Estas aptitudes determinan el dominio de uno mismo
Autoconocimiento
CONOCER LOS PROPIOS ESTADOS INTERNOS, PREFERENCIAS,
RECURSOS E INTUICIONES
•Conciencia emocional. Reconocer las propias emociones y sus efectos.
•Autoevaluación precisa. Conocer las propias fuerzas y sus límites. •Confianza en uno mismo. Certeza sobre el propio valor y facultades Conciencia emocional Reconocer las propias emociones y sus efectos
Las personas dotadas de esta aptitud:
1.Saben qué emociones experimentan y por qué
2.Perciben los vínculos entre sus sentimientos y lo que piensan, hacen y dicen 3.Reconocen qué efecto tienen esas sensaciones sobre su desempeño 4.Conocen sus valores y metas, y se guían por ellos • Nuestras sensaciones afectan a aquellos con quienes tratamos. • La persona que se destaca en esta aptitud tiene conciencia de sus emociones en cualquier momento dado. • Nuestras sensaciones nos acompañan siempre, pero rara vez les prestamos atención. • Las personas que no conocen sus sentimientos se encuentran en tremenda desventaja. • El conocimiento de uno mismo sirve como barómetro interior, que evalúa si lo que estamos haciendo (o por hacer) vale realmente la pena. • Cuanto más ignoramos lo que nos apasiona, más perdidos estaremos. • El autoconocimiento ofrece un timón seguro para mantener nuestras decisiones laborales en armonía con nuestros valores más profundos. Autoevaluación precisa Conocer los propios recursos interiores, habilidades y límites
Las personas dotadas de esta aptitud:
1.Conocen sus puntos fuertes y sus debilidades.
2.Son reflexivas y aprenden de la experiencia. 3.Están abiertas a la crítica sincera y bien intencionada, a las nuevas perspectivas, al aprendizaje constante y al desarrollo de sí mismas. 4.Son capaces de mostrar sentido del humor y perspectiva con respecto a sí mismas. • Para poder dirigir a otros, para poder ayudar a otros, es preciso descubrirse a sí mismo. • Con demasiada frecuencia, quienes ocupan puestos elevados consideran que la necesidad de cambiar es una señal de fracaso o debilidad. • Todos compartimos esta tendencia a la negación, una estrategia emocionalmente cómoda que nos ahorra el disgusto de reconocer la dura verdad. • Cuando alguien se equivoca constantemente en el manejo de una situación dada, eso es señal segura de que hay un punto ciego. • Lista de algunos puntos ciegos muy comunes: • Ambición ciega. Tiene que ganar o “tener razón” a toda costa; compite en vez de cooperar; exagera su propio valor y contribución. • Metas no realistas. Fija objetivos demasiado ambiciosos e inalcanzables para el grupo o la organización. • Implacable en el esfuerzo. Trabaja compulsivamente, a expensas de todo lo demás; abusa de sus fuerzas. • Abuso de otros. Presiona demasiado a los demás, hasta agotarlos; maneja a los demás como a inferiores y asume en vez de delegar. • Sed de poder. Busca poder en interés propio, no para la organización; impulsa sus propios intereses. • Insaciable necesidad de que se reconozcan sus méritos. Es adicto a la gloria; toma el crédito de los esfuerzos de los demás y culpa a otros por sus errores. • Preocupación por las apariencias. Necesita quedar bien a cualquier costo; se preocupa exageradamente por su imagen pública. • Necesidad de parecer perfecto. Lo enfurecen las críticas o las rechaza, aunque sean realistas; culpa a otros de sus fracasos. • Esos puntos ciegos llegan a hacer que algunos eviten conocerse a sí mismos, pues de ese modo deberían admitir defectos que no soportan reconocer. • Los ejecutivos que muestran un desempeño superior buscan intencionalmente la crítica constructiva, quieren saber cómo los ven los demás, pues saben que ésa es información valiosa. • Todas las aptitudes laborales son hábitos aprendidos: si somos deficientes en una u otra, podemos aprender a mejorarlas. Confianza en uno mismo Fuerte sentido de lo que valemos y de nuestras capacidades
Las personas que tienen esta aptitud:
1.Se muestran seguras de sí mismas; tienen “presencia”.
2.Pueden expresar opiniones que despierten rechazo y arriesgarse por lo que consideran correcto. 3.Son decididas; pueden tomar decisiones firmes a pesar de las incertidumbres y las presiones. • Sentirse seguro brinda esa confianza indispensable para lanzarse hacia adelante o asumir el liderazgo. • Esa confianza en uno mismo es el sine qua non de un desempeño superior; sin ella nos falta la convicción esencial para asumir desafíos. • Para quienes carecen de seguridad, cada fracaso es una confirmación de su incompetencia. • La falta de confianza en uno mismo se puede manifestar en sentimientos de indefensión, impotencia y dudas invalidantes. • Un exceso de confianza puede pasar por arrogancia, sobre todo si uno carece de habilidades sociales. • Es preciso no confundir la confianza en uno mismo con la temeridad: para causar un impacto positivo, la seguridad debe alienarse con la realidad. • La confianza en uno mismo se puede poner de manifiesto en una imagen fuerte que proyecte “presencia”. • Las personas dotadas de confianza en sí mismas se consideran eficaces, capaces de asumir un desafío y de dominar una tarea nueva. • La confianza en uno mismo brinda fuerzas para tomar una decisión difícil o actuar según nuestras convicciones. • Esta confianza en uno mismo se relaciona estrechamente con algo que los psicólogos llamamos “autoeficacia” • La autoeficacia no consiste en nuestras habilidades reales, sino en lo que nos creemos capaces de hacer con nuestras habilidades. • Existe un estrecho vínculo entre el autoconocimiento y la confianza en uno mismo. • Cada uno tiene un mapa interior de sus proclividades, capacidades y deficiencias. • Una de las características más comunes entre los trabajadores que carecen de confianza en sí mismos es el miedo paralizante a parecer ineptos. • Otro es el de abandonar con demasiada facilidad sus opiniones y criterios. • La convicción de que se pueden alterar reglas y procedimientos habituales, más la valentía de hacerlo, son marcas distintivas de la confianza en uno mismo. • Cualquiera sea el puesto o la organización, son los que más confían en sí mismos los que se mostrarán más dispuestos a asumir el riesgo de hacerse oír y señalar los problemas o las injusticias.