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UNIVERSIDAD PERUANA DE LAS AMERICAS

Nuevos líderes para un nuevo mundo!


Poco o ningún provecho sacarás de manifestar satisfacción por tus
propias virtudes. La gente te despreciará generalmente, pues es una
forma de decirles que ellos son menos que tú. Les deberás a todos lo
que te pagas a ti mismo. Quien habla para oírse él mismo, no habla
bien. Si te elogias a solas, es locura, y si delante de los demás,
locura doble. Gran defecto de un hombre es hablar para querer
ponerse por encima de quienes lo escuchan, y a cada momento
buscan la aprobación o la vana lisonja, perdiendo la cordura. Son
como hinchados huecos, que llevan sólo aire y su conversación
únicamente requiere el socorro de los mediocres que le digan “¡Bien
dicho!” a todas sus banalidades.
Es la mejor forma de alcanzar lo que buscas. Aun en materia religiosa,
muchos maestros del cristianismo han empleado esta astucia. Es una
importante forma de disimulo que sirve de atractivo para ganarnos la
voluntad de los demás: se convencerán de que luchas por lo que ellos
buscan, y así abrirán camino a tus propósitos.
Nunca debes lanzar el tiro errado, y con mayor razón cuando tratas
asuntos delicados. También con personas cuya primera palabra suele
ser “no”, debes analizar bien, para que no vaya a pensarse que careces
de voluntad para conceder, mucho más cuando el otro siente cierta
ojeriza. Este consejo te será bueno para descubrir a los
que tienen una segunda intención, que a veces son lo máximo en
habilidad.
La apariencia es casi siempre muy distinta de lo real. Ignorante es
quien primero se conforma con ver la parte superficial de las cosas, y
luego se lleva el gran desengaño. Lo que se ve a primera vista,
frecuentemente es mentira, y arrastra al torpe a la eterna banalidad.

La verdad llega más tarde, con la observación y el tiempo. La gente


profunda ve sólo la mitad de lo que aparenta ser el doble. El engaño
está en lo superficial y con él se encuentran los que son igualmente
superficiales. La verdad está siempre dentro, en lo profundo de las
cosas, que es lo que aprecian los sabios y cuidadosos.
No hay nadie tan perfecto que no necesite alguna vez consejo. Es
enfermo insoportable el necio que no escucha a nadie. El más
preventivo debe dejarse aconsejar. Aun el muy poderoso debe tener
humildad. Hombres hay tan inaccesibles que se caen porque nadie se
atreve a ir en su auxilio. Ni aun el más autosuficiente ha de cerrar la
puerta a la amistad, que será su socorro en los malos momentos. Es
bueno que tengas un amigo que se sienta en potestad no sólo de
ayudarte, sino también de regañarte. Debes satisfacerte en darle esa
autoridad cuyo pago será su fidelidad y prudencia puestos a tu favor.
Claro, no a todos pondrás en ese nivel de respeto y confianza. Pero
deja siempre espacio en tu vida a personas en las que puedas confiar,
cuya lealtad te permita apreciar sus consejos y correcciones en tus
malos momentos.
No basta que tus ideas sean profundamente correctas, pues no
todos miran a lo esencial. La mayoría de la gente apoya lo que
apoyan otras gentes. Es importante saber convencer: unas veces
presentando tu idea como el deseo de la gente, otras dándole un
nombre atractivo, que remita a los fines más elevados, sin caer en la
afectación artificiosa. No hables sólo para los especialistas, pues
eso provoca la molestia de la gente, al pensar que únicamente
quieres beneficiar a esos pocos, y simplemente, por no entender no
te darán su voto. Tampoco debes exponerles tus ideas como algo
demasiado fácil ni común. Pues de original y ansiado, tanto a la
gente sencilla como a la culta.

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