En Capernaum vivía un centurión – un oficial del ejército romano, que comandaba a un promedio de cien hombres. El centurión tenía un criado que estaba muy enfermo. Estaba paralizado y con mucho dolor. Cuando Jesús entró a Capernaum, el centurión fue a verlo y le dijo, - “Señor, mi siervo está enfermo en casa, paralítico y con muchísimo dolor." -“Yo iré y lo sanaré,” le dijo Jesús. Pero el oficial le dijo: -“Señor, yo no soy digno de que entres a mi casa. Solo da la orden y mi criado sanará.” -“Yo tengo oficiales que me dan órdenes, y tengo soldados a los que yo les doy órdenes. Puedo decirle a uno de ellos, - ‘¡Ve!’ y él va. Y a otro, - ‘¡Ven!’ y viene. Puedo decirle a mi siervo – ‘¡Haz esto!’ y lo hace.” Cuando Jesús oyo esto, quedó maravillado y dijo. -“Ni en todo Israel he encontrado a alguien con tanta fe!” Entonces Jesús le dijo al oficial, - “Ya puedes irte a casa, ¡tu fe lo ha hecho posible!” ¡En ese mismo momento, su siervo fue sanado! Se permite su libre uso solo para fines del ministerio. No así para su publicación o distribución con fines de lucro. .