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VENDRÉ

OTRA VEZ
Hechos 1:9-11 “Y habiendo dicho estas cosas,
viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube
que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con
los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él
se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos
varones con vestiduras blancas, los cuales
también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué
estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús que
ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá
como le habéis visto ir al cielo”.
Cuando observamos el mundo en que
vivimos, la violencia, falta de amor,
incomprensión, soledad, locura de
personas que llegan al suicidio. Cuando
vemos la desigualdad, los ricos cada vez
más ricos, los pobres cada vez más
miserables; cuando vemos el sufrimiento
de niños que nacen condenados a una vida
de desgracia y miserias, nos preguntamos
¿hasta cuándo, Señor?
No fuimos creados para morir en esta tierra.
¿Usted nació para esto?
¿Será que Dios creó
esto para nosotros?
Estamos
peregrinando en
el desierto de
esta vida por
accidente de
trayecto, el
accidente de
Adán y Eva, el
pecado que ellos
cometieron.
Nuestro destino eterno está en los cielos
Él vendrá otra vez, ésta es la promesa de
San Juan 14:1-3.
“¿Por qué estáis mirando al cielo? Este mismo
Jesús que ha sido tomado de vosotros al cielo, así
vendrá como le habéis visto ir al cielo”.
Llegó la hora

San Mateo 24:33 “... cuando veáis todas estas


cosas, conoced que está cerca, a las puertas”.
Jesús dijo que
su venida será
como ladrón
en la noche.
Nadie puede
decir el día ni
la hora.

El regreso de Cristo será de sorpresa


Cuando nadie espera
porque todo sigue
igual, cuando se
piense que este mundo
nunca acabará,
cuando los hombres
digan: paz, paz y
seguridad, entonces
vendrá destrucción
repentina.
Cada día tenemos que estar preparados para
encontrarnos con Jesús
Este mundo está llegando al fin. Ya es muy tarde.
Cuando Jesús
vuelva no habrá
más injusticias,
nadie lo hará sufrir,
por lo tanto tenga
paciencia, y
prepárese para ese
gran día.
San Pedro escribió: “El Señor
no retarda su promesa...”
Este es el momento de entregar su corazón a Jesús.
No deje para mañana lo que puede hacer hoy.
“Si oyereis hoy su
voz, no endurezcáis
vuestros corazones”
(Hebreos 4:7)
¡Prepárate para ver a Jesús muy pronto en
gloria y majestad!

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