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TIPOS DE RELACIONES Y

CLIENTES
DRA. ANA CECILIA HUEDA CAPRISTAN
PACIENTE EN RELACION COMPRADOR

En el transcurso o hacia el final de la sesión, el terapeuta y el paciente identifican un problema


concreto, más o menos delimitado, y un objetivo específico a lograr durante el tratamiento.
■ El paciente se ve como parte activa y principal de la solución y para el logro del objetivo.
■ Está dispuesto a hacer algo respecto al problema; motivado a involucrarse y a colaborar.

Estrategia general:
Es recomendable utilizar la abierta disposición de los consultantes para colaborar,
planteándoles sugerencias o tareas que aprovechen sus recursos, ya que la probabilidad de que
las cumplan, y con ello se vayan construyendo los objetivos, es alta.
PACIENTE EN RELACION
DEMANDANTE
■ Paciente y terapeuta identifican una dolencia o problema y unos objetivos concretos.
■ Pero no identifican los pasos concretos que el paciente necesita dar para alcanzar la
solución.
■ Los consultantes no llegan a visualizarse como parte de la solución, y creen que ésta
solo se dará cuando otra persona distinta a ellos cambie.
Estrategia general:
La estrategia más adecuada aquí se puede sintetizar en lo que llamamos “la pregunta
mágica”. Dicha pregunta es la siguiente: “¿Si pudieras hacer algo para ayudar a esa persona,
lo harías?...¿Podemos hablar de lo que podrías hacer que ayude a esa persona?”.
PACIENTE EN RELACION
DEMANDANTE
La respuesta afirmativa a esta pregunta cambia de posición al cliente demandante;
automáticamente pasa de ser observador del cambio ajeno a sujeto del cambio en sí mismo.
No siempre funciona, pero generalmente sí lo hace. En esos casos el “demandante” pasa a
ser “comprador” y ya puede tratársele como tal. Para incrementar la probabilidad de que se
produzca ese cambio es conveniente primero dedicarle unos minutos extra a hablar del
problema que la persona plantea y, especialmente, de las consecuencias negativas que éste
genera. Hacer esto puede generar en la persona un estado psicológico favorecedor para ese
cambio de visión.
PACIENTE EN RELACION
VISITANTE
Paciente y terapeuta no identifican juntos una dolencia o unos objetivos concretos.
■ Puede señalar que no existe problema alguno o que el problema pertenece a otra
persona.
■ No ve razón para cambiar y menos para estar en terapia.
Estrategia general:
Es importante evitar “ponerse por delante del cliente”, evitar la posición “one up”. “Ir por
detrás”, a su ritmo, es lo mejor. No tratar de convencerlo de la necesidad de aceptar y
colaborar con la terapia. Evitar la reactancia.
PACIENTE EN RELACION
VISITANTE
Se sugiere escuchar tranquila y curiosamente la opinión que tiene el cliente acerca
de por qué lo han enviado a consulta. Explorar especialmente cómo se siente al
respecto, las emociones que eso le genera, puede crear las condiciones para confiar
en el terapeuta. Hablar de lo emocional, del posible disgusto o frustración, que el
ser un “cliente rehén” le produce, puede convertir per se en motivo de consulta.

Después de hablar un tiempo sobre estos temas se le puede volver a preguntar si


percibe algo sobre lo que podamos serle útil. Si ahora identifica algo que lo moleste
y que quiera tratar es que empieza a pasar al rol de “comprador”.
PACIENTE EN RELACION
VISITANTE
Como reserva siempre queda la posibilidad de hacerle ver que, por su
condición de rehén”, sí tiene un problema que tal vez no ha visto: que la
persona que lo envió, y que parece tener cierto poder sobre él, cree que tiene
un problema que desea ver resuelto. ¿Desea que lo ayudemos a librarse de
esa presión? ¿Qué es aquello (mínimo) que la persona que lo envió desea ver
que él cambie para dejarlo en paz? ¿Desea hablar de eso?
Si pese a todo lo actuado no se obtienen resultados, se sugiere no dejarle
ninguna tarea o sugerencia. Solo cabe felicitarlo por su asistencia y
disposición a conversar, agradecerle el haber venido y dejar abierta la
posibilidad de que nos llame cuando lo crea necesario.

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