12 LA VANGUARDIA
L A T ORR E D E L AS HO RA S
El corazón partido de Venezuela
M
irándose en el retrato
que Basil Hallward le
pintó, Dorian Gray no
veía reflejado su atrac-
tivo, sino el paso in-
flexible de los años, que destruía, arru-
ga tras arruga, su ideal hedonista. Cual
venganza del tiempo sobre los engaños
de la vida, Oscar Wilde nos recordó,
con su retrato, que detrás de los sueños
de las grandes vanidades, asoman, in-
flexibles, las pesadillas de la verdad.
Probablemente Hugo Rafael Chávez
Frías, el ruidoso presidente de Venezue-
la, debe poseer muchos retratos de su
altivo porte, no en vano es el gobernan-
te que más tiempo dedica a su ego. Pe-
ro, a diferencia de Dorian Gray, Chávez
no debe sufrir el reflejo de sus miserias,
cuando se observa en ellos. De hecho, si
existiera un retrato así, ya habría sido
considerado contrario a la revolución
bolivariana, y destruido como agente
del Gran Satán. Sin embargo, algo del
retrato de Wilde palpita en la oposición
venezolana, elección tras elección.
Mientras Chávez inunda los micrófo-
nos con toda suerte de discursos auto-
complacientes, que confunden al país
con el gobierno, al gobierno con la per-
sona y a la persona directamente con
Dios, la oposición le refleja su lenta pe-
ro persistente debilidad. Joaquim Ibarz
escribía el domingo que “después de
diez años de prédica revolucionaria, au-
mentan los problemas de alta inseguri-
INTER NACIONAL
Pilar Rahola
HAROLD ESCALONA / EFE
Hugo Chávez en la noche electoral
dad, inflación fuera de control, caóticas
infraestructuras y corrupción sin medi-
da”. Y esos problemas deben de haber
sido decisivos en los resultados de las
elecciones. Chávez gana en la mayoría
de los estados, pero pierde las zonas
más decisivas del corredor electoral: el
estado de Zulia, con sus reservas de pe-
tróleo y de gas; el importante estado de
Miranda –que incluye cuatro de los mu-
nicipios caraqueños–, y la mismísima
Alcaldía Mayor de Caracas. Los tres de-
partamentos suman casi 10 millones de
habitantes, de los 28 que tiene Venezue-
la. Si añadimos que dos estados, Táchi-
ra y el industrial Carabobo, están en em-
pate técnico, podemos concluir que la
victoria de Chávez se parece mucho a
una sensible derrota.
A pesar de su verbo gótico y de sus
aires de matón de esquina, amenazan-
do a tirios y troyanos, puede que Chá-
vez esté más herido de lo que aparenta.
No olvidemos que también perdió su
propio referéndum, ideado fundamen-
talmente para perpetuarse en el poder.
¿Falla la revolución bolivariana? ¿O lo
que ocurre es que la retórica revolucio-
naria ya no se percibe como un ideal de
justicia social, sino como pura entele-
quia demagógica? Puede que engañe a
algunos despistados de la izquierda pos-
revolucionaria, pero los datos son con-
tundentes y hablan de corrupción gene-
ralizada, tráfico de influencias, inseguri-
dad y hambruna en muchas zonas del
país. Como escribió Hugo Mario Cárde-
nas en El País de Colombia, “Venezuela
es un rico que se muere de hambre”.
“No importa si pasamos hambre y tene-
mos que andar desnudos, lo importante
es defender la revolución”, esgrimió
Chávez en una de sus bravuconadas, an-
te un informe de los organismos alimen-
tarios. Pero, resultados en mano, pare-
ce que sí importa, no en vano, ¿qué sig-
MARTES, 25 NOVIEMBRE 2008
nifica la revolución si no hay leche en
un país tremendamente rico? Por su-
puesto, mientras tanto, la riqueza de los
oligarcas del régimen chavista crece de
forma desmesurada, emulando la reali-
dad de los países de sus amigos de estra-
tegia, como Ahmadineyad o Fidel o el
recientemente incorporado Putin. Qui-
zás lo único a favor de Chávez en rela-
ción con ellos es que la oposición no ha
sido definitivamente aplastada, a pesar
de las presiones, persecuciones y cierre
Qué significa la revolución
si no hay leche mientras
la riqueza de los oligarcas
chavistas crece sin mesura
de medios que sufre. Pero también es
cierto que la sociedad venezolana es
mucha Venezuela. Nuevo revés, pues,
para los sueños napoleónicos de Chá-
vez. ¿Será ello un freno a su intervencio-
nismo en Latinoamérica y a su demago-
gia? Seguramente no, porque cuanto
más le interpela la dura realidad, más
se inventa un mundo paralelo. Es lo de
Dorian Gray y su retrato. Con la diferen-
cia de que Chávez no lo mira, para no
ver en él su decadencia.
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