Está en la página 1de 16

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE CHIHUAHUA

FACULTAD DE ENFERMERÍA Y NUTRIOLOGÍA

LICENCIATURA EN ENFERMERÍA
Cuidado Humano para el Adulto Mayor
6LE3

Un Buen Morir
Docente: M.E Feliciano Rosas Ortega.

E.L.E. Sharon Aylin Barrera Estrada 336859.

E.L.E Vanessa Rodríguez Rendon 342238.


La comunicación y
el enfermo en fase
terminal
Capítulo 28
La comunicación
Es fundamental en las relaciones humanas; por ello, el
equipo médico y el enfermo deben compartir la misma
realidad.
Es una práctica diaria y, en el caso de enfermos en fase
terminal, la cercanía de la muerte y el proceso de
morir producen en quienes los cuidan reacciones
psíquicas que directa o indirectamente evitan la
comunicación con el enfermo y sus familiares.
Acompañar y apoyar
Al moribundo es una labor agotadora, estresante
y muy demandante, pero es la obra más valiosa
que una persona puede hacer por otra.

Los integrantes del equipo multidisciplinario e


interdisciplinario deberán ser buenos
comunicadores y capaces de percibir las señales
que emite el enfermo para pedir ayuda; de lo
contrario, después de repetirlas varias veces sin
recibir respuesta, el enfermo se aislará y será
más difícil establecer de nuevo la comunicación.
La comunicación y el
Enfermo en Fase
Terminal
Tanto el equipo de salud como los
familiares eluden responder
directamente y esquivan las
miradas, el contacto físico
disminuye y el lenguaje se hace
complicado o demasiado simple.
Entonces el enfermo se da cuenta
de que es abandonado y entra en
un aislamiento que no debemos
confundir con aceptación.
El control de síntomas es sumamente
difícil sin una comunicación eficaz, de
allí que sea considerada parte esencial
de la curación. Lo que un moribundo
necesita de quienes lo rodean es el
reconocimiento de compartir su
condición, y cuando falta la
comunicación, surge el distanciamiento

La confianza debe ser


ganada y aumentada
mediante comunicación,
tolerancia, simpatía, afecto,
cariño y amor.
La comunicación es
esencial
Para la actividad cotidiana del personal de
salud, ya que frecuentemente deberá dar
malas noticias, responder a preguntas
difíciles, informar del diagnóstico, escuchar a
familiares y tanto soportar como entender los
silencios del enfermo.
La comunicación
Consiste en aprender a escuchar, pues el aprendizaje
del lenguaje se originó en la capacidad de escuchar y
no en la de hablar. Estar muy cerca del enfermo
permite establecer contacto ocular, ya que la mirada
intensifica el intercambio emocional, tanto de
preocupaciones como de esperanzas.
Participar y transmitir nuestros
sentimientos o cualquier
información
Se dirige mejor al destinatario cuando Hablan no sólo las palabras, sino
ambos actúan enlazados, pues tanto el también el modo de pararse, de
emisor como el receptor hacen que la sentarse, ver, escuchar, etcétera, todo lo
comunicación tenga lugar en diferentes cual es muchas veces más importante
medios, como el verbal, el escrito y no que un mensaje hablado. Así, resulta
significativo recordar que también nos
verbal.
comunicamos por medio de nuestro
silencio y de nuestra actitud.
La comunicación con la familia
Del paciente generalmente es difícil y tensa, porque la familia
no contempla la enfermedad, sino que la vive con su enfermo.
La familia es testigo del sufrimiento diario, sufre el estrés
generado cotidianamente, vive el desbordamiento emocional;
en ella puede presentarse la claudicación y, finalmente, puede
abandonar al enfermo.

Las pérdidas continuas, el duelo anticipado y la


negación agotan el tiempo y la dedicación de la familia.
La comunicación y el
Enfermo en Fase
Terminal
La comunicación, el apoyo y la información permanentes facilitan la
adaptación de la familia a la situación.

Pero resulta importante reiterar que el paciente tiene derecho a una


información clara y objetiva sobre su enfermedad, tratamiento y
pronóstico y que lo más conveniente es seguir el método de la verdad
soportable y dosificada. Además, debemos decirla en términos
comprensibles para él y sus familiares, aunque también el enfermo
podría rehusarse a saber esta información, y debemos respetar su pleno
derecho a no ser informado si así lo desea.
Callar la verdad
generalmente no evita
que se conozca, y
ocultarla muchas veces
revela más que
comunicarla.
Si el médico, el enfermo y la familia no
comparten la misma información,
ocurrirá lo que en medicina paliativa se
conoce con el nombre de muro del
silencio, que impide al enfermo tomar
decisiones, a la familia ayudarle y al
equipo de salud llevar a cabo un
tratamiento de alivio adecuado de los
síntomas.
Cuando el enfermo
llega a la fase terminal
en la que ya no es factible curarlo, haremos
todo lo posible por darle el mejor cuidado y
hacerle saber que no lo abandonaremos, sino
que lo confortaremos y lo más importante,
que le ofreceremos presencia e interés, que lo
visitaremos frecuentemente y que habrá
contacto físico y una escucha atenta.
Las palabras rara vez
ayudan
Ayudan a una persona temerosa que se enfrenta a
su muerte. Los temores del enfermo en fase
terminal y de sus familiares requieren atención
permanente, considerada y experta, y los
problemas más difíciles de afrontar son la
sensación de impotencia, la pérdida del control y
el miedo al dolor y a la muerte. Por ende, es
necesario que el equipo de salud esté preparado
tanto para ayudar al enfermo y a su familia, como
para protegerse a sí mismo emocionalmente.
Referencia

Behar, D. (2003). Un Buen Morir . Obtenido de


file:///C:/Users/hp/Downloads/07.-%20Behar,%20Daniel.%20Un%20buen%20
morir.%2082p%20(1).pdf
Capitulo 28, Pág 113 – 118.
Gracias por
su atención
Equipo #8

También podría gustarte