Está en la página 1de 7

TEMA:

ACTITUDES DIFERENTES
FRENTE
ACuración
LA NECESIDAD Y JESÚS
de un ciego nacimiento por
Jesús de Nazaret
(Juan 9: 1-41)
JUZGAR VERSUS SERVIR 9:1-5
Ante un ciego de nacimiento, que por esa
razón vivía de limosnas, los discípulos de Jesús preguntan por el culpable de su
situación, ya que en aquella época se pensaba que la pobreza y la enfermedad
eran castigo por algún pecado cometido. El Señor los libera de ese pensamiento
que los ata de manos y no les permite ser críticos ante la realidad: ni este
individuo ni sus padres son responsables de la ceguera (vs.3). Hacer sentirse
culpables a quienes padecen enfermedad o pobreza es hundirlos en ellas; y eso
les impide, además, que busquen los medios necesarios para salir de esas
situaciones. Este modo de ver las cosas no ha terminado: aún nuestro pueblo
muchas veces piensa que sus sufrimientos son un castigo de Dios. Pero los
cristianos creemos en un Dios de amor y de perdón, y no de castigos que
justifiquen lo que El rechaza: las condiciones inhumanas en que vive la mayoría de
la población. Al liberarnos de esta falsa interpretación, Jesús nos invita a luchar
por la liberación y dignidad de todas las personas.
SABER VERSUS CREER 9:8-34

En San Juan, se relata el milagro a cada grupo y se les


provee evidencia.
Algunos de los vecinos no podían creer que estuvieran viendo a la misma persona
que antes era ciega (v. 9). Las autoridades no podían creer que el hombre
efectivamente hubiera nacido ciego, y pidieron explicaciones a los padres (v. 18).
Las autoridades discutieron con los padres (vv. 19-21) y estos, por miedo a las
consecuencias, se limitaron a decir que su hijo había nacido ciego y que ahora
veía. Luego las autoridades pidieron la opinión del hombre que una vez había sido
ciego, y aun después de escuchar su explicación, no le creyeron. El hombre les
preguntó si querían creer y hacerse discípulos de Jesús (v. 27), y las autoridades le
contestaron que eran discípulos de Moisés y no de Jesús, porque tenían la certeza
de que Dios había hablado con Moisés, pero no conocían a Jesús. El hombre
sanado de su ceguera da testimonio con una lógica que hace difícil no creer, pero
en lugar de creer, las autoridades decidieron no escuchar (no saber). Las
autoridades siguieron en su necedad.     
NO VIDENTES QUE VEN VERSUS 9:35-41
VIDENTES QUE NO VEN.
En una historia de la vista, el oído también es importante.
El hombre ciego desde su nacimiento escuchó la voz de Jesús, y a
partir de entonces su vida fue cambiada.
El hombre escuchó las instrucciones de Jesús y las obedeció, con el resultado de que sus ojos
fueron abiertos y empezó a ver (v. 7). Al principio fue interrogado por sus vecinos; no todos podían
creer que fuera el mismo hombre que antes era ciego – y hasta cierto punto tenían razón, porque
con la vista se convirtió en un nuevo hombre. Ante la pregunta: “¿Cómo te fueron abiertos los
ojos?” (v. 10), su primera respuesta fue que lo había hecho “aquel hombre que se llama Jesús” (v.
11). Pero la historia no terminó allí, porque le volvieron a hacer la misma pregunta otras veces, y su
respuesta fue cambiando. Cuando le hicieron la pregunta por segunda vez, respondió que le había
abierto los ojos un profeta (v. 17), y finalmente confiesa que Jesús es su Señor y que cree que es el
Hijo de Dios (vv. 36 y 38). En el proceso de contar lo que le ha pasado, el hombre se vuelve
discípulo de Jesús, y su historia se convierte en una confesión de fe. El hombre quiere saber quién
es el Hijo de Dios y Jesús le responde: “Pues lo has visto” (v. 37). El hombre no solamente recibe
la vista física sino también la espiritual.
Tener vista no quiere decir que no va a ser puesta a prueba nuestra fe o que no vamos a tener que
afrontar el escepticismo de otros. Por eso el hombre curado de su ceguera nos da un ejemplo.
Siguió compartiendo su experiencia y actuó sin miedo.
TRANSFORMACIÓN VERSUS STATUS QUO. 9:40-41

Hay un cambio total en este mendigo ciego que pasaba


su vida sentado estirando la mano por una limosna.
Ahora, puesto de pie, discute de igual a igual con los poderosos
de su pueblo. Poco a poco va comprendiendo mejor a Jesús: primero habla de él
como “ese hombre" (vs. 11), después la luz se va haciendo mayor y dice que se
trata de "un profeta“ (vs.17), y finalmente confiesa su fe en Jesús: "Creo, Señor"
(vs.38).

Dios lo elige para que manifieste su obra. El ciego, y aquellos que lo rodean, son
liberados de la idea de un Dios castigador, se ve libre de la ceguera, crece como
ser humano y recibe finalmente la gracia de la fe.

La liberación de Jesús tiene que ver, pues, con la fe y también con las
condiciones en que viven las personas. Nada escapa de su amor. Y concluye
Jesús: ¡No hay peor ciego que el que no quiere ver!

También podría gustarte