales hidroeléctricas en
Chile y Estados Unidos, abrigo la seguridad de que será posible traer a nuestro país la energía eléctri-
ca… y aprovechar así toda el agua subterránea de las provincias del norte, las cuales podrán algún día
transformarse en una moderna California. Se que las aguas del altiplano esperan el impulso que las
haga fecundas y permita también la riqueza y abundancia, lo que hoy sólo es un desierto estéril… Se
abre adelante de nosotros una nueva era de prosperidad, no sólo para Chile, sino para Bolivia y el
Perú. Para Chile el aprovechamiento de la fuerza hidroeléctrica de los lagos no sólo da la posibilidad
de irrigar las áridas tierras... proporcionar energía abundante al cobre y al salitre; disminuyendo los
costos de producción sino es fundamentalmente indispensable para crear la industria química pesa-
da...”; 30 de marzo de 1951.
334 Al visitar la zona en 1955, el geólogo Manuel Concha señala: “El carácter, en general, del
área se asienta en una indudable tradición que no ha podido ser vencida por diferencias apreciables en
lo que se refiere al mejoramiento del grado cultural en función del área y de la facilidad de las comu-
nicaciones con el resto del territorio ariqueño. Es allí de fácil comprensión la absoluta necesidad de
ligar los establecimientos altiplánicos a los centros poblados agrícolas por vías más expeditas...”. Con-
cha, Manuel “Establecimientos humanos...”, pp. 80-81.
LA MEMORIA OLVIDADA
335 Por ejemplo, el Programa de la Junta de Adelanto de Arica consignaba, entre sus prin-
Arica (JAA), “Estrategias de desarrollo del interior y el altiplano de las provincias de Tara-
pacá y Antofagasta”, ODEPLAN, 1972 y “La vida rural en el altiplano chileno”, ICIRA,
1970.
337 Pérez, Eduardo. “Políticas de desarrollo en la zona del interior y altiplano: Tarapacá-
mirada se acompaña de la primera iniciativa legal durante ese siglo que busca
otorgar nuevos derechos y reconocer la deuda pendiente con los pueblos indíge-
nas en nuestro país339.
Con la implementación de asistencia técnica (en la crianza y salud de los
camélidos, el mejoramiento de los cultivos, etc) se populariza la idea de que la
tecnología del mundo moderno es más eficaz que el rito andino ancestral. En este
contexto, los ritos propiciatorios pierden importancia. Por otra parte, la radio y
luego la televisión acercan el hombre andino a la vida moderna y secular.
Hoy, la política económica del Estado y su vinculación a los procesos de
globalización es un ejemplo más que dicha política no toma en cuenta nuestras
realidades particulares. Por ejemplo, el Acuerdo de Complementación Económica
Chile-Perú, como otros acuerdo han sido perjudiciales por la mirada global que
ha hecho el gobierno y que en definitiva perjudica a nuestras comunidades. A
partir de dicho acuerdo hoy ingresa orégano peruano más barato y se exporta al 151
mundo como orégano chileno, teniendo esta situación a las comunidades cordi-
lleranas productoras de orégano en una situación catastrófica, puesto que dicho
producto representa la principal fuente de ingresos para ellas.
152
C APÍTULO C UARTO : L OS ATACAMEÑOS DE LOS OASIS DEL DESIERTO
CAPÍTULO CUARTO
* Este capítulo para su redacción y supervisión contó con la colaboración de los profesores
señor Lautaro Núñez y Jorge Hidalgo, Premios Nacionales de Historia (2003), José Luis
Martínez y Hans Gundermann y, especialmente, del Subgrupo atacameño, cuyas conclu-
siones y análisis se encuentran incorporados al texto.
340 Corresponde al segmento más meridional de lo que la arqueología andina ha denomi-
nado como “Área Centro-Sur Andina” y que se extiende aproximadamente por todo el
macizo altiplánico y sus vertientes amazónica y oceánica. (Martínez, José Luis. Pueblos del
Chañar y el Algarrobo. Los atacamas del siglo XVII. Ediciones DIBAM. Colección Antropología.
Santiago. 1998. p. 25.)
341 Martínez, José Luis. “Acerca de las Etnicidades en la Puna Árida en el siglo XVI”. En S.
154
MAPA Nº 6
C APÍTULO C UARTO : L OS ATACAMEÑOS DE LOS OASIS DEL DESIERTO
excedentes –productos del mar secos y/o salados, conchas, guano– inter-
cambiables por otros recursos y bienes de las tierras altas342.
Durante el siglo XVI, la población indígena presente en Cobija fue de-
nominada indistintamente: camanchacas, urus, proanches y changos. Lo-
zano Machuca hace referencia a los urus de Cobija en el año 1581, afirman-
do que en la “ensenada de Atacama, ques donde está el puerto, hay
cuatrocientos indios pescadores urus (...)”. El empleo de este término en la
documentación colonial del siglo XVI para referirse a los distintos grupos de
pescadores de la costa del océano Pacífico, de Arica hacia el Sur, se debería
más bien a una extensión semántica peyorativa destinada a describir “gru-
pos inferiores”, y no necesariamente emparentados étnicamente con las
poblaciones lacustres del altiplano343. En cuanto a la voz camanchaca, al
parecer una de las primeras menciones proviene de Francis Drake en el año 155
1578, haciendo referencia a los habitantes de la costa de Copiapó344; sin
embargo, más específica es la información de Juan Segura del año 1591, al
señalar a camanchacas de Cobija, denominación que siguió en uso hasta
mediados del siglo XVII345. En esta misma centuria, el apelativo de proan-
ches los identifica como originarios de Copiapó y Morro Moreno, aunque
inscritos en partidas de bautismo y matrimonio de Cobija. En este mismo
siglo se empieza a usar la denominación de changos, la que, a partir de
1665, es la única que permanecerá vigente para identificar a las poblaciones
de Cobija y de Copiapó hasta el siglo XIX346.
Sin embargo, no se puede descartar la posibilidad de que esta diver-
sidad de nombres étnicos de los grupos de pescadores de la costa de Ataca-
ma pudiera deberse a que, efectivamente, se tratara de agrupaciones dis-
tintas, así como que correspondieran a distintas especializaciones en la
pesca y recolección marina, o a categorías clasificatorias sociales o cultura-
les, independientemente de su origen étnico e impuestas –por otros– a
grupos considerados marginales347.
342 Bittmann, Bente. “Interrelaciones étnicas establecidas a lo largo de la costa del norte de
Chile y sur del Perú en el contexto de la colonia”. Estudios Atacameños Nº 7, pp. 443-454.
Universidad del Norte. San Pedro de Atacama. 1984.
343 Wachtel, Nathan. “Hommes d’eau: le problème Uru (XVI-XVII siècle)”. Annales E.S.C.
33 année, N° 5-6, pp. 1127-1159. París. 1978; citado en: Martínez, José Luis. Pueblos del
Chañar... Op. cit. p. 64.
344 Bittmann, Bente. “Cobija y alrededores en la época colonial (1600-1750)”. Actas de VII
Congreso de Arqueología de Chile, Volumen II, pp. 327-356. Ediciones Kultrún. Santiago. 1979.
p. 339.
345 Martínez, José Luis. “Información sobre el comercio de Pescado entre Cobija y Potosí,
hecha por el corregidor de Atacama, Don Juan Segura (19 de julio de 1591). Cuadernos de
Historia N° 5, pp. 161-171. Departamento de Ciencias Históricas. Facultad de Filosofía, Hu-
manidades y Educación. Universidad de Chile. Santiago. 1985. p. 164. Bittmann, Bente.
“Cobija y alrededores...” Op. cit., p. 339. El Libro de Varias Ojas sitúa a los camanchacas en
Tocopilla, Cobija y Chiuchiu (Martínez, José Luis. Pueblos del Chañar... Op. cit. p. 66)
346 Libro de Varias Ojas, en: Casassas, José María. La región atacameña en el siglo XVII. Univer-
348 Hidalgo, Jorge y José Luis Martínez (Eds.). “Padrón y Revisita de Atacama del Corregi-
dor Alonso de Espejo, ordenada por el virrey Duque de la Palata”. 1683. Transcripción de
Jorge Hidalgo, Nancy Hume, María Marsilli y Rebeca Correa. Estudios Atacameños Nº 10,
pp. 79-124. Universidad Católica del Norte. San Pedro de Atacama. 1992. p. 79.
349 Martínez, José Luis. Pueblos del Chañar... Op. cit. pp. 74, 78, 79.
C APÍTULO C UARTO : L OS ATACAMEÑOS DE LOS OASIS DEL DESIERTO
sobre “un grupo llamado atacamas. La forma más usual de referirse a los habitantes de ese
territorio es la que antepone al nombre la preposición posesiva “de”. Por ejemplo, los habi-
tantes de Atacama, del valle de Atacama, etc. Ya en el siglo XVII se consolida o populariza el
empleo de la entidad atacamas en la documentación colonial. Ver José Luis Martínez. Pue-
blos del Chañar...” Op. cit. pp. 68, 69.
LA MEMORIA OLVIDADA
158
MAPA Nº 7
C APÍTULO C UARTO : L OS ATACAMEÑOS DE LOS OASIS DEL DESIERTO
355 Fernández de Oviedo, Gonzalo. Historia General y Natural de las indias, Islas y Tierra
Firme del Mar Océano. Colección de Historiadores de Chile. Tomo XXVII. Santiago. 1902
(1557). p. 247.
356 Martínez, José Luis. “Acerca de las Etnicidades...” Op. cit. p. 39.
357 Hidalgo, Jorge. “Fechas coloniales de fundación de Toconao y urbanización de San
petición de Juan Velázquez Altamirano por haberse apaciguado los indios del valle de Ataca-
ma en el Perú (1557)”. AGI Patronato 188 Nº 4, 4 fs. Año 1557. Transcripción de José Luis
Martínez. Estudios Atacameños Nº 10, pp. 12-15. Universidad Católica del Norte. San Pedro de
Atacama. 1992. Respecto de las razones que hubo para pactar, véase: Martínez, José Luis.
“Información sobre el comercio...” Op. cit. pp. 169, 170. Timmermann, Freddy. “El poder
español en el desierto de Atacama. Siglo XVI”. Boletín de Historia y Geografía N° 16, pp. 29-48.
Universidad Católica Cardenal Raúl Silva Henríquez. Santiago. 2002. pp. 32, 33, 47.
359 Hidalgo, Jorge. “Fechas coloniales...” Op. cit. p. 256.
LA MEMORIA OLVIDADA
360 Martínez, José Luis. “Expediente sobre lo actuado...” Op. cit. pp. 12-15.
361 “El control europeo en Humahuaca (Tucumán) no fue sino hasta la prisión de Viltipoco
en 1595 que se pudo pacificar la quebrada y sus alrededores. La ciudad de La Serena fue
quemada por “indios diaguitas” como señalaran los documentos de esa época y en la selva
del valle de Copiapó (San Juan de la Selva) la población local se refugió durante largos
años, oponiéndose al dominio español. En la otra vertiente de la Cordillera, en los valles
calchaquíes, la resistencia antieuropea se prolongó hasta avanzado el siglo XVII. Todo esto
fue, hasta muy tarde, una zona de guerra o frontera de la misma”. (Martínez, José Luis.
“Esquema General Atacamas Collas”. Documento de Trabajo Interno. Comisión Verdad His-
tórica y Nuevo Trato. Santiago 2002. p. 31. Hidalgo, Jorge. “Fechas coloniales...” Op. cit.
p. 258.
362 Probablemente, en la medida que el área en su conjunto se fue pacificando, los españo-
les se establecieron en San Pedro. Hidalgo, Jorge. “Fechas coloniales...” Op. cit. p. 257. Sin
embargo, “pronto se quebró el reposo del desierto porque en 1563 ya se prevenía en el Perú
que la ruta de los despoblados que conducían a Chile, imperaba el indio de contienda”
(Téllez, Eduardo. “La guerra del siglo XVI: implicancias y trascendencia de un siglo de insu-
rrecciones indígenas en el despoblado de Atacama”. Estudios Atacameños Nº 7, pp. 399-421.
Universidad del Norte. San Pedro de Atacama. 1984. p. 414.)
363 Hasta la Independencia en el año 1825. Hidalgo, Jorge. “Incidencias de los patrones de
poblamiento en el cálculo de la población del Partido de Atacama desde 1752 a 1804. Las
revisitas inéditas de 1787-1792 y 1804”. Estudios Atacameños Nº 6, pp. 53-111. Universidad
del Norte. San Pedro de Atacama. 1978. p. 56.
364 Documento presentado en: Téllez, Eduardo y Osvaldo Silva G. “Atacama en el siglo
365 Que muy probablemente disponía del cargo de Corregidor. (Martínez, José Luis. “Infor-
vecino de la Plata (Charcas), sobre el derecho a una encomienda que tenía su mujer, doña
Teresa de Avendaño en los indios de Atacama, cuyo pueblo permutó por otro, a causa de haber
querido el virrey, Marqués de Cañete, fundar allí una población para poderse comunicar con
Chile”. BNBA. Colección García Viñas. Documento 1400, 90 págs. Año 1562. Transcripción de
G. García Viñas. Estudios Atacameños N° 10, pp. 16-29. Universidad Católica del Norte. San Pedro
de Atacama. 1992. pp. 24, 25. Timmermann, Freddy. “El poder español...” Op. cit. p. 40.
LA MEMORIA OLVIDADA
la dicha prouincia [de Atacama] (...) y ansi mismo uos encomiendo los yn-
dios que estan en el puerto del dicho ualle de Atacama (...)”369.
El tráfico de pescado reseñado más arriba será una de las primeras
manifestaciones de la arriería colonial, porque el tráfico caravanero de los
productos marinos se incorporó tempranamente en los circuitos mercan-
tiles370, tal como queda de manifiesto con las acciones de Velázquez. Así,
la población de Atacama en el siglo XVI transitará desde el tráfico carava-
nero tradicional al arrieraje colonial. La integración de esta actividad a sus
estrategias andinas les permitirá reproducir sus patrones de movilidad,
circulación de una variedad de recursos locales, y continuidad en los cir-
cuitos de tráfico interregional371.
Respecto de la población de la provincia de Atacama, no se disponen
162 de datos certeros; sin embargo, se han sugerido desde unos 700 hombres
de guerra –que multiplicado por cinco miembros que conforman aproxi-
madamente una familia, serían 3.500 habitantes– en el año 1535, unos
1.000 indios solo en el Pukara de San Pedro de Atacama –1540– a 2.000
indios en 1581, los cuales se encontraban en una zona bastante exten-
sa372; por lo que provocó un gran impacto las reducciones toledanas. El
virrey, entonces, hace de las reducciones el eje de su política indígena373.
El proceso reduccional se desarrolló como un intento de transformación
del orden espacial indígena por uno nuevo que posibilitaría la implemen-
tación del proyecto hispano en sus dimensiones de control cultural, eco-
nómico y político. La base programática de la reducción se resume en la
siguiente frase de Francisco de Toledo: “para deprender a ser cristianos,
tienen [los indios] primero necesidad de saber ser hombres y que se les
introduzca el gobierno y modelo de vivir político y razonable”.
De este modo sobresalen los criterios europeos ligados a un concepto de
vida urbana, porque lo que se quería transmitir era la cualidad de la policía
que implicaba un conjunto de comportamientos relacionados con conceptos
europeos de vida civilizada –hábitos de vestimenta, higiene, etc.–374.
369 Con ello, pareciera desprenderse que los grupos costeros fueron ‘pacificados’ y reduci-
dos con posterioridad a los que poblaban los valles y oasis del interior. Martínez, José Luis.
Pueblos del Chañar... Op. cit. pp. 62, 63.
370 Martínez, José Luis. “Adaptación y cambio en los atacameños: los inicios del período
colonial. Siglos XVI y XVII”. Andes N° 3, pp. 9-25. Instituto de Estudios Contemporáneos.
Santiago. 1985. pp. 16-18.
371 Sanhueza, Cecilia. “Tráfico caravanero y arriería colonial en el siglo XVI”. Estudios Ata-
cameños N° 10, pp.169-182. Universidad Católica del Norte. San Pedro de Atacama. 1992.
pp. 173, 180.
372 Cifras de Oviedo, Bibar y Sande, respectivamente. En: Hidalgo, Jorge. “Culturas y etnias
Pero por sobre todo implicaba vida urbana, bajo una forma de go-
bierno legítima, o sea, vida en ‘república’. Para que los indios estuviesen
en policía era necesario que viviesen en pueblos según el modelo colonial
–pueblos nucleados, con organismos municipales, y con calles y plazas
trazadas según el modelo del damero– de manera que estuviesen “... sus
repúblicas fundadas y se gobiernen entre sí, dándoles ordenanzas y mane-
ra de vivir”375.
Al menos en Chiuchiu y Toconao, hubo un proceso reduccional. Este
modelo formal de organización urbanística confrontó dos formas de per-
cibir, organizar y significar el espacio: indígena e hispana. Asimismo, la
reducción se organizó para crear una visibilidad general ya que el damero
permitía una vigilancia visual o panóptica, que posibilitaría la erradica-
ción de ciertas prácticas proscritas como contrarias a la policía y a la cris- 163
tiandad. Además, la organización urbanística buscaba controlar y encau-
zar la circulación de la población según rutas que convergían en el conjunto
iglesia-plaza-atrio, fomentando una evangelización verbal y visual376. En
cada pueblo, junto a un cacique que gobernaba a los indígenas –descen-
diente de los gobernantes prehispánicos–, se creaba un cabildo –consejo
municipal. Vivían dependientes de los productos de la tierra, empero bajo
los efectos negativos de la guerra, flujos migracionales y los colapsos bioló-
gicos derivados de las nuevas enfermedades, por lo que la población debió
disminuir en un número importante377. Sin embargo, a pesar de la presión
colonial, la estructura de los ayllos no se derrumbó con la conquista.
Finalmente, este territorio fue penetrado y transitado, pero no so-
metido sino hasta fines del siglo XVI. En tal sentido, se considera un caso
de “conquista retardada” en la periferia árida del Perú, Charcas y Chile378.
En algún momento del siglo XVII, el empleo del nombre “atacama”
como propio de los nacidos en ese corregimiento colonial, se consolida en
la documentación de la época hispana. Los atacamas constituían un grupo
étnico que habitaba un territorio cuyos centros eran las dos hoyas hidro-
gráficas de la región. Ocupaban de preferencia los oasis de altura, las que-
bradas y algunos sitios de la puna379. Atacama la Baja del siglo XVII pre-
sentaba un escenario de multietnicidad. (Ver Mapa Nº 8).
El corregimiento de Atacama fue dividido administrativamente en dos
sectores con sus respectivas doctrinas: Atacama la Baja y Atacama la Alta.
En el año 1611 ya se mencionaban estas dos parroquias, la primera se ubi-
caba en la cuenca del río Loa y su centro político y económico era San
Francisco de Chiuchiu; y, la segunda, en la hoya hidrográfica del salar de
Atacama con San Pedro de Atacama como cabecera380. (Ver Mapa Nº 8)
El Duque de La Palata Melchor Navarro decidió realizar un censo ge-
neral que incluyera también las provincias no afectas a la mita, como era el
caso de Atacama. En 1683 se ordenó el levantamiento del censo de pobla-
ción, cuyo propósito “... fue numerar a los indígenas en su lugar actual de
164 residencia para obligar a los forasteros a compartir el peso de la carga fiscal
con los originarios”381. Este padrón permitió reconstruir un panorama de la
dispersión de la población a través de las siguientes categorías: “1) tributa-
rios presentes; 2) tributarios ausentes que pagan tasas; 3) tributarios ausen-
tes que van y vienen; 4) tributarios ausentes que no se sabe dónde residen
y son los únicos que no pagan tasas”382. De todo ello, se desprendió que un
alto número de atacameños –de los tributarios de Atacama la Alta–, vivía
fuera de Atacama en ese año –Sur Bolivia, Noroeste argentino–, sin embar-
go continuaban pagando su tasa tributaria al cacique de su ayllu383. Esto
quiere decir que la mitad de la población masculina adulta, mujeres y fami-
lias se encontraba en territorios distantes de sus núcleos de origen, en luga-
res que correspondían a la jurisdicción de otros corregimientos y, por tanto,
a territorios en los cuales también estaban presentes otras unidades étnicas.
Así se registraron desplazamientos, permanentes o transitorios, de origina-
rios de Atacama a Chichas, Lípez, Tucumán y Tarapacá, “... lo que permite
percibir la magnitud e importancia de estas áreas como zonas de atracción y
de interdigitación interétnica384”.
379 Martínez, José Luis. Pueblos del Chañar... Op. cit.: 69. Recuérdese que en el siglo XVI se
antepone al nombre la preposición “de”; es decir las poblaciones de Atacama y no los ataca-
mas. Ver en este documento el pie de página Nº 31.
380 José Luis Martínez advierte que no queda claro si la existencia de dos sectores en Ata-
Atacama de 1683”. Estudios Atacameños Nº 10, pp. 149-167. Universidad Católica del Norte.
San Pedro de Atacama. 1992. pp. 149, 150, 165.
382 Op. cit. p. 154.
383 Hidalgo, Jorge. “Complementariedad ecológica y tributo en Atacama. 1683-1792”. Estudios
Atacameños Nº 7, pp. 422-442. Universidad del Norte. San Pedro de Atacama. 1984. p. 438.
384 Martínez, José Luis. Pueblos del Chañar... Op. cit. p. 122.
C APÍTULO C UARTO : L OS ATACAMEÑOS DE LOS OASIS DEL DESIERTO
165
MAPA Nº 8
LA MEMORIA OLVIDADA
Para Otal, las idolatrías eran el culto a los cerros, ídolos, lugares don-
de se practicaban las ceremonias indígenas, y un tipo de ritual que incluía
fuego y objetos de ofrenda. Asimismo, los idólatras fueron también los
385 Hidalgo, Jorge. “Complementariedad ecológica...” Op. cit. p. 423. Como se verá más
adelante, este proceso de movilidad con fines económicos, inserta dentro del modelo de
complementariedad ecológica, perdurará hasta fines del siglo XVIII.
386 Casassas, José María. La región atacameña... Op. cit. Castro, Victoria. “Huacca Muchay...”
rios– estos fueron aplicados casi literalmente a las normas eclesiásticas coloniales provistas
para evangelizar y extirpar idolatrías. Sin embargo, hubo varios religiosos que dejaron do-
lorosas huellas en estas tierras. (Castro, Victoria. “Huacca Muchay...” Op. cit. pp. 126, 132,
140, 237).
388 Documento presentado en: Castro, Victoria. “Huacca Muchay...” Op. cit. p. 126.
C APÍTULO C UARTO : L OS ATACAMEÑOS DE LOS OASIS DEL DESIERTO
“Es casi una certeza la suposición de que sus acciones punitivas fueron no-
ticias de amplia y profunda repercusión en un nivel macroregional; provo-
caron que la población nativa practicara aún más ocultamente sus costum-
bres. Al mismo tiempo, los indígenas fueron construyendo su propia religión
andina con elementos de la cristiandad390.”
389 Castro, Victoria. “Huacca Muchay...” Op. cit. pp. 236, 237.
390 Op. cit. p. 238.
391 Abercrombie, Thomas. “Articulación doble y etnogénesis”. En: Segundo Moreno y Frank
Salomón (Comps.), pp. 197-212. Reproducción y Transformación de las sociedades andinas. Siglos
XVI-XX. Tomo I. Ediciones ABYA YALA. Quito. 1991.
392 Castro, Victoria. “Huacca Muchay...” Op. cit. p. 250.
393 Hidalgo, Jorge. “Descomposición cultural de Atacama en el siglo XVIII: lengua, es-
muy poco se pudo rescatar de ella. Hoy en día, su uso está restringido a algunos vocablos
que dan cuenta de topónimos, plegarias y cánticos ceremoniales, preferentemente en la
zona del Salar de Atacama.
397 Hidalgo, Jorge. “Descomposición cultural de Atacama...” Op. cit. p. 230.
C APÍTULO C UARTO : L OS ATACAMEÑOS DE LOS OASIS DEL DESIERTO
jó el padrón y se fue...”. De este modo, como era difícil cobrar los tributos
se recurrió a la violencia y con ello los pobladores huían de Atacama398.
Un caso interesante de apropiación de los recursos y control político
de las comunidades atacameñas fue practicado por el Corregidor de Ata-
cama Manuel Fernández Valdivieso –también a mediados del siglo XVIII–,
en tanto obligaba a los indígenas a la aceptación del reparto de mercade-
rías, la venta a precios irrisorios de sus propios productos, la usurpación
de sus tierras y minas.
“Como ingreso, este corregidor no sólo recibía el reparto, sino que forzaba a
los indígenas a que le vendieran a él, a precios mucho más bajos de los que
se obtenían en San Pedro y en Salta, los cueros y lanas de animales; entrega-
ba lana a las mujeres para que le tejieran ponchos que vendía en Potosí;
169
obligaba a la comunidad para que trabajaran en tierras agrícolas a su favor,
le cuidaran su ganado y trabajaran en el servicio de su casa. Aplicaba multas
por cualquier motivo y llegó hasta a apropiarse de una mina de oro indígena
en Loaros399”.
398 Hidalgo, Jorge. “Complementariedad ecológica y tributo...” Op. cit. pp. 429, 430.
399 Hidalgo, Jorge. En: Castro, Victoria: “Huacca Muchay...” Op. cit. p. 288.
400 Hidalgo, Jorge y Nelson Castro. “Fiscalidad, punición y brujerías. Atacama, 1749-1755”.
Estudios Atacameños Nº 13, pp. 105-135. Universidad Católica del Norte. San Pedro de Ataca-
ma. 1998. pp. 106, 133.
401 Op. cit. pp. 105,106, 119-121.
LA MEMORIA OLVIDADA
meños del siglo XIX, una Antropología Histórica Regional”. Documento de Trabajo Nº 51.
Comisión Verdad Histórica y Nuevo Trato. San Pedro de Atacama. 2002. p. 8. Este último
autor enfatiza algunas precisiones entre el concepto de colonialismo y neocolonialismo: “Para
el siglo XIX de Atacama, bajo el dominio de Bolivia, es posible hablar de relaciones neocolo-
niales. Con posterioridad a este período lo que hay son relaciones de subordinación, estas son
poblaciones no sólo relativamente marginales geográficamente, sino que en términos de rela-
ciones de poder son también subordinadas. Pero, lo que hay más tarde, luego de la anexión a
Chile, no es una subordinación neocolonial. Es un tipo de subordinación moderna de pobla-
ciones periféricas. Respecto del concepto de relaciones coloniales, creemos que se ha emplea-
do mucho en los últimos años, pero con bastante poca precisión. Es importante enfatizar que
un adecuado análisis histórico debe situar estas relaciones neocoloniales en contextos en
donde ciertas instituciones que arrancan desde tiempos coloniales son re-inventadas, re-ar-
madas. Puesto que son “nuevas” relaciones de tipo colonial, se debe entender que no son
puramente replicadas o reinstauradas, sino que es una fórmula que entronca con relaciones
coloniales, pero que se arma o establece con importantes modificaciones y en relación con un
contexto también cambiado. Esto es importante de señalar para entender la arquitectura
política de la sociedad atacameña del siglo XIX boliviano”. (Op. cit. p. 10).
416 Cajías, Fernando. La provincia... Op. cit. p. 379.
LA MEMORIA OLVIDADA
417 Según el informe de O’Connor –que exploró la zona como comisionado de Bolivia–
Cobija era el lugar más apropiado. (Cajías, Fernando. La provincia... Op. cit. pp. 44, 45)
418 Cajías, Fernando. La provincia... Op. cit. p. 31.
419 Op. cit. p. 46.
420 Cajías, Fernando. La provincia... Op. cit. p. 331.
421 Op. cit. pp. 329, 330.
422 Op. cit. p. 217.
C APÍTULO C UARTO : L OS ATACAMEÑOS DE LOS OASIS DEL DESIERTO
Chile, particularmente por la valorización del guano en los mercados europeos. (Cajías,
Fernando. La provincia... Op. cit. pp. 30, 376)
426 El 1º de julio de 1829, el Mariscal Andrés de Santa Cruz, como Presidente de la Repúbli-
ca, dictó el siguiente decreto: CONSIDERANDO: Que el Puerto de Lamar en la costa sur , provin-
cia de Atacama, es el único que proporciona a la república las ventajas del comercio maríti-
mo; y que por lo mismo es necesario adelantar este importante establecimiento, por cuantas
medidas dicte la prudencia, he venido a decretar y DECRETO:
Art. 1º.— Del pueblo de Cobija, puerto Lamar, en la provincia de Atacama, se erige su
gobierno Litoral, independientemente del departamento de Potosí.
Art. 2º.— El gobernador que fuere nombrado, se entenderá directamente con el supremo
gobierno, a quien pasará todas sus comunicaciones por el ministerio que corresponda.
Art. 3º.— El gobernador de la provincia de Atacama estará sujeto a las órdenes del Puerto y,
dependerá inmediatamente de su autoridad, como lo era antes la prefectura de Potosí...
(Cajías, Fernando. La provincia... Op. cit. pp. 35, 161)
427 Con ello también se incentiva la ampliación de las áreas de cultivo a los nuevos pobla-
Nacionales. Una lectura desde el archivo”. Revista de Historia Indígena Nº 5, pp. 55-82.Facul-
tad de Filosofía y Humanidades. Departamento de Ciencias Históricas. Área de Historia
Indígena. Universidad de Chile. Santiago. 2001 “La población de la puna de Atacama...”
Op. cit. p. 57.
432 Cajías, Fernando. La provincia... Op. cit.: 329. Sanhueza, Cecilia. “La población de la
“... considere V.S. que estos individuos viven a las distancias de noventa y
cien leguas de la capital de aquella parte de la cordillera: que esta es intran-
sitable en la estacion de frios, y que por estos motivos apenas conservan una
dependencia nominal de nuestra República; (...) 177
Concluyo, no obstante, repitiendo a V.S. la circunspección que demandan
los cantones de la frontera arriba referida, no perdiendo de vista que aque-
llos indígenas participan ya mucho del caracter argentino, y que es necesa-
rio contemporizarlos en alguna manera, para evitar su emigracion y el des-
pueble de esta provincia que tanto necesita de brazos...”434.
434 Carta del Gobernador Ibáñez al Ministro de Hacienda (1830). En: Sanhueza, Cecilia.
“La población de la puna de Atacama...” Op. cit. p. 59.
435 Sanhueza, Cecilia. “La población de la puna de Atacama...” Op. cit. pp. 60, 61.
436 Martínez, José Luis. Pueblos del Chañar... Op. cit.
LA MEMORIA OLVIDADA
grandes “fincas” de alfalfales. Esto sucede por una política económica para
fomentar la agricultura a raíz de la habilitación del puerto de Cobija y el
comercio, además de las actividades mineras que se aceleran con los ani-
males de tiro y con el ganado para alimentar a los mineros/obreros en
torno a los yacimientos de plata, cobre y salitre437.
En este contexto, es importante destacar que la población de Ataca-
ma no era solo la atacameña, sino que continuaba la presencia y relacio-
nes con las poblaciones del altiplano –Lípez y Chichas–, así con la puneña
argentina, fuerte en el siglo XIX. De este modo, Atacama seguía siendo
“interdigitada”438.
El interior de la región tenía dos tipos de funciones económicas im-
portantes: minería y arriería. La primera actividad se vinculaba con los
178 yacimientos de cobre que estaban activos en la Cordillera de la Costa; más
al interior con el salitre –con mayor productividad hacia 1860–, y con las
explotaciones de plata por el año 1860. Estos centros productivos ya reve-
laban la vocación minera de esta región.
La segunda dimensión económica –la arriería– operaba en un campo
de acción bastante amplio: desde correo oficial hasta el transporte particu-
lar de todo tipo de bienes. En la medida que aumentaba la actividad mine-
ra y asimismo los centros mineros, se intensificaron las necesidades de
abastecimiento de insumos productivos, y con ello se incrementó progre-
sivamente el arrieraje del transporte de bienes. Pero como las condiciones
ecológicas del desierto no pudieron proveer todas las demandas, se abrie-
ron circuitos de arrieraje muy activos desde el Noroeste argentino que
proporcionaron ganado mayor –vacuno y mular–, hasta las zonas de acti-
vidad económica en Atacama y en el pueblo de Cobija. San Pedro de Ata-
cama y sus áreas más cordilleranas se constituyeron en puntos de enlace
en el aprovisionamiento de ganado mayor y menor439. Este activo mer-
cantilismo generó un intenso tráfico de bienes, tanto en las zonas ataca-
meñas como también en el Noroeste argentino440.
La población atacameña en tiempos del Estado boliviano no podía
sostener su abastecimiento solo con sus chacras y animales, sino que de-
pendía de los recursos monetarios que se originaban en economías exter-
nas a sus comunidades y también con los recursos naturales de valor co-
mercial posibles de explotar. Por ejemplo, a medida que avanza este siglo,
destaca la comercialización de productos cárneos a los centros mineros.
437 Cajías, Fernando. La provincia... Op. cit. p. 320. Núñez, Lautaro. “Breve Historia...” Op. cit.
438 Martínez, José Luis. “La formación del actual pueblo de Toconce. Siglo XIX”. Chungara
Nº 15, pp. 99-124. Universidad de Tarapacá. Arica. pp. 99, 100.
439 Gundermann, Hans. “Los atacameños del siglo XIX...” Op. cit. p. 7.
440 Subgrupo de Trabajo Pueblo Atacameño. “Informe Final”. Documento de Trabajo Nº 50.
441 Gundermann, Hans. “Los atacameños del siglo XIX...” Op. cit. p. 12.
442 Op. cit. p. 13.
443 Op. cit. p. 17.
444 Nathan Wachtel citado en: Gundermann, Hans “Los Atacameños del siglo XIX...” Op.
EL PERÍODO SALITRERO
Entre las décadas de 1870 y 1880, el litoral y el desierto del Norte Grande
adquirieron mayor importancia económica por los descubrimientos de
minas, yacimientos de guano en la costa y los mantos salitreros. El auge
180 de estos recursos incentivó el surgimiento de nuevas empresas, como tam-
bién una nueva prefectura en Caracoles, ubicándose en Antofagasta la
capital del departamento. Evidentemente todos estos cambios de carácter
más moderno y asociados a la proliferación de centros urbanos alteraron
la forma de vida de las poblaciones del interior de los oasis y valles ataca-
meños.
Existieron tres recursos y centros mineros de importancia. Caracoles
era el nombre de un yacimiento de plata distante a unos noventa kilóme-
tros de San Pedro de Atacama, el cual fue descubierto en el año 1870 por
cateadores chilenos y persistió hasta el año 1880, primero bajo la adminis-
tración boliviana y después bajo la chilena. Chuquicamata es un yaci-
miento de cobre que agrupó a una serie de minas ya conocidas y explota-
das por los “mineros” atacameños antes del tiempo inka; y fue en el siglo
XX cuando comenzó a operar industrialmente en manos de la empresa
Chilean Exploration. Esta será la gran minería de producción de cobre a
gran escala conocida como Chuquicamata, que continúa sus operaciones
hoy en día. En tercer lugar, se encuentran las numerosas oficinas salitre-
ras del desierto que cubrieron un amplio período de explotación, sin em-
bargo, el mayor auge se produjo entre los años 1880 a 1890. Es por ello
que, a mediados del siglo XIX, las necesidades de abastecimiento que sur-
gieron de estas labores extractivas fueron proveídas en parte por los re-
cursos locales y transcordilleranos, predominando los potreros de alfalfa
de los oasis y valles atacameños, y aquellos localizados a lo largo del río
Loa y tarapaqueños, así como la demanda de gran contingente de mulares
argentinos que fueron utilizados como animales de tiro –carretas– en las
faenas salitreras446.
cas en Atacama”. Estudios Atacameños Nº 13, pp. 61-73. Universidad Católica del Norte. San
Pedro de Atacama. 1998. p. 65.
448 Núñez, Lautaro. Cultura y conflicto... Op. cit. pp. 216, 217, 255.
449 Op. cit. pp. 219, 220.
LA MEMORIA OLVIDADA
“Mientras los indios del lado occidental viven reunidos en poblaciones, los
del lado oriental viven apartados unos de otros... De allí proviene el relativo
adelanto de los que llamaré ‘occidentales’, mientras que los orientales están
aún casi en las tinieblas del coloniaje455.”
fagasta, 21 de junio de 1894. En: Sanhueza, Cecilia. “La población de la puna de Ataca-
ma...” Op. cit. p. 65.
C APÍTULO C UARTO : L OS ATACAMEÑOS DE LOS OASIS DEL DESIERTO
183
La población indígena localizada en la Puna no fue considerada como
potencialmente chilenizable y, en parte también, se excluía a la localizada
en las tierras bajas de la subdelegación. Desde la visión chilena, la catego-
ría “indio” no tenía alguna relación con un tipo de pertenencia nacional:
“Según el intendente de Antofagasta, la única dificultad que presentaba la
administración de San Pedro de Atacama era la falta de chilenos, pues sus
habitantes son en casi su totalidad indios”458. Prima hacia los inicios del
período republicano un discurso de marginalidad y aislamiento respecto
de los indígenas, pero hubo voces indígenas, aunque escasas en la docu-
mentación, representadas por sus dirigentes que se relacionaron con los
poderes regionales y nacionales, incorporando el manejo de la escritura
en su interpelación ante las autoridades459.
En un segundo momento, las políticas de constitución de soberanía y
el proceso intenso de chilenización en los territorios atacameños se mate-
rializarán a comienzos del siglo XX460:
456 San Román, Francisco. Desierto y cordilleras de Atacama. III volumen. Santiago. 1894. P.
254. Y Bertrand, Alejandro. Memoria sobre las cordilleras del desierto de Atacama y regiones limí-
trofes. Imprenta Nacional. Santiago. 1885. pp. 276-277. Relatos presentados en: Sanhueza,
Cecilia. “La población de la puna de Atacama...”. Op. cit. p. 65.
457 San Román, Francisco. Desierto y cordilleras..., Op. cit. p. 243.
458 Sanhueza, Cecilia. “La población de la puna de Atacama...”, Op. cit. p. 66.
459 Op. cit. pp. 69-71, 80.
460 Gundermann, Hans. “Etnicidad, identidad étnica y ciudadanía en los países andinos y
461 Martínez, Nelson, et al. “Presencia y representación de los indios...” Op. cit. pp. 4, 8.
462 Gundermann, Hans. “Etnicidad, identidad étnica y ciudadanía...” Op. cit. p. 19.
463 Op. cit. p. 19. Incluso, el mismo autor plantea que muy forzadamente podría hablarse
de ciudadanos indígenas en el siglo XX, porque más bien se trataría de una ciudadanía en
construcción.
464 Gundermann, Hans. “Etnicidad, identidad étnica y ciudadanía...” Op. cit. p. 19.
465 Gundermann, Hans. “Los atacameños del siglo XIX...” Op. cit. p. 21.
466 Sanhueza, Cecilia. “La población de la puna de Atacama...” Op. cit. pp. 64, 79.
C APÍTULO C UARTO : L OS ATACAMEÑOS DE LOS OASIS DEL DESIERTO
467 Gundermann, Hans. “Los atacameños del siglo XIX...” Op. cit. p. 22.
468 Op. cit. p. 23.
469 Núñez, Lautaro. “Breve historia...” Op. cit.
470 Gundermann, Hans. Conferencia... Op. cit.
471 Hidalgo, Jorge. “Descomposición cultural de Atacama...” Op. cit. pp. 232, 233, 245.
LA MEMORIA OLVIDADA
472 Gundermann, Hans. “Los atacameños del siglo XIX...” Op. cit. p. 25.
Habría que recordar también que desde comienzos del siglo XIX la mayoría de la población
masculina de Atacama engrosó la lista de los “enganchados” a la pampa, y con lo cual
comenzará un brusco cambio en el patrón de subsistencia de los atacameños. En: “Informe
Final. Subgrupo de Trabajo Pueblo Atacameño”. Op. cit.
473 Gundermann, Hans. Conferencia, Op. cit.
474 Subgrupo de Trabajo Pueblo Atacameño. “Informe Final”. Op. cit. p. 49.
475 Gundermann, Hans. “Etnicidad, identidad étnica y ciudadanía...” Op. cit. p. 23.
C APÍTULO C UARTO : L OS ATACAMEÑOS DE LOS OASIS DEL DESIERTO
retorno a la democracia. Desde una visión más global, entre los años 1930
a 1970 se dará una época que se caracterizará por la presencia de un Esta-
do desarrollista, puesto que en el país se implementa un modelo económi-
co de sustitución de importaciones, que apunta a resolver, a través de la
industrialización, la crónica dependencia exterior que mantenía el país.
El Estado también mostró más interés y preocupación por la inclu-
sión social desarrollista modernizante, que propendía acciones de integra-
ción, con gran presencia de valores de progreso, cambio y participación.
Una intensa incorporación de estos ideales se reflejó en la población indí-
gena y, asociados a ellos, también se produjeron intensos cambios cultura-
les. Es así como la documentación de la década de 1950 y 1960 alude a las
organizaciones atacameñas en este impulso interno modernizador, en de-
mandas de caminos, escuelas, vías de transporte, profesorado, mejores 187
servicios educativos, desarrollo, etc. Además, los atacameños –ya por los
años de 1930– crean numerosas organizaciones y actividades dentro de
las cuales se encuentran el fútbol, los campeonatos, las olimpíadas entre
comunidades, etc. También surgen otras instancias que sugieren la mo-
dernidad en ciertos aspectos de esta sociedad: centros de hijos de pueblo,
para el progreso de las comunidades, etc.476.
La sociedad atacameña, entre 1940 y 1960, comienza a abandonar
su condición rural y se conecta más a las ciudades cercanas, sobre todo a
Calama, dependiendo fuertemente de la minería y de las actividades ur-
banas. En estos tiempos, las actividades agropecuarias no alcanzan a cu-
brir el sustento de una familia atacameña477, lo que implicó la disgrega-
ción de la fuerza laboral en el trabajo asalariado, básicamente en la actividad
minera478.
En este contexto, también es necesario mencionar el arribo de familias
“yugoeslavas” a los oasis de San Pedro de Atacama. Las familias Ivanovic,
Yutronic, Radic y otras lograron concentrar grandes ganancias y con el tiempo
fueron adquiriendo tierras de atacameños. La familia Yutronic, por ejem-
plo, representa el paso de un comercio próspero al manejo de grandes pro-
piedades o fincas situadas en suelos muy fértiles –Yaye, Cucuter, Solor, Checar
y Quitor. Esta llegó a ejercer una fuerte influencia económica en toda la
población de los oasis de San Pedro, tanto en la formación de grandes pro-
piedades como en la canalización de las aguas de regadío479.
hace más riguroso y gradualmente se detiene el flujo de los caravaneros fronterizos (Núñez,
Lautaro. Cultura y conflicto... Op. cit. p. 225).
479 Op. cit. pp. 225, 226.
LA MEMORIA OLVIDADA
480 Gundermann, Hans. “Los atacameños del siglo XIX...” Op. cit. p. 49.
481 Subgrupo de Trabajo Pueblo Atacameño. “Informe Final”. Op. cit. p. 51.
482 Op. cit.
C APÍTULO C UARTO : L OS ATACAMEÑOS DE LOS OASIS DEL DESIERTO
483 Gundermann, Hans. “Los atacameños del siglo XIX...” Op. cit. p. 50.
484 Rivera, Francisco. “Procesos de articulaciones socio-identitarias...” Op. cit. p. 70.
485 Op. cit.
486 Bajo el gobierno de Salvador Allende: Ley 17.729. Promulgada el día 15 de noviembre
del año 1972 y publicada el día 26 de septiembre del mismo año. Bajo el gobierno de Au-
gusto Pinochet: D.L. 2568, promulgada el día 22 de marzo del año 1979 y publicado el día
28 de marzo del mismo año. Ministerio de Agricultura.(Biblioteca del Congreso Nacional;
buscador de Leyes)
487 Gundermann, Hans. “Los atacameños del siglo XIX...” Op. cit. p. 51.
LA MEMORIA OLVIDADA
1926. Hanson en: Martínez, José Luis. “La formación del actual...” Op. cit. p. 116.
493 Martínez, José Luis. “La formación del actual...” Op. cit. pp. 105, 109.
C APÍTULO C UARTO : L OS ATACAMEÑOS DE LOS OASIS DEL DESIERTO
494 Gundermann, Hans. “Los atacameños del siglo XIX...” Op. cit. pp. 43, 44.
495 Op. cit. p. 26.
496 Op. cit. p. 44.
497 Op. cit. p. 25.
LA MEMORIA OLVIDADA
“Desde los albores del siglo se empezó a extraer agua desde las nacientes de
los ríos de la cuenca del Loa. Primero fueron las fuentes de agua de la vega
de Inacaliri, después las nacientes del río Toconce y, más tarde, el mismo
Loa. Este es un proceso que no se detiene aún y que ha obligado a los indí-
genas a abandonar, paulatinamente, sus tierras y lugares de pastoreo, para
ir a conseguir trabajo en las ciudades. La acelerada desertificación de áreas
afectadas añade otro impacto negativo, a su vez, en las unidades domésticas
que aún persisten en su intento por subsistir de acuerdo a sus patrones tra-
dicionales de vida498.”
192
Lo anterior indica que cuando una empresa minera se emplaza cer-
canamente a una comunidad, se producen transformaciones o impactos
en ella, porque esta nueva modalidad de “convivencia” puede generar y/o
acentuar cambios en sus actividades productivas, sociales y en las mane-
ras de ocupar su espacio, por ejemplo.
Hoy en día no se podría afirmar que la sociedad atacameña basa su
economía solo en el autoconsumo y en una productividad agroganadera,
puesto que se deben considerar otras variables que también predominan
en el ingreso familiar. Entonces, la posición económica de cada familia se
relaciona con los distintos procesos de producción y de acumulación, don-
de convergen los ingresos prediales –por lo general, agrícolas, ganaderos,
frutícolas, artesanales, etc.–, los cuales se destinan al autoconsumo y a la
venta, y los ingresos extraprediales –salario. La predominancia de uno de
ellos caracterizará la economía de una familia y en términos más amplia-
dos la de una comunidad, tanto en la hoya del Loa como en la del Salar de
Atacama, en relación por cierto con las posibilidades de apertura a un
mercado también más ampliado.
498 Castro, Victoria y José Luis Martínez. “Poblaciones indígenas de Atacama”. Etnografía.
que ver con la herencia andina de aquí y de allá, de los “abuelos” o ante-
pasados –“de los antiguos”–, con cargas de rogativas ancestrales dominan-
tes que no han sido cubiertas totalmente por la occidentalización y la doc-
trina cristiana. De la misma manera como la ciencia occidental no ha
logrado eliminar los propios conocimientos andinos en torno a sus recur-
sos y territorios, donde todo está unido y vivo, bajo conceptos propios que
los distinguían del resto de la sociedad nacional: ceremonias del agua,
cerros sagrados, Santa Tierra, Pachamama, “chuspeando la coca”, ofren-
das en coveros, waky –ofrenda–, mesas y sin olvidar el culto de San Anto-
nio “llamero”, en donde la superposición de rituales cristianos y prehispá-
nicos sigue todavía a la vista. Esta matriz es válida para todos los pueblos
andinos, al margen de cuán atacameño sea, pero les otorga cohesión y
194 certidumbre para convivir con la modernidad502.
502 Núñez, Lautaro. “Breve historia...” Op. cit. Castro, Victoria. “Atacama en el tiempo...”
Op. cit.
503 Gundermann, Hans. “Los atacameños del siglo XIX...” Op. cit. p. 48.
C APÍTULO C UARTO : L OS ATACAMEÑOS DE LOS OASIS DEL DESIERTO
guna cosa. No hacen pagos, nada. No van a las Challas. Perdieron todas las
costumbres...”504.
Sin embargo, la influencia de nuevas visiones y valoraciones en la
comunidad atacameña, también fueron generadas por las escuelas; en un
comienzo muy dramáticas y después con una mayor aceptación, –recuér-
dese la implantación temprana –1777– de la instrucción escolar en la re-
gión de San Pedro de Atacama. En los últimos años la penetración del
turismo ha inducido valoraciones muy diversas en las comunidades. Res-
pecto de ello, ha afectado los sistemas de vida, principalmente de San
Pedro de Atacama y sus ayllu, donde se asentaron las bases de esta activi-
dad que experimentó un gran desarrollo desde la década de los noventa.
No obstante, las comunidades atacameñas han empezado a concebir este
desarrollo como una oportunidad y no como una amenaza, aprendiendo 195
también que los factores que los han afectado negativamente como el al-
tísimo crecimiento turístico, también pueden ser aprovechados positiva-
mente si son controlados en su desarrollo y en una armonía con el medio
ambiente circundante505.
504 Relato de una campesina refiriéndose a los evangélicos de Ayquina. (Valdés, Ximena, et
al. 1983 p. 56) En: Castro, Victoria y José Luis Martínez. “Poblaciones indígenas...” Op. cit.
p. 89.
505 Subgrupo de Trabajo Pueblo Atacameño. “Informe Final”. Op. cit. p. 55.
506 Gundermann, Hans. “Las organizaciones étnicas...” Op. cit. pp. 81-84.
507 Rodrigo Valenzuela, “Políticas públicas y Desarrollo Indígena en Chile. Caracterización
508 Subgrupo de Trabajo Pueblo Atacameño. “Informe Final”. Op. cit. p. 53.
509 Entrevista a José Luis Martínez por miembros del Equipo Redactor.
C APÍTULO C UARTO : L OS ATACAMEÑOS DE LOS OASIS DEL DESIERTO
197
MAPA Nº 9
LA MEMORIA OLVIDADA
510 Gundermann, Hans. “Etnicidad, identidad étnica y ciudadanía...” Op. cit. pp. 23, 24. Y
el mismo autor: “Las organizaciones étnicas...” Op. cit. pp. 75, 76, 90.
511 Castro, Victoria y José Luis Martínez. “Poblaciones indígenas de Atacama”. Etnografía.
513 Castro, Victoria y José Luis Martínez. “Poblaciones indígenas...” Op. cit. p. 79.
514 Op. cit.
515 Subgrupo de Trabajo Pueblo Atacameño. “Informe Final”. Op. cit.
516 Op. cit. p. 57.
LA MEMORIA OLVIDADA
200
C APÍTULO Q UINTO : L A COMUNIDAD QUECHUA HABLANTE DE O LLAGÜE
CAPÍTULO QUINTO
517 La Ley Indígena reconoció la existencia, en nuestro país, entre otras, de “comunidades
EL ANTIGUO POBLAMIENTO518
A partir de los datos disponibles, se plantea que hacia los años 8.000 a. p.
habitaban, en la cuenca San Martín, pequeñas bandas de cazadores-reco-
lectores, quienes aprovechaban los recursos proporcionados por los siste-
mas de salares y quebradas. Vestigios de esta etapa han sido encontrados
en las antiguas playas de los salares de San Martín y Ascotán, así como en
202 las vegas y lagunas de Cuchicha, Aguas Calientes, Sapunta y Luna asocia-
das a los salares antes mencionados, además de quebrada del Inca519. Al
parecer, fueron estos espacios los que articularon la movilidad de los caza-
dores recolectores para la obtención de variados recursos. Es posible, tam-
bién, que la movilidad estacional de estas poblaciones haya alcanzado sec-
tores como la cuenca del Loa, el altiplano de Lípez y las inmediaciones del
salar de Uyuni, ocupando y articulando este espacio como un sector que
conectaba diferentes pisos ecológicos. (Ver Mapa N° 10)
Luego del proceso de domesticación de plantas y animales, la zona
de Ollagüe fue ocupada –de manera dispersa– por grupos de pastores vin-
culados culturalmente a los habitantes del altiplano boliviano colindante,
particularmente de Lípez. Consolidado el sistema de vida agropastoril, en-
tre los años 900 al 1.380 d.C., se continuó ocupando el sector Oeste del
salar San Martín. Además de la caza de guanacos y avifauna, aseguraron
la supervivencia y reproducción de rebaños de llamas y alpacas.
De acuerdo al tamaño y cantidad de los sitios arqueológicos encon-
trados para este período reseñado, la población asentada en este sector
parece no haber sido numéricamente importante, seguramente debido a
que se trataba de espacios pastoriles periféricos con relación a los territo-
rios ubicados en el Norte de Lípez, con cuya población se encontraban
culturalmente emparentados los pastores de Ollagüe. De este modo, a di-
ferencia del sistema estanciero ollagüino, en Lípez se construyeron y ha-
bitaron aldeas de mayor y menor envergadura y estancias dispersas a lo
518 Es importante señalar que su antiguo poblamiento debe entenderse como una unidad
diferente respecto del atacameño, porque, como se señaló en el capítulo anterior, en Ataca-
ma había y hay un poblamiento multiétnico, donde los lipes tienen una importante presen-
cia. Así, los ollagüe son diferentes de los atacameños y son parte de los lipes.
519 Le Paige, Gustavo. “Antiguas culturas atacameñas en la cordillera chilena”. Anales de la
203
MAPA Nº 10
LA MEMORIA OLVIDADA
520 Arellano y Berberián. “Mallku: el señorío Post-tiwanaku del Altiplano Sur de Bolivia
(Provincia Nor y Sur Lípez, Dpto. de Potosí)”. Bulletin del’Institut Francais d’Etudes Andines Nº
10 (1-2), pp. 51-84. 1981. Nielsen, Axel. “Tendencias de larga duración en la ocupación
humana del altiplano de Lípez (Potosí, Bolivia)”. Los desarrollos Locales y sus Territorios, Ar-
queología del NOA y sur de Bolivia. María Beatriz Cremonte (Comp.), pp. 65-102. Universidad
Nacional de Jujuy. Jujuy. 1999.
521 Martínez, José Luis. “Acerca de las Etnicidades en la Puna Árida en el siglo XVI”. En: S.
Arqueología Chilena, pp. 61-78. Temuco. 1993. Castro, Victoria. “Nuevo registro de la pre-
sencia Inka en el Loa”. Gaceta Arqueológica Andina, vol. VI, Nº 21, pp. 139-154. Lima. 1992.
Castro, Victoria; Fernando Maldonado y Mario Vásquez. “Arquitectura en el Pukara de
Turi”. Actas del XII Congreso Nacional de Arqueología Chilena, pp. 70-106. Temuco. 1993. Adán,
Leonor y Mauricio Uribe. “Cambio en el uso del espacio en los períodos agroalfareros: un
ejemplo en ecozona de quebradas altas, la localidad de Caspana (Provincia El Loa, II Re-
gión)”. Actas del Segundo Congreso de Antropología Chilena, Tomo II, pp. 541-555. Valdivia.
1995. Y los mismos autores: “El Inka en la localidad de Caspana: un acercamiento al pensa-
miento político andino (río Loa, Norte de Chile)”. Tawantinsuyu, Nº 6. Canberra (en pren-
sa). 1999. Nielsen. “Tendencias de larga duración...” Op. cit.
C APÍTULO Q UINTO : L A COMUNIDAD QUECHUA HABLANTE DE O LLAGÜE
Lípez. Según los descendientes de Thupaq Inka Yupanqui, habría sido este
quien, después de conquistar Atacama, se dirigió hacia los lipes523. Es pro-
bable que la ruta seguida por este último inka, desde Atacama cruzando
por el sur de Lípez, haya atravesado por las proximidades del actual terri-
torio de Ollagüe.
EL PERÍODO COLONIAL
El período colonial produjo profundos cambios en la población indíge-
na. Uno de ellos tiene relación con la organización territorial preexisten-
te, la que sufre una drástica transformación producto de la reducción de
los indígenas a “pueblos de indios”, norma promulgada a fines del siglo
XVI por el virrey Toledo y que consistía en agrupar en pueblos nuevos,
construidos especialmente, a diversas comunidades, alejadas unas de otras 205
y muchas veces pertenecientes a unidades sociales o políticas diferentes,
imponiéndoles, de paso, una nueva forma de organización social: el sis-
tema de cargos rotatorios anuales, que perdura hasta el día de hoy en
muchas de las comunidades andinas y en las de Atacama. Con este pro-
ceso se estructura el proyecto de una sociedad colonial dividida, con un
segmento social espacialmente situado y separado de los españoles –“la
república de indios”– y, por esta y otras razones, sujeto a formas eficien-
tes de control524. En este contexto, es probable que las poblaciones del
sector de Ollagüe fueran afectadas por el proceso de reducción de los
lipes, que inició el Corregidor Márquez de Moscoso, a fines de 1602.
Algunas de las localidades vecinas o próximas a Ollagüe, como las de
Amincha y Alota, fueron reducidas de esta manera, de donde se puede
pensar que ese proceso impactó igualmente a los habitantes del sector
de Ollagüe. (Ver Mapa Nº 10)
Un segundo cambio se relaciona con el proceso de evangelización,
que significó, entre sus medidas más extremas, la denominada extirpa-
ción de idolatrías, a través de la cual se prohibía a los indígenas la práctica
de sus creencias525. No obstante, ellos generaron diversos mecanismos para
mantener sus prácticas, ya sea a “escondidas” o combinándolas con las
impuestas, dando origen al catolicismo andino-indígena.
Por otra parte, las actividades económicas regidas por un sistema de
complementariedad ecológica obligaba una alta movilidad dentro de un
523 Martínez, José Luis. “Entre plumas y colores: aproximaciones a una mirada cuzqueña
sobre la puna salada”; Memoria Americana N° 4, pp. 33-56. Buenos Aires. 1995.
524 Gundermann, Hans. “Comunidad Aymara, Identidades colectivas y estados nacionales
ma la Baja (XVII-XVIII)”. Tesis para optar al grado de Magíster en Historia, Mención Etno-
historia. Facultad de Filosofía y Humanidades. Departamento de Ciencias Históricas. Uni-
versidad de Chile. Santiago. 1997.
LA MEMORIA OLVIDADA
526 Hidalgo, Jorge. “Tierras, exacciones fiscales y mercado en las sociedades andinas de
Arica, Tarapacá y Atacama, 1750-1790”. La Participación Andina en los Mercados Surandinos.
CERES. La Paz. 1987. Martínez, José Luis. “Acerca de las Etnicidades...” Op. cit. Castro,
Victoria. “La dinámica de las identidades...” Op. cit.
527 Gundermann, Hans. “Etnicidad, identidad étnica y ciudadanía en los países andinos y el
528 Gunderman, Hans y Héctor González. Estudio de diagnóstico Comuna de Ollagüe. Estudio
solicitado por la Ilustre Municipalidad de Ollagüe. 1993.
LA MEMORIA OLVIDADA
Memoria de Título para optar al título de Antropólogo con Mención en Antropología So-
cial. Departamento de Antropología y Arqueología. Facultad de Ciencias Sociales. Universi-
dad de Chile. Santiago. 1998.
C APÍTULO Q UINTO : L A COMUNIDAD QUECHUA HABLANTE DE O LLAGÜE
530 Un hecho preocupante para la comunidad quechua hablante de Ollagüe y que tiene
que ver con las presiones que reciben de los enclaves mineros, sucedió en mayo del año
2002, cuando la empresa CODELCO-Chuquicamata le ofreció una cantidad de dinero por
los derechos de agua de un acuífero del sector. (Subgrupo de Trabajo Pueblo Quechua.
“Informe Final”. Documento de Trabajo N° 49. Comisión Verdad Histórica y Nuevo Trato.
Ollagüe. 2002. p. 39)
LA MEMORIA OLVIDADA
211
MAPA Nº 11
LA MEMORIA OLVIDADA
CAPÍTULO SEXTO
El pueblo colla es un pueblo originario de este territorio, cuyas fronteras nos fueron 213
impuestas con la invasión española y luego, con la creación de las repúblicas.
Siempre hemos sido un pueblo andino532.
* Este capítulo ha sido redactado y supervisado, en una primera versión, por el geógrafo
Pueblo Colla”. Documento de Trabajo Nº 60. Comisión Verdad Histórica y Nuevo Trato.
Copiapó. 2002.
533 “(...) la institución de la familia refleja la verdadera organización comunitaria colla.
Para este caso, el ámbito familiar alude al grupo de procedencia y procreación, es decir, el
grupo familiar en que el colla ha vivido, formado, y vive en la actualidad. En el contexto
colla, y según lo cotejado a través de las observaciones y entrevistas, también se considera
familia a todo aquel que se le reconoce como tal, ya sea que tengan lazos de filiación o no.
Entre los collas se practica el criar hijos ajenos, a los que se les denomina hijos y hermanos
de crianza, y como tales son reconocidos como familia. La familia colla es la contenedora de
todas las actividades productivas, sociales, políticas y rituales. Por lo tanto, es la Familia el
contexto organizacional y socializador que reproduce el estilo de vida cordillerano, hacién-
dolo extensivo para quienes viven en la ciudad”. (Gahona, Alfredo. “Informe antropológi-
co”. En: INAS. Acciones de apoyo para el traspaso de predios fiscales a favor de comunidades, asocia-
ciones familiares y otras organizaciones indígenas de la tercera región. CONADI-Iquique. 2000)
LA MEMORIA OLVIDADA
214
MAPA Nº 12
C APÍTULO S EXTO : L OS COLLAS DE LA CORDILLERA DE A TACAMA
534 Las prácticas culturales collas de la cordillera de Atacama estarían vinculadas a la cos-
movisión del mundo andino. “La cosmovisión Colla del mundo, su base ideológica y reli-
giosa, los acerca a los indígenas del norte de Chile. Su concepción personal del universo y
de la humanidad perdura en la conciencia del pueblo andino. A través de sus fiestas priva-
das en el hogar y en la montaña, podemos percibir las prácticas religiosas andinas unidas a
la religión cristiana”. (Ver: Cervellino, Miguel. “Ritos Collas en la región de Atacama”. Mu-
seos, N° 15. Dirección de Archivos y Museos. Santiago. 1993)
535 El Bolo es un lugar privilegiado para el encuentro de las comunidades collas de la
Quebrada de Paipote, allí se realizan ceremonias para honrar al día de los muertos y se han
revitalizado antiguos ritos vinculados al inka. Recientemente, el 8 de enero del año 2002, la
comunidad colla como parte del rescate cultural realizó la ceremonia Pay Inka o Carnaval
del Inka, para pedir por el bienestar de su pueblo, su comunidad, sus animales y de agrade-
cimiento a la pachamama o madre tierra. No sabemos si este rito fue traído por las migra-
ciones collas desde el Noroeste argentino o si es parte de la memoria colectiva del valle de
Copiapó, donde la presencia inka fue relevante y uno de los principales asentamientos
mineros y pastoriles que deslindaban antes de atravesar la cordillera y el despoblado de
Atacama.
LA MEMORIA OLVIDADA
536 Según el antropólogo Alfredo Gahona, la apacheta está vinculada a los rituales de la
tierra: “La tierra parece ocupar el mayor valor jerárquico en los rituales ejercido por esta
comunidad de collas, que se expresaría en la ceremonia de la apacheta (pequeña pirca de
piedra) que contiene bendiciones, peticiones, pecados y bondades de los mortales, y que
desde dentro de la lógica de la trashumancia representa el movimiento de los ciclos de la
tierra, de las estaciones, y el encuentro entre lo sagrado y lo profano durante los momentos
de transitoriedad entre un ciclo y otro, “este altar simboliza a la Naturaleza y ha sido objeto
de amplia difusión entre las culturas precolombinas. Como expresión tradicional se encuen-
tra arraigado profundamente en la costumbre y estilo de vida del hombre andino”. Ver: Gahona,
Alfredo. “Informe antropológico...” Op. cit. Y del mismo autor: “Estudio Línea de Base So-
cioeconómica Proyecto Aldebarán. Aspectos Patrimonial Histórico-Cultural”. Empresa Mine-
ra Adebarán. 1997. Gahona, Alfredo. “Pastores en los Andes de Atacama: Collas de Río Jon-
quera”. Revista Museos N° 24. Dirección de Archivos y Museos. Santiago. 2000.
C APÍTULO S EXTO : L OS COLLAS DE LA CORDILLERA DE A TACAMA
219
MAPA Nº 13
LA MEMORIA OLVIDADA
nal de la puna del Norte chileno, del Noroeste argentino y del Sur de
Bolivia. Su uso referido a los indígenas que ocupan la cordillera de Copia-
pó y Chañaral, es conocido desde las primeras décadas del siglo XX. No
obstante, desde largo tiempo eran identificados por los habitantes de los
campamentos mineros537.
Algunos autores señalan que “lo colla”, en regiones como el Salar de
Atacama –II región–, está asociado a “lo más indio”, a los habitantes de las
zonas de pastoreo de la puna que se encuentran menos integrados a los
procesos económicos regionales o locales, y que se ocupan de las activida-
des ganaderas y la trashumancia en extensos recorridos538. En la cordille-
ra de Copiapó y Chañaral lo colla connota lo propiamente indígena, cuya
cultura material e inmaterial corresponde al modo de vida y cosmovisión
220 andina con una actividad caracterizada por la trashumancia y el noma-
dismo como eje articulador de las comunidades, las que se han adaptado
a un medio natural hostil desarrollando actividades ganaderas en territo-
rios considerados, desde el siglo XIX, aptos únicamente para actividades
mineras539.
Hasta el momento, se plantea que el origen de los collas se encontra-
ría en la unidad de ciertas agrupaciones indígenas localizadas en la región
del actual Noroeste argentino, las cuales comparten una identidad étnico-
cultural andina. Esta identidad une a distintos gentilicios que formaban
parte de los pueblos indígenas que poblaban, a la llegada de los españoles,
los valles, las quebradas y la puna de las actuales provincias de Jujuy, Salta
y Catamarca540.
537 El colla es descrito como “eterno viajero de la puna, [al que] suele vérsele con su
vestimenta típica con más frecuencia por el lado argentino. Sin embargo, aparece ocasio-
nalmente en los pueblos chilenos de San Pedro de Atacama a El Salvador y Potrerillos”,
lugares que frecuenta y sobre los que permanece desde largo tiempo. (Bahamonde, Mario.
Diccionario de Voces del Norte de Chile. Editorial Nascimento. Santiago. 1978)
538 Rivera, Francisco. “Identidad en el Laberinto: la búsqueda del sentido étnico en San
Pedro de Atacama”. Estudios Atacameños Nº 11, pp. 185-194. Universidad Católica del Norte.
San Pedro de Atacama. 1994. Garrido, Cristina. “El hervor de la vida contenida en las voces
de ancianos atacameños”. Universidad Austral de Chile. Valdivia.
CINPRO Consultores. “Ordenamiento Catastral de las Comunidades Indígenas del Altipla-
no de la II Región. Provincia de El Loa”. Informe Final preparado para la División del Catas-
tro Nacional de Bienes del Estado del Ministerio de Bienes Nacionales. Santiago-Chile. 1997.
539 En las conclusiones de Philippi de su viaje por la cordillera de Atacama en 1860, se
señala que “el Despoblado carece de todo recurso para hacerlo habitable y para permitir
que sea una vía de comunicación y de comercio”. Philippi, Rodulfo. Viaje al Desierto de Ata-
cama. (Hecho por orden del Gobierno de Chile en el verano de 1853-54. Librería de Eduar-
do Antón. Santiago. 1860) Aunque existieron voces que discreparon de la sentencia de
Philippi, estas se refirieron siempre a las posibilidades de explotación de las riquezas mine-
ras, pero nunca a la actividad ganadera o agrícola. (Vicuña, Manuel. La Imagen del Desierto de
Atacama (XVI-XIX) Colección Humanidades. Ensayo. Editorial Universidad de Santiago. San-
tiago. 1995. pp. 99-101) De allí que los únicos en poblar estos territorios serían los collas y
los descendientes del Pueblo de Indios de San Fernando de Copiapó.
540 Algunos autores asocian a los collas actuales con el reino Colla del periodo Tiwanaku
(400-1.000 d. C.) que se localizaban inmediatamente al Sur del lago Titicaca. Así hablan de
los Collas-Aymaras y los conectan con este origen a través de la expansión de la población.
C APÍTULO S EXTO : L OS COLLAS DE LA CORDILLERA DE A TACAMA
Esta asociación no es sustentable, debido a que los Colla es una etnocategoría surgida en los
últimos siglos para denominar a un conjunto de pueblos originarios que ocupaban el No-
roeste argentino y que luego emigran y se asientan en la cordillera de Atacama y algunos en
la cuenca del Salar de Atacama. Ver: Rojas, Carlos. “El mundo mágico de los collas”. Memo-
ria (Profesor de Estado en Castellano) Universidad de Chile. La Serena. 1976. Grebe, María
Ester. Culturas Indígenas de Chile: Estudio preliminar. Editorial Pehuén. Santiago. 1999.
A mediados del siglo XIX, Bertrand, en su relato de viaje por la cordillera de Atacama,
menciona a algunos habitantes del pueblo puneño de Antofagasta de la Sierra, bajo la de-
nominación de “coyas”, lo que hace suponer que los indígenas que llegan a la cordillera de
Atacama desde ese lugar lo hacen con ese etnónimo. (Bertrand, Alejandro. Memoria sobre
las Cordilleras de Atacama i regiones Limítrofes. Imprenta Nacional. Santiago. 1885. pp. 45,46)
541 Mariscotti, Ana María. “Pachamama Santa Tierra”. Suplemento Revista Indiana Nº 8,
influjo cultural de las antiguas agrupaciones, una de estas fue la diaguita, pueblo hablante
de la lengua kakan. Esto hace decir a Cortázar: “Si bien la lengua cacana y la índole guerre-
ra desapareció para siempre, ¡Cuantas otras supervivencias subsisten, como testimonio de
los diaguitas que poblaron el valle (Calchaquí)! La raza misma, desfigurada por cruces y
mestizajes innúmeros, asoma sin embargo en los rasgos antropológicos de muchos coyas de
hoy”. (Cortázar, Augusto Raúl. El carnaval en el folklore calchaquí. Editorial Sudamericana.
Buenos Aires. 1949. p. 68)
543 Martínez, José Luis. Pueblos del Chañar y el Algarrobo: Los atacamas en el siglo XVII. Edicio-
Los traslados diversos de población quedaron tanto en los apellidos y nombre de los lugares
que son identificados por Ricardo Nardi para el Noroeste argentino, estableciendo los por-
centajes siguientes: “De los nombres asignados a lenguas individualizadas (sin considerar
las variantes gráficas y las repeticiones) el 67,74% son kakanes (diaguitas), el 14,51% son
quechuas, el 9,67% son aymaras y el 8,06% son kunsas (atacamas)...“. De los topónimos
asignados a lenguas individualizadas, sin tomar, tampoco las variantes gráficas y las repeti-
ciones, el 66% son kakanas, el 16,9% son quechuas y otro 16,9% son kunsas”. (Nardi, no
registra topónimos aymaras. Nardi, Ricardo. “Observaciones sobre nombres indígenas do-
cumentados en el noroeste argentino”. En: Margarita Gentile. El control vertical en el noroeste
argentino (Notas sobre los Atacamas en el Valle Calchaquí). Casimiro Quirós Editor. Buenos Ai-
res. 1986. p. 171)
544 Ver: Karasik, Gabriela. “Plaza grande y plaza chica: Etnicidad y poder en la Quebrada de
Humahuaca”. En: Gabriela A. Karasik (ed.). Cultura e identidad en el noroeste argentino. Bue-
nos Aires. Centro Editor de América Latina. 1994. p. 41.
545 Ver: Fritis, Eulogio. “Los Collas”. En: América Indígena. XXXI (2), pp. 375-388. 1971.
546 Ver: Rutledge, Ian. “La rebelión de los campesinos indígenas de las tierras altas del norte
argentino. 1872-1875”. En: Alejandro Islas (comp.). Sociedad y Articulación en las tierras altas
jujeñas. Buenos Aires, Investigación y Desarrollo-Proyecto ECIRA. 1992.
C APÍTULO S EXTO : L OS COLLAS DE LA CORDILLERA DE A TACAMA
547 En efecto, a mediados del siglo XIX el auge minero en la zona era relevante: “El impulso
dado al presente a la industria minera se hace sentir ya en todas partes, porque, desde el
mes de enero de 1851 hasta abril de 1853, 2 minas antiguas, de oro, 98 de plata y 105 de
cobre han sido puestas nuevamente en explotación en la sección de Huasco, y en la misma
época se han emprendido trabajos en 5 minas de oro, 82 de plata y 138 de cobre recién
descubiertas”. Pérez Rosales, Vicente. Ensayo sobre Chile. Ediciones de la Universidad de Chile.
Santiago. 1986 [1857]. p. 277.
548 En 1871 se inicia la búsqueda de nitrato de soda en la zona de Taltal; se descubren los
impulso (entre otras obras)... por el tratado concluido con el gobierno de la Confederación
Argentina, el 30 de abril de 1856, el cual suprime todos los derechos de importación y
exportación por la vía de la cordillera, entre las dos naciones. Este acto, cuya importancia es
incalculable para Chile en general y para la provincia de Atacama en particular, va a contri-
buir de un modo muy eficaz a activar la explotación de las minas cuyo rendimiento no
bastaba a cubrir los costos de extracción”. Pérez Rosales, Vicente. Ensayo sobre Chile... Op. cit.
550 Hasta antes del tratado de libre comercio y tránsito por la cordillera de 1856, las relacio-
de manera genérica como “cuyanos”, pudiendo ser estos catamarqueños o riojanos o salte-
ños, debido a que el término cuyano se heredó de la Colonia, cuando Cuyo pertenecía a la
Capitanía del Reyno de Chile. De allí, que lo señalado por Domeyko puede corresponder
también a población del Noroeste argentino. Respecto a la población argentina que había
en la provincia de Atacama, a mediados del siglo XIX, Reyes indica que siete u ocho mil
argentinos se desparramaron por toda la provincia. (Reyes, Edmundo. “Visión panorámica
de Atacama”. En: Seminario de problemas regionales de Atacama. Ediciones del Departamento
de Extensión Cultural de la Universidad de Chile. Santiago. 1957)
552 Lo anterior se desprende de una carta enviada por los vecinos de Santa María de Cata-
marca, que señalan en 1902: “Los negocios de hacienda a Bolivia y Chile, que eran una
fuente de riqueza, actualmente no dan resultados, pues el cambio de mando en Chile y
Bolivia y el fuerte impuesto que tiene el ganado en Chile absorben por completo las pocas
utilidades”. (Arch. Administrativo de la Gobernación. Carpeta departamental. Catamarca,
1902, foja 227)
Meister, Albert ; Susana Petruzzi y Elida Sonzogni. “Tradicionalismo y Cambio social.
Estudio de Área en el valle de Santa María”. Publicación N° 1. Facultad de Filosofía y Letras.
Universidad Nacional Laboral. Rosario. 1963. p. 32.
C APÍTULO S EXTO : L OS COLLAS DE LA CORDILLERA DE A TACAMA
553 Reyes señala que “Después de la Guerra del Pacífico, la declinación de Atacama se
acentúa. Ya en 1869, la Municipalidad de Copiapó cede una prima de diez mil pesos para
quien descubra algún yacimiento importante de plata en el Departamento. El 70 ya no se
hace historia, se la escribe... en 1889. La minería, la principal industria de Chile pasa por
una gran crisis”. Reyes, Edmundo. Visión panorámica...” Op. cit.
554 Molina, Raúl y Martín Correa. Informe proyecto “Regularización de Tierras Collas.
desde muchas generaciones antes o por sus antecesores directos; quizá remontándose al
periodo prehispánico (Atacamas, Diaguitas-Calchaquies y Humahuacas), tanto del lado
chileno como argentino.
LA MEMORIA OLVIDADA
557 Paz da cuenta que los apellidos Gerónimo y Quispe se encuentran en la zona de Jujuy,
Noroeste argentino, y aunque pueden ser más extendidos coinciden con el área geográfica
nombrada por la memoria histórica de los collas de Atacama. Paz, Gustavo. “Campesinos,
terratenientes y Estado. Control de tierras y conflicto en la puna de Jujuy a fines del siglo
XIX”. En: Alejandro Islas (comp.). Sociedad y articulación en las tierras altas jujeñas. Investiga-
ción y Desarrollo-Proyecto ECIRA. Buenos Aires.1992.
En efecto, en el caso del apellido Gerónimo, aparece en la subdivisión de la finca Yoscaba
realizada a principio del 1900 (Idelfonso Gerónimo y Polonia Gerónimo), y el apellido Quispe
(José F. Quispe), aparece en el Departamento de Yavi, como propietario del predio Quiaca
en 1860, y como adjudicatarios en 1903 del rodeo Lumara ubicado en Cochinoca se nom-
bra a Ignacio Quispe y Felipe Quispe. Apellidos Ramos, aunque no coinciden con el lugar
señalado por los collas de su origen, sí aparecen en la misma zona de Cochinoca. Ver: Cas-
tillo, Gastón; Miguel Cervellino y Daniel Quiroz. Los Collas, Fantasmas en la Cordillera. Fondo
de Apoyo a la Investigación. Informes. Centro de Investigaciones Diego Barros Arana. DI-
BAM. Santiago. 1993.
558 Molina, Raúl y Martín Correa. Estudio e Informe para “Solicitud de Fondos de Valles y
Quebradas Ocupadas por las Comunidades Collas, Diego de Almagro, Paipote y Río Jorque-
ra”. Grupo de Investigación TEPU-CONADI Iquique. (ms.). 1997.
C APÍTULO S EXTO : L OS COLLAS DE LA CORDILLERA DE A TACAMA
“Don Vicente Quispe, (...) colla antiguo de Antofagasta de la Sierra, toda esa
familia viene de allá. La mamá se llamaba Santos Cardozo, esa era la mamá
de las niñas Quispe, esa es de aquí de San Miguel. (...) Los Quispe venían del
Norte, de San Pedro de Atacama, pasaron a Potrerillos y de ahí se venían
vega por vega. Manuel Quispe también vivía en la cordillera, muchos años,
después empezaron a vivir en el pueblo, a Potrerillos, cuando empezaron a
marcar y vender los pocos animales que tenían”. (Paulino Bordones, 67
años, 2 de noviembre de 1997)
559 Los lugares denominados Asiento, Pasto Cerrado y el Agua Dulce, corresponden a la
quebrada de actual ocupación de la comunidad colla de Potrerillos. Pasto Cerrado es la
actual quebrada Jardín, nombre que fue puesto por los norteamericanos de la Andes
Copper Mining Company. Don Esteban Ramos, señala que desde antes de la llegada de los
collas se llamaba Pastos Cerrados y fueron los gringos quienes le cambiaron el nombre por
quebrada Jardín.
LA MEMORIA OLVIDADA
misma altura, está cerquita, y cuando no había pasto por acá bajábamos a El
Bolsón, que está casi a la misma altura de La Cruz. Cuando en tiempos de
invierno estaba malo para La Cruz, nos bajábamos a El Bolsón, y después en
el verano siempre nos veníamos a reunir a La Encantada (...) En la Quebra-
da de Inés Chica los viejitos que habían eran don Víctor Quispe, doña Gui-
llermina Julio, que eran casados; había otro matrimonio entre don Rosalino
Marcial y doña Gregoria Jerónimo; había otro viejito que era solo que se
llamaba Pedro Nolasco; y de repente también por ahí estaba don Eustaquio
Jerónimo y doña Candelaria, esa era la gente más antigua que había por
ahí. Pero ellos tenían un grupo de familias que era fabuloso, los hijos, nie-
tos, ellos fueron los que iban allá, ahí pasaban el invierno, eran familias
grandes, hijos, abuelos, papás, tenían cada uno su ganado aparte. Es que ahí
habían unos potreros muy re bonitos antes, cuando había agua, para pasar
228 el invierno. Pero las familias más grandes ahí eran los Quispe y los Marcial,
cordero, cabra, toda clase de ganado tenían. Mis bisabuelitos eran los due-
ños de Agua Dulce560.” (Esteban Ramos Villanueva).
“En la Quebrada San Andrés, donde nací yo (...) para el año nuevo nos
juntábamos con mi padre de crianza para los Sanjuanes cuando se celebra el
año nuevo, en la víspera del 23 de Junio mi padre hacía un corralito de
monte, un hoyito al medio, traía los animales y les cortábamos la oreja que
es la señal, se echaba ahí y se tapaba, después los animales grandes se mar-
caban, y de ahí él hacía todos sus ritos, sus gracias, sus ceremonias, la danza
de la vidala. Entonces ahí se pedía, como se hace manda a la Virgen por
ejemplo, que venga el año bueno, que cunda más los animales, que le de
más vida a uno y a la familia, eso se le pedía a la tierra, al sol y al cielo, que
viniera, que lloviera, que le diera más luz a la tierra para que creciera, a la
Pachamama... Para San Juan, una vez que mi padre hacía su rito, prendía el
corralito de monte y allí él iba con su botellita de aguardiente y coca.” (Jesús
Cardozo, septiembre de 1996)
561 Sayago señala que la hacienda “Potreros de la Iglesia” tiene origen colonial y data de
mediados del siglo XVII, siendo producto de las reparticiones de mercedes que se hacen
fuera del valle de Copiapó. Sayago, José María. Historia de Copiapó. Editorial Francisco de
Aguirre. Santiago. 1997 [1874].
562 El predio se encuentra inscrito a Fojas 30 Nº 56 en el Conservador de Bienes Raíces de
confluencia con el Río Turbio al fundo Jorquera (a 1.965 m. sobre el nivel del mar) que
pertenece hoy a la familia Goyenechea. Se trata del primer y casi único lugar habitado en
toda esta extensión desde la loma más alta de la cordillera hasta la antes mencionada con-
fluencia de los tres ríos en Las Juntas. A este fundo, al cual –a juzgar por los edificios y por
algunas personas de la servidumbre y gañanes que lo habitan– vale menos que la más
mísera hacienda de nuestra tierra, pertenecen todas estas montañas y las Cordilleras desde
el este hasta la frontera chilena, desde el norte, a través del desierto de Atacama, hasta la
frontera boliviana, limitando por el sur con las posesiones de los habitantes del valle de
Pulido. Son entre 200 y 300 millas cuadradas, pero así y todo, se me aseguró que toda esta
propiedad no aportaba hasta ahora ni siquiera mil táleros al año. (...) En todo el cortijo no
había otro edificio que la casita del mayordomo que, sin duda, jamás fue visitada por el
millonario dueño”. (Domeyko, Ignacio. Mis viajes... Op. cit. p. 460)
C APÍTULO S EXTO : L OS COLLAS DE LA CORDILLERA DE A TACAMA
564 Ver: Gigoux, Enrique. “Notas, observaciones y recuerdos de los indígenas de Atacama”.
En: Revista Universitaria. Vol. III. N° 8, Año 12. Universidad Católica de Chile. Santiago.
1927. pp. 1080-1081. Y Cruz, Carlos. “Gran minería del cobre en Atacama”. (Relaciones
Públicas de la Minera Anaconda) En: Seminario de problemas regionales de Atacama. Ediciones
del Departamento de Extensión Cultural de la Universidad de Chile. Santiago. 1957.
565 Ver: Gigoux, Enrique E. “Notas, observaciones y recuerdos...” Op. cit. p. 1082.
LA MEMORIA OLVIDADA
566 En: Cassigoli, Rossana y Álvaro Rodríguez. “Estudio Diagnóstico de la Población Colla
de la III Región. (Preinforme Final)”. Investigación Antropológica. Sur Profesionales Ltda. De-
partamento de Antropología de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Santia-
go. (ms). 1995. p. 19.
C APÍTULO S EXTO : L OS COLLAS DE LA CORDILLERA DE A TACAMA
567 Citado en Molina, Raúl y Martín Correa. “Solicitud de Fondos...” Op. cit.
568 Marzo es época de lluvias altiplánicas o invierno boliviano y la zona de travesía atravie-
sa la puna salada, por el salar de Pedernales o Maricunga, Laguna Verde, Paso San Francisco
y desde allí se baja a la provincia de Catamarca, cuyo viaje en mulas o a caballo duraba siete
días hasta Fiambalá.
LA MEMORIA OLVIDADA
“...era el que tenía estas tierras por un pago que le tenía a Cousiño, le dejaron
la hacienda para que se pagara. Él no dejaba que trabajara nadie, y todo lo
que se sembraba él lo quitaba o tenía que darle las partes por iguales. Justo
Juárez tenía a toda la gente que quedó cesante en la minería trabajando aquí,
como inquilinos, al día, pero nadie podía sembrar para cada uno. Aquí se
trabajaban los potreros, pero nadie podía tener sus animales aquí, porque
eran crianceros, tenían que tenerlos en la cordillera...” (Paulino Bordones)570
569 Esta hacienda La Puerta es otra diferente de la hacienda La Puerta de Tierra Amarilla,
junto al río Copiapó.
570 Molina, Raúl y Martín Correa. “Solicitud de Fondos...” Op. cit.
571 Op. cit.
C APÍTULO S EXTO : L OS COLLAS DE LA CORDILLERA DE A TACAMA
“(...) esta zona de aquí (Montandón) para arriba las tomaron todas, si las
que quedan son las agüitas que le he nombrado, son unos poquitos no más,
poquito de vertiente no más que hay. Si por ejemplo de aquí para arriba hay
un agua donde está mi hermana, que tiene majada todavía, que es El Asien-
to, y esa agua corría hasta aquí, hasta El Jardín, como 30 kilómetros por esta
quebrada, y toda esa la tomaron toda, Quebrada Larga. Empezaron a tomar
arriba, entonces las aguas se fueron secando, y después aquí abajo, una vega
grande que hay, que se llama Asiento, colocaron bomba, como 5 bombas,
chuparon todo. Así fueron quitando las aguas y secándose las vegas, princi-
palmente, que es lo que más uno aprovecha en tiempo de verano, en cual-
quier tiempo, si habiendo agua el animal come cualquier cosa. Ahí en la
parte de Inés Chica se secaron las aguas con los años malos, hay pero muy
poca.” (Esteban Ramos, septiembre de 1996)
“...a nosotros nos cortaron los brazos como pequeños mineros cuando se
ordenó que los que tenían un cartucho de dinamita eran guerrilleros, cuan-
do entró Pinochet. Aquí había mucho pirquinero, en todas las familias, ha-
bían minitas de cobre de buena ley. Nosotros trabajamos en la Mina La Glo-
ria, ahí en Cerro Grande. Antes las mujeres cuidaban los animales y los
hombres las minas y la leña, nos íbamos en octubre y volvíamos en mayo, a
la azufrera de Codocedo.” (Paulino Bordones, septiembre de 1996)
“El trabajo de la leña y el carbón duró hasta como el año 1974. Ese año salió
un decreto que prohibió la corta de leña y, a la vez, la fabricación del carbón.
Incluso salió un decreto para eliminar todo el ganado caprino. Esto se peleó
en Santiago, con dirigentes de los dos sindicatos, de Paipote y de Jorquera,
porque aquí ya no había ningún recurso, y de Santiago (como a los tres
meses) llegó una contraorden al decreto que se había hecho en Copiapó.
Pero no se peleó el asunto del carbón y de la leña, sino el puro asunto del
ganado ya que mucha gente –tal como ahora– dependía del ganado, de las
cabras, para su familia. “(Marcos Bordones Segura, septiembre de 1996)
“Lo de las hermanas Quispe ha dado mucho que hablar, mucho comentario 239
ha habido en eso. Yo conversé con un caballero que traficaba por aquí en un
camión de la ESSO que trabajaba para la mina Marte y un día yo me embar-
qué aquí y él me conversó: ‘¿Las niñas Quispe que mataron para la cordille-
ra venían por aquí?’, me preguntó. Sí le conteste.., (me dijo) yo sé verdade-
ramente que las mataron porque un hermano mío las mató, uno que era
milico y que andaban con un Teniente registrando la cordillera, y las mata-
ron porque las niñas estas daban facilidad a los comunistas para que se arran-
caran para la Argentina, por eso las mataron’... Me dijo que tenían animales
cargados porque una de ellas estaba en punto de irse para donde estaban los
papás de ellas, así que ahí quedaron todos los animales, todo, ahí me con-
versó tal como era. Ellas estaban para la Quebrada de La Tola, para el lado
de Figueroa, frente a Monardes, ellas venían de abajo, por el río Figueroa
para arriba, por Cuestecilla (río Jorquera) (...) Las mismas niñas le conver-
saron antes al caballero Villegas que habían llegado 2 hombres jóvenes y
altos que andaban de civil, que estuvieron conversando con ellas y que se
fueron para el lado de San Miguel, como dos días antes, que andaban bus-
cando gente que se arrancaba (...), por aquí también anduvieron, por aquí
para arriba, andaban de a pie y se posesionaron ahí en Juntas, y ahí se iban
relevando y llegaban otros y después otros. Ese hombre que me contó que
su hermano había sido el que las mató me dijo que lo había hecho lastimo-
samente pero ‘órdenes son órdenes’, así como ha muerto mucha gente.”
(Paulino Bordones, septiembre de 1997)
torio se realizaba por las familias collas de Quebrada Paipote y Río Jorque-
ra y, por otra, existía la demanda de particulares sobre las mismas tierras,
mientras el Fisco de Chile mantenía un juicio con la Sucesión de Goyene-
chea por el dominio de estas tierras cordilleranas.
La influencia de los grandes propietarios locales en el gobierno regio-
nal fue un factor para alcanzar el reconocimiento de tierras que ahora co-
braban valor para las plantaciones de uva de exportación. Las tierras del
valle del río Jorquera, incluidas en la hacienda Potreros de la Iglesia, eran
reivindicadas por uno de los principales empresarios frutícolas, Alfonso Pro-
hens, quien logró que el Ministerio de Bienes Nacionales le reconociera en
1981 un total de 3.475 hectáreas en el sector más bajo del valle, cercano a la
confluencia con el río Copiapó, con varios kilómetros de extensión sobre el
240 fondo de valle hasta el sector de Salto de los Monos572.
El reconocimiento de la propiedad de las tierras a Alfonso Prohens
significó la formación de la hacienda Jorquera, y el inicio de un período de
conflicto con las familias collas que ocupaban estas tierras como inverna-
da y sobre las que muchos crianceros de ganado conservaban sus posesio-
nes por largos años.
El desenlace de esta situación fue el desalojo de las familias collas de
la comunidad de río Jorquera, que ocupaban las tierras reconocidas por el
Ministerio de Bienes Nacionales a Alfonso Prohens. Este, en el año 1989,
procedió sin orden judicial a expulsar a las familias collas de las posesiones
que mantenían por más de 20 años, incendiando aquellas para obligarlos
a abandonar las tierras.
572 En efecto, como reza la inscripción Nº 1811, a fojas 3.056 vta., del Registro de Propieda-
des del Conservador de Bienes Raíces de Copiapó, a “18 de Agosto de 1981, don Alfonso
Prohens Arias, domiciliado en el Fundo La Puerta, es dueño del inmueble ubicado en el
lugar Río Jorquera, comuna de Tierra Amarilla, (...), tiene una superficie aproximada de
3.475 hectáreas, y cuyos deslindes son los siguientes: Norte, terrenos fiscales eriazos; Este,
terrenos fiscales eriazos; Sur, Las Juntas; y Oeste, terrenos fiscales eriazos, Río Jorquera y
camino de penetración de por medio. Dicho inmueble lo adquirió por Resolución Definitiva
N° 365 de fecha 28 de Julio de 1981 dictada por el Señor Director de Tierras y Bienes
Nacionales don Homero Illanes Glasinovic (...). La presente inscripción se practica confor-
me a lo dispuesto en el artículo 14 del Decreto Ley Nº 2.695 del Ministerio de Tierras y
Colonización de fecha 30 de Mayo de 1979”. (Molina Raúl y Martín Correa. Estudio e
Informe para “Solicitud de Fondos...” Op. cit.)
C APÍTULO S EXTO : L OS COLLAS DE LA CORDILLERA DE A TACAMA
Agua Dulce, comuna de Diego de Almagro, Provincia de Chañaral, III Región de Atacama,
denominados “Vegas Quemadas” y “El Encanche”, los cuales se encuentran inscritos a su
nombre a fojas 3 vta., bajo el número 5 y a fojas 4, bajo el número 6, respectivamente, en el
Registro de Propiedad del Conservador de Bienes Raíces de Chañaral, correspondiente a 1970.
Además, CODELCO-Chile, División Salvador es titular de un derecho de Servidumbre Mine-
ra, sobre una superficie de 1.810 hectáreas, otorgadas por Decreto Supremo N° 1.284, del
Ministerio de Tierras y Colonización, de fecha 23 de octubre de 1957, inscrita a fojas 7, bajo el
número 5 del Registro de Hipotecas y Gravámenes del Conservador de Bienes Raíces de
Chañaral, correspondiente al año 1958.
LA MEMORIA OLVIDADA
contenidas en este párrafo, es decir del artículo 62 al 65, en cuanto sujetos de los derechos
reconocidos en los citados preceptos: El artículo 62 inciso 2º dispone: “Estas disposiciones
(para las comunidades aymaras y atacameñas) se aplicarán a otras comunidades indígenas
del norte del país tales como quechuas y collas”. El artículo 63, dispone respecto a los pro-
cesos de saneamiento y constitución de la propiedad de las comunidades señaladas en este
párrafo, la Corporación (CONADI) deberá salvaguardar los siguientes tipos de dominio: Tie-
rras de propiedad de indígenas individualmente consideradas, que por lo general compren-
de la casa habitación y terrenos de cultivo y forraje; Tierras de propiedad de la Comunidad
Indígena constituida en conformidad con esta ley y correspondiente, por lo general, a pam-
pas y laderas de cultivo rotativas. Tierras patrimoniales de propiedad de varias Comunida-
des Indígenas tales como pastizales, bofedales, cerros, vegas y otras de uso del ganado au-
quénido, caprino, mular, ovino, bovino y caballar en el caso de los collas.
LA MEMORIA OLVIDADA
ambientales que imponen a veces los largos periodos de sequía. Los collas
han acompañado la demanda de reconocimiento de sus derechos territo-
riales para que se asegure el poblamiento de la Cordillera de Atacama, con
el rescate y reforzamiento de su identidad, revitalizando sus ritos y tradi-
ciones que los vinculan al mundo andino.
245
LA MEMORIA OLVIDADA
246
C APÍTULO S ÉPTIMO : L OS DIAGUITAS DE LA QUEBRADA DEL H UASCO
CAPÍTULO SÉPTIMO
579 Niemeyer, Hans, Gastón Castillo y Miguel Cervellino. 1889. “Los primeros ceramistas
del Norte Chico: Complejo El Molle (0 a 800 d. C.)”. En: Jorge Hidalgo, Virgilio Schiappa-
casse, Hans Niemeyer, Carlos Aldunate e Iván Solimano (Eds.), pp. 227-263. Prehistoria.
Desde sus orígenes hasta los albores de la conquista. Editorial Andrés Bello. Santiago. p. 227.
LA MEMORIA OLVIDADA
COMPLEJO EL MOLLE
El territorio chileno donde se desarrolló el complejo El Molle fue la re-
gión de Atacama, específicamente al Norte del río Salado y por el Sur
hasta la cuenca del Choapa, con una extensión longitudinal de 630 kiló-
metros580.
Estas poblaciones tenían una vida económica variada y de carácter
complementario. Para una vital economía de subsistencia, El Molle “ocu-
paba diferentes ecotonos con marcada intensificación en los valles, en la
precordillera y en las quebradas de interfluvios semiáridos y casi ninguna
actividad económica en relación con el mar”581. Ellos cultivaban con prác-
ticas de riego artificial –acequias o canales–, lo que implicó un poblamien-
to más estable. Dentro de sus cultivos en las cotas altas, destacaron el
248 maíz, poroto, zapallo y quínoa, entre otros. En los interfluvios y valles
recolectaban frutos silvestres tales como algarrobo, chañar, pimienta; sin
embargo, con menos frecuencia, hubo recolección de moluscos maríti-
mos. Por la alta presencia de la industria de piedra tallada –particularmen-
te punta de proyectil–, la caza debió constituir uno de los rubros económi-
cos más relevantes. Al parecer, criaban camélidos, aun cuando no se sabe
con exactitud si hubo domesticación582.
Los rasgos más significativos de su desarrollo cultural en la cuenca
del Copiapó se manifiestan en las estructuras funerarias situadas sobre
conos de deyección –túmulos en quebradas laterales– y en el cementerio
El Torín583 –población de alta movilidad, con horticultura y crianza de
camélidos– junto con Carrizalillo Chico que era un complejo aldeano. Tanto
en El Torín como en Carrizalillo Chico se advierte una “convivencia con
los muertos” por la importancia de conservarlos en túmulos enterratorios
elaborados con alto gasto de energía. Además, son conocidos en esta área
los elementos de molienda, piedras de molino y morteros584.
Sobre la cultura Molle en la cuenca del río Huasco y en “la búsqueda
de un denominador común para todas las manifestaciones de la época, se
formuló la fase Río Huasco”. De este modo, los artefactos más definitorios
de esta cultura son las piedras silicificadas que, finamente pulidas, se uti-
lizaron para confeccionar los tembetás –adornos labiales-; pipas en forma
de T invertida y otros instrumentos tallados, además del tratamiento de
minerales como el cobre y pigmentos colorantes585.
En el interfluvio Huasco-Elqui, la población acusa una intensiva re-
colección y prácticas de caza. Algunos sitios presentan estructuras funera-
Nº 1. Santiago.
604 Hidalgo, Jorge. 1989. “Diaguitas chilenos protohistóricos”. En: Jorge Hidalgo, Virgilio
Schiappacasse, Hans Niemeyer, Carlos Aldunate e Iván Solimano (Eds.), pp. 289-293. Prehis-
toria. Desde sus orígenes hasta los albores de la conquista. Editorial Andrés Bello. Santiago. p. 289.
605 Op. cit. p. 289.
606 Op. cit. p. 290.
C APÍTULO S ÉPTIMO : L OS DIAGUITAS DE LA QUEBRADA DEL H UASCO
diaguitas para su regreso al Cuzco; aún así, se estima que hacia 1545 la
población indígena bordeaba los 15.000 habitantes607.
Su economía se basaba en la agricultura, ganadería, pesca y caza.
Respecto de los productos que los diaguitas cultivaban en los valles, los
cronistas hacen mención al maíz, frijoles, papas y quínoa; el algodón solo
lo cultivaban en Copiapó y Huasco, en tanto el zapallo se menciona desde
Huasco hacia el Sur608. Además, aprovechaban la recolecta de frutos sil-
vestres como el algarrobo y chañar, y utilizaban los interfluvios como sec-
tores de caza y pastoreo de camélidos.
Sus aldeas eran de dos tipos. Las primeras, los pueblos donde habita-
ban en tiempos de paz, eran estructuras elaboradas con material ligero,
básicamente de origen vegetal. Las segundas, se reconocen por los pukaras
o aldeas fortificadas que actuaban como refugio en tiempos de guerra, y 253
estaban construidas en piedra con materiales resistentes –murallas– y al-
gunas en madera con estacadas o palenques. En las aldeas, así como tam-
bién en los pukaras, los alimentos eran conservados en silos colectivos o
comunales. Como eran economías agrícolas autosuficientes, también de-
bían por este medio guardar las semillas para la próxima siembra y así
tener la posibilidad de abastecer los núcleos familiares y asegurar los cul-
tivos609.
Sobre la propiedad de la tierra y su administración, se carece de in-
formación; no obstante, y según el relato de Mario Góngora, se logran
algunas señas: “...no vivían concentrados cada uno en una comarca, sino
que usaban varios pedazos de tierras distantes entre sí, y también se ob-
serva en algunos el desplazamiento estacional en los años de sequía...”610,
lo que implica control de territorios sin uso simultáneo de pisos altitudi-
nales ni desplazamiento de colonias, pero sí de complementariedad de
recursos entre grupos geográficamente distantes, pero emparentados611.
Dentro de la organización sociopolítica diaguita, cada valle era una
unidad integrada por dos partes o mitades, que distinguía “...el sector alto
y el sector bajo o costero de cada valle. Cada uno de estos sectores estaba
gobernado por un jefe que, simbólicamente, era considerado hermano del
jefe de la otra mitad...”612.
Aun cuando faltan datos para obtener una mirada más local frente a
los diaguitas en este “tiempo de la invasión hispana”, cada jefe tendría
ciertos privilegios que los distinguiría del resto: viviendas y vestuarios des-
tacados, matrimonios con varias mujeres –diez a doce de ellas–, sus activi-
dades eran vistas con veneración, armas sostenidas por un paje mientras
dialogaban con los españoles, privilegios económicos en virtud del núme-
ro mayor de animales y tierras en comparación al resto, etc. Ciertamente,
estas características podrían plantear un tipo de estratificación; sin embar-
go, en esta sociedad no se hace mención de servidores. Más bien las deci-
siones, al parecer, debieron tomarse por el colectivo a través de asambleas
o ceremonias. Finalmente, lo que podría afirmarse es que esta cultura
alcanzó una organización de federación de señoríos613.
Histórico y Bibliográfico. José Toribio Medina. Santiago. 1966. Molina, Cristóbal de. Con-
quista y Población del Perú. En José Toribio Medina 1888-1902. 1895. Santiago. Y Mariño de
Lobera, Pedro. Crónica del reino de Chile. Biblioteca de Autores Españoles. Tomo CXXXI.
Madrid. 1867.
616 Lizárraga, Fray Reginaldo de. Descripción del Perú, Tucumán, Río de la Plata y Chile. Historia
619 Latcham, Ricardo. “Los Indios Antiguos de Copiapó y Coquimbo”. Revista Universitaria.
noroeste argentino”. En: Gentile, M.: El “control vertical” en el noroeste argentino, pp. 170-174.
Casimiro Quirós. Edic. Buenos Aires. 1986.
622 Ampuero, Gonzalo. La Cultura Diaguita. Museo de La Serena. La Serena. 1986. p. 33.
623 Ampuero, Gonzalo y Jorge Hidalgo. “Estructura y proceso en la prehistoria y protohis-
toria del Norte Chico de Chile”. Chungará Nº 5. Universidad del Norte. Arica. 1975.
624 Latcham, Ricardo. “Los indios antiguos...” Op. cit. p. 893.
625 Téllez, Eduardo. “La Identidad Diaguita”. Publicado en Etnika, Actas de Historia Indígena.
para el republicano, que den cuenta del destino de los primeros naturales.
Más bien para estos, se adoptó la teoría de la aculturación y el mestizaje
que explicaban la pérdida de los rastros culturales de estos indígenas626.
Se hizo común hablar de la cultura diaguita en Chile como vestigios mate-
riales de hombres y mujeres hoy inexistentes o desaparecidos en el mesti-
zaje cultural y racial o dispersos por el desarraigo. Un ejemplo sintético de
esta concepción fue expresada por el profesor Horacio Zapater, quien iden-
tifica como diaguitas a las culturas indígenas de los valles de Copiapó,
Huasco, Elqui, Límari y Choapa, pero agrega: “...al sur del desierto de
Atacama, en los valles del Norte Chico, los modos de vida indígena perdu-
raron poco tiempo, ya fuera por el mestizaje o por la asimilación cultu-
ral...”627. Sin embargo, es probable que la asimilación cultural y el mesti-
256 zaje haya hecho desaparecer los rasgos de la cultura diaguita así como
también la presencia indígena solo en algunos valles –especialmente El-
qui, Limarí y Choapa–; sin embargo, en otros perduraron, en distintos
grados, los modos de vida originarios, pero con desaparición de la lengua
kakán. La presencia de familias descendientes de diaguitas era todavía
reconocida hasta entrado el siglo XX en los últimos vestigios del Pueblo de
Indios San Fernando de Copiapó628. En el caso del reducto diaguita huas-
coaltino, perduró a través de la tenencia de las tierras del pueblo de indios
de Huasco Alto, y su uso, ocupación y asentamiento se mantuvo a lo largo
del período colonial (Ver Mapa Nº 14) y republicano, constituyendo los
valles de la cordillera en la cuenca del río Tránsito un espacio de refugio
de los diversos linajes indígenas.
626 Medina, José Toribio. Los aborígenes de Chile. Fondo Histórico y Bibliográfico José Toribio
Medina. Santiago. 1952 [1882]. Zapater, Horacio. Los aborígenes chilenos a través de cronistas y
viajeros. Editorial Andrés Bello. Santiago. 1973.
627 Zapater, Horacio. Los aborígenes chilenos... Op. cit. p. 32.
628 Sayago, Carlos María. Historia de Copiapó... Op. cit. Gigoux, Enrique. “Notas, observacio-
nes y recuerdos de los indígenas de Atacama”. Revista Universitaria Nº 8. Año 12. Vol III.
Universidad Católica de Chile. Santiago. 1927.
629 Domeyko, Ignacio. Mis viajes... Op. cit.
C APÍTULO S ÉPTIMO : L OS DIAGUITAS DE LA QUEBRADA DEL H UASCO
sus tierras. A mediados del siglo XVIII, los representantes del poder colo-
nial trataron de establecer villas y asentamientos de población española,
disponiendo para ello de las tierras diaguitas intentando relocalizar a los
indígenas en el pueblo de indios de Paitanas, ubicado en el curso medio
del río Huasco, sin respetar la propiedad indígena constituida sobre la base
de la legislación colonial. Fue así como los diaguitas del Pueblo de Indios
de Huasco Bajo enfrentaron los designios del corregidor general Antonio
Martín de Apeolaza, quien ordenó la fundación de la villa de Huasco Bajo
y de la parroquia de Santa Rosa del Huasco, instruyendo que los diaguitas
debían agregarse al pueblo de indios de Paitanas, lo que implicaba su tras-
lado y pérdida de las tierras. Los diaguitas se opusieron a los intentos del
corregidor e iniciaron un juicio en 1755. Los españoles trataron de de-
mostrar que la fundación de la villa no perjudicaba las tierras de los dia- 257
guitas, planteando que estas alcanzaban las 600 cuadras –936 hectáreas–
y que a la fecha en el pueblo de Huasco Bajo existían 60 tributarios y 12
reservados. Los alegatos y defensas de las tierras exigidas por los diaguitas
no fueron escuchados por las autoridades hispanas y el Fiscal de la Au-
diencia, José Perfecto Salas, no dio crédito a los alegatos indígenas, para
autorizar la fundación de la Villa: “(...) ni ay indios ni ay nada recio, que
todas son quimeras, que sobran tierras para esta Villa y para otras muchas
como sucede en todo el reino que faltan pobladores...”630.
La extensión de las tierras de los indígenas del Valle del Huasco du-
rante la Colonia se ubicaba en tres asentamientos a lo largo del valle, uno
cercano a la costa, otro en el sector centro y otro en la cordillera, los que se
denominaban Huasco Bajo, Paitanas –Vallenar– y Huasco Alto, respecti-
vamente. En 1789, la extensión de estos pueblos era la siguiente: Huasco
Bajo tenía 280 cuadras –436,8 hectáreas–; sin embargo, no se tienen más
antecedentes de Paitanas y Huasco Alto, excepto que esta última “...es
considerada por compuesta en más de 30 leguas hasta su confín, que es el
pie de la cordillera...”631.
La superviviencia de estos pueblos de indios se debía –entre otras
razones– a la actividad económica que desarrollaban, en especial, de cul-
tivos agrícolas, lo que les permitía pagar el tributo a la Corona. Los pagos
de tributo de los pueblos de indios de Huasco Bajo y Huasco Alto en 1795
a 1797 eran “...en legumbres, trigo, higos y cebada”. La importante activi-
dad económica estaba asociada a la extensión de los terrenos de cordillera
y de valle que poseían en el río Tránsito o río de los indios, que abarcaba
desde la entrada hasta los confines del pie de la cordillera. En 1789 se
señalaba por el Subdelegado de Huasco, Martín Gregorio del Villar que
630 M.M., tomo 185, N° 4177. Silva, Fernando. Tierra y Pueblos de Indios en el Reyno de Chile.
Editorial Universidad Católica. Santiago. 1962. p. 154.
631 C.G., Vol. 501, N° 6395. Silva, Fernando. Tierra y Pueblos de Indios en el Reyno de Chile.
EL TERRITORIO HUASCOALTINO
En la cordillera de la III Región, provincia de Huasco, pasando el poblado
de Alto del Carmen se inicia un desfiladero entre montañas que penetra
aguas arriba por el río Tránsito, conocido también como río de los indios o
naturales en el siglo XIX y por el nombre de Paitanasa desde tiempos pre-
colombinos633, lugar donde por siglos se refugió un contingente indígena
del pueblo diaguita que habitaba el valle de Huasco.
258 Recientemente, en 1997, el Estado chileno ha reconocido la propie-
dad de la tierra a varias familias descendientes de los antiguos indígenas,
los que después de largos años han regularizado la propiedad territorial de
395.000 hectáreas, comprendidas en tres estancias de cordillera denomi-
nadas Huascoaltinos, Chollay y Valeriano, las que poseían sus habitantes
como dominio regular e inscrito desde principios de siglo634. Estas tierras
abarcan toda la cuenca del río Tránsito y sus afluentes, el río Conay, Cho-
llay y Valeriano, desde la zona de confluencia en el río del Carmen hasta
el límite con la República Argentina635, que corresponde a un territorio
que desde tiempos coloniales se denomina como Huascoalto y que consti-
tuyó un asentamiento pretérito de la cultura El Molle, Las Ánimas y re-
ducto de indios diaguitas desde la Colonia636.
El reducto huascoaltino, formado como pueblo de indios, si bien quedó
desde el inicio del período colonial segregado del valle más fértil y ancho
Alto del Carmen a San Félix, mantiene en su interior pequeñas porciones
de tierra que permiten la producción agrícola en pequeña escala, comple-
presencia de 3.306 habitantes indígenas que se reparten en los pueblos: Huasco Alto y Bajo,
San Fernando de Copiapó, Choapa, Tambo, Marquesa Alta, Molle, Poya, Guamalata, Tu-
quín, Sotaquí y Combarbalá. (Manuscrito Sala Medina. Biblioteca Nacional, Volumen 329;
ff. 434-435)
C APÍTULO S ÉPTIMO : L OS DIAGUITAS DE LA QUEBRADA DEL H UASCO
637 Manríquez, Viviana y José Luis Martínez. “Investigación Etnohistórica del Estudio Diag-
nóstico de la Población Colla de la III Región. (Preinforme Final)”. Sur Profesionales Ltda.
Departamento de Antropología de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano. San-
tiago. 1995.
638 Es necesario trabajar el tema de las conexiones territoriales diaguitas y de las culturas
LA DESCENDENCIA DIAGUITA
En la actualidad la población que se identifica con el nombre de huasco-
altinos se ubica a lo largo del río Tránsito en asentamientos tradicionales
de larga data (Ver Mapa N° 14), donde se encuentran los poblados y loca-
260 lidades llamadas: Juntas, La Marquesa, El Olivo, Chihuinto, Las Pircas,
Alto Naranjo, Los Perales, Chanchoquín, La Fragua, La Arena, La Junta
de Pinte, La Pampa, Conay, San Vicente, Junta de Valeriano y Albarico-
que; cada una con agrupaciones de pocas viviendas. Allí se hallan sus
moradores ancestrales, como las familias Campillay –principal linaje–, Tam-
blay, Eliquitay, Cayo, Pauyantay, Seriche y Liquitay639, compartiendo con
otras provenientes de Argentina desde el siglo pasado, o de algún criance-
ro-cateador que se quedó a vivir entre esos angostos valles y cerros640.
La primera evidencia de la adscripción étnica diaguita de las familias
huascoaltinas son sus apellidos. Estos se conservan desde siglos atrás y
mantienen uno de los apócopes distintivos de la lengua kakán: la termi-
nación “ay”. Para Nardi641, una de las características típicamente kakán,
639 Es interesante resaltar un testimonio de los valles calchaquíes del Noroeste argentino,
fundado por las familias Campillay, Villegas y Bordones... “los Bordones esos eran netos ar-
gentinos, a esos les decían los cuyanos cuando llegaron aquí”, sentencia Jorge Campillay
(Cassigoli, Rossana y Álvaro Rodríguez. “Investigación Antropológica del Estudio Diagnóstico
de la Población Colla de la III Región. (Preinforme Final)”. Sur Profesionales Ltda. Departa-
mento de Antropología de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Santiago. 1995).
Bordon es un apellido muy común entre las comunidades collas de la cordillera de Co-
piapó y Chañaral (Molina, Raúl y Martín Correa. “Informe sobre la ocupación territorial de
las comunidades collas de Río Jorquera, Quebrada Paipote y Potrerillos”. Grupo de Investi-
gación TEPU. Santiago. (ms.). 1996. Y de los mismos autores: “Informe de solicitudes de
tierras de Fondo de valles (vegas, aguadas, campos de pastoreo) para las comunidades collas
Río Jorquera, Quebrada Paipote y Potrerillos. Santiago. (ms.). 1997. Y también en el Huas-
co el apellido Bordon es reconocido como indio en los archivos de la parroquia del Tránsito
en el año 1895. Además es necesario advertir que las migraciones argentinas se relaciona-
ron con el auge minero de mediados del siglo XIX y que provocaron un influjo de población
colla para el trabajo de arriería, cuidado de animales y abastecimiento de leña.
641 Nardi, Ricardo. “Observaciones sobre los nombres...” Op. cit.
C APÍTULO S ÉPTIMO : L OS DIAGUITAS DE LA QUEBRADA DEL H UASCO
261
MAPA Nº 14
LA MEMORIA OLVIDADA
645 Bibar, Gerónimo de. Crónica y relación copiosa. Op. cit. Hidalgo, Jorge. “Culturas Protohis-
tóricas del Norte de Chile”. Cuadernos de Historia Nº 1. Santiago. 1972.
646 Manríquez, Viviana y José Luis Martínez. “Investigación etnohistórica...” Op. cit.
647 A fines del siglo XVIII la fuga de indios que servían en las minas de Copiapó hacia el
valle del Huasco fue una situación difícil de manejar para los mineros de Copiapó, quienes,
en julio de 1780, envían una representación a las autoridades hispanas para que pongan fin
LA MEMORIA OLVIDADA
264
MAPA Nº 15
C APÍTULO S ÉPTIMO : L OS DIAGUITAS DE LA QUEBRADA DEL H UASCO
a las fugas de peones mineros desde los obrajes y castiguen a los que los acogen, regulando
la actividad de prestación y contrato de trabajo, advirtiendo que cesan en el pago de tributo
a las arcas de la Real Hacienda. “...Nos vemos obligados a representar a V.M. la dificultad de
continuarlo por el desorden de los peones en quienes crece cada día la insolencia, y falta al
cumplimiento de sus obligaciones”. Quienes los acogen por “amistad o interés en su servi-
cio”, se ubican en el valle del Huasco, y los mineros solicitan que se debe hacer tomar razón
a los tenientes de dicho lugar de las ordenanzas del Reino; “...Lo que se debe ejecutar con
los que hacen fuga y pasan a otros minerales, cuya observancia importaría se mandare bajo
de responsabilidad a los Tenientes del Guasco que es Asiento de la jurisdicción de V. M. a
que suelen transportarse”. Respecto de las penas propuestas para los infractores se hace
diferencia entre indígenas (diaguitas) y españoles: “Mayor castigo merecen los que encu-
bren a dichos peones en los ranchos y haciendas, y convendría se publicase también la
Ordenanza que prohibe consentirlos por más tiempo de una hora, ni aún con título de
alojamiento, mandando a V.M. que todos y cualesquiera persona inclusos los mayordomos
de haciendas, y fincas tengan particular cuidado en despedirlos, y que en caso de resistirse
los referidos peones, avisen prontamente a la justicia, que deberá enviarlos a la cárcel de
esta villa (Copiapó), para que se les den cincuenta azotes en el Rollo, quedando sujetos a
igual pena los que no cumpliesen con dicha despedida, y aviso, salvo si fuesen españoles,
que se les impondrá una multa competente”. (Jara, Álvaro y Sonia Pinto. Fuentes para la
historia Op. cit. pp. 215, 216)
La ordenanza solicitada por los mineros fue motivada por la pérdida de la escasa mano
de obra indígena disponible para el trabajo minero y por los incumplimientos de contratos,
prefiriéndose los indígenas arrancarse hacia lugares de faenas agrícolas y mineras ubicadas
fuera del valle de Copiapó, en especial, hacia el valle del Huasco. La solicitud de los mineros
de Copiapó fue respondida por el Bando Dictado en La Serena el 11 de marzo de 1795, que
aunque tarde dio acogida a lo solicitado en 1780.
648 Cassigoli, Rossana y Álvaro Rodríguez. “Investigación antropológica...” Op. cit. p. 33.
LA MEMORIA OLVIDADA
266
649 Advis, Patricio. “Noticias de cronistas e historiadores sobre la travesía de los Andes
realizada por la hueste de Almagro durante la jornada de Chile”. Boletín del Museo de Historia
Regional de Atacama Nº 4. Copiapó. 1994. Ampuero, Gonzalo y Jorge Hidalgo. “Estructura y
proceso. Op. cit. Ampuero, Gonzalo. Cultura... Op. cit. Cervellino, Miguel. “La Resistencia
Indígena a la Invasión Española y su población estimada en los valles de Copiapó y Huasco.
(S. XVI al S. XVIII)”. Boletín del Museo de Historia Regional de Atacama Nº 4. Copiapó. 1994. Y
del mismo autor: “Relatos de una expedición: Almagro en los Andes, por la ruta de la
muerte”. Boletín del Museo de Historia Regional de Atacama Nº 4. Copiapó. 1994.
C APÍTULO O CTAVO : C ONQUISTA , RESISTENCIA Y PARLAMENTOS
TERCERA PARTE
268
C APÍTULO O CTAVO : C ONQUISTA , RESISTENCIA Y PARLAMENTOS
CAPÍTULO OCTAVO
650 El fundamento empírico de esta hipótesis es muy confuso. Al conocer algunos autores
Ahora bien, uno de los elementos que permite plantear hoy más cla-
ramente la influencia que ejercieron los grupos mapuches en una extensa
zona del territorio chileno actual es, sin lugar a dudas, la unidad lingüísti-
ca que logró configurarse en un momento determinado de la historia de
las poblaciones que habitaban, al menos, entre los valles centrales y Chi-
loé651. No existe claridad en torno al momento preciso en que se hace
efectiva esta influencia; no se sabe cómo ocurrió el particular fenómeno
de que todos hablaran la misma lengua o una muy semejante, que se
unificaran la mayoría de las costumbres, ritos y procedimientos sociales y
políticos, sin tener un Estado centralizado en una extensión tan grande y
larga; sin embargo, ya al arribo de los españoles es posible observar clara-
mente este fenómeno.
270 A mediados del siglo XVI, una parte significativa del territorio chile-
no era ocupado por grupos indígenas que hablaban la misma lengua. Las
crónicas de aquella época señalan que “... desde el río Choapa hasta el
archipiélago de Chiloé se hablaba el idioma araucano...”652. Existía una
relativa homogeneidad cultural, dada por elementos que se podrían de-
nominar genéricamente “araucanos”. Se dice relativa homogeneidad, pues,
al parecer, existían ciertas diferenciaciones entre los innumerables linajes
territoriales que componían la sociedad mapuche. (Ver mapa Nº 16)
Desde la perspectiva mapuche existía otro tipo de diferenciación re-
flejada en la utilización de distintos denominativos étnicos –etnónimos–,
para hacer referencia a las poblaciones ubicadas en distintos puntos geo-
gráficos. De esta manera se habla de cuatro orientaciones geográficas tales
como Huillimapu, donde a su gente se les denomina huilliches; Pincun-
mapu, para hacer referencia en general al Norte del Bío Bío, lugar de
asentamiento pikunche; Puelmapu, para hacer referencia a la población
de la Cordillera y de allende los Andes, generalmente denominados como
supusieron que la dirección de la migración había sido desde el Chaco a la Cordillera de los
Andes y al territorio chileno. Don Tomás Guevara, sabio etnohistoriador y autor de nume-
rosas obras, criticó desde su inicio esta tesis señalando que el camino había sido justamente
al revés, como se verá más adelante en el texto. En el siglo XVII aproximadamente los
mapuches de la vertiente occidental, esto es chilena, se adentraron en las pampas “arauca-
nizando” a los grupos no mapuches que allí vivían. Este proceso de “araucanización” de la
pampa argentina duró tres siglos y de allí que exista mucha toponimia mapuche en esa
zona. Hoy día la tesis de la “cuña araucana” sigue repitiéndose majaderamente en los textos
escolares.
651 El nombre que los inkas y luego los españoles le otorgan al valle del Mapocho y a sus
habitantes como “mapochoes”en la traducción que hacen los españoles, podría señalar que
era el primer valle donde se hablaba plenamente el idioma mapuche y como tal era el valle
de los mapuches. En los valles de más al Norte, se hablaba la lengua mapuche, como está
bien probado, junto con las lenguas anteriores provenientes de los diaguitas del Norte Chi-
co. Era quizá una zona de transición. Los cronistas, por su parte, senalan que hasta Chiloé
se hablaba la misma lengua mapuche.
652 Zapater, Horacio. Aborígenes chilenos a través de cronistas y viajeros. Editorial Andrés Bello.
271
MAPA Nº 16
LA MEMORIA OLVIDADA
653 Es necesario consignar que el término lafquenche no sólo haría referencia a población
mapuche ubicada en la costa marítima, sino también a la cercana a ciertos lagos. También es
necesario decir que existen otras denominaciones que reconocen otras identidades territo-
riales del pueblo mapuche, tales como nagche, huenteche y otros. Sin embargo, las cuatro
orientaciones generales más mencionadas son el huillimapu, pincunmapu, puelmapu y
lafquenmapu.
654 Ver: Zapater, Horacio. Aborígenes chilenos... Op. cit. p. 44.
655 Los nombres de pikunches o gente del Norte, huilliche o gente del Sur fueron utilizados
de manera relativa durante mucho tiempo. Los mapuches del lado Norte del Bío-Bío eran
conocidos como pikunches por los de la otra banda y asimismo estos les denominaban
huilliches. En muchos mapas antiguos la palabra huilliche designa a los mapuches del cen-
tro de la Araucanía. A los de la zona de Osorno, hoy denominados huilliches, se los deno-
minó durante mucho tiempo como “cuncos”. La cuestión de la denominación de los pue-
blos indígenas, en general, y del pueblo mapuche, en particular, es muy compleja y no
obedece a las razones y lógicas del mundo y cultura occidentales. No es este el estudio
adecuado para entrar en una complicada y técnica polémica. Por ello se ha optado por
hablar de pueblo mapuche, ya que ese es el nombre que actualmente parece el más adecua-
do a los propios descendientes, los mapuches. La denominación “araucano”, de origen es-
pañol, la utilizaremos solamente cuando sea preciso hacerlo y señalando entre comillas la
particularidad y sentido de su uso. Por ejemplo, en el caso de “araucanización” de otros
grupos indígenas no mapuches, ya que ese concepto se ha impuesto en la historiografía
moderna.
C APÍTULO O CTAVO : C ONQUISTA , RESISTENCIA Y PARLAMENTOS
656 Esta resistencia, sin embargo, no impidió que los mapuches se apropiaran de ciertas
Población y I de Vivienda de 1952, Santiago, 1956, p. 12. Ver también: Bengoa, José. Histo-
ria del Pueblo Mapuche.Ediciones LOM, Santiago 2001 (6ª. Edición), p. 43. Citando a Geróni-
mo de Bibar en Crónica del Reyno de Chile, señala que “... en el valle del Mapocho no había más de
5.000 indios y en Aconcagua habría de 3 a 4.000; por cada indio para encomendar habría que multi-
plicar por el número de su familia, lo cual haría una población entre 20 y 30 mil personas en cada
valle”. En este capítulo se incluye un mapa de la etnografía de Chile a la llegada de los
españoles que permite apreciar la diversidad de pueblos existentes en el siglo XVI y recono-
cidos por los investigadores chilenos a mediados del siglo XX.
658 Bengoa, José. Historia del Pueblo Mapuche... Op. cit. p. 16.
659 Este tipo de agricultura se caracteriza por contener una rotación de cultivos en diversos
territorios en que muchas veces el fuego ocupa un papel fundamental para limpiar el terre-
no y fertilizar. Se lo denomina en Chile como “roce” y en muchas partes de América como
el método de “roza, tumba y quema”. Es característica también la presencia activa y espe-
cializada de mujeres en el trabajo hortícola, cuestión que en la cultura mapuche se mantie-
ne hasta el día de hoy.
LA MEMORIA OLVIDADA
660 “Núñez de Pineda y Bascuñán, el feliz cautivo, describe los sistemas de siembra del maíz
en tierras húmedas, las que eran rozadas y apenas removidas en el momento mismo de la
siembra con instrumentos muy generalizados, los cuales por sí solos no demuestran ningu-
na especialización agrícola”. En: Aldunate, Carlos: “Mapuche: Gente de la Tierra”. En: Jor-
ge Hidalgo; Virgilio Schiappacasse, Hans Niemeyer, Carlos Aldunate, Pedro Mege (Comps.),
pp. 11-139. Etnografía. Sociedades indígenas contemporáneas y su ideología. Editorial An-
drés Bello. Santiago. 1996. p. 117.
661 Desde la perspectiva de los propios mapuches, existen otros tipos de explicaciones res-
pecto al tipo de asentamiento, son aquellas que se relacionan con estructuras religiosas
propias de la cultura y cosmovisión mapuche. Por ejemplo, en cada asentamiento, que en
mapudungun recibe denominaciones tales como lof, rehue o quiñelmapu existe un Treng
Treng, especie de fuerza protectora del pueblo mapuche, presente en ciertos cerros; por
tanto, el asentamiento se relaciona fuertemente con el contexto geográfico, no solo en lo
visible, sino también en cuestiones como la protección que otorgue la naturaleza en deter-
minados espacios. Otros criterios que guían y explican el tipo de asentamiento se constitu-
yen a partir de los conceptos de tugun, kupalme, ananmapu y otros, que, en resumen,
pueden interpretarse como las distintas formas que tienen las familias mapuches para posi-
cionarse y formar parte de un determinado contexto físico y simbólico, y cómo, a partir de
esas adaptaciones, ordenan el tipo de asentamiento y desplazamiento del pueblo mapuche.
662 Dillehay, Tom. Araucanía: Presente y pasado. Editorial Andrés Bello. Santiago. 1990. p. 42.
C APÍTULO O CTAVO : C ONQUISTA , RESISTENCIA Y PARLAMENTOS
663 Bengoa, José. Historia del Pueblo Mapuche. Op. cit p. 22. En este sentido, la mayoría de las
crónicas coinciden en la descripción, aunque no siempre de manera explícita, de la socie-
dad mapuche, como una sociedad abundante, rica en recursos naturales, bien aprovecha-
dos por sus integrantes.
664 A Santiago de Tesillo se le debe la frase, “No tienen Dios ni Rey”, que era para la
enmarcado en una estructura eclesiástica, a quien venerar y quien daba el sentido moral
de la vida.
665 Dillehay, Tom. Araucanía... Op. cit. p. 44.
666 Esta idea se encuentra presente en: Vayda, Andrew. “Expansion and Warfare among
Swidden Agriculturalists”. American Anthropologist, Vol. 63. 1961. Citado en Dillehay, Tom.
Araucanía... Op. cit. p. 44.
C APÍTULO O CTAVO : C ONQUISTA , RESISTENCIA Y PARLAMENTOS
familias que están asentadas en un espacio de tierras muy bien definido, a partir del cual se funda su
identidad individual y colectiva. La identidad de cada integrante de un lof se funda en dos elementos
básicos, el tuwun (lugar de origen) y el kupalme (tronco familiar). Estos elementos son determi-
nantes para la pertenencia al lof. Estando claramente establecidos los dos elementos, una persona tiene
definida su identidad social y territorial. La organización social y el lof estaban estructurados en base
a las familias que lo constituían (...) El derecho a la adquisición, posesión y transmisión de las tierras
no pasaba por la controversia social, ya que el lof era el espacio de convivencia, de unidad familiar,
basado en la justicia y la reciprocidad...” Aukiñ Wallmapu ngulam, Consejo de Todas las Tie-
rras, El Pueblo Mapuche y sus Derechos Fundamentales. Wallmapuche. Temuco, Chile, pp.
9-10. En un documento reciente elaborado por José Quidel y Víctor Caniullan, se define a
los lof como unidades básicas fundamentales más pequeñas que los rehues. El lof estaría
constituido por dos tipos de familias. En primer lugar está anümche, que son las familias
que han estado asentadas en un determinado sitio desde tiempos inmemoriales. La otra
categoría corresponde a akunche, y son aquellas familias que llegaron a asentarse en el
territorio en un periodo posterior.
669 Aldunate, Carlos. “Mapuche: Gente de la Tierra”... Op. cit. p. 129.
LA MEMORIA OLVIDADA
670 Boccara, Guillaume. “Etnogénesis mapuche: resistencia y reestructuración entre los in-
dígenas del centro-sur de Chile (siglos XVI-XVIII)”. Hispanic American Historical Review, Duke
University Press. Durham 1999. p. 431.
671 Boccara, cuando habla de todas estas instancias, lo hace en referencia a la sociedad
reche, que es el nombre que habrían usado los antiguos mapuches para referirse a sí mis-
mos. La palabra reche significaría hombres verdaderos (re=verdadero, che= hombres). El
C APÍTULO O CTAVO : C ONQUISTA , RESISTENCIA Y PARLAMENTOS
geopolítico antes de la invasión española, puesto que solo son mencionados por primera
vez a principios del siglo diecisiete, y agrega que “parece que si los futamapu existían durante la
época prehispánica no tenían este mismo carácter permanente sino que la alianza de diferentes aylla-
rehue ocurría únicamente en tiempos de guerra”. Op. cit.
674 Bengoa, José. Historia del Pueblo Mapuche... Op. cit. pp. 26, 27.
675 Uno de los cambios notables en la estructura sociopolítica y territorial que Boccara
676 Foerster, Rolf. “Esquema para el tema Mapuche”. Documento de Trabajo Interno. Co-
ba”, cuando desde el lado mapuche bien podría ser “la victoria de Curalaba”, vendría a
demostrar toda la carga racista y eurocentrista que ha caracterizado, por mucho tiempo, a
gran parte de la historiografía nacional.
680 Aldunate, Carlos. “El Indígena y La Frontera”. En: Sergio Villalobos, Carlos Aldunate,
681 La concepción que vinculaba el comportamiento social y cultural del ser humano con
sus características hereditarias es propia del modelo evolucionista del siglo XIX, y que en-
cuentra su raíz en los planteamientos de Darwin, y para el caso de las sociedades humanas
en H. Spencer. Estos autores pensaron, correctamente, que la evolución biológica y la evo-
lución cultural estaban íntimamente relacionadas. Así por ejemplo, puede verse que en la
transición del hominoide al homínido ocurren cambios biológicos y socioculturales que se
refuerzan mutuamente. Dentro de los homínidos ocurre algo similar; los cambios sociocul-
turales están en directa relación con cuestiones biológicas como el tamaño del cerebro, por
ejemplo. Sin embargo con el Homo Sapiens Sapiens –humanidad–, los cambios y diferencias
biológicas se han estabilizado y su importancia en el comportamiento social es práctica-
mente nula. Sin embargo, esta información no era manejada en los ámbitos científicos del
siglo XIX, que es cuando se tejen todas estos imaginarios respecto a las llamadas sociedades
salvajes. “Así Spencer ni sus contemporáneos aceptaban que la propia relación entre el repertorio
hereditario y el aprendido ha sufrido una evolución a lo largo de la cual la modificación de las formas
culturales se ha hecho cada vez menos dependiente de cambios genéticos concomitantes”. De esta
manera, hoy se acepta como plenamente válido para todas las poblaciones humanas, que
“en el estadio de desarrollo biológico y cultural en que se encuentran actualmente, un grupo cualquie-
ra puede adquirir el repertorio aprendido de otro grupo diferente sin que sea necesaria ni una sola
innovación genética”. Harris, Marvin. El Desarrollo de la teoría antropológica. Historia de las teorías
de la cultura. Editorial Siglo XXI. (13ª edición) México. 1997. p. 113.
682 Jara, Álvaro. Guerra y Sociedad en Chile. La transformación de la guerra de Arauco y la escla-
del Dios cristiano, lo que significaba que los indígenas estaban incapacita-
dos de distinguir entre el bien y el mal. Para el español esta doble ausencia
de un poder claramente definido en el mundo terrenal y también en el
celestial, “implicaba lógicamente la inexistencia de la ley. Hundía a estas
sociedades en la más total confusión y la más grande inestabilidad...”683.
Ahora bien, a pesar de la mirada fuertemente etnocéntrica de los
hispanos acerca del pueblo mapuche, el hecho de no poder conquistarlo
los habría obligado a reflexionar permanentemente sobre los mecanismos
que lo estaban imposibilitando. Esto necesariamente los condujo a fijar su
atención en las características organizacionales de este pueblo. Respecto a
ello, dos son los aspectos más relevantes que aparecen en los documentos
de la época y que hacen referencia a la organización política de los antiguos
mapuches: en primer lugar, el tipo de asentamiento disperso y la guerra 283
como reacción frente a la invasión europea. Los españoles notaron que, si
bien en tiempos de paz los grupos vivían en relativa autonomía e indepen-
dencia, para la guerra se reunían bajo la autoridad de un solo jefe684.
Lo anterior pretende demostrar que si bien a los ojos hispanos la
sociedad mapuche se presentaba como caótica, sin estructuras políticas, sí
poseía mecanismos de articulación sociopolítica. El análisis más detallado
permite observar que la diferencia radica en que estos mecanismos eran
distintos a los de los españoles y que ellos mismos no tuvieron la capaci-
dad de comprenderlos685. De este modo, la Corona española se vio en la
necesidad de modificar sustancialmente las estrategias de dominación que
hasta el momento del contacto con los mapuches le habían reportado exi-
tosos resultados, y tuvo que entrar en una negociación que la obligó a
reconocer a los mapuches como actores distintos con los cuales debía ne-
gociar, cuestión que se refleja en la política de los parlamentos.
Sin embargo, antes de pasar al tema de los parlamentos, es necesario
decir algo respecto a cómo la llegada y guerra contra los españoles signifi-
có importantes cambios en la propia sociedad mapuche. Puede decirse, en
primer lugar, que la guerra la transforma de manera radical. En principio
se produce un abrupto descenso de población, debido a los muertos en
batalla; pero, sobre todo, a las pestes que contagian los españoles. La so-
ciedad mapuche, hasta ese momento cazadora, recolectora y horticultora,
se transformará en guerrera, y comenzará a adquirir una importancia cre-
ciente la maloca686. En este sentido la incorporación del caballo español a
defensa de un territorio claramente delimitado, apropiado, organizado, que debe ser defen-
dido.
686 Palabra mapuche que derivaría de malón, malocan, y que significaría ser hostil con el
enemigo, saqueando sus ranchos y todo cuanto se pueda. Ver: Jara, Álvaro. Guerra y Socie-
dad en Chile... Op. cit. p. 144.
LA MEMORIA OLVIDADA
687 Bengoa sostiene que, “aunque cambia el sistema económico, se mantiene la “democra-
cia” fundamental que gobierna todas las decisiones colectivas. Hay sistemas de regulación
del conflicto y alianzas, pero siempre se mantendrá una delegación parcial del poder: se
otorga poder para solucionar tal o cual conflicto; para dirigir la guerra con un objetivo
preciso, etc. A pesar de los cambios que ocurrirán en los siglos posteriores, el mapuche
conservará estos elementos centrales de su cultura”. Bengoa, José. Historia del Pueblo Mapu-
che. Op. cit. pp. 27-28.
688 Foerster, Rolf. “Esquema para el tema Mapuche”. Op. cit.
C APÍTULO O CTAVO : C ONQUISTA , RESISTENCIA Y PARLAMENTOS
tas de esta historia. En este sentido, el eje que permite comprender por
qué el sujeto mapuche entra en esta red de relaciones es el de la reciproci-
dad, las relaciones de respeto mutuo. El mapuche quiere evitar la guerra y
busca un pacto de cogobernabilidad que le permita convivir de manera
pacífica con los españoles; todo lo cual queda reflejado posteriormente en
el sistema de convivencia, en el régimen de parlamento y en todo lo que
es el desarrollo de una política para la región.
Es decir, toda la institucionalidad surgida en la Frontera, desde el
siglo XVI en adelante, está gestada en ese espacio a partir del diálogo entre
los actores; y, en este sentido, el mapuche no habría sido nunca un objeto
de conquista, sino, al contrario, un sujeto que resiste la guerra y que des-
pués de ganarla muestra una inmensa capacidad de diálogo en la consecu-
ción de acuerdos que le permitan vivir pacíficamente689. 285
689 Esta lectura fue expuesta por el profesor Leonardo León y compartida por los profesores
José Bengoa y Rolf Foerster en una reunión del Grupo de Trabajo de Revisión Histórica. El
profesor Foerster, sin embargo, piensa que acerca de los parlamentos existe una doble lec-
tura; una primera que es la que señala Leonardo León, pero también otra que se relaciona
con lo que ha señalado Boccara, y donde se ve al parlamento, también, como un instru-
mento de dominación, de control étnico, en términos de Foucault, como un aparato disci-
plinario, que le permite al estado colonial mantener controlada a una población rebelde.
Esto quedaría reflejado en la documentación donde se ve a las autoridades españolas pre-
guntándose: ¿qué es esto en que estamos metidos? a muchos españoles les repugna partici-
par en estas ceremonias. Sin embargo, más allá de la voluntad de ellos, lo cierto es que,
imposibilitados de conquistar a los mapuches, se ven en la obligación de pactar, parlamen-
tar con el pueblo mapuche, lo que lleva al reconocimiento de su territorio, de sus autorida-
des, de sus derechos, de sus actividades culturales, etc. y, en este sentido, con el tiempo, los
españoles notan que con el mapuche se puede conversar y llegar a acuerdos, que es lo que
efectivamente sucede durante el periodo colonial.
690 Los jesuitas no dudaron en asumir la defensa de la población indígena. Esta defensa no
era por razones de contingencia política, sino porque estaban convencidos de que podían
convertir al cristianismo a los mapuches. Los mapuches rechazan esta ofensiva evangeliza-
dora jesuita, “agreden a los misioneros y se burlan de ellos. Los mapuches defienden lo suyo y resisten
el cristianismo”, pues percibieron que, tanto los jesuitas como los franciscanos, “perseguían
vaciar al indio de su cultura, para introducirlos en el cristianismo”. Pinto, Jorge. “Etnocentrismo
y Etnocidio. Franciscanos y Jesuitas en La Araucanía 1600-1900”. Revista Nütram Nº 24.
Ediciones Rehue. Santiago. 1991.
LA MEMORIA OLVIDADA
691 Dentro de los principales parlamentos entre hispanos y mapuches pueden contarse el
de Paicaví, de título desconocido y que ocurrió en 1605. En 1612 ocurren dos encuentros,
cuyos títulos son parlamentos del Padre Valdivia y que ocurren en las localidades de Catiray
y Paicaví nuevamente. Los parlamentos hispano-mapuches se sucederán hasta 1803 en el
denominado Parlamento general de Negrete.
692 Bengoa, José. Historia del Pueblo Mapuche... Op. cit. p. 34.
693 Méndez, Luz María. “La organización de los parlamentos de indios en el siglo XVIII”.
En: Sergio Villalobos, Carlos Aldunate, Horacio Zapater, L. Méndez y C. Bascuñan. Relacio-
nes Fronterizas en la Araucanía. Ediciones Universidad Católica de Chile. Santiago. 1982.
694 Entrevista realizada al profesor Foerster por el equipo redactor.
C APÍTULO O CTAVO : C ONQUISTA , RESISTENCIA Y PARLAMENTOS
ches del siglo XVIII”. Versión revisada de “L’envers de la Frontière du royaume du Chili: le
cas des traités de paix hispano-mapuches du XVIIIe siècle”. Revista Histoire et Sociétés de
l’Amérique latine. Nº 7. París. 1998.
696 Op. cit. p. 3. El autor señala tres aspectos respecto de los cuales el parlamento sería una
institución más cercana al mundo mapuche que al hispánico. En este trabajo sólo nos limi-
taremos a mencionarlos: En primer lugar está el aspecto ritual que se inscribe en gran parte
de la tradición indígena, como segundo aspecto menciona su carácter de comunicación
interétnica que privilegia la lengua y el estilo discursivo indígena. En último lugar, como
mecanismo de contacto político que se inserta coherentemente en la lógica indígena del
“don”.
697 En este sentido, para el profesor Rosamel Millaman de la Universidad Católica de Temu-
co, la ausencia de un poder central ha influido negativamente en la imagen que se tiene del
pueblo mapuche. Sin embargo, sostiene, se debe considerar que existe unidad cultural,
pero también diversidad, en ámbitos como el del liderazgo, por ejemplo, en el que hay
muchos y variados, y cambian permanentemente. Podría observarse una especie de conti-
nuidad en esta estructura sociopolítica, tomando en consideración todas las transformacio-
nes que ha vivido la sociedad mapuche. Entrevista realizada a Rosamel Millaman en Temu-
co por el equipo redactor durante el mes de agosto, 2002.
LA MEMORIA OLVIDADA
698 Pinto, Jorge. De la Inclusión a la Exclusión. La formación del estado, la nación y el pueblo
mapuche. Colección Idea. Santiago. 2000. p. 9. Ahora bien para el profesor Héctor Paine-
queo en este parlamentar, en esta forma de relacionarse entre el Estado colonial y los ma-
puches y después entre el Estado republicano y los mapuches, no hay diálogo; el diálogo no
es tal, ”puesto que lo que allí hay no es un diálogo, sino que un tipo de intercambio donde cada uno
trata de ganar, y sacar provecho para sí mismo; mientras que un diálogo consiste en tratar de compren-
der al otro.” Entrevista al profesor Héctor Painequeo realizada en Temuco por el equipo
redactor.
699 Por ejemplo, la organización mapuche Consejo de Todas las Tierras (Aukiñ Wallmapu
Ngulam; y también por el Relator Especial de las Naciones Unidas Miguel A. Martínez . “En
el Informe Final de su estudio sobre los tratados que involucran a los pueblos indígenas sostiene que
los tratados suscritos entre los europeos y los pueblos indígenas eran relaciones contractuales entre
C APÍTULO O CTAVO : C ONQUISTA , RESISTENCIA Y PARLAMENTOS
289
MAPA Nº 17
LA MEMORIA OLVIDADA
ANEXO N° 4
290 EL SISTEMA DE PARLAMENTOS
A instancias del Marqués de Baides, se desarrolla en los llanos de Quillín, en el
mes de enero de 1641, un concurrido parlamento, del que participaron los más
importantes y poderosos logkos701 de la Araucanía: Chicaguala, de Maquehua,
que contaba a la sazón con mil lanzas; Loncopichón, con tres mil lanzas; Butapi-
chón, quien representaba a los capitanes, generales y logkos, y el intrépido Lien-
tur, quien habló a nombre de los conas, de los guerreros de Arauco.
Una vez finalizados los discursos se firmaron las siguientes condiciones de
paz: “El Gobernador los dejaba libres en su territorio y sin que pudieran ser reducidos a
esclavitud, obligándose además a no permitir que ningún español pisase sus tierras, a no
ser los misioneros jesuitas, y a destruir el fuerte de Angol; todo lo cual equivalía a reconocer
de hecho la independencia de Arauco y a declararse vencido e impotente el ejército español
al retroceder la línea de sus fronteras con la destrucción de Angol, como en efecto se llevó a
cabo luego después. He ahí pues reconocida por un acto oficial la soberanía de Arauco. En
cambio, los Araucanos se obligaban a entregar los cautivos, a permitir la entrada de los
misioneros a su territorio y a combatir a los enemigos de los españoles, como por ejemplo a
los corsarios ingleses y holandeses que intentaban desembarcar en las costas de la Arauca-
nía y hacer alianza con los araucanos para combatirlos a ellos”702.
naciones soberanas, con implicancias legales. Martínez se refiere en su Informe a los parlamentos
celebrados entre los mapuche y los españoles durante la colonia en Chile, señalando que “...el origen,
causas y desarrollo de estos instrumentos jurídicos podría compararse, prima facie y desde ciertos pun-
tos de vista, a los de ciertos tratados indígenas en los territorios británicos y franceses de Norteaméri-
ca”. (Ver Martínez, 1999) El estudio de Miguel Alfonso Martínez muestra, sin embargo, las
diferencias importantes que hubo entre los tratados firmados por la Corona británica y los
acuerdos en parlamentos y otras formas de reconocimiento que realizaron la Corona espa-
ñola y portuguesa. Es por ello que muchos tratados en Canadá y Estados Unidos tienen
vigencia legal y, en cambio, en América Latina la situación adquiere una mayor compleji-
dad.
700 Ver el Informe citado del Relator Especial Sr. Miguel Alfonso Martínez Cobo, presenta-
PARLAMENTO DE YUMBEL
La historia nos enseña que corría el año 1654 cuando naufragó en las costas
de Valdivia una embarcación, de la cual los indios cuncos extrajeron los bienes
que llegaban a la costa y dieron muerte a los sobrevivientes. A causa de lo ante-
rior, y con el argumento de vengar la afrenta (no obstante el tener como motiva-
ción tomar indios en guerra y, por tanto, esclavos), el maestre de campo Juan de
Salazar realizó una expedición punitiva compuesta por 900 soldados y 1.500 in-
dios amigos que salen desde el fuerte de Nacimiento. Muchos de ellos murieron al
cruzar el río Bueno, donde comenzaba la frontera cunca. Fracasada la empresa, al
año siguiente (1655) parte desde Concepción una nueva expedición española,
estimulada por el mismo deseo de tomar indios en esclavitud.
Paralelamente, en febrero de 1655 se levantaba la Araucanía entera, alcan-
zando hasta el río Maule, levantamiento del cual fue culpado el Gobernador Acu-
703
Ferrando, Ricardo. Y así nació la Frontera. Editorial Antártica. Santiago. Chile. 1986, p. 212.
704Villalobos, Sergio. Vida Fronteriza en la Araucanía-El mito de la Guerra del Arauco. Editorial
Andrés Bello. Sabtiago. Chile.1995, p. 60 y ss.
LA MEMORIA OLVIDADA
705 Ver Leon, Leonardo. “El pacto colonial hispano-araucano y el parlamento de 1692”.
Nütram Nº 30. Santiago. Chile. 1992/4.
706 Op. cit. pp. 27-28
C APÍTULO O CTAVO : C ONQUISTA , RESISTENCIA Y PARLAMENTOS
711 Por ejemplo, la organización mapuche Consejo de todas las Tierras (Aukiñ Wallpapu
Ngulam; y también por el Relator Especial de las Naciones Unidas, Miguel A. Martínez. “En
el Informe Final de su estudio sobre los tratados que involucran a los pueblos indígenas
sostiene que los tratados suscritos entre los europeos y los pueblos indígenas eran relacio-
nes contractuales entre naciones soberanas con implicancias legales. Martínez se refiere en
su Informe a los parlamentos celebrados entre los mapuche y los españoles durante la colo-
nia en Chile, señalando que “…el origen, causas y desarrollo de estos instrumentos jurídi-
cos podrían compararse, prima facie y desde ciertos puntos de vista, a los de ciertos tratados
indígenas en los territorios británicos y franceses de Norteamérica”. (Ver Martínez, 1999).
El estudio de Miguel Alfonso Martínez muestra, sin embargo, las diferencias importantes
que hubo entre los tratados firmados por la Corona Británica y los acuerdos en Parlamentos
y otras formas de reconocimiento que realizó la Corona española y portuguesa. Es por ello
que muchos tratados en Canadá y Estados Unidos tienen vigencia legal y, en cambio, en
América Latina la situación adquiere una mayor complejidad.
C APÍTULO O CTAVO : C ONQUISTA , RESISTENCIA Y PARLAMENTOS
712 Casanova, Holdenis. “La Araucanía colonial: discursos y estereotipos” en Del discurso
En todo caso, las resoluciones más importantes tuvieron que ver con la re-
gulación del comercio, el que es reglamentado ya que “por cuanto de los conchavos
nacen los agravios que han dado motivo en todo tiempo a los alzamientos por hacerse éstos
clandestinamente, sin autoridad pública, todo en contravención de las leyes que a favor de
los indios deben guardarse, será conveniente que los tengan libremente pero reducidos (...)
a tres o cuatro ferias al año o las más que juzgaren necesarias y pidieren...”714.
Fruto de la paz concertada, las hostilidades se reducen notablemente, si bien
no totalmente, como era la costumbre, y la generalidad de las escaramuzas en-
contraban su causa en abusos de los españoles.
Como sea, el siglo transcurre en la Araucanía, espacio en el que se está
incubando una nueva rebelión, que revienta en el año 1766, y en la que tiene
mucho que ver una nueva política a desarrollar en el territorio jurisdiccional
mapuche: la construcción de pueblos.
Lo anterior se desarrolla en el siguiente contexto. Antonio de Guill y Gon-
298
zaga es nombrado por Carlos III Capitán General y Gobernador de Chile y a poco
de tomar posesión del cargo (4 de octubre de 1762) decide erigir poblados en la
Araucanía, a fin de concentrar en ellos a la población indígena, asunto que desde
inicios del siglo XVIII se venía realizando al Norte del Biobío.
Los objetivos de la fundación de pueblos eran religiosos y políticos, ya que
“concentrar a los mapuche era ponerlos al alcance de los misioneros para que éstos pudieran
evangelizarlos. La dispersión dificultaba una comunicación permanente con los religiosos y,
por lo tanto, la enseñanza de la doctrina. La reducción era dirigida, a demás, a controlar,
vigilar y disciplinar a los naturales e impedir sus prácticas ancestrales. Era según Bartolomé
Meliá, ‘el instrumento esencial para el cambio que se pretendía en los indios, que era hacerlos
pasar de la infidelidad al cristianismo y de la barbarie a la vida política’”715.
A fin de llevar a cabo dicha política, en el Parlamento realizado en Naci-
miento en 1764 Guill y Gonzaga plantea a las autoridades mapuches el “reunirse a
pueblos en el paraje que quisiesen y en el número de familias que tuviesen por conveniente
para cada uno”716, según lo señalara en carta al Rey. Además de sus intenciones,
en dicha misiva señalaba al monarca la aceptación de los caciques de Angol, Mi-
ninco, Lucán, Cullén, Repocura y Maquehua. Según el encargado de las obras, el
maestre de Campo Salvador Cabrito, a ellas se fueron sumando los indígenas de
Requen, Malleco, Marben, Quechereguas, entre otros. Así, las autoridades hispa-
nas centraban sus esfuerzos en convencer a las otras parcialidades mapuches, como
también a enviar a cada nuevo pueblo herramientas, hachas, bueyes, con el obje-
to de llevar adelante los trabajos.
En conjunto con lo anterior, el Maestre de Campo decretaba autorizaciones
para el levantamiento de pueblos a caciques que así lo solicitaren, como es el caso del
cacique de Angol Juan Lebulabquen, a quien se le autorizó la construcción de pue-
blos en Ranco, Meseta, Albarrada, Melilupu, Llico, Quirico, Quiapo, Deunco y Lebu.
El maestre de campo, además de la autorización, entregaba al peticionario
los elementos de trabajo y la orden de que, en definitiva, el nombre del nuevo
poblado era prerrogativa del Gobernador.
“En el partido de Angol las villas de San Carlos, San Miguel y San Julián, en el de
Rocalgüe la de Nuestra señora de la Purísima concepción, en el partido de Marben
San Ignacio de Marben, San Antonio de Burén, San Javier de Chacaico, San Juan de
Dios de Requen, San Borja de Malleco y San Juan Evangelista de Quechereguas, en
el partido de Tucapel hasta Tirúa, en distancia de veinticinco leguas la costa, la Asun-
ción de Lleulleu, los Remedios de Caramavida, Belem de Marquilla, la Soledad de
Pagne, Dolores de Tucapen, Natividad de Cuinco, Nieves de Yecumavida, Carmen del
Alma, Candelaria de Collico, Tránsito de Hique, la Paz de Rimeguelme, Consolación
de Guericó, Mercedes de Tenapegue, Guadalupe de Raihue, Atocha de ATokinga y
Loreto de Paicalú. En la jurisdicción de Arauco, las villas de San Joaquín de la Ma-
299
zeta, los Santos Reyes de Rauco, San Esteban de Melipulu, San Blas de Llico, San
Nicolás de Tolentino de Guirico, San Benito de Quiapu, San Vicente Ferrer de Deun-
co, San Salvador de Lobu y San Rafael de la Alberrada”717.
717 Casanova, H. Op. cit. Carta de Guill y Gonzaga a Julián de Arriaga, 17 de febrero de
1766. p. 67. (1987)
718 Villalobos, S. Op. cit. p. 23. (1989)
LA MEMORIA OLVIDADA
PARLAMENTO DE TAPIHUE
Finalmente, entre el 21 y el 29 de diciembre de 1774, en los llanos de Tapi-
hue, a 2 leguas de la Plaza de Yumbel, se lleva cabo un concurrido Parlamento, al
que asisten “los caciques e indios principales y mocetones de los cuatro Fütalmapus, o
cantones de los indios que habitan desde la otra banda del río Biobio hasta la jurisdicción
de Valdivia, y de mar a cordillera incluso los Pewenches”721.
Con gran pompa y boato, se ungió como representante de los cuatro Fütal-
mapus al Cacique gobernador de Angol Agustín Curiñancu, siendo el máximo
representante de la Corona española el Capitán General, Gobernador y Presiden-
te de la Real Audiencia Agustín de Jáuregui, quien comenzó su discurso plan-
teando su grave disconformidad con los hechos que se sucedieron en el levanta-
miento de 1769-70, haciendo una descarnada descripción de la sublevación de los
pewenches, naüqches y bafkehches contra la autoridad militar apostada en la
frontera, para luego agregar su satisfacción por el recobrado ambiente de paz que
reinaba desde los Parlamentos de Negrete (1771) y de Santiago (1772). Como
fuere, sus palabras, ya refiriéndose al Parlamento del que estaban formando parte
comenzaban así: “Les amonesto y requiero en nombre del rey la más debida y firme
fidelidad a su Soberanía”, queriendo con ello dejar claro el que si bien respetaba la
722 Un análisis detallado del tema lo encontramos en “El Parlamento de Tapihue”, Leonar-
LLANISTAS MERIDIONALES
LOF REDUCCIÓN LOGKO CAPITANEJOS KOHA
(CACIQUES) (MOCETONES)
REDUCCIONES SOMETIDAS
LOF REDUCCIÓN LOGKO CAPITANEJOS KOHA
(CACIQUES) (MOCETONES)
FÜTALMAPU PEWENCHE
LOF REDUCCIÓN LOGKO CAPITANEJOS KOHA
(CACIQUES) (MOCETONES)
726 Tanto la profesora Teresa Durán de la Universidad Católica de Temuco, como el profesor
Rosamel Millamán de la misma Universidad insistieron mucho en la necesidad de que el
informe señalara el carácter trasandino del territorio mapuche, la Dra. Durán incluso habló
de “Nación trasandina”.
727 Zapater presenta documentación del siglo XVIII, donde soldados del ejército español del
lado argentino se refieren a esta araucanización de las pampas argentinas: El capitán don
José Bazán de Pedraza observaba y comentaba con respecto a los indios pampas de Argen-
tina: “...que de poco tiempo a aquella parte se habían hecho de armas, que no han sido del uso de su
nación, porque sus armas fueron bolas de piedra; usan lanzas y adargas, y tienen armas defensivas,
como son petos de cuero y coletos y algunas espadas anchas: lo cual les ha procedido de la comunicación
que tienen con los indios infieles guerreros (aucáes) de Chile, los cuales alentaban a los dichos pampas
para que hicieran daño a los españoles”. Ahora bien, el hecho de que los mapuches contaran
con armas españolas da cuenta del estrecho contacto e intercambio que se dio en la frontera
entre españoles y mapuches. Zapater nos dice que “... en los primeros decenios del siglo XVII el
hambre empezó a cundir en las huestes hispanas. Los mapuches lanzaban sus caballos por la noche
para que con sus cascos destruyeran los sembrados de trigo, maíz y cebada. La desmoralización en el
campamento español llevó a los soldados a proporcionar secretamente armas a los indios a cambio de
comida”. Zapater, Horacio. “La expansión araucana en los siglos XVIII y XIX”. En: Sergio Villa-
lobos, Carlos Aldunate, Horacio Zapater, L. Méndez y C. Bascuñán. Relaciones Fronterizas en
la Araucanía. Ediciones Universidad Católica de Chile. Santiago. 1982. pp. 90-93.
C APÍTULO O CTAVO : C ONQUISTA , RESISTENCIA Y PARLAMENTOS
309
MAPA Nº 18
LA MEMORIA OLVIDADA
728 Bello, Álvaro. “Nampülkafe: El viaje mapuche a las Pampas Argentinas o Puelmapu
(siglos XIX y XX)”. En: Espacio de Convergencia. Primer y segundo encuentro de investigado-
res jóvenes. Museo Nacional Benjamín Vicuña Mackenna. Ediciones LOM. Santiago. 2001.
729 León, Leonardo. Maloqueros y conchavadores en Araucanía y las pampas, 1700-1800. Edicio-
730 Bengoa, José. Historia del Pueblo Mapuche... Op. cit. p. 45.
731 Boccara, Guillaume. “Etnogénesis mapuche...” Op. cit. p. 449.
732 Boccara sostiene que estos cambios observados a fines del siglo XVIII modificaron la per-
cepción que los indígenas tenían de sí mismos y también de los otros. “... si en el tiempo
inmediato a la conquista los reche (mapuches antiguos) definían su identidad en relación al re-
hue, ya para finales del siglo XVIII lo hacían en función de su pertenencia a una unidad macrorregio-
nal y en oposición al huinca...” Todo esto, entonces, según el autor, habría llevado a una iden-
tificación como conjunto más unificado, y no tanto como un conjunto de grupos dispersos
y autónomos esto, a su vez, habría permitido que apareciera el etnónimo mapuche alrede-
dor del año 1790, justamente “...en el momento que hemos registrado cambios notables en la
organización sociopolítica y económica indígena...”. Op. cit. p. 457.
LA MEMORIA OLVIDADA
312
C APÍTULO N OVENO : L A REPÚBLICA Y LA INVASIÓN DE LA A RAUCANÍA
CAPÍTULO NOVENO
* Esta sección contó con la supervisión, contribución y especial dedicación de los profesores
Héctor Painiqueo, Jorge Pinto, Rolf Foerster, Leonardo León Solís y el análisis crítico de los
profesores Rosamel Millamán, José Quidel, Víctor Caniullán y Raúl Molina.
733 Vicuña Mackenna, influido ya por el ideario positivista, considera que las primeras eran
guerras civilizadas y las segundas “bárbaras”. Por ello le llama a muerte, como si en las
anteriores (Chacabuco, Cancha Rayada, Maipú, etc...) no hubiese habido muertos, ni la
muerte de los enemigos fuese el objetivo del combate. Como se puede apreciar en el si-
guiente extracto: “Cierto fue que en la prosecución de las ignotas campañas de que en este
libro se da auténtica y minuciosa noticiosa no intervino la letra de una declaración que
consagrara oficialmente la guerra sin cuartel, como entre Morrillo y Bolívar en la antigua
Colombia. Pero la espada y el banco, la tea y la horca, fueron el decreto vivo de esa contien-
da atroz, cuya única ley era el exterminio en masa de los bandos, y en que el hombre y el
plomo, el heroísmo como la infamia cubrían incisamente de cadáveres nuestros campos del
sur, del Maule al Imperial. (...) En el solo espacio de noventa días diéronse aquellas terribles
huestes no menos de seis batallas campales, y en cada una de ellas corrió más abundante
sangre que en aquellos pomposos hechos de armas de la primera guerra que nuestra impe-
ricia y el entusiasmo de nuestros reclutas engrandeció con el nombre de batallas”. Vicuña
Mackenna, Benjamín. La Guerra a Muerte. Editorial Francisco de Aguirre. Santiago. 1972
[1868]. pp. XXXVII-XXXVIII.
LA MEMORIA OLVIDADA
315
MAPA Nº 19
LA MEMORIA OLVIDADA
corazón el sagrado fuego del patriotismo... Antes que ese pueblo cuna de
tantos héroes i ara de inmolación i sacrificio de tantos mártires desaparezca
del todo del escenario de nuestra sociabilidad, hemos querido recoger en su
lecho de agonía el postrimer aliento i estamparlo por decirlo así en estas
pájinas...737”.
LA GUERRA A MUERTE
Sin embargo, se visualiza un cuadro bastante contradictorio en la
medida que se produce la llamada “Guerra a Muerte”. Pues, si bien en una
primera instancia los mapuches aparecen gestando los antecedentes de la
nacionalidad, gracias a la “sangre araucana” derramada en pos de la liber-
tad, el primer contacto directo que tuvieron los patriotas libertarios con
los mapuches adquirió un carácter más bien traumático, con esta denomi-
nada “Guerra a Muerte”. Los mapuches se vieron envueltos en una gue-
rra ajena, entre patriotas y realistas, pero fieles a los acuerdos y a la pala-
bra empeñada, mantuvieron sus compromisos contraídos en los
parlamentos con los españoles. En ellos, los españoles reconocían el terri-
torio y autonomía del pueblo mapuche, en cambio los patriotas pensaban
en un territorio unificado bajo la bandera chilena desde el Norte hasta el
Cabo de Hornos. Los mapuches percibieron esta diferencia entre chilenos
y españoles y temieron, con evidente previsión, la constitución de un go-
bierno central en Santiago que, poseedor de fuerzas armadas ofensivas,
atacara y sometiera definitivamente el territorio739.
De esta manera, los mapuches adhirieron mayoritariamente al ban-
do realista y lucharon contra los chilenos, contra los fundadores de la
740Op. cit.
741Gallardo, Viviana. “Héroes Indómitos... Op. cit. Citando a Luis Valencia Avaria, “Los
Anales de la República”. Editorial Andrés Bello. Santiago. 1986.
C APÍTULO N OVENO : L A REPÚBLICA Y LA INVASIÓN DE LA A RAUCANÍA
EDUCACIÓN INDÍGENA
Un segundo elemento o mecanismo destinado a consolidar el pro-
yecto del Estado-Nación se encuentra en el ámbito de la educación. El
interés de las autoridades por impulsar tempranamente su desarrollo se
percibió así porque se creía que la educación “... sacaría al pueblo de las
tinieblas...” y lo haría respetuoso de las normas jurídicas y valores que
regirían los destinos de Chile746.
La escuela, además de haberse constituido en un mecanismo de do-
minación, subordinación y negación del mapuche, es el lugar por donde
743 Entrevista al Profesor Rosamel Millamán, realizada en Temuco por el equipo redactor.
744 Pinto, Jorge. De la inclusión a la exclusión... Op. cit. p. 82.
745 Es importante recordar que al iniciar la República, el territorio mapuche gozaba de un
estatus jurídico particular a consecuencia de los parlamentos realizados con las autoridades
españolas, el último de los cuales (Negrete, 1803) había reconocido una vez más la frontera
en el río Biobío. Como se puede apreciar, en ese tiempo al Estado chileno poco o nada le
importaron este tipo de estatutos.
746 Pinto, Jorge. De la inclusión a la exclusión... Op. cit. p. 90. En esta misma página el autor
cita un párrafo de una artículo publicado en 1818 en El sol de Chile, donde se establecen
claramente los criterios sobre los cuales giraría el accionar del Estado y el valor que se le
asignaba a la educación: “...Nada interesa tanto a las naciones para conservar su libertad y
defender sus derechos como la instrucción de todos sus ciudadanos (...) Una educación que
acostumbre a conocer el valor de la verdad y a estimar a los que la descubren o saben
emplearla, es el único medio de asegurar la felicidad y la libertad de un pueblo. La educa-
ción es quien sabe dar a las almas el carácter nacional, dirigiendo de tal modo las opiniones
y gustos de los ciudadanos, que todos ellos sean patriotas por pasión, por inclinación y por
necesidad...”.
C APÍTULO N OVENO : L A REPÚBLICA Y LA INVASIÓN DE LA A RAUCANÍA
LA INMIGRACIÓN EUROPEA
Un tercer elemento que contribuyó a los intentos de homogeneiza-
ción cultural del país fue el fomento de la inmigración europea. La pre-
sencia de inmigrantes europeos fue percibida también como una posibili-
dad de ir generando actitudes favorables al desarrollo de la nación. Por lo
mismo, la inmigración no solo representó un medio para aumentar la
población, sino también una propuesta encaminada a formar a los chile-
nos, “... contribuyendo a desarrollar en ellos una conducta imitativa que
muchas veces nos ha llevado a menospreciar nuestra cultura y a transfor-
mar nuestra identidad en una identidad híbrida...”749. Así se desprende de
las palabras de Vicente Pérez Rosales, agente de colonización, quien re-
prochaba a los habitantes de la zona y a algunas autoridades los obstácu-
los que habrían puesto al establecimiento de los colonos:
747 Entrevista realizada al profesor Rosamel Millamán... En este mismo sentido el profesor
Héctor Painequeo dice: “En mi caso particular empecé a sentir la existencia del racismo sólo
cuando asistí a un colegio urbano, antes, éste era un problema inexistente, porque hasta
entonces había recibido una formación desde una precisa identidad, no necesariamente en
la escuela, sino que en el seno de mi hogar, actualmente vigente”.
748 Pinto, Jorge. De la inclusión a la exclusión... Op. cit. p. 92.
749 Op. cit.
LA MEMORIA OLVIDADA
tros desiertos ese riego de población y de riqueza que tantos prodigios obra
en todas; que, como no debemos cansarnos nunca de repetirlo, es el único
medio que en nuestro actual estado puede elevarnos pronto a una envidia-
ble altura entre las naciones civilizadas750.”
750 Pérez Rosales, Vicente. Recuerdos del pasado. Editorial Francisco de Aguirre. Buenos Ai-
res. 1971 [1882]. p. 559.
751 Larraín, Jorge. Identidad chilena. Ediciones LOM. Santiago. 2001. p. 94. Las ideas de
en la segunda mitad del siglo XIX”. Estudios Sociales, N° 72. Santiago. 1992. p. 86.
C APÍTULO N OVENO : L A REPÚBLICA Y LA INVASIÓN DE LA A RAUCANÍA
755 Fragmento de un artículo publicado en El Ferrocarril. Citado por Pinto. Op. cit. p. 98.
756 Es necesario señalar que el interés por el territorio mapuche existía desde los tiempos de
Pedro de Valdivia; sin embargo, al fracasar la incorporación de dicha zona a la corona espa-
ñola se da la dinámica fronteriza de convivencia entre ambas naciones. Esto fue ayudado
porque los mercados periféricos al Virreynato del Perú se dieron cuenta de que podían ser
útiles para la economía colonial sin necesidad de explotar la minería. Por ejemplo, el Valle
Central de Chile producía alimentos y cueros que Potosí necesitaba. Todo esto permitió,
hasta el fin de la Colonia, una convivencia pacífica. El interés por el territorio mapuche
vuelve a aparecer con los patriotas chilenos y muy especialmente a mediados del siglo XIX.
757 Op. cit. p. 103.
C APÍTULO N OVENO : L A REPÚBLICA Y LA INVASIÓN DE LA A RAUCANÍA
“Los hombres no nacieron para vivir inútilmente y como los animales selvá-
ticos, sin provecho del jénero humano y una asociación de bárbaros, tan
bárbaros como los pampas o como los araucanos, no es más que una horda
de fieras que es urgente encadenar o destruir en el interés de la humanidad
y en bien de la civilización...761.
Es en esta época, a mediados del siglo XIX, donde se produce “... una
grieta insalvable entre la vida chilena santiaguina y la forma de vida que
julio de 1859. Citado por Pinto, Jorge. De la inclusión a la exclusión... Op. cit. p. 131.
759 Bengoa, José. Historia de un Conflicto. El Estado y los mapuches en el siglo XX. Editorial
762 Bengoa, José. Historia de un conflicto... Op. cit. p. 32. Héctor Painequeo sostiene que es
esta mirada la que explica la relación que se va a gestar entre la sociedad chilena y los
pueblos originarios, él dice, si no “...cómo se entiende que hayan sido tan exageradamente
generosos con los inmigrantes europeos y tan cruelmente injustos con los indígenas...”.
763 Pinto, Jorge. De la inclusión a la exclusión... Op. cit. p. 109.
C APÍTULO N OVENO : L A REPÚBLICA Y LA INVASIÓN DE LA A RAUCANÍA
ANEXO N° 5
EL PARLAMENTO DE TAPIHUE AL FINALIZAR
LA GUERRA A MUERTE*
Como señaláramos, parte importante de las huestes realistas derrotadas en 1818
se traslada a la zona de Concepción, desde donde se organizan los frentes que
cubrirían toda la región, encabezados por Vicente Benavides, y cuyos seguidores
señalamos a continuación, a fin de reconocer la amplitud de quienes formaban el
movimiento en cuestión:
Alarcón, Lantaño, Vicente Elizondo (hermano del que fue Obispo de Concepción del
Mismo apellido) y otros jefes de montoneras de Chillán. En Rere figuraban también
como jefes de montoneras el cura Ferrabú de aquel lugar y el coronel don Vicente
Antonio Boccardo de Santa María, quien gozaba de grandísima influencia entre las
tribus Pewenches. Ambos caudillos pertenecían a conocidas familias de Concepción.
Y por fin, en la Laja, figuraba Juan Ruiz, de Nacimiento.”767
Fernando, donde pretende surtirse de víveres y es entregado por sus mismos ma-
rinos a las autoridades. Una vez preso, es ahorcado en Santiago el 23 de febrero
de 1822, para luego ser enviados sus brazos y cabeza a Concepción, en donde
fueron expuestos en la plaza pública.
Los combates continuaron, si bien sus líderes no eran los mismos. Muerto
luego –en octubre de 1822– el cura Ferrabú, el caudillo de la Costa, encabeza las
filas rebeldes Juan Manuel Picó. Decide Picó atacar Santiago, en 1823, y en su
ausencia “fue conquistado de parte de los patriotas su más fiel y último aliado, el poderoso
cacique Mariluan, que equivalía a un verdadero rey de la Araucanía. Al regreso de su
campaña, negose Mariluan a acompañarlo en nuevas correrías en 1824; y desde aquel día
derrumbose de súbito el edificio del poder del que se ha llamado el último jefe español en
Arauco”770. Poco tiempo después, Picó era entregado por dos de sus soldados, cuya
cabeza también fue expuesta en la Plaza de Concepción.
En concordancia con lo anterior, y pretendida la idea de haber sofocado los 329
aires autonomistas, las autoridades de la República citan a las autoridades mapu-
ches a un parlamento en los llanos de Tapihue, el que se lleva a cabo el 7 de enero
de 1825, en donde se celebraron las primeras Paces Generales entre la República
y la Araucanía:
El texto del Parlamento de Tapihue, celebrado “para tratar con los naturales de
ultra Biobío y D. Francisco Mariluan Gobernador de 14 reducciones”, señala, en algunas
de sus partes, lo que sigue:
“El Estado se compone desde el despoblado de Atacama hasta los últimos límites de la
provincia de Chiloé” (art. 2) “Todos los que existen entre ambas líneas serán trata-
dos como ciudadanos chilenos con goce de todas las prerrogativas, gracias y privilegios
que les corresponden...” (art. 3) “Queda obligado de ultra Bio-Bio entregar a todo
oficial o soldado enemigo y que, casualmente se abrigue en sus territorios, persiguién-
dolos hasta su total exterminio...”(art. 8). “Siendo ya una sola familia nuestros
comerciantes serán tratados fraternalmente cuando se internen en sus terrenos...”
(art. 17) “Los gobernadores o caciques desde la ratificación de estos tratados no per-
mitirán que ningún chileno exista en los terrenos de su dominio por convenir así al
mejor establecimiento de la paz y unión, seguridad general y particular de estos nue-
vos hermanos...” (art. 18) “Haciendo memoria de los robos escandalosos que anti-
guamente se hacían una y otra parte, queda desde luego establecido, que el chileno
que pase a robar a la tierra, y sea aprehendido, será castigado por el cacique bajo
cuyo poder cayere; así como lo será con arreglo a las leyes del país el natural que se
pillase en robos de este lado del Biobío que es la línea divisoria de estos nuevos aliados
hermanos...” (art. 19) “No obstante que la línea divisoria es el Biobío el gobierno
mantendrá en orden y fortificadas las piezas existentes, o arruinadas al otro lado de
este río, como también a sus pobladores en los terrenos adyacentes del modo que antes
lo estaban. (art.20); “Se declaran por boquetes habilitados para el pase al otro y este
lado de la cordillera los del Llaima, Lonquimay, Cunco, Villucura y Antuco; y por
inhabilitados todos los que desde el último hubiesen hasta el río Maule...” (art. 23)
“Hecha la paz, y no siendo necesario destacamentos de línea en lo interior de la tie-
rra, ordenará el Gobierno se retiren a incorporarse a sus respectivos regimientos...”.
(art. 32)772.
330 De acuerdo a lo señalado por Tomás Guevara, “En Enero de 1825 se reunieron
los mapuches y el ejército chileno en Parlamento en la localidad de Tapihue, lugar donde se
realizaban parlamentos desde el tiempo de los españoles. Mariluan aceptaba la tregua i
reconocía el nuevo sistema de Gobierno i Barnechea (capitán chileno) reconocía a los arau-
canos a nombre del gobierno, los mismos derechos de los demás chilenos”773.
De acuerdo a ello, por el parlamento de Tapihue, señala Bengoa,
“... los Mapuches aceptaron las paces pero no se sometieron al ejército chileno, se
mantuvo el statu quo tradicional. La frontera seguía siendo –en general– el Biobío,
se mantenía un ejército de línea acantonado en Concepción y Chillán, se refundó el
fuerte de Arauco, y posteriormente Los Angeles y otras poblaciones al sur del Río
Laja. El camino entre Concepción y Valdivia bordeaba la costa y era de mucha peli-
grosidad ya que no siempre los costinos, Tirúanos y del Budi estaban dispuestos a
otorgar paso libre.”774
772 Ver “Tratado o Parlamento de Tapihue del 7 de Enero de 1825”, en Parlamento y Territorio
En relación a los contenidos del tratado de Tapihue se debe establecer que lo indicado como
“... Barnechea (capitán chileno) reconocía a los araucanos a nombre del gobierno, los mis-
mos derechos de los demás chilenos”. Significa que la igualdad de derechos que aquí se
reconoce se funda en el Decreto Supremo de 4 de Marzo de 1819, que hasta antes del
parlamento de Tapihue de 1925 no había tenido aplicabilidad en territorio Mapuche. El
Bando Supremo de 4 de Marzo de 1819, otorga la ciudadanía a los indígenas y los exime del
tributo personal. “... El sistema liberal que ha adoptado Chile no puede permitir que esa
porción preciosa de nuestra especie continúe en tal estado de abatimiento. Por tanto, decla-
ro que para lo sucesivo deben ser llamados ciudadanos chilenos, y libre como los demás
habitantes del Estado.”
774 Bengoa, J. Op. cit. p. 150.
C APÍTULO N OVENO : L A REPÚBLICA Y LA INVASIÓN DE LA A RAUCANÍA
mismos derechos ciudadanos que al resto de los chilenos. Los hechos posteriores
darán cuenta de que este reconocimiento no será útil al pueblo mapuche en nin-
gún ámbito de su reproducción económica, social, política y cultural.
En efecto, este reconocimiento se constituye en la principal amenaza para la
integridad territorial de los Fütal Mapu Mapuche, pues los derechos reconocidos
son carta blanca para los chilenos que deseen apropiarse de tierras indígenas. Al
reconocerse a los mapuches el derecho a celebrar contratos –arrendar, prestar,
vender y comprar tierras– este “derecho ciudadano” solo beneficiará al usurpador
de tierras ante el Estado Chileno, el que acreditará de múltiples fórmulas fraudu-
lentas la adquisición de tierras de indígenas como segura propiedad.
En conclusión, el Tratado de Tapihue es el camino inicial de una de las for-
mas de usurpación de tierras en la zona de frontera, pues el reconocimiento de los
derechos ciudadanos se inspira en lo consagrado en la legislación de 1819 referida
al reconocimiento de la plena capacidad para celebrar toda clase de contratos775, y 331
estos serán casi exclusivamente contratos de arriendos, compraventas fraudulen-
tas y otros métodos que terminan despojando a los mapuches de sus tierras. Estas
adquisiciones fraudulentas se verificarán en el área de Arauco, Nacimiento, Mul-
chén y Angol ubicadas al Sur del Biobío.
La aplicación y el imperio de la norma de igualdad de derechos significó, en
la práctica, que durante toda la primera mitad del siglo XIX la llamada “Alta Fron-
tera” –que correspondía al territorio entre la Cordillera de los Andes y la Cordille-
ra de Nahuelbuta– y la “Baja Frontera” –que abarcaba el espacio entre la Cordille-
ra de Nahuelbuta y el Mar– fueran objeto de ocupación y usurpación de tierras
por parte de los chilenos.
Fundamental es en este punto lo señalado en el Parlamento de Tapihue, en
el que se acordó que “Desde el Despoblado de Atacama hasta los últimos límites de la
Provincia de Chiloé ... todos serán tratados como ciudadanos chilenos en el goce de las gra-
cias y privilegios correspondientes y con las obligaciones respectivas.”
LA INVASIÓN DE LA ARAUCANÍA776
Desde 1850 en adelante se comienzan a infiltrar en el territorio mapuche
un sinnúmero de chilenos que se asentarán en la zona, ya sea como traba-
jadores, arrendatarios o simplemente como propietarios de terrenos que
fueron adquiridos de manera fraudulenta. Este proceso, denominado “co-
lonización espontánea”, se llevó a cabo en los territorios mapuches com-
prendidos entre los ríos Biobío y Malleco –Alta frontera– y entre el Biobío
775 Los demás derechos ciudadanos, como la defensa de sus causas, contraer matrimonio,
comerciar, elegir las artes que tengan inclinación y ejercer la carrera de las letras y las
armas, para obtener los empleos políticos y militares correspondientes a su aptitud, serán
una ficción o tendrán una deficiente, incompleta y parcial aplicación.
776 Pacificación, ocupación, invasión de la Araucanía son los conceptos que se han usado.
Después de un largo debate se optó por el concepto de “invasión”, ya que se trataba de una
parte del territorio del país ocupado, al que se sometió a la jurisdicción del Estado, que no
existía con anterioridad. Pacificación se refiere a una supuesta guerra intestina que hubiese
habido en ese territorio, lo que es impropio e inexacto históricamente. Ocupación de la
Araucanía se refiere a la “ocupación” de un terreno vacío, lo que es también inexacto histó-
ricamente y por tanto inapropiado.
LA MEMORIA OLVIDADA
777 Correa, Martín, Raúl Molina y Nancy Yánez. “La Reforma Agraria y Las Tierras Mapu-
ches”. Cultura, Sociedad e historia contemporánea. América Latina, Revista del doctorado en
el estudio de las sociedades latinoamericanas. Santiago. 2002.
778 Op. cit. p. 46.
C APÍTULO N OVENO : L A REPÚBLICA Y LA INVASIÓN DE LA A RAUCANÍA
333
MAPA Nº 20
LA MEMORIA OLVIDADA
779 El apellido Coñoepán se repite muchas veces en la historia mapuche. Con el mismo
de contar con las alianzas de intelectuales mapuches y no mapuches como forma de esta-
blecer plataformas básicas de comprensión y entendimiento. Este análisis lo hace a partir de
su lectura de los hechos que aquí estamos relatando.
C APÍTULO N OVENO : L A REPÚBLICA Y LA INVASIÓN DE LA A RAUCANÍA
781 Los relatos de este período se encuentran en los trabajos de Bengoa, Pinto y León,
principalmente.
782 Saavedra, Cornelio. “Cuenta de las operaciones i trabajos practicados en la parte del
territorio indígena que está bajo mis órdenes, dirigida al Ministro de Guerra, 1 de junio de
1870”. En: Cornelio Saavedra. Documentos relativos a la ocupación de Arauco. Imprenta La
Libertad. Santiago. 1870. p. 205. Citado Por Jorge Pinto, “La ocupación de la Araucanía a
través de historiadores, novelistas, poetas y dirigentes mapuche”. Investigando y Educan-
do: Estudios para el Análisis y la Aplicación. Universidad Metropolitana de Ciencias de la Edu-
cación. Santiago. p. 3.
LA MEMORIA OLVIDADA
783 La insurrección del Lago Budi, Puerto Saavedra e Imperial está relatada en detalle por
Pascual Coña en el libro dictado al Padre Ernesto Wilhem de Moesbach: Memorias de un
cacique mapuche. Editorial Pehuén. Santiago. 1992.
784 Esta fue una idea internacionalmente utilizada y aceptada.
C APÍTULO N OVENO : L A REPÚBLICA Y LA INVASIÓN DE LA A RAUCANÍA
785 Bengoa, José. Historia de un conflicto... Op. cit. pp. 53-55. El autor sostiene que hubo una
posee 5.4 millones de hectáreas. Es decir, de cinco millones de hectáreas, como mínimo,
que poseía el pueblo mapuche, fue reducido a apenas, quinientas mil.
787 Foerster, Rolf. “Esquema para el tema Mapuche”. Op. cit.
LA MEMORIA OLVIDADA
788 Citado en Pinto, Jorge. De la inclusión a la exclusión. Op. cit. p. 146. En la misma página el
autor señala que desde otro lugar y quizá desde donde más se sintió la crítica fue desde la
Revista Católica, la que, “... se oponía tenazmente al empleo de la fuerza. El ciudadano
chileno, decía en sus páginas, apoyará la idea de civilizar a los araucanos, pero jamás estará
de acuerdo con arrebatarles su independencia como precio de la civilización que se les
ofrece. Acusó a El Mercurio, de proclamar la civilización de la crueldad y el pillaje, ampara-
da en una codicia que podría servir para justificar la invasión del Asia, África, América y
Oceanía, con secuelas de sangre y campos sembrados de cadáveres”.
789 Bengoa, José. Historia de un conflicto... Op. cit. p. 53.
790 Bengoa, José. Historia del pueblo mapuche... Op. cit. p. 343.
791 Aylwin, José. Estudios sobre tierras indígenas de la Araucanía: Antecedentes Histórico Legisla-
339
MAPA Nº 21
LA MEMORIA OLVIDADA
Este trámite podía demorar en algunos casos hasta tres años en com-
pletarse y, cuando esto sucedía, debía efectuarse una nueva matrícula,
pues lógicamente en ese lapso el número de población encuestada había
variado. El proceso de radicación era lento y estaba permanentemente
interrumpido por la ausencia de uno u otro funcionario de la Comisión,
que poco motivados por sus bajos sueldos y las dificultades cotidianas de-
moraban y tramitaban la radicación por diferentes motivos.
La Comisión tenía instrucciones de no entregar Títulos de Merced
sin antes resolver litigios de posesión y deslinde, lo que debía efectuarse
en el período que iba entre la petición de radicación y la entrega de Títulos
de Merced, si no había reclamaciones. Sin embargo, en muchos casos, la
solicitud de radicación no llegaba a ser atendida, lo que se supone ocurrió
a lo menos en 89 casos.
En la zona de Cañete, hacia 1904, prácticamente todos los radicados
tenían problemas de deslindes y usurpaciones con ocupantes nacionales,
los cuales se habían instalado a la fuerza en aquellos lugares. Un caso
extremo es el del cacique Francisco Huelate de Licauquén (Cañete), el
de cómo arrebatar terrenos a los mapuche”. Bello, Álvaro. “La Comisión Radicadora...”
Op. cit. p. 40.
LA MEMORIA OLVIDADA
tiempo los ingenieros hicieron lo que se les antojó y arrojaron a los mapu-
ches de sus tierras para darlas a colonos o rematantes. Decía la Comisión
Radicadora, que “... el indio no podía ocupar más de 3 ó 4 hectáreas...”.
Agregaba Manquilef, que a causa de la pérdida de tierras “... tuvo que
morir de hambre el 95% de las numerosas masas de ganado de que eran
dueños antes de radicárseles...”785.
De esta manera, la sociedad mapuche pasa de un estado de riqueza
y abundancia, alcanzado durante la Colonia y mantenido hasta los pri-
meros años de la República, a un estado signado por la pobreza que se
prolongará hasta la actualidad. Como fuera dicho, mapuches y, en me-
nor grado, no mapuches, denunciaron estos hechos que ocurrían en el
Sur del país, el problema es que, por lo general, estas denuncias no fue-
ron escuchadas. 345
ANEXO N° 6
EL PROCESO DE RADICACIÓN786
TIERRAS Y USURPACIÓN ENTRE LOS RÍOS BIOBÍO Y MALLECO
En esta zona el Estado chileno inició el proceso de ocupación militar de la Arauca-
nía al decretar la refundación de Angol en 1862 y la instalación de la Frontera en
el río Malleco, fortificando todo su curso. La nueva frontera en el Malleco vino a
deslindar un territorio ocupado de otro independiente.
La situación territorial de la “Alta Frontera”, entre el Biobío y el Malleco, un
año después de refundado Angol, en 1863, es relatada por Manuel T. Thompson:
“Los araucanos son poseedores hoy día de todos los terrenos que están al Sur del
Biobío, con excepción de los siguientes: Los comprendidos: entre el Biobío y Bureo; los
de la isla de Vergara, limitados por el Renaico, Bio-Bio, Vergara y estero de Malven,
y finalmente los ocupados por las colonias de Mulchen y Angol”787.
“Las diversas leyes que sobre este punto se han dictado no son suficientes; pues la
mala fe encuentra siempre expedientes como burlarlas. Entre otros, los más comunes
son: ejecuciones por supuestas deudas y supuestos dueños de la propiedad que tratan
346 de adquirir, daciones en pago, testamentos, reconocimiento de derechos hereditarios a
favor de individuos extraños”788.
788 Ocupación de Arauco, Cornelio Saavedra, Imprenta de la Libertad, Santiago, 1870, pp.
159-160.
C APÍTULO N OVENO : L A REPÚBLICA Y LA INVASIÓN DE LA A RAUCANÍA
347
Después de la década de 1870, la radicación de los mapuche adquirió su
primera forma en las “Colonias de Indígenas”, las que se formaron en este territo-
rio bajo infiltración y dominio del Estado chileno. Estas Colonias de Indígenas se
constituyeron en los años 1873 y 1880 en virtud de la Ley de 18 de noviembre de
1845 y la Ley de 4 de diciembre de 1866 que autorizan la formación de Colonias
con Naturales.
La primera colonia de indígenas se constituyó en la zona formada por los
ríos Biobío y Malleco, en la que se radicó al Cacique Manquelipe, por decreto de
1873, en 3.500 hectáreas de las 5.000 que le dejó el Fisco en años anteriores, en
las tierras ubicadas entre Mulchén y Renaico. La segunda Colonia de Indígenas se
forma el mismo año en Angol y sus tierras servieron para radicar la población
mapuche desplazada de las zonas de remates de tierras efectuadas en el mismo
departamento de Angol y el de Nacimiento. El destino de las Colonias de Indíge-
nas era desconocido en 1912, según el Informe de la Comisión Parlamentaria de
Colonización:
“Al norte de Collipulli, cerca de Renaico, se fundó una colonia de indígenas, según las
bases establecidas en decreto de 29 de Octubre de 1873, que se llamó ‘Esperanza’; y
por decreto de 14 de Octubre de 1873 se ordenó la formación de colonias de indígenas
en Traiguén y Tirúa. No hay antecedentes sobre estas colonias”789.
Por otro lado, la ley de radicación de 1866 reconoce como territorio indíge-
na en la zona de Arauco el espacio ubicado al Sur del río Paicaví o desaguadero
del lago Contulmo, y es, por tanto, el único protegido por el Estado, prohibiéndo-
se la compraventa de tierras. En cambio, las tierras ubicadas al Norte de Paicaví
quedan sometidas a la legislación común, lo que provoca que entre Arauco y el
río Paicaví los especuladores de tierras constituyan rápidamente la propiedad par-
ticular, utilizando los más variados métodos de usurpación, dejando pequeñas
porciones de tierras indígenas. El avance expoliador era avalado por las autorida-
des del Gobierno de Chile, como se desprende de lo señalado por el Gobernador
de Lebu, H. Pérez de Arce, en 1874:
“Los indios han de llegar precisamente a quedar sin propiedad, es decir, bajo la supe-
rioridad de la raza europea, ésta es una condición total de la inferioridad de su raza;
y esto ha de cumplirse por más leyes benéficas que se dicten para favorecerlos”790. 349
794 El plano de Traiguén del remate de 1881 fue subastado en la Junta de Almoneda de la
Capital de Chile a un total de 30 personas, adjudicándose las 138 hijuelas del siguiente
modo:
13 personas remataron 1 hijuela cada uno.
4 personas remataron 2 hijuelas cada uno.
3 personas remataron 3 hijuelas cada uno.
5 personas remataron 4 hijuelas cada uno.
1 personas remató 6 hijuelas.
1 personas remató 8 hijuelas.
1 personas remató 13 hijuelas.
1 persona remató 15 hijuelas.
1 Sociedad remató 42 hijuelas.
La Sociedad Varela y Waddington remató 16.000 hectáreas; José Bunster, remató 15
hijuelas con 6.000 hectáreas; Lorenzo de la Maza remato 4 hijuelas de 1.620 hectáreas;
Marcos Rebolledo remato 6 hijuelas con 2.940 hectáreas, Lisandro Anguita remato 2 hijue-
las de 1.155 hectáreas. Otros rematantes serán Gregorio Rubilar, Federico Varela, José Si-
món, Ladislao Larraín, Emilio Rosemberg, Luis Puyó, Miguel Saldías, Ramón Cousiño, Ru-
desindo Elgueta, Luis Maurin, Emilio Villegas, José Acuña, Federico Onfray, Joaquín Díaz,
Olegario Cortez, Juan de Dios Cid y M. Novoa.
795 Nota del compilador. En el Sur se le denominó “Colonos nacionales” a los que remata-
797 Ferrando, Ricardo. Y así nació la frontera. Editorial Antártica. Santiago. Chile. 1986. p. 508.
C APÍTULO N OVENO : L A REPÚBLICA Y LA INVASIÓN DE LA A RAUCANÍA
LA COLONIZACIÓN
En conjunto con los remates de tierras a particulares, se emprendieron diversos
proyectos de colonización con nacionales y extranjeros, proyectos llevados ade-
lante por empresas de colonización o por el mismo Estado, asignándose hijuelas a
militares, colonos nacionales, repatriados del Neuquén y muchos extranjeros arri-
bados al país.
La política de concesiones de tierras a empresas de colonización incrementa
la gran propiedad sobre el territorio mapuche, al transferirse al concesionario una 355
importante proporción de las tierras de colonización, desde el momento en que el
Estado consideraba que la empresa había cumplido con la meta de instalación de
colonos europeos.
En la Araucanía se establecieron las concesiones de colonización Nueva Ita-
lia, en Malleco, y las concesiones de Llaima, Budi, Lanín, Cautín, Queule y Nueva
Etruria, en Cautín, a cuyos empresarios se les transfirió una superficie total de
203.063 hectáreas y a las familias colonas establecidas dentro de los límites de las
concesiones un total aproximado de 25.000 hectáreas798.
798 La concesión Nueva Italia recibió 50.000 hectáreas en la zona de Lumaco, fundándose el
poblado de Capitán Pastene; instaló 100 familias traídas de Italia en un total de 7.537 hectáreas,
actividad por la que la Compañía Ricci recibió un total de 52.463 hectáreas en el año 1908.
La concesión del Budi, de Eleuterio Domínguez y Compañía, otorgada por decreto de 23
de agosto de 1902, entregó un total de 63.957 hectáreas para introducir familias colonas,
logrando alcanzar la cifra de 88 familias. Con fecha 25 de octubre de 1907 se decretó la
entrega de título de dominio definitivo a favor de los concesionarios por 56.025 hectáreas.
La concesión Lanín otorgada a Constantino Enchelmayer, en 1904, propuso establecer a
20 familias de colonos extranjeros en la región de los ríos Maichin y Trancura, y al Norte del
lago Villarrica y desde el límite con Argentina hasta el río Turbio. En 1905 la concesión fue
transferida a Sociedad Comercial y Ganadera de Lanín, alcanzando esta última a instalar las
20 familias extranjeras, recibiendo por esta actividad 15.000 hectáreas. La concesión Nueva
Etruria, otorgada a la Compañía Ricci y hermanos, instaló en los terrenos al Sur del río
Toltén y al Poniente de Loncoche a 58 familias italianas en 2.499 hectáreas, constituyéndo-
se la propiedad en 1911. El título definitivo a la empresa de colonización Ricci y Hermanos
se efectuó el 20 de febrero de 1911, por aproximadamente 13.050 hectáreas, y se restaron
las 4.307 hectáreas entregadas a indígenas. En Comisión Parlamentaria de Colonización de
1912, op. cit. p. 316.
La concesión Queule de la Sociedad Ganadera e Industrial de Valdivia, liderada por los
señores Latorre, Yuri y Bravo y anteriormente entregada a Tatlock, a cambio de instalar a
400 familias de inmigrantes libres de nacionalidad española, se les asignaron los terrenos
para colonización comprendidos en los siguientes deslindes: “al norte, una línea que parte
del pueblo de Toltén en dirección al oriente hasta el límite occidental de la concesión Ricci
y Cía. y su prolongación hasta la estación de Loncoche; al este la línea férrea entre Lonco-
che e Inulfudi; al sur, una línea recta entre Inulfudi y la caleta Queule; y al oeste, el Océano
Pacífico y el río Toltén, entre el pueblo de este nombre y la Caleta mencionada”. (Decreto
N° 2.000. Santiago, 3 de octubre de 1904). Estos terrenos comprendían un total aproximado
de 60 mil hectáreas, se instalaron a 34 familias de colonos de la siguiente procedencia: 6 de
Brasil, 2 suizos y otros extranjeros avecindados en Chile, logrando por esta operación obtener
la empresa un total de 37.300 hectáreas, mediante decreto otorgado en diciembre de 1911.
LA MEMORIA OLVIDADA
LA RADICACIÓN
La radicación de las familias mapuches se efectuó en virtud de la Ley de 1866,
cuerpo legal que ordenó deslindar los terrenos pertenecientes a indígenas por una
comisión de tres ingenieros que designará el Presidente de la República, con fa-
cultades de resolver todas las situaciones que se susciten en relación al deslinde
de la propiedad. La comisión debía levantar acta de todo lo obrado, en un libro
que al efecto llevará un ministro de fe y extenderá a favor del indígena o indíge-
nas poseedores un título de merced a nombre de la República. (artículo 5°)
La ley ordena levantar plano en el cual se marcarán las posesiones asignadas
a cada indígena o a cada reducción y las que por no haber sido asignadas a los
indígenas se reputarán terrenos baldíos (artículo 6°, inciso 1°) y, por consiguien-
te, propiedad del Estado, todos aquellos respecto de los cuales no se haya probado
posesión efectiva y continuada de un año por lo menos.
Las reglas para la asignación de títulos de merced a los poseedores indígenas
están establecidas en el artículo 7° de la Ley que dispone que los ingenieros debe-
rán proceder de acuerdo a las siguientes reglas:
“1° Ocupación efectiva y continuada por el tiempo que designe el inciso 2° del artículo
será título bastante para que el indígena sea considerado dueño;
2° Cuando varios indígenas pretendan derecho a un mismo terreno, se considerará como
dueño el que lo haya poseído los últimos cinco años;
C APÍTULO N OVENO : L A REPÚBLICA Y LA INVASIÓN DE LA A RAUCANÍA
3° Si varios indígenas poseyesen un terreno sin que ninguno de ellos pueda establecer
posesión exclusiva sobre una porción determinada, se les considerará como comune-
ros, y se les subdividirá por partes iguales;
4° Los derechos de propiedad que deberán reconocerse a favor de los indígenas se exten-
derán siempre a favor del que sea cabeza de familia, sea varón o mujer;
5° Cuando los indígenas que ocupan un terreno posean como individuos de una reduc-
ción dependiente de un cacique, se les tendrá a todos como comuneros, y se deslindará
el terreno como propiedad común a todos ellos;
6° Si una octava parte de los indígenas cabezas de familia de la reducción reconocida
como propietaria de un terreno pidiese que se le asigne determinadamente lo que le
corresponda, los ingenieros procederán a hacer la división y demarcación de límites,
asignando al cacique el triple de la parte de terreno que se asigne a las cabezas de
familia;
7° Al fijar los linderos, sea en las posesiones de indígenas particulares, sean en las de 361
una reducción, se preferirán los límites naturales, cuando los poseedores no presenten
los límites precisos; y a fin de adoptar esos límites se podrán establecer compensacio-
nes de los terrenos colindantes, pero en ningún caso de aquellos en que los indígenas
tuvieren planteles o que destinaren a siembras.”
“Al norte de Collipulli, cerca de Renaico, se fundó una colonia de indígenas, según
las bases establecidas en decreto de 29 de Octubre de 1873, que se llamo “Esperanza”;
y por decreto de 14 de Octubre de 1873 se ordeno la formación de colonias de indíge-
nas en Traiguén y Tirúa. No hay antecedentes sobre estas colonias”803.
El primer Título de Merced se otorga a José Calbun sobre 200 hectáreas por
sentencia de 13 de julio de 1875, y el último a Pancho Rallenqueo y otros, sobre
400 hectáreas por sentencia de 22 de abril de 1882, los que fueron otorgados el 16
de noviembre de 1875 y el 24 de agosto de 1882 e inscritos el 8 de marzo de 1876
en Concepción y el 1° de diciembre de 1882, respectivamente. De estos diez títu-
los, la Corte de Apelaciones de Concepción dicta siete sentencias de Merced, en
tanto que el Juez de Letras de Angol dictó tres sentencias de Merced. Del total de
diez títulos sólo se inscribieron nueve, quedando sin inscribir el título otorgado a
María Marusa Viuda de Colima806.
804 Ormeño, Hugo y Jorge Osses. “Nueva legislación sobre indígenas en Chile”, en Cuader-
de 563 denuncias y solicitudes de mapuches, que daban cuenta de lo que estaba ocurriendo
con las tierras indígenas: “Solicitudes de Amparo en las tierras ocupadas 278; Solicitud de
Radicación o Título de Merced 130; Aumento de terreno de la radicación 63; Deslindes con
particulares 42; División de la comunidad 23; Exención del pago de contribuciones de ha-
beres 11; Nulidad de escrituras de ventas 10; Remensuras de terrenos 6”. (C.P.C: 1912)
808 Mientras los primeros títulos entregados en Galvarino contenían extensiones cercanas
las 800 hectáreas, en los últimos las superficies bordeaban sólo 100 hectáreas.
809 Todos los elementos contenidos en este subcapítulo se recogen del texto; “Comisión
“Muchos reclamos son justificados: que los indígenas suelen ser víctimas de
gentes inescrupulosas y á veces de inhumanas, que los hostilizan, los mal-
tratan ó se valen de argucias abogadiles para despojarlos de lo suyo; que su
radicación se hace con despacio,
(...) que otros son perseguidos por vías de hecho o judicialmente, por
detentadores injustos de tierras del Estado, que aspiran por este medio a
afirmar sus pretensiones de dominio sobre las mismas; que algunos conce-
sionarios tratan de desalojar sin razón á personas establecidas dentro de sus
concesiones; que hay ocupantes que se instalan donde no les corresponde y
que la acción de las autoridades aparece en ciertos casos amparando más las
arbitrariedades del fuerte que los derechos del débil...812”.
época en la que todavía había “... lucha con el araucano y territorios inex-
plorados, lo que impedía definir exactamente en que consistía la propie-
dad indígena... ”. Desde entonces, se afirma, el interés por adquirir las
propiedades se ha desarrollado en un medio legal defectuoso, que explica
la detentación abusiva de propiedades fiscales, el despojo de la propiedad
indígena; la indeterminación de los deslindes, la variación, muchas veces
dolosa de estos, la dificultad de establecer posesión sobre hechos concre-
tos y que pueden significar un ejercicio efectivo de los atributos del domi-
nio sobre una determinada extensión de suelo; los abusos que se cometen
cuando se trata de probar por testigos la posesión ante tribunales de justi-
cia; la preparación artificiosa de títulos de propiedad, valiéndose de las
mismas disposiciones creadas por la ley, para hacer pública y estable la
370 propiedad raíz; contratos ficticios, particiones simuladas, inscripciones frau-
dulentas, etc, ...814”.
Estado, y sentaba la regla general de que todo terreno en el cual los indios
no probaren posesión efectiva y continuada por más de un año, sería re-
putado como terreno baldío o fiscal. (Arts. 6° y 7° N° 1°).
Para proceder con el método indicado por la Ley, se debía, en primer
término, radicar a los indígenas y una vez hecha la radicación habría que
determinar el sobrante de propiedad del Estado. El Fisco conocía perfec-
tamente la extensión de terreno que le pertenecía, pero no se actuaba
siguiendo esa línea, ya que al mismo tiempo que se radicaban indígenas,
paralelamente se formaban hijuelas para remates, se daban lotes de terre-
no en arrendamiento, se donaban suelos a colonos y se realizaban enor-
mes concesiones de suelos a particulares, también para la colonización819.
Aún más, en muchas ocasiones se procedió primeramente a rematar hi-
372 juelas, colonizar, etc., y en el sobrante fueron radicados los indígenas. Es
decir, la ley fue aplicada en sentido inverso. El Fisco dispuso libremente de
las tierras y en el resto de los suelos radicó a los indígenas, generando, por
una parte, conflictos y enredos de todo tipo y, por otra, la escasa disponi-
bilidad de suelos para los indígenas, lo que motivaba periódicos viajes de
los mapuches a la Capital a interponer quejas por el despojo de sus terre-
nos820.
Esto también provoca la desigualdad en la adjudicación de tierras, ya
que al mismo tiempo que se concedían millares de hectáreas a empresas
particulares, para los indígenas de algunas zonas, principalmente Quepe,
Metrenco y Maquehua, las concesiones de tierras apenas llegaban a dos o
tres hectáreas por persona821.
Los Protectores Manuel Labbé y Manuel Oñate, anteriormente cita-
dos, llaman la atención de la Comisión respecto de los motivos que los
inducen a rechazar el inciso 6° del artículo II y el artículo 19 del proyecto
aprobado por el Senado de la época. El inciso en cuestión fue agregado en
dicha Cámara y estaba concebido en los siguientes términos: “El abando-
no ó ausencia por más de cinco años continuos de las hijuelas en que
hayan sido radicados los indígenas, hará volver al Estado la propiedad de
dichas hijuelas”.
Tal disposición daría lugar a muchos abusos; así, se conocían los ca-
sos de propietarios colindantes de indígenas, que habían ahuyentado a
estos, hostilizándolos o proporcionándoles dinero para que emigrasen hacia
Argentina. Una vez despejada la hijuela, entraban en posesión de la mis-
ma, introduciéndole mejoras. Los dueños, una vez regresados, no las re-
cuperaban, hasta que el gobierno hubiese desechado la solicitud de los
usurpadores de concesión de esos terrenos, en calidad de colonos, justifi-
TEMUCO SOLICITUD
Quidel Juan Toribio Exención de contribución
Lianquihuen J. Luis “
Huiana Ignacia “
Tripalao Juan “
Caniú Domingo “
Quean Francisco 2° Radicación título de merced.
Llanca Segundo “
Huachacura Cayuqueo Se radique en otra parte a J. Benque
Mariqueo Juan Se fijen deslindes
Yubril Mariano Aumento cabida
Huachapan Andrés y otros Se fijen deslindes
Seguel Juan y otros “
Cea Tránsito Aumento cabida
Barriga Guillermo Se radique a indígenas que indica.
Maquiriao Juan Se fijen deslindes
Yubril Sandoval Reclama despojos
Epul Lorenzo Radicación y título de merced
Huentenao Antonio Reclama usurpación
Palma Eugenio “
Nahuelhual Pedro y otros “
Llancapao Francisco División comunidad 135
Quidil Juan “
826 Los listados que a continuación se exponen, se encuentran en las pp. 422-513 del citado
informe.
LA MEMORIA OLVIDADA
GORBEA SOLICITUD
Hueche Santiago Radicación y título de merced
Antillanca Francisca Amparo
Videla v. de Catricheo Marta “
376 Ancan v. de Antillanca Milagro Aumento de cabida
Alun v. de Antillanca Milagro Radicación y título de merced.
LONCOCHE SOLICITUD
C Cheuquepan A. Hilario Radicación y título de merced
Namoncura Valentín “
Antillanca Fermina “
Huentemilla Manuel “
Maricán J. del C. y otro “
Ancan Martín y Lemonao Ju “
Painen Ignacio “
Pallalef Antonio “
Alcan Segund “
Carillanca Martín y Bernardi “
Acevedo Francisco Colicheo Segundo División de la comunidad
Huenteñan Pedro “
Chañarmilla Francisco Amparo
Lefiman Norberto
Huenupi Victoriano “
Raipan José “
Molfinqueo Blas “
Cheuquellan Francisco “
Ñanco Victoriano y otro “
Emihueque J. Manuel y otro “
C APÍTULO N OVENO : L A REPÚBLICA Y LA INVASIÓN DE LA A RAUCANÍA
LONCOCHE SOLICITUD
Mallolafquen Lorenzo “
Ma Marilaf Félix y otros “
Colpihueque Segundo y otros “
Paihuanque Felipe y otros “
Huentelaf Juan de Dios y otros “
Millanao Joaquín y otros Amparo
Loncomilla Manuel y otros
Calfin Francisco Reclama contra la Sociedad Queule
Antileu Miguel “
Raipan Pedro y otros “
Llancaman Manuel y otros Reclama contra la Sociedad Ricci
Allapi Juan Se fijen deslindes
Calfuala Manuel Aumento de cabida
377
Antilef Toribio “
Lifimir Antonio “
Antilef Manuel “
Raipán Toribio “
Antillanca Francisco “
Lemonao Manuel “
Llancanil Valentín “
Raninqueo Juan y otros “
VILLARRICA SOLICITUD
Peuchuluf Pedro Radicación
Leancafil Andrés “
Pichinao Domingo “
Almonací Eusebio Radicación
Payupan Pedro Rosas “
Antimilla Nicolás Aumento de cabida
Peuchuluf Felipe “
Quilocán Juan Título de merced
Alcapán Francisco “
Huenulpán Juan “
Ancalef Pedro “
Melillanco Francisco “
Quileñan Francisco “
Nahuelqueo Antonio “
Nauquepán Hilario y Fernando “
LA MEMORIA OLVIDADA
VILLARRICA SOLICITUD
Quiñenao Antonio y otros “
Neculpán Toribio “
Peuchulef Pedro “
Antilef Antonio “
Conupán Silverio “
Almonací Casimiro “
Almonací Esteban “
Ancahuala Gabriela Título de merced
Calfil José y otro “
Ancalef Pedro Amparo contra colonos
Colihueque Eduardo y otros “
Henríquez C. Ángel “
LA PAZ SOLICITUD
Cheuquelán Luciano Amparo
Catrihual Manuel “
C APÍTULO N OVENO : L A REPÚBLICA Y LA INVASIÓN DE LA A RAUCANÍA
VALDIVIA SOLICITUD
Caripán José Antonio Amparo
Huichahuala Francisco “
Loncomilla Feliciano Amparo y apertura camino
379
Vera Colli José Amparo
Sigifredo de Trahunhaus “
Maquilefi Autonio “
Aburto Eugenio “
Carín Antonio “
Millagual Miguel Aumento de cabida
Cañiumán Basilio “
Curiqueo María Apertura de camino
Molina v. de V. Tránsito Entrega de hijuela
Neculmán Francisco y otros Radicación
Collimil Hilario Amparo
Cancumil Juan “
Aburto Panguilef Manuel “
Curín Antonio “
OCTAY SOLICITUD
Llaitril Juan José Radicación
Catrilef José 2 “
Loncón Custodio y Efraín “
Haitul Juan José Amparo contra Sociedad Rupanco
Inay Juan Manuel “
Catrilef Pedro “
Lenay Valentín “
Guilagual Francisco “
Catrilef Sixto “
Inay José Miguel “
LA MEMORIA OLVIDADA
OCTAY SOLICITUD
Loncón Antonio “
Currieco Domingo y otros “
Paichul J. Miguel Radicación
Rantal J. Esteban “
Llefé Pascual “
Marileo Clorindo
Quisel Pailahueqne S. Angel Radicación
Quisel Juan Manuel “
Llege J. Miguel “
Carril Antonio “
Quimado Mauricio “
Lemiú Felipe “
Kinai Juan Manuel “
380
Epingao Pedro José “
OSORNO SOLICITUD
Mellao A. Félix Pide título provisorio de ocupante
Comugual Juan “
Ancun Manuel y otros “
Queulo Luis M. y otros Título de merced
Antriqueo Juan Jos “
Naikef Juan F. “
Imilpán Juan A. Radicación
Chung Llafquen José S. “
Treumun Domingo “
Puenumán Juan A. “
Carril José M. y otros “
Levitureo Guillermo Radicación
Huenuán José M. “
Bahamondes José “
Guenchullanea José A. “
Inayao Santiago “
Neipán Juan de D. “
Guanuman Juan A. “
Llaituqueo Pedro y otros “
Epuyac Pedro y Antonio Amparo
Cumian Juan y otros “
Naipán Francisca “
C APÍTULO N OVENO : L A REPÚBLICA Y LA INVASIÓN DE LA A RAUCANÍA
OSORNO SOLICITUD
Nailef Juan Francisco y otros “
Pailalef Juan y otros “
Gueiquián José Antonio “
Oaniu José Miguel y otro “
Ancun José M. y otros “
Semuí Juan B. “
Muñoz José del T. y otros “
Naguián Juan A. y otros “
Guenchuán Mariano “
Alcapán Juan F. “
Inulpán Juan Manuel “
Inalaf Juan A. “
Treumun Juan Fermín “
381
Huenchulef Margarita y otros “
Calfo Pedro “
Huiaé Juan F. y otros Amparo
Pailalef Pedro “
Yuai Coli José M. “
Cumian Juan “
Millaqueo José D. “
Millacho Mateo “
Pailalef Mateo y otros “
Comigual José M. “
Trerumun Juan M. “
Llaituqueo Victoriano “
Pailalef José Miguel y otros “
Ancapichun María y otros “
Lefuán José M. y otros “
Guantro Pascual y otros “
Pairicán Juan de la C. y otros “
Quintul Juan M. y otros “
Laifen Juan y otros “
Caipil José M. “
Huencherau Juan de D. “
Pairil Francisca “
Daifeu Margarita “
Caipil José M. “
Cumian José del C. “
Quirichagual Pedro “
Guanque Mariano “
Catrilef Juan y otros “
Hueuchual Juan Amparo
Quintupurrai Juan A. “
Nancucheo Pedro M. “
Neupán José y otros “
Guenuanca Plácido “
Pinol Francisco “
Pañinamun Petrona “
LA MEMORIA OLVIDADA
OSORNO SOLICITUD
Punol José Fermín “
Cainiupán Esteban “
Neipán Silverio “
Nailef Juan Francisco “
Cayo Angelita “
Quilagual Pedro “
Nupán Juan de D. “
Rauque José del T. “
Tregna José A. y otro “
Cogue Juan A. “
Caulle Pedro “
Epuyac Juan de C. y otros “
Hualamau Pedro “
382
Neipán Juan de Dios “
Neupán Pablo “
Quintrupa y Domingo Se le entregue el lugar que ocupa
Ancapiclion, Pedro Nulidad de una venta
IX) CUNCO
Las solicitudes realizadas por personas indígenas, presentadas en
Cunco a la delegación de la Comisión, son las siguientes:
CUNCO SOLICITUD
Huenchulaf Juan Aumento de cabida
Quidel Juan “
Chigualaf Antonio “
Catrilaf Vicente Remensura
Melillán José María “
Catrilaf Juan “
Correntino Juan “
Monquel Juan “
SOLICITUD DE INDÍGENAS
Amparo 278
Radicación o título de merced 130
Amparo 278
Aumento de terreno 63
Deslindes 42
División de la comunidad 23
Exención del pago de contribución de haberes 11
Nulidad de escrituras de ventas 10
Remensura de terrenos 6
Total 2.117
383
XI) LAS SOLICITUDES DIRIGIDAS A LA SECRETARIA SON LAS SIGUIENTES, DURANTE EL
SOLICITUDES
Aguil v. de Nanquin María Pide título de ocupante
Garipillán Laurencio “
Millanao Pedro Título de merced
Qolicheo Felipe Amparo
Ñorquin Llanquinao “
Llancar Manuela “
Jeje Antonin y otros “
Puiñancon José Miguel “
Guinuiai Filomena “
Cuicui Vicente “
Chenquel Agustín “
Lemunao Virginio “
Villalaco Francisco “
Colimán Pablo “
Pilquinao Juan “
Meliqueo Quiñelive “
Painen Francisco Amparo
Rupallán levencheo “
Huala J. Florencio “
Rupailao Beatriz “
Nahualpan J. Maria “
Huenulmilla Toribio “
Alicoi Marcos “
Almonacid P. Steban “
Mauquenahuel Lameano Radicación
Nahuelpán Felipe “
Huenchupal Ignacio “
LA MEMORIA OLVIDADA
SOLICITUDES
Levil Antonio Amparo
Leviñir Alejo Deslindes
Herdo Juan Deslindes
Cárielo Lorenzo y otros Aumento de cabida
Cheuquehual Ignacio y otros “
Guitrainao Juan División de comunidad
Lefipán Juan Nueva radicación
Pilquinao Juan “
Lizama Cubil “
Quihecura Juan A. “
Chudiman Huinca “
Painequeo Juan Radicación
Calfuir Pascual “
384 Raquileo Juan Radicación y título de merced
Oliden Jacinto Radicación
Catriman v. de Juan Radicación y título de merced
Cayumán Ramón “
Nahuepin Pascual “
Linguen Pascual “
Huiquipan Francisco “
Epullán Manuel “
Frecanao Nancumil “
Currin Huencho “
Coña Lina v. de Antimán “
Marialao Pedro “
Millaqueo José Manuel “
Lepin Juan “
Rain José “
Naucumil Juan Antonio “
Quentreman Antonio “
Huenchucura Antonio “
Mulato José Luis Radicación
Caniulaf Antilao “
Porma José “
Panguilef Rafael Título de merced. Aumento de cabida
Huican Juan A. y otros Aumento de cabida
Cayuqueo Tomás “
Collihuin Felipe “
Curihuinca Martín “
Curitol Pedro “
Levin Manuel y otros “
Catrilef Juan Aumento de cabida
Morales Juan “
Melillán José María “
Huinca Catril “
Catrilaf Vicente “
Chingualaf Juan Antonio “
Huinchal Francisco Aumento de cabida y amparo
Livimán Bartola “
C APÍTULO N OVENO : L A REPÚBLICA Y LA INVASIÓN DE LA A RAUCANÍA
SOLICITUDES
Huenchullan Ignacio y otros Título de Merced y radicación
Guinpán Juan “
Silva José Título de Merced y amparo
Torres Pedro “
Paillán Catrinao Amparo
Torres Pedro “
Paillán Catrinao Amparo
Tripainao Juan Manuel “
Cárdenas Tomás “
Pitripán Juan Manuel “
Huenchugui Juan B. “
Quenlupán Lorenzo “
Calcumil José “
Pancho Isabel “ 385
Colihuinca Mariano “
Cayupil Leftuit “
Nacuhual “
Treman Alarcón “
Nahuelpán Bernardino “
Colin José “
Trafián Manuel Amparo
Neimañ Fernardo “
Nancon Bernardo “
Colihuinca Coeñuir “
Gallardo Franamil “
Carialo Luis “
Anceguada Bartola “
Lepuel Ricardo “
Millahueque José Agustín y otros “
Marileo Juan 2° “
Leumiñir Luis Fijación de deslindes
Quintulén Martín “
Huenche Nicolás “
Nahuelhual Marcelino “
Leviñir Alejo y otros “
Quenpumil Francisco “
Curivil Pancho “
Reumuñ Cristóbal “
Currin Juan “
Curihuinca Martín “
Huillipan Salvador “
Cariqueo Lorenzo “
Fianamil Lorenzo “
Chancono Antonio “
Cuniuñir Antonio “
Lunqueo Silva “
Cañuman Juan Fijación de deslindes y amparo
Morales José “
Huenchullán Ignacio “
LA MEMORIA OLVIDADA
SOLICITUDES
Rosa y su hija Mancen División de comunidad
Caniunqueo Andrés y otros Subdivisión de comunidad
Curihuincho Juan “
Rupimán Juan “
Pinculao José Bartola “
Juan, comunero de M. Levín “
Quineyao Juan de la C. y otro “
Huinumán Santos y otros “
Llanca Juan y otros “
Neculmán Manuel A. Se le exime de contribución de haberes
Lincoleo Mariano Radicación
Pillamir Francisco Se le exime de contribución de haberes
Curiqueo Pedro “
386
SOLICITUDES
Gueniqueo Daniel Título de merced
Calbuqueo Chisco “
Lincoñir Soto “
Briceño Guinchalof Juan de Dios Radicación
Huinchamán Juan Félix y otros “
Corimán José Aumento de cabida
Pinoleo José Domingo Amparo
Quintal y otros Amparo
Ueñal de Ávila Margarita “
Imilqneo José Crisancio “
Barriga Contreras Alberto “
Tremún Carmen y otros “
Oñate Carlos y otros “
Calfuán Juan “
Carmona Teodosia “
Curuqueo Manuel “
Hoafil Manguita “
Nahuel Juan “
Toro Juan B. “
Quilaleo Juan “
Quinchán Antonio “
Millaquesa Luis “
Nahilmir Juan Mariano “
Timillán Somo “
Acupil Juan “
Millamir Manuel “
Poinicán J. Hipólito “
C APÍTULO N OVENO : L A REPÚBLICA Y LA INVASIÓN DE LA A RAUCANÍA
SOLICITUDES
Huentrutipay María del C. y otros “
Neilef Antonio Soto “
Antiguar Juan Ramón y otros “
Guisca Juan Francisco y otros Amparo
Huenuqueo Juan Antonio y otros “
Epullao Juan Antonio y otros “
Camín Francisco y otros “
Peje Francisco y otros “
Campil Juan y otro “
Ancamán Juan Agustín “
Maica “
Pamén Calbún “
Nulenlef Pedro Exención contribución de haberes
387
Maculmán Antonio División de comunidad
388
C APÍTULO D ÉCIMO : L A INTEGRACIÓN FRUSTRADA
CAPÍTULO DÉCIMO
LA INTEGRACIÓN FRUSTRADA
Las relaciones entre el Estado y los mapuches durante en siglo XX estarán 389
marcadas por los intentos de integrar las poblaciones indígenas a la socie-
dad mayor, basando su asimilación a los modos y costumbres nacionales.
La reducción en reservaciones de las comunidades mapuches, la usur-
pación de sus tierras, las políticas estatales frente a la propiedad y la cultu-
ra, las divisiones de las comunidades, en fin, todas las acciones de la socie-
dad y el Estado tuvieron por objeto la asimilación o la también denominada
integración de la población indígena.
Sin embargo, esto no ocurrió y, por el contrario, culmina el siglo XX
con una sociedad mapuche definida en su identidad particular y más nu-
merosa que nunca antes en la historia. En el censo del año 1992 se auto-
reconoce como pertenecientes a este pueblo casi un millón de personas
mayores de catorce años.
Las acciones y políticas del Estado destinadas a lograr la plena inte-
gración/asimilación de los mapuches se frustra, fracasa. Analizar este fe-
nómeno es el objeto de este capítulo,
Concluida la radicación sobreviene un período de mucha violencia
en el Sur del país. Procesos de constitución de la propiedad, conflictos por
deslindes, usurpaciones de tierras comunales, discriminación abierta, si-
lenciamiento de las voces indígenas son algunos de los fenómenos y no
son pocos los observadores que creen que los indígenas van a desaparecer.
La presencia del Estado solo alcanzaba a las ciudades y en los sectores
rurales, especialmente en la zona de frontera, dominaba la ley del más
fuerte. Ante la violencia, los mapuches renuevan su capacidad de adap-
tarse y resistir culturalmente, transformándose así en una sociedad de re-
sistencia, que logra su supervivencia conservando y también readaptan-
do sus costumbres, tradiciones y cultos.
El ámbito social y territorial donde se desarrollará esta cultura de
resistencia será, durante todo el siglo XX, el espacio de la comunidad de
origen reduccional, en donde se establece el límite con la sociedad huinca.
Es el espacio material de la resistencia cultural, lo que quedó del territo-
LA MEMORIA OLVIDADA
829 En el libro Historia del Pueblo Mapuche, de José Bengoa, se presentan solo 31 de los casos
más ejemplares, que dan cuenta de esta situación. Se utilizan los siguientes periódicos: La
Época de Temuco, El Diario Austral; de Santiago, El Mercurio, La Opinión y Justicia. El criterio
de selección de los casos se relaciona con la amplia repercusión pública y cobertura de
prensa que generaron. Op. cit. pp. 374-376.
LA MEMORIA OLVIDADA
“... El cull cull de nuestros antepasados os anuncia que este importante mo-
vimiento leal i franco en que estáis empeñados, es el eco de esas ideas
tan francas, tan leales i tan elevadas que reclamaron los abuelos.
Tu abuelo luchó por la libertad y tú bregáis por el bienestar, ¿no es
esto, acaso, luchar por los ideales de los antepasados? ¿No es esto seguir
cumpliendo el programa i el deber impuesto por esa legión de bravos duran-
te 300 años, el defender la honra ultrajada”.
393
“Los araucanos que pacíficamente han dejado despojarse de sus tierras, que
sin una queja han visto talar sus campos, incendiar sus rucas i vejar sus
mujeres por los espoliadores amparados muchas veces por las autoridades,
no han podido permanecer impasible ante esta última afrenta”830.
830 Extractos del diario La Época, del 4 y 8 de julio de 1913, en Bengoa, José. Historia del
ANEXO N° 7
LOS JUZGADOS DE INDIOS Y LA PÉRDIDA DE
394 TIERRAS MAPUCHES
Muchas hectáreas de tierras mapuches reconocidas en Títulos de Merced fueron
sustraídas de los dominios comunitarios por medio de la revocación de dichas
radicaciones, al establecerse que particulares tenían inscripciones de dominio an-
teriores a la entrega de los títulos señalados. Aunque estas revocaciones se con-
centraron en la zona de Panguipulli, también se verificaron en las provincias de
Arauco, Biobío, Malleco y Cautín.
Esta acción fue llevada a cabo por los Juzgados de Indios, los que entre los
años 1929 y 1972 revocaron en total 59 Títulos de Merced, por una superficie
total de 4.548,66 hectáreas, que representa el 0,9% del total de la superficie de
radicación, y el 2% del total de los Títulos de Merced. En las regiones VIII y IX se
revocaron 20 Títulos de Merced, por un total de 1.163,85 hectáreas, los que pasa-
ron a poder de particulares, concentrándose la mayoría de las revocaciones en
Cautín, en la franja ubicada al sur del río Toltén, en las comunas de Villarrica y
Loncoche, que fue el territorio donde el Estado dejó que se expandiera la propie-
dad particular antes, durante y después de la ocupación militar de la Araucanía.
832 Foerster, Rolf y Sonia Montecino. Organizaciones... Op. cit. pp. 14-15.
C APÍTULO D ÉCIMO : L A INTEGRACIÓN FRUSTRADA
enero de 1961. En todas las reclamaciones los particulares invocaron que sus
títulos eran anteriores al de merced y señalaron que se habían constituidos pre-
viamente al año 1893, año en que se dictó la ley que protegía las tierras indígenas
ubicadas al Sur del río Toltén, en la provincia de Valdivia833.
Las sentencias bajo un mismo modelo de redacción se ejemplifican con el
juicio de restitución entablado por la comunidad mapuche Camilo Aillapang, del
lugar Palguín, actual comuna de Pucón, en contra de Guillermo Ramwell, para
que este le restituyera las 46 hectáreas que forman las tierras de la comunidad. El
Juzgado de Indios de Pitrufquén –Juez de Indios de Villarrica y Valdivia– dictó
sentencia en causa N° 11.611 con fecha 5 de agosto de 1937, señalando que no ha
lugar en todas sus partes a la demanda deducida por Guillermo Benítez, como
abogado procurador de Indígenas, por la Comunidad Camilo Aillapang, sentencia
confirmada por la Corte de Apelaciones de Temuco.
“Considerando 395
1°.- Que don Guillermo Benítez, como Abogado Procurador de Indios, por la comunidad
indígena de que es jefe Camilo Aillapang, dedujo demanda de restitución en contra
de don Guillermo Ramwell, solicitando la restitución de 46 Hás. de terreno compren-
didas dentro de los deslindes del título de merced de la comunidad;
2°.- Que, a la comunidad demandante se le otorgó el título de merced N° 1.507, en el año
1908, por extensión de terreno de 46 Hás. con los deslindes que en el mencionado
título se expresan;
3°.- Que, con el informe del Agrimensor, Sr. Luis Guillermo Jara Campos, de este Juzgado
(fs. 28), informe que debe considerarse como pericial en este juicio, se comprueba que
el demandado ocupa la totalidad de la hijuela N° 58, de 46 Hás. cuya restitución
solicita y que se refiere los considerandos primero y segundo;
4°.- Que, por Decreto Supremo N° 2.849, de 16 de Mayo de 1931, se reconoció la validez
de títulos de un predio de 586 Hás. presentados por don Guillermo Benítez Ramwell
(sic) y que, de acuerdo con el informe mencionado, comprende el terreno cuya restitu-
ción se demanda;
5°.- Que, los títulos de origen particular son de fechas muy anteriores a la del título de
merced de la comunidad demandante, y teniendo presente lo dispuesto en la Ley 4.111,
de 12 de Julio de 1931, que refunde en un solo texto la Ley N° 4.802, de 24 de Enero
de 1930, y el Decreto con Fuerza de Ley N° 266, de 20 de mayo de 1931;
Se resuelve: no ha lugar en todas sus partes a la demanda deducida por don Guiller-
mo Benítez, como Abogado Procurador de Indígenas, por la comunidad encabezada por
Camilo Aillpang, en contra de don Guillermo Ramwell, representado en este juicio por don
Enrique Hevia Scheneider, todos antes individualizados, en que pide la restitución de un
terreno de 46 Has. Otorgadas por título de merced a la comunidad demandante. ANOTE-
SE, notifíquese y elévese en consulta si no se apelare. Fdo. José Bellalta O./Juez. Pronuncia-
da por el Sr. Juez de Indios de Villarrica y Valdivia, don José Bellalta O. Guillermo Correa
Sepúlveda, Secretario. Temuco, trece de octubre de mil novecientos treinta y siete”834.
833 Para el caso de la Ley N° 4.111, se invoca el N° 2 artículo 44. En el caso de la Ley
N° 14.511 se fundaban las revocaciones en los artículos 2°, 9, 16, 31 y 67 N° 2, y se pedía en
algunos el cúmplase de lo establecido en el artículo 40 de la ley. En caso de invocarse el
Código de Procedimiento Civil se señalaba el artículo N° 169, N° 6.
834 Carpeta Administrativa Comunidad Camilo Aillapang, T.M. N° 1507 de 1908. Archivo
EL FRACASO DE LA INTEGRACIÓN
Junto al surgimiento de las organizaciones mapuches, a comienzos del
siglo XX emerge un conjunto de denuncias sobre abusos e injusticias co-
metidas contra el pueblo mapuche y un tipo de literatura que da a cono-
cer las condiciones de vida de dicho pueblo.
LA MEMORIA OLVIDADA
“Fueron tan crueles los despojos, tan inicua la explotación, que el Congreso,
para aminorarlos, tuvo que dictar una lei que prohibió a los indígenas ena-
jenar sus tierras; pero no por eso la situación de los naturales mejoró, ni las
extorsiones han dejado de continuar de una manera irritante. La autoridad
400
central misma ha tenido la culpa de que hayan sido ilusorios los beneficios
que hubieran podido esperarse de aquella lei; porque si es cierto que con
ella el indio quedó resguardado de la rapacidad de los particulares, no lo
quedó contra las del estado que, cuando le dio la gana, declaró fiscales sus
pertenencias, las dividió i las puso en remate o las entregó a colonos extran-
jeros, dejándoles a ellos extensiones reducidas que no bastaban a sus nece-
sidades. Allí sitiados, amagados por la civilización, han llevado una vida
lánguida en sus rucas miserables, incrustadas en medio de un gran fundo o
de alguna colonia de extranjeros”835.
835 Valdés Cange, Julio. Sinceridad. Chile Íntimo en 1910. Editorial CESOC. Santiago. 1988. P.
194. Carta decimotercera, noviembre 1910.
836 Entre 1919 y 1970, se desarrolla en HiSspanoamérica un movimiento que será conocido
como Indigenista. Este logró atravesar todas las esferas de la sociedad y la cultura, hacién-
dose extensivo incluso a países en donde la presencia indígena se había tornado práctica-
mente invisible, o más aún, un “recuerdo”, bajo el manto de los mitos nacionales, en los
cuales –como es el caso de Chile– los indígenas eran parte constitutiva de la identidad na-
cional, pero en la etapa formativa de la misma, no en su desarrollo histórico. A través del
movimiento indigenista, las elites culturales de las distintas nacionalidades intentarán ha-
cer un reconocimiento y apropiación de sus orígenes, siendo así que la novela se constituye
en el vehículo más importante para revivir el pasado. Y es considerada, además, como una
de las expresiones más importantes y activas de este movimiento, en tanto en ella es posible
visualizar la relación existente entre la sociedad, la literatura y el escritor hispanoamerica-
no. Las bases ideológicas del indigenismo se encuentran en un principio en el positivismo
científico y posteriormente en el marxismo, a partir del cual se tenía la certeza de tiempos
mejores provocando un optimismo desbordante donde el mal social era posible desterrarlo,
esto se reflejó sobre todo en los escritores andinos. Los escritores reflejaban en sus obras un
continente dirigido por una elite gobernante moralmente depravada y apoyada en una ma-
quinaria militar y eclesiástica corrupta, que dependía de la explotación del “indio” para vivir.
Ver: Loncon, César y Ariel Antillanca. Entre el mito y la realidad. El pueblo mapuche en la literatu-
ra chilena. Asociación Mapuche Xawun Ruka. Ediciones LOM. Santiago. 1998. pp. 48-49.
C APÍTULO D ÉCIMO : L A INTEGRACIÓN FRUSTRADA
839 Lipschutz, Alejandro. La comunidad indígena en América y Chile. Su pasado histórico y sus
844 Hervé, Dominique y Antonia Urrejola, Antonia. “El Derecho Consuetudinario...” Op.
cit. p. 6.
845 Lipschutz, Alejandro. La Comunidad Indígena... Op. cit. pp. 164-165.
C APÍTULO D ÉCIMO : L A INTEGRACIÓN FRUSTRADA
846 Foerster, Rolf y Sonia Montecino. Organizaciones... Op. cit. pp. 203, 204.
847 Foerster, Rolf y Sonia Montecino. Organizaciones... Op. cit. pp. 214, 216.
848 Op. cit..
849 Bengoa, José. Historia de un conflicto... Op. cit. pp. 113, 114.
LA MEMORIA OLVIDADA
878 Citado de Cámara de Diputados, sesión Nº 35, 14 de septiembre de 1971. pp. 3.234-
3.240. Op. cit. p. 255.
C APÍTULO D ÉCIMO : L A INTEGRACIÓN FRUSTRADA
“...el rico y como 20 personas más entraron en un camión, desde dentro del
fundo, no por las trancas, se bajaron y empezaron a disparar con armas de
fuego. También andaban trayendo palos. Entonces los compañeros arranca-
ron y otros, las mujeres, se escondieron detrás del árbol. Allí cayó Francisco
y los otros. Estaban preparando el almuerzo. Después que todos arrancaron
empezaron a incendiar el ruco, las carretas, la ropa, mantas, cueros, las co-
sitas que se habían llevado. Robaron también las herramientas de trabajo,
las banderas, cadenas, ollas, teteras, dos radios y otras cosas. También apa-
learon a los heridos y palmotearon a los niños chicos y las mujeres (...) el
fundo es de cómo 600 hectáreas, pero el rico tiene legalizado solamente
200, el resto es todo usurpado a los mapuches...”883.
882 Diario Austral de Temuco, 23 de noviembre de 1971, p. 7. Citado por Correa, Martín
et al. “Reforma agraria...” Op. cit. p. 257.
883 Op. cit.
884 Op. cit. p. 259.
C APÍTULO D ÉCIMO : L A INTEGRACIÓN FRUSTRADA
1. Carlos Aillañir Huenchual 5. Miguel Antilaf Epulef 9. Iván Aqueveque Antileo 13. José Beltrán Meliqueo
2. Cardenio Ancacura Manquián 6. Julio Antilef Gaez 10. José Argel Marilicán 14. José Beltrán Curiche
3. Alejandro Ancao Paine 7. Rubén Antimán Nahuelquín 11. Luis Aros Huichachán 15. María Bustamante Llancamil
4. Antonio Aninao Morales 8. Luis Antio Machacán 12. Moisés Ayanao Montoya 16. José Bórquez Levicán
888 Diario Austral de Temuco, 11 de septiembre de 1974, p. 39. Citado en Correa, Martín
17. Patricio Calfuquir Henríquez 47. Jaime González Calquín 77. Celia Malihuén Trivilao 107. José Panguinamún Ailef
18. Patricio Canihuante Astudillo 48. Gervasio Huaquil Calviqueo 78. Carlos Mansilla Coñuecar 108. José Pichún Cayul
19. Luis Carfurqir Villalón 49. Roberto Huaqui Barría 79. Leonardo Marillanca G. 109. José Pilquinao Llaulén
20. Gregoria Carilaf Huenchupán 50. Joel Huaquiñir Benavides 80. Héctor Marillán Becerra 110. Mercedes Poldén P.
21. Manuel Catalán Paillal 51. Reinaldo Huentequeo A. 81. Pedro Mariqueo M. 111. Francisco Porma Ch.
22. Samuel Catalán Lincoleo 52. Mauricio Huenucoi Antil 82. Juan Mayorga Millán 112. Guillermo Purán
23. Reinaldo Catriel Catrileo 53. Domingo Huenul Huaquil 83. José Mañao Ampuero 113. José Quidiante Q.
24. Mauricio Cayuán Caniuqueo 54. José Huenumán Huenumán 84. Luis Melimán Marín 114. Jaime Quilán Cabezas
25. Carlos Cayumán Cayumán 55. Oscar Hueravilo Saavedra 85. José Melillán Llancapani 115. Luis Quinchavil S.
26. José Cayunao Villalobos 56. Samuel Huichallán Lanquilén 86. Jorge Melipillán Aros 116. José Ramos Huina
27. Juan Cheuquepán Levimilla 57. José Hinostroza Ñanco 87. José Meliquén 117. Gerardo Ramos Huina
28. Manuel Cheuquelao Millanao 58. Segundo Lepín Antilaf 88. Manuel Melín Pehuén 118. Alberto Reinante Raipán
29. Juana Cofré Catril 59. Rodolfo Leveque Carrasco 89. Juan Milla Montuy 120. Modesto Reinante Raipán
30. Juan Colihuinca Railaf 60. Raúl Leveque Carrasco 90. Francisco Millahuinca A. 121. Luis Catricheo
31. Juan Carlos R. Colipán 61. Alfredo Levocoy Emelcoy 91. Pedro Millalén Huenchuñir 122. José Runca Runca 423
32. Carlos Collao Sarpi 62. Andrés Levio Llaupe 92. Jaime Millanao Canihuán 123. Alejandro Salgado Troquián
33. Heriberto Collío Naín 63. Francisco Lincopán Calfulaf 93. Víctor Molfiqueo 124. Carlos Santibáñez Nahuel
34. Pedro Colpiante Caihuán 64. Manuel Lizama Cariqueo 94. Juan Nahuel Huaquimil 125. Luis Torres Antinao
35. Alberto Colpihueque 65. Mónica Llanca Iturra 95. Bernardo Nahelcoy Ch. 126. Juan Tracal Huenchumán
36. Licán Colpihueque 66. Juan Llanca Rodas 96. Víctor Nahuelpán 127. Alejandro Tracanao Pincheira
37. Francisco Curamil Castillo 67. Leandro Llancaleo C. 97. José Neicul Paisil 128. José Tracanao Pincheira
38. Domingo Curaqueo Alarcón 68. Segundo Llancaleo Millán 98. José Ñanco 129. Eliseo Tracanao V
39. Pedro Curihual Paillán 69. Pedro Llanco Catrinelbun 99. Juan Ñancufil Reuque 130. José Tranamil Pereira
40. Mauricio Curiñanco Reyes 70. Víctor Llanquien 100. José Ñancumán M. 131. José Vidal Panguilef
41. Nelson Curiñir Lincoqueo 71. Nelson Llanquilef V. 101. Julio Ñiripil Paillao 132. Miguel Yaufulén Mañil
42. Guillermo Díaz Loncomilla 72. José Llaulén Antilao 102. José Pailamilla 133. José Yaufulén Mañil
43. Mario Fernández Acum 73. Juan Lleuquén Leuquén 103. Teobaldo Paillacheo C. 134. Oscar Yaufulén Mañil
44. Segundo Flores Antivilo 74. Paula Loncomilla B. 104. Juan Paillalef Paillalef 135. Antonio Yaufulén Mañil
45. Teófilo González Calulef 75. Mariano Loncopán C. 105. Julio Paine Lipin 136. Ariel Zúñiga Llanquilef
46. Fernando González Calquín 76. Luis Mahuida Esquivel 106. Luz Painemán Puel
ANEXO N° 8
DEVOLUCIÓN Y TRANSFERENCIA DE PREDIOS DESPUÉS DE
LA REFORMA AGRARIA890
La resistencia de los dueños de fundos a la Reforma Agraria se inició prácticamen-
te desde su promulgación, logrando en un primer momento desacelerar el proce-
so expropiatorio. Sin embargo, ya a partir del gobierno de Allende, en 1970, la
resistencia se hizo activa a través de la formación de los Comandos de Retoma de
Predios, de los grupos de vigilancia, los que fueron adquiriendo formación para-
militar, de la instalación en Malleco y Cautín del Movimiento Nacionalista Patria
y Libertad (MPL), y del manejo de la prensa local a través del Diario Austral, ins-
taurándose un clima de terror que concluyo con el Golpe de Estado de septiembre
de 1973.
En la Araucanía la represión a las organizaciones indígenas, comenzó en el
momento en que, en Cautín, el Tercer Grupo de Helicópteros de la Fuerza Aérea
890 Este Anexo es parte del capítulo correspondiente del Informe de la COTAM, entregado a
S.E. el Presidente de la República.
LA MEMORIA OLVIDADA
892 Stuchlik, Milan. La vida en Mediería. Mecanismos de reclutamiento social de los mapuches.
recursos. Frente a esto, se puede afirmar que los mapuches que vivían en
comunidad estaban mejor provistos que quienes lo hacían de manera in-
dividual, en este sentido la comunidad era un sistema de protección.
A pesar de lo anterior, en 1978 se impuso una política indígena uni-
lateral con una legislación que dividió las comunidades. El Decreto Ley
2.568 tuvo por objetivos:
• Promover el pleno acceso a la propiedad individual mediante la en-
trega de títulos de dominio indivuales a los mapuches.
• Lograr la plena integración de “la raza” mapuche a la nación chilena.
• Desarrollar una política agresiva para erradicar la marginalidad del
pueblo mapuche.
Se pensaba que al entregárseles propiedades privadas se produciría
428 algo así como una selección natural, donde algunos venderían sus tierras,
otros comprarían, aumentando sus posesiones, entrarían empresas foresta-
les, algunos abandonarían el campo y se descongestionaría el problema
indígena. Los mapuches podrían presentarse en la sociedad chilena sin
ninguna traba para exigir sus derechos como cualquier otro ciudadano.
Además, los militares preocupados por el movimiento mapuche de
fines de los sesenta y comienzos de los setentas habrían querido evitar
cualquier tipo de conflicto étnico; por eso se pensó en políticas tendientes
a una pronta asimilación y planes y programas subsidiarios de por medio.
Sin embargo, se agregó una cláusula especial a dicha ley, que estipu-
laba un plazo de 20 años para que las hijuelas resultantes de la división
pudieran entrar al mercado de tierras893. Sin esta cláusula, lo más proba-
ble es que hoy en día el conflicto sería mayor. A pesar de dicha cláusula,
igualmente se produjo el despojo de las tierras mapuches con un artilugio
legal contemplado en los denominados “arriendos a 99 años”. Mediante
este arreglo, muchos mapuches perdieron sus tierras.
En resumen, como consecuencia de la aplicación del Decreto Ley
Nº 2.568, y a pesar del rechazo público por parte del pueblo mapuche, se
produjo la división y liquidación de las comunidades mapuches, legiti-
mando la propiedad privada al interior de los Títulos de Merced, constitu-
yendo hijuelas individuales; “...desapareciendo con ello no sólo la propie-
dad colectiva sino que el efecto más inmediato era la desintegración de la
comunidad social y cultural tradicional, base de la identidad del pueblo
mapuche...”894.
Al producirse la división de la comunidad, el título de propiedad se le
entregaba a quien vivía en el campo, y se declaraba ausente a todo aquel
que no lo habitaba en ese momento. De esta manera muchos mapuches
893 Se señala que esta claúsula fue solicitada directamente por monseñor Pesinger, Obispo
895 Diario Austral, agosto 23 de 1978, citado en Rupailaf. Raúl. “Organizaciones mapu-
editado por el Instituto Geográfico Militar. Este estudio parte de la base que los Títulos de
Merced entregados por el Estado chileno a los mapuches fueron 2.918.
LA MEMORIA OLVIDADA
“Tenemos una política clara y definida en torno a este régimen y creo que la
seguiremos teniendo frente a los futuros regímenes, en el sentido de que si
no considera la participación y el reconocimiento de nuestro pueblo, vamos
a luchar igual (...) ninguno de nosotros desea la violencia, pero en la medida
que han tratado de socavar la dignidad y han tratado de exterminarnos es
donde nuestro pueblo ha salido a luchar por sus reivindicaciones y es ahí
donde a veces se producen hechos de violencia que no están en nuestros
planes”.902
903 La demanda por el derecho a la autonomía, ni ayer ni hoy día, implica secesión territo-
rial, sino que, por el contrario, se inserta en el marco del derecho internacional, específica-
mente lo que se conoce como autodeterminación interna. Es decir, se trata de la promoción
de niveles de autonomía al interior de un mismo Estado.
LA MEMORIA OLVIDADA
434
C APÍTULO U NDÉCIMO : L AS TIERRAS PERDIDAS
CAPÍTULO UNDÉCIMO
Los capítulos precedentes señalan con claridad que la cuestión de las 435
“tierras perdidas” está en la base de la mayor parte, si no de todos, los
conflictos que han ocurrido, ocurren y seguirán ocurriendo en el Sur de
Chile.
Es por ello que el presente capítulo analiza la pérdida de tierras ocu-
rrida en comunidades mapuche con Títulos de Merced de las provincias
de Malleco y Cautín de la IX Región de la Araucanía y que en la actualidad
se encuentran en poder de diversas personas de origen no indígena, natu-
rales o jurídicas, de derecho público o privado. Estas pérdidas de tierras
y/o transferencias de dominio fuera del patrimonio indígena vienen pro-
duciéndose desde la década de 1930, una vez que termina el proceso de
radicación implementado por el Estado chileno904.
Esta pérdida de tierras se fundamenta en el estudio de 413 casos de
Títulos de Merced, una importante muestra para la IX Región de la Arau-
canía, lo que permite conocer el destino de los terrenos que han salido del
dominio indígena.
Los resultados generales indican que en los 413 Títulos de Merced
constituyentes de la muestra del estudio se encuentran perdidas 26.459,3
hectáreas, lo que representa un 31.6% de las tierras que originalmente
constituían estos títulos.
Es evidente que muchos de estos casos no representan necesaria-
mente situaciones ilegales, pero también es de toda evidencia que el he-
cho de que un tercio de las tierras inicialmente entregadas en Títulos de
Merced se encuentre en manos no indígenas es una fuente de conflicto
904 Este estudio fue realizado por un equipo dirigido por el geógrafo señor Raúl Molina
Otárola y participaron los antropólogos señores Pedro Campos, Claudio Espinoza, la cartó-
grafa Pamela Carvajal, bajo la coordinación de José Bengoa. El texto del capítulo fue anali-
zado y aprobado en su redacción actual por la Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato
en reunión plenaria y entregado al Presidente de la República en el segundo volumen del
Informe junto a los 413 planos digitalizados e impresos en el mismo. Se ha reproducido en
este capítulo solamente una selección de estos planos y algunos otros de síntesis a nivel
comunal y provincial.
LA MEMORIA OLVIDADA
909 Ejemplo de tierras indígenas adjuntas a un predio colindante de mayor cabida es el caso
del fundo Catripulli de Carahue de una cabida de 160,05 hectáreas, de las cuales 21,23
hectáreas corresponden a tierras del Título de Merced Nº 732.
910 En el caso del Título de Merced Nº 1.266 de la comuna de Collipulli, Forestal Mininco
tó cada uno de los roles únicos de propiedad. La consulta fue por el área
donde se localiza el Título de Merced, de tal modo que esta comprendió
los roles existentes al interior de los deslindes de cada título y aquellos de
propiedades aledañas. Los roles de propiedad consultados fueron 88.396,
de los cuales 11.765 no presentan información asociada (13.31%), es de-
cir, nombre del propietario y del predio, lo que restringió el análisis de
Títulos de Merced solo a los que presentaban antecedentes de roles de
propiedad con información asociada.
912 Numerosos son los Títulos de Merced cuyos titulares poseen apellidos no mapuche,
entre los que se cuentan José Manuel Sánchez TM 269 A, de la comuna de Victoria; Juan de
Mata Cabrera TM 294, de la comuna de Temuco; Domingo Santibáñez TM 719, de la comu-
na de Puerto Saavedra; Manuel Contreras TM 18 B, de la comuna de Traiguén; Asencio
Orrego TM 2175, de la comuna de Villarrica.
913 La lista de apellidos es muy larga, pero se observan los siguientes: Lizama, Morales,
Sandoval, Córdova, Burgos, Seguel, Flores, Guajardo, Arriagada, Soto, Freire, Blanco,
Romero, Saldías, Yáñez, Molina, Correa, Carvajal, Zúñiga, Salamanca, González, Cea,
Prieto, Illanes, Leiva, Echeverría o Chavarría, Ulloa, Mora, Castro, Bulnes, Cabrera, Otá-
rola, Santibáñez, Fuentes, Barra, Cordero, Chandía, Poblete, Peña, Valenzuela, Albornoz,
Monsalve, Saravia, Vázquez, Chávez, Torres, Marín, Jerez, Escobar, Muñoz, Aravena,
Álvarez, Godoy, López, Conejeros, Aguilera, Meza, Astudillo, Benaldo, Contreras, Her-
nández, Fernández, Díaz, Erices, Figueroa, Carrasco, Bravo, Troncoso, Ramos, Fuica, Es-
pinoza, Vergara, entre otros.
C APÍTULO U NDÉCIMO : L AS TIERRAS PERDIDAS
PRESENTACIÓN DE LA INFORMACIÓN
a) Cuadros estadísticos
Los cuadros estadísticos se presentan a nivel comunal, provincial y
regional. Los datos se organizan por comuna y Título de Merced, identifi-
448 cándose la superficie total del Título de Merced y la superficie perdida,
esta última desagregada en propiedad particular –incluye propietarios indi-
viduales, empresas agrícolas e inmobiliarias–, propiedad de empresas fores-
tales y propiedad de instituciones fiscales, municipales, religiosas y otros.
Los resultados se presentan en cuadros estadísticos, gráficos y en una
ficha para cada Título de Merced, la que da cuenta de la pérdida de tierras
y el plano temático respectivo.
En los cuadros estadísticos comunales, se considera toda la informa-
ción sobre las pérdidas de tierras por cada Título de Merced, y en la co-
lumna final se indica el número del mapa-ficha que lo representa.
b) Mapa-ficha
Cada Título de Merced estudiado se encuentra identificado y mapea-
do con la subdivisión interna y los roles correspondientes. En estos se
identifican las hijuelas perdidas y el tipo de propiedad a que corresponden.
Asociado al plano, se encuentra una leyenda con los antecedentes del Títu-
lo de Merced, el cálculo de pérdida de tierras y otras observaciones.
CUADRO N° 43 TOTAL DE TIERRAS PERDIDAS EN LOS 413 TÍTULOS DE MERCED INTEGRANTES DE LA MUESTRA, POR PROVINCIA Y TIPO DE PROPIETARIO
CUADRO N° 44 TIERRAS PERDIDAS EN LOS TÍTULOS DE MERCED POR TIPO DE PROPIETARIO PROVINCIA DE MALLECO
450
CUADRO N° 45 TIERRAS PERDIDAS EN LOS TÍTULOS DE MERCED POR TIPO DE PROPIETARIO, POR PROVINCIA, COMUNA Y TÍTULO DE MERCED
MEMORIA OLVIDADA
PROVINCIA DE CAUTÍN
COMUNA DE ANGOL
451
TIERRAS PERDIDAS
LA
452
COMUNA DE COLLIPULLI
MEMORIA OLVIDADA
COMUNA DE CURACAUTÍN
453
TIERRAS PERDIDAS
LA
454
COMUNA DE ERCILLA
MEMORIA OLVIDADA
456
COMUNA DE LUMACO
MEMORIA OLVIDADA
458
COMUNA DE REINACO
MEMORIA OLVIDADA
COMUNA DE TRAIGUÉN
460
PROVINCIA DE CAUTÍN
MEMORIA OLVIDADA
COMUNA DE CARAHUE
Título de Superficie Tierras perdidas N° Mapa
Merced Total (ha) Hectáreas por tipo de propietario Nº de predios por tipo de propietario Ficha
En manos de En manos de En manos Total % del TM Particular Forestal Fiscal
particulares forestales fiscales (ha)
572 206,6 19,1 19,1 9,3 2 127
732 59,1 21,2 21,2 35,9 1 128
961 51,4 51,4 51,4 100 1 129
N° 3 317,1 91,7 0,0 0,0 91,7 28,9 4
COMUNA DE CUNCO
Título de Superficie Tierras perdidas N° Mapa
Merced Total (ha) Hectáreas por tipo de propietario Nº de predios por tipo de propietario Ficha
En manos de En manos de En manos Total % del TM Particular Forestal Fiscal
particulares forestales fiscales (ha)
1871 223,8 206,6 206,6 92,3 15 130
2170 144,5 53,3 53,3 36,9 1 131
2418 284,3 8,7 8,7 3,1 1 132
N° 3 652,6 268,6 0,0 0,0 268,6 41,2 17
COMUNA DE FREIRE
461
TIERRAS PERDIDAS
LA
462
COMUNA DE GALVARINO
MEMORIA OLVIDADA
464
COMUNA DE LAUTARO
MEMORIA OLVIDADA
466
COMUNA DE LONCOCHE
MEMORIA OLVIDADA
468
COMUNA DE LONCOCHE (cont.)
MEMORIA OLVIDADA
470
COMUNA DE PERQUENCO
MEMORIA OLVIDADA
472
COMUNA DE PADRE LAS CASAS
MEMORIA OLVIDADA
473
TIERRAS PERDIDAS
LA
474
COMUNA DE TEMUCO
MEMORIA OLVIDADA
476
COMUNA DE TOLTÉN
MEMORIA OLVIDADA
COMUNA DE VILCÚN
Título de Superficie Tierras perdidas N° Mapa
Merced Total (ha) Hectáreas por tipo de propietario Nº de predios por tipo de propietario Ficha
En manos de En manos de En manos Total % del TM Particular Forestal Fiscal
particulares forestales fiscales (ha)
786 20,5 17,8 17,8 86,9 3 381
810 209,9 29,0 29,0 13,8 1 382
1150 49,5 49,5 49,5 100,0 1 383
1202 77,7 77,7 77,7 100,0 3 384
1639 47,9 47,9 90,5 100,0 2 385
2878 65,0 65,0 65,0 100,0 1 386
N° 6 470,5 287,0 0,0 0,0 287,0 61,0 11
COMUNA DE VILLARRICA
477
TIERRAS PERDIDAS
LA
478
COMUNA DE VILLARRICA (cont.)
MEMORIA OLVIDADA
CAPÍTULO DUOCÉCIMO
914 Molina, Raúl y Martín Correa. “Territorio y Comunidades Pehuenches del Alto Bíobío”.
CONADI. 1998. p. 10.
915 Como se ha dicho precedentemente, el pueblo mapuche es el resultado del desarrollo
de diversos pueblos y culturas que en miles de años poblaron el territorio chileno actual. De
esta manera el pueblo mapuche se fue constituyendo lentamente a lo largo de la historia.
En este sentido, las poblaciones pehuenches ancestrales, en algún momento de este largo
proceso, se integraron a un complejo social mayor: el pueblo mapuche. No sabemos cuándo
ocurrió con exactitud este fenómeno, los datos obtenidos en las primeras crónicas no son
taxativos al respecto, hay algunos que indican que los pehuenches habrían hablado una
LA MEMORIA OLVIDADA
lengua distinta, y otros que señalan exactamente lo contrario. Quizá desde el punto de vista
de la cosmovisión es donde más certezas se puedan observar respecto a una unidad cultural
temprana. De todas formas, ya a mediados de la Colonia, se observa una unidad cultural
evidente y sin discusión al interior del pueblo mapuche y sus distintas identidades territo-
riales. Este es un tema sumamente interesante; sin embargo, creemos que debe ser aborda-
do en otro estudio y no en este, pues lo que aquí se pretende es ver la relación entre el
sujeto indígena y el Estado de Chile.
916 Zapater, Horacio. Aborígenes chilenos a través de cronistas y viajeros. Editorial Andrés Bello.
“Estos bajan a los llanos a contratar con la gente de ellos en cierto tiempo
del año, porque señalado este tiempo, que es por febrero hasta fin de marzo
que están derretidas las nieves y pueden salir (...) cada parcialidad sale al
valle que cae donde tiene sus conocidos y amigos y huélganse este tiempo
con ellos. Y traen de aquellas mantas que llaman llunques y también traen
plumas de avestruces. Y de que se vuelven llevan maíz y comida de los
tratos que tienen...”924.
repliegan más al Sur926, esto les permite mantener el control sobre sus
recursos y tierras lejos de la injerencia extranjera, a lo largo de todo el
período colonial. Durante este tiempo, despliegan con los hispanos una
relación contradictoria que fluctúa entre la alianza con los mapuches y
otros indígenas en contra del dominio colonial y la colaboración, para
enfrentarse a grupos indígenas enemigos.
La relación pehuenche-hispana estuvo dominada por el tráfico y co-
mercio de ganado y otros productos. A través de asaltos y maloqueos en
las haciendas, estos indígenas logran controlar grandes masas de ganado
que introducen a pastar en sus territorios jurisdiccionales para luego co-
mercializarlos927.
A mediados del siglo XVII la economía colonial de Chile cambia su
482 centro de acción desde la minería hacia la agricultura, destinada a proveer
los yacimientos de Potosí en el Alto Perú. Esto hizo incrementar la pobla-
ción y producción en el Valle Central y en la zona del Maule. Se consolidó
un circuito comercial que cubría una extensa zona, desde las pampas trans-
cordilleranas a Concepción, a través del cual los pehuenches portaban
productos hacia uno y otro lado de la Cordillera.
En Concepción los españoles compraban el ganado y este era aca-
rreado al valle central para la engorda. Este ganado, junto al tasajo prepa-
rado con la sal que se traía desde las pampas, constituía el grueso de los
productos exportados en esta época desde Chile a Perú. Circula, además,
una serie de otros productos menores, los españoles se interesan por obte-
ner pieles, ponchos y plumas de avestruz, a cambio, entregan trigo, maíz,
licor, frenos, espuelas, plata y otros.
Las relaciones comerciales no estaban exentas de conflictos, malo-
queos y venganzas entre uno y otro bando. En 1657, por ejemplo, grupos
pehuenches atacan las tierras del Maule, maloquean veintisiete estancias
y luego extienden la incursión a las tierras de Cuyo. En esta ocasión, des-
cubren un nuevo e importante paso cordillerano hacia las productivas
estancias ubicadas al Sur de Mendoza. El “Paso pehuenche” a través de la
Cordillera les permite desde entonces pasar el ganado desde Mendoza di-
rectamente hasta el Maule, sin la necesidad de llegar a Concepción. En las
provincias del Maule se comenzaron a realizar ferias de intercambio, que
duraban uno o dos meses, de tal forma que la activación del comercio
transversal resulta decisiva para el desarrollo económico y poblacional de
esta región928.
926 Latcham, Ricardo. Antropología Chilena (1911) [en línea], en Documenta Ethnologica et
Archaeologica Chilensia. Universidad de Chile-Facultad de Ciencias Sociales (fecha de consul-
ta: 15 de enero 2003) http://www.rehue.uchile.cl
927 Villalobos, Sergio. Los pehuenches...Op. cit. p. 77.
928 Lacoste, Pablo. Sistema Pehuenche. Universidad Nacional de Cuyo. Mendoza. 1997.
pp. 47-51.
C APÍTULO D UOCÉCIMO : L OS PEHUENCHES DE LA CORDILLERA
EL ORDEN REPUBLICANO
A inicios de la República, el territorio pehuenche comprendía por ambos
costados de la Cordillera de los Andes –con poblamiento indígena perma-
nente– desde Antuco hasta Lonquimay. Estaban plenamente pobladas las
áreas del valle del Queuco, Trapa-Trapa y la zona del Biobio, entre Calla-
qui y Guayalí932.
484 Durante la independencia y la denominada “guerra a muerte”,
varía el compromiso de los distintos grupos pehuenches entre alianzas
con uno y otro bando, cuando no se mantienen neutrales y alejados
del conflicto.
La memoria oral de las comunidades guarda recuerdos de la partici-
pación de un contingente en la batalla de Cancha Rayada, ocasión en la
que los militares de O’Higgins habrían ido a buscar indígenas dispuestos a
sumarse al ejército republicano. Los caciques de distintas comunidades
afirman haber exigido, en esa ocasión, que el capitán patriota se compro-
metiera a darles título comunitario sobre sus tierras y a fijar un límite al
paso del “hombre blanco”, a lo que este accedió con un solemne apretón
de manos933.
Luego de la independencia, el desorden creado por la denominada
“guerra a muerte” genera levantamientos indígenas en distintas zonas del
país. Los pehuenches, en especial los del sector Oriente de la Cordillera, se
suman a las montoneras dirigidas por Antonio Bocardo y los hermanos
Pincheira, que actuaban desde la cordillera del Maule al Sur.
Con ellos atacaron poblados en la cuenca del Cachapoal y del Maipo
y traspasaron hacia Argentina, donde “asolan las comarcas de San Luis,
Bahía Blanca, Buenos Aires y Mendoza”934. Mientras que entre 1823 y
1836 se produjo una cantidad “...casi ininterrumpida de batallas y cho-
ques armados...”935 con los chilenos.
Al parecer, esta alianza fue impulsada por los sacerdotes francisca-
nos, quienes temerosos de los cambios que se avecinaban, desde el mo-
nasterio instalado en Santa Bárbara, ejercían cierta presión sobre hispa-
no-criollos e indígenas para que se opusieran al nuevo gobierno936.
Curruhuinca-Roux, Las Matanzas del Neuquén. Editorial Plus-Ultra. B. Aires, 1984. p. 24.
LA MEMORIA OLVIDADA
“El 17 del corriente este jefe fue atacado en la laguna “Icalma” por unos 100
ó 150 indios y una compañía de infantería chilena. Los enemigos se presen-
taron al combate con bandera de parlamento, pero en disposición de com-
bate; pues mientras los infantes chilenos hacían ondear una bandera blan-
ca, los indios los atacaban por la retaguardia. Aleccionado con los hechos
EL LATIFUNDIO Y LA RADICACIÓN
El proceso de enajenación de tierras se transforma desde mediados del
siglo XIX en el principal tema de conflicto con el Estado chileno, conflicto
cuya evolución está viva en los testimonios de los habitantes de las comuni-
dades que hoy conforman el “mundo” pehuenche: Callaqui, Quepuca Ral-
co y Ralco Lepoy, Pitril, Cauñicu, Malla-Malla y Trapa-Trapa en el alto Bio-
bío, sumadas a las de los valles de Quinquén y Galletué. (Ver Mapa N° 22)
La entrada de particulares chilenos a la zona pehuenche sigue un
modelo distinto al de la Araucanía, y es definido como de “infiltración
chilena”. Se inicia desde 1840 el ingreso de hacendados, con el fin de
arrendar pastizales e internar ganado. Esta primera etapa de apropiación
efectiva es la base de un posterior y rápido proceso de apropiación de
tierras mediante compras de carácter fraudulento944.
Otra característica distintiva de este modelo de enajenación es que el
fisco no logra establecer dominio efectivo sobre las tierras, limitándose a
488
MAPA N° 22
C APÍTULO D UOCÉCIMO : L OS PEHUENCHES DE LA CORDILLERA
“Los antiguos iban a buscar trigo donde Brito y él les dio con una condición:
si gustan, me pueden dar un pedazo de tierra, donde ustedes están vivien-
do, para poder instalar un negocio. El cacique le dijo que sí, que estaba bien,
según cuenta mi mamá (...) Empezó a traerles trigo, puso un almacencito,
boliche. Llegó, pero conquistado por los caciques, pero nada más por un
pedazo de tierra para que él tuviera su negocio. Después empezó a hacer
LA MEMORIA OLVIDADA
cercos, con la tierra más grande, más grande, y nunca más se supo con que
condición quedó viviendo para siempre y después apareció con don Mi-
guel...”945.
945 Molina, Raúl y Martín Correa. “Territorios y comunidades pehuenches…”. Op. cit. p. 23.
946 Op. cit. p. 60.
947 Op. cit. p. 29.
948 Op. cit. p. 40.
C APÍTULO D UOCÉCIMO : L OS PEHUENCHES DE LA CORDILLERA
“Mi mamá hace poco murió, tenía como noventa años, pero ella siempre
contaba que ese fundo Queuco, los mapuche los arrendaban por pedacitos
de género, por alimento, yerba mate y azúcar, entonces así no más entrega-
ban en arriendo la tierra los antiguos, eso contaba mi mamá Sarita Huinca-
man. Entonces con ese poquito que daban, con la fuerza nos vinieron qui-
tando pedazo por pedazo, hasta adonde ya no les servía a los interesados. Es
por eso que nosotros quedamos todos en la cordillera, arrinconados como
un ganado...” (Juan Amador Humané Huincaman, Mayo de 1992)950.
952 Esta información es tomada del texto de Raúl Molina “Modelos de enajenación...” Op. cit.
C APÍTULO D UOCÉCIMO : L OS PEHUENCHES DE LA CORDILLERA
953 Bengoa, José. Quinquén, 100 años de historia... Op. cit. pp. 49-55.
LA MEMORIA OLVIDADA
“Luego de ratificarse los requisitos para la obtención del título, que eran
posesión legal por el tiempo que la ley exige, que poseen pocos medios de
trabajo, que la calidad de los suelos es en general mala y que dada el núme-
ro de personas no han podido ocupar mayor terreno [sic), se procedió a
deslindar los terrenos, con citación del señor Protector de Indígenas del
Malleco, del señor Promotor Fiscal de Los Ángeles y de los colindantes...”.
Estos últimos, los particulares dueños de fundo.
se inicia en 1920 con el cacique Antonio Marihuán y seguida por los caci-
ques sucesores José del Carmen Marihuán (h), Pedro María Suárez Hu-
mané, Agustín Marihuán Espinoza, Teófilo Martín Pichún, Juan Domingo
Suaréz Marihuán, José del Carmen Suárez Huincamán y don José del
Carmen Suárez Paillán.
Durante todo el siglo XX, tanto en la comunidad de Malla-Malla como
en las otras comunidades pehuenches, las demandas de restitución de tie-
rras se mantienen, acarreando conflictos con los particulares y sucesivas
gestiones ante las autoridades por parte de los caciques. En 1930, con la
entrada en vigencia de la Ley de Propiedad Austral, los pehuenches de
Ralco que habían fracasado en la solicitud de radicación a principios de
siglo, reinician gestiones para un nuevo juicio de radicación, ante el Juz-
496 gado de Indios de Victoria, sin obtener buenos resultados.
La carta enviada al ministerio en 1939 por la comunidad de Quepuca
Ralco, grafica en forma clara los argumentos que sustentaban el discurso
de reivindicación territorial de los pehuenche en esa época:
como reserva de las 1.200 hectáreas del total del predio962. La otra parte
del predio se mantiene en manos fiscales. En la zona de Queuco y Trapa
Trapa, el fundo Trapa y el fundo Queuco son recuperados en 1976 ínte-
gramente por sus antiguos dueños.
En Quinquén, el 4 de septiembre de 1974 la CORA revoca el acuerdo
de expropiación, entregando la propiedad del fundo a Gonzalo Geddó
García, quien comparece en representación de Andrés Lamoliatte Darrocq,
ex propietario del fundo. En este trámite se ignora arbitrariamente “...el
protocolo del 22 de enero de 1972, por medio del cual se le entrega el usu-
fructo de Quinquén a la familia Meliñir...”963, despojando nuevamente a
esta comunidad de todas las tierras que habían logrado recuperar luego de
sesenta años de demandas.
498
EL RÉGIMEN DE PROPIEDAD INDIVIDUAL
Durante el gobierno militar, especialmente en las décadas de los ochenta,
se lleva a cabo en todo el territorio indígena mapuche un proceso de asig-
nación de títulos de propiedad individual. Los indígenas del Alto Biobío se
ven favorecidos con la propiedad sobre tierras que les habían sido arreba-
tadas en el período entre finales del siglo XIX y principios del XX, aunque
la extensión y calidad de estas están aún muy lejos de satisfacer las de-
mandas históricas.
El proceso de asignación de nuevas tierras a los pehuenches fue po-
sible debido a que los principales fundos madereros con asiento en la zona
se liquidan durante los 80. A esta importante cantidad de tierras se suman
las expropiadas en la reforma agraria mantenidas por el fisco bajo su juris-
dicción. El conjunto de estas tierras se destina a dos finalidades: una parte
se transforma en reservas forestales y la otra se subdivide para constituir
propiedades individuales para pehuenches y colonos.
La formación de reservas forestales activa un nuevo foco de conflicto
entre las comunidades y el Estado, ya que estas rechazan las normativas
impuestas por CONAF, para lo que se denomina, un “...manejo sustenta-
ble del bosque nativo...”. Las reglas de la reserva impiden a los pehuenche
mantener el uso económico que han hecho de los bosques y veranadas y
los someten a los reglamentos de un ente externo, sobre recursos que
ellos siempre han considerado como de su propiedad.
El Plan de Manejo de la Reserva Forestal establece las siguientes nor-
mas y condiciones para la utilización de sus tierras964:
965 Op. cit. p. 117. Cita carta al Excelentísimo Señor Presidente de la República don Patricio
Aylwin Azócar, de Domingo Piñaleo y José Antolín Curriao. Enero 13 de 1992.
966 Op. cit. p. 66.
LA MEMORIA OLVIDADA
Las comunidades a las que repartieron los nuevos títulos fueron Ca-
llaqui, Ralco Lepoy, Quepuca Ralco y Pitril, en tanto Malla-Malla, Trapa-
Trapa y Cauñicu mantuvieron sus títulos de merced de principios de siglo,
por propia opción, como una forma de mantener la integridad del territo-
rio indígena y evitar su subdivisión.
La transformación de la propiedad, desde un régimen de propiedad
colectiva hacia los títulos individuales, significó un largo período de fuer-
tes contradicciones con los organismos del Estado y entre los distintos
grupos de pehuenches, además de generar un movimiento organizado de
defensa contra la imposición de un modelo diferente al que ha aplicado la
cultura Mapuche-Pehuenche ancestralmente.
500 “En 1986, los caciques del alto Biobío, en conjunto con autoridades regio-
nales y de la iglesia católica, firmaron el ‘Acta de Ralco’, en la que se estable-
cía que la propia comunidad, por decisión de sus miembros, era quien debe-
ría establecer el tipo de propiedad que se daría, los tipos de propiedad posible
eran la colectiva (tenencia tradicional) o la mixta (hijuelas individuales en
invernada y colectiva en veranadas). Sin embargo, este acuerdo no fue res-
petado, pues se procedió al traspaso de la tierra con la seguridad de que esta
debería ser subdividida y otorgados títulos individuales”.
969 Bengoa, José. Quinquen, 100 años de historia... Op. cit. p 94.
LA MEMORIA OLVIDADA
972 Ver el libro de Domingo Namuncura. Ralco. Represa o pobreza. Editorial Lom. Santiago
1998.
LA MEMORIA OLVIDADA
504
C APÍTULO T RECEAVO : L OS HUILLICHES DE V ALDIVIA Y O SORNO
CAPÍTULO TRECEAVO
El término “huilliche” aparece a mediados del siglo XVII mencionado por 505
primera vez en las crónicas hispanas luego de la refundación de Valdivia.*
Fue utilizado para identificar a los indígenas que residían en las inmediacio-
nes de los establecimientos españoles de aquella jurisdicción colonial973. De
esta forma, y como ya fuera señalado, esta denominación no corresponde a
una definición étnica, sino exclusivamente geográfica. Los mapuche-huilli-
che denominan a su territorio como Huilliche, Huichan Mapu974, o Buta-
huillimapu, “gran territorio del sur”, el cual se extiende históricamente des-
de el río Toltén975 por el Norte, hasta la isla de Chiloé, por el Sur976. Al
interior de esta entidad territorial, según las crónicas, existían diversas sub-
denominaciones geográficas o territoriales, entre las que se cuentan los “cun-
cos” (ubicados entre el río Bueno y la desembocadura del Maullín) o los
denominados “huilliches serranos” (entre Huequecura y el río Maipué).
Chilena de Historia y Geografía, Tomo LXIV, Nº 68. 1930. Citado en Alcamán, Eugenio. “La
sociedad mapuche-huilliche del futahuillimapu septentrional. 1750-1792”. Boletín del Museo
Histórico Municipal de Osorno Nº 1, pp. 64-90. 1994. p. 64.
974 Rupailaf, Raúl y Raúl Molina. “El Territorio Mapuche-Huilliche, la historia de un despo-
extiende desde las tierras del río Bueno hasta el seno de Reloncaví. (Ascabusi: “Informe
cronológico de las misiones del reino de Chile, hasta 1789”. En: Claudio Gay. Documentos.
Tomo I. París. 1846. [1789]. Citado en Alcamán, Eugenio. “La sociedad mapuche-huilliche
del futahuillimapu septentrional. 1750-1792...”. Op. cit. p. 64)
976 Nota del compilador. Por razones editoriales y para una más fácil lectura se ha sepa-
rado el capítulo sobre Chiloé, dadas las particularidades que, en dicha isla y archipiélago, ha
tenido y tiene la cuestión indígena.
LA MEMORIA OLVIDADA
“(...) en unas islas que forma el río Bueno en el paraje Truman [Trumao]
había cantidad de indios i ganados de todas especies ‘en tanto al suroeste del
lago Ranco, en las inmediaciones del rio Chaichahuen, el grupo local del lo-
nko Caniulef tenía ‘una población de 35 casas, todas llenas de sementeras”981.
507
MAPA N° 23
LA MEMORIA OLVIDADA
EL PERÍODO COLONIAL
A mediados del siglo XVI, los españoles deciden ingresar a los territorios
huilliches, fundar ciudades y ocupar como mano de obra en los lavaderos
de oro –mediante la encomienda– a la población indígena,. La primera
incursión hispana concluye con la fundación de las ciudades de Osorno,
Valdivia y Villarrica y durante los primeros años la zona se mantiene en
relativa calma, lo cual permite que los asentamientos del Sur sean utiliza-
dos para proveer de recursos humanos y materiales a las tropas ubicadas
en la Araucanía. Luego de la muerte de Pedro de Valdivia, los huilliches,
en alianza con los puelches de la cordillera, se suman al alzamiento gene-
ral mapuche en toda la zona Sur983.
Los combates se extendieron hasta el año 1604, fecha en que el terri-
torio huilliche fue definitivamente recuperado, con el consiguiente aban-
dono de las ciudades por los españoles. Sin embargo, en 1650 estos refun-
dan la ciudad de Valdivia, con el objetivo de contener posibles ataques de
corsarios y piratas ingleses u holandeses, quienes se podían aliar con los
huilliches en contra de la Corona. Desde esta ciudad se inicia un paulatino
contacto entre españoles e indígenas, el que fluctuará entre la violencia y
el comercio pacífico, lo que no impide que hasta 1793 los huilliches ten-
gan una suerte de “vida independiente” en toda la zona austral.
El contacto con los españoles generará en la sociedad mapuche-hui-
lliche cambios importantes, principalmente en lo que se refiere a la intro-
ducción de nuevos recursos ganaderos –bovino, porcino, ovino–, efectuán-
dose un activo comercio entre las agrupaciones de uno y otro lado del río
982 Cárdenas, R. et al. Los Chonos y los Veliche de Chiloé. Editorial Olimpo, Santiago. 1991.
983 León, Leonardo. “La alianza Puelche-Huilliche y las fortificaciones indígenas de
Liben, Rinihue y Villarrica, 1552-1583”. Boletín del Museo Histórico Municipal, Nº 1, 1994,
pp. 113-151.
C APÍTULO T RECEAVO : L OS HUILLICHES DE V ALDIVIA Y O SORNO
984 Diario de Solicitud del Descubrimiento de los Nuevos Españoles de Osorno, por don
Salvador de Arapil en el año de 1785 y dio en el pasado de 70 a don Mateo Malo de Molina,
alférez de fragata de la Real Armada, quien lo remite desde la Habana a don Manuel José de
Orejuela en 30 de marzo del presente de 1777. Archivo Nacional, Fondo Varios, Vol. 55, f,
423. Citado en: Alcamán, Eugenio, “La sociedad mapuche-huilliche...“. Op. cit. p. 77.
985 Op. cit. p. 83.
986 Carta del gobernador de Chiloé, Narciso de Santa María, al gobernador de Chile, Cha-
cao, 20 de Noviembre de 1758. “Expediente sobre la apertura del camino de Osorno y Río
Bueno para mantener libre la comunicación de Chiloé con Valdivia año de 1763”, Archivo
Nacional. Capitanía General, Vol. 694., f. 69v. Citado en: Alcamán, Eugenio. “La sociedad
mapuche-huilliche...” Op. cit. p. 68.
987 Vergara, Jorge, Aldo Mascareño y Rolf Foerster. “Las Tierras Huilliches de Valdivia”.
Citado en: Alcamán Eugenio. “La sociedad mapuche-huilliche...” Op. cit. p. 70.
LA MEMORIA OLVIDADA
989 Alcamán, Eugenio. “La sociedad mapuche-huilliche...” Op. cit. pp. 72-74.
990 Op. cit. p. 74.
991 Op. cit. p. 34.
992 Op. cit.
993 Alcamán, Eugenio. “La expansión colonial española, desde Valdivia y la rebelión huilli-
che de los Llanos y Ranco 1647-1793”. Boletín Nº 1. Museo Histórico Municipal de Osorno.
Osorno. 1994. p. 14.
C APÍTULO T RECEAVO : L OS HUILLICHES DE V ALDIVIA Y O SORNO
“[…] vería a los indios infieles vivir felices interpoblados con los españoles y
gobernándose por sus leyes y costumbres en todo aquello que no se oponga
a su propia felicidad, gozando una perfecta independencia y al mismo tiem-
po de todos los derechos del miembro de una sociedad bien organizada, sin
contribuir con tributo ni carga alguna a sostener el gobierno, beneficio que
LA MEMORIA OLVIDADA
994 Juan Mackenna [1804]: “Sucinta descripción geográfica, civil e histórica de la ciudad o
jurisdicción de Osorno”. Biblioteca Nacional, Mss. Medina, Vol. 329, f. 510. Citado en: Al-
camán, Eugenio. “Sujeción y ciudadanía mapuche-williche. La integración diferenciada y
la asimilación forzada”. Ponencia presentada en el Seminario Internacional “Derechos Hu-
manos y Pueblos Indígenas. Tendencias Internacionales y Realidad Local”, organizado por
el Instituto de Estudios Indígenas de la Universidad de La Frontera, en Temuco, 20-22 de
julio de 2003.
995 Urbina, Rodolfo. “Chiloé y la ocupación de los llanos de Osorno durante el siglo XVIII”.
Boletín de la Academia Chilena de la Historia N° 98, Año LIV. Santiago. 1987. Citado en: Moli-
na, Raúl y Martín Correa. “Las tierras huilliches de San Juan de la Costa”. CONADI. Santia-
go. 1998. p. 26.
C APÍTULO T RECEAVO : L OS HUILLICHES DE V ALDIVIA Y O SORNO
despojo”. Centro El Canelo de Nos. Santiago. 1990. En: Vergara, Jorge. “Los procesos de
ocupación del territorio huilliche, 1750-1930”. Tesis conducente al grado de Magíster en
Sociología. Universidad Católica de Chile. Santiago. 1993. p. 77.
1000 Vergara, Jorge, et al. “Las Tierras Huilliches…“ Op. cit. p. 36.
1001 Op. cit. p. 162.
1002 Op. cit. p. 41.
1003 Op. cit. pp. 47-53.
C APÍTULO T RECEAVO : L OS HUILLICHES DE V ALDIVIA Y O SORNO
1008 Correa, Martín y Raúl Molina. “Las tierras huilliches...” Op. cit.: 33. Vergara, Jorge,
1020 Molina, Raúl y Martín Correa. “Las tierras huilliches...” Op. cit. p. 48.
LA MEMORIA OLVIDADA
1021 Vergara, Jorge et al. “Las Tierras Huilliches...” Op. cit. p. 62.
C APÍTULO T RECEAVO : L OS HUILLICHES DE V ALDIVIA Y O SORNO
che y este consiste en que si bien los particulares han inscrito los predios a
su favor, la ‘posesión material’ de los mismos continúa siendo huilliche.
Sobre la responsabilidad del Estado en el proceso de expoliación del
territorio indígena, el cacique Augusto Nahuelpán, de Valdivia, expone:
“La responsabilidad del despojo de tierras es del Estado, aunque ha-
yan sido particulares. Hay distinto tipo de forma de despojo, alguien ve
una familia, que era de mala descendencia, se apropia de un pedacito de
tierra y después se toma todo...”1022.
LA COMISIÓN RADICADORA
La Comisión Radicadora de Indígenas comienza a funcionar en la zona
huilliche hacia 1908 ó 1909. Su presidente señalaba en esa época las difi-
cultades con las que se habían encontrado para el proceso, por el avanza- 521
do grado de ocupación de la propiedad particular y la escasez de indígenas
dueños de sus propias tierras:
“La ley del 66 ordena radicar al indio en el lugar que ocupa con ánimo de
dueño, aquí no es dueño, es inquilino y reconoce esta situación por escritu-
ra pública que lo han obligado a firmar...”1023.
“Queremos hablar de las protestas que se traen a esta oficina por indios que
se manifiestan abiertamente reacios a su radicación. Arguyen que les es más
favorable a sus intereses renunciar a su calidad de indígenas i ponerse al
amparo de las leyes comunes, por cuanto estas les permiten alegar la pres-
cripción como medio de adquirir grandes extensiones de tierras que han
poseído mas de treinta años”.
1025 Vergara, Jorge, et al. “Las Tierras Huilliches...” Op. cit. p. 310.
C APÍTULO T RECEAVO : L OS HUILLICHES DE V ALDIVIA Y O SORNO
1026 Molina, Raúl y Martín Correa. “Las tierras huilliches...” Op. cit. p. 74.
1027 Vergara, Jorge et al. “Las Tierras Huilliches...” Op. cit. p. 357.
LA MEMORIA OLVIDADA
LA UNIÓN
Nº DEL EXPTE. SOLICITANTE LUGAR
3014 Pabla Quilempán Filuco
3271 Ángela Currihual Quisquilelfú
4196 Francisca Huentecura Cuncos
4281 María Flora Antillanca Cuncos
4386 Eliseo Marrilanca Quilanco
4470 Manuel Huilmaqui Pufito
4473 Matilde Imilmaqui Paillaco
4560 Juan Cheuquellán Paillaco
4804 Felizardo Camán Mucún
4805 Pascual Camán Mucún
4806 Fabriciano Camán Mucún 525
4807 Nicolás Camán Mucún
4809 Erasmo Camán Mucún
4809 Isabel Camán Mucún
4810 Gavino Camán H. Mucún
4811 Pedro Camán H. Mucún
4812 Juan Camán H. Mucún
4813 Pedro Camán H. Mucún
4814 Tránsito Calfullao Mucún
4815 José Miguel Cheuquián Mucún
4816 Dolores Huenulef Camán Mucún
4817 Nicolás Camán Mucún
5081 Vicente Quinillao Coshueshue
RÍO BUENO
1566 Rosario Calfugal Río Bueno
1596 Pascual Ancacura Tringlo
1623 Ignacio Huaiquilef Runeco
1624 Antonio Huaiquilef Runeco
2385 Juan de D. Huifil Ollalmape
2644 Manuel Quilempán Cuncún
2645 Avelina Quilempán Cuncún
2646 Bartolo Torres Cuncún
2647 Albino Teruga Pichumi Cuncún
2648 Felipe Quilempán Cuncún
2649 Vicente Quilempán Cuncún
3003 María Quinchel Llui-Lluico
3383 Juan Aguilera Trehue Illahuapi
3418 María Llaitul Pulotres
LA MEMORIA OLVIDADA
RÍO BUENO
3513 José A. Cumillanca Monte Verde
3514 Francisca Pichicoy Monte Verde
3519 José A. Huenchullanca Monte Verde
3651 Antonio Peréz Quilempán Cuncún
3652 Rosario Quilempán Cuncún
4131 José M. Antigual Río Bueno
4132 Eugenio Ancacura Río Bueno
4133 Margarita Calfulef Río Bueno
4134 Juan Calfulef Río Bueno
4135 Pascual Colihuinca Río Bueno
4136 Manuel Calfueque Río Bueno
526 4137 Joaquín Calfulef Río Bueno
4137 Rosario Calfulef Río Bueno
4139 Margarita Cayilef Río Bueno
4140 Francisca Calfulef Río Bueno
4141 Margarita Jaramillo Río Bueno
4142 José A. Legaray Río Bueno
4143 Domingo Neihual Río Bueno
4144 María Huenchupán Río Bueno
4145 Juan D. Huaquelef Río Bueno
4146 Tránsito Huinquel Río Bueno
4147 Andrea Paidril Río Bueno
4148 Francisca Pefián Río Bueno
4282 Antonia Cheuquián Llancacura
4404 Felipe Ñancucheo Reñinohue
4527 Gumercindo Chocano Futrono
1031 González C., Héctor. “Propiedad comunitaria o individual, las leyes indígenas y el
pueblo mapuche”. Revista Nütram Nº 3, año II, pp. 7-13. Santiago. 1986.
1032 Op. cit. p. 10.
1033 Op. cit.
1034 Vergara, Jorge et al. “Las Tierras Huilliches...” Op. cit. p. 78.
1035 Op. cit.
LA MEMORIA OLVIDADA
1036 Memorial y Documentos. Caciques Generales. Imprenta El Imparcial. Santiago, 1936. Cita-
do en: Molina, Raúl y Martín Correa. “Las tierras huilliches...” Op. cit. p. 86.
1037 Ver Jorge Vergara. La matanza de Forrahue. Tesis de Grado. Universidad Austral. Valdi-
via. 1994.
C APÍTULO T RECEAVO : L OS HUILLICHES DE V ALDIVIA Y O SORNO
1039 Vergara, Jorge et al. “Las Tierras Huilliches...” Op. cit. p. 365.
C APÍTULO T RECEAVO : L OS HUILLICHES DE V ALDIVIA Y O SORNO
1040 Molina, Raúl y Martín Correa. “Las tierras huilliches...” Op. cit. p. 94.
1041 Vergara, Jorge et al. “Las Tierras Huilliches...” Op. cit. p. 80.
LA MEMORIA OLVIDADA
CAPÍTULO DECIMOCUARTO
A partir del arribo de los españoles a Chiloé, a mediados del siglo XVII, 533
parte importante de la sociedad mapuche-huilliche es sometida a las en-
comiendas, como mano de obra y sus tierras entregadas a soldados espa-
ñoles. No obstante dicho sometimiento, en el año 1712 se produce un
importante levantamiento, específicamente el 10 de febrero, exigiendo el
término de las encomiendas y la consiguiente devolución de sus tierras.
En respuesta a ello, las autoridades españolas ordenan regular el trabajo
en las encomiendas prohibiendo el trabajo de niños, entre otras medidas.
El conflicto, no obstante, se mantuvo latente durante todo el siglo XVIII,
ya que los encomenderos desobedecieron las órdenes reales y mantuvie-
ron condiciones de explotación de la población mapuche-huilliche some-
tida al régimen de encomienda1045.
Los mapuche-huilliche desarrollan una resistencia pacífica destinada
a sumir en una crisis a la economía colonial chilota, abandonando el tra-
bajo agrícola, trabajando lentamente o negándose a transportar alimentos
hacia las haciendas y las islas. Dichas acciones se mantuvieron hasta el 26
de marzo de 1783, fecha en que la encomienda es abolida en Chiloé. En
ello también influirá la acción de la Iglesia Católica, la que a través del
obispo de la zona denunciaron la situación en que los encomenderos man-
tenían a los indígenas.
1045
Este capítulo ha contado con la redacción, participación y supervisión de los profesores
Manuel Muñoz Millalonco, Raúl Molina y Eugenio Alcamán.
LA MEMORIA OLVIDADA
1046 Muñoz, M. y Olivera, A. 2003. Análisis del Informe de Francisco Mozo del Depto. Jurídi-
co del Ministerio de Tierras y Colonización de 1931. Documento. de Trabajo. CGC-Chiloé.
1047 Urrutia, F. “La continuidad de la propiedad raíz en una comunidad huilliche de Chiloé:
“...por cuanto el artículo 7 del Tratado de Tantauco estipuló que serían in-
violablemente respetados los bienes y propiedades de los habitantes de esta
provincia y que sería causa de grandes perturbaciones el no respetar el do-
minio derivado de las mercedes reales o compras del gobierno colonial,
ORDENA que se debe respetar y hacer respetar el dominio y la posesión de
conformidad a estos antecedentes, y los particulares pueden hacer sacar co-
pias autorizadas en papel común y a su costa de la resolución gubernativa y
las anotaciones que rolen en los libros de Mercedes Reales y de Mensura
sobre el fundo Anay: Una reflexión desde la costumbre huilliche”. Tesis de Licenciatura en
Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad Católica de Valparaíso, 1994. p. 40. Citando a
Ureta, J. “La constitución de la Propiedad Austral”. Memoria de Titulación Escuela de Dere-
cho, Universidad de Chile, 1927, p. 107.
En el contexto de la defensa territorial, el Tratado de Tantauco constituye un segundo
gran recurso jurídico, a través del cual el Consejo General de Caciques Williche de Chiloé
ha invocado el tratado en sus demandas y exigido del Estado chileno el cumplimiento de
sus disposiciones. El tratado no fue ni ha sido ratificado por el Poder Legislativo, lo que
conforme las normas del Derecho de los Tratados impide su obligatoriedad como normativa
interna del país suscriptor.
C APÍTULO D ECIMOCUARTO : E L TERRITORIO HUILLICHE DE C HILOÉ
1052 Ver: Molina, Raúl y Correa, Martín. Territorios Huilliches de Chiloé... Op. cit. p. 20.
C APÍTULO D ECIMOCUARTO : E L TERRITORIO HUILLICHE DE C HILOÉ
vez que fue discutida la posesión material de los predios, respecto a la Socie-
dad Explotadora, en la mayoría de los casos no fue hecho así aun cuando no
había mejoras en ellos, y cuando se reconocía que esta no tenía posesión
material alguna, la que es realizada por las familias indígenas. No obstante
todo lo anterior, la posesión material continuó en manos de los mapuche-
huilliche, constituyendo hasta la actualidad su demanda territorial.
1053 Ver: Molina, Raúl y Correa, Martín. Territorios Huilliches de Chiloé... Op. cit.
LA MEMORIA OLVIDADA
1055 Las compañías en cuestión son: Société Française de Sucreries du Chili Industriel, con
domicilio en Francia; Stora Kopparberg Bergslags Aktiebalag, de Suecia; Attiebolaget Papi-
rus, de Suecia; Société de Banque Participations, de Francia, y Armando Braun Menéndez,
domiciliado en Buenos Aires, Argentina.
LA MEMORIA OLVIDADA
CUARTA PARTE
548
C APÍTULO D ECIMOQUINTO : L OS PUEBLOS CAZADORES DEL SUR
CAPÍTULO DECIMOQUINTO
y son grandes de cuerpo ansy los hombres como las mugeres y de grandes fuerzas los hom-
bres y las mugeres bastas de los rostros: los hombres andan desnudos traen por capas pelle-
jos guanacos sobados, la lana para adentro hazia el cuerpo, y sus aramas son arcos y flechas
de pedernal y palos á manera de macanas (...) el traje de las mugeres es sus vestiduras de los
pellejos de los guanacos y de obejas sobados, la lana para adentro y ponénselos á la manera
de la yndias del cuzco (...) es poca gente a lo que entendí: sus casas son que incan unas
LA MEMORIA OLVIDADA
varas en el suelo y ponen pellejos de guanacos y de obejas y venados, y hazen reparo para
el viento, y por de dentro ponen paja porque esté caliente y donde se hechan y se sientan
por estar más abrigados; porque á lo que me paresció debe de llover poco cerca de ésta mar
del norte en este estrecho, aunque en este mes de agosto no nebó los días que allí estuvimos
y el “estrecho adentro todo lo más del mes”.
Martinic, Mateo. Historia de la Región Magallánica. Vol. I. Universidad de Magallanes. Punta
Arenas. 1992. p. 87. Los aónikenk comenzaron a ser conocidos como “patagones”, al creer-
se que formaban parte del mismo pueblo que la gente vista en San Julián. Los aónikenk
eran hombres y mujeres bien conformados, robustos de una estatura promedio de 1.75
para los hombres y 1.70 para las mujeres.
1060 Martinic, Mateo. Crónicas de las Tierras del Sur del Canal Beagle. Editorial Francisco de
que eran elegidos los lugares menos expuestos para asentar las tolderías o
campamentos1063.
Su organización social se basaba en grupos emparentados entre sí,
conformados por unas cincuenta a cien personas “...y segmentados en
unidades familiares mínimas de padres, hijos y algún anciano. Todos go-
zaban del libre derecho al uso de los recursos existentes en el área y se
reconocían como pertenecientes a una agrupación especial...”1064. Las je-
rarquías formales de mando solo se daban en caso de situaciones de con-
flictos mayores o de la preeminencia momentánea en la caza, en virtud de
ciertas habilidades especiales1065. La división del trabajo habría funciona-
do de acuerdo a normas consuetudinarias: las mujeres elegían los sitios de
campamentos, levantaban y desarmaban los toldos, buscaban agua y leña
y cocinaban; preparaban cueros y fabricaban artesanías, ocupándose tam- 551
bién de la crianza de los hijos1066. No obstante, la instrucción, de acuerdo
a su ordenamiento tradicional, era compartida entre el padre y la madre,
y comprendía ciertas normas de conducta, adiestramiento en el uso y fa-
bricación de armas, aprendizaje de la caza, preparación de las mujeres
jóvenes para la maternidad y crianza de los niños, elaboración de utensi-
lios e incluía también la transmisión de elementos de orden espiritual1067.
Los varones, por su parte, se concentraban en la provisión de ali-
mentos –que implicaba grandes desplazamientos para poder cazar, lo que
no era necesariamente una faena cotidiana– y a las actividades guerreras.
Si bien, en términos generales, no se cuenta con material informativo
tan ilustrativo y abundante como el que se refiere a otros pueblos, algunos
investigadores plantean que, de acuerdo a los estudios del siglo XIX, la mi-
tología aónikenk comprendía una cosmogonía –elementos referidos al
origen del universo– y una cosmovisión propias, así como elementos refe-
ridos al ordenamiento de la vida social y a la comprensión del entorno
natural. Respecto a la cosmogonía, Kooch, genéricamente el cielo, habría
sido reconocido como el ser inicial al que se debía el ordenamiento cósmi-
co, creador del Sol-hombre y la Luna-mujer, y de los elementos y fenóme-
nos atmosféricos que conformaban su entorno. De acuerdo a ello, el Sol y
la Luna desde un principio se disputaban el derecho a regir el día, persi-
guiéndose por el firmamento para encontrarse en el horizonte tras las
montañas. De su unión surgió Karro, la estrella matutina, figura determi-
nante en el ciclo heroico de Elal, ya que juntos dan origen a los humanos.
Elal constituía la figura del padre, organizador del tiempo natural a través
de las estaciones, que les había dado una buena tierra y los proveía de
recursos, el que les había enseñado el conocimiento y uso del fuego, así
como la forma de fabricar sus armas1068.
Siguiendo estas creencias, sus prácticas se fundaban en el chamanis-
mo y la realización de ceremonias de iniciación asociadas con el ingreso a
la pubertad. La iniciación femenina exigía la reclusión de las jóvenes que
entraban a la pubertad, en una construcción preparada para tales efectos,
en donde permanecían por algunos días, aisladas y sometidas a severas
privaciones. Allí eran aconsejadas por ancianos acerca de la manera de
conducirse socialmente e instruidas en las tareas que habrían de desarro-
llar en su vida. En cuanto a la iniciación de los varones, es posible la exis-
tencia de un ritual similar, pero no existirían antecedentes suficientes y
fidedignos que permitan pormenorizar sobre sus detalles y significación
552 mítico-religiosa1069.
de unas 10.000 a 12.000 personas para todo los pueblos que habitaban en el territorio
austral, con aproximadamente unas 3.000 miembros por grupo, lo que daba una muy baja
densidad territorial del orden de un habitante por cada 25 km2. El desbalance poblacional
interétnico debía darse, respecto a los aónikenk y yámana, como entidades relativamente
menores. Ver: Martinic, Mateo. Historia de la Región Magallánica... Op. cit. p. 122.
1071 “Destruida la colonia de Santa María del Buen Aire, los equinos quedaron sueltos y
tardaron pocos años en multiplicarse. A la vuelta de un siglo era tan considerable su núme-
ro que no fue difícil para los indios de las pampas capturarlos y aprender a utilizarlos como
cabalgaduras. Fue así como, pasando de mano en mano, la masa equina se dispersó tierra
adentro por el sur del continente y en época indeterminada, tal vez entrado el siglo XVIII,
algunas tropillas pudieron cruzar el río Santa Cruz y establecerse en la Magallania oriental.
De hecho para mediados de ese siglo los aónikenk ya empleaban el caballo, habiendo sido
avistados montados por vez primera en la vecindad de punta Dungeness en 1741 (...)”.
Op. cit. p. 295.
1072 Martinic, Mateo. “Los aónikenk (tehuelches)...” Op. cit. p. 152.
C APÍTULO D ECIMOQUINTO : L OS PUEBLOS CAZADORES DEL SUR
1968. p. 25.
1076 Martinic, Mateo. Historia de la Región Magallánica... Op. cit. p. 347.
1077 Braun Menéndez, Armando. Fuerte Bulnes... Op. cit. p. 28.
LA MEMORIA OLVIDADA
1078 José María Borrero señalaba respecto a los sucesos de ese período: “Era Punta Arenas
por aquella época lugar totalmente aislado del mundo culto y científico. Destinado por el
gobierno de Chile a presidio y residencia de deportados, por su espléndida situación en
medio del Estrecho se había convertido también en punto de aprovisionamiento y refugio,
centro de operaciones de balleneros, cazadores de lobos o nutrias y buscadores de oro,
gente toda gastadora y viciosa (...)
–No limitaron los “bolicheros” sus actividades al poblado de Punta Arenas, sino que
encontrando amplio campo de acción en la campaña, a ella se extendieron, llegando hasta
las “tolderías” de los onas y los tehuelches. (...)
–A cambio de unas cuantas botellas de whisky, ginebra, caña y aguardiente de la peor
especie, licores adulterados y de ínfimo precio, ¡qué espléndidos cargamentos –verdaderos
botines de saqueo– se obtenían de pieles variadas y ricas, cerda, plumas de avestruz, oro
también en polvo y pepitas y toda clase de productos, que los indios les entregaban!” Borre-
ro, José María. La Patagonia Trágica. Primera parte. Asesinatos, Piratería y Esclavitud. Talleres
Gráficos Puente Hermanos. Buenos Aires. 1921. pp. 30-31.
1079 Op. cit. p. 398.
1080 Aylwin O., José. Comunidades Indígenas... Op. cit. p. 47.
C APÍTULO D ECIMOQUINTO : L OS PUEBLOS CAZADORES DEL SUR
1081 Dicho tratado dice relación con los límites en la Tierra del Fuego, estableciendo la
división general del territorio de acuerdo a la línea imaginaria marcada por el meridiano
68º 34’ Oeste de Greenwich. Y que en su artículo tercero dice así:
“ARTÍCULO TERCERO.– En la Tierra del Fuego se trazará una línea que, partiendo del punto
denominado Cabo del Espíritu Santo en la latitud 52º 40’, se prolongará hacia el sur, coincidiendo
con el meridiano occidental de Greenwich, sesenta y ocho grados, treinta y cuatro minutos, hasta
tocar en el Canal “Beagle”. La Tierra del Fuego, dividida de esta manera, será chilena en la parte
occidental y argentina en la parte oriental. En cuanto a las islas, pertenecerán a la República
Argentina la isla de los Estados, los islotes próximamente inmediatos a ésta y las demás islas que
haya sobre el Atlántico al Oriente de la Tierra del Fuego y costas orientales de la Patagonia; y
pertenecerán a Chile todas las islas al Sur del Canal de “Beagle” hasta el Cabo de Hornos y las que
haya al Occidente de la Tierra del Fuego”. Ver: Martinic, Mateo. Crónicas de las Tierras del Sur
del Canal Beagle...” Op. cit. p. 193. (Citando a Conrado Ríos Gallardo, Chile y Argentina.
Santiago. 1960. p. 113.)
1082 “En las proximidades del río Santa Cruz y explotando una estancia de su propiedad,
estancia que para mayor sarcasmo se denomina “El Tehuelche”, vive un inglés viejo, muy
viejo ya, cuyo nombre [era] míster [sic] Bond. Míster Bond cuenta, en ocasiones con orgullo
y siempre como “chiste” especial, que él personalmente fue “cazador de indios” y que por
“méritos” propios ascendió a capitán de una cuadrilla de cazadores. Que al principio les
pagaban a él y a sus compañeros de “faena” una libra esterlina por cada “par de orejas” de
indio que entregaban. Que como entre los cazadores había algunos demasiado blandos de
corazón, que a veces se conformaban con cortar las orejas a sus víctimas sin matarlas, y como
los “patrones” se apercibieran de la trampa por haber visto algunos indios desorejados, se
cambió el sistema y desde entonces no se pagaba la “libra esterlina”, sino a cambio de la
cabeza, los testículos, los senos o algún otro órgano vital de eso que constituía la “gran caza”
de la Patagonia”. Borrero, José María. La Patagonia Trágica... Op. cit. pp. 34, 35.
1083 Martinic, Mateo. Historia de la Región Magallánica... Op. cit. p. 715.
LA MEMORIA OLVIDADA
LOS SELK’NAM1085
Los selk’nam, pueblo de cazadores-recolectores pedestres, habitaron en
las estepas y bosques de la Isla Grande de Tierra del Fuego. Su primer
contacto directo con europeos fue en 1580, cuando el español Pedro Sar-
1086 Chapman, Anne. Los Selk’nam. La vida de los onas. Emecé Editores. Buenos Aires. 1986. p. 25.
1087 Massone, Mauricio et al. Perspectiva Arqueológica de los Selk’nam... Op. cit. p. 15.
1088 Aylwin O., José. Comunidades Indígenas... Op. cit. pp. 21-22.
1089 Massone, Mauricio et al. Perspectiva... Op. cit. p. 15.
1090 Chapman, Anne. Los Selk’nam... Op. cit. pp. 39-40.
LA MEMORIA OLVIDADA
infinito”. En: Jorge Hidalgo, Virgilio Schiappacasse, Hans Niemeyer, Carlos Aldunate, Pedro
Mege (Comps.), pp. 241-256. Etnografía. Sociedades indígenas contemporáneas y su ideología.
Editorial Andrés Bello. Santiago. 1996. p. 255.
1098 Massone, Mauricio et al. Perspectiva... Op. cit. pp. 17-18.
1099 Chapman, Anne. Los Selk’nam... Op. cit. p. 67.
LA MEMORIA OLVIDADA
“(…) en Tierra del Fuego, en el paraje denominado “Punta María”, una cua-
drilla de cazadores, compuesta de tres austriacos y un italiano, sorprendió a
una familia ona; eran veinticinco personas, entre hombres, mujeres y niños,
que al ver a sus perseguidores y presuntos verdugos huyeron, pudiendo refu-
giarse en una anfractuosidad [sic] del terreno, que parecía un reducto inex-
pugnable. Desde allí y a golpes de flecha, arma débil y casi inútil ante las
carabinas de precisión que sus perseguidores esgrimían, se defendieron por
espacio de veinticuatro horas hasta que éstos se retiraron desapareciendo.
Era una estratagema de guerra. Acosados por el hambre y empujados
por la sed, salieron de su refugio los pobres indios y ganándoles los otros
sorpresivamente la retaguardia, empezaron a cazarlo “a ojeo” no terminan-
do su bestial labor hasta dar fin de casi todos ellos.
(...) se salvaron de la matanza algunos niños, que hoy [1920, aproxi-
562 madamente] son hombres y que se refugiaron después de penalidades sin
cuento en la misión salesiana, donde relataron este horror y donde todavía
quizás se encuentran (...)”1109.
1109 Borrero, José María. La Patagonia Trágica... Op. cit. pp. 36-37.
1110 Op. cit. p. 47.
1111 Op. cit. pp. 52-53. Una fotografía de la “jaula” y sus ocupantes, junto a su “cazador”
estaría publicada en un libro de fotografías editado por la Orden Salesiana en el año 1907.
1112 Massone, Mauricio et al. Perspectiva... Op. cit. p. 20.
C APÍTULO D ECIMOQUINTO : L OS PUEBLOS CAZADORES DEL SUR
“...El fundador de las estancias de José Menéndez, en Tierra del Fuego, era
un inglés llamado Mac klenan, a quien se conocía más por el sobrenombre
de “Chancho Colorado”.
(...) No resultándoles a “Chancho Colorado” bastante rápida ni productiva
la caza de indios a ojeo –caza individual, llamémosla así– resolvió hacerla con
reclamo y en bandadas.
A este fin y valiéndose de diversos astutos emisarios (...) les prometió
cesar en la persecución sangrienta, que tenía iniciada, ofreciéndoles al mis-
mo tiempo una paz duradera en condiciones, al parecer ventajosas. El los
proveería de “guanacos blancos” –así llamaban los indios a las ovejas–, en
1118 Borrero, José María. La Patagonia Trágica... Op. cit. pp. 41-42.
1119 Documento Nº 5. “La Tierra del Fuego y sus naturales”. Memoria de 1896 del Goberna-
dor de Magallanes, Don Manuel Señoret. Tomado de Carlos Vega D. y Paola Grendi I. Vejá-
menes Inferidos a Indígenas de Tierra del Fuego, Tomo III, Documentos. (Volumen correspondiente
a los documentos anexos de una obra mayor). Obra financiada por CONADI (Corporación
Nacional de Desarrollo Indígena). Punta Arenas. 2002. p. 52.
1120 Borrero, Luis Alberto. Los Selk’nam (Onas)... Op. cit. p. 67.
566
MAPA N° 24
C APÍTULO D ECIMOQUINTO : L OS PUEBLOS CAZADORES DEL SUR
“1º Que hace dos años doy misiones a los salvajes de la Tierra del Fuego, los que pobres y
desnudos encontré, se entregarían de buena voluntad a la civilización. (...) 2º Que el medio
seguro de ganarlos a la civilización es proporcionarles trabajo al alcance de su inteligencia y
de sus fuerzas, alimentarlos y vestirlos hasta que se ganen lo necesario a la vida. Con este
objeto pido al Superior Gobierno en arriendo por veinte años la Isla Dawson situada en el
centro del Estrecho de Magallanes. Esta, por su posición, es central, sea para los indios de la
Tierra del Fuego, sea para los que corren por los canales; es bastante espaciosa para todos
esos infelices y es cómoda, pues proporciona madera para la construcción de las casas que
deberán levantarse, y pasto para el ganado que se introduciría así que me prometo un éxito
seguro en la Misión. Yo abrigo la esperanza que en los veinte años se llegará a educar la
nueva generación y los viejos se amoldarán poco a poco a las costumbres de nuestra civili-
zación. No escapará a la alta penetración de V.E. las grandes ventajas que reportaría al
territorio de Magallanes, cuando todos los indios atraídos por la Ley del Evangelio y la
comunidad de la vida comenzarán a vivir cristianamente y, en lugar de ser hostiles a los
cristianos, serán hombres útiles para el trabajo. (...) Ofrezco por el arrendamiento la canti-
dad de un mil pesos anual por el primer decenio y dos mil anual por el segundo decenio
sujetándome a la Ley de Remates, si al cabo de veinte años se pusiese en venta. Al ofrecer
esta cantidad persigo el noble propósito de dar vasto ensanche a la industria para favorecer
a los desventurados indígenas, pues la Misión a más de atender a la instrucción religiosa y
civil desea pensar también al bienestar material de estos infelices. (...) Es demás añadir que
en todo me sujeto a las leyes de la República siendo nuestro fin hacer de los salvajes buenos
cristianos y buenos ciudadanos de esta nación.
(...) JOSÉ FAGNANO, Superior de la Misión. Punta Arenas, Enero 12 de 1889”.
Ver: Kuzmanich B. Simón. Presencia Salesiana, 100 Años en Chile. La Expansión: 1888-1920.
Editorial Salesiana. Santiago. 1990. pp. 49-50.
1121 Op. cit. pp. 62-63.
LA MEMORIA OLVIDADA
“Si en la isla Dawson hubiera algunas decenas de familias chilenas con sus
hijos, dedicados al cultivo de la tierra, a la industria de lechería a las mil
atenciones del hogar, y los indígenas los rodearan viendo a cada instante esa
actividad de la familia civilizada para proporcionarse su sustento diario y
mayores comodidades, les serviría a la vez que de valiosa escuela, de dis-
tracción. No tardarían en mezclarse con esas familias, serían ocupados en
este o aquel trabajo doméstico y en muy poco tiempo cambiarían de manera
de ser y comprenderían de una manera práctica las ventajas de la vida civi-
lizada...”1122.
568
El gobernador consideraba más adecuado el establecimiento de pues-
tos militares en Tierra del Fuego, para lograr el triple propósito que perse-
guía el Gobierno de Chile: “...civilización de los indios, colonización de la
isla y protección eficaz para el tranquilo desarrollo de sus industrias...”1123.
Tal como se había hecho en la Araucanía mediante la fundación de pue-
blos, y la instalación de líneas de telégrafos y ferrocarriles, para conseguir
“dominarlo y civilizarlo”. De lo cual se desprende que habría existido una
política estatal respecto a la “cuestión indígena”, si no como la menciona-
da labor “civilizatoria”, al menos como una visión de conjunto fundada en
la necesidad de incorporar efectivamente territorios fronterizos a la sobe-
ranía nacional.
1122 Documento Nº 5. “La Tierra del Fuego y sus naturales...”Op. cit. p. 54.
1123 Op. cit. p. 57.
C APÍTULO D ECIMOQUINTO : L OS PUEBLOS CAZADORES DEL SUR
1124 Emperaire, Joseph. Los nómades del mar. Ediciones LOM. Santiago. 2002 [1963]. p.107.
1125 Op. cit. p. 108. Ver la defensa que se realiza de la acción gubernamental representada
por el gobernador Manuel Señoret respecto a la misión salesiana en “De la Trata de Indios
en Magallanes”. (De La Libertad Electoral de 23 de diciembre de 1895). Ramón Serrano
Montaner, El Magallanes, jueves 16 de enero de 1896. Documento Nº 6. En: Carlos Vega D.
y Paola Grendi I. Vejámenes Inferidos a Indígenas de Tierra del Fuego, Tomo III, Documentos. (Vo-
lumen correspondiente a los documentos anexos de una obra mayor) Obra financiada por
CONADI (Corporación Nacional de Desarrollo Indígena). Punta Arenas. 2002. pp. 61-67.
LA MEMORIA OLVIDADA
dispuso que seis soldados, al mando del capitán de ejército Ramiro Silva,
fuera destinada a Tierra del Fuego a fin de patrullar los campos1130.
La cuestión indígena en esta zona entró en una etapa de abierta con-
frontación. En adelante ya no hubo consideración alguna para los indíge-
nas, a los que se les persiguió sin piedad y se les atacó donde se les encon-
trara, mientras los que eran capturados vivos fueron enviados a la misión
de Dawson. La violencia de aquellos se fue intensificando; la presencia de
los soldados fue particularmente útil a la Sociedad Explotadora –que así se
liberaba de la molestia de tener que perseguir y capturar con su propio
personal a los indígenas– y por ello se trató de mantenerlos en Tierra del
Fuego durante el máximo de tiempo posible, lo que no satisfacía a Seño-
ret, quien buscó poner término al patrullaje militar en cuanto lo permitie-
ran las circunstancias1131. 571
Mientras se sucedían estos hechos, el Ministro de la Corte de Apela-
ciones de Valparaíso –en el contexto del juicio conducido por el magistra-
do Waldo Seguel en el año 1895– Manuel A. Cruz, había llegado en visita
judicial extraordinaria a Magallanes, haciéndose cargo del proceso inicia-
do y realizando diligencias conducentes al esclarecimiento de los hechos
que conmovían a la opinión pública. “Aunque el caso concluiría en sobre-
seimiento, el ministro Cruz consignaría en su informe la inquietud ciuda-
dana: ...la voz pública acusa en Punta Arenas a aquellos empleados i a sus jefes
superiores de crueles e innecesarias vejaciones cometidas en las personas de los in-
dios i de sus mujeres i aún de odiosos asesinatos perpetrados con refinada maldad
para evitar aquellas depredaciones”1132.
d) El colapso demográfico
Estos sucesos y otros que siguieron llevaron a que en alrededor de 20
años fueran eliminados los indígenas de Tierra del Fuego, dejando “libre”
el territorio a la colonización ganadera. Martín Gusinde calculó que, hacia
1860, los selk’nam debían llegar a un número de 3.500 personas en toda
la isla. Julius Popper, de origen rumano, uno de los personajes más sinies-
tros en el proceso de exterminio de los indígenas de la Patagonia caracte-
rizado como “El Dictador Fueguino”, en 1886 exploró la costa atlántica y
el Norte de la isla, dirigiendo la expedición limítrofe. Junto a John M.
Cooper, y como encargados de inspeccionar el terreno aurífero, estimaron
que en 1891, en todo el territorio, la población llegaba a 2.000 personas.
Popper redactó un “Reglamento y condiciones de servicio para la explota-
ción de oro a participación”, con el que en realidad se aseguraban condi-
ciones de explotación de los mineros. El contingente humano bajo sus
tro Cruz.
LA MEMORIA OLVIDADA
1133 Borrero, Luis Alberto. Los Selk’nam (Onas)... Op. cit. p. 59-60.
1134 Op. cit. pp. 728-730.
1135 Op. cit. pp. 730-731.
C APÍTULO D ECIMOQUINTO : L OS PUEBLOS CAZADORES DEL SUR
los blancos. Las distintas tribus que antes habitaban a orillas del mar habían
huido ante el avance exterminador del asesino y buscaban refugio a la som-
bra de los robles.
(...) El guanaco blanco [oveja] había sido traído por el extranjero y fue
él la causa del derrumbe total de nuestra vida. El invasor no sólo nos sacri-
ficó para usuparnos nuestro suelo, sino que se ensañó con los onas, porque
los llamó ladrones de sus haciendas.
(...) Un grito de horror conmovió a la floresta, cuando una jauría de
perros colosales hizo irrupción en medio de los montes. Las fieras habían
sido especialmente amaestradas para romper tendones y desgarrar entra-
ñas. Centenares de nativos fueron despezados por esa jauría de fieras y los
inocentes niños morían junto al regazo de sus madres (...)
Siguiendo el rastro de las jaurías, muchas veces los blancos se interna-
ron hasta los claros de los bosques; allí rodearon a los infelices nativos y los 573
hicieron caer bajo sus manos. Las armas de fuego primero y después los
perros, se encargaron de sembrar los suelos con pedazos sanguinolentos de
piltrafas humanas, que palpitaban sus estertores de agonía baja la carcajada
de sus asesinos (...)”1136.
1136 Documento Nº 16. “Los Indios Onas. Influencia que esta extinción cupo a la raza
blanca, primeros pobladores de Tierra del Fuego”. El testimonio de Olka. En: Carlos Vega D.
y Paola Grendi I. Vejámenes Inferidos a Indígenas de Tierra del Fuego, Tomo III, Documentos. (Vo-
lumen correspondiente a los documentos anexos de una obra mayor). Obra financiada por
CONADI (Corporación Nacional de Desarrollo Indígena). Punta Arenas. 2002. pp. 193-195.
1137 Aylwin O., José. Comunidades Indígenas... Op. cit. p. 46.
LA MEMORIA OLVIDADA
574
C APÍTULO D ECIMOSEXTO : L OS PUEBLOS CANOEROS DEL SUR
CAPÍTULO DECIMOSEXTO
LOS KAWÉSQAR1139
Los kawésqar, pueblo de nómades marinos, antiguamente extendían su
territorio en el sector de los canales australes ubicados entre el golfo de
Penas al Norte y el Estrecho de Magallanes por el Sur, en la península de
Brecknock, conjunto de canales –navegables casi todos– denominados ca-
nales de Patagonia, que constituyen una vía de tráfico marítimo por aguas
1138 NOTA DEL COMPILADOR: En sentido histórico estricto habría que haber agregado en este
capítulo a los “chonos”, denominación correspondiente a los canoeros de más al Norte, esto
es, ubicados al Norte del Golfo de Penas, en el archipiélago de las Guaitecas y parte de las
islas del Sur de Chiloé. No se logró incluir este grupo humano desparecido del Sur de Chile
por limitaciones del proceso de investigación.
1139 Kawésqar corresponde a una autodenominación, que quiere decir “los hombres”, en
términos genéricos. La grafía fue tomada del sitio internet “Kawésqar”, realizado por Oscar
Aguilera R., [en línea]. En: Lenguas y culturas de Chile. 1999. [fecha de acceso: 12 agosto
2002]. Disponible en < http:// www. kaweskar.uchile.cl/cultura/kaweskar.html >
Alacalufe sería una denominación de origen desconocido, que los kawésqar nunca utiliza-
ron como autodenominación. El primero en utilizarla fue Robert Fitz Roy, para designar un
grupo de indígenas que encontró en las islas del Sudoeste del Estrecho de Magallanes. Este
término fue vuelto a usar sufriendo varias transformaciones fonéticas como alakaluf, alakulof,
alikkolif, alakwulup, etc. Ver: Emperaire, Joseph. Los nómades del Mar... Op. cit. p. 274.
LA MEMORIA OLVIDADA
del canal de Fallos, en el inicio de la región magallánica, y concuerda con otras posteriores:
“La gente que hay en esta ensenada susodicha, son indios pescadores de mediano cuerpo y
mal proporcionados. No tienen sementeras y manteniéndose de pescado y mariscos, y lobos
marinos que matan; y comen la carne de los lobos y pescados cruda, o aves cuando las
matan, y otras veces asan. No tienen ollas ni otras vasijas; ni se han hallado sal entre ellos.
(…) Andan vestidos de los cueros de los lobos y de otros animales, con que se cubren las
espaldas, y caen hasta las rodillas y una correa que les atan por el pescuezo a manera de las
liquiras que traen los indios del Cuzco. Traen sus vergüenzas de fuera sin ninguna cobertu-
ra. Son de grandes fuerzas. Traen por armas unos huesos de ballena a manera de dagas, y
unos palos, como lanzuelas mal hechas. Andan en canoas de cáscaras de cipreses y de otros
árboles. No tienen poblaciones ni casas, sino que hoy aquí, mañana en otra parte, y donde
quiera que llegan, llevan unas varillas delgadas, las cuales ponen en el suelo; y con corteza
de árboles, que en las dichas canoas traen, hacen sus casillas chiquillas, a manera de ran-
chos, en que se meten y reparan del agua del cielo y de la nieve”. Martinic, Mateo. Historia
de la Región Magallánica... Op. cit. pp. 93-94.
1143 Emperaire, Joseph. Los nómades del Mar... Op. cit. pp. 92-93.
C APÍTULO D ECIMOSEXTO : L OS PUEBLOS CANOEROS DEL SUR
577
MAPA Nº 25
LA MEMORIA OLVIDADA
como objetivo el intercambio de bienes, por medio del trueque, como era
el practicado con los cazadores de tierra adentro, los que recibían pirita de
hierro y obsidiana verde. Las áreas de contacto habituales entre kawésqar
y chonos1144 habrían sido las islas Guayaneco y otras del litoral del Golfo
de Penas, y la zona de archipiélagos vecina al paso Brecknock entre aque-
llos y los yagán; aunque sería posible establecer una diferencia lingüística
entre ambos –kawésqar y yagán– sus características físicas, y su estilo de
vida eran idénticos, salvo en algunos detalles. Con los selk’nam esto ha-
bría tenido lugar en el sector de la Bahía Inútil y del canal Whiteside, y
también en la costa noroccidental de Tierra del Fuego, pero se desconoce
si acaso estas relaciones fueron pacíficas o belicosas. No obstante, en 1950,
existían selk’nam que descendían de madre kawésqar1145.
578 Debido a las dificultades de su entorno natural –bosques y una topo-
grafía impenetrable; sitios habitables reducidos a playas estrechas y panta-
nosas, y escaso productos de la tierra– los kawésqar buscaron su subsis-
tencia en la costa y en el mar, donde encontraban los productos necesarios
para su alimentación: lobos marinos, nutrias, aves, abundantes peces y
mariscos. La navegación respondía a un requerimiento esencial de su exis-
tencia nómada, y la dominaban hábilmente, utilizando embarcaciones
aparentemente frágiles y precarias, pero eficaces.
La canoa –hallef– era la pieza más importante y apreciada de su patri-
monio material. Era fabricada con cortezas, preferentemente de coigüe.
Luego de un hábil proceso de elaboración, la embarcación tomaba una
forma curva y puntiaguda, y se le daba impulso en el agua con unos pe-
queños remos. Su longitud era variable, entre 8 ó 9 metros, y en ella podía
acomodarse una familia o grupo familiar –con parientes– de unas diez
personas, además de los perros acompañantes y de sus armas, útiles, ces-
tos y objetos de uso cotidiano, junto a los cueros utilizados como cobertu-
ra para el toldo. En el centro de la embarcación se mantenía encendido un
pequeño fuego durante la navegación, destinado a la cocción de alimen-
tos, y también para generar un poco de calor. La canoa era, además de un
medio de transporte, una verdadera vivienda flotante, pues en ella pasa-
ban buena parte del tiempo, aunque debido al gran conocimiento geográ-
fico que poseían utilizaban atajos terrestres, para arrastrar o cargar a tra-
1144 Respecto a los chonos, es escasa la información que se maneja acerca de su estilo de
duraban entre tres a seis meses, y a veces más, pues la limitación legal de
estas cacerías no era severa, en un territorio que era puramente adminis-
trativo, mal conocido y mal vigilado. Los kawésqar se establecían cerca de
sus campamentos, con una actitud desafiante al principio, luego entraban
en confianza mediante el intercambio de algunos objetos, hasta suminis-
trar a los loberos una mano de obra hábil y gratuita. A cambio de su traba-
jo de preparación de las pieles, recibían alimentación “chilota”, tales como
galletas de harina, papas, cebollas y café de higos. A cambio de sus capas
de pieles de nutria y de coipo, recibían ponchos y frazadas de mucho menor
valor y calidad. Producto de las matanzas de familias y raptos de mujeres y
muchachos –para hacerlos marineros–, un considerable número de kawés-
qar fue trasplantado a Chiloé, Puerto Montt y Punta Arenas1165.
584 Hacia fines del siglo XIX, antes de la apertura del Canal de Panamá,
la ruta de los archipiélagos tuvo tráfico intenso. Para proteger esta vía, la
Marina chilena envió a a numerosas misiones hidrográficas, y los pasos de
barcos se hicieron más frecuentes. Los puertos naturales, en que los bu-
ques anclaban de noche o con mal tiempo, resultaron ser las grandes ba-
hías habitadas permanentemente por algunos grupos familiares kawés-
qar. Durante estas escalas los indígenas fueron objeto de curiosidad,
recibiendo alimentos, ropas, tabaco, a veces alcohol y herramientas de
metal. Los cálculos de población hechos por las tripulaciones de estos bu-
ques concuerdan en que, hacia la década de 1920 a 1930, el número de
los kawésqar, ya reducido, podía ser superior a mil personas1166.
La penetración de los “blancos” en terrenos nuevos y aún desconoci-
dos de los archipiélagos iba en aumento, hallándose terrenos aceptables
para la ganadería en las regiones más inhóspitas y hasta en Última Espe-
ranza. En esta, en otro tiempo un importante centro de población kawés-
qar, se levantó la ciudad de Puerto Natales, luego unida por un camino a
Punta Arenas. La creación de ambos centros, los únicos del territorio chi-
leno austral, ejerció cierta influencia, aunque limitada, sobre la demogra-
fía y la repartición de los kawésqar, quienes se mantuvieron al margen de
la población blanca, abandonando sus viajes al sector oriental del Estre-
cho de Magallanes. Mujeres kawésqar se casaron con blancos y algunos
niños fueron recogidos por instituciones o personas de Punta Arenas1167.
las pieles de focas cada vez más escasas fueron reemplazadas por viejas
telas de buque. La higiene se hizo deplorable, y la limpieza personal, que
antes permitían la lluvia y el viento, ya no se haría más1174.
1174 Emperaire, Joseph. Los nómades del mar... Op. cit. p. 124. El autor señala, además, que
los kawésqar vivirían de ahí en adelante “amontonados en sus camastros en una horrible
promiscuidad. En una misma choza, cuyo diámetro mayor podría tener 3 metros, viven dos
o tres familias con sus perros, es decir, una decena de seres humanos y una veintena de
perros. Es fácil imaginar lo que pueden llegar a ser las enfermedades venéreas u otras en
semejantes condiciones. La inactividad de los hombres y las mujeres es casi total y su resis-
tencia a la enfermedad disminuye correlativamente a la falta de trabajo. Ya no hay ceremo-
nias. Salvo en el caso de enfermedades graves y de muertes, los contactos con lo sobrenatu-
ral no sirven ya de gran cosa. El blanco lo proporciona todo y responde a todo. Él distribuye
productos prefabricados. Las gentes, amontonadas en cabañas más y más repugnantes, ter-
minan de morir, esperando la próxima distribución”.
1175 Wegann Hausen, Osvaldo. La última canoa. Editorial Hersaprint. Punta Arenas, 1976.
1176 Ver lo que señala Juan Carlos Tonko al final de este capítulo acerca de la arbitrariedad
en la puesta de nombres y apellidos que las autoridades confirieron a los kawéskar, la ma-
yor parte de las veces de acuerdo al lugar (canal, isla, etc.) donde eran encontrados.
1177 Op. cit. p. 126.
1178 Op. cit. p. 127.
C APÍTULO D ECIMOSEXTO : L OS PUEBLOS CANOEROS DEL SUR
las cercanías de San Pedro, donde vivían de la caza de animales de piel fina,
experiencia que duró tres años1179. A comienzos de 1953, Lautaro muere
ahogado en el estuario del fiordo Baker, junto a su cuadrilla de caza. Una
parte del pueblo kawésqar volvió a Puerto Edén, otros se unieron a los
loberos y los restantes, dos familias, regresaron a la vida de cazadores inde-
pendientes entre el Norte del canal Messier y el océano1180.
1179 Según su propio testimonio aparecido en un periódico de la región, señalaba que: “Una
noche de septiembre de 1949, jurando no volver más a Puerto Edén mientras estuviera el
señor [sargento] Geymer, dejé el lugar en una chalupa y solamente me acompañó una
mujer, que estuvo dos días a mi lado. (...) Viví en San Pedro y ahí recibía cartas de mi señora
del norte. Más tarde, 60 nativos me fueron a buscar y se quedaron conmigo en los canales.
No podía llevar la misma vida de mis paisanos. Me hacían mal los mariscos crudos, por lo
cual tenía que comprar víveres. Cuando supe que el señor Geymer había sido trasladado,
regresé por fin a Puerto Edén. De ahí he venido a Punta Arenas, a hacer compras para los
nativos, y hacer estas aclaraciones. (...) [El sargento Geymer] Abusaba con mi gente y hacía
comercio con los víveres. Todo fue abuso y nunca hubo tal de que enseñó a leer a los
alacalufes. Quien lo hizo fue el radiotelegrafista Pineda”. “¡Desde los canales ha venido el
indio civilizado Wellington para explicar su odisea!”. Noticias Gráficas de Magallanes, 22 de
febrero de 1951. En: Vega D., Carlos. Cuando el cielo se oscurece. (Samán arkachoé). Historia de
vida, testimonio alacalufe de Alberto Achacaz Walakial. Anexo Nº 10. Editorial Atelí y Cía. Ltda.
Punta Arenas. 1995. p. 184.
1180 Op. cit. p. 128.
1181 Aguilera, Óscar. “Cambios en los patrones culturales de la etnia Kawésqar (Alacalufe
LOS YAGÁN1191
Los yagán fueron parte de un pueblo fundamentalmente canoero, que ha-
bitaba originalmente en el sector circundante a los canales y costas sudocci-
dentales de Tierra del Fuego, entre el canal Beagle y el Cabo de Hornos,
recorriendo en sus desplazamientos otros distritos al occidente del canal
Murray, comprendiendo la isla Hoste y las islas que se encuentran a la
entrada del canal Cockburn, así como hacia el Este de Navarino, al con-
junto de islas que enfrenta el Atlántico, y hacia el Sur, el archipiélago del
Cabo de Hornos. Hacia fines del siglo XX, habitan en Villa Ukika –Puerto
Williams– y en diversos puntos del país, incluida la Zona Central.
1188 Aylwin O., José. Comunidades Indígenas... Op. cit. p. 57. Cifras tomadas del informe
“Fichas de la Comunidad Kawashkar”, elaborado por la Corporación Metodista de Magalla-
nes en agosto de 1992, con la participación de Carlos Messier, presidente de la comunidad
kawésqar de Punta Arenas.
1189 Fernández, José. “La comunidad Kaweskar”. Tierra, Territorio y Desarrollo Indígena. Ins-
Thomas Bridges, del nombre que esta etnia daba a un sector llamado “yashgashaga”. Mar-
tín Gusinde utilizó “yámana” –denominación bajo la cual han sido comúnmente conoci-
dos– como la palabra con la que se reconoce este grupo, y cuyo significado sería “hombre”.
Aguilera, Oscar. Cultura Yagán. [en línea] Lenguas y Culturas de Chile. [fecha de consulta:
12 agosto 2002]. Disponible en: <http:// uchile.cl/cultura/lenguas/yaganes/1a.html>
LA MEMORIA OLVIDADA
1192 Gusinde, Martín. Los indios de Tierra del Fuego. Resultados de mis expediciones en los años 1918
hasta 1924 organizadas bajo los auspicios del Ministerio de Instrucción Pública de Chile. Tomo II. Vol. I.
Los Yámana. Centro Argentino de Etnología Americana. Buenos Aires. 1986. p. 190.
1193 “Los habitantes de la Tierra del Fuego son, por naturaleza, blancos como los de Europa:
1196 Gusinde, Martín. Hombres primitivos de Tierra del Fuego... Op. cit. p. 119.
1197 Martinic, Mateo. Crónicas de las Tierras del Sur del Canal Beagle... Op. cit. p. 7.
1198 Aguilera, Óscar. Cultura Yagan... Op. cit.
1199 Op. cit. pp. 7-8.
1200 Martinic, Mateo. Historia de la Región Magallánica... Op. cit. pp. 114-115.
LA MEMORIA OLVIDADA
hidrográfica de la Marina Real en Sudamérica, decide llevar consigo a cuatro yagán captu-
rados en los canales del Sur. Estos, denominados por aquel como Boat Memory, York Mins-
C APÍTULO D ECIMOSEXTO : L OS PUEBLOS CANOEROS DEL SUR
ter, Fuegia Basket y Jemmy Button, una vez en Inglaterra son puestos a cargo del reveren-
do William Wilson para recibir instrucción y educación europeas. Jemmy Button participa-
ría en 1859, ya de regreso en su lugar de origen, en un ataque a misioneros anglicanos.
Martinic, Mateo. Crónicas de las Tierras del Sur del Canal Beagle... Op. cit. pp. 35-40.
1212 Op. cit.
1213 Gusinde, Martín. Los indios de Tierra del Fuego... Op. cit. pp. 219.
1214 Aylwin O., José. Comunidades Indígenas... Op. cit. pp. 35.
1215 Emperaire, Joseph. Los nómades del Mar. Ediciones de la Universidad de Chile. Santiago.
596
MAPA Nº 26
C APÍTULO D ECIMOSEXTO : L OS PUEBLOS CANOEROS DEL SUR
capilla que es la verdadera sala de clases para los niños indígenas. Al frente
de estos edificios hai algunas casitas i una veintena de chozas en que habi-
tan los indígenas de la población. Hai también un pequeño galpón donde los
indios aprenden a labrar la madera con que construyen sus casas, botes,
muelles, etc.; un pequeño corral donde apacentan dos vacas que contribu-
yen a la subsistencia de los misioneros; algunas ovejas en mui escaso núme-
ro pueblan las islas de la entrada de la Bahía.
En la época de nuestra visita había de 65 a 70 indíjenas de ambos
sexos asilados i cuidados por la misión, éstos permanecen siempre allí i for-
man parte de la población de Tekenika; el resto de los pobladores salen i
andan errantes por los canales i puertos de estas rejiones viviendo de la caza
i marisco; pero llegada la estación de invierno vuelven a la misión a ocupar
las casas que permanecían cerradas cuando ellos estaban afuera...”1217.
597
El superior de la misión, John Williams, calculó que hacia 1905 ha-
bía un total de alrededor de cien personas, ya que habían muerto treinta y
dos, y nacido solo tres o cuatro niños. Para 1916, la South American So-
ciety había cesado su acción en el sector, cuando ya no quedaba ni un
centenar de yagán con vida, incluidos los mestizos1218.
La tradición anglicana modificó las creencias y prácticas indígenas,
realizándose el último iaxaus en 19411219. Los efectos de la vida sedentaria
y occidentalizada que imponía la misión, se hicieron extensivos al plano
físico ya que –como se mencionó anteriormente– obligó a los yagán a
adoptar costumbres europeas, especialmente en lo referido a la vestimen-
ta y la alimentación, que no correspondían a las características ambienta-
les en las que se habían desarrollado hasta entonces como pueblo. Res-
pecto de ello, Martín Gusinde señalaba en primer lugar, entre las
desventajas que provocó el afán europeizante de los misioneros, el aleja-
miento de los indígenas de su red de parientes y amistades, al ser traslada-
dos a la misión, desvinculándolos de la vida comunitaria. Además, el alo-
jamiento en viviendas cerradas sin una calefacción adecuada provocaba
frío, humedad y hacinamiento1220.
Los yagán estaban acostumbrados a que el Sol, el aire –que estimula-
ban la circulación sanguínea– y la lluvia actuaran directamente sobre su
piel, pudiendo aproximarse al fuego sin interferencias, lo que les permitía
secar sus cuerpos en pocos minutos. Al ser obligados a llevar una gruesa
vestimenta al estilo europeo, que envolvía el cuerpo y permitía la acu-
mulación de mucha suciedad en la piel y en las mismas prendas de vestir
1217 Op. cit. 119. Citando Algunos datos sobre la Misión Evangélica de Tekenika, artículo escrito
para la Revista de Marina, Valparaíso, reproducido por el diario El Magallanes de 22 de enero
de 1904.
1218 Gusinde, Martín. Los indios de Tierra del Fuego... Op. cit. p. 221.
1219 Aguilera, Óscar. “Cultura Yagan...” Op. cit.
1220 Gusinde, Martín. Los indios de Tierra del Fuego... Op. cit. pp. 300-304.
LA MEMORIA OLVIDADA
“El oro (...) que se encuentra diseminado en los ríos i playas de la Patagonia,
Tierra del Fuego i en casi todas las islas adyacentes, fue el poderoso imán
que hizo duplicar en el último decenio a la población. Afluyen diariamente
de todas partes extranjeros que a la perspectiva de una fortuna fácil i rápida,
abandonan sus hogares para ir a arrastrar una miserable existencia en aque-
1225 Op. cit. pp. 72-73 Citando Memoria 17 de abril 1892. (En Correspondencia Gobernación
de Magallanes 1892, Archivo Nacional).
1226 Op. cit. p. 73.
1227 Aylwin O., José. Comunidades Indígenas... Op. cit. p. 38.
1228 Op. cit. p. 40.
LA MEMORIA OLVIDADA
1229 Op. cit. pp. 40-41. Citando a Lipschutz, Alejandro y Grete Mostny: Cuatro conferencias sobre
los indios fueguinos. Revista Geográfica de Chile, Terra Australis. Año III, Nº 3. Santiago. 1950.
1230 Op. cit.
1231 Aguilera, Óscar. “Cultura Yagan...” Op. cit.
1232 Aylwin O., José. Comunidades Indígenas... Op. cit. p. 41. Citando a Ortiz-Troncoso, Omar:
“Los yámana: veinticinco años después de la Misión Lipschutz”. Anales del Instituto de la
Patagonia, Vol. IV, Nos 1 y 3. Punta Arenas. 1973.
1233 Op. cit. p. 71.
1234 Op. cit. p. 41.
C APÍTULO D ECIMOSEXTO : L OS PUEBLOS CANOEROS DEL SUR
variables. Por otra parte, de acuerdo al informe social de la Gobernación provincial –para
1995–, dos integrantes de la comunidad yámana tendrían un ingreso estable por su trabajo
en la administración pública de la zona. Op. cit.
1238 Aguilera, Oscar. “Cultura Yagán...” Op. cit.
1239 Por otra parte, a excepción de tres viviendas que se encuentran lejos del mar, las otras
viviendas de Ukika se encuentran dentro de los 80 metros de playa, cuya tuición, de acuer-
do a la Ley N° 18.255 de 1983, corresponde a la Subsecretaría de Marina (Ministerio de
Defensa Nacional). La restante población yagán habita viviendas obtenidas por medio de
los servicios de vivienda del Estado o construidas por ellos mismos, en la ciudad de Puerto
Williams. Aylwin O., José. Comunidades Indígenas ... Op. cit. p. 70.
LA MEMORIA OLVIDADA
ANEXO N° 9
INTERVENCIÓN DEL SEÑOR JUAN CARLOS TONKO PATERITO ANTE LA
COMISIÓN DE VERDAD HISTÓRICA Y NUEVO TRATO ACERCA DE LA
SITUACIÓN DEL PUEBLO KAWÉSHKAR
“Quiero en primer lugar quiero agradecer la invitación. Aparte de que es a última hora,
quiero hacer un alcance en ese contexto. Yo sé que la mayor parte de los pueblos originarios
vienen trabajando desde hace mucho tiempo en la Comisión, tienen harto trabajo adelanta-
do. No sé cuál sería la principal causa de que no se nos hubiese integrado antes a un trabajo
tan importante como éste. También quiero agradecer la visita de los integrantes de la Comi-
1240 Úrsula Calderón en el 2003 “iba a enseñar algunas palabras a los niños de la escuela de
sión que fueron a la zona de Magallanes para hacer un trabajo rápido de lo que nosotros
estábamos haciendo, a pesar de que esto ya llevaba su tiempo de maduración en el contexto
importante de lo que son las demandas indígenas del país. Ese es un primer alcance, y ojalá
que a futuro se nos tome en cuenta definitivamente y empecemos a trabajar todos en con-
junto como para tener una perspectiva y una visión importante referente a las distintas
ideas, costumbres, que podemos tener cada uno de los pueblos originarios.
“Quiero poner en antecedente, en primer lugar, la territorialidad del pueblo kawés-
qar. Yo creo la mayor parte de la gente aquí lo conoce, pero es importante también hacer un
poco de memoria. Tenemos en la parte norte de la zona austral de Magallanes, que limita
con la XI Región, el límite norte es la parte del golfo de Penas; y tenemos por el sur hasta el
seno Old Way y el seno Skairing. Tenemos antecedentes históricos de traspaso oral de que
hubo contactos importantes con la zona de Puerto Williams y también con el pueblo yagán.
Me atrevo a decir en estos momentos de que hay descendientes kawésqar en la zona de
Puerto Williams. 603
“Es un pueblo originariamente nómade recolector. El vasto territorio corresponde al
territorio de caza y recolección, por eso es bastante importante plantear en este momento el
problema territorial. Llevando un poco a la actualidad, si bien el pueblo kawésqar es cono-
cido por la zona de Puerto Edén, también tenemos comunidades indígenas en la zona urba-
na que es Puerto Natales y Punta Arenas. En Puerto Natales tenemos una comunidad indíge-
na residente y en Punta Arenas tenemos dos comunidades residentes que son Comunidad de
Residentes de Punta Arenas y Comunidad Indígena Kawésqar Canoeros Australes.
“Desde tiempos inmemoriales el pueblo kawésqar siempre se desplazó libremente por
la zona de los canales sin ningún impedimento y sin ninguna autorización absolutamente
de nadie. Cuando se instala el Estado chileno como tal empieza a surgir una serie de ele-
mentos de estatuto, de leyes que van fraccionando en gran medida y van disminuyendo el
andar de este pueblo nómada histórico. Se crean los parques nacionales, que fue un golpe
muy fuerte para el pueblo kawésqar, se crean los tratados de protección del medio ambiente,
de la flora y fauna, y en ese contexto el pueblo kawésqar se ve imposibilitado de hacer uso de
los recursos ancestrales naturales que existían en la zona.
“Están los tratados de conservación de los recursos naturales de la zona, específica-
mente un pueblo cazador, hay una ley, es una cosa paradójica. Prácticamente en años an-
cestrales nosotros nos comíamos el símbolo del Escudo nacional, que era alimentación pre-
dilecta del pueblo kawésqar en ese entonces, que era la única forma de alimentación. Después
tenemos la cacería de lobo que también está protegido por ley la flora y fauna existente en la
localidad también está protegida por ley. Entonces se ve en este sentido al pueblo originario
kawésqar imposibilitado de hacer uso de sus costumbres ancestrales.
“Posteriormente tenemos la llegada de los servicios públicos en la zona de Puerto
Edén, específicamente la escuela. No estoy en contra de la educación tradicional no origina-
ria de la zona. La escuela prácticamente provoca un daño bastante en lo que es el traspaso
ancestral de información hacia los jóvenes kawésqar. Anteriormente la familia, como podía
desplazarse en los distintos puntos geográficos de la zona, iban en grupos familiares y se iba
traspasando oralmente las costumbres ancestrales de nuestra gente. Pero se instala la escue-
la y empieza otra educación, otra enseñanza que impide en ese contexto el traspaso oral
informativo hacia los jóvenes. Específicamente me involucro en eso. Si yo no hubiese tenido
la posibilidad de haber estado con mi gente en la zona de Puerto Edén, haber hablado
kawésqar, la forma de hablar sería distinto. Por lo menos en mi contexto yo nací bilingüe en
LA MEMORIA OLVIDADA
la zona de Puerto Edén, soy la generación bilingüe de la zona del pueblo kawésqar por eso
no hay mucha diferencia en cuanto a acento. En cambio con mis hermanos que nacieron
antes de la escuela sí existe un grado de identificación en cuanto a acento y modulación. Por
lo menos en eso se diferencia lo que es la última generación de kawésqar que somos cuatro
más o menos, que no tenemos ese problema, que nacieron primero con la lengua madre que
es la lengua kawésqar pero posteriormente adoptaron el idioma español. En cambio en mi
caso fue distinto, aprendí los dos al mismo tiempo, por eso no hay mucha diferencia.
“Lo otro importante es cómo se va transformando la costumbre del pueblo kawésqar
con la instalación del Registro Civil en la zona de Puerto Edén. En tiempos inmemoriales
cada gente del pueblo kawésqar tenía su nombre originario. Cada cosa tenía su sentido,
cada nombre tenía su sentido y hay una gran gama de informaciones topográficas en la
zona, nombres de lugares donde el que nacía en ese en ese lugar le ponían el nombre origi-
nario de esa zona porque era perteneciente de ese lugar. Entonces cuando llega el Registro
604 Civil a Puerto Edén y como es tan complicado el nombre, como es tan difícil entenderlo, se
toma la determinación en ese momento en forma arbitraria de colocarle nombres de autori-
dades, colocarles nombres de Intendentes, de Gobernadores, hasta Presidentes de la Repú-
blica, algunos nombres de la isla originaria como la Wellington. Ahí tenemos María Ester
Wellington, tenemos una Fresia Alessandri, tenemos Francisco Sotomayor que se llamaba
Parte; tenemos a Carlos Renchi Sotomayor que se llamaba Chatjol, tenemos a Alberto Acha-
caz, que se llamaba Jateiyoj en lengua originaria, tenemos a Gabriela que se llama Taptap,
y una gran cantidad de gente a la que prácticamente se les quitó su identidad en ese sentido.
Porque el Registro Civil los hizo adoptar una identidad distinta.
“Otro factor importante, de qué manera se va arrinconando al kawésqar, impidiendo
su desplazamiento. Es cuando llega la Capitanía de Puerto en la zona de Puerto Edén.
Como antes habíamos introducido, habíamos dicho, que el pueblo kawésqar era un pueblo
nómade, que se dedicaban prácticamente a la recolección y desplazamiento en los distintos
puntos geográficos de la Región de Magallanes. Cuando se instala en la zona de Puerto
Edén la Capitanía de Puerto, viene una serie de reglamentaciones para hacer uso del litoral
y para hacer uso también de desplazamientos. Esto viene a incluir una serie de elementos de
instrumentos que se necesitan en la embarcación para salir a faenas. En cada movimiento
de embarcación que se haga hay que pedir una autorización a la Capitanía de Puerto, es
igual que un permiso de circulación. Si no hay esa autorización la gente no puede salir.
Como estaban acostumbrados en un momento determinado a tomar la idea de navegar por
los canales, no les avisaban a nadie y entonces podían ser libres en ese sentido en desplazar-
se de un punto a otro.
“Después de que llega la Capitanía de Puerto hay exigencias bastante importantes,
que son: primero que nada, tener equipo de salvamento dentro de las embarcaciones, ya sea
salvavidas, bengalas, algunos exigen radiocomunicación, el zarpe, que es el permiso para
ausentarse de la localidad. La gente que estaba en la zona no estaba acostumbrada a avi-
sarle a alguien como para salir de un punto a otro. En ese contexto hay un gran conflicto de
la gente antigua en torno a la autoridad marítima, la Armada de Chile en la zona de
Puerto Edén. Hay un gran problema, dicen: cómo usted me va a prohibir a mí, que yo he
navegado toda mi vida en embarcaciones mucho más pequeñas de las que tienen ustedes,
me vienen a decir que yo no me puedo ir a una isla que queda a dos horas de aquí, que
tengo que pedirle permiso a usted para que me otorgue esa posibilidad. La autoridad marí-
tima dice no, lamentablemente esas son reglamentaciones que vienen de los mandos supe-
C APÍTULO D ECIMOSEXTO : L OS PUEBLOS CANOEROS DEL SUR
riores. Hay una serie de problemas en ese sentido. El hecho de ir a buscar leña había que
pedir autorización para salir un par de horas y volver a tal hora, cosa que a la gente le
parecía muy extraño. De esa manera se va impidiendo el desplazamiento de la gente.
“Estoy tomando temas parcelados bastante grandes, porque es un tema bastante más
complejo de lo que se puede demostrar. Es un tópico importantísimo lo que estoy señalando.
Después viene todo lo que es el desplazamiento de la gente de Puerto Edén hacia Puerto
Natales y Punta Arenas. En los años 80 ocurre un gran problema natural se podría decir
en la zona de Puerto Edén que es el problema de la marea roja. Como la gente se vio impo-
sibilitada de salir libremente por los canales, se forma definitivamente un pueblo sedenta-
rio. Ya no es el pueblo nómada que habíamos conocido anteriormente sino que es un pueblo
sedentario reducido a una mínima expresión en la localidad de Puerto Edén. Algunas per-
sonas que ya estaban aburridas de vivir en Puerto Edén porque no ven ninguna posibilidad
de desarrollo, se desplazan hacia Puerto Natales y Punta Arenas. En Puerto Natales y en
Punta Arenas empiezan a formar las mismas condiciones que estaban viviendo en Puerto 605
Edén. Eran pescadores y en Puerto Natales también se dedican a lo que son los trabajos de
pesca artesanal, porque son marinos excelentes, son navegantes expertos en la zona y son
conocedores de los distintos puntos donde hay mayor posibilidad de sacar mercadería para
que les fuera ir bien en una faena de pesca en esta pesca. Son consideradas personas que
tienen gran conocimiento y pueden sacar en poco tiempo un provecho en cuanto a la faena.
Eso es lo que hacen en Puerto Edén. En jerga marítima se les llama “prácticos”, que son los
conocedores de la zonas importantes de los archipiélagos patagónicos.
“En Punta Arenas hay algunos que se dedican a trabajos urbanos. Algunos son
carpinteros, otros son maestros de ribera, algunos se dedican a hacer otros trabajos esporá-
dicos dentro de la localidad que es común en la mayoría de los pueblos originarios, los que
salen de la zona rural van a las ciudades a buscar mejores perspectivas de vida. De esa
manera se van formando en las ciudades las comunidades indígenas. Primero no se recono-
cían como tal. Cuando salieron de Puerto Edén la discriminación en la zona de Magallanes
fue bastante fuerte, específicamente en la zona de Puerto Edén referente a lo que nosotros en
esa época conocíamos como chilotes, que eran mapuche williche provenientes de Chiloé que
nunca se reconocieron como tales. Pero ellos, williches que venían de la zona Chiloé, y
nunca se reconocieron como williches, sino que la mayoría llegó a la zona de Puerto Edén
como chilotes, se autorreconocían como chilotes y no como williches, a pesar de que tenían
nombres originarios williches. Aparte de que ellos no se reconocían como tales, empieza ya
una discriminación bastante fuerte, nos decían “chonkis” a nosotros, que éramos los indios
de la zona. Posteriormente, cuando se crea la CONADI como institución, es decir, primero
CEPI y después CONADI –estamos hablando del año 1999 aproximadamente– cuando re-
cién en la zona de Puerto Edén la gente empieza, la gente que se llamaban chilotes en ese
tiempo, se empiezan a reconocer como williches. Y se empiezan a reconocer por una cosa
muy sencilla: porque ven de qué forma a la gente kawésqar vía proyectos le van llegando
recursos y ven le posibilidad que en ese momento están las instancias como para buscar los
recursos necesarios como para sacar un pedazo de la torta. Entonces ahí se empiezan a
reconocer como williches, como indígenas, pero no como una convicción, como nosotros ve-
níamos trabajando hace mucho tiempo, ni siquiera trabajando, sino que autorreconocién-
donos hace mucho tiempo con el tema kawésqar.
“Se nos decía antiguamente despectivamente alacalufes, pero informamos en distin-
tas áreas, en distintas partes que se nos denominaran como kawésqar. Nosotros somos kawés-
LA MEMORIA OLVIDADA
qar que quiere decir gente de carne y hueso. Porque kawe quiere decir piel, y qar que son los
huesos que componen el cuerpo humano. Pero alacalufes para nosotros prácticamente no
nos significaba absolutamente nada. Era un nombre que no tenía ningún significado y la
gente antigua que está en estos momentos en Puerto Edén y que tienen los conocimientos
histórico-culturales, nos empiezan a decir a nosotros los jóvenes, nosotros no somos alacalu-
fes, somos kawésqar. A mí me molesta que me digan alacalufe, porque yo no sé qué es lo que
me están diciendo. Y cuando me dicen kawésqar es el nombre originario de mi pueblo, el
nombre originario que nos decían a nosotros, que nuestros mayores nos enseñaron a decir
que nosotros éramos kawésqar.
“Según antecedentes, tenemos hasta el momento tres grupos kawésqar: uno que era
de la parte del Norte, que todavía no está dilucidado que en la zona de zona de Puerto Edén
la gente antigua los llama selknam. Yo no sé si selknam se les llamaba a los chonos o
definitivamente existía un pueblo kawésqar que tenía su límite desde Puerto Edén hacia el
606 Norte. Eso todavía no lo tenemos bastante claro, pero tenemos que seguir ahondando e
informándonos más en ese cuento. Después tenemos todo lo que es la zona de Puerto Natales
que son los kawésqar del Sur, que se le podría denominar así, pero que en idioma kawesqar
son los kaleqches que son que vivían en la zona de Puerto Natales. Hay una gran gama de
informaciones orales referentes a los kaleqches que eran bastante, lo que nos contaba la
gente antigua de que eran bastante bélicos, referente a la misma gente kawésqar. Son los
que usaban el arco en su forma para combatir. Cosa que la gente kawésqar del sector central
prácticamente no usaban ese tipo de armamento sino que solamente el arpón o la lanza
como son conocidos ahora.
“Esa información es importantísima en este momento porque ahí se ve el sector terri-
torial de pueblos originarios, específicamente kawésqar en la zona de Magallanes. Los
kaleqches serían todo lo que es la zona de Puerto Natales, lo que está enmarcado del cuadro
de aquí, como es preliminar, hay que mejorarlo un poco más, con más antecedentes que hay
que recoger en terreno. Y todo lo que es la zona de Punta Arenas hasta isla Dawson especí-
ficamente; y para más al sur son viajes esporádicos que hacía el pueblo kawésqar. Hay una
historia bastante linda de que un grupo kawésqar se embarcó desde Puerto Moliné al norte
de la isla Madre de Dios, en una embarcación de loberos cazadores holandeses específica-
mente, y llegan a la zona de Puerto Williams y lo único importante para ellos era el hacha,
porque con el hacha ellos podían cortar árboles y hacer sus propias canoas. Ese era el mate-
rial más importante que existía, que tenían ellos independiente aparte del fósforo y todo el
asunto. El hacha era la herramienta especial como para la subsistencia. Entonces trabajan
en la zona de Puerto Williams y hay momentos en que se aburren, no es por el maltrato,
sino que porque ya añoraban ver a su propia gente, se sentían bastantes extraños en la zona
de Williams con los yaganes. No es porque los hayan tratado mal sino porque añoraban
volver con los suyos y todo el asunto. Estaban a cargo de una embarcación lobera de esa
época y dejan bastante amarrado, bastante bien protegido la embarcación y se van de la
zona de Williams –todavía no identifico en qué lugar– y empiezan a hacer sus canoas, las
dos personas empiezan a hacer sus canoas y se demoran por lo menos seis meses hasta llegar
a la isla Madre de Dios. Solamente con el hacha y cazando con costumbres ancestrales en esa
época. Fueron dos personas los que llegaron a la zona de Williams.
“De ahí son antecedentes generales, históricos de lo que es el territorio kawésqar”.
C APÍTULO D ECIMOSÉPTIMO : E L PUEBLO R APA N UI
QUINTA PARTE
608
C APÍTULO D ECIMOSÉPTIMO : E L PUEBLO R APA N UI
CAPÍTULO DECIMOSÉPTIMO
Rapa Nui1242 es uno de los lugares habitados más remotos del mundo. Los 609
orígenes de su poblamiento se remontan al siglo V d.C. y los moradores
serían de procedencia polinésica. Estos pobladores desarrollaron durante
más de mil años una cultura aborigen compleja, conocida mundialmente
por la construcción de grandes estatuas megalíticas (moai), que represen-
tan a los antepasados.
Sus silenciosas ruinas, gigantescas estatuas de piedra y el extremo
aislamiento, han contribuido a crear un aire de misterio en torno a la Isla
de Pascua, denominada Rapa Nui por sus habitantes.
En primer lugar, se debe aclarar que los desarrollos culturales en ella
no tienen relación con los procesos que dieron forma a las culturas origi-
narias del resto del país, pues sus raíces emergen de una tradición poliné-
sica ancestral y la población asentada hoy en la isla, en su mayoría, des-
ciende directamente de los primeros pobladores que arribaron a ella hace
unos dos mil años.
Isla de Pascua desplegó una cultura cuyos grandes lineamientos son
de base polinésica, pero con rasgos distintivos importantes. Su economía
se sustentó en dos grandes actividades productivas: la agricultura y la pes-
ca. Su organización social y política se basó en un sistema de linajes cuyo
ordenamiento territorial se produjo mediante una división tribal de la tie-
rra, teniendo cada tribu o ure un territorio determinado y un jefe; exis-
tiendo, a su vez, un jefe de toda la isla o ariki mau, el cual era respetado
por todos y al que se le asignaban poderosas cualidades, producto de su
poder innato e inherente denominado mana.
Esta sociedad estaba fuertemente jerarquizada. Cada grupo social te-
nía una actividad definida: en la base del sistema estaban aquellos que no
pertenecían a la tribu de los Miru o los uru manu, por no ser parte de la
familia real. Estos entregaban sus tributos en alimentos y trabajo para la
1242 Este capítulo fue preparado por los profesores y especialistas Andrea Seelenfreund,
Alejandra Grifferos, Paloma Hucke y José Miguel Ramírez.
LA MEMORIA OLVIDADA
1243 En la literatura es frecuente leer la traducción de sacerdote como ivi-atua (del linaje de
los dioses) que también es traducido como los espíritus de los difuntos o ente sobrenatural.
(Fuentes, Jordi. Diccionario y gramática de la lengua de la Isla de Pascua. Editorial Andrés Bello.
Santiago. 1960). Métraux hace referencia a koromaki, como parte de la casta de los sacer-
dotes expertos en embrujos. En Mangareva se traduce el concepto de sacerdotes como tau-
ra y tahura. En Rapanui tahura hace mención a un experto y a los sirvientes del rey. No
sabemos si todos los sirvientes del rey también eran sacerdotes. (Métraux, Alfred. Ethnology
of Easter Island. Bernice Bishop Museum Press. Bulletin 160. Honolulu. Hawaii. 1971.
pp. 324-325)
1244 Los antecedentes históricos disponibles dan cuenta de que durante este período, la Isla
de Pascua fue visitada al menos unas ciento cuarenta veces por embarcaciones de distintas
nacionalidades.
1245 McCall, Grant. “European Impact on Easter Island. Response recruitment and the
Polynesian Experience in Peru”. Journal of Pacific History Nº 11, pp. 90-105. 1976.
C APÍTULO D ECIMOSÉPTIMO : E L PUEBLO R APA N UI
611
MAPA Nº 27
LA MEMORIA OLVIDADA
EL POBLAMIENTO ANCESTRAL
Mucho antes de que los polinésicos llegaran a estos lados del Pacífico, sus
antepasados se embarcaron en un viaje sorprendente. La colonización del
Pacífico comenzó hace varios miles de años, cuando poblaciones que hoy
1248 En la literatura especializada se traduce frecuentemente tribu como mata. Sin embar-
go, cada unidad de la confederación también se denomina mata. Hotus hace esta distinción
y se refiere a las tribus como ure. Mata también se traduce como pueblo o nación. (Véase
Fuentes, Jordi. Diccionario… Op. cit. p. 255. Métraux, Alfred. Ethnology of… Op. cit.: 119-120.
Alberto Hotus, comunicación personal)
1249 Goldman, Irving. Ancient Polynesian Society. The University of Chicago Press. Chicago.
1970. pp. 94-121. Métraux, Alfred. Ethnology of… Op. cit. pp. 119-139. McCall, Grant. Rapa-
nui: tradition and Survival on Easter Island. Univ. of Hawaii Press Honolulu. 1981. pp. 15-46.
1250 Descripciones detalladas de este tipo de estructuras se pueden ver en: Heyerdahl, Thor.
Archaeology of Easter Island. Vol. I. School of American Research and the Museum of New
México. Albuquerque. 1961. Métraux, Alfred. Ethnology of… Op. cit.: 283-307. Stevenson,
Christopher. “Corporate Decent Group Structure in Easter Island Prehistory”. PhD Disser-
tation. The Pennsylvania State University. 1984. Seelenfreund, Andrea. “Los primeros po-
bladores de Rapanui: 400-1868 d.C.”. En: Jorge Hidalgo, Virgilio Schiappacasse, Hans Nie-
meyer, Carlos Aldunate e Iván Solimano (Eds.), pp. 381-401. Prehistoria. Desde sus orígenes
hasta los albores de la conquista. Editorial Andrés Bello. Santiago. 1989. pp. 381-402. Martins-
son-Wallin, Helene y Paul Wallin. “Ahu and Settlement: Archaeological Excavations at
Anakena and La Perouse”. Editado por C. Stevenson y W. Ayres, pp. 27-44. Easter Island
archaeology: research on early rapanui culture. Easter Island Foundation Los Osos. 2000.
C APÍTULO D ECIMOSÉPTIMO : E L PUEBLO R APA N UI
1251 Cristino, Claudio; Andrés Recasens, Patricia Vargas, Edmundo Edwards y Lilian Gon-
zález. Isla de Pascua. Procesos, alcances y efectos de la aculturación. Instituto de Estudios de Isla de
Pascua. Universidad de Chile. Isla de Pascua. 1984. Flenley, John. “New Data and new
Thoughts about Rapa Nui”. En: C. Stevenson, G. Lee y F. Morin (Eds.). Easter Island in Pacific
Context. South Seas Sympsoium. Proceedings of the Fourth International Conference on Easter
Island and East Polynesia. University of New Mexico. The Easter Island Foundation. Los
Osos. California. 1998. pp. 125-128.
1252 Castro, Nelson. “Misioneros y milenaristas en Isla de Pascua, 1864-1914”. Tesis para optar
1254 Mayores detalles de estos sucesos se encuentran en: Conte, Jesús. Isla de Pascua. Hori-
zontes Luminosos. Centro de Investigación de la Imagen. Santiago. 1994; McCall, Grant. “Eu-
ropean Impact… Op. cit. y Véliz, Claudio. Historia de la Marina Mercante de Chile. Universidad
de Chile. Santiago. 1961.
C APÍTULO D ECIMOSÉPTIMO : E L PUEBLO R APA N UI
ficticios, como isla Paypay, Isla Estea, Isla Frinaley1255 y otras; incluso mos-
trando contratos supuestamente firmados por los nativos de aquellas...
1255Estas islas no existen. Los capitanes de los navíos inventaron estos nombres para dar una
apariencia de legalidad a su empresa. Muchos de ellos, además, presentaban a las autoridades
peruanas falsos contratos de trabajo, supuestamente firmados por los nativos de estas islas.
LA MEMORIA OLVIDADA
1258 Cristino, Claudio et al. “Isla de Pascua...” Op. cit.: 9, 10. Englert, Sebastián. Primer siglo
nal de Desarrollo Indígena. Santiago. 1996. Según Cristino, los documentos originales de
algunas de estas transacciones se encuentran en el Arzobispado de Santiago. (Cristino et al.
“Isla de Pascua” Op. cit.: 10.
1261 Op. cit. p. 10.
1262 Conte, Jesús. Isla de Pascua. Horizontes… Op. cit. p. 168.
1263 McCall, Grant. “Riro, Rapu and Rapanui: Refoundations in Easter Island Colonial His-
tory”. Rapanui Journal, Nº 3, pp. 112-122. Vol. 11. Los Osos. California. 1997.
C APÍTULO D ECIMOSÉPTIMO : E L PUEBLO R APA N UI
1264 Cristino, Claudio et al. “Isla de Pascua...” Op. cit. Castro. “Misioneros y Milenaristas...”
2001. p. 72.
1267 McCall, Grant. “Riro, Rapu...” Op. cit. p. 113.
1268 Rochna-Ramírez, Susana. La propiedad... Op. cit. pp. 23-24.
LA MEMORIA OLVIDADA
1269 Este certificado tiene como testigos a un danés que trabajaba para Dutroux Bornier, a
su esposa Koreto y a otros tres rapanui que trabajaban para Dutrou Bornier. (Vergara, Víc-
tor. La Isla de Pascua: Dominación y Dominio. Anexo XVII. Publicaciones de la Academia Chi-
lena de la Historia. Santiago. 1939).
1270 Rochna-Ramírez, Susana. La propiedad... Op. cit. p. 24.
1271 Existe una serie de versiones del asesinato de Dutrou Bornier, una de ellas es que fue
en manos de rapanui. Para mayores detalles sugerimos ver Routledge (1919), Estella (1920),
Conte (1996), Fischer (2001) y McCall (1976).
1272 McCall, Grant. “Riro, Rapu and Rapanui…” Op. cit.
1273 Cristino, Claudio et al. “Isla de Pascua...” Op. cit.
1274 Cristino, Claudio et al. “Isla de Pascua...” Op. cit. pp. 12-15. Vergara, Víctor. La Isla de
Pascua Op. cit.: 42. Rochna-Ramírez, Susana. La propiedad... Op. cit. p. 25.
C APÍTULO D ECIMOSÉPTIMO : E L PUEBLO R APA N UI
623
MAPA Nº 28
LA MEMORIA OLVIDADA
“Me parece que la República no puede dejar escapar esta ocasión de apro-
piarse muy legítimamente de un punto importante sobre sus costas; esta isla
es buena para llevar deportados, pero la utilidad más grande que puede
Chile obtener de ella es el impedir, en un caso de guerra, de que una nación
extranjera instale allí un barco a vapor...”.
buena tierra... Podemos más tarde negociar una venta entre la República y
los naturales transportados acá1277 para la cesión de sus tierras pero lo esen-
cial para nosotros es vender lo que nos pertenece...1278.
625
En estas negociaciones un personaje clave será Policarpo Toro, quien
actúa como intermediario en las negociaciones con la iglesia. Realiza va-
rios viajes a Tahiti, recalando antes en Pascua, donde aprovecha de nego-
ciar con Arii Paea Salmon la posibilidad de comprar terrenos de propiedad
de los hermanos Salmon, propietarios de los animales comprados a Tepa-
no Jaussen y de los terrenos de los nativos en el sector de Vaihu, y propie-
dades de John Brander, sucesor de la Sociedad Brander-Bornier.
Así, a mediados de 1887, Toro suscribe un contrato con el señor Tati
Salmón por sus propiedades en Pascua. Regresa a Valparaíso con la escri-
tura de compra y venta de las propiedades de los hermanos Salmon, con
un compromiso de venta de las propiedades de John Brander y el traspaso
de la jurisdicción eclesiástica a Santiago.
En carta al Ministro del Interior, fechada en febrero de 1888, Toro
enumera a las personas que aducen propiedades en Pascua como:
“1° Los misioneros franceses (por terrenos), 2° Mr. Tati Salmon (por anima-
les comprados a la Misión), 3° A. Salmon (por terrenos comprados a los
indios), 4° Mr. John (animales y tierras compradas a la sucesión Brander),
5° Sucesión Bornier en juicio con sucesión Brander y, 6° Los indígenas, como
primitivos dueños y señores”.
bre la que no podía aventurar nada por hallarse dicha parte en litigio”.
Asimismo explica las razones por las cuales en las transacciones él aparece
como negociador privado (...) “la escritura de venta, firmada por el Señor
Brander en Santiago, no podía tener resultados positivos por cuanto el
señor Brander no es el único ni verdadero dueño de la propiedad...”1280.
Finalmente, en abril de 1888, Toro recibe instrucciones del Ministro
Vicente Dávila Larraín para comprar las propiedades de Salmon, pagando el
monto convenido de 2.000 libras esterlinas. Su hermano, el capitán de Ejér-
cito, Pedro Pablo Toro, es nombrado “subinspector de colonización” y debe
dejar en la isla a dos familias de colonos junto a su hermano. Propicia
también el traspaso de la jurisdicción eclesiástica a Santiago, con la escri-
tura de compra y venta de las propiedades de los hermanos Salmon, y un
626 compromiso de venta de las propiedades de John Brander. El capitán
Policarpo Toro arriba a Pascua junto con su hermano Pedro Pablo Toro
para negociar, tomar posesión oficial y duradera del territorio a los jefes
rapanui.
El día 9 de septiembre de 1888 se firma un documento de cesión –Vaai
Honga Kaina– y una proclamación –Vananga Haake–, ambos redactados en
español y en una mezcla entre rapanui y tahitiano antiguos. El texto en
español del documento de cesión fue trascrito por Vergara en 1939. En
1974, los originales de este documento fueron entregados a Grant McCall
por los ya ancianos Juan Riroroko Mahute y su esposa Luisa Tuki Kaituhoe
para su custodia hasta que los tiempos sean propicios1281. El acta es bastante
concisa y el texto en español no hace alusión a la propiedad de la tierra, solo
hace referencia a la cesión de soberanía al Gobierno de Chile y especifica
que los jefes rapanui se reservan el título de jefes del que están investidos.
El texto en rapanui/tahitiano difiere en algunos puntos sustanciales con el
escrito en español. Este último habla de cesión de tierras; sin embargo, en el
texto rapanui se usa el concepto de mau te hoa kona “amigo del lugar”. Re-
cordemos que pocos años antes los isleños en varias instancias solicitaron al
gobierno francés establecer el protectorado. No se habla de ceder tierras o
su propiedad. De hecho, el texto en español habla de ceder para siempre y sin
reserva la soberanía, mientras que el texto rapanui/tahitiano traducido al
rapanui moderno dice, ia i haka tika i ta ite runga, iraro ina he kainga kai ta,
vale decir, “escribir sobre lo de arriba” , refiriéndose a lo superficial del terre-
no, “lo de abajo no se escribe aquí”, o sea, no entra en el acuerdo, haciendo
alusión al kainga, el territorio. Según la tradición oral, el entonces ariki Ata-
mu Tekena, como gesto simbólico y para reafirmar el acuerdo entre las par-
tes, cogió un trozo de pasto con tierra entregándole el pasto a los comisa-
1280 Consejo de Ancianos Rapanui. “El Pueblo Rapanui”. Documento de Trabajo Nº 63.
* La traducción de este documento fue hecha por Antonio Tepano Hito, Tera’i Hucke Atán,
Mario Tuki Hey y Raúl Teao Hey, a partir de los resultados de sesiones de discusión y análisis
realizadas en Rapa Nui durante gran parte del año 2002.
LA MEMORIA OLVIDADA
628
Dos hojas tamaño “oficio“. Originales presentados el 31 de enero de 1974 por Don Juan
Riroroko Mahute & Doña Luisa Tiki Kaituoe. Conservados en el archivo particular de Grant
McCall, University of New South Wales, Sydney, Australia.
C APÍTULO D ECIMOSÉPTIMO : E L PUEBLO R APA N UI
* La traducción de este documento fue hecha por Antonio Tepano Hito, Tera’i Hucke Atán,
Mario Tuki Hey y Raúl Teao Hey, a partir de los resultados de sesiones de discusión y análisis
realizadas en Rapa Nui durante gran parte del año 2002.
LA MEMORIA OLVIDADA
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Dos hojas tamaño “oficio“. Originales presentados el 31 de enero de 1974 por Don Juan
Riroroko Mahute & Doña Luisa Tiki Kaituoe. Conservados en el archivo particular de Grant
McCall, University of New South Wales, Sydney, Australia.
C APÍTULO D ECIMOSÉPTIMO : E L PUEBLO R APA N UI
rios, quedándose ellos con la tierra, queriendo decir con esto que otorgan la
soberanía al Gobierno chileno, pero se reservan el derecho inalienable y
ancestral de su tierra1282. Estella recoge las versiones de los isleños que re-
cuerdan ”...que traía el capitán tres sacos de plata uno para el señor Bran-
der, otro para el subdelegado y el tercero para el rey de la isla (?)... El rey
rechazó el saco de dinero diciendo: ”... lleva tu plata, que yo, ni ningún
kanaka, hemos vendido terreno alguno...”1283.
El rey, en ocasión que Pedro Pablo Toro ya estando solo en la isla, iza
la bandera chilena, diciéndole:
1282 Hucke, Paloma. Mata Tu’u Hotu Iti. Editorial Tiempo Nuevo. Santiago. 1995. p. 25.
1283 Estella, Bienvenido. Los Misterios de... Op. cit. pp. 141-142.
1284 Op. cit. p. 141.
1285 El Ferrocarril, 26 de septiembre de 1888. El mismo texto se reproduce en el Estandard
do de ese viaje sin objeto práctico, sin utilidad para el Estado sin gloria para
nuestra bandera. La ocupación de Pascua tiene sabor a filibustería1286”.
1291 Hotus, Alberto. “Histórica violación de derechos humanos del pueblo Rapanui”. Revista
Chilena de Derechos Humanos, pp. 7-22. Academia de Humanismo Cristiano. Santiago. 1988.
p. 7.
1292 ODGA 4º trimestre, 1902.
1293 Rochna-Ramírez, Susana. La propiedad... Op. cit. p. 28.
1294 Vergara, Víctor. La Isla de Pascua... Op. cit. Porteous, Douglas. “The Modernization of
Easter Island”. Western Geographical Series. Vol. 19. Department of Geography. University of
LA MEMORIA OLVIDADA
Victoria, Victoria. Editorial Address. British Columbia, Canadá. 1981. McCall, Grant. “Ra-
panui: Tradition and Survival...” Op. cit. pp. 47-65.
1295 Vergara, Víctor. La Isla de Pascua... Op. cit.
1296 Para mayores detalles de este movimiento, véase a Nelson Castro. “Misioneros y Mile-
libremente por los campos. Esta práctica se mantuvo hasta los años sesen-
ta, e incluso no fue modificada por las autoridades navales1297.
“Se cerró gran parte de Pascua y nos dejó la parte donde está Hanga Roa... y
tú sabes que es pura piedra esa cuestión... y algunas partes para sembrar,
pero se redujo a Hanga Roa, los rapanui, los ciudadanos, claro. La Compañía
ocupaba la mayoría de la isla y nosotros quedamos reducidos ahí. Para entrar
al fundo de la Williamson teníamos que pedir permiso, una semana antes,
para poder ir a pescar o marisquear, porque otra cosa no se podía hacer1298”.
“...la situación en la isla era mala en primer lugar por existir en ella una
gran miseria y porque había hambre. Los naturales no tenían qué comer, no
se les vendía carne, no se les permitía salir a pescar y se los mantenía en la
más completa ociosidad a fin de impedir que pudieran ganarse su subsisten-
cia...1300”.
“...Ellos marcaban el valor del saco de maíz. Ellos marcaban los pre-
cios, los valores del trabajo”1301.
1297 Cristino, Claudio et al. “Isla de Pascua...” Op. cit. Hotus, Alberto. “Histórica violación de
derechos...” Op. cit. Porteous, Douglas. “The modernization...” Op. cit.
1298 Laharoa, Juan. 19 de mayo, 2002.
1299 El capitán de navío don Luis Stuven efectúa aquellos trabajos hidrográficos necesarios
para completar los realizados en años anteriores y, además, establece las relaciones entre la
compañía explotadora y los nativos (Revista de Marina…).
1300 Fischer, Hermann. Sombras sobre... Op. cit.: 50.
1301 Laharoa, Juan. 19 de mayo, 2002.
1302 Para mayores detalles de estos acontecimientos, véase Estella, Bienvenido. Los Misterios
“En una palabra estos son los cuarenta dueños de Han-ngapiko, de Matave-
ri y de Ranohao... Vosotros decid al señor Brander que no entregue en venta
el terreno al señor Toro. Esto es lo que Ud. entregará al señor Toro: anima-
les, caballos, animales vacunos y corderos: esto ha de entregar en venta al
señor Toro”.
1308 Copia del documento en anexo 3. Para mayores detalles refiérase a Grant McCall;
“En la vida natural de los isleños no existía ninguna de las condiciones que el
ser humano conociera como condiciones mínimas para existir en el siglo XX.
Se carecía de agua potable y sólo la lluvia proveía del vital elemento. No se
conocía ningún medio de iluminación casera, porque las velas o bujías eran
un lujo que no estaba al alcance del dinero que obtenían los isleños en las
labores de la esquila de las ovejas, trabajo estacional de un mes al año, única
forma de ingreso para hombres y mujeres. Se desconocía por completo la
asistencia médica y sanitaria; no había medicinas ni elementos de desinfec-
640
ción para cualquier emergencia...”.
1313 Charlín, Carlos. Del Avión Rojo a la República Socialista. Editorial Quimantú. Santiago.
1970. p. 851.
1314 Archivo Nacional. Fondo Intendencia Valparaíso. Vol. 919, pp. 1926-1947. Folio 6.
1315 Archivo Nacional. Fondo Intendencia Valparaíso. Vol. 919, pp. 1926-1947. Folio 12.
C APÍTULO D ECIMOSÉPTIMO : E L PUEBLO R APA N UI
1321 El acuerdo de voluntad nunca fue ratificado por el Estado de Chile y, en consecuencia,
se pone en cuestión la inscripción en el Conservador de Bienes Raíces de Valparaíso (1933).
1322 Eich, George. “Notas sobre la Isla de Pascua”. 1898. En: Conte, Jesús. Isla de Pascua.
la Isla de Pascua. Instituto Geográfico Militar. Santiago. 1947. pp. 19-21. Banderas, Manuel.
La Esclavitud en la Isla de Pascua. Imprenta “Asís”. Santiago.1946. Helfritz, Hans. La Isla de
Pascua. Ediciones Fretz & Wasmuth. Zürich. 1953.
1324 Jara, Álvaro. Legislación Indigenista de Chile. Instituto Indigenista Interamericano. Méxi-
co D.F. 1956. pp. 23-24. Grifferos, Alejandra. “La otra cara...” Op. cit. p. 20.
C APÍTULO D ECIMOSÉPTIMO : E L PUEBLO R APA N UI
produjo tres años antes de finalizar el último contrato de arriendo (el contrato vigente era
a veinte años, contados a partir del 1 de enero de 1936). Entre las razones que convergieron
para que el gobierno cancelara dicho contrato, estaba el creciente interés del país por Isla de
Pascua“. (Rochna-Ramírez, Susana. La Propiedad... Op. cit. p. 44)
1330 Diario La Unión de Valparaíso, 15 de febrero de 1950.
LA MEMORIA OLVIDADA
En esa época:
“...el cuidado de los rebaños sería sumamente fácil sin los indígenas, que no
cesan de robarnos. Lo mismo que se apoderaron de los primeros corderos
traídos por los misioneros, habrían continuado robando los nuestros, de no
haber tomado las debidas precauciones. Por tal motivo, separamos la aldea
y sus alrededores con una cerca de alambres de púas, y organizamos una
policía indígena que se compone de elementos honrados y adictos a la com-
pañía. Nadie, después de la caída del sol, está autorizado para franquear la
barrera sin autorización especial1334”.
Cook. En 1958, una embarcación escapa con ocho enfermos de lepra, los
que desaparecen, y así se pueden mencionar varios otros casos1335.
Con cierta melancolía de los hechos pasados, Sorobabel Fati recordó,
“...yo fui preso, me fui de pavo en un barco al Conti, somos 12 que hacen lo
mismo. Apareció la policía marítima y nos llevaron, estuvimos en el cuartel
Silva Palma, pascuenses de rodillas bajo ahí...”. (Febrero, 1996)
Hacia 1952, Frodden constataba que las ansias de salir de la Isla, aun-
que fuera temporalmente, se debía a que Pascua se encontraba muy dis-
tante de otro centro poblado y la visita de los barcos abría la imaginación
hacia otros horizontes. Además, “...es una conocida característica de todas
las poblaciones isleñas especialmente en este caso de isla muy aislada...”1338.
La visita de los barcos incitaba a aventurarse y llamaba a buscar nuevos
rumbos.
A juicio de algunos rapanui, la prohibición de salir era solo una “...vil
excusa e incluso la Compañía Williamson & Balfour hizo un trato con la
Armada para prohibir viajar por la lepra...”1339. El siguiente comentario
de Gaona afirma que:
“...se evita por todos los medios posibles que gente imparcial y con criterio
propio llegue hasta esa lejana posesión nacional y desvirtuando comenta-
rios relate los hechos vistos y palpados en el calor de un hogar nativo, junto
al curanto (sic) o en las fiestas al suave compás del “Opa-Opa”, o convivien-
do con ellos los días de permanencia del barco en la Isla...1340”.
1335 Cristino, Claudio, et al. “Isla de Pascua” Op. cit. Galleguillos, H. Tama Te Ra’a O Pascua,
Isla del Sol Naciente. Editores Hergon Libros. Santiago. 1974.; McCall, Grant. “Rapanui and
Chile…” Op. cit. Fischer, Hermann. Sombras sobre... Op. cit.
1336 Op. cit.
1337 Alfredo Tuki, febrero 1996.
1338 Frodden, Carlos. “Informe de la CORFO sobre la Isla de Pascua”. Santiago. 1952. p. 8.
1339 Policarpo Ika, febrero 1996.
1340 Gaona, Renato. “Rapa Nui: su Historia...” Op. cit. p. 49.
LA MEMORIA OLVIDADA
a) El lunes fiscal
Si bien los nativos no estaban sometidos a trabajos forzados, tal como
lo reiteraron expresamente los Reglamentos y Disposiciones Navales, en
la práctica se fue articulando en Rapa Nui una singular tecnología de pro-
ducción y disciplinamiento, denominado Lunes Fiscal. Para la Armada, el
lunes fiscal era una modalidad de trabajos obligatorios no remunerados,
que estaba pensado como una alternativa viable que permitiría encauzar
el progreso y desarrollo de la Isla.
El Lunes Fiscal, fue instaurado en la década de los años veinte y con-
sistía en que los hombres de 18 a 45 años prestaban servicios de utilidad
pública durante todos los días lunes del año. El trabajo debía realizarse en
faenas requeridas por la Compañía Explotadora. Esta modalidad se man-
646 tuvo hasta el año 1965.
Para los rapanui, “...el lunes fiscal es parte de la injusticia que vinieron
arrastrando por mucho tiempo...”1341. De tal modo que el rapanui, “...no
tenía el derecho a exigir el salario justo del trabajo. El Lunes Fiscal creado
por la Armada para que el pascuense pagara el derecho de vivir en esta
Isla...”1342.
A juicio de Hotus “... pagar el derecho de vivir en esta Isla... “se refie-
re a que, “...el pago de contribuciones e impuestos era reemplazado por el
Lunes Fiscal, transformando de este modo el gravamen real de los im-
puestos en un gravamen de carácter personal...”1343.
La desobediencia a trabajar un Lunes Fiscal, también era castigada.
En el Informe Naval de 1957, se señala que un día lunes se citó a los
rapanui entre los 16 y 45 años de edad para trabajos de adelanto munici-
pal. Razones como la esquila, el kokongo1344 y la grasería impedían aprove-
char este trabajo. En esta ocasión faltaron quince que:
al Informe Naval de 1957, la actuación de este jurado nativo fue eficaz con
relación a las penas frente a infracciones cometidas por jóvenes, pero al
tratar querellas sobre intereses, “... los afectados se niegan a acatar la tota-
lidad de la sentencia...”1346.
A su vez, el papel de Juez continuó en manos del Gobernador de la
Isla, “...quien puede rebajar o aumentar en un grado la pena y hace las
veces de una Corte de Apelaciones...”1347. El Gobernador, junto con el
ejercicio de ese importante cargo, debía cumplir con otras responsabilida-
des, como ser Oficial del Registro Civil, Capitán de Puerto, Jefe Militar de
Puerto y otros, que lo convertían en la máxima autoridad de Pascua. Por
su parte, el Alcalde actuaba como fiscal, “...era el acusador...”1348. Esta
alianza entre los agentes del Estado y algunos miembros del liderazgo ra-
panui fue importante para el mantenimiento de este orden de cosas. 647
En cuanto a la labor administrativa desarrollada por autoridades de
la Armada, existen opiniones que contradicen la actitud y el carácter de
ciertos Gobernadores, señalando así enfáticamente algunos, que hubo fun-
cionarios que ejercieron esta delicada misión con una visión progresista y
mucha justicia, labor altamente beneficiosa para los rapanui. De tal forma
“...Arentsen fue un Gobernador muy bueno, ayudó a la gente de menos
recursos, hubo mucha amistad de la gente de la isla con él...“1349. Por el
contrario, hubo ciertos funcionarios de quienes se guardan tristes recuer-
dos, “...había un Gobernador aquí que amarraba con cadenas, no pueden
andar, a las mujeres cortaban el pelo...”1350.
Al mencionar las crueles actitudes de algunos funcionarios navales
que atentaron contra la integridad física nativa, Carlos Rapu recordó que
a los diecisiete años sufrió un acoso sexual por parte de un dentista de la
Armada. Un día lo invitaron a la fiesta de un Coronel y el dentista, Te-
niente Julio Flores, “...lo abrazaba, incomodándolo”. Al momento de reti-
rarse, el dentista lo “tiraba”, porque se retiraba con la niña que lo acompa-
ñaba. En otra ocasión, se produjo una situación similar.
Producto de esto John Martins citó a Carlos Rapu a declarar, pero el
Teniente Julio Flores negó las acusaciones. John Martin llevó a Carlos
Rapu al calabozo –edificio de piedra–, le desnuda y golpea hasta dejarlo
inconsciente para que negara los cargos. A la mañana siguiente, relata
Carlos Rapu que “...llegó mi mamá con un cura y de ahí resucité, quedé
todo moreteado, me pegó con un tonto de goma... “, incluso en presencia
de otros rapanui. El gobernador “...torturaba hasta la misma gente de
ellos...”1351.
nudos y para nosotros ningún problema; pero fuimos castigados por ese
acto de bañarse desnudos y presos en la torre (calabozo) una semana a pan
y agua, 12 años teníamos con Benito Rapahango, la dieta era un pedacito de
pan y una tacita de agua con sal...1357”.
“...ya que trato de este punto, es decir dar mando civil al Subdelegado Ma-
rítimo poniendo a sus órdenes una policía me vino una duda, que traté i
discutí con el citado subdelegado, i es ¿A qué jurisdiccion i Corte corres-
ponde, el fallo de los crímenes ó delitos que se cometieran en la isla?-no se
tiene allá el menor conocimiento de ningún decreto sobre este importante
punto...”1361.
Este problema fue resuelto hacia 1917, cuando la Isla pasó a depen-
der de la Dirección del Litoral y de Marina Mercante de Valparaíso. Pero
siguió subsistiendo el inconveniente de que las conductas catalogadas como
delictuales eran aquellas que, formando parte del universo nativo, signifi-
caban un quiebre en el esquema de relaciones productivas implementado
por los arrendatarios. Alberto Hotus había sido enfático al señalar que la
administración de justicia “...no consideró que esta es una etnia y que
tiene un criterio, un pensamiento totalmente diferente a la gente del con-
tinente...”1362 y, a la vez, cambió radicalmente la forma de vida de los
rapanui. Lo que ellos no consideraban delito se convirtió en delito “...si yo
veo plátanos maduros aquí, yo entro, saco y después aviso y no ha pasado
“...estaba marcado que ellos eran los blancos y nosotros éramos negros. Los
blancos eran los marinos, los enfermeros del hospital y el que estaba a cargo
650 de la radio que se comunicaban al continente...”1366.
1370 Se debe aclarar aquí que los castigos denominados “trabajos públicos” no eran efectiva-
mente tales, en realidad eran trabajos forzados en la hacienda ovejera, que generaba bene-
ficios económicos para la Armada.
LA MEMORIA OLVIDADA
que la isla, a juicio de los isleños, como lo declara Antonio Tepano, conti-
nuara siendo (...) “una hacienda de la Armada donde rapanui no tenía
ningún derecho...”1371.
McCall reitera esta situación, al argumentar que en el período de
Tuición de la Armada (1953-1965), “...los crímenes insignificantes tales
como insultar a un chileno eran castigados y humillados públicamente,
incluso con azotes...”1372.
Insistiendo en este hecho, hacia 1965 los rapanui señalaron deter-
minantemente “...que se les da el tratamiento correspondiente a una co-
lonia oprimida, por el hecho de que la Isla tiene una Gobernación Na-
val...”1373.
El control ejercido por la Armada, fue percibido por los rapanui como
652 la continuación del sistema colonial diseñado por la Compañía Explota-
dora en las décadas pasadas. El sistema establecido por la Armada era vis-
to por los rapanui como el mayor obstáculo para el desenvolvimiento de
la autonomía comunitaria:
Esta cita es parte de una extensa carta que enviaron los rapanui al
entonces Presidente de Chile y que fue ampliamente divulgada por la prensa
nacional. Para dar término a esta situación, los isleños liderados por Al-
fonso Rapu1375, protagonizaron un movimiento de resistencia a fines de
19641376, en el cual las denuncias principales se condensaron: en la prohi-
bición de viajar al continente; que la Armada se había apoderado del Fun-
do Central de la Isla; la negación de transitar libremente por la isla; y la
aplicación de crueles castigos. A esto se añade una posible anexión a la
Confederación Polinésica. De esta manera, Rapu enfrentó a la administra-
ción naval y puso en cuestionamiento la gestión de ciertos agentes aposta-
dos en Isla de Pascua.
Nui con el título de Profesor Normalista. Entre ellos venía el joven Alfonso Rapu, quien se
había recibido en 1963 como profesor de la Escuela Normal José Abelardo Núñez de Santiago
y que el Ministerio de Educación había designado para trabajar en la escuela pública de Han-
ga Roa. Desde que llegó a la Isla, Rapu se propuso llevar a cabo algunas tareas de adelanto
general, lo que le permitió convertirse en un prominente miembro de su comunidad.
1376 Sobre el Movimiento del año 1964, consúltese la tesis de la Licenciada en Historia,
1377 El Poder Legislativo chileno se vio obligado a discutir, tras el movimiento anticolonia-
lista de Rapu, la necesidad de adecuar la legislación nacional considerando que “los antece-
dentes antropológicos y psicológicos y las características demográficas y sociales de la Isla,
son absolutamente distintas de las que caracterizan a la población continental”. (Sesión 27ª
del Senado de la República. 3 de noviembre de 1965)
LA MEMORIA OLVIDADA
Rapa Nui”. Revista de Ciencias Sociales. Universidad de Valparaíso. Valparaíso. 2000. p. 114.
1379 Véase: Grifferos, Alejandra. “Entre palos y piedras: La reformulación de la etnicidad en
Rapanui. Isla de Pascua 1966”. Estudios Atacameños Nº 19, pp: 121-133. Universidad Católica
del Norte. San Pedro de Atacama. 2000.
C APÍTULO D ECIMOSÉPTIMO : E L PUEBLO R APA N UI
1380 Los sistemas de organización tradicional operan especialmente a través del Consejo de
Ancianos, en el que las diversas familias (mata) tienen su representación, los que están
encabezados por un presidente.
C APÍTULO D ECIMOSÉPTIMO : E L PUEBLO R APA N UI
Ley 3220 Destina fondos para construir lazareto para leprosos y una
Diario Oficial 9.02.1917 escuela y dispone que quedará sometida a la dirección del
Territorio Marítimo de Valparaíso modificada por ley 16.441 1966
art. 42.
Ley 3254 D. Of. 27.08.1917 Dispone que la contribución de haberes correspondiente a las
propiedades raíces y muebles no se cobrará hasta el 1 de enero
de 1919.
D.L. 334 D. Of. 11 .08.1932 Fija al subdelegado marítimo grado 11 de escala de estatuto
administrativo.
D.L. 649 D. Of. 11 .10.1932 Dispone que el personal de los Ministerios de Guerra, Marina e
Interior que trabaje en la isla, percibirá gratificación del 25% de
sus remuneraciones.
D.L. 6432 D. Of. 25 .10.1939 Autoriza al Presidente de la República invertir el 25% del
producto de la diferencia entre el precio de franqueo y el de la
venta de las estampillas que indica, en obras de salubridad
en la isla.
D.L. 889 art. 34 D. Of. 21.02.1975 Indica franquicias tributarias de excepción para la Isla de Pascua.
Dto. 868 Hac. D. Of. 25.07.1975 Destina fondos para adquirir hospital prefabricado para la isla.
D. S.213 D. Of. 1976 Modifica los límites del Parque Nacional y se pasa a llamar
Parque Nacional Rapa Nui.
Instrumento Legal y Año Descripción de contenidos principales
D. Ley 2.885 D. Of. 1979 Dictamina la regularización de la propiedad mediante el
otorgamiento de títulos gratuitos de dominio a los poseedores
regulares y dicta normas sobre la administración de terrenos
fiscales en la isla.
D. Supremo N° 781 D. Of. 1983 Modifica nuevamente los límites del Parque Nacional quedando
con 6.666 hectáreas.
C APÍTULO D ECIMOSÉPTIMO : E L PUEBLO R APA N UI
1383 Andueza, Pablo. “Hacia el Reconocimiento de los Derechos Políticos de los Pueblos Ori-
ginarios: El Modelo de Cogestión en Isla de Pascua”. Estudios Atacameños N° 19, pp. 113-120.
Universidad Católica del Norte. San Pedro de Atacama. 2000.
1384 Respecto de otras normas y leyes aplicables en la isla, entre las nacionales destacan la
Ley de Bosques (Decreto N° 4.363, de 1940), la Ley de Monumentos Nacionales (N° 17.288,
de 1970), la Ley que crea el Sistema Nacional de Áreas Protegidas del Estado (N° 18.362, de
1984) y la Ley de Bases Generales del Medio Ambiente (N° 19.300, de 1994). Una de las
funciones definidas en la Ley Indígena, respecto a la protección de los recursos naturales, es
la de colaborar con CONAF en la administración del Parque.
Entre los tratados internacionales, destacan la Convención para la Protección de la Flora y
Fauna (Convención de Washington, de 1940, ratificada por Chile mediante Decreto N° 531,
de 1967); la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural
(ratificada mediante Decreto N° 259, de 1980), la Declaración de Naciones Unidas sobre
Ambiente y Desarrollo de 1992 (Cumbre de Río), la Agenda 21 y su expresión específica en
la Resolución de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sustentable de Pequeñas Islas-
Países en Desarrollo, también llamada Declaración de Barbados, de 1994.
En 1995, el Parque Nacional Rapa Nui se inscribió en la Lista del Patrimonio Mundial de la
UNESCO, de acuerdo con la Convención del Patrimonio Mundial Cultural y Natural, aprobada
por la Conferencia General de la UNESCO en su 17ª reunión, realizada en París en noviem-
bre de 1972. Esta Convención fue suscrita y luego ratificada por Chile en 1980, rigiendo
como Ley de la República. En virtud de lo anterior, esta Convención compromete a los
Estados que la suscriben a identificar, proteger, conservar, rehabilitar y transmitir a las ge-
neraciones futuras el patrimonio cultural y natural situado en su territorio, reconociendo
que esta función les incumbe primordialmente, y que deben actuar con ese objetivo por su
propio esfuerzo y hasta el máximo de los recursos de que dispongan.
LA MEMORIA OLVIDADA
derecho todos los rapa nui, mayores de edad, que voluntariamente se ins-
criban en dicho registro. Además, la Ley 19.253 reconoce expresamente al
Consejo de Ancianos Rapa Nui y garantiza su participación en la Comisión
de Desarrollo de Isla de Pascua a través de su presidente.
Por otra parte, también en este período, como se ha dicho para los
años ochenta, se ha elaborado una serie de planes y propuestas de desa-
rrollo estratégico, como también se han constituido diversas comisiones
de estudio.
En 1993, MIDEPLAN elabora un documento denominado “Estrate-
gia de Desarrollo de Isla de Pascua”, en el cual se enumeran una serie de
acciones, programas y proyectos, algunos de los cuales se han ido ejecu-
tando en los últimos años.
660
En 1994, el Consejo Regional V Región crea con la Cámara de Dipu-
tados una Comisión Especial Insular para afrontar el estudio de soluciones
definitivas a una serie de problemas que aquejan a la comunidad rapanui.
Esta Comisión elaboró un extenso documento con propuestas concretas,
especialmente en lo referente a la elaboración de un plan de “Desarrollo
Estratégico de Isla de Pascua a Mediano y Largo Plazo”. Entre otros pun-
tos, el Senado acordó “fortalecer el nivel ejecutivo local y estudiar para
una mayor integración institucional la existencia de una región en la for-
ma y fondo que considere tal entidad, la actual ley de Gobiernos regiona-
les”. Conforme a la realidad observada en 1994, esta Comisión del Senado
propuso como principio de acuerdo la entrega completa de SASIPA a la
comunidad, a través de la Municipalidad de Isla de Pascua. Ninguna de
estas propuestas a la fecha ha sido implementada.
Por otra parte, y como se ha expresado precedentemente, el tema de
la propiedad de la tierra se ha mantenido en este período como un tema
central para la población rapa nui. Con la finalidad de atender esta secular
reclamación, en marzo del año 2002, el Ministerio de Bienes Nacionales
transfirió tierras a 281 familias de origen rapa nui, dando cumplimiento a
la primera etapa del programa “Manejo, administración y disposición de
la propiedad fiscal en Isla de Pascua”. A través de este programa fueron
desafectadas 254 hectáreas del Parque Nacional Rapa Nui, 755 hectáreas
del Fundo Vaitea y 500 hectáreas de reserva territorial fiscal1385. Las tie-
rras fueron parceladas en predios de cinco hectáreas de terreno y adjudi-
cadas a familias jóvenes de la etnia que carecían de tierra.
Se encuentra en ejecución la segunda etapa del programa, que con-
siste en darle tramitación a 541 solicitudes de posesión regular1386. De
1385 Estas 500 hectáreas de reserva territorial fiscal corresponden a intentos de desafecta-
ción anteriores, que habían quedado inconclusos y no se habían materializado en transfe-
rencias de dominio a favor de los Rapa Nui.
1386 Artículo 69, Ley 19.253 en relación con los artículos 7 y siguientes del D.L. 2.885.
C APÍTULO D ECIMOSÉPTIMO : E L PUEBLO R APA N UI
ANEXO 1O
EXPOSICIÓN DEL SR ALBERTO HOTUS, PRESIDENTE DEL CONSEJO DE
ANCIANOS ANTE LA COMISIÓN DE VERDAD HISTÓRICA Y NUEVO TRATO
EN SU SESIÓN DEL 28 DE MAYO DEL AÑO 2001.
“Rapa Nui está situada en el Pacífico Sur con una extensión de 16.640 hectáreas, es
uno de los vértices del triángulo polinésico, junto con Hawai y Nueva Zelandia. Su historia
se remonta a 400 años a.C., aproximadamente. Su organización territorial es el Consejo de
Ancianos, que data desde tiempos ancestrales. La isla se subdividía en dos grandes territo-
rios, al este y suroeste, los que a su vez se dividían en 18 tribus. El Consejo de Ancianos
estaba compuesto por los 18 jefes tribales más el Rey. Ellos gobernaban la isla.
“En la cosmovisión y concepción rapanui, la tierra es sagrada y se expresa como
Henua, que significa placenta, madre, vestimenta, protección, y Kaina, que se refiere al
útero materno, donde se gesta la vida. Desde esa perspectiva la tierra no es objeto de transac-
ción comercial o apropiación indebida. ¿Cómo vender el útero materno?
“La historia del pueblo rapanui ha pasado por diversas situaciones, que lo han afecta-
do a través del tiempo, a saber: En 1862, en pleno auge del ciclo del guano en el Perú, barcos
peruanos recorrían las islas con el objeto de cautivar esclavos para la explotación de las gua-
662
MAPA Nº 29
C APÍTULO D ECIMOSÉPTIMO : E L PUEBLO R APA N UI
neras. En tales circunstancias se llevaron a cerca de 2.000 isleños de los cuales años más tarde
regresaron sólo trece personas, quienes vuelven siendo portadores de enfermedades tales como
viruela y tuberculosis que diezmaron a la población rapanui. En 1864, llega a la isla el
primer misionero, se trata del hermano Eugenio Eyraud, quien se convirtió en el primer
defensor de la población rapanui, hasta que murió de tuberculosis en 1868. En 1866, arriba
a la isla el Padre Hipólito Roussel, creando la misión de Hanga Roa e iniciando el proceso de
evangelización de los isleños. En 1868, llega desde Tahití el comerciante francés Jean Baptiste
Onesime Dutroux-Bornier, apropiándose de tierras y haciéndose llamar rey de la isla. Formó
junto a los misioneros “el tribunal de culto” (Consejo de Estado Rapanui). Diferencias en el
trato a los isleños terminaron con la sociedad y los misioneros huyen en 1871 a Tahití junto a
varios isleños. La primera compra de tierras en la isla se registra en 1868 a nombre del Obispo
de Tahití, involucra un total de 706 hectáreas. En 1871, Dutroux-Bornier se asocia con el
escocés de Tahití, John Brander, quienes pretenden apoderarse de la isla. Dutroux muere por
manos de los isleños en 1876. En 1882, se reorganiza el Consejo de Ancianos de Rapanui con 663
el objeto de defender sus tierras y luchar contra el trato injusto dado por los invasores. El 9 de
septiembre de 1888, se firma el Acta mediante la cual la isla es anexada a Chile. Acta firmada
por Policarpo Toro y el Rey Atamu Tekena. Este tratado es un acuerdo de voluntades, no es
incorporación, no es sometimiento, sino que acuerdo de voluntades.
“Desde 1888 se instalan familias chilenas en la isla con el objeto de ejercer soberanía
a cargo de Pedro Pablo Toro, hermano de Policarpo, quien fue nombrado Agente de Coloni-
zación. Sin embargo debido a las condiciones de aislamiento y de desadaptación, abando-
nan Rapa Nui en 1892. La revolución de 1891, sin embargo desconocerá el acuerdo de
voluntades, exiliando a Policarpo Toro y cediendo los derechos y obligaciones adquiridos
por Chile a compañías extranjeras, abandonando a los isleños a su suerte. En 1895, el
Gobierno arrienda la isla a distintas compañías extranjeras, a saber: Merlet y Compañía,
Williamson Balfour and Company (1903) y Compañía Explotadora de Ista de Pascua (1946).
En 1892, el Rey Riroroko, sucesor de Atamu Tekena, muere en un hospital de Valparaíso,
presuntamente envenenado. El Rey Riroroko había iniciado gestiones legales en contra de
Merlet y Cía. En 1896, se crea la Subdelegación Marítima, siendo el subdelegado Alberto
Manterola Sánchez, quien cumple la doble función de administrador de la propiedad de
Merlet y Cía. y representante del Gobierno de Chile. Este subdelegado y administrador en-
cierra a la población rapanui en Hanga Roa, prohibe la circulación, la pesca y la extracción
de combustible vegetal y animal a quienes no tengan autorización expresa de la Compañía
fuera del área restringida. La población fue sometida a trabajos forzados, en jornadas de
más de 12 horas, castigos corporales, explotación de niños y mujeres y con pagos ínfimos
cancelados en vales de mercaderías de la pulpería de la compañía. Producto de tales injus-
ticias y atropellos, en 1914 se produce un gran levantamiento de la población rapanui,
encabezado por la anciana religiosa María Angata Veri-Veri. Su lucha es por el fin de la
compañía y la liberación de Rapa Nui. En 1916, Merlet y Cía. intenta inscribir a su nombre
la totalidad de las tierras de la isla, procediendo a inscribir arbitrariamente ante notario
Público en Valparaíso. El Gobierno se opone a dicha inscripción dando origen a un largo
proceso legal. Sin embargo, en 1917, Merlet una vez más logra un nuevo arrendamiento.
En Julio de 1916, visita por primera vez la isla el Obispo de Valparaíso Monseñor Rafael
Edwards, quien se escandaliza por las paupérrimas condiciones de vida a que son sometidos
los habitantes de la isla por parte de la compañía. Logra convencer al Gobierno de crear
una comisión que estudie la situación. En 1933, tras una larga campaña de la Comisión
LA MEMORIA OLVIDADA
666
I NDICES Y GLOSARIO
CUADRO N° 32. Títulos de Merced revocados MAPA N° 3. Área Sur del Virreinato del Perú
en poder de particulares (Cap. III)
CUADRO N° 33. Títulos de Merced en poder MAPA N° 4. Corregimiento de Tarapacá en el
de particulares por sentencia Juzgados de siglo XVIII (Cap. III)
Indios (Malleco y Cautín) MAPA N° 5. Distribución territorial actual de
CUADRO N° 34. Juzgado de Indios de Temu- las comunidades aymaras constituidas en
co. Recuento parcial de causas de resti- virtud de la Ley indígena 19.253. I Región
tución de tierras presentadas hasta el año de Tarapacá (Cap. III)
1950 MAPA N° 6. El corregimiento de Atacama ha-
CUADRO N° 35. Juzgado de Indios de Victo- cia el siglo XVI (Cap. IV)
ria. Causas 1930-1962 MAPA N° 7. Multietnicidad en Atacama la
CUADRO Nº 36. División de Comunidades baja. Siglo XVII (Cap. IV)
Mapuches (Ley 4.111) 1931-1972 MAPA N° 8. Posibles límites coloniales de las
CUADRO Nº 37. Radicación en la zona Huilli- parroquias de Atacama la alta y Ataca-
che ma la baja en el siglo XVII (Cap. IV)
CUADRO N° 38. Transferencia de tierras de la Mapa N° 9. Distribución territorial actual de
ex CORA por el INDAP DASIN. VIII y IX región las comunidades atacameñas, constitui-
668 CUADRO N° 39. Transferencia de tierras fisca- das en virtud de la Ley indígena 19.253, y
les por el INDAP DASIN. VIII y IX región área de desarrollo indígena Atacama la
CUADRO N° 40. Reservas y superficie de Títu- grande. II Región de Antofagasta (Cap. IV)
los de Merced otorgados entre los años MAPA N° 10. Área de las poblaciones lípez
1884 y 1929 en Ollagüe antes de la reducción de 1602
CUADRO Nº 41. Resumen de títulos individua- (Cap. V)
les entregados según región y año MAPA N° 11. Distribución territorial actual
CUADRO Nº 42. Resumen de superficie asig- de las comunidades quechua. II Región
nada en títulos individuales en el proce- de Antofagasta (Cap. V)
so de división y liquidación de comuni- M A PA N° 12. Distribuición territorial
dades, por región (1979-1988) actual de las comunidades quechuas.
CUADRO N° 43. Total de tierras perdidas en (Cap. V)
los 413 Títulos de Merced integrantes de MAPA N° 13. Localización de las comunida-
la muestra, por provincia y tipo de pro- des collas hacia fines del siglo XIX y prin-
pietario cipios del XX (Cap. VI)
CUADRO N° 44. Tierras perdidas en los Títu- MAPA N° 14. Pueblos de Indios diaguitas du-
los de Merced por tipo de propietario pro- rante la Colonia (Cap. VII)
vincia de Malleco MAPA N° 15. Distribución territorial actual
CUADRO N° 45. Tierras perdidas en los Títu- de los diaguitas huascoaltinos. III Región
los de Merced por tipo de propietario por de Atacama (Cap. VII)
provincia, comuna y Título de Merced. MAPA N° 16. Territorio mapuche hacia 1540
CUADRO Nº 46. Comunidades reduccionales en (Cap. VIII)
La Unión: tierras asignadas y comuneros MAPA N° 17. Constitución del territorio ma-
CUADRO Nº 47. Expedientes de solicitantes a puche. 1598 y 1604 (Cap. VIII)
la Radicación. MAPA N° 18. Ocupación hispana del territo-
CUADRO Nº 48. Expedientes de solicitantes a rio mapuche hacia el siglo XVII (Cap. VIII)
la Radicación MAPA N° 19. Ocupación hispana del territo-
CUADRO Nº 49. Barcos esclavistas 1862-1863 rio mapuche hacia el siglo XVIII y prin-
CUADRO N° 50. Cuadro sinóptico sobre la ad- cipios del XIX (Cap. IX)
ministración de justicia en Isla de Pascua MAPA N° 20. Procesos de ocupación del terri-
(1964) torio mapuche entre 1818 y 1883 (Cap. IX)
CUADRO Nº 51. Síntesis selectiva de la Legis- MAPA N° 21. Radicación de comunidades ma-
lación para Isla de Pascua (1896-1990) puche. Títulos de comisario y Títulos de
Merced (Cap. IX)
MAPA N° 22. Comunidades mapuche pe-
ÍNDICE DE MAPAS huenche del Alto Biobío y Lonquimay
(Cap. XII)
MAPA N° 1. Pueblos de indios del Norte chi- MAPA N° 23. Territorio Huilliche (Cap. XIII)
co y Zona Central de chile en los siglos MAPA N° 24. Ubicación de las misiones des-
XVI y XVII (Cap. II) de mediados del siglo XIX hasta comien-
MAPA N° 2. Corregimiento de Arica en el si- zos del XX. XII Región de Magallanes y
glo XVI (Cap. III) la Antártica chilena (Cap. XV)
I NDICES Y GLOSARIO
MAPA N° 25. Distribución territorial del actual MAPA N° 27. Distribución territorial ancestral
pueblo kawéskar. XII Región de Magalla- tribal del pueblo rapa nui (Cap. XVII)
nes y la Antártica chilena (Cap. XVI) MAPA N° 28. Tenencia de la tierra en Isla de
MAPA N° 26. Distribución territorial actual del Pascua hacia 1871 (Cap. XVII)
pueblo yagán. XII Región de Magallanes MAPA N° 29. Tenencia de la tierra en Isla de
y la Antártica chilena (Cap. XVI) Pascua hacia 2003 (Cap. XVII)
669
LA MEMORIA OLVIDADA
Bulnes Prieto, Manuel; General y Presidente Calfin, Francisco; Comparece ante la Comi-
de Chile entre 1841 y 1851. sión Parlamentaria de Colonización, en
Bulnes, Gonzalo; Ministro Plenipotenciario de audiencia pública realizada en Loncoche
Chile en Francia hacia fines del S. XIX el 18 de febrero de 1911.
Bunster Gómez (soc.); Sociedad con la que la Calfo, Pedro; Comparece ante la Comisión
comunidad de Quepuca Ralco (Alto Bio- Parlamentaria de Colonización, en au-
bío) mantenía conflictos por tierras ha- diencia pública realizada en Osorno el 2
cia la década de 1930 del S. XX. de marzo de 1911.
Bustamante Llancamil, María; Ejecutada o Calfuala, Manuel; Comparece ante la Comi-
detenida desaparecida, según consta en sión Parlamentaria de Colonización, en
el Informe de la Comisión Nacional de audiencia pública realizada en Loncoche
Verdad y Reconciliación. el 18 de febrero de 1911.
Bustos, Ricardo; Compra tierras a Francisco Calfúan, Juan; Dirige solicitud a la Secreta-
Kindermann en el sector actual de Man- ría de la Comisión Parlamentaria de Co-
quemapu (1890). lonización, entre los meses de abril y ju-
Byrne, Joseph; Capitan de barco esclavista nio de 1911.
“Adelante” (Rapa Nui, S. XIX). Calfucura; Lonko pampa (S. XIX).
674 Calfucura, Jorge; Profesor mapuche (S. XX).
C Calfueque, Manuel; Solicitante de radicación
Caballero, Luis; Militar chileno (Primera mi- en la comuna de Río Bueno, hacia 1945
(expediente 4136).
tad del S. XX).
Calfugal, Rosario; Solicitante de radicación en
Cabezas, Casimiro; Adjudicatario de la propie-
dad de Pueñam Maripe, cuyas tierras son la comuna de Río Bueno, hacia 1945 (ex-
pediente 1566).
sacadas a remate en 1902 por contribu-
Calfuir, Pascual; Dirige solicitud a la Secreta-
ciones impagas a la Tesorería de la Mu-
nicipalidad de Santa Bárbara. ría de la Comisión Parlamentaria de Co-
lonización, el mes de marzo de 1911.
Cachapoal; Cacique mapuche (S. XVI).
Calfulef, Francisca; Solicitante de radicación
Cainiupán, Esteban; Comparece ante la Co-
misión Parlamentaria de Colonización, en la comuna de Río Bueno, hacia 1945
(expediente 4140).
en audiencia pública realizada en Osor-
Calfulef, Joaquín; Solicitante de radicación en
no el 2 de marzo de 1911.
Caipil, José M.; Comparece ante la Comisión la comuna de Río Bueno, hacia 1945 (ex-
pediente 4137).
Parlamentaria de Colonización, en au-
Calfulef, Juan; Solicitante de radicación en la
diencia pública realizada en Osorno el 2
de marzo de 1911. comuna de Río Bueno, hacia 1945 (ex-
pediente 4134).
Calbuqueo, Chisco; Dirige solicitud a la Secre-
Calfulef, Margarita; Solicitante de radicación
taría de la Comisión Parlamentaria de
Colonización, entre los meses de abril y en la comuna de Río Bueno, hacia 1945
(expediente 4133).
junio de 1911.
Calfulef, Rosario; Solicitante de radicación en
Calchin; Patronímico de origen diaguita
Calcumil, José; Dirige solicitud a la Secretaría la comuna de Río Bueno, hacia 1945 (ex-
pediente 4137).
de la Comisión Parlamentaria de Colo-
Calfullao, Tránsito; Solicitante de radicación
nización, el mes de marzo de 1911.
Calderón, Cristina; Hermana de Ursula Cal- en la comuna de La Unión, hacia 1945
(expediente 4814).
derón (fallecida el año 2003), ambas con-
Calfunao, Antonio; Comparece ante la Comi-
sideradas las últimas yaganes “puras”.
Calderón, Silvestre; Capitán de navío de la sión Parlamentaria de Colonización, en
audiencia pública realizada en Villarrica
Armada chilena (Primera mitad del S.
el 20 de febrero de 1911.
XX).
Calderón, Úrsula; Hermana de Cristina Cal- Calfunao, Turra; Comparece ante la Comisión
Parlamentaria de Colonización, en au-
derón, ambas consideradas las últimas
diencia pública realizada en Villarrica el
yaganes “puras”. Fallecida el año 2003.
Calfanai, Martín; Comparece ante la Comi- 20 de febrero de 1911.
Calfuquir Henríquez, Patricio; Ejecutado o de-
sión Parlamentaria de Colonización, en
tenido desaparecido, según consta en el
audiencia pública realizada en Villarrica
el 20 de febrero de 1911. Informe de la Comisión Nacional de Ver-
dad y Reconciliación.
Calfil, José; Comparece ante la Comisión Par-
Calfurrapa, Bernardo; Titular de Título de
lamentaria de Colonización, en audien-
cia pública realizada en Villarrica el 20 Merced asignado en 1914 en el sector de
Pilpicahuín, comuna de la Unión.
de febrero de 1911.
I NDICES Y GLOSARIO
Camán H., Gavino; Solicitante de radicación Caniulaf, Antilao; Dirige solicitud a la Secre-
en la comuna de La Unión, hacia 1945 taría de la Comisión Parlamentaria de
(expediente 4810). Colonización, el mes de marzo de 1911.
Camán H., Juan; Solicitante de radicación en Caniulef; Lonko huilliche del sector de Lago
la comuna de La Unión, hacia 1945 Ranco (S. XVI).
(expediente 4812). Caniullán, Víctor; Integrante de la Comisión
Camán H., Pedro; Solicitante de radicación en Verdad Histórica y Nuevo Trato (2001-
la comuna de La Unión, hacia 1945 (ex- 2003).
pedientes 4811 y 4813). Cañiuman, Basilio; Comparece ante la Comi-
Camán, Erasmo; Solicitante de radicación en sión Parlamentaria de Colonización, en
la comuna de La Unión, hacia 1945 (ex- audiencia pública realizada en Valdivia
pediente 4809). los días 22 y 23 de febrero de 1911.
Camán, Fabriciano; Solicitante de radicación Caniunqueo, Andrés; Dirige solicitud a la Se-
en la comuna de La Unión, hacia 1945 cretaría de la Comisión Parlamentaria de
(expediente 4806). Colonización, el mes de marzo de 1911.
Camán, Feliciano; Solicitante de radicación en Cañuman, Juan; Dirige solicitud a la Secreta-
la comuna de La Unión, hacia 1945 (ex- ría de la Comisión Parlamentaria de Co-
pediente 1565). lonización, el mes de marzo de 1911. 675
Camán, Felizardo; Solicitante de radicación en Cárcamo; Capitán de barco esclavista “Micae-
la comuna de La Unión, hacia 1945 (ex- la Miranda” (Rapa Nui, S. XIX).
pediente 4804). Cárdenas, Lázaro; Presidente de México en-
Camán, Isabel; Solicitante de radicación en tre 1934 y 1940.
la comuna de La Unión, hacia 1945 (ex- Cárdenas, Tomás; Dirige solicitud a la Secre-
pediente 4809). taría de la Comisión Parlamentaria de
Camán, Nicolás; Solicitante de radicación en Colonización, el mes de marzo de 1911.
la comuna de La Unión, hacia 1945 (ex- Cardozo; Familia colla llegada al sector Que-
pedientes 4807 y 4817). brada de San Andrés a fines del S. XIX.
Camán, Pascual; Solicitante de radicación en Cardozo, Emeterio; Colla llegado a Quebrada
la comuna de La Unión, hacia 1945 (ex- Paipote desde Argentina, hacia fines del
pediente 4805). S. XIX.
Camín, Francisco; Dirige solicitud a la Secre- Cardozo, Jesús (doña); Colla (S. XX).
taría de la Comisión Parlamentaria de Cardozo, Santos; Esposa de don Vicente Quis-
Colonización, entre los meses de abril y pe, colla llegado al sector de Quebrada
junio de 1911. de San Miguel, hacia fines del S. XIX
Campbell; Capitán de barco esclavista “Gui- Carfurqir Villalón, Luis; Ejecutado o detenido
llermo” (Rapa Nui, S. XIX). desaparecido, según consta en el Infor-
Campil, Juan; Dirige solicitud a la Secretaría me de la Comisión Nacional de Verdad y
de la Comisión Parlamentaria de Colo- Reconciliación.
nización, entre los meses de abril y junio Carialo, Luis; Dirige solicitud a la Secretaría
de 1911. de la Comisión Parlamentaria de Colo-
Campillay (o Campillai); Patronímico de ori- nización, el mes de marzo de 1911.
gen diaguita. Cárielo, Lorenzo; Dirige solicitud a la Secreta-
Camulef, José Luis; Comparece ante la Comi- ría de la Comisión Parlamentaria de Co-
sión Parlamentaria de Colonización, en lonización, el mes de marzo de 1911.
audiencia pública realizada en Villarrica Carilaf Huenchupan, Gregoria; Ejecutado o
el 20 de febrero de 1911. detenido desaparecido, según consta en
Canales, Pedro; Ingeniero (S. XX). el Informe de la Comisión Nacional de
Cancumil, Juan; Comparece ante la Comisión Verdad y Reconciliación.
Parlamentaria de Colonización, en au- Carillanca, Martín; Comparece ante la Comi-
diencia pública realizada en Valdivia los sión Parlamentaria de Colonización, en
días 22 y 23 de febrero de 1911. audiencia pública realizada en Loncoche
Cangas; Patronímico de origen diaguita el 18 de febrero de 1911.
Canihuante Astudillo, Patricio; Ejecutado o Carín, Antonio; Comparece ante la Comisión
detenido desaparecido, según consta en Parlamentaria de Colonización, en au-
el Informe de la Comisión Nacional de diencia pública realizada en Valdivia los
Verdad y Reconciliación. días 22 y 23 de febrero de 1911.
Caniú, Domingo; Comparece ante la Comisión Caripán, José Antonio; Comparece ante la
Parlamentaria de Colonización, en au- Comisión Parlamentaria de Colonización,
diencia pública realizada en Temuco el en audiencia pública realizada en Valdi-
15 de febrero de 1911. via los días 22 y 23 de febrero de 1911.
LA MEMORIA OLVIDADA
Curuqueo, Manuel; Dirige solicitud a la Se- Egaña, Mariano; Autor de uno de los proyec-
cretaría de la Comisión Parlamentaria de tos de “Pacificación de la Araucanía” que
Colonización, entre los meses de abril y se discutían la primera mitad del S. XIX.
junio de 1911. Eich, George; Misionero católico que visita Isla
de Pascua hacia fines del S. XIX.
D Eliquitay; Patronímico de origen diaguita
Daifeu, Margarita; Comparece ante la Comi- Emihueque, J. Manuel; Comparece ante la
sión Parlamentaria de Colonización, en Comisión Parlamentaria de Colonización,
audiencia pública realizada en Osorno el en audiencia pública realizada en Lon-
2 de marzo de 1911. coche el 18 de febrero de 1911.
Darwin, Charles; Naturalista inglés (S. XIX). Encina, Francisco Antonio; Historiador chile-
Dávila Larraín, Vicente; Ministro durante el no (1874-1965).
Gobierno de José Manuel Balmaceda. Epingao, Pedro José; Comparece ante la Co-
Díaz Contardi; Familia radicada en Punta Are- misión Parlamentaria de Colonización,
nas y que hacia 1918 mantiene negocios en audiencia pública realizada en Octay
en Chiloé. el 1 de marzo de 1911.
Díaz Loncomilla, Guillermo; Ejecutado o dete- Epul, Lorenzo; Comparece ante la Comisión
nido desaparecido, según consta en el Parlamentaria de Colonización, en au-
680 Informe de la Comisión Nacional de Ver- diencia pública realizada en Temuco el
dad y Reconciliación. 15 de febrero de 1911.
Diego de Medellín; Obispo de Santiago de Chile Epulef; Cacique del sector de Villarica (S.
(1576-1593). XIX).
Domeyko, Ignacio; Científico nacido en 1802,
Epullan, Manuel; Dirige solicitud a la Secre-
en la entonces polaca provincia de Litua-
taría de la Comisión Parlamentaria de
nia. Llega a Chile en 1838, donde per-
Colonización, el mes de marzo de 1911.
manece hasta 1889, año de su falleci-
Epullao, Juan Antonio; Dirige solicitud a la
miento.
Secretaría de la Comisión Parlamentaria
Drake, Francis; Navegante y pirata inglés
de Colonización, entre los meses de abril
(1540-1596).
y junio de 1911.
Dublé, Florencio; Teniente de la marina de
Epuyac, Antonio; Comparece ante la Comi-
Chile (principios del S. XX).
sión Parlamentaria de Colonización, en
Dubó, María Francisca; Representante de la
comunidad kawésqar residente en Pun- audiencia pública realizada en Osorno el
ta Arenas, hacia 2003. 2 de marzo de 1911.
Durán, Teresa; Antropóloga chilena (S. XX). Epuyac, Juan de C.; Comparece ante la Comi-
Durand, Luis; Escritor chileno (1895-1954). sión Parlamentaria de Colonización, en
Dutrou Bornier, Jean Baptiste; Comerciante y audiencia pública realizada en Osorno el
marino francés arribado a Isla de Pascua 2 de marzo de 1911.
en 1868, y que al año 1876 en que mue- Epuyac, Pedro; Comparece ante la Comisión
re asesinado, se había apoderado de la Parlamentaria de Colonización, en au-
casi totalidad de las tierras de la isla, diencia pública realizada en Osorno el 2
transformándola en hacienda ganadera. de marzo de 1911.
Ercilla y Zúñiga, Alonso de; Soldado español
E (1533-1594). Autor de “La Araucana”.
Eberhard, Herman; Colono alemán, Magalla- Errázuriz Echaurren, Federico; Presidente de
nes (Fines del S. XIX). Chile entre 1896 y 1901.
Echeverría, Antonio Bernardo; Cacique de Escolan, Theodule; Misionero católico arriba-
Chiu-Chiu (S. XVIII). do a Isla de Pascua en 1866.
Edén Wellington, Lautaro; Kawésqar, también Espinoza, Antonio de; Alférez español (S.
conocido con el nombre de “terwa XVIII).
Koyo”, con el que se hizo llamar, des- Estella, Bienvenido de; Clérigo católico, quien
pués de regresar a Puerto Edén tras ha- acompaña a Monseñor Edwards en su
ber sido educado en Santiago (Mediados visita inspectiva a Isla de Pascua en 1917.
del S. XX). Eyraud, Eugenio; Misionero del Sagrado Co-
Edwards Salas, Rafael; Obispo de Valparaíso, razón en Isla de Pascua (Segunda mitad
quien visitó Isla de Pascua en varias opor- del S. XIX).
tunidades entre 1916 y 1918.
Egaña, Juan; Intelectual, nacido en Lima F
(1768-1836). Apoya la causa de la inde- Fagnano, José; Sacerdote, Superior de los
pendencia de Chile. Ocupa diversos car- Misioneros Salesianos establecidos en
gos públicos y es el principal redactor de Punta Arenas (Fines del S. XX y comien-
la Constitución de 1823. zos del XX).
I NDICES Y GLOSARIO
Fermín, Eusebio; Vende “acciones y derechos” García de Castro, Lope; Gobernador del Perú
a Enrique Peters en el sector de Pulame- (S. XVI).
mo en 1889. García Huidobro, Enrique; Diputado de la Re-
Fernández Acum, Mario; Ejecutado o deteni- pública e integrante de la Comisión Par-
do desaparecido, según consta en el In- lamentaria de Colonización constituida
forme de la Comisión Nacional de Ver- en 1911, con la finalidad de imponerse
dad y Reconciliación. en terreno de los conflictos de tierras en
Fernández Valdivieso, Manuel; Corregidor de la Araucanía.
Atacama (S. XVIII). García, Pedro; Obtiene la concesión provisoria
Fernández, Roberto; Obtiene la concesión pro- de la Isla Navarino, hacia fines del S. XIX.
visoria de la Isla Navarino, hacia fines del Garipillan, Laurencio; Dirige solicitud a la
S. XIX. Secretaría de la Comisión Parlamentaria
Fianamil, Lorenzo; Dirige solicitud a la Secre- de Colonización, el mes de marzo de
taría de la Comisión Parlamentaria de 1911.
Colonización, el mes de marzo de 1911. Gay Mouret, Claudio; Naturalista francés
Fierro, Fermín; Diputado por el Partido So- (1800-1873). Realizó estudios en Chile
cialista hacia la década del 60 del S. XX. entre 1828 y 1843.
Figueroa, Gonzalo; Arqueólogo chileno. De- Geddó García, Gonzalo; 681
sarrolló trabajos en Rapa Nui (S. XX). Gil González de San Nicolás, fray
Figueroa, Tomás de; Capitán español y cronista Gómez Milla, Eduardo; Ministro de Educación
(S. XVI). bajo el gobierno de Eduardo Frei Mon-
Fitz Roy, Robert; Capitán de la embarcación talva.
“Beagle” a bordo de la cual llegó Charles Gómez, Santiago; Teniente Coronel español
Darwin cuando visitó la Patagonia, ha- destinado en Chiloé hacia principios del
cia la primera mitad del S. XIX. S. XIX.
Flores Alvarez, Roberto; Diputado de la Repú- Góngora Marmolejo, Alonso; Militar y cronista
blica (Mediados del S. XX). español (1524-1576).
Flores Antivilo, Segundo; Ejecutado o deteni- Gonzaga Levien, Luis; Cacique huilliche de
do desaparecido, según consta en el In- Chiloé quien, junto al cacique José Chi-
forme de la Comisión Nacional de Ver- guay, recibe el primer Título Realengo,
dad y Reconciliación. otorgado por el Gobernador de San Car-
Flores Castelli; Diputado de la República ha- los de Chiloé, Antonio Alvarez, en 1804.
cia 1959. González Calquin, Fernando; Ejecutado o de-
Flores, Julio; Teniente de la marina chilena, tenido desaparecido, según consta en el
destinado en Isla de Pascua hacia media- Informe de la Comisión Nacional de Ver-
dos del S. XX. dad y Reconciliación.
Follert, Emilio; Inscribe “acciones y derechos” González Calquin, Jaime; Ejecutado o deteni-
sobre tierras huilliches del sector de la do desaparecido, según consta en el In-
Cordillera de Pucopío (1902). forme de la Comisión Nacional de Ver-
Francisco Núñez de Pineda y Bascuñán; Militar dad y Reconciliación.
y cronista español nacido en Chillán González Calulef, Teófilo; Ejecutado o deteni-
(1607-1680). do desaparecido, según consta en el In-
Frecanao, Nancumil; Dirige solicitud a la Se- forme de la Comisión Nacional de Ver-
cretaría de la Comisión Parlamentaria de dad y Reconciliación.
Colonización, el mes de marzo de 1911. González Olguín, Diego; Vocabulista español
Frei Montalva, Eduardo; Presidente de Chile (S. XVIII).
entre 1964 y 1970. González Videla, Gabriel; Presidente de Chile
Freire, Ramón; (1787-1857). Oficial patriota entre 1946 y 1952.
en las guerras de independencia. Entre Goyenechea de Cousiño, Isidora; Propietaria de
1823 y 1827 ejerce el cargo de Director la hacienda “Potreros de la Iglesias”, ins-
Supremo de la Nación. talada en territorio colla.
Guanque, Mariano; Comparece ante la Comi-
G sión Parlamentaria de Colonización, en
Galaburda, Meer Hait; El Servicio Agrícola y audiencia pública realizada en Osorno el
Ganadero (SAG) le adjudica el predio 2 de marzo de 1911.
Trinidad en 1982. Guantro, Pascual; Comparece ante la Comi-
Gallardo, Franamil; Dirige solicitud a la Se- sión Parlamentaria de Colonización, en
cretaría de la Comisión Parlamentaria de audiencia pública realizada en Osorno el
Colonización, el mes de marzo de 1911. 2 de marzo de 1911.
Garay; Capitán de barco esclavista “Hermo- Guanuman, Juan A.; Comparece ante la Co-
sa Dolores” (Rapa Nui, S. XIX). misión Parlamentaria de Colonización,
LA MEMORIA OLVIDADA
Huiniguir Ancahueno, Juan Andrés; Vende “ac- Inalef, Manuel; Cacique de la zona de Villa-
ciones y derechos” a Segundo Ide en el rrica, cuya reducción es atacada (la pren-
sector de Puquintrin (1891). sa de la época habla de lanzamiento, apa-
Huinquel, Tránsito; Solicitante de radicación leo e incendio) en 1922.
en la comuna de Río Bueno, hacia 1945 Inay, José Miguel; Comparece ante la Comi-
(expediente 4146). sión Parlamentaria de Colonización, en
Huinuman, Santos; Dirige solicitud a la Se- audiencia pública realizada en Octay el
cretaría de la Comisión Parlamentaria de 1 de marzo de 1911.
Colonización, el mes de marzo de 1911. Inay, Juan Manuel; Comparece ante la Co-
Huiquipan, Francisco; Dirige solicitud a la Se- misión Parlamentaria de Colonización,
cretaría de la Comisión Parlamentaria de en audiencia pública realizada en Octay
Colonización, el mes de marzo de 1911. el 1 de marzo de 1911.
Humané Huincaman, Juan Amador; Inayao, Santiago; Comparece ante la Comi-
Hunneus, Jorge; Inscribe “acciones y dere- sión Parlamentaria de Colonización, en
chos” sobre tierras huilliches del sector audiencia pública realizada en Osorno el
de la Cordillera de Pucopío (1902). 2 de marzo de 1911.
Hurtado de Mendoza, García; Virrey del Perú Inulpán, Juan Manuel; Comparece ante la
(S. XVI). Comisión Parlamentaria de Colonización, 685
en audiencia pública realizada en Osor-
no el 2 de marzo de 1911.
I Iribarra, Carlos; Protector de Indígenas de
Ibáñez del Campo, Carlos; Presidente de Chile Valdivia (Principios del S. XX).
entre 1927 y 1931 y entre 1952 y 1958. Ivanovic; Familia yugoeslava arribada a San
Ide Martínez, Juan Modesto; Abogado. Entre Pedro de Atacama (S. XX).
1905 y 1907 logra reunir un total de 8
fundos (Huitrapulli, Aleucapi, Quihue, J
Puquintrín, Trufun, Pucatrihue, Cheu- Jaramillo, Margarita; Solicitante de radicación
quemapu y Campanario), que el año en la comuna de Río Bueno, hacia 1945
1910 venderá a su hermano Eduardo Ide, (expediente 4141).
el que conservará la propiedad hasta la Jaussen, Tepano; Obispo de Tahití (Fines del
década de 1960 S. XIX).
Ide, Martín; Inscribe “acciones y derechos” Jeje, Antonin; Dirige solicitud a la Secretaría
sobre tierras huilliches en los sectores de de la Comisión Parlamentaria de Colo-
Cheuquemapu (1891), Pucatrihue nización, el mes de marzo de 1911.
(1891). Jerez, Alberto; Diputado por el Partido Demó-
Ide, Segundo; Inscribe “acciones y derechos” cratacristiano hacia la década del 60 del
sobre tierras huilliches del sector de Pu- S. XX
quintrín (1891). Jerónimo (o Gerónimo); Familia colla llegada
Ika Nahoe, María Euciria; Rapa Nui (S. XX). al sector de Potrerillos a fines del S. XIX
Ika Pakarati, Leopoldo; Rapa Nui (S. XX). Jerónimo, Eustaquio; Colla (S. XX).
Ika, María; Rapa Nui (S. XX). Jerónimo, Gregoria; Colla (S. XX).
Ika, Policarpo; Rapa Nui (S. XX). Jerónimo, Salomón; Colla (S. XX).
Illanes Glasinovic, Homero; Director de Tierras Jerónimo, Zoilo; Colla (S. XX).
y Bienes Nacionales hacia el año 1981. Juárez, Justo; Arrendatario de tierras de la
Imil; Linaje huilliche titular de Título de Hacienda “La Puerta” de propiedad de la
Comisario sucesión Goyenechea (Primera Mitad S.
Imilmaqui, Matilde; Solicitante de radicación XX).
en la comuna de La Unión, hacia 1945 Jufré, Francisco de; Encomendero (S. XVI).
(expediente 4473). Julio; Familia colla proveniente del noroes-
Imilpan, Juan A.; Comparece ante la Comi- te argentino, llegada al sector de Agua
sión Parlamentaria de Colonización, en Dulce hacia fines del S. XIX
audiencia pública realizada en Osorno el Julio, Guillermina; Colla, esposa de don Víc-
2 de marzo de 1911. tor Quispe.
Imilqneo, José Crisancio; Dirige solicitud a la
Secretaría de la Comisión Parlamentaria K
de Colonización, entre los meses de abril Kacho; Cacique Kawésqar (segunda mitad del
y junio de 1911. S. XIX).
Inalaf, Juan A.; Comparece ante la Comisión Kinai, Juan Manuel; Comparece ante la Co-
Parlamentaria de Colonización, en au- misión Parlamentaria de Colonización,
diencia pública realizada en Osorno el 2 en audiencia pública realizada en Octay
de marzo de 1911. el 1 de marzo de 1911.
LA MEMORIA OLVIDADA
Ko Reta Pua A Kurenga (o Koreto); Investida Lefiante, Tomás; Comparece ante la Comisión
reina de Rapa Nui por Dutrou Bornier. Parlamentaria de Colonización, en au-
Ko Riro A Ngaure; Ariki Rapa Nui, elegido en diencia pública realizada en Villarrica el
reemplazo del ariki Atamu Tekena falle- 20 de febrero de 1911.
cido en 1892. Lefiguir, Manuel; Comparece ante la Comi-
Kunnslemann, Juan; Propietario del Fundo sión Parlamentaria de Colonización, en
Rime en San José de la Mariquina, hacia audiencia pública realizada en Villarrica
1971. el 20 de febrero de 1911.
Lefiman, Norberto; Comparece ante la Comi-
L sión Parlamentaria de Colonización, en
La Pérousse (Jean Francois de Galoup, conde de audiencia pública realizada en Loncoche
el 18 de febrero de 1911.
La Pérousse); Francés. Oficial de la mari-
Lefipán, Alberto; Comparece ante la Comisión
na francesa, que en 1785 emprendió un
viaje de exploración por el Pacífico que Parlamentaria de Colonización, en au-
diencia pública realizada en Villarrica el
lo llevó a Isla de Pascua en 1786.
20 de febrero de 1911.
La Puente; Mayor del ejército chileno, a car-
go de la expedición que en 1883 incur- Lefipan, Juan; Dirige solicitud a la Secretaría
686 siona en el territorio pehuenche del Alto
de la Comisión Parlamentaria de Colo-
nización, el mes de marzo de 1911.
Biobío, como resultado de la cual se in-
corporan de manera definitiva dichos te- Lefuan, José M.; Comparece ante la Comisión
Parlamentaria de Colonización, en au-
rritorios a la jurisdicción del Estado chi-
diencia pública realizada en Osorno el 2
leno.
Labbé, Manuel; Protector de Indígenas de de marzo de 1911.
Legaray, José A.; Solicitante de radicación en
Cautín (Principios del S. XX).
la comuna de Río Bueno, hacia 1945 (ex-
Ladrillero, Juan; Capitán español que toma
posesión de las tierras patagónicas, en pediente 4142).
Leiva, Manuel; Lonko de la comunidad de Los
nombre del Gobernador García Hurtado
Lolocos a quien se otorgó Título de Mer-
de Mendoza, en 1558.
Laharoa, Juan; Rapa Nui (S. XX). ced el año 1888.
Lejeune; Capitán de navío francés arribado a
Laifen, Juan; Comparece ante la Comisión
Isla de Pascua en 1862.
Parlamentaria de Colonización, en au-
diencia pública realizada en Osorno el 2 Lemiú, Felipe; Comparece ante la Comisión
Parlamentaria de Colonización, en au-
de marzo de 1911.
diencia pública realizada en Octay el 1
Lainacache; Patronímico de origen diaguita
Lara, Horacio; Historiador chileno (Fines del de marzo de 1911.
Lemonao, Juan; Comparece ante la Comisión
S. XIX).
Parlamentaria de Colonización, en au-
Las Casas, Bartolomé de; (1472-1566). Nacido
en Sevilla. Primer sacerdote ordenado en diencia pública realizada en Loncoche el
18 de febrero de 1911.
América, en 1510. Contrario a la enco-
Lemonao, Manuel; Comparece ante la Comi-
mienda, luchó contra los abusos cometi-
dos en contra de los indígenas. Obispo sión Parlamentaria de Colonización, en
de Chiapas en 1543. audiencia pública realizada en Loncoche
Latcham, Ricardo E.; (1869-1943). Ingeniero el 18 de febrero de 1911.
civil y de minas. Es uno de los fundado- Lemunao, Virginio; Dirige solicitud a la Secre-
res de la antropología y arqueologías chi- taría de la Comisión Parlamentaria de
lenas. Fue Director del Museo Nacional Colonización, el mes de marzo de 1911.
de Historia Natural. Lemunguier, Lorenzo; Profesor mapuche, coor-
Latorre, Mariano; Escritor chileno (1886- dinador del primer programa de becas
1955). para estudiantes indígenas.
Lautaro; (?-1557). Toqui mapuche. Fue ca- Lenay, Valentín; Comparece ante la Comisión
ballerizo de Pedro de Valdivia. Lideró a Parlamentaria de Colonización, en au-
las huestes mapuches en Tucapel en diencia pública realizada en Octay el 1
1553, donde fue capturado Pedro de Val- de marzo de 1911.
divia. Lepillanca, Dominga; Solicitante de radicación
Lawrence, John; Concesionario de Isla Nava- en la comuna de La Unión, hacia 1945
rino (S. XX). (expediente 1635).
Leancafil, Andrés; Comparece ante la Comi- Lepín Antilaf, Segundo; Ejecutado o detenido
sión Parlamentaria de Colonización, en desaparecido, según consta en el Infor-
audiencia pública realizada en Villarrica me de la Comisión Nacional de Verdad y
el 20 de febrero de 1911. Reconciliación.
I NDICES Y GLOSARIO
Lepín, Juan; Dirige solicitud a la Secretaría Lillo, Baldomero; Escritor chileno (1867-
de la Comisión Parlamentaria de Colo- 1923).
nización, el mes de marzo de 1911. Linai, Ventura; Titular de Título de Merced
Lepu, Juan de Dios; Titular de Título de Mer- asignado en 1914 en el sector de Pilpica-
ced asignado en 1914 en el sector de Pil- huín, comuna de la Unión.
picahuín, comuna de la Unión. Lincoleo, Mariano; Dirige solicitud a la Secre-
Lepuel, Ricardo; Dirige solicitud a la Secreta- taría de la Comisión Parlamentaria de
ría de la Comisión Parlamentaria de Co- Colonización, el mes de marzo de 1911.
lonización, el mes de marzo de 1911. Lincomán, José Santos; Cacique de Coigüin
Leumiñir, Luis; Dirige solicitud a la Secreta- (segunda mitad del S. XX).
ría de la Comisión Parlamentaria de Co- Lincoñir, Soto; Dirige solicitud a la Secretaría
lonización, el mes de marzo de 1911. de la Comisión Parlamentaria de Colo-
Leveque Carrasco, Raúl; Ejecutado o detenido nización, entre los meses de abril y junio
desaparecido, según consta en el Infor- de 1911.
me de la Comisión Nacional de Verdad y Lincopán Calfulaf, Francisco; Ejecutado o de-
Reconciliación. tenido desaparecido, según consta en el
Leveque Carrasco, Rodolfo; Ejecutado o dete- Informe de la Comisión Nacional de Ver-
nido desaparecido, según consta en el dad y Reconciliación. 687
Informe de la Comisión Nacional de Ver- Linguen, Pascual; Dirige solicitud a la Secre-
dad y Reconciliación. taría de la Comisión Parlamentaria de
Levi Sandoval, José del Carmen; Cacique de la Colonización, el mes de marzo de 1911.
Liquitay (o Liquitai); Patronímico de origen
comunidad de Quepuca Ralco en la dé-
diaguita.
cada de 1980.
Liviman, Bartola; Dirige solicitud a la Secre-
Levi, José Luis; Dirigente de la organización
taría de la Comisión Parlamentaria de
“Centros Culturales Mapuches” fundada
Colonización, el mes de marzo de 1911.
en 1978 (a partir de 1981, Ad Mapu);
Lizama Cariqueo, Manuel; Ejecutado o dete-
integrante de la Comisión Especial de
nido desaparecido, según consta en el
Pueblos Indígenas (1990-1993).
Informe de la Comisión Nacional de Ver-
Levil, Antonio; Dirige solicitud a la Secretaría
dad y Reconciliación.
de la Comisión Parlamentaria de Colo-
Lizama, Cubil; Dirige solicitud a la Secretaría
nización, el mes de marzo de 1911.
de la Comisión Parlamentaria de Colo-
Levín, Manuel; Dirige solicitud a la Secreta-
nización, el mes de marzo de 1911.
ría de la Comisión Parlamentaria de Co-
Lizárraga, Fray Reginaldo de; Cronista espa-
lonización, el mes de marzo de 1911.
ñol (S. XVII).
Leviñir, Alejo; Dirige solicitud a la Secretaría
Llaitril, Juan José; Comparece ante la Comi-
de la Comisión Parlamentaria de Colo-
sión Parlamentaria de Colonización, en
nización, el mes de marzo de 1911.
audiencia pública realizada en Octay el
Levio Llaupe, Andrés; Ejecutado o detenido
1 de marzo de 1911.
desaparecido, según consta en el Infor-
Llaitul, María; Solicitante de radicación en
me de la Comisión Nacional de Verdad y
la comuna de Río Bueno, hacia 1945 (ex-
Reconciliación. pediente 3418).
Levitureo, Guillermo; Comparece ante la Co- Llaituqueo, Pedro; Comparece ante la Comi-
misión Parlamentaria de Colonización, sión Parlamentaria de Colonización, en
en audiencia pública realizada en Osor- audiencia pública realizada en Osorno el
no el 2 de marzo de 1911. 2 de marzo de 1911.
Levocoy Emelcoy, Alfredo; Ejecutado o deteni- Llaituqueo, Victoriano; Comparece ante la
do desaparecido, según consta en el In- Comisión Parlamentaria de Colonización,
forme de la Comisión Nacional de Ver- en audiencia pública realizada en Osor-
dad y Reconciliación. no el 2 de marzo de 1911.
L’Hermite; Almirante, jefe de la expedición Llanca Iturra, Mónica; Ejecutado o detenido
holandesa que exploró el extremo aus- desaparecido, según consta en el Infor-
tral de Chile (Primera mitad del S. XVII). me de la Comisión Nacional de Verdad y
Lianquihuén, J. Luis; Comparece ante la Co- Reconciliación.
misión Parlamentaria de Colonización, Llanca Rodas, Juan; Ejecutado o detenido
en audiencia pública realizada en Temu- desaparecido, según consta en el Infor-
co el 15 de febrero de 1911. me de la Comisión Nacional de Verdad y
Lifimir, Antonio; Comparece ante la Comisión Reconciliación.
Parlamentaria de Colonización, en au- Llanca, Juan; Dirige solicitud a la Secretaría
diencia pública realizada en Loncoche el de la Comisión Parlamentaria de Colo-
18 de febrero de 1911. nización, el mes de marzo de 1911.
LA MEMORIA OLVIDADA
Llanca, Segundo; Comparece ante la Comi- Lleuquen Leuquen, Juan; Ejecutado o deteni-
sión Parlamentaria de Colonización, en do desaparecido, según consta en el In-
audiencia pública realizada en Temuco el forme de la Comisión Nacional de Ver-
15 de febrero de 1911. dad y Reconciliación.
Llancalahuen, Justo; Huilliche de Chiloé Lluvaí, Juana; En 1881 vende “acciones y
(Principios del S. XX). derechos” a Mariano Palacios y Luis Pra-
Llancaleo C., Leandro; Ejecutado o detenido da, correspondientes a la Comunidad de
desaparecido, según consta en el Infor- Trapa Trapa.
me de la Comisión Nacional de Verdad y Loij, Ángela; Una de las últimas selk’nam
Reconciliación. “puras”, fallecida en Río Grande en mayo
Llancaleo Millán, Segundo; Ejecutado o dete- de 1974.
nido desaparecido, según consta en el Lomboy, Reinaldo; Escritor chileno (1910-
Informe de la Comisión Nacional de Ver- 1974). Autor de “Ranquil”, publicada en
dad y Reconciliación. 1941.
Llancaman, Manuel; Comparece ante la Co- Loncochino; Linaje familiar huilliche del sec-
misión Parlamentaria de Colonización, tor de Río Bueno (Provincia de Valdivia)
en audiencia pública realizada en Lon- (Principios del S. XX).
688 coche el 18 de febrero de 1911. Loncochino, José Manuel; Titular de Título de
Llancamán, Severino; Vende “acciones y de- Merced asignado en 1914 en el sector de
rechos” a Segundo Castro en los sectores Pilpicahuín, comuna de la Unión.
de Huellelhue y Millantúe en 1891. Loncochino, José Miguel; Titular de Título de
Llancanil, Valentín; Comparece ante la Comi- Merced asignado en 1916 en el sector de
sión Parlamentaria de Colonización, en Pilpicahuín, comuna de la Unión.
audiencia pública realizada en Loncoche Loncochino, Manuela; Titular de Título de
el 18 de febrero de 1911. Merced asignado en 1916 en el sector de
Llancapao, Francisco; Comparece ante la Co- Pilpicahuín, comuna de la Unión.
misión Parlamentaria de Colonización, Loncochino, Rosario; Titular de Título de Mer-
en audiencia pública realizada en Temu- ced asignado en 1916 en el sector de Pil-
co el 15 de febrero de 1911. picahuín, comuna de la Unión.
Llancar, Manuela; Dirige solicitud a la Secre- Loncomilla B., Paula; Ejecutado o detenido
taría de la Comisión Parlamentaria de desaparecido, según consta en el Infor-
Colonización, el mes de marzo de 1911. me de la Comisión Nacional de Verdad y
Llancar, Pedro; En 1881 vende “acciones y Reconciliación.
derechos” a Mariano Palacios y Luis Pra- Loncomilla, Feliciano; Comparece ante la Co-
da, correspondientes a la Comunidad de misión Parlamentaria de Colonización,
Trapa Trapa. en audiencia pública realizada en Valdi-
Llanco Catrinelbun, Pedro; Ejecutado o dete- via los días 22 y 23 de febrero de 1911.
nido desaparecido, según consta en el Loncomilla, Manuel; Comparece ante la Co-
Informe de la Comisión Nacional de Ver- misión Parlamentaria de Colonización,
dad y Reconciliación. en audiencia pública realizada en Lon-
Llanquien, Víctor; Ejecutado o detenido des- coche el 18 de febrero de 1911.
aparecido, según consta en el Informe de Loncón, Antonio; Comparece ante la Comi-
la Comisión Nacional de Verdad y Recon- sión Parlamentaria de Colonización, en
ciliación. audiencia pública realizada en Octay el
Llanquilef V., Nelson; Ejecutado o detenido 1 de marzo de 1911.
desaparecido, según consta en el Infor- Loncón, Custodio; Comparece ante la Comi-
me de la Comisión Nacional de Verdad y sión Parlamentaria de Colonización, en
Reconciliación. audiencia pública realizada en Octay el
Llaulén Antilao, José; Ejecutado o detenido 1 de marzo de 1911.
desaparecido, según consta en el Infor- Loncón, Efraín; Comparece ante la Comisión
me de la Comisión Nacional de Verdad y Parlamentaria de Colonización, en au-
Reconciliación. diencia pública realizada en Octay el 1
Llefé, Pascual; Comparece ante la Comisión de marzo de 1911.
Parlamentaria de Colonización, en au- Loncopán C., Mariano; Ejecutado o detenido
diencia pública realizada en Octay el 1 desaparecido, según consta en el Infor-
de marzo de 1911. me de la Comisión Nacional de Verdad y
Llege, J. Miguel; Comparece ante la Comisión Reconciliación.
Parlamentaria de Colonización, en au- Loy, Juan; Vende “acciones y derechos” en
diencia pública realizada en Octay el 1 el sector Millantúe y Cordillera Inostro-
de marzo de 1911. za (1890).
I NDICES Y GLOSARIO
Molina, Cristóbal de; Cronista español (S. Nahilmir, Juan Mariano; Dirige solicitud a la
XVI). Secretaría de la Comisión Parlamentaria
Mollenhauer, Germán; Dueño del Fundo Hui- de Colonización, entre los meses de abril
trapulli hacia 1960. y junio de 1911.
Monje, Gilberto; Propietario de los fundos Nahualpán, J. María; Dirige solicitud a la Se-
Chauquen y Malchehue en Panguipulli, cretaría de la Comisión Parlamentaria de
hacia 1971. Colonización, el mes de marzo de 1911.
Monje, Leno; Propietario, junto a su herma- Nahuel Huaquimil, Juan; Ejecutado o dete-
no Gilberto del Fundo Malchehue en nido desaparecido, según consta en el
Panguipulli, hacia 1971. Informe de la Comisión Nacional de Ver-
Monquel, Juan; Comparece ante la Comisión dad y Reconciliación.
Parlamentaria de Colonización, en au- Nahuel, Juan; Dirige solicitud a la Secretaría
diencia pública realizada en Cunco en de la Comisión Parlamentaria de Colo-
1911. nización, entre los meses de abril y junio
Morales; Capitán de barco esclavista “Caroli- de 1911.
na” (Rapa Nui, S. XIX). Nahuelhual, Marcelino; Dirige solicitud a la
Morales, José; Dirige solicitud a la Secretaría Secretaría de la Comisión Parlamentaria
692 de la Comisión Parlamentaria de Colo- de Colonización, el mes de marzo de 1911.
nización, el mes de marzo de 1911. Nahuelhual, Pedro; Comparece ante la Comi-
Morales, Juan; Dirige solicitud a la Secretaría sión Parlamentaria de Colonización, en
de la Comisión Parlamentaria de Colo- audiencia pública realizada en Temuco el
15 de febrero de 1911.
nización, el mes de marzo de 1911.
Nahuelpán, Augusto; Cacique del sector de
Morgan, Lewis Henry; Considerado uno de los
Valdivia (S. XX).
fundadores de la antropología social. Es
Nahuelpán, Bernardino; Dirige solicitud a la
reconocido como uno de los principales
Secretaría de la Comisión Parlamentaria
exponentes del pensamiento evolucionis-
de Colonización, el mes de marzo de 1911.
ta (1818-1881).
Nahuelpan, Felipe; Dirige solicitud a la Secre-
Morrillo, Pablo; (1778-1837). Mariscal de
taría de la Comisión Parlamentaria de
Campo español, comandante del Ejérci-
Colonización, el mes de marzo de 1911.
to Expedicionario Español de Costa Fir-
Nahuelpán, Víctor; Ejecutado o detenido des-
me, en las Guerras de Independencia de aparecido, según consta en el Informe de
Venezuela y Colombia. la Comisión Nacional de Verdad y Recon-
Mulato; Cacique Aónikenk (Fines del S. XIX). ciliación.
Mulato, José Luis; Dirige solicitud a la Secre- Nahuelqueo, Antonio; Comparece ante la Co-
taría de la Comisión Parlamentaria de misión Parlamentaria de Colonización,
Colonización, el mes de marzo de 1911. en audiencia pública realizada en Villa-
Mulloy, William; Arqueólogo estadouniden- rrica el 20 de febrero de 1911.
se, que llevó a cabo estudios y trabajos Nahuepin, Pascual; Dirige solicitud a la Se-
de restauración en Isla de Pascua (me- cretaría de la Comisión Parlamentaria de
diados del S. XX). Colonización, el mes de marzo de 1911.
Muñoz, José del T.; Comparece ante la Comi- Naikef, Juan F.; Comparece ante la Comisión
sión Parlamentaria de Colonización, en Parlamentaria de Colonización, en au-
audiencia pública realizada en Osorno el diencia pública realizada en Osorno el 2
2 de marzo de 1911. de marzo de 1911.
Musalem, José; Diputado por el Partido De- Nailef, Juan Francisco; Comparece ante la
mocratacristiano hacia la década de 1960. Comisión Parlamentaria de Colonización,
en audiencia pública realizada en Osor-
N, Ñ no el 2 de marzo de 1911.
Nacuhual; Dirige solicitud a la Secretaría de Naipallán, Juan Francisco; Solicitante de ra-
la Comisión Parlamentaria de Coloniza- dicación en la comuna de La Unión, ha-
ción, el mes de marzo de 1911. cia 1945 (expediente 1706).
Naguian, Juan A.; Comparece ante la Comi- Naipán, Francisca; Comparece ante la Comi-
sión Parlamentaria de Colonización, en sión Parlamentaria de Colonización, en
audiencia pública realizada en Osorno el audiencia pública realizada en Osorno el
2 de marzo de 1911. 2 de marzo de 1911.
Nahelcoy Ch., Bernardo; Ejecutado o deteni- Naiyapán, Fernando; Solicitante de radicación
do desaparecido, según consta en el In- en la comuna de La Unión, hacia 1945
forme de la Comisión Nacional de Ver- (expediente 2057).
dad y Reconciliación. Namoncura, Valentín; Comparece ante la Co-
misión Parlamentaria de Colonización,
I NDICES Y GLOSARIO
en audiencia pública realizada en Lon- Neicul Paisil, José; Ejecutado o detenido des-
coche el 18 de febrero de 1911. aparecido, según consta en el Informe de
Ñanco, José; Ejecutado o detenido desapare- la Comisión Nacional de Verdad y Recon-
cido, según consta en el Informe de la ciliación.
Comisión Nacional de Verdad y Recon- Neicumán, Manuel; Cacique de Ralco Lepoy
ciliación. (Alto Biobío), hacia la década de 1990.
Ñanco, Victoriano; Comparece ante la Comi- Neihual, Domingo; Solicitante de radicación
sión Parlamentaria de Colonización, en en la comuna de Río Bueno, hacia 1945
audiencia pública realizada en Loncoche (expediente 4143).
el 18 de febrero de 1911. Neihual, María; Solicitante de radicación en
Nancon, Bernardo; Dirige solicitud a la Secre- la comuna de La Unión, hacia 1945 (ex-
taría de la Comisión Parlamentaria de pediente 1667).
Colonización, el mes de marzo de 1911. Neilef, Antonio Soto; Dirige solicitud a la Se-
Ñancucheo, Felipe; Solicitante de radicación cretaría de la Comisión Parlamentaria de
en la comuna de Río Bueno, hacia 1945
Colonización, entre los meses de abril y
(expediente 4404).
junio de 1911.
Nancucheo, Pedro M.; Comparece ante la Co-
Neimañ, Fernardo; Dirige solicitud a la Secre-
misión Parlamentaria de Colonización, 693
taría de la Comisión Parlamentaria de
en audiencia pública realizada en Osor-
Colonización, el mes de marzo de 1911.
no el 2 de marzo de 1911.
Neipán, Juan de Dios; Comparece ante la Co-
Ñancufil Reuque, Juan; Ejecutado o detenido
desaparecido, según consta en el Infor- misión Parlamentaria de Colonización,
me de la Comisión Nacional de Verdad y en audiencia pública realizada en Osor-
Reconciliación. no el 2 de marzo de 1911.
Ñancumán M., José; Ejecutado o detenido Neipán, Silverio; Comparece ante la Comisión
desaparecido, según consta en el Infor- Parlamentaria de Colonización, en au-
me de la Comisión Nacional de Verdad y diencia pública realizada en Osorno el 2
Reconciliación. de marzo de 1911.
Naucumil, Juan Antonio; Dirige solicitud a la Neruda, Pablo; Neftalí Reyes (1904-1973).
Secretaría de la Comisión Parlamentaria Poeta chileno. Premio Nobel de Litera-
de Colonización, el mes de marzo de tura en 1971.
1911. Neupán, José; Comparece ante la Comisión
Naupa, José Dolores; Pehuenche de la Comu- Parlamentaria de Colonización, en au-
nidad Antonio Canío del sector de Trapa diencia pública realizada en Osorno el 2
Trapa, en el Alto Biobío (década de 1960). de marzo de 1911.
Nauquepán, Fernando; Comparece ante la Neupán, Pablo; Comparece ante la Comisión
Comisión Parlamentaria de Colonización, Parlamentaria de Colonización, en au-
en audiencia pública realizada en Villa- diencia pública realizada en Osorno el 2
rrica el 20 de febrero de 1911. de marzo de 1911.
Nauquepán, Hilario; Comparece ante la Co- Nieves, Pasqual; Capitán bajo las órdenes de
misión Parlamentaria de Colonización, Tomás Paniri en la rebelión indígena de
en audiencia pública realizada en Villa- 1780.
rrica el 20 de febrero de 1911. Ñiripil Paillao, Julio; Ejecutado o detenido
Navarro, Leandro; Historiador chileno (Fines desaparecido, según consta en el Infor-
del S. XIX). me de la Comisión Nacional de Verdad y
Navarro, Melchor; Duque de La Palata (S. Reconciliación.
XVII). Nogueira, José; En 1889 obtiene de parte del
Neculman, Francisco; Comparece ante la Co-
Gobierno de Chile, la concesión de 180
misión Parlamentaria de Colonización,
mil hectáreas en Tierra del Fuego. Poste-
en audiencia pública realizada en Valdi-
riormente, en 1890, el Gobierno le otor-
via los días 22 y 23 de febrero de 1911.
ga una nueva concesión por un millón
Neculman, Manuel A.; Dirige solicitud a la
nueve mil hectáreas; sobre las cuales se
Secretaría de la Comisión Parlamentaria
constituyó la Sociedad Explotadora de
de Colonización, el mes de marzo de
Tierra del Fuego en 1893.
1911.
Neculpan, Toribio; Comparece ante la Comi- Nopai, José del Carmen; Titular de Título de
sión Parlamentaria de Colonización, en Merced asignado en 1916 en el sector de
audiencia pública realizada en Villarrica Pilpicahuín, comuna de la Unión.
el 20 de febrero de 1911. Nopai, José María; Titular de Título de Mer-
Neguipan; Linaje huilliche titular de Título ced asignado en 1917 en el sector de Pil-
de Comisario. picahuín, comuna de la Unión.
LA MEMORIA OLVIDADA
Peuchuluf, Felipe; Comparece ante la Comi- Pinoleo, José Domingo; Dirige solicitud a la
sión Parlamentaria de Colonización, en Secretaría de la Comisión Parlamentaria
audiencia pública realizada en Villarrica de Colonización, entre los meses de abril
el 20 de febrero de 1911. y junio de 1911.
Peuchuluf, Pedro; Comparece ante la Comi- Piñones, Santiago; Promotor de la formación
sión Parlamentaria de Colonización, en del Sindicato Profesional de Leñadores
audiencia pública realizada en Villarrica (en 1955), que agrupará a familias colla
el 20 de febrero de 1911. de la Quebrada de Paipote.
Phawaq Mayta Inka; Gobernador del Tawan- Pinto, Alejo; Clérigo católico (S. XVIII), organi-
tinsuyo. Hermano de Wiraqocha inka. zador en Chiuchiu de la resistencia espa-
Pichicoy, Francisca; Solicitante de radicación ñola a la rebelión indígena de 1780-1781.
en la comuna de Río Bueno, hacia 1945 Pitripán, Juan Manuel; Dirige solicitud a la
(expediente 3514). Secretaría de la Comisión Parlamentaria
Pichinao, Domingo; Comparece ante la Comi- de Colonización, el mes de marzo de 1911.
sión Parlamentaria de Colonización, en Pizarro, Francisco; (1478-1541). Conquista-
audiencia pública realizada en Villarrica dor español.
el 20 de febrero de 1911. Pizarro, Pedro; Encomendero español (S. XVI).
696 Pichumi, Albino Teruga; Solicitante de radi- Poinicán, J. Hipólito; Dirige solicitud a la Se-
cación en la comuna de Río Bueno, ha- cretaría de la Comisión Parlamentaria de
cia 1945 (expediente 2647). Colonización, entre los meses de abril y
Pichún Cayul, José; Ejecutado o detenido des- junio de 1911.
Poldén P., Mercedes; Ejecutado o detenido des-
aparecido, según consta en el Informe de
aparecido, según consta en el Informe de
la Comisión Nacional de Verdad y Recon-
la Comisión Nacional de Verdad y Recon-
ciliación.
ciliación.
Pichún, Teófilo Martín; Cacique de Malla Ma-
Popper, Julius; También conocido como el
lla (Alto Biobío) (S. XX).
“Dictador Fueguino”, dirigió y ejecutó las
Pichupillán, Martín; Comparece ante la Co-
matanzas de que fueron víctimas los
misión Parlamentaria de Colonización,
selk’nam en Tierra del Fuego hacia fines
en audiencia pública realizada en Villa-
del S. XIX.
rrica el 20 de febrero de 1911.
Porma Ch., Francisco; Ejecutado o detenido
Pike, Mariana Rosario de; Rapa Nui (S. XX). desaparecido, según consta en el Infor-
Pillamir, Francisco; Dirige solicitud a la Secre- me de la Comisión Nacional de Verdad y
taría de la Comisión Parlamentaria de Reconciliación.
Colonización, el mes de marzo de 1911. Porma, José; Dirige solicitud a la Secretaría
Pilquinao Llaulén, José; Ejecutado o detenido de la Comisión Parlamentaria de Colo-
desaparecido, según consta en el Infor- nización, el mes de marzo de 1911.
me de la Comisión Nacional de Verdad y Portilla, Jorge; Capitán destinado en Isla de
Reconciliación. Pascua hacia 1964.
Pilquinao, Juan; Dirige solicitud a la Secreta- Prieto Vial, José Joaquín; Presidente de Chile
ría de la Comisión Parlamentaria de Co- entre 1831 y 1841.
lonización, el mes de marzo de 1911. Prohens Arias, Alfonso; Reclama propiedad de
Pincheira (hermanos); Montoneros que ope- la Hacienda Jorquera ocupada por fami-
raron de la Cordillera del Maule al sur lias colla desde fines del S. XIX (media-
hasta 1832, año en que son derrotados dos S. XX).
por el General Bulnes. Puenuman, Juan A.; Comparece ante la Co-
Pinculao, José Bartola; Dirige solicitud a la misión Parlamentaria de Colonización,
Secretaría de la Comisión Parlamentaria en audiencia pública realizada en Osor-
de Colonización, el mes de marzo de no el 2 de marzo de 1911.
1911. Puga Borne, Federico; Ministro de Coloniza-
Pinochet Ugarte, Augusto; Presidente de la Jun- ción hacia principios del S. XX.
ta Militar de Gobierno que en 1973 de- Puilpalay (o Puilpatay); Patronímico de ori-
rrocó al Gobierno del Presidente Salva- gen diaguita.
dor Allende Gossens. Se mantuvo en el Puiñancon, José Miguel; Dirige solicitud a la
poder hasta marzo de 1990, cuando asu- Secretaría de la Comisión Parlamentaria
me la Primera Magistratura Patricio de Colonización, el mes de marzo de
Aylwin Azócar. 1911.
Pinol, Francisco; Comparece ante la Comisión Puñalef, Juan; Comparece ante la Comisión
Parlamentaria de Colonización, en au- Parlamentaria de Colonización, en au-
diencia pública realizada en Osorno el 2 diencia pública realizada en Villarrica el
de marzo de 1911. 20 de febrero de 1911.
I NDICES Y GLOSARIO
Punol, José Fermín; Comparece ante la Co- la Comisión Nacional de Verdad y Recon-
misión Parlamentaria de Colonización, ciliación.
en audiencia pública realizada en Osor- Quidil, Juan; Comparece ante la Comisión
no el 2 de marzo de 1911. Parlamentaria de Colonización, en au-
Punuyao, Angel; Vende “acciones y derechos” diencia pública realizada en Temuco el
a Martín Ide en el sector de Pucatrihue 15 de febrero de 1911.
en 1891. Quihecura, Juan A.; Dirige solicitud a la Se-
Puran, Guillermo; Ejecutado o detenido des- cretaría de la Comisión Parlamentaria de
aparecido, según consta en el Informe de Colonización, el mes de marzo de 1911.
la Comisión Nacional de Verdad y Recon- Quilagual, Pedro; Comparece ante la Comi-
ciliación. sión Parlamentaria de Colonización, en
audiencia pública realizada en Osorno el
Q 2 de marzo de 1911.
Qolicheo, Felipe; Dirige solicitud a la Secreta- Quilaleo, Juan; Dirige solicitud a la Secreta-
ría de la Comisión Parlamentaria de Co- ría de la Comisión Parlamentaria de Co-
lonización, el mes de marzo de 1911. lonización, entre los meses de abril y ju-
Quean, Francisco 2°; Comparece ante la Co- nio de 1911.
misión Parlamentaria de Colonización, Quilán Cabezas, Jaime; Ejecutado o detenido 697
en audiencia pública realizada en Temu- desaparecido, según consta en el Infor-
co el 15 de febrero de 1911. me de la Comisión Nacional de Verdad y
Queipul; Lonko huilliche (S. XVIII). Reconciliación.
Quenlupan, Lorenzo; Dirige solicitud a la Se- Quilapán, José Santos; Lonko wenteche (o
cretaría de la Comisión Parlamentaria de arribano) (Fines S. XIX).
Colonización, el mes de marzo de 1911. Quilempán, Avelina; Solicitante de radicación
Quenpumil, Francisco; Dirige solicitud a la en la comuna de Río Bueno, hacia 1945
Secretaría de la Comisión Parlamentaria (expediente 2645).
de Colonización, el mes de marzo de Quilempán, Felipe; Solicitante de radicación
1911. en la comuna de Río Bueno, hacia 1945
Quentreman, Antonio; Dirige solicitud a la (expediente 2648).
Secretaría de la Comisión Parlamentaria Quilempán, Manuel; Solicitante de radicación
de Colonización, el mes de marzo de en la comuna de La Unión, hacia 1945
1911. (expediente 1376).
Queulo, Luis M.; Comparece ante la Comisión Quilempán, Manuel; Solicitante de radicación
Parlamentaria de Colonización, en au- en la comuna de Río Bueno, hacia 1945
diencia pública realizada en Osorno el 2 (expediente 2644).
de marzo de 1911. Quilempán, Pabla; Solicitante de radicación
Quezada, Armando; Diputado de la Repúbli- en la comuna de La Unión, hacia 1945
ca e integrante de la Comisión Parlamen- (expediente 3014).
taria de Colonización constituida en Quilempán, Rosario; Solicitante de radicación
1911, con la finalidad de imponerse en en la comuna de Río Bueno, hacia 1945
terreno de los conflictos de tierras en la (expediente 3652).
Araucanía. Quilempán, Vicente; Solicitante de radicación
Quidel, José; Integrante de la Comisión Ver- en la comuna de Río Bueno, hacia 1945
dad Histórica y Nuevo Trato (2001-2003). (expediente 2649).
Quidel, Juan; Comparece ante la Comisión Quileñan, Francisco; Comparece ante la Co-
Parlamentaria de Colonización, en au- misión Parlamentaria de Colonización,
diencia pública realizada en Cunco en en audiencia pública realizada en Villa-
1911. rrica el 20 de febrero de 1911.
Quidel, Juan Andrés; Vende “acciones y dere- Quilicanta; Lonko del Valle de Aconcagua
chos” a Segundo Castro en los sectores (S. XVI).
de Huellelhue y Millantúe en 1891. Quilocan, Juan; Comparece ante la Comisión
Quidel, Juan Toribio; Comparece ante la Co- Parlamentaria de Colonización, en au-
misión Parlamentaria de Colonización, diencia pública realizada en Villarrica el
en audiencia pública realizada en Temu- 20 de febrero de 1911.
co el 15 de febrero de 1911. Quilpatay; Patronímico de origen diaguita
Quidel, Raimundo; Vende “acciones y dere- Quilpitay; Patronímico de origen diaguita
chos” a Enrique Peters en el sector de Quimado, Mauricio; Comparece ante la Co-
Pulamemo en 1889.. misión Parlamentaria de Colonización,
Quidiante Q., José; Ejecutado o detenido des- en audiencia pública realizada en Octay
aparecido, según consta en el Informe de el 1 de marzo de 1911.
LA MEMORIA OLVIDADA
Quinchán, Antonio; Dirige solicitud a la Se- Quisel Pailahueque, S. Angel; Comparece ante
cretaría de la Comisión Parlamentaria de la Comisión Parlamentaria de Coloniza-
Colonización, entre los meses de abril y ción, en audiencia pública realizada en
junio de 1911. Octay el 1 de marzo de 1911.
Quinchavil S., Luis; Ejecutado o detenido des- Quisel, Juan Manuel; Comparece ante la Co-
aparecido, según consta en el Informe de misión Parlamentaria de Colonización,
la Comisión Nacional de Verdad y Recon- en audiencia pública realizada en Octay
ciliación. el 1 de marzo de 1911.
Quinchel, María; Solicitante de radicación en Quismachay; Patronímico de origen diaguita
la comuna de Río Bueno, hacia 1945 (ex- Quispe; Familia colla llegada al sector de Po-
pediente 3003). trerillos a fines del S. XIX.
Quiñenao, Antonio; Comparece ante la Comi- Quispe (b); Familia colla llegada al sector de
sión Parlamentaria de Colonización, en Quebrada de San Miguel, hacia fines del
audiencia pública realizada en Villarrica S. XIX.
el 20 de febrero de 1911. Quispe (hermanas); Mueren en circunstancias
Quineyao, Juan de la C.; Dirige solicitud a la aún no aclaradas en el sector de La Tola-
Secretaría de la Comisión Parlamentaria El Patón, III Región (década de 1970).
698 de Colonización, el mes de marzo de 1911. Quispe, Manuel; Colla (S. XX).
Quinillao, Vicente; Solicitante de radicación en Quispe, Vicente; Colla llegado al sector de
la comuna de La Unión, hacia 1945 (ex- Quebrada de San Miguel, hacia fines del
pediente 5081). S. XIX.
Quintal; Dirige solicitud a la Secretaría de la Quispe, Víctor; Colla (S. XX).
Comisión Parlamentaria de Colonización,
entre los meses de abril y junio de 1911. R
Quintanilla, Antonio; Gobernador de Chiloé R. Colipán, Juan Carlos; Ejecutado o detenido
hacia principios del S. XIX. desaparecido, según consta en el Infor-
Quintrupa, y Domingo; Comparece ante la me de la Comisión Nacional de Verdad y
Comisión Parlamentaria de Colonización, Reconciliación.
en audiencia pública realizada en Osor- Radic; Familia yugoeslava arribada a San
no el 2 de marzo de 1911. Pedro de Atacama (S. XX).
Quintul, Juan M.; Comparece ante la Comi- Rain, José; Dirige solicitud a la Secretaría de
sión Parlamentaria de Colonización, en la Comisión Parlamentaria de Coloniza-
audiencia pública realizada en Osorno el ción, el mes de marzo de 1911.
2 de marzo de 1911. Raín, Pedro; Mapuche de Lumaco (S. XX).
Quintulen Melin, Marcelina; Sobrina de don Raipan, José; Comparece ante la Comisión
Francisco Cheuquelen Melin, muerto en Parlamentaria de Colonización, en au-
el desalojo del Fundo Huilio el año 1971. diencia pública realizada en Loncoche el
Quintulen, Martín; Dirige solicitud a la Secre- 18 de febrero de 1911.
taría de la Comisión Parlamentaria de Raipan, Pedro; Comparece ante la Comisión
Colonización, el mes de marzo de 1911. Parlamentaria de Colonización, en au-
Quintupurrai, Juan A.; Comparece ante la diencia pública realizada en Loncoche el
18 de febrero de 1911.
Comisión Parlamentaria de Colonización,
Raipan, Toribio; Comparece ante la Comisión
en audiencia pública realizada en Osor-
Parlamentaria de Colonización, en au-
no el 2 de marzo de 1911.
diencia pública realizada en Loncoche el
Quirichagual, Pedro; Comparece ante la Co-
18 de febrero de 1911.
misión Parlamentaria de Colonización,
Ramírez, Sergio; Propietario de la hijuela San
en audiencia pública realizada en Osor-
Mateo en Panguipulli, hacia 1971.
no el 2 de marzo de 1911.
Ramos; Familia colla llegada al sector de Po-
Quiroga; Familia colla llegada al sector Que-
trerillos a fines del S. XIX.
brada de Paipote a fines del S. XIX.
Ramos Huina, Gerardo; Ejecutado o detenido
Quiroga, Agapito; Colla llegado a Quebrada
desaparecido, según consta en el Infor-
Paipote desde Argentina, hacia fines del
me de la Comisión Nacional de Verdad y
S. XIX.
Reconciliación.
Quiroga, Corina; Colla (S. XX).
Ramos Huina, José; Ejecutado o detenido des-
Quiroga, Jerónimo de; Militar y cronista espa-
aparecido, según consta en el Informe de
ñol (S. XVII).
la Comisión Nacional de Verdad y Recon-
Quiroga, Rosa; Colla (S. XX).
ciliación.
Quiroga, Segundo; Colla llegado a Quebrada
Ramos Villanueva, Esteban; Colla (S. XX).
Paipote desde Argentina, hacia fines del
Ramos, Esteban; Colla (S. XX).
S. XIX.
I NDICES Y GLOSARIO
Raninqueo, Juan; Comparece ante la Comi- Ringoy, María; Vende “acciones y derechos”
sión Parlamentaria de Colonización, en a Ernesto Hille en el sector de Aleucapi,
audiencia pública realizada en Loncoche en 1890.
el 18 de febrero de 1911. Riroroko Mahute, Juan; Rapa Nui (S. XX).
Rantal, J. Esteban; Comparece ante la Comi- Rivas Vicuña, Manuel; Diputado de la Repú-
sión Parlamentaria de Colonización, en blica e integrante de la Comisión Parla-
audiencia pública realizada en Octay el mentaria de Colonización constituida en
1 de marzo de 1911. 1911, con la finalidad de imponerse en
Rantul, José; Vende “acciones y derechos” a terreno de los conflictos de tierras en la
Guillermo Wolff en el sector de Pucatri- Araucanía.
hue (1879/1885). Rivera, Luis Alfredo; Diputado de la Repúbli-
Rapahango, Benito; Rapa Nui (S. XX). ca e integrante de la Comisión Parlamen-
Rapu Aka, Carlos; Rapa Nui (S. XX). taria de Colonización constituida en
Rapu Haoa, Sergio; Primer Gobernador Rapa 1911, con la finalidad de imponerse en
Nui de Isla de Pascua, entre 1984 y 1990. terreno de los conflictos de tierras en la
Rapu, Alfonso; Profesor rapa nui. Lider del Araucanía.
movimiento de resistencia rapa nui, que Robles, Eulogio; Protector de Indígenas de
provocó un profundo cambio en las re- Cautín (Principios del S. XX). 699
laciones con el Estado de Chile, lo que se Roca, Julio Argentino; Presidente de Argenti-
coronó con la puesta en vigencia de la na entre 1880 y 1886 y entre 1898 y
Ley N° 16.441, también conocida como 1904. Estuvo al mando de la Campaña
“Ley Pascua”. Militar conocida con el nombre de “La
Raquileo, Juan; Dirige solicitud a la Secreta- Conquista del Desierto”.
ría de la Comisión Parlamentaria de Co- Rogers Sotomayor, Enrique; Gobernador de Isla
lonización, el mes de marzo de 1911. de Pascua entre 1966 y 1967.
Rauque, José del T.; Comparece ante la Comi- Roggeveen, Jacob; Navegante holandés. Primer
sión Parlamentaria de Colonización, en navegante europeo que arribó a isla de
audiencia pública realizada en Osorno el Pascua, en 1722.
2 de marzo de 1911. Rojas, Claudio; En 1902 compra tierras de
Recabarren, Carlos Alberto; Subdelegado ma- propiedad de Pueñam Maripe, las que
rítimo en Isla de Pascua, hacia la década posteriormente darían origen al Fundo
del 20-30 del S. XX. Pitril.
Reinante Raipán, Alberto; Ejecutado o deteni- Rojas, Rodrigo; Capitán, protector y adminis-
do desaparecido, según consta en el In- trador de los naturales del Valle del Guas-
forme de la Comisión Nacional de Ver- co (S. XVII).
dad y Reconciliación. Rosales, Diego; (1603-1677). Sacerdote jesuita
Reinante Raipán, Modesto; Ejecutado o dete- y cronista.
nido desaparecido, según consta en el Roussel, Hipólito; Misionero católico arriba-
Informe de la Comisión Nacional de Ver-
do a Isla de Pascua en 1866.
dad y Reconciliación.
Rozas, Ramón Ricardo; Senador por Llanqui-
Reinohuelen; Cacique mapuche
hue hacia fines del S. XIX.
Reinolds, John Martin; Gobernador Marítimo
Runca Runca, José; Ejecutado o detenido des-
de Isla de Pascua (S. XX).
aparecido, según consta en el Informe de
Renchi, Carlos; Presidente del “Consejo
la Comisión Nacional de Verdad y Recon-
Kawashkar” hacia fines de la década de
ciliación.
1980, que agrupaba a la comunidad
Rupailaf, Francisco; Vende “acciones y dere-
kawésqar de Puerto Edén.
chos” a Guillermo Wolff en el sector de
Reumuñ, Cristóbal; Dirige solicitud a la Secre-
taría de la Comisión Parlamentaria de Pucatrihue (1879/1885).
Colonización, el mes de marzo de 1911. Rupailaf, Isidro; Vende “acciones y derechos”
Reuque, Isolde; Dirigente de la organización a Guillermo Wolff en el sector de Puca-
“Centros Culturales Mapuches” fundada trihue (1879/1885).
en 1978 (a partir de 1981, Ad Mapu); Rupailaf, Pilar; Vende “acciones y derechos”
integrante de la Comisión Especial de a Guillermo Wolff en el sector de Puca-
Pueblos Indígenas (1990-1993). trihue (1879/1885).
Reyes Ugarte, Fernando; Integrante de Comi- Rupailao, Beatriz; Dirige solicitud a la Secre-
sión Consultiva para Isla de Pascua cons- taría de la Comisión Parlamentaria de
tituida por Decreto del Ministerio de De- Colonización, el mes de marzo de 1911.
fensa en 1933. Rupallan Levencheo; Dirige solicitud a la Se-
Ribera, Alonso de; (1560-1617). Gobernador cretaría de la Comisión Parlamentaria de
de Chile entre 1601 y 1617. Colonización, el mes de marzo de 1911.
LA MEMORIA OLVIDADA
Rupiman, Juan; Dirige solicitud a la Secreta- Schaulsohn, Jacobo; Diputado por el Partido
ría de la Comisión Parlamentaria de Co- Radical hacia la década de 1960 del S. XX.
lonización, el mes de marzo de 1911. Schmidt, Teodoro; Ingeniero agrimensor. Par-
ticipó en la fundación de Temuco, y en
S la mensura de las tierras entregadas a los
mapuche en merced por el Estado chile-
Saavedra, Cornelio; (1821-1891). Militar chi-
no, tras la conquista de la Araucanía, a
leno. Condujo las campañas militares que
fines del S. XIX y comienzos del S. XX.
culminaron con la conquista de la Arau-
Schweitzer, Guillermo; En 1911 se adjudica tie-
canía y el sometimiento del Pueblo Ma-
rras –vía remate– en la zona de Quin-
puche al Estado chileno, en la segunda
quén, dentro de las cuales estaban va-
mitad del S. XIX.
rios títulos de merced –ya enajenados
Saguas; Patronímico de origen diaguita. hacia 1906.
Saguas, Lorenzo; Cacique del Pueblo de Pia- Seguel, Juan; Comparece ante la Comisión
tasana (S. XVIII). Parlamentaria de Colonización, en au-
Salas, José Perfecto; Fiscal de la Real Audien- diencia pública realizada en Temuco el
cia (S. XVIII). 15 de febrero de 1911.
Salgado Troquián, Alejandro; Ejecutado o de- Seguel, Waldo; Magistrado de Punta Arenas
700 tenido desaparecido, según consta en el (Fines del S. XIX).
Informe de la Comisión Nacional de Ver- Segura, Juan; Corregidor de Atacama (S. XVI).
dad y Reconciliación. Semuí, Juan B; Comparece ante la Comisión
Salmaca; Patronímico de origen diaguita Parlamentaria de Colonización, en au-
Salmon, Arii Paea; Hijo de Alexander Salmon diencia pública realizada en Osorno el 2
Salvo, Domingo; Capitán chileno (mediados de marzo de 1911.
del S. XX). Señoret, Manuel; Gobernador de Magallanes
San Martín, José de; (1778-1850). Prócer de (Fines del S. XIX).
la independencia americana. Sepúlveda, José María; Entre 1881 y 1886
San Román, Francisco; Explorador (S. XIX). compra tierras pehuenches en el sector
Sangotay; Cacique diaguita del Huasco (S. XVI). de Puangue, Alto Biobío.
Santa Cruz, Andrés de; Mariscal y Presidente Seriche; Patronímico de origen diaguita
de Bolivia (S. XIX). Serrano, Ramón; Explorador y miembro de
Santa María, Narciso de; Gobernador de Chi- la Comisión Chilena de Límites hacia fi-
loé (S. XVIII). nes del S. XIX.
Santibáñez Nahuel, Carlos; Ejecutado o dete- Sigifredo de Trahunhaus; Comparece ante la
nido desaparecido, según consta en el Comisión Parlamentaria de Colonización,
Informe de la Comisión Nacional de Ver- en audiencia pública realizada en Valdi-
dad y Reconciliación. via los días 22 y 23 de febrero de 1911.
Santillán, Fernando de; Oidor de la Audien- Silva Correa, Ignacio; Propietario del Fundo
cia de Lima (S. XVI). Chihuaihue, a quien se atribuye la muer-
Santos Centurión; Cacique Aónikenk (Media- te de un mapuche de la comunidad Los
dos del S. XIX). Lolocos de apellido Collío en 1961.
Sapiaín; Patronímico de origen diaguita Silva de Vargas, Carmen; Titular de Título de
Sarmiento de Gamboa, Pedro; Español que lle- Merced asignado en 1916 en el sector de
ga a las costa occidental de la Isla Gran- Pilpicahuín, comuna de la Unión.
de de Tierra del Fuego en 1580, y a quien Silva Henríquez, Raúl; Cardenal, arzobispo de
se atribuye el primer contacto de euro- Santiago (1907-1999).
peos con cazadores selk’nam. Silva, José; Dirige solicitud a la Secretaría de
Sarmiento, Domingo Faustino; Uno de los ex- la Comisión Parlamentaria de Coloniza-
ponentes latinoamericanos del pensa- ción, el mes de marzo de 1911.
miento liberal y positivista del S. XIX, que Silva, Pedro; Sargento mayor. Gobernador de
sostenía la oposición entre civilización y Magallanes (Mediados del S. XIX).
barbarie, inspirado en el evolucionismo Silva, Ramiro; Capitán de ejército, destinado
en Tierra del Fuego (fines del S. XIX).
europeo.
Silva, Víctor Domingo; Escritor chileno (1882-
Sasuategui; Capitan de barco esclavista “Eli-
1960).
sa Masón” (Rapa Nui, S. XIX).
Sorobabel Fati; Rapa Nui (S. XX).
Schapenham, Geen Huygen; Marino de la ex-
Spencer, Herbert; (1820-1903). Teórico social
pedición holandesa comandada por el
inglés. Precursor del pensamiento evo-
Almirante L’Hermite, a quien se le de-
lucionista.
ben las primeras descripciones de los ya-
Stark, Julio; General. Gobernador Provincial
gán (principios del S. XVII).
de Biobío hacia la década de 1980.
I NDICES Y GLOSARIO
Stuven, Luis; Capitán de Navío arribado en Toro, Juan B.; Dirige solicitud a la Secretaría
la nave “Baquedano” a Isla de Pascua. de la Comisión Parlamentaria de Colo-
Suárez Huincamán, José del Carmen; Cacique nización, entre los meses de abril y junio
de Malla Malla (Alto Biobío) (S. XX). de 1911.
Suárez Humané, Pedro María; Cacique de Toro, Pedro Pablo; Capitán de ejército y her-
Malla Malla (Alto Biobío) (primera mi- mano de Policarpo Toro. Es nombrado
tad del S. XX). “subinspector de colonización”, arriban-
Suárez Marihuán, Juan Domingo; Cacique de do a Isla de Pascua en 1888.
Malla Malla (Alto Biobío) (S. XX). Toro, Policarpo; Chileno. Capitán de Corbeta.
Suárez Paillán, José del Carmen; Cacique de En 1888, firma el “Acuerdo de Volunta-
Malla Malla (Alto Biobío) (S. XX). des” en virtud del cual Isla de Pascua fue
Sucre, Antonio José de; (1795-1830). Luchó incorporada a la soberanía del Estado de
junto a Simón Bolívar. Procer de la inde- Chile.
pendencia americana. Primer Presidente Torometi; Rapa Nui (S. XIX).
de Bolivia. Torrealba, Agustín; Abogado de la Defensa
Fiscal de Colonización (Primera mitad del
T S. XX).
Tailler, Timoleón de la; En 1968 compra los
Torrealba, Senón; Diputado de la República e 701
integrante de la Comisión Parlamentaria
fundos Yaldad, Coldita, Coinco y Asasao
(Chiloé). de Colonización constituida en 1911, con
la finalidad de imponerse en terreno de
Taita Cayupi; Sabio mapuche de Lautaro (Fi-
los conflictos de tierras en la Araucanía.
nes del S. XIX y comienzos del S. XX).
Talinay; Patronímico de origen diaguita. Torres Antinao, Luis; Ejecutado o detenido
desaparecido, según consta en el Infor-
Talmay; Patronímico de origen diaguita.
me de la Comisión Nacional de Verdad y
Tamango; Patronímico de origen diaguita.
Tamblay; Patronímico de origen diaguita. Reconciliación.
Torres, Bartolo; Solicitante de radicación en
Tangol; Lonko huilliche de Río Bueno (S.
la comuna de Río Bueno, hacia 1945 (ex-
XVIII).
Tapia, Felipe; Fundador de la Compañía Mi- pediente 2646).
Torres, Hernando de; Encomendero (S. XVI).
nera de Potrerillos en 1894.
Torres, Pedro; Dirige solicitud a la Secretaría
Teao Arancibia, Felipe; Rapa Nui (S. XX).
Teao Hey, Raúl; Rapa Nui. Integrante de la de la Comisión Parlamentaria de Colo-
nización, el mes de marzo de 1911.
Comisión Provincial de Verdad Histórica
Tracal Huenchumán, Juan; Ejecutado o dete-
y Nuevo Trato (2002-2003).
Teao, Enrique; Rapa Nui (S. XX). nido desaparecido, según consta en el
Informe de la Comisión Nacional de Ver-
Teno; Cacique mapuche (S. XVI).
dad y Reconciliación.
Tepano Hito, Antonio; Rapa Nui. Integrante de
la Comisión Provincial de Verdad Histó- Tracanao Pincheira, Alejandro; Ejecutado o
detenido desaparecido, según consta en
rica y Nuevo Trato (2002-2003).
el Informe de la Comisión Nacional de
Tepihe, Alfredo; Rapa Nui (S. XX).
Tepihe, María; Rapa Nui (S. XX). Verdad y Reconciliación.
Tracanao Pincheira, José; Ejecutado o deteni-
Thayer Ojeda, Luis; Integra Comisión creada
do desaparecido, según consta en el In-
en 1916 por el Gobierno chileno, a la que
se le encomendó estudiar y proponer forme de la Comisión Nacional de Ver-
dad y Reconciliación.
soluciones a diversos problemas de Isla
Tracanao V., Eliseo; Ejecutado o detenido des-
de Pascua.
Thomas; Cacique mandón del Pueblo de Pai- aparecido, según consta en el Informe de
la Comisión Nacional de Verdad y Recon-
tanasa (S. XVII).
ciliación.
Timillán, Somo; Dirige solicitud a la Secreta-
ría de la Comisión Parlamentaria de Co- Trafian, Manuel; Dirige solicitud a la Secre-
taría de la Comisión Parlamentaria de
lonización, entre los meses de abril y ju-
Colonización, el mes de marzo de 1911.
nio de 1911.
Tocornal, Joaquín; Ministro de Justicia, Cul- Tranamil Pereira, José; Ejecutado o detenido
desaparecido, según consta en el Infor-
to e Instrucción Pública (1849), y de Re-
me de la Comisión Nacional de Verdad y
laciones Exteriores (1862).
Toledo, Francisco de; Virrey del Perú (S. XVI). Reconciliación.
Tranamil, José María; Pehuenche de la Co-
Topa (o Túpac, o Tupak, o Thupaq) Inka Yupan-
munidad Antonio Canío del sector de
qui; Gobernador del Tawantinsuyo entre
1471 y 1493. Trapa Trapa, en el Alto Biobío (década
de 1960).
LA MEMORIA OLVIDADA
Vivar, Jerónimo de; Cronista español (1525- forme de la Comisión Nacional de Ver-
1568). dad y Reconciliación.
Yaufulén Mañil, Oscar; Ejecutado o detenido
W desaparecido, según consta en el Infor-
Warthe, Pedro; Terrateniente del sector de me de la Comisión Nacional de Verdad y
Panquero, Provincia de Valdivia. En 1926 Reconciliación.
protagoniza el lanzamiento de una co- Yuai Coli, José M.; Comparece ante la Comi-
munidad, muriendo en el hecho dos in- sión Parlamentaria de Colonización, en
dígenas. audiencia pública realizada en Osorno el
Williams, Carlos; Obtiene la concesión pro- 2 de marzo de 1911.
visoria de la Isla Lennox, hacia fines del Yubril, Mariano; Comparece ante la Comisión
S. XIX. Parlamentaria de Colonización, en au-
Williams, John; Superior de la Misión Angli- diencia pública realizada en Temuco el
cana de Bahía Allen Gardiner (fines S. 15 de febrero de 1911.
XIX y comienzos del XX). Yubril, Sandoval; Comparece ante la Comi-
Williamson & Balfour; Compañía Explotado- sión Parlamentaria de Colonización, en
ra de Isla de Pascua. audiencia pública realizada en Temuco el
Winkler, Eduardo; Colono de Frutillar, que da 15 de febrero de 1911. 703
muerte al cacique Juan Pailahueque en Yutronic; Familia yugoeslava arribada a San
1916. Pedro de Atacama (S. XX).
Wiraqocha Inka; Gobernador del Tawantin-
suyo. Z
Wolff, Guillermo; Inscribe “acciones y dere- Zandón, Juan; Capitán bajo las órdenes de
chos” sobre tierras huilliches del sector Tomás Paniri en la rebelión indígena de
de Pucatrihue en 1879 y 1885. 1780.
Zaranday; Patronímico de origen diaguita
Y Zepeda, Luis; Subdelegado marítimo en Isla
Yallique; Patronímico de origen diaguita de Pascua, hacia la década del 20-30 del
Yaufulén Mañil, Antonio; Ejecutado o deteni- S. XX.
do desaparecido, según consta en el In- Zumbohm, Gaspar; Misionero católico arriba-
forme de la Comisión Nacional de Ver- do a Isla de Pascua en 1866.
dad y Reconciliación. Zúñiga Llanquilef, Ariel; Ejecutado o deteni-
Yaufulén Mañil, José; Ejecutado o detenido do desaparecido, según consta en el In-
desaparecido, según consta en el Infor- forme de la Comisión Nacional de Ver-
me de la Comisión Nacional de Verdad y dad y Reconciliación.
Reconciliación. Zurita, Juan; Colono del sector de Caburque,
Yaufulén Mañil, Miguel; Ejecutado o deteni- que da muerte al cacique Mariano Milla-
do desaparecido, según consta en el In- huel en 1924.
LA MEMORIA OLVIDADA
lleres de labor dispersa o aglomerados, tifica otro relieve de altura llamada Puna
con un ordenamiento más sencillo en de Atacama que se caracteriza por tener
comparación a las aldeas. recursos más precarios (esta puna salada
Campamentos complejos: Término arqueológi- es la más inhóspita del mundo andino),
co que refiere a recintos habitacionales y y ambientes y poblaciones distintas a los
de servicio, con mayores recursos cons- pueblos altiplánicos.
tructivos cuya densidad poblacional es Circunlacustre: Refiere a los sectores que cir-
más significativa. Rasgos particulares son cundan una zona de lagos.
bodegas, cementerios, depósitos de ba- Complejo cultural: Término arqueológico que
sura, etc. apunta a manifestaciones culturales con
Campamentos estables o semipermanentes: Tér- un trasfondo común básico, pero que
mino arqueológico que refiere a instala- ofrecen variaciones de un sitio a otro, o
ciones humanas asociadas a recursos es- de una zona a otra.
tables, que permiten actividades Comunidades translocales: Comunidades ay-
continuas durante todo el año. El carác- maras que han perdido su condición es-
ter de semipermanencia está dado por la trictamente local, pero sin disolverse
explotación de recursos no naturales dado que ya no solo se focalizan sólo en
como la explotación minera, o la reco- la comunidad, sino que en el espectro de 705
lección o cosecha en enclaves aislados. la región.
Cuando las actividades son claramente CONADI: (Sigla) Corporación Nacional de
estables, se dice que las comunidades han Desarrollo Indígena.
ingresado a un estilo de vida sedentario, CONAF: (Sigla) Corporación Nacional Fores-
abandonando sus prácticas nómades. tal.
Concepto similar es el de campamentos CONAMA: (Sigla) Comisión Nacional de
semisedentarios. Medio Ambiente.
Campamentos estacionales: Término arqueoló- Cono de deyección: Término arqueológico que
gico que refiere a instalaciones de carác- refiere a una formación sedimentaria de
ter no necesariamente permanente, ocu- los materiales de arrastre en una quebra-
padas exclusivamente en ciertas da, al alcanzar su base de equilibrio en
estaciones del año, de acuerdo a un ma- forma de manto cónico.
nejo transhumántico del territorio. Ejem- CORFO: (Sigla) Corporación de Fomento de
plo de ello son las estancias de altura, la Producción.
campamento de recolección de algarro- Cuevas: Refugios naturales habitados espe-
bo, etc. cialmente por cazadores recolectores ar-
Caravaneros: Grupos humanos que conducen caicos y posteriormente por pueblos pas-
caravanas de llamas cargueras entre dis- toriles en donde han quedado sus
tintas regiones, para intercambiar pro- testimonios ideológicos (arte rupestre).
ductos o para ocupar transitoriamente
algún lugar que permita la obtención de CH
productos que no se dan en su pueblo de Chañar: (Geoffroea decorticans) Árbol que da
origen. un fruto de color café, pequeño y redon-
CEDIP: (Sigla) Compañía Explotadora de la do, de sabor dulce.
Isla de Pascua. Chilenización: Proceso iniciado inmediata-
Centro-Sur andino: Espacio andino del Sur mente después de la Guerra del Pacífico
que difiere de los Andes centrales, con- (1879-1883) con la anexión de los terri-
formado por los actuales territorio del torios de Perú y Bolivia a la República de
Centro-Sur boliviano, sur peruano, Nor- Chile, caracterizado por la introducción
te argentino y Norte de Chile. de elementos simbólicos de carácter na-
Ceramio: Artefacto de greda cocida. cional, y que causó importantes altera-
Circumpuneña: Refiere a aquellas localidades ciones especialmente en las culturas de
o pueblos, que se ubican en la puna de los pueblos aymara y atacameño. Este
Atacama o en su contorno inmediato, concepto designa también un segundo
involucrando ocupaciones humanas del período que corresponde al del régimen
norte de Argentina y la segunda región militar, el que releva los valores nacio-
de Chile. Los pueblos propiamente alti- nales, activa la presencia militar en las
plánicos del Centro Sur andino son aque- fronteras, la municipalización, el asisten-
llos que ocupan las tierras altas del Cen- cialismo y las “escuelas de concentración
tro-Sur de Bolivia, Sur peruano y la fronteriza”.
primera región del Norte chileno. Hacia Cholulo: Roedor utilizado con fines alimen-
el Sur de esta región altiplánica, se iden- ticios por las poblaciones prehispánicas
LA MEMORIA OLVIDADA
Zona Norte Chico o Norte Semiárido: Se extien- Norte, hasta el río Salado por el sur, con
de desde el río Salado por el Norte hasta un desarrollo aproximado de 8º de lati-
la cuenca del Aconcagua, o más precisa- tud. Por el Norte limita con el Perú; al
mente, el cordón de Chacabuco por el Este con las repúblicas de Bolivia y Ar-
Sur, entre las latitudes Sur 26º y 33º. Po- gentina, de las cuales queda separada por
líticamente, comprende la Región de Ata- la Cordillera de los Andes. El rasgo más
cama, Coquimbo y parte de la Región de característico que la individualiza es la
Valparaíso. plena vigencia del desierto absoluto, del
Zona Norte Grande o Norte Árido: Se extiende cual participa del 70% de su superficie.
desde la línea de frontera entre Chile y Políticamente comprende las regiones de
las repúblicas de Perú y Bolivia por el Tarapacá y Antofagasta.
710
I NDICES Y GLOSARIO
Copiapó: (Voz kunza. Topónimo) Planta Iquique: (Voz aymara. Topónimo) Soñolien-
abundante. (Copayapu) to.
Ivi-atua: (Voz rapa nui) Proveniente del li-
CH naje de los dioses. En términos occiden-
Challa: (Voz quechua) Ch’alla. Gesto ritual, tales se asemeja a sacerdote.
asperjar.
Chanco: (Voz quechua) Moler. Machacar. K
Charqui: (Voz quechua) Ch’arqui. Carne seca Kainga: (Voz rapa nui)Territorio de una tri-
por efectos del aire y el sol, que corres- bu.
ponde a una técnica altiplánica de con- Kakan: Lengua diaguita.
servación natural de los alimentos. Karukinká: (Voz selk’nam) Territorio esco-
Chasqui: (Voz quechua) Mensajero inka. gido por la divinidad para los antepasa-
Chiliweke: (Voz mapudungun) Llama de los dos.
Andes (camélido). Los cronistas hispanos Karro: (Voz aónikenk) Divinidad correspon-
lo llamaron “carnero de la tierra”. diente a la estrella matutina.
Chimbarongo: (Voz mapudungun. Topónimo) Kau: (Voz aónikenk) Vivienda.
Día nublado. Kauwi: (Voz selk’nam) Tipo de vivienda de
712 Chiu-Chiu: (Voz kunza. Topónimo) Gorrión. forma cónica.
Cholulo: Roedor utilizado con fines alimen- Kénos: (Voz selk’nam) Divinidad que forma
ticios por las poblaciones prehispánicas parte de la cosmogonía selk’nam.
y en contextos etnográficos más actua- Kina: (Voz yagán) Ceremonia de iniciación
les. Estos roedores habitan en galerías para los varones. También corresponde
subterráneas, alimentándose de raíces. al nombre de la vivienda construida para
Chuño: (Voz quechua) Papa deshidratada por su realización.
un sistema de congelamiento y deseca- Kokongo: (Voz rapa nui) Tipo de gripe que
ción, posibilitado por las diarias varia- afectó a la casi totalidad de la población
ciones térmicas del altiplano. rapanui, después de la llegada de barcos
Chuspas: (Voz quechua) Bolsas pequeñas de europeos.
uso ceremonial, utilizadas para transpor- Kooch: (Voz aónikenk) Divinidad. Cielo. Ser
tar hojas de coca y de otras plantas con inicial ordenador del cosmos.
fines rituales y ceremoniales, y también Kunza: Lengua del Pueblo Atacameño.
como ofrendas funerarias. Kuraka: (Voz quechua) Señor étnico andi-
no.
E
Elal: (Voz aónikenk) Divinidad. Figura del L
padre, organizador del tiempo, dador de Lafkenche: (Voz mapudungun) Gente de la
la tierra y recursos. costa.
Lampa: (Voz mapudungun. Topónimo) He-
H rramienta. Nombre de cacique.
Hain: (Voz selk’nam) Ceremonia de inicia- Licancabur: (Voz atacameña. Topónimo) Pue-
ción para jóvenes de ambos sexos, tam- blo grande.
bién conocida como rito Klóketen. Lonko: (Voz mapudungun) Cabeza, cacique,
Hanga: (O Hoonu. Voz rapa nui) Bahía, en- líder étnico.
senada. Lonquimay: (Voz mapudungun. Topónimo)
Haruwen: (Voz selk’nam) División territorial Cumbre del cerro. Bosque tupido.
de origen mítico.
Howen: (Voz selk’nam) Ancestros míticos. LL
Huillimapu: (Voz mapudungun) Tierra del Llanquihue: (Voz mapudungun. Topónimo)
sur. Lago perdido.
I M
Iaxaus: (Voz yagán) (Chiajaus) Ceremonia Machi: (Voz mapudungun) Chamán. Auto-
de iniciación de los jóvenes, varones y ridad religiosa.
mujeres, destinado a su ingreso en la vida Machitún: (Voz mapudungun) Ritual de sa-
adulta. nación practicado por el machi.
Icalma: (Voz mapudungun. Topónimo) Muy Mahuida: (Voz mapudungun) Cerro.
peñascoso Maipo: (Voz mapudungun. Topónimo) Paraje
Inka: (Voz quechua) Gobernador del Tawan- de tierra cultivada.
tinsuyo.
I NDICES Y GLOSARIO
Mallku: (Voz aymara) Cerro sagrado, espíri- Pachamama: (Voz aymara) Madre tierra,
tu de las montañas. Deidad a la cual se le madre universal andina.
brinda ceremonias y rituales. También Paine: (Voz mapudungun. Topónimo) Celes-
significa señor étnico. te.
Mana: (Voz rapa nui) Poder. Pirca: (Voz quechua) Recinto sencillo elabo-
Manca saya: (Voz aymara) Manqhasaya. De rado con piedras a modo de refugio o
acuerdo a la organización espacial andi- corrales.
na, corresponde a la parte de abajo en el Puelmapu: (Voz mapudungun) Tierra del
pueblo o marka. oriente.
Mapudungun: Mapunzungun. Lengua del Pukara: (Voz quechua) Fortaleza. Ciudadela
pueblo mapuche. prehispánica con muros defensivos ubi-
Markas: (Voz aymara) Unidad de ayllus. Pue- cados en las altas cumbres de la cordille-
blo central de una comunidad. En térmi- ra de Los Andes.
nos occidentales se asemeja a Señoríos.
Mata: (Voz rapa nui) Familias de una tribu Q
en la cultura rapa nui. Específicamente
Quinquen: (Voz mapudungun. Topónimo)
se refiere al linaje que es un grupo de
Planta de hoja cortante.
parentesco que desciende de un ances- 713
Quitor: (Voz kunza. Topónimo) Arriba.
tro común.
Matato’a: (Voz rapa nui) Guerreros.
Melipilla: (Voz mapudungun. Topónimo) R
Cuatro volcanes. Nombre de cacique. Ralco: (Voz mapudungun. Topónimo) Plato
Mita: (Voz quechua) Institución laboral an- de agua.
dina. Prestación de trabajo periódico y Reimiro: (Voz rapa nui) Ornamento de ma-
rotativo que debían realizar los indivi- dera en forma de media luna o de luna
duos para el Estado Inka en el ejército, creciente, que tiene en cada uno de sus
construcción, mantenimiento de cami- extremos una cabeza antropomorfa. Ob-
nos, etc. El sistema español transformó jeto pectoral. Símbolo de la bandera Rapa
esta institución en trabajos forzados, que Nui.
se cumplían normalmente en las minas. Rewe: (Voz mapudungun) Altar, escala ce-
Mitimaes: Poblaciones de colonias andinas remonial.
que trabajaban y tributaban al Inka.
Mitmakunas: Colonos altiplánicos provenien- S
tes de diversos grupos étnicos o comuni-
Sequitor: (Voz kunza. Topónimo) Uno.
dades. Es conocido también como Mitma-
Shó’on: (Voz selk’nam) Divinidad. Cielo.
qkunas.
Suyos: (Voz quechua) Alianza etnogeográfi-
Moai: (Voz rapa nui) Estatuas de piedra que
ca. En términos occidentales se asemeja
representan a los antepasados.
a Reinos.
N T
Nagche: (Voz mapudungun) Gente de los
Tangata ma’ori: (Voz rapa nui) Sabios.
valles.
Tapu: (Voz rapa nui) Conjunto de disposi-
Nahuelbuta: (Voz mapudungun. Topónimo)
ciones, prohibiciones y tabúes. Un sinó-
Tigre grande.
nimo es Rahui.
Tarapacá: (Voz aymara. Topónimo) Grupo de
Ñ gavilanes. El que encubre taras, tipo de
Ñielol: (Voz mapudungun. Topónimo) Ojo o árbol.
dueño de la caverna. Tawantinsuyo: (Voz quechua) Confederación
andina; tierra de los cuatro suyos ó cua-
O tro cuartos. En términos occidentales, se
asemeja a Estado, Imperio Inka.
Orongo: (Voz rapa nui. Topónimo) Centro
Temuco: (Voz mapudungun. Topónimo)
ceremonial situado al borde de la calde-
Aguas del árbol temu.
ra del Volcán Rano kau.
Tilocalar: (Voz kunza. Topónimo) Laguna
amarilla.
P Timáukel: (Voz selk’nam) Divinidad.
Pacha: (Voz aymara) Pensamiento origina- Tirúa: (Voz mapudungun. Topónimo) Lugar
rio. de alistamiento.
Pachakuti: (Voz aymara) Renovación social; Tiwanaku: Cultura que se desarrolló en el al-
retorno al orden cósmico. tiplano y cuya cabecera estaba en la ac-
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