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Los dos hijos de un labrador vivían siempre discutiendo.

Se peleaban por cualquier motivo, como quién iba a


manejar el arado, quién sembraría, y así como todo. Cada vez que había una riña, ellos dejaban de hablarse.
La concordia parecía algo imposible entre los dos. Eran testarudos, orgullosos y para su padre le suponía
una dificultad mejorar estos sentimientos. Fue entonces que decidió darles una lección.

Para poner un fin a esta situación, el labrador les llamó y les pidió que se fueran al bosque y les trajeran un
manojo de leña. Los chicos obedecieron a su padre y una vez en el bosque empezaron a competir para ver
quién recogía más leños. Y otra pelea se armó. Cuando cumplieron la tarea, se fueron hacia su padre que
les dijo:

- Ahora, junten todas las varas, las amarren muy fuerte con una cuerda y veamos quién es el
más fuerte de los dos. Tendrán que romper todas las varas al mismo tiempo.

Y así lo intentaron los dos chicos. Pero a pesar de todos sus esfuerzos, no lo consiguieron. Entonces deshizo
el haz y les dio las varas una a una; los hijos las rompieron fácilmente.

- ¡Se dan cuenta! les dijo el padre. Si vosotros permanecen unidos como el haz de varas, serán
invencibles ante la adversidad; pero si están divididos serán vencidos uno a uno con facilidad.
Cuando estamos unidos, somos más fuertes y resistentes, y nadie podrá hacernos daño.
Y los tres se abrazaron.

LAS EMOCIONES Y EL CONFLICTO


Si las emociones no se manejan adecuadamente, pueden ocasionar muchos conflictos. Por eso hay que
tener en cuenta algunas pautas que nos pueden ayudar a prevenir los conflictos, por medio del manejo de
nuestras emociones:

- Mantener la tranquilidad frente a estímulos que provocan emociones desenfrenadas como


ira, miedo, temor, ira, etc.
- Controlar el lenguaje en los momentos de grandes emociones. Con ellas podemos herir
los sentimientos propios y de las demás personas.
- No dejar que las emociones excedan nuestros propios límites de tolerancia. Retirarnos
cuando sabemos que estamos fuera de control.
- Realizar ejercicios diarios de auto reconocimiento emocional para aclarar nuestros sentimientos
y pensamientos.
- Prepararse para afrontar situaciones nuevas, simulando posibles desarrollos de un conflicto.
- Comparar diferentes situaciones vividas de forma que podamos reconocer nuestras emociones
y sacar conclusiones que nos ayuden a manejar nuestro estado emocional.

CONTROL DE LAS EMOCIONES


Controlar las emociones es importantísimo para todo hombre en su día a día; y es que el control de las
emociones, tanto negativas como positivas, serena la mente y nos permite enfrentarnos a la toma de
decisiones difíciles, situaciones poco agradables y etapas de cambio. Consigue que nuestro estado de
concentración sea mayor y que pensemos con muchísima más claridad, dejando a un lado los sentimientos
y emociones exacerbadas.

El hombre puede experimentar un sinfín de emociones. Dentro de este amplio repertorio encontramos
emociones positivas tales como alegría y excitación, así como emociones negativas como la tristeza o la ira.
Aunque pensemos que en el control de las emociones es más importante controlar las negativas, también
hay que hacerlo en el caso de las positivas, pues tampoco es bueno enfrentarse a la vida con una excesiva
excitación y emoción. Una persona que esté sintiendo una alegría excesiva también debe intentar controlarse
a la hora de enfrentarse a determinados asuntos. De otra forma se dejaría llevar por esta alegría y exaltación
tomando decisiones que quizá en un futuro puedan perjudicarlo.
Es interesante saber identificarlas todas ellas para poder comprender su naturaleza y poder controlarlas.
Esta será la única forma de poder serenarnos en determinadas ocasiones, por ejemplo, cuando sintamos
miedo por algo irracional. Si comprendemos de dónde nace este miedo lograremos aprender a controlarlo.
Así, el control de las emociones es esencial para superar por ejemplo ciertas fobias, como miedo a volar, a
los espacios pequeños o incluso a las arañas.

Si dejamos que nuestras emociones se apoderen de nuestro ser, nuestra mente dejará de
funcionar racionalmente, estaremos a merced de lo que sintamos en cada momento, tomando
decisiones completamente impetuosas y nada reflexivas.

Además, cabe destacar que aprender a controlar nuestras emociones también nos proporcionará
herramientas sociales; y es que cuando uno comprende de dónde nacen sus emociones y cómo
manejarlas, desarrolla también una habilidad de lo más interesante, la empatía. Así, en un futuro, cuando
identifiquemos una emoción determinada en otra persona sabremos cómo comportarnos con ella y como
aconsejarle o consolarle.

Debemos por tanto comprender que las personas que cuentan con una capacidad superior para controlar
sus emociones serán mucho más felices, pues podrán satisfacer mejor sus necesidades y dominar los
hábitos mentales que pueden conducirle a ese estado de positividad. Sin embargo, aquellas personas que
no pueden controlarlas, se verán inmersos en una espiral emocional que les impedirá concentrarse y pensar
en cada momento con claridad.
1. convivencia.

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