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BIOÉTICA Y

PERIODISMO
SESIÓN II
EL CASO DE LA VACUNA CONTRA EL PAPILOMA HUMANO Y LAS
NIÑAS DE CARMEN DE BOLÍVAR. UN EJERCICIO ÉTICO.
MANUAL DE BIOÉTICA PARA PERIODISTAS (UNESCO)

En Colombia, las controversias generadas por los medicamentos biotecnológicos, la vacuna


contra el VPH o el uso de monos del Amazonas para probar una potencial vacuna contra la
malaria de la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia, han llegado a portadas de
periódicos y han abierto los noticieros de radio y televisión en los últimos meses. Los artículos,
entrevistas radiales, notas en noticieros de televisión, editoriales y columnas de opinión han
tratado estos temas desde todos los enfoques.
Refiriéndose al caso ocurrido en Carmen de Bolívar, donde se presentó un masivo ingreso de
niñas al ser-vicio de urgencias del hospital de esta población caribeña colombiana, lo que ha
llegado al público principalmente es “confusión y versiones encontradas” como decía el
veterano periodista Darío Arizmendi en su programa radial de noticias Caracol.
Así iniciaba el periodista la entrevista con el Ministro de Salud de Colombia, el economista Alejandro
Gaviria, en la que éste defendió el programa de vacunación del país mencionando la evidencia
internacional de la Organización Mundial de la Salud, la Organización Panamericana de la Salud, las
sociedades científicas, diciendo que “son casi definitivos al afirmar que no existe ningún riesgo de
seguridad asociado con la vacuna”. Se refería a la vacuna contra el Virus del Papiloma Humano.
La noticia indicaba lo siguiente:
De acuerdo con Medline plus, de los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos, existen
más de 100 tipos de virus del papiloma humano (VPH), de los cuales aproximadamente 30 se
asocian con un mayor riesgo de tener cáncer. Los demás pueden ser inofensivos o causar verrugas
genitales. Se adquieren a través del contacto sexual con una pareja infectada. En las mujeres, los
VPH de alto riesgo pueden conducir al cáncer del cuello uterino, vulva, vagina y ano. En los hombres,
pueden conducir al cáncer del ano y del pene.
La información proveniente del Carmen de Bolívar fue dando cuenta del aumento en el número de niñas que
presentaba desmayos, dolores de cabeza y hormigueo en sus extremidades, y abría sus micrófonos a los padres
de familia quienes, indignados y preocupados, a través de testimonios al aire por radio y por televisión, culpaban a
la vacuna contra el VPH de las dolencias de sus hijas.

La nota emitida por el noticiero Caracol Televisión el día viernes 22 de agosto en su página web se titula “Ya son
94 las estudiantes enfermas, según familiares, por vacuna del VPH”.

La Asociación Probienestar de la Familia Colombiana, Profamilia, entidad privada sin ánimo de lucro especializada
en salud sexual y salud reproductiva, informa que por causa del VPH se registran 500 mil nuevos casos de cáncer
cada año en el mundo y por lo menos 273 mil muertes (3.300 de ellas en Colombia).

Al aislar los dos tipos de VPH más dañinos, el 16 y el 18 –que causan el 70 por ciento del total de los cánceres de
cuello de útero– y relacionarlos con la formación de tumores, fue posible desarrollar dos vacunas que
proporcionan una protección superior al 95 por ciento contra la infección causada por los tipos de virus de mayor
riesgo.
Colapsan los servicios de urgencia en el Hospital del Carmen de Bolívar, informa desde el propio centro de
salud el periodista, mostrando detrás suyo a las niñas desmayadas siendo cargadas por sus familiares en la
entrada del centro hospitalario. Entrevista al personero del municipio, quien abiertamente culpa a la vacuna
como la responsable de las dolencias de las niñas; entrevista también al viceministro de salud quien se ha
desplazado hasta la población y se refiere a un “problema de plomo” en los primeros exámenes practicados a
algunas de las pacientes, pero no es claro si dicho problema proviene o no de la vacuna.
Segundo elemento a considerar: la edición. Esta “noticia calamitosa” como la define el periodista, tiene una
duración de un minuto veintiocho segundos. Los rostros de las niñas no son identificables, atendiendo al Manual
de Niñez y Periodismo el cual recomienda a los periodistas que en el momento de filmar o fotografiar a un
menor de edad, no deben mostrar el rostro de niños y niñas en los casos en que “los datos, imágenes o
informaciones amenacen su honor, su reputación o constituyan injerencias arbitrarias o ilegales en su vida
privada y en su intimidad familiar”.
La secuencia continúa con otra noticia de diferente índole ocurrida en esa población
que presenta el mismo periodista, y la presentadora, desde el estudio central, vuelve
sobre el tema del VPH e introduce a la médica Fernanda Hernández, ‘la doctora
Fernanda’, quien trabaja en el noticiero como editora de la sección de salud.
Durante dos minutos y seis segundos la doctora entrega todas las evidencias
internacionales y nacionales de la seguridad de la vacuna, aclara que no contiene
plomo, y explica la enfermedad que produce el virus; hace énfasis en que si bien
está en el plan de vacunación del país, la decisión de las familias en el sentido de
aceptar o no la vacuna, es voluntaria.
Titulares y la edición
Son varios los aspectos por analizar en esta nota y podríamos iniciar diciendo que hay dos tipos de
periodistas que cubren noticias de ciencia: los periodistas en general y los periodistas científicos. Si bien el
trabajo de ambos se guía por las mismas reglas, la formación del periodista científico y su enfoque al
entregar las noticias difiere de aquellos cuya misión, como en el caso del corresponsal de Caracol, es
entregar la noticia del día. Son dos objetivos diferentes, igualmente válidos. El corresponsal presenta la
situación, la noticia. El periodista científico entrega la noticia en contexto.
No cabe duda que se trata de una noticia de ciencia (los síntomas que presentan las niñas, el estado de
salud de las pacientes, los exámenes que es necesario practicarles para determinar las causas de esos
síntomas y los procedimientos médicos que están llevando a cabo los médicos para aliviar a sus pacientes,
por mencionar solo algunos aspectos), y de tecnología (la vacuna, como resultado de diversos estudios
realizados en varios países, luego de haber pasado las fases de laboratorio requeridas para iniciar ensayos
en humanos). Pero es una noticia de ciencia que no surge de un resultado de investigación científica y
tecnológica, sino de un episodio de alarma que vive una población colombiana.
Es una información que requiere de la ciencia para determinar la causa de lo que sucede. Esta característica incide en
el ángulo presentado por el noticiero. La noticia comienza con el suceso, -el número de niñas que padecen síntomas y
se menciona a la vacuna como la causante- y termina con la evidencia científica de la enfermedad causada por el
virus, y el avance en el conocimiento que generó la vacuna.

El titular corresponde exclusivamente a la primera parte de la noticia: la entregada por el corresponsal sobre la
población, desconociendo que luego el mismo noticiero presentará una segunda parte con el aspecto científico, que
evidentemente contrarresta o le baja el tono a la información alarmante con la que inicia.

Las fuentes usadas por el corresponsal corresponden a voceros oficiales, -el personero del municipio, que vela por los
intereses de los ciudadanos, y el viceministro de salud-, lo cual no sorprende. Diversos estudios que analizan la
ciencia en los medios encuentran que las fuentes más citadas son las oficiales. En el estudio de Arboleda et al (2012)
sobre la ciencia en el Noticiero Caracol, los ciudadanos y miembros del público son la segunda voz más importante en
toda la muestra. En el estudio de bioseguridad y medios (2004)10los científicos como fuente solo alcanzan el 11% de
los consultados. En el caso que estamos analizando, el personero municipal evidentemente no es autoridad en salud.
Vale la pena anotar que tanto Caracol televisión, como la Casa Editorial El Tiempo,
respondiendo a los estudios que demuestran que la salud y la medicina ocupan los primeros
lugares dentro de los temas preferidos por los consumidores de medios, han contratado a
profesionales de la medicina para entregar información periodística, apoyar la política
editorial del medio en temas de salud y actuar como editores generales de la sección salud.
“¿Cómo no va a ser más cercana para la mayoría del público una noticia sobre la llamada
gripe porcina o H1N1 o sobre cáncer de colon, que una noticia sobre el ‘descubrimiento’ de
una estrella?”, se pregunta el ingeniero químico de la Universidad Nacional de Colombia
Daniel Hermelin, magíster en Medios y Mediaciones Científicas de la Universidad de
Borgoña y en Enseñanza y Difusión de las Ciencias de la Universidad de Paris XI, Francia.
El trabajo que el editor cumple al armar la nota suele corresponder a la política editorial del medio y a su
juicio periodístico, pero también a las directrices que impone el mercado. Allí es cuando la lucha por el rating
juega un papel importante en algunas decisiones editoriales. Esa podría ser la razón de iniciar la nota con la
información del corresponsal, que sin duda llama la atención por el número de niñas que han llegado a
Urgencias del Hospital.
También porque es un tema que toca a las familias colombianas, mientras que la revisión de literatura
científica con la que inicia la doctora Fernanda, no es tan atractiva. Hubiera sido deseable que la
argumentación científica, capaz de equilibrar la nota periodística cumpliera ese papel, estando más cerca de
la noticia del corresponsal, o incluso eliminando la nota intermedia sobre la visita del presidente de la
república Juan Manuel Santos a la escuela Soledad Acosta de Samper en la misma población, que más que
aportar a la noticia, distrae y el televidente puede pensar que ya terminó la información sobre este caso.
¿Con cuál noticia iniciamos? ¿Cómo la ‘vendemos’ a nuestros televidentes para que no cambien de canal?
¿Quién escribe los titulares de las noticias? Volvamos al ejemplo y preguntémonos por las posibilidades de
editar la nota de tal manera que desde el titular se informe sobre la situación a la entrada de urgencias del
hospital de Carmen de Bolívar (eliminando la información sobre la causa, porque simplemente no está
confirmado y se encuentra todavía en el estatus de hipótesis) o que el titular lo mencione como una
posibilidad, al tiempo que informe que la evidencia científica confirma la seguridad de la vacuna.
El balance informativo no está solamente en entrevistar a fuentes con puntos de vista diferentes, sino en la
manera de presentarlas. No se necesitan estudios – aunque los hay- que demuestren el papel fundamental
del titular y cómo las audiencias se sienten informa-das solo con leerlo; de hecho es frecuente reportar la
lectura de los titulares en prensa escrita o la sintonía del noticiero solo en el primer momento, en el que
dan los titulares de las noticias que desarrollarán más adelante.
El titular tiene un doble propósito: seducir y resumir en poquísimas palabras –unas seis-, lo que dice
el artículo periodístico. Un buen título también es aquel que juega con las palabras, como Engordan
cifras de obesidad; Hospital del Valle, en estado terminal; o Yopal, sin agua, pero todos se lavan las
manos.
Esta responsabilidad no recae necesariamente en el periodista: es el editor quien define en última
instancia la presentación de la noticia. De cualquier manera, para la publicación de un artículo
(crónica, reportaje) son varios los profesionales que participan en su diseño. El texto es sólo el
comienzo; luego vienen todos aquellos elementos periodísticos que lo acompañan, como videos y
animaciones, en el caso de la televisión, e infografías, fotos, recuadros, en el caso de prensa escrita.
Es un trabajo colectivo, en el que el articulista debe poder incidir para que no se pase ningún error.

Por ejemplo: Infografía publicada en el diario El Tiempo, página 2. Martes 26 de agosto de 2014.
Otro aspecto que vale la pena destacar es el género periodístico usado para entregar la
información.
El corresponsal -para continuar con el caso de la nota en televisión- entrega un par de
noticias desde la población caribeña. En Bogotá, donde quedan los estudios principales de
Caracol, la editora de salud produce una información que da contexto sobre la vacuna, pero
además editorializa sobre el tema. La ‘doctora Fernanda’, como sucede en otros medios de
comunicación a nivel mundial, se ha convertido en el médico-en-casa de los televidentes. Por
eso no es raro el tono de comentario de algunas de sus notas. Esta historia ha aparecido por
supuesto en los principales medios capitalinos, llegando a ser portada de El Espectador y de
El Tiempo, dos diarios nacionales de Colombia.
El Espectador se ha caracterizado por defender la vacuna históricamente, con base en la evidencia científica y en los
estudios presentados por la comunidad científica mundial, lo que se ha demostrado en varias informaciones que ha
publicado en los últimos meses, teniendo en cuenta que el episodio de Carmen de Bolívar es solo una de varias
manifestaciones en contra de la vacuna que se han presentado en Colombia y en el mundo.

La más reciente polémica surgió a raíz de una entrevista publicada en ese mismo diario el 12 de julio de 2014,
realizada por la periodista Cecilia Orozco con la endocrinóloga española Carmen Valls14, titulada Niñas menopáusicas
a los 20 años, en la que la entrevistada cuestiona la efectividad de la vacuna y hace énfasis en los efectos
secundarios porque –dice- podrían desarrollar enfermedades autoinmunes severas que afectarían al sistema nervioso.

Once días más tarde, el periodista-editor de la sección Vivir, Pablo Correa publica su entrevista con la patóloga y
epidemióloga colombiana Nubia Muñoz15, quien dirigió estudios en más de 15.000 mujeres con cáncer cervical de 40
países, los que le permitieron concluir que las cepas 16 y 18 del virus son las responsables del 70 por ciento de los
cánceres, y, más tarde, asesorar a una de las compañías farmacéuticas en el desarrollo de la vacuna que combate
esas dos cepas. La tituló La vacuna es eficaz y segura.
Los dos textos fueron escritos por reconocidos periodistas colombianos. Ella, más veterana en el oficio, ha sido
directora de noticieros de televisión, defensora del lector en El Tiempo, y actualmente publica una entrevista semanal
en El Espectador. Él, cursó seis semestres de medicina y pasó a estudiar comunicación social y literatura; su
experiencia ha sido en El Espectador como periodista científico y fue favorecido con la beca del Knight Science
Journalism Program del Massachusetts Institute of Technology, MIT.

El estilo en sus escritos es diferente. Correa confirma las respuestas de Muñoz con información científica producida
por la OMS, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, CDC, de Atlanta.

Surgen varios interrogantes. El primero de ellos sobre los titulares de las dos notas. ¿Cómo no va a ser más atractiva
para la mayoría del público una noticia que hable de menopausia a los 20 años, que una noticia sobre el
‘descubrimiento’ de una estrella?, para continuar con la comparación de Hermelin. La definición internacional de
noticia planteada de una manera gráfica dice que “es cuando el hombre muerde al perro”; son los hechos novedosos,
insólitos, y claro, la menopausia es característica de la vejez, no de la juventud. Además, hoy en día el descubrimiento
de una estrella ya no es noticia.
Evolución de la historia
La noticia sobre las niñas enfermas de Carmen de Bolívar resuena y retumba en todos los medios de comunicación. Las
emisoras abren sus micrófonos a conmovidas madres sollozantes que cuentan las historias de sus hijas; también
entrevistan a autoridades cien-tíficas nacionales e internacionales en la materia, conversaciones serias y no tan
conmovedoras como las entregadas por las afectadas. ¿Cuál de estos testimonios atrae más la atención de las audiencias?
Tienen más poder de recordación las frases emotivas que las explicaciones científicas y los pronunciamientos cautos de los
tomadores de decisión. Lo primero queda con mayor fuerza en la memoria de los consumidores de medios, porque toca el
sentimiento, la emocionalidad, una fibra que impacta.
¿Es necesario ser sensacionalista para que el público entienda la información científica que entregan los medios? No, y
menos si ya tenemos una audiencia cautiva con los temas de salud, según las encuestas. ¿Cómo lograr que las notas
periodísticas basadas en la evidencia científica lleguen a la gente así como lo hacen las ‘cebolleras’ -como decía un
periodista chileno-, aquellas que hacen llorar al público? Utilizando inteligentemente los recursos periodísticos para que
seduzcan a la audiencia sin amarillismos, y demuestren la solidez de la información.
La discusión en este punto del análisis tiene que ver también con la credibilidad. No es la primera vez que surgen
voces rechazando las vacunas, incluso desde la misma comunidad científica. Recordemos también el caso del
cirujano británico Andrew Wakefield quien en 1998 publicó un artículo en la prestigiosa revista The Lancet, en el
que asociaba la vacuna triple (sarampión, paperas y rubeola) con casos de autismo, lo cual, luego de doce años
de investigación resultó ser un fraude porque “varios de los elementos que contiene el artículo son erróneos”,
según la propia revista.

La publicación del estudio de Wakefield significó un declive en las tasas de vacunación en su propio país, el Reino
Unido, en Irlanda y en Estados Unidos y, como consecuencia, un aumento en las enfermedades. El reto del
periodista en este caso es inmenso porque si la propia revista científica, con todos sus filtros y evaluaciones,
publicó un resultado que más tarde se comprobó fraudulento, ¿con qué herramientas se defiende el periodista
frente a la veracidad de una publicación científica?.

Comprobar teorías y resultados de investigación no es tarea del comunicador, sino de los ‘pares’ científicos. Los
periodistas no somos especialistas en ciencia, en las disciplinas, sino en reconocer las fuentes que son confiables
y, de todas maneras, contrastarlas con sus colegas, investigadores que trabajen en temas de la ciencia similares...
Cubriendo la historia de Carmen de Bolívar
Volviendo al caso del corresponsal: por supuesto que no era el personero de Carmen de Bolívar el
calificado para decir que la causa de lo que estaba sucediendo en su municipio era la vacuna contra el
VPH. Entendiendo que su función social es velar por la seguridad y el bienestar ciudadanos, quizá su
participación en la información hubiese sido más acertada si se detenía a comentar sobre la falta de camas
en el Hospital para atender una emergencia.
En una semana las autoridades oficiales sanitarias, con el apoyo de los científicos y personal de salud,
llegaron a la conclusión de que la vacuna contra el VPH no era la causante del episodio que sucedió con
las niñas. También se comprobó que había niños e incluso niñas que no habían sido vacunados y que
presentaban los mismos síntomas. Las madres de las niñas caribeñas ya se mostraban más tranquilas.
Sin embargo, se produjeron actos de violencia en las vías terrestres que conducen a la población, con
quema de llantas, exigiendo respuestas y atención por parte del gobierno a lo sucedido con las pacientes y
la “lentitud para explicar el origen de la patología”, noticia que cubrió el corresponsal de Caracol.
Por su parte, la ‘doctora Fernanda’ se desplazó hasta el Carmen de Bolívar y desde allí entregó información entrevistando a los
médicos tratantes, a las niñas y sus familiares, desde su formación como médica. “No hemos podido encontrar un signo evidente de
una enfermedad médica”, respondía el médico de turno.
El viernes 29 de agosto, el noticiero incluyó esta noticia en los titulares de sus ediciones de medio día y de la noche, y le dedicó más
de doce minutos, por-que no entregó solamente información desde el municipio. Acto seguido, presentó una entrevista con el
secretario de salud del distrito en Bogotá, en la que invitaba a una jornada de vacunación al día siguiente, y concluyó con su
corresponsal en Washington, quien informó sobre el VPH y la vacuna desde un enfoque mundial. Con el título “¿Confusión,
manipulación o realidad? Siguen desmayos en Carmen de Bolívar”, presentaron la información. “Estamos cubriendo esta noticia desde
todos los ángulos”, decía la presentadora en la edición de la noche.
Por su parte el diario El Espectador, en un artículo escrito por Correa y publicado el 29 de agosto titulado “Vacuna del papiloma: ¿a
quién creerle?”19, reflexionó sobre esta situación, y cuestionó a los lectores. En un aparte dice: “pero como ha ocurrido y seguirá
ocurriendo, los argumentos serios y la información precisa no parecen tener el mismo peso que los rumores”. Lo dice un periodista,
con tono editorial, que está acostumbrado a cubrir temas de salud, ambiente y ciencia y ha tenido que lidiar con muchas fuentes de
diversa índole.
Los organismos encargados del tema reforzaron su campaña y diseñaron una ofensiva de medios para no
bajar la guardia frente a la vacunación contra el VPH, y prevenir el aumento en las cifras de mujeres que
padecen la enfermedad y las que mueren por ello.
La credibilidad de nuevo en juego, y la ética del periodista en la mitad de la discusión. Pareciera que el
episodio dará mucho de qué hablar en editoriales, columnas de opinión y el reto para los periodistas es
hacer seguimiento a lo sucedido y buscar las fuentes que más se acerquen a la verdad de lo que ocurrió
con las niñas de Carmen de Bolívar.
Porque la ignorancia es el más poderoso aliado de la enfermedad en el humano, decía el periodista
científico británico David Dickson, editor de noticias y corresponsal de Nature y Science, y fundador de
www.scidev.net, la Red de Ciencia y Desarrollo. Y el antídoto natural para la ignorancia es el conocimiento,
remataba.
Esta lectura desprevenida a las informaciones publicadas en estos tres medios de
comunicación de alcance nacional en Colombia merecería un estudio que utilizara
la metodología tradicional de análisis de contenido periodístico para llegar a
conclusiones más profundas.
Lo aquí presentado busca llamar la atención sobre algunos aspectos que se viven
detrás de la producción de noticias, cuyo resultado es el que llega a las audiencias
como un producto terminado, así como cuestionar lo que va de la teoría a la
práctica.
Un ejercicio de ética periodística
El análisis de los productos periodísticos tiene que ver además con la apropiación social de ese
conocimiento que entregan las fuentes y que nosotros los periodistas transformamos en
información para unas audiencias que es necesario identificar y conocer. La pregunta aquí es
¿cuál es esa idea con la que se quedó el ciudadano sobre la vacuna contra el VPH y cuál su
relación con los episodios de las niñas, luego de la cantidad de información que recibió en una
semana?.
El estudio de impacto de las noticias en una comunidad, referido a conocer qué hacen los
públicos con esa información es motivo de investigaciones por parte de quienes estudian ese
aspecto de la comunicación de masas.

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