“Buscaban detrás de los armarios, bajo las camas, registraban los baúles de Abuelo, hacían ruido. Afuera, camiones y tiros parecían romper la calle. (25) Nadie habla delante de mí [...] Pero yo escucho los comentarios al regreso a casa detrás de las puertas. Ahora ya sé que llaman pelotón a un grupo de hombres que llevan a matar al Tanqueabajo, un barranco enorme y hundido por la vegetación, donde echan los animales muertos y la basura de toda la ciudad. (33-34) • Oí las pisadas de uno de los perros. Después de saludarme escarbó mi sombra en la tierra. Sentí como si él respirara dentro de la frente haciendo un ruido de pequeños latigazos. (37) • “Guerraguerraguerra como si esta palabra tuviera un martillo” (19). • Ya no arrulla nuestro reposo el zumbido de insectos que levanta el sol desde los surcos, al quemarlos. Están el viento y la lluvia y el ruido lejano de los cañones. Un estrépito de caballos parece derrumbar la montaña cercana y hundir el piso para hacer algún transporte oculto. Acarrean pertrechos y desde los aviones dejan caer a veces bultos enormes. (101) • “Con perdón de Nivaria, mi hija, me doy esta escapada por la puerta lírica antes que se ponga el sol, para dejarle siquiera unas raíces verdes del árbol que quiso ser y no fue.” • (Saturnino Tejera Vesperal) • Y es que no hay espacio para tanto sol en La Habana entre cielo y mar que la socavan como un pedazo de pan en el tostadero y de noche al liberarse uno ya no le queda ánimo ni pa leer Prensa Libre o Alerta que vocean por dondequiera ni de saborear la nalga dentro del vestido ajustado que como una obsesión nos persigue de calzada a calzada en Prado y Neptuno ¿”La engañadora” de Pérez Prado de Jorrín? Yo qué sé cha cha chá. (150) porque los dictadores ja…los dictadores… La violencia la anarquía la brutalidad el crimen por el crimen la banalidad pequeños cerebros dominados por la soberbia, verdugos verdugos los dictadores mochines la injusticia el libertinaje el vicio el vicio el vicio…(133) • Le rythme de la marche de noirs de Blancs d’Indonésiens d’Indiens qui soulèvent d’un pied puis de l’autre leur propre poussière de chaque côté du quartier latin [...] (10) • “Una revolución se acaba con su primer fusilamiento” (“Revolutions end with their first execution”; Espero 20). Pues como una momia egipcia el exilado se envuelve de vendajes, vendajes que en sus múltiples y complejos reburujones (horizontales diagonales o espirales) cobijan, en su cuerpo semimuerto, cada una de las convicciones que le alejarán del país verdugo, convicciones aislantes que a su vez se confunden con las que le unieron al mismo. (158) • [1] Iuba de Fortunatis ita inquisivit: sub meridiem positas esse prope occasum, a Purpurariis dcxxv p., sic ut ccl supra occasum navigetur, dein per ccclxxv ortus petatur primam vocari Ombrion nullis aedificiourm vestigis, habere, in montibus stagnum, arbores similes ferulae ex quibus aqua exprimatur, e nigris amara, ex candidioribus potui iucunda; alteram insulam Iunoniam appellari, in ea aediculam esse tantum uno lapide exstructam; ab ea in vicino eodem nomine minorem, deinde Caprariam lacertis grandibus refertam; in conspectu earum esse Ninguariam, quae hoc nomen acceperit a perpetua nive, nebulosam; proximam ei Canariam vocari a multitudine canum ingentis magnitudinis (ex quibus perducti sunt Iubae duo. (Rackham 489-90) • Iuva llegó a inquirir de las Fortunatae estas cosas: colócalas también en el Mediodía junto al Ocaso, a 625.000 pasos de las Purpurariae, de tal modo que se navega a ellas yendo primero 250.000 pasos por encima del Poniente y luego siguiendo el rumbo del Oriente por espacio de 375.000 pasos; la primera, llamada Ombrion, no muestra testimonio alguno de construcciones, tiene en sus montes un estanque y árboles semejantes a la férula; de los árboles negros se extrae agua amarga y agua agradable de beber de los blancos; otra isla se llama Iunonia, en la cual se ve un templo pequeño construido en piedra; en sus proximidades existe otra más del mismo nombre, pero menor; luego se encuentra Capraria, llena de grandes lagartos; a la vista de éstas hállase Ninguaria, así llamada por sus nieves eternas, cubierta de niebla; próxima a ellas se alza Canaria, llamada así por la multitud de canes de gran tamaño que alberga, de los cuales se le llevaron dos a Iuva. (García y Bellido 151)