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San Martín de Porres: ¿Cuáles

fueron los milagros que lo


convirtieron en santo?
El santo peruano falleció un 3 de noviembre de 1639. El papa Juan XXIII, que sentía una profunda devoción por él, lo canonizó el 6
de mayo de 1962 en el Vaticano.
El imaginario popular vincula sus milagros a lo sobrenatural: a su don de bilocación y a su habilidad para comunicarse con animales.
De hecho, una de las imágenes más icónicas es aquella en la que reúne a perro, pericote y gato alrededor de un plato.

 
 
MILAGROS PARA SU BEATIFICACIÓN

Para su beatificación, sin embargo, se aceptaron dos milagros relacionados con la


sanación instantánea de enfermos.
El primero fue el concedido a Elvira Moriano, a quien los médicos le habían dicho
que perdería la visión del ojo derecho, debido a una herida provocada cuando
chocó contra una ventana. De acuerdo con Celia Cussen
, un padre dominico le envió una reliquia de San Martín de Porres y le pidió se
encomendara a él
. Su ojo sanó al día siguiente. Una veintena de testigos dieron por verdadero el
hecho.
El segundo milagro, comprobado por al menos cinco personas, fue el del niño
Melchor Varanda. El pequeño cayó del techo de su casa en Lima y se rompió el
cráneo. Los médicos lo daban por desahuciado, pero su madre se encomendó al
santo peruano. Al día siguiente, como ocurrió en el caso anterior, el pequeño se
levantó como si nada hubiera pasado.
MILAGROS PARA SU CANONIZACIÓN

Para su canonización, la Sagrada Congregación de Ritos también aceptó dos casos.

El primero de ellos ocurrió en 1948 en Paraguay: a una anciana de 89 años le dieron


pocas horas de vida luego de sufrir un infarto. Su hija, que estaba en Buenos Aires,
rezaba a Martín de Porres por la salud su madre. La familia inició los arreglos de su
funeral, pero al día siguiente despertó milagrosamente sana.

Finalmente, en Tenerife, en 1956, un niño de nombre Antonio Cabrera Pérez estaba a


punto de perder su pierna izquierda debido a una gangrena. Un amigo de la familia
entregó una reliquia y una imagen de Martín de Porres a la madre. Ella pasó ambos
objetos por encima de la pierna del menor y rezó para que no la perdiera. Al cabo de
dos días, esta volvió a su estado natural.

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