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Karl Raimund Popper nació en Viena, la capital de Austria en 1902 de familia judía que se
había convertido al cristianismo. Se educó bajo la religión luterana y se educó en la
Universidad de Viena. En 1919, se volvió marxista, se unió a la Asociación de Estudiantes de
Escuela Socialista y al Partido de Obreros Social-Demócratas. Más tarde abandonó el ideal
marxista y gradualmente empezó a adoptar los ideales de liberalismo social. Su desilusión
con el ideal marxista fue el motivo principal por el que Popper escribió su obra La sociedad
abierta y sus enemigos.
La obra maestra de Kant, La crítica de la razón pura (1787), influyó significativamente en el pensamiento
de la filosofía del siglo XIX. Hubo dos tendencias filosóficas que predominaron en el panorama
filosófico del momento. El primero era una tendencia que elaboraba una metafísica especulativa que
pretendía superar la distinción kantiana entre fenómeno y nómeno según planteada por Kant. A
esta corriente se le conoció como “idealismo alemán”, cuya figura cumbre fue G. W. F. Hegel. La
segunda, seguía la parte más científica de La crítica, en la que se investigaban las facultades
mentales que hacían posible el conocimiento del mundo externo, además del conocimiento lógico y
matemático.
Esta segunda corriente consideró a La crítica como una respuesta a los llamados empiristas
ingleses. John Locke, Gorge Berkeley y David Hume hicieron una investigación psicológica del
conocimiento humano, muy en línea con algo de espíritu cartesiano, pero en contra de René
Descartes. Locke en particular, afirmó que todo conocimiento del mundo era fundamentalmente
conocimiento de ideas (en el sentido psicológico). Con ese planteamiento surge el “psicologismo”.
Por “psicologismo” se entiende toda una variedad de doctrinas filosóficas que tienen en común
la reducción de varios campos del saber a operaciones o representaciones psicológicas. John
Stuart Mill fue el filósofo más destacado entre los psicologistas por llevar su concepción de las
matemáticas y la lógica a un extremo.
Tres tipos de psicologismos
A finales del siglo XIX y principios del XX, los primeros dos psicologismos fueron
blancos de ataque de dos filósofos: Gottlob Frege y Edmund Husserl.
De los dos filósofos, la refutación ofrecida por Husserl en sus Investigacions lógicas fue
la más contundente y poderosa. Algunos consideraron su refutación como
“memorable”. Para Frege como para Husserl, la validez de los principios y los
axiomas lógicos no pueden fundamentarse en la mente humana. Las verdades de la
lógica y de las matemáticas constituyen lo que llamaba David Hume “relaciones-de-
ideas” (relations-of-ideas), es decir, verdades cuya negación implica necesariamente
una contradicción, o juicios analíticos según definida por Frege y Husserl
respectivamente.
Éstas verdades son a priori e implican necesidad lógica. Sin embargo, la psicología es
una ciencia empírica, y pertenece al ámbito de los hechos ( matters-of-fact), cuya
negación no necesariamente implica una contradicción. Todos nuestros
conocimientos sobre hechos son sólo probables, mientras que los de la lógica y las
matemáticas son completamente certeros. Por esto, y por otras razones, la
psicología, una ciencia vaga e imprecisa, no puede fundamentar la lógica y las
matemáticas. Lo que sí ocurre es que la lógica y las matemáticas son fundamento a
priori, no sólo de la psicología como ciencia, sino de todas las ciencias empíricas.
Frege propuso utilizar una especie de lógica simbólica que llevara a la filosofía a ver los
argumentos más claramente, sin intrusión alguna de la psicología. Sin embargo, la
conceptografía (la simbología elaborada por Frege) no era ideal para ese propósito. Hubo
otros filósofos que elaboraron una simbología más adecuada, tal como la propuesta de
Boole o la de Bertrand Russell.
En 1905, Russell escribió un ensayo que influiría la filosofía del lenguaje hasta hoy
día titulado “Sobre el denotar” (On Denoting). La razón de ser de esta obra era
buscar la manera de darle la vuelta a los sentidos de tal manera que las frases
denotantes (“la estrella de la mañana”, “el derrotado en Waterloo”) se refirieran de
manera directa a los objeto que denotan, sin que los sentidos o los significados
jueguen un rol en la lógica ni la semántica. Aunque su línea de argumentación es un
tanto confusa, debido a que confunde a los planteamientos de Frege y a los de
Meinong, Russell consigue en su ensayo un triunfo parcial
Para Russell, hay dos clases de conocimiento:
Todas las descripciones definidas son “símbolos incompletos”, por así decirlo. De esta
manera, “el autor de Waverley” no expresaría un sentido o un significado, sino más
bien sería un signo (un símbolo) que describe a un objeto particular: Sir Walter Scott.
Tomemos la frase “el autor de Waverley” como un símbolo incompleto necesitado de
saturación de esta manera:
( ) es el autor de Waverley.