I.-Ya en Roma, Pablo presentó su postura de Jesús ante los
judíos convocados, basado en Moisés y en los profetas, ganando su atención. Sin embargo, lo dicho acerca de los gentiles chocó fuertemente en los oídos de los oyentes: “Sabed, pues, que a los gentiles es anunciada esta salvación de Dios, y ellos oirán”, v. 28. Al indicar Pablo el contraste entre la ceguera voluntaria de los judíos con la vista de los gentiles, terminó la reunión. El libro de Hechos nos guía al punto anterior. Al citar a Isaías, la idea expresada por Pablo es que Israel no veía, porque “sus ojos han cerrado” (v. 27). La ceguera no era la causa de su rechazo de Jesús, sino el resultado de ello. Lo anterior ya lo había dicho Jesús: “Para juicio yo he venido a este mundo; para que vean los que no ven, y los que ven sean hechos ciegos” (Juan 9:39; comparar Mat. 21:33–44; Rom. 2:1–3:4; Ef. 2:11–3:13; 1ª Ped. 2:4–10). II.- En los versículos finales de Hechos, Lucas puso de relieve un principio misionero de mucha importancia: El Evangelio sobrepasó todo impedimento y barrera que estorbara su avance mundial. Lucas comenzó su libro con las preguntas de los discípulos en cuanto al establecimiento del reino de Dios. Jesús les había respondido que ellos no se debían preocupar por los tiempos ni las ocasiones, sino que debían predicar el evangelio a todo el mundo (1:6–8). Lucas terminó su libro refiriéndose a la proclamación del reino de Dios que hizo Pablo en Roma sin impedimento (v. 31). Sobrepasó el impedimento geográfico. El reino no estaba ya limitado a Israel, sino que estaba compuesto por hombres de todas las naciones, razas y clases sociales que habían creído. Arrolladoramente, el Evangelio anunciado en Jerusalén penetró a Judea y Samaria, y desde Antioquía de Siria entró en el mundo grecorromano por medio de los viajes misioneros de Pablo, llegando finalmente a Roma, el centro del mundo. Sobrepasó el impedimento nacionalista. Este avance venció tanto lo cultural como lo racial. El movimiento cristiano que nació dentro del judaísmo creció para incluir a los medio judíos (samaritanos), a los judíos temerosos de Dios (prosélitos), y finalmente a los no judíos (gentiles). Sobrepasó el impedimento religioso. La tradición de los judíos no estorbó el crecimiento cristiano; tampoco algunos de los judíos convertidos al evangelio (judaizantes) pudieron limitar el mensaje cristiano a la ley levítica de Moisés. III.- Hechos es un libro inacabado. Termina de repente. Lucas no escribe la palabra “fin” al final del libro; lo deja “inconcluso”. ¿Porqué? “Quizás” el Espíritu Santo quiso que quedase sin terminar…, y todavía se está escribiendo. El libro de Hechos es el relato de las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar. ¡Pero ello no ha terminado! Nuestro Señor Jesucristo sigue aún realizando su obra. El capítulo 20 de Hechos sigue escribiéndose hoy. Seis verdades importantes del libro de Los Hechos: 1. La obra de Cristo no terminó en los Evangelios cuando él murió. 2. Cristo VIVE hoy, pues resucitó de los muertos. 3. Cristo continúa trabajando por medio de su iglesia. 4. Cristo ordenó a sus seguidores hacer la obra de la evangelización. 5. El tema del libro de Los Hechos sigue siendo extender el reino de Dios. 6. Cristo ha equipado a sus seguidores con el poder del Espíritu Santo para hacer la obra hasta el día de hoy. ¿Qué ha significado para usted el estudio del libro de Hechos ¿UN ÚLTIMO TRABAJO en este EN CLASE tiempo?