o del discernimiento es la última de las tres grandes críticas escritas por Immanuel Kant, publicada en 1790 y reeditada dos veces más en vida del autor. La Crítica del Juicio, trata de determinar si el Juicio, facultad de conocimiento intermedia entre el entendimiento y la razón, contiene principios a priori, constitutivos o regulativos, en relación al sentimiento de placer y dolor. El juicio y el principio de la finalidad formal. El Juicio es la facultad de pensar lo particular como contenido en lo universal, subsumiéndolo; es determinante si lo universal es dado y reflexionante cuando, inversamente, sólo lo particular es dado y debe encontrar lo universal. Si el primero opera según los principios del entendimiento, entonces el segundo, en consideración a lo que éstos dejan sin determinar en las leyes generales de la naturaleza, debe operar según un principio trascendental propio, pensando las leyes empíricas, como prescritas para nosotros, no para la naturaleza. La necesidad de las máximas, que el Juicio reflexionante coloca a la base de la investigación de la naturaleza y que hacen referencia a cómo se debe juzgar (no a cómo se juzga de hecho), descartan su origen psicológico o a posteriori, remitiendo, de inmediato a un principio trascendental y a priori. Principio, que es él mismo subjetivo, o máxima, ya que tan sólo representa la manera en que hemos de proceder en la reflexión acerca de los objetos de la naturaleza, "sin añadir" nada a la misma, para tener una experiencia coherente, siguiendo el Juicio, en la búsqueda de las leyes empíricas su propia "ley de la especificación de la naturaleza". La consecución del propósito de acomadar la naturaleza, a nuestras facultades de conocer, ha de tener, como la de cualquier propósito, un vínculo con el sentimiento del placer, limitado precisamente, a la relación del objeto con la facultad de conocer. Si efectivamente ocurre, que no sentimos placer o admiración en la comprensión de la naturaleza según conceptos empíricos (de su división unitaria en géneros y especies), es porque la costumbre lo ha ido confundiendo con el mero conocimiento. La representación sensible de un objeto, en la cualidad estética o subjetiva, que le es propia, acaba incluyendo siempre una "validez objetiva"; luego lo que, de suyo, es subjetivo en una representación, "lo que de ningún modo, puede llegar a ser un elemento de conocimiento", es el sentimiento de placer o dolor, que con ella va unido. Tal sentimiento va ligado, pues, no a algo que pueda ser percibido en el objeto, como una cualidad, sino a su finalidad: como lo subjetivo y previo a todo conocimiento del mismo. Placer en la representación de una cosa, significa que ésta es "final" o adecuada a las facultades de conocimiento, que están en juego en el Juicio reflexionante: imaginación y entendimiento Juicio estético. Para Kant el juicio estético no puede depender de un interés ajeno a la propia contemplación del objeto. De esta manera, se crea la diferenciación entre lo bueno y lo bello, cuya unidad o por lo menos correspondencia se identifica en las filosofías trascendentes clásicas según las de Platón l Santo Tomás de Aquino: de tal modo, según Kant lo bello no hace referencia a un fin determinado, sino es un fin netamente formal, una conformidad a fin sin fin, independiente de la representación de lo bueno. Kant determina tres tipos de complacencia: La de lo agradable, que es aquel tipo de obra que deleita los sentidos. La de lo bueno, que es estimado bajo valor objetivo con atributos de la razón, y por lo tanto, ajenos al juicio desinteresado. La de lo bello como aquello que place por si mismo. Según Kant.
Aunque la imaginación cree “otras
naturalezas”, otros mundos para la contemplación estética, estos se nutren de la naturaleza propia. El sentimiento que objetivamos y llamamos belleza, sublimidad, etc. No puede contener otra cosa que naturaleza y moralidad. Análisis de la critica y del juicio Immanuel Kant El juicio del gusto es estético: no es juicio de conocimiento no es lógico. Es realizado por medio de la imaginación y está relacionado estrechamente con el sujeto y como este es afectado por la representación. Es decir, sentimiento de placer o displacer que la representación produce el sujeto. El principio que determina el juicio del gusto es enteramente subjetivo.