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CURSO.

LAS MUJERES EN LA NUEVA


ESPAÑA. EDUCACIÓN Y VIDA
COTIDIANA
ESPACIOS PARA EDUCAR MUJERES: COLEGIOS Y
CONVENTOS
• El monacato aparece relacionado con el Cristianismo en Egipto y Palestina a finales del siglo III, en sus inicios fue un
estilo de vida adoptado por personas solitarias que decidían vivir en el desierto para encontrar paz espiritual.
• Tenía sus orígenes en tradiciones espirituales de oriente, entre ellas el budismo y el judaísmo.
• Los hombres y mujeres que decidían adoptar esta vida eran en su mayoría laicos, que en busca de un camino espiritual o
por las persecuciones del Imperio Romano hacia los Cristianos habían decidido emigrar al desierto.
• La vida en ascetismo consistía en una renuncia al matrimonio y otros “placeres” y comodidades ordinarias, a la
propiedad a fin de disciplinar los sentidos y liberar la mente para estar preparado a fin de tener un contacto sobrenatural
con Dios.
• La renuncia al mundo era una condición por la que Cristo había pasado antes de iniciar su ministerio público, así lo narra
San Marco en el evangelio, por lo que el alejamiento del mundo representaba para los cristianos un triunfo sobre los
placeres semejante al que enfrento Jesús en aquellos días en el desierto.
• La palabra monje proviene del griego monos que significa solo.
• En esta vida de renuncia, de oración, sacrificio, mortificación corporal y espiritual continua se preparaban para su
encuentro con Dios, quienes la practicaron fueron ejemplo para el resto de los cristianos los admiraban, respetaban y
deseaban imitarlos.
• En el transcurso del siglo IV, surgieron dos variantes de las formas de vida ascética: la eremítica, cuyo nombre proviene
de eremos, palabra griega que significa desierto, sus practicantes vivían en forma aislada en el desierto, alimentándose
de lo que las personas que los visitaban en ocasiones les proporcionaban, instalados en cuevas y chozas distantes unas
de otras pero que tenían como lugar común algunos edificios con panaderías e iglesia para reunirse los domingos a
escuchar misa, sus días transcurría entre la oración y constantes mortificaciones físicas, su guía principal fue el eremita
Antonio originario de la región de Alejandría.
• La segunda fue la cenobítica, practicada dentro de comunidades organizadas o monasterio donde sus habitantes,
además de dedicarse a orar, pedían limosna por los caminos y realizaban actividades como la fabricación de canastas,
esteras, cuerdas y ropa que vendían e intercambiaban por alimentos, vestido y otros bienes.
• Los lugares donde habitaban las comunidades fueron llamadas cenobium, derivada de la palabra griega koinos que
significa común.
• Según la tradición, el primer cenobium fue fundado por San Pacomio (292-346). Las comunidades no estaban
organizadas bajo una regla, se encontraban dirigidos por un Abad que se encargaba de instruir a los neófitos para
dirigirlos en el camino la vida en ascesis.
• Los primeros monasterios o cenobium se fundaron en Tabennesi, lugar de un pueblo abandonado en el Alta Nilo en la
Región de Tebas, a la muerte de Pacomio existían ya varias fundaciones masculinas y femeninas, cada una estaba dirigida
por un superior y eran precedidos por este como Patriarca. En los lugares donde se fundaban existían huertas para
cultivar diversos productos que se vendían y consumían.
• Una vez que los cenobium se expandieron, algunos hombres que experimentaron primero la vida como
eremitas y después se integraron a las comunidades, propusieron mejoras a la vida de los monjes, uno de ellos
fue Basilio de Cesárea (357-358), joven educado en las escuelas de Constantinopla y Atenas que interesado en
tener una vida ascética se retiró al desierto viviendo unos años en soledad sin obtener la paz que buscaba, por
lo que conociendo las comunidades pacomianas decidió reunir un grupo para realizar una nueva fundación.
• Basilio consideraba que la vida en comunidad estaba en la naturaleza del hombre y le ayudaba a cumplir con el
objetivo principal del cristiano, amar al prójimo, ser misericordioso y caritativo, ya que la vida en solitario
limitaba al hombre a cumplir con el más perfecto de los mandamientos, amar a Dios sobre todas las cosas, pues
la búsqueda del camino era difícil para los ascetas, así en muchos casos los hacia renunciar a su búsqueda.
Una vez fundada la comunidad, Basilio se dio a la tarea de perfeccionar la tradición ascética, pensaba que los
miembros debían ser guiados por el superior y obedecerlo en todo momento, así su voluntad se subordinaba y
aprendía a controlar y formar el espíritu; consideraba que las mortificaciones excesivas llevaban a los novicios a
caer en el fanatismo, orgullo y apartarse de su camino espiritual, por lo que los únicos castigos corporales que se
permitían eran aquellos que autorizaba el superior.
Creía además que el trabajo era un medio para perfeccionar el alma, así se propuso que todo hombre que
ingresaba a la comunidad debía tener un oficio, en caso contrario se le enseñaba alguno, su trabajo se destinaba
a producir los objetos que las comunidades vendían o consumían.
• Las noticias sobre estas comunidades se expandieron pronto por Occidente a través de Obispos, peregrinos y
escritores como Atanasio que redacto la Vida de San Antonio, donde contaba la vida del ermitaño, ante las proezas
que estas obras transmitían se creo un interés por fundar comunidades similares.
• Entre aquellos hombres que escucharon estos relatos y quedaron impresionados se encontraba Agustín quien se
convirtió al cristianismo y llegaría hacer Obispo de Hipona, considerando que la vida perfecta para un obispo era la
del monacato.
• Estas formas de vida fueron paulatinamente aceptados por la Iglesia y comenzó a ser una práctica de los laicos,
pasaría un tiempo aun para que algunos de sus miembros tomaran órdenes sacerdotes, en el siglo IX se decretó que
los Abades deberían ser ordenados sacerdotes para administrar los sacramentos y dirigir la liturgia de sus
comunidades.
• En el siglo VI, Europa había dejado de ser parte del Imperio Romano, se encontraba dividida en pequeños Reinos
gobernados por los líderes de los grupos germanos que invadieron Europa en el siglo IV, Italia estuvo por más de un
siglo bajo el control de los ostrogodos en tanto el Emperador Justiniano al tratar de reconquistarla para el Imperio
Romano de Oriente la sumió en una guerra e hizo que la ciudad quedara en ruinas, habitada por una mermada
población que no la abandonaba por la importancia que había tenido en tiempos anteriores, entre sus habitantes se
encontraba el Obispo de Roma, Gregorio I, quien unos años atrás se había profesado como monje y fundado un
monasterio en la casa de su familia donde residió hasta que fue elegido para el cargo a la muerte del Papa Pelagio II.
• Gregorio fundó su monasterio conociendo los intentos de otros monjes por dar reglas a las comunidades monásticas,
entre estos hombres se encontraba San Benito de quien el Papa escribiría una biografía y que creó la primera Regla
monástica.
Papa Gregorio I
• La copia mas antigua que se conserva de la Regla data del siglo IX y proviene de un códice redactado por el
monje Teodemaro abad del Convento de Monte Casino, que le había sido solicitada por el Emperador Carlo
Magno para implementar la Regla en sus dominios.
• La redacción de la Regla parece dar cuenta que esta se escribió durante un periodo de tiempo prolongado
contando de un prologo y setenta y tres capitulo, organiza la vida de los monjes en comunidad en una forma
ordenada “el monasterio que describe es una sociedad plenamente cenobítica que vive en un solo edificio o en
un complejo de edificios, bajo la dirección de un abad que es elegido por los hermanos”
• A quienes ingresaban se les pedía que se prepararan durante un año en el noviciado y si mostraban tener la
capacidad de asumir la vida en comunidad, debían renunciar a toda propiedad, jurar votos y vivir por el resto
de su vida siguiendo las ordenes del abad de la comunidad.
• Se hace referencia a las cualidades que el monje debe cultivar, la obediencia y la humildad son las mas
importantes, se da instrucciones para realizar el oficio divino, las oraciones, lecturas y salmos, normas para las
horas de sueño, trabajo manual y lectura; como se debe elegir al abad, refiere cada uno de los cargos que los
monjes ejercían y las penitencias para aquellos que transgredieran el orden del monasterio.
• Esta primitiva Regla estaba pensada para que cada monasterio la asumiera y la viviera, las fundaciones eran
independientes para su organización de otras, no tenían lazos económicos o espirituales, la existencia de una
Regla general asumida por diversos monasterios con un centro rector o la obediencia a un superior sobre el
resto de los abades aun no se contemplaba, las Ordenes Religiosas no surgirán en esta etapa.
• Cuando se deseaba vivir en un monasterio
se elegía a cual se ingresaría, se pedía ser
admitido y en la Regla se estipulaba que
hecha la solicitud “al postulante no habría
de concedérsele una fácil entrada; debía
persistir en su demanda durante cuatro o
cinco días antes de que se le abriera la
puerta, y luego debía acabar un ano de
prueba en la celda de los novicios. Si
aguantaba todo este tiempo, hacia su
profesión en la capilla en presencia de la
comunidad. Emitía un voto de estabilidad,
prometiendo perseverar en la misma casa
durante el resto de su vida, un voto de
abrazar el estado religioso y un voto de
obediencia; entonces se postraba, uno tras
otro, ante cada miembro de la comunidad.
Si tenia propiedades, se le requería que o
bien las distribuyera entre los pobres o las
transfiriera al monasterio por medio de
San Jerónimo dictando a los monjes. Monasterio de San Isidoro del una escritura solemne de donación”.
Campo, Santiponce (Sevilla). Sala capitular. Fechada hacia 1492.
• Las personas que vivían bajo esta Regla comenzaron a ser llamados regulares, surgiendo el termino Clero Regular.
• El abad era el eje rector de la comunidad el pues podía “nombrar y destituir a los subordinados, aplicar castigos, y
dirigir las relaciones del monasterio con el mundo exterior como mejor crea”. La Regla le señala que debía pedir
consejos antes de tomar una decisión, pero ello no lo obliga a seguirlos siempre. Era el confesor, maestro y guía
espiritual de los monjes, sin embargo esta superioridad no debía hacerle olvidar que el era uno mas de la comunidad, y
estaba obligado a obedecer las mimas normas en cada aspecto de su vida y n la relación que creaba con los otros
miembros.
• Existían además otros cargos que le ayudaban al gobierno y buen funcionamiento del monasterio, “la Regla hace
referencia a un preboste o prior, a decanos, a un cillerero, que tiene a su cargo el abastecimiento de la institución, a un
portero, a hermanos encargados de los novicios, de la hospedería y de la enfermería”.*
• La alimentación consistía en hortalizas cosidas, pan y vino, la carne estaba prohibida a excepción de los enfermos. La
oración regía la vida del monje rezaban el Oficio divino y otras oraciones durante ocho horas distribuidas a lo largo del
día, el resto de las actividades se distribuían en el tiempo que quedaba libre. “La practica del culto del monje
empezaba durante las horas de noche, a las dos de la madrugada o poco después en invierno, y a las tres o poco
después en verano, con el canto del oficio de vigilias o nocturnos (después llamados maitines). Las laudes se cantaban
con la primera luz y seguían a intervalos los oficios relativamente breves del día, cantados a las horas de prima, tercia,
sexta y nona, y, al atardecer, el oficio de vísperas. El día concluía con el breve oficio de completas, que se cantaba al
anochecer. El oficio de la noche era el mas largo y mas complejo de todos. Constaba de diversas partes llamadas
nocturnos, cada uno de los cuales contenía seis salmos y cuatro lecturas, así como responsorios, o versículos de
meditación, relacionados con el tema de las lecturas. Los domingos y días de fiesta, el oficio nocturno estaba
constituido por tres nocturnos, y todo el debía de durar como unas dos horas”.
• “Aparte de las horas de la plegaria en común, la Regla dividía el día del monje en periodos de trabajo manual y periodos de lectura. El horario
de verano, que empezaba en Pascua, asignaba mas de siete hora sal trabajo y tres horas a la lectura; en invierno el periodo de trabajo se
acortaba y se aumentaba el tiempo de lectura. En los días mas largos del verano la Regla preveía dos comidas: la primera poco después del
medio día y la segunda al comenzar la noche; mientras que el horario de invierno dejaba margen para una sola comida, que se tenia en torno a
las 2.30 de la tarde, y aun mas tarde en cuaresma. No se permitía hablar durante las comidas; los hermanos comían en silencio mientras un
miembro de la comunidad les leía algo. De hecho, el silencio se imponía a todas horas, pero sobre todo durante las horas nocturnas”*.
• En la Edad Media existió también la costumbre de donar niños a los monasterios, los padres realizaban los votos por ellos y eran entregados a
fin de que se les educara y comenzaran a preparar su vida a semejanza de los monjes para tomar los votos cuando alcanzaran la edad
adecuada, se les conocía como niños oblados, la practica continuo hasta mediados del siglo XII cuando los cistercienses se negaron a continuar
admitiéndoles, por lo que la Iglesia decreto que solo podrían recibirse a quienes desearan profesar hasta que cumplieran la mayoría de edad.
• El monasterio de Monte Casino donde Benito estableció la Regla inicialmente fue destruido cuando los lombardos invadieron la Península
Italiana, por lo que según Lawrence no puede afirmarse que algún otro monasterio la siguiera, sería en los Reinos Germánicos y en Galia donde
los monasterios la retomarían.
• Los monasterios femeninos que se establecieron durante la Edad Media sirvieron para que las mujeres pudieran ejercer una forma de vida
similar a las de los hombres que decidían vivir en cenobios y monasterios, también fueron refugio de las nobles solteras o viudas que no habían
acordado un matrimonio favorable, se aceptaban también a jóvenes pobres para darles amparo a cambio de que ejercieran algunos trabajos
para ayudar a las monjas, llevaban una vida similar a las profesas realizando oraciones, penitencias y ayunos, sin embargo pocas veces
pudieron profesar ya que se consideraba que no debían de ser tratadas de manera similar a las nobles.
• Aquellas mujeres que no contaban con los recursos económicos para aportar una dote en tierras o dinero al monasterio solían ser relegadas
cuando solicitaban su ingreso, pues con los recursos materiales o económicos que aportaban se aseguraba no solo que la fundación subsistiera
materialmente, si no que las profesas y otras mujeres a las que se les daba amparo cubrieran sus necesidades de alimento, vestido y salud.
Durante los siglos XI- XII se crean las primeras fundaciones que estuvieron bajo la supervisión de hombres y que exigieron de las mujeres que lo
habitaban que el voto de clausura se respetara sin que pudiera romperse.
Las Reglas de los monasterios para varones
fueron adaptadas a solicitud de las propias
monjas para normar su vida, además de la
clausura se les impuso el ayuno y una
alimentación moderada, la carne solo se
permitía unos días y el vino les estaba
prohibido a menos que se le rebajara con
agua; el silencio constante y la oración . Para
garantizar la vigilancia que los hombres
debían ejercer sobre el monasterio se busco
que los futuros establecimientos estuvieran
junto a los masculinos.

En la Hildegard Von Binge, monja en la Edad


Media
• Las mujeres también fueron mecenas para la fundación de
monasterios ya fuese masculinos o femeninos, un ejemplo
el de la Abadía de Montmartre que se fundo gracias a la
Reina de Francia Adelaida de Saboya en el siglo XII, algunas
de las nobles que destinaron su fortuna para crear nuevas
fundaciones ingresaron en ellas para dirigir los monasterios
o llevar una vida similar a las monjas. Ingresaban después
de haber sido esposas y madres manifestando su deseo de
jurar votos y de ayudar a pobres y enfermos, algunas veces
no respetaban a clausura que se pretendía guardaran pues
para prestar su tiempo y ayuda a quienes lo solicitaran.
• En este periodo los monasterios y posteriormente los
conventos dejaron de construirse en el ámbito rural y se
fundaron cerca de las Ciudades, los reyes y nobles se
preocuparon por fundar y mantener conventos para que
sus miembros ya fueran mujeres u hombres, solteros y
viudas encontraran un lugar donde desarrollar su existencia
por vocación y otras circunstancias.
• Conventos y Colegios Novohispanos.
• La educación de la mujer novohispana comenzaba en su hogar aprendía como nos dice Pilar
Gonzalbo “ las tareas que habrían de desempeñar cuando llegasen a la edad adulta al mismo tiempo
que las actitudes que la sociedad esperaba de ellas según su categoría. Disfrutasen o no de una
educación formalmente regulada, era indudable que consiente o inconscientemente asimilaban los
prejuicios que les servían para actuar con aparente espontaneidad ante las alterativas de la vida
cotidiana. Su comportamiento respondía a lo aprendido por mimetismo o emulación y se adaptaba a
lo que sus circunstancias materiales le permitían y a lo que la sociedad les destinaba”.
• El lugar que se ocupaba en la sociedad podía condicionar el rol que desempeñaba, las mujeres
nobles (indígenas, españolas criollas y mestizas) contraían matrimonio o ingresaban a algún
convento aun sin profesar votos, si enviudaban quedaban bajo la protección de algún pariente varón
o se hacían cargo de los negocios familiares.
• Las nobles que habían quedado huérfanas, enviudado sin tener ningún amparo o fortuna, las
maceguales, mestizas, mulatas y negras solían dedicarse a labores que les permitían sobrevivir
vendiendo diversos productos en el mercado, cocinando en alguna casa, formando parte del servicio
domestico de los conventos y participado de algún oficio como maestras en pequeñas escuelas
sustentadas por la Corona o por particulares o impartiendo clases privadas.
• La educación era entendida como conocimientos prácticos para la vida que eran transmitidos por
otras mujeres, madres y abuelas primero, y mas tarde maestras laicas o monjas, aunque el
aprendizaje comenzaba en el hogar desde la Edad Media se crearon instituciones donde educar y
garantizar que se contara con espacios para darles amparo y un lugar para vivir, así se erigieron
Colegios y Conventos, y se abrieron escuelas conocidas como “amigas”.
• ESCUELAS AMIGAS.
• En Nueva España fueron fundadas por las primeras maestras enviadas por la Emperatriz Isabel de
Portugal para participar de la educción de las naturales, cuando los colegios decayeron y dejaron de
recibir un pago de la Corona fue necesario buscar una nueva forma de sostenerse por lo que
abrieron escuelas de doctrina, labores de manos y primeras letras para educar a las hijas de
conquistadores y colonos recién llegados, las llamadas amigas. Podían estar a cargo de mujeres que
supieran leer y escribir, pues no se requería de una preparación especifica, se debía pagar una cuota
que servía como remuneración a las maestras, además de proporcionar los materiales para el
aprendizaje: catecismos, papel, tinta, plumas, así como telas, hilos y agujas para el tejido, costura y
bordado.
• No existió una reglamentación para estas escuelas hasta el siglo XVIII cuando trataron de darse
disposiciones para controlar su aparición, por ejemplo que las maestras comprobaran limpieza de
sangre y ser españolas para poder educar a las niñas, el intento no funciono. En la segunda mitad de
esta centuria se logro el establecimiento de la primera escuela amiga publica, en el
• Colegio- Convento de la Enseñanza, fundado por la Orden de María cuya misión era la enseñanza de las mujeres, fue traída desde
la península al Virreinato por una novohispana que profeso en el Viejo Mundo y pidió al rey que le permitiera fundar un
Convento con sus hermanas, Sor María Ignacia de Azlor.
• En esta nueva fundación se combinaron dos modelos de enseñanza, el de los Conventos al quedar la educación de las niñas en
manos de las monjas y el de los colegios, pues las educandas vivían internadas o podían permanecer fuera asistiendo cuatro
horas por la mañana y cuatro por la tarde a clases, el método también proponía cambios en los Conventos pues se dejaba atrás la
convivencia de las monjas y las niñas, al no vivir en el claustro permitían que las profesas dedicaran solo unas horas en el aula a
educarlas, y el resto del tiempo lo consagraran a la oración y el resto de sus labores, rompiendo así la costumbre de que las
niñas fueran admitidas en el convento para vivir en las celdas particulares con grupos de tres o cuatro alumnas bajo la
supervisión de una hermana que debía cuidar que su vida fuera similar a la de las monjas y de su educación.
• Colegios.
• Los colegios en general carecieron de un plan de enseñanza estipulado en las Leyes Españolas, que si existió en el caso de los
Colegios masculinos, Josefina Muriel en su obra La Sociedad Novohispana y sus Colegios de Niñas, atribuye el hecho a que los
intereses de la educación femenina eran diferentes. El gremio bajo el que se agruparon los maestros varones controlo algunas de
los colegios pues mediante inspecciones y visitas concedían permiso para establecerlas, para la enseñanza de las niñas se
solicitaba que las mujeres que desearan ser maestras fueran de raza española, presentaran fe de bautismo, comprobaran ser
hijas legítimas y pureza de sangre, además de una carta de algún párroco en la que se aprobaran sus conocimientos de doctrina
cristiana y buena conducta. Estas disposiciones cambiaron durante el Reinado de Carlos III que busco mayores posibilidades de
educación apara las mujeres, siendo aún su fin principal formarlas como buenas esposas y madres pero proporcionándoles
nuevas herramientas para vivir como algunos conocimientos técnicos para integrarse al ramo de la industria domestica, En
cuanto a las maestras además de los requisitos mencionados se solicitó fueran examinadas en sus conocimientos y si no
contaban con un certificado de aprobación, no se les permitía enseñar. Las escuelas fueron gratuitas para las niñas pobres y se
pidió cuotas para las que pudiesen pagarlas a fin de cubrir los sueldos de las maestras, no sustituyeron a las escuelas privadas.
Las mujeres encargadas de
dirigir sus hogares, solteras,
huérfanas y viudas sin
ningún apoyo debieron
ejercer varios oficios
sirvientas, trabajadoras de
talleres artesanales,
costureras, cigarreras,
vendedoras de frutas, de
pescado, de dulces y otros
alimentos preparados,
sirviendo en hospitales o
atendiendo pequeñas
escuelas particulares,
buscando la forma de
obtener recursos para
sobrevivir.
Colegialas de San Miguel de Belén, o
Belén de las Mochas, o Belén de las
bonitas.
• CONVENTOS.
• Para la mujer entrar en estado eclesiástico, era una de las opciones que tenían para desarrollar su vida fuera
del matrimonio por ello hacia mediados del siglo XVI, con el crecimiento de la población en el Virreinato
Novohispano, el grupo español se enfrentó a la necesidad de crear instancias en las que se resguardase la
castidad y pureza de sus hijas. Los conventos surgieron así para albergar y educar a españolas y criollas que
por vocación, orfandad o pobreza no habían contraído matrimonio, en ellos la Iglesia dirigirá y normaba su
destino en tanto la sociedad encontraba refugio y amparo para sus mujeres por ello se dio constantemente a
la tarea de crearlos y sostenerlos.
• De esta necesidad y los esfuerzos de Fray Juan de Zumárraga y una de las primeras maestras de las misiones
educativas surgirá el primer convento Novohispano, el Obispo buscando continuar con su labor en los
colegios para mujeres indígenas y después de algunas desavenencias con las maestras enviadas por la
Emperatriz se dirigió al Consejo de Indias y al Emperador para pedir se establecieran Conventos de
Enseñanza, donde las monjas asumieran la tarea de educarles. En carta fechada en Noviembre de 1537 que
contiene también las firmas de los Obispos de Oaxaca y Guatemala que a la letra dicen:
• “Parécenos cosa provechosa y muy necesaria haber en esta ciudad de México un monasterio suntuoso de
mujeres profesas de la manera de Castilla para que tengan cuidado de las hijas de los naturales y las
doctrinen y tengan en todo recogimiento y encerramiento, porque de esa manera serian enteras cristianas, y
tomarían doctrina y recogimientos de las miasmas monjas… Y, haciéndose así… para cuando de allí saliesen
para casarse, enseñarían a sus maridos”.
• La iniciativa fue rechazada por el Emperador Carlos V, quien respondiera “Acá ha parecido que por ahora no debe haber
en las indias monasterio de monjas profesas para la educación de las niñas indias y así lo he mandado que no se haga
por ahora”, pese a ello el Obispo no abandonó la idea, y la oportunidad de concretarla se presentó cuando cuatro
jóvenes avecindadas en la Ciudad de México le solicitaron se fundara un Convento, esta vez la situación había cambiado,
pues mediante una Bula Papal dada a fin de que se erigiera la Catedral de México, Clemente VII entrego a Zumárraga
libertad para crear monasterios, colegios y otras cosas reservadas a la Santa Sede, así en el año de 1540 se procedió a
erigir el Convento de la Madre de Dios, de la Orden y Regla de la Inmaculada Concepción, algunos años después se dio
el Breve Confirmatorio del Papado bajo el gobierno de Paulo III y conto con la protección y aprobación de la Corona.
• Para el establecimiento era necesario seguir un largo protocolo, se iniciaba enviando informes a la Secretaria del
Virreinato justificando la necesidad de fundarlo, se informaba sobre el lugar y capital para edificarlo y sostenerlo, la
información pasaba al Consejo de Indias quien estudiaba la solicitud para remitirla al Rey que si estaba de acuerdo
autorizaba emitiendo Real Cédula y pedía la Bula del Papa para la erección formal, una vez que eran establecidos su
destino era albergar a mujeres peninsulares, criollas o mestizas ya que las indígenas, negras y castas por su calidad
tenían prohibido el ingreso sería hasta el siglo XVIII cuando el Virrey Don Baltasar de Zúñiga fundaría el primer convento
para nobles indígenas bajo el nombre de “Corpus Christi”.
• En dichas instituciones las niñas ingresaban entre los 6 y 8 años pero hay casos que la edad era menor y se encargaban a
alguna de las hermanas regularmente en pequeños grupos para enseñarles la doctrina cristiana que aprendían de
memoria repitiendo el catecismo con el fin de inculcarle los preceptos bajo lo que debían dirigir su vida; se les instruía
para que leyeran y escribieran en español y latín, aritmética (cuatro operaciones básicas), se les enseñaba música coral e
instrumental dependiendo de la capacidad que cada una mostrara y se les adiestrar en los llamados “oficios mujeriles y
manuales” que consistían es coser, tejer, bordar, confesiones de flores, canastas, cajitas de alambre de oro y plata,
estampas de papel picado entre otras cosas para lograr ser buenas esposas o estar preparadas para desarrollarse al
interior del claustro.
• La enseñanza era gratuita, los padres solo debían cubrir las necesidades de vestido, alimentación y proporcionar los
elementos necesarios para la enseñanza como libros, papel, telas, hijos, encajes, agujas para labores de manos entre
otros.
• Los espacios que conformaron los conventos nos hablan de la necesidad de habitación no solo de profesas, sino de otras
mujeres que ingresaban a estos espacios entre ellas las niñas educandas, por esta razón el de la Concepción por ejemplo
se construyó con celdas [que] eran mucho más grandes que las de los conventos de España… más que celdas eran
apartamentos equipados con cocina, comedor, dormitorio y sanitario. Cada claustro tenia anexo un templo que se adapto
a las necesidades de la vida conventual, debía ser publico pero sin interferir en la asistencia de las profesas a los servicios
litúrgicos, la solución fue construir una sola nave, ubicando presbiterio y coro en cada uno de sus extremos, contando con
rejas que lo separaran del resto de la nave, se colocaban cortinajes para cubrirlos de la vista de los feligreses y con ello
mantener el aislamiento de las monjas. En el restante espacio se distribuían otras construcciones que alojaban: repertorio,
alacena, enfermería, botica, sala de labores, portería, torno, locutorios, noviciado, etcétera.
• El proceso para ingresar comenzaba con una solicitud hecha por los padres al Arzobispo de México y a la madre superiora,
una vez que se autorizaba la admisión, era encomendada al cuidado de una de las monjas que se haría responsable de su
formación religiosa, moral, académica y social, su vida era similar a la de las religiosas, estaban obligadas a alimentarse
con ellas en las celdas, asistir a coro para los rezos en comunidad, escuchaban misa, realizar meditaciones, lecturas
piadosas, examen de conciencia diario, vivían en clausura y solo recibían visitas autorizadas por la abadesa o superiora, se
ocupaban de las actividades necesarias para su educación y otras que se les asignaban como el bordado de flores
destinadas a venderse y generar ingresos para el Convento.
Preparación de las
novicias.
• A las mujeres que tomaban los votos se les ordenaba vivir en clausura, practicar pobreza, castidad y obediencia, rezar el Oficio Divino,
comer, trabajar y recrearse en determinadas dependencias durante el día y descansar en un espacio común durante la siesta o jornada
nocturna, la flexibilidad o rigidez y aún más los conocimientos con los que una profesa debía contar y si el convento desempeñaba la labor
o no de proporcionar educación dependía del tipo de vida que se les impusiera, esta podía ser particular o común.
• Las religiosas urbanistas desarrollaban vida particular que consistía en tener celda y concina propias y peludio (era un dinero extra para su
manutención, enviado por sus familiares) o contar con alguna propiedad que generara al ser puesta en arrendamiento algún capital para
sustentar sus necesidades, pagaban dote que consistía en dos a cuatro mil pesos que se invertía para generar recursos que ayudaran a su
sostenimiento y del claustro; también les era permitido contar con los servicios de otras mujeres para ser atendidas, sus hábitos eran de
buena tela y portaban medallones en el pecho, algunos realizados por reconocidos pintores. En cuanto a la labor que desempeñaban en la
educación, se permitía que se admitieran a niñas desde edades tempranas para ser cuidadas e instruidas por las profesas.
• En cuanto a las religiosas recoletas, llevaban vida común que consistía en una existencia de severa austeridad. Su alimentación era poca e
insípida, se sometían a ayunos frecuentes, una tabla y un tronco les servían de cama y su habito era de piel burda y causaba escozor en su
piel, no contaban con bienes y para sostenerse en ocasiones debían recurrir a la caridad de la sociedad, se disponían que a lo largo del día
hablaran poco y no vieran a otra persona a los ojos llevando la mirada baja en gesto de humildad, no contaban con servidumbre y
realizaban las labores cotidianas del claustro; el número de profesas se limitaba dependiendo de la Orden por los escasos recursos con que
contaban para sostenerse. En estos recintos la educación funcionaba como un requisito indispensable para el ingreso pues se pedía contar
con diversos conocimientos para las labores cotidianas, mas no se admitían niñas en calidad de educandas.

Ana María Solano de Cabrera, hija del
pintor oaxaqueño Miguel Cabrera ingresó
como religiosa capuchina.
• Los requisitos para la profesión eran realizar uno o dos años de noviciado, se ingresaba al claustro y la preparación
se encomendaba a maestras, concluido este tiempo la novicia solicitaba el ingreso mediante una carta, era
examinaba sobre sus conocimientos de doctrina cristiana por el Obispo o un prelado designado por el para esta
tarea, una vez aprobada la abadesa escribía una carta llamada “Declaración y Exploración de Voluntad” donde
indicaba que la joven había aprobado el periodo de noviciado, tenía verdadera vocación religiosa y había cubierto
los tres mil pesos de dote (dependió de la época y el convento) posteriormente se sometían a un examen en el cual
la priora y dos madres del consejo la examinaban en materia de religión y en su capacidad de integrarse a la
comunidad y ser profesas de velo negro y coro o bien ser de velo blanco, según el caso. Su aceptación dependía
también de ser aprobada por la comunidad de profesas.
• Rosalva Loreto refiere “Las monjas legas, «leguitas» o de velo blanco fueron las religiosas que no pudieron llenar
alguno de los requisitos indispensables para profesar de velo negro, generalmente por la incapacidad para pagar los
tres mil pesos de dote, por lo que mantuvieron marcadas diferencias con las de coro. Normalmente profesaban a los
dieciocho años de edad, que «es la edad en la que ya tienen fuerza para servir», en virtud de una mayor fortaleza
física y no desde los quince como en el caso de las monjas de velo negro. La desigualdad también se expresaba
atendiendo al mayor número de rezos; 7además del conocimiento del oficio parvo A ellas les estuvo prohibido cantar
en el coro y el rezo del oficio divino. Su importancia estuvo en relación con la calidad de los trabajos que
desempeñaban en el servicio y mantenimiento cotidiano de todo el monasterio”. Las monjas de Velo Negro eran
aquellas que contaban con voz y voto en el convento, podían votar y ser votadas para los cargos del claustro y opinar
sobre su funcionamiento y políticas.
• Además, era indispensable comprobar ser hijas legítimas (probándolos
con fe de bautismo o un documento firmado por varios testigos),
presentar testimonio de limpieza de sangre y demostrar ser de familia
católica por lo menos tres generaciones atrás, no tener antecedentes de
juicios o interrogatorios ante la Inquisición, contar con edad mínima de
12 años ( o entre 15 y 17, dependiendo de la orden) saber leer, escribir,
aritmética, latín, música para cantar o tocar algún instrumento y ser
hábiles en la ya mencionados “oficios mujeriles”, pagar entre dos mil y
cuatro mil pesos de dote y contar con buena salud, no haber pertenecido
a otra orden, no ser casadas (en caso de serlo, el cónyuge debía profesar
también votos).
• Las mujeres que no cubrían los requisitos para profesar buscaban
dispensas ante situaciones como la ilegitimidad o la falta de algún
conocimiento, por ejemplo, el no hablar latín, saber leer o escribir, sin
embargo, la educación determinaba los cargos y tareas que
desempeñaban pues oficios como el de cronista, contadora, escribanas o
biógrafas les estaban vedados, en tanto que su participación en el rezo
del oficio divino variaba ya que al no saber leer se les encomendaban
otras oraciones. También fue una herramienta para el ingreso cuando no
se contaba con los recursos necesarios, pues en algunas profesaban
como monjas de coro, pero exentas parcial o totalmente del pago de
dote, al mostrar determinadas cualidades como saber contar muy bien o
por ser buenas músicas o «bajoneras», otras actividades en las que se
refleja su importancia fueron la escritura y composición de piezas
musicales que se interpretaban en diversas ceremonias y el oficio
divino.

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