Está en la página 1de 12

“HACIENDO

LA

Lección 13 para el 23
de septiembre de 2023
PAZ”
“Sobre todo, tomen
el escudo de la fe,
con que puedan
apagar todos los
dardos encendidos del
maligno. Tomen el
yelmo de la salvación,
y la espada del
Espíritu, que es la
palabra de Dios”
(Efesios 6:16, 17)
Así nos presenta Pablo, el “embajador en cadenas”,
nuestra parte en el conflicto entre Cristo y Satanás:

Para “hacer frente a las artimañas del diablo” y


luchar “contra fuerzas espirituales malignas”, Dios ha
provisto a sus siervos de una armadura espiritual
para que “puedan resistir hasta el fin con firmeza”
(Ef. 6:11-13 NVI).

Bien pertrechados con esta armadura, los creyentes presentamos un frente


unido ante el enemigo; somos dirigidos por nuestro Capitán –Cristo Jesús–;
cooperamos en cada batalla; y esperamos la victoria final, cuando “sus
enemigos [de Cristo] sean puestos por estrado de sus pies” (Hebreos
10:13).
Los soldados del ejército de Dios.
El equipamiento del soldado:
La verdad y la justicia. Efesios 6:14.
El evangelio de la paz. Efesios 6:15.
La fe, la salvación y la Palabra. Efesios 6:16-17.
El ingrediente unificador:
La oración. Efesios 6:18-20.
LOS SOLDADOS DEL EJÉRCITO DE DIOS
“La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas,
y vistámonos las armas de la luz” (Romanos 13:12)

Al enumerar y describir la armadura de Dios, Pablo no pretende representar a un


guerrero solitario. Al contrario, utiliza los verbos en segunda persona del plural
(Ef. 6:10-13): “fortaleceos”; “vestíos”; “podáis”, “tomad”. Está visualizando todo
un ejército de guerreros unidos en pie de guerra contra el mal.
La esposa de Cristo –la Iglesia– está compuesta por distintos miembros que
cumplen su función específica dentro del cuerpo; por distintos ladrillos que
conforman el edificio/templo; por soldados equipados para luchar codo con
codo hasta el día glorioso en el que la Iglesia pueda unirse con su Esposo en una
unión eterna.

Unidos por el Espíritu Santo, formamos “un


ejército grande en extremo” (Ezequiel 37:10). La
victoria no se obtendrá con proezas heroicas
realizadas por soldados aislados actuando por su
propia cuenta, independientes del resto de
soldados.
La victoria se obtiene cuando actuamos en
cooperación con el resto, ocupando el puesto y
realizando la misión que Dios ha preparado para
cada uno de nosotros.
“Un ejército en batalla se confundiría y se debilitaría a menos que
todos trabajaran en conjunto. Si los soldados representaran sus
propias ideas impulsivas, sin referencia a las posiciones ni al
trabajo de los demás, serían una colección de átomos
independientes; no podrían hacer el trabajo de un cuerpo
organizado. Por eso los soldados de Cristo deben actuar en
armonía. No hay que apreciarlos por sí solos. Si hacen esto, el
pueblo del Señor, en lugar de estar en perfecta armonía, de tener el
mismo sentir, el mismo propósito, y de consagrarse a un gran
objetivo, notará que sus esfuerzos son inútiles, que ha
desperdiciado su tiempo y sus capacidades. La unión hace la fuerza.
Incluso si pocas almas convertidas actúan en armonía, con un gran
propósito y bajo una sola autoridad, lograrán victorias en cada
enfrentamiento”

E. G. W. (Spalding and Magan Collection, p. 121)


“Las armas con que luchamos no son del mundo, sino
que tienen el poder divino para derribar fortalezas”
(2ª de Corintios 10:4 NVI)
LA VERDAD Y LA JUSTICIA
“Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de
justicia” (Efesios 6:14)

Antes de entrar en batalla, debemos estar correctamente vestidos. Las ropas amplias que se
usaban en la antigüedad eran cómodas, pero podían estorbar cuando se hacía un esfuerzo
físico. Imagínate lo que pasaría si, al sacar la espada, se te trabase con un pliegue de tu
túnica. El cinturón, pues, ceñía la ropa al cuerpo, impidiendo que estorbase los movimientos.
Cristo y su palabra es la verdad. «Yo soy la verdad» (Juan 14:6) dijo Jesús. Si estamos
afianzados en la verdad, ninguna duda estorbará nuestro avance.

Una vez ceñidos, necesitamos ponernos el “chaleco


antibalas”. La coraza, compuesta por láminas de
metal entrelazadas entre sí, protegía al soldado de
recibir una herida mortal en el corazón, los
pulmones o el vientre. Dios nos provee de su
justicia para protegernos de heridas que puedan
causarnos muerte espiritual.
La justicia, al igual que la verdad, está íntimamente
ligada a la santidad y a la bondad (Ef. 4:24; 5:9). La
justicia protectora que recibimos de Dios se
convierte en parte integrante de nuestra conducta,
y dispensamos a los demás un trato justo y bueno.
EL EVANGELIO DE LA PAZ
“y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz” (Efesios 6:15)

En medio de un lenguaje militar, Pablo introduce el concepto de la paz, porque no somos llamados a un enfrentamiento físico.
Es cierto que vivimos en guerra. Una guerra en la que todos comenzamos en el lado
equivocado. Somos, por naturaleza, enemigos de Dios. Pero Él entra en el conflicto para
rescatarnos, para arrancarnos de las garras del maligno y darnos paz (Jn. 16:33).
Por tanto, nuestros pies han de estar siempre
dispuestos a compartir el evangelio que hemos
recibido, llevando paz al corazón de las personas.
No debemos “matar” o “vencer” a nuestros
contrincantes. Debemos animarlos a que cambien
de bando, y abracen el “evangelio de la paz”.
Según la carta a los efesios, la paz surge de Jesús,
y es nuestra responsabilidad mantenerla y
compartirla:
Efesios 2:14 Efesios 2:15 Efesios 2:17 Efesios 4:3 Efesios 6:15
Jesús, nuestra Jesús ha Jesús ha Debemos tener la
Debemos guardar
paz, ha derribado comprado esa paz anunciado las disposición de
la unidad en el
las murallas que con su propia buenas nuevas de proclamar el evangelio
vínculo de la paz.
nos separan. sangre. paz. de la paz (NVI).
LA FE, LA SALVACIÓN Y LA PALABRA
“Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.
Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios” (Efesios 6:16-17)

LA ESPADA
EL ESCUDO EL YELMO
DEL ESPÍRITU
Compuesto de madera forrada El casco metálico de los romanos Con una longitud de medio
de cuero y con adornos de tenía varias piezas que protegían metro, y una hoja recta y ancha
metal, el escudo podía proteger el cuello y las mejillas del de doble filo, la espada romana
completamente a un soldado soldado. De este modo, la permitía al soldado tanto
agachado, e impedía que las cabeza quedaba totalmente defenderse de los golpes
flechas o los golpes de espada lo protegida. enemigos, como contratacar.
hiriesen. Nuestros pensamientos deben Pablo habla de la palabra de
Dios es nuestro escudo (Sal. 3:3; están enfocados en la salvación Dios como “más cortante que
18:2). Por fe, enfrentamos el que Dios ha obtenido por toda espada de dos filos; y
conflicto confiando nosotros, y en la esperanza de penetra hasta partir el alma y el
completamente en Su que pronto esa salvación se espíritu” (Heb. 4:12). Es ésta la
protección. Es la fe la que materializará en una vida eterna única arma capaz de convertir al
apagará los dardos de las sin pecado (1Ts. 5:8). enemigo en aliado.
pruebas con las que el maligno
quiere abatirnos.
“orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando
en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos; y por mí, a
fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con
denuedo el misterio del evangelio, por el cual soy embajador en cadenas;
que con denuedo hable de él, como debo hablar” (Efesios 6:18-20)
LA ORACIÓN
Ante la batalla que se avecinaba, Josafat invitó al pueblo a
postrarse en oración ante Dios (2Cr. 20:18).
Cuánto más en la lucha espiritual en la que estamos inmersos, la oración tiene una
función primordial. Es la que nos permite relacionarnos con nuestro General para
plantearle nuestras perplejidades y recibir sus instrucciones. Pablo hace tres
indicaciones acerca de la oración:
“En todo tiempo”. Nunca debemos dejar de orar, aun
Cómo debe cuando no veamos respuesta (Lc. 18:1-8; 1Ts. 5:17).
ser la “En el Espíritu”. El Espíritu Santo transforma nuestras
oración: oraciones con “gemidos que no pueden expresarse con
palabras” (Rom. 8:26 NVI).

A quién
Debemos suplicar “por todos los santos”. No estamos
ayuda solos en la lucha, debemos apoyarnos unos a otros a
nuestra través de la oración intercesora.
oración:
“Y por mí”. Aquellos que son llamados a
proclamar el evangelio necesitan
Pedidos especialmente de las oraciones de los
específicos: creyentes para poder presentar el mensaje
“con denuedo” (“con valor” NVI).
“Debemos cubrirnos con cada pieza de la armadura, y
entonces permanecer firmes. El Señor nos ha honrado
eligiéndonos como soldados suyos. Combatamos
valientemente por él, poniéndonos de parte de lo recto en
toda circunstancia... Revestíos de esa justicia divinamente
protegida, como coraza que todos tenemos el privilegio de
usar. Protegerá vuestra vida espiritual […]
Todos los que se hayan revestido del manto de la justicia de
Cristo subsistirán delante de él como escogidos fieles y
veraces. Satanás no puede arrancarlos de la mano de Cristo.
Este no dejará que una sola alma que con arrepentimiento y fe
haya pedido su protección caiga bajo el poder del enemigo”

E. G. W. (La maravillosa gracia de Dios, 23 de enero)

También podría gustarte