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SUICIDA.
Un evento estresante puede conducir al suicidio en niños que sufren trastornos de la salud
mental como la depresión.
Los niños con riesgo de suicidio están deprimidos o ansiosos, abandonan sus actividades, hablan
sobre asuntos relacionados con la muerte o sufren cambios repentinos de comportamiento.
Los miembros de la familia y los amigos deben considerar seriamente todas las amenazas o
intentos de suicidio.
Los pensamientos suicidas no siempre conducen a la conducta suicida, pero son un factor de riesgo para esta última.
Varios factores influyen de forma característica en el hecho de que los pensamientos suicidas se transformen en
comportamientos suicidas. Con frecuencia hay un problema de salud mental subyacente y un acontecimiento
estresante que lo desencadena. Entre los eventos estresantes se encuentran:
Un cambio de entorno familiar o habitual (escuela o vecindario) o el alejamiento de los amigos
Sufrir acoso en la escuela, especialmente para los estudiantes lesbianas, gays, bisexuales y transexuales (LGBT)
sustancias
Ser capaz de acceder fácilmente a los servicios de salud mental
Limitar el acceso por parte de los medios de comunicación al contenido relacionado con el
suicidio
Poseer creencias culturales y religiosas que rechacen el suicidio
Los programas de prevención del suicidio pueden ayudar. Los programas más efectivos
Una escuela u otra institución social que promueva el respeto por las diferencias
A veces la hospitalización
Precauciones para prevenir futuros intentos
El tratamiento de cualquier trastorno que contribuya al riesgo de suicidio
La remisión a un psiquiatra y la psicoterapia
Los niños que expresan pensamientos relacionados con el deseo de hacerse
daño a sí mismos o que intentan suicidarse necesitan una valoración urgente
en el servicio de urgencias del hospital. Cualquier tipo de intento de suicidio
debe tomarse en serio, porque un tercio de los suicidios consumados han
tenido un intento de suicidio previo, en ocasiones aparentemente trivial,
como, por ejemplo, haciéndose arañazos superficiales en la muñeca o
tomando unos cuantos comprimidos. Cuando los padres o las personas
responsables minimizan un intento de suicidio fracasado, los niños pueden
considerar esta respuesta como un desafío y el riesgo de un suicidio
subsiguiente aumenta.
Si el suicidio se consuma