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Cartas Precedidas de Las Actas Del Proceso de Estupro
Cartas Precedidas de Las Actas Del Proceso de Estupro
Cartas
precedidas de las
Cartas
precedidas de las
Actas del proceso
por estupro
CÁTEDRA
índice
A péndice iconográfico
Créditos
Prólogo
E strella de D iego
B ibliografía
Traducir las Actas del proceso, así como las cartas que las integran y
acompañan, ha obligado a una operación compleja, no solo por la pertenencia de
los textos al siglo xvii, sino también por la hibridación propia de un discurso a la
vez coloquial y estereotipado, donde la semioralidad convive con el rígido corsé
de fórmulas protocolarias.
Las actas procesales eran entonces obra de escribanos que reservaban el latín
para las preguntas de los jueces y el vulgar para las respuestas de los
comparecientes, estas últimas adaptadas en buena medida al lenguaje de la
burocracia judicial (obligatorio, por ejemplo, el sintagma «el dicho/la dicha/los
dichos» ante cualquier nombre ya mencionado). De ahí un texto bilingüe y
asimétrico, donde los personajes llamados a declarar (pintores, parteras, amas de
casa, criados) mezclan anacolutos, giros idiomáticos y hasta palabrotas con las
fórmulas rituales de la pregunta correspondiente. Entre ese zigzagueo discurren
retazos de la vida cotidiana: desde el interior de las casas y el precio de los
alquileres, hasta los usos y costumbres de pintores y aprendices, o el descarnado
vocabulario del estupro: un léxico cuya acepción contextual a duras penas
ofrecen los diccionarios. En la vertiente opuesta, los tecnicismos procesales
(incluidos los referentes a la práctica de la tortura), se expresan en un latín para
el que poca ayuda presta la lengua de Cicerón.
Ante este doble obstáculo, se planteó primero la posibilidad de mantener las
tiradas latinas en lengua original añadiendo su traslado en nota o a renglón
seguido, pero al fin se consideró preferible ofrecer el conjunto en castellano de la
época por dos razones de peso: garantizar la lectura continua del proceso y
reflejar mejor el acto comunicativo real, que sin duda hubo de realizarse en
vulgar —tal vez con traducción consecutiva de las preguntas— siendo como era
el latín una lengua inaccesible a los iletrados.
Por lo que respecta a las veintiséis cartas de Artemisia Gentileschi, la
ausencia de soporte contextual para la información implícita y una sintaxis
cojeante por defecto o por exceso (ora enrevesada, ora lagunosa), han planteado
no pocas veces la necesidad de descifrar además de la de traducir. Aquí el
empeño ha consistido también en hacer inteligible el texto sin alterar la mezcla
originaria de rebuscamiento y espontaneidad.
En la obra global de reconversión, se ha seguido, pues, un criterio parecido al
de quien restaura piezas antiguas, es decir se han buscado las equivalencias más
exactas en la lengua, las costumbres y la ortografía castellanas del tiempo
poniendo el mayor cuidado en soslayar anacronismos y en distinguir la lengua
culta de la vulgar (de ahí, por ej., el empleo de e ffe to en las declaraciones de
testigos iletrados, frente a e ffe c to en las preguntas del juez). Para ello se han
consultado actas de procesos, epistolarios y escritos de la más variada índole,
aunque evitando un exceso imitativo que hubiera ostaculizado la inmediata
comprensión del texto o desvirtuado las características propiamente italianas del
mundo representado.
En el caso de arcaísmos o fórmulas que podían resultar herméticos, su sentido
se ha aclarado en nota al aparecer por primera vez. En el caso de los nombres
propios de persona, se han mantenido los originales, incluidas ciertas
oscilaciones (p. ej., Agostino Tasso / Agostino Tassi), mientras que se ha
recurrido a los equivalentes españoles para los edificios, los personajes bíblicos
y mitológicos o la toponomástica arraigada en nuestro idioma.
La traductora confía así haber logrado su propósito de sumergir al lector en el
pasado ofreciéndole un duplicado viviente de los documentos.
Un atestado de gratitud, en fin, a Adriano Prosperi y a Guido Cappelli por la
ayuda prestada a la hora de resolver algunos puntos particularmente crípticos del
latín judicial.
M.N. M.M.
Sobre esta edición
El primer lugar en las Actas del proceso lo ocupa una carta de súplica de
Orazio Gentileschi dirigida al papa (Paolo V) para que se forme proceso a
Agostino Tassi.
Sigue una «Narración de los hechos» que resume a p o s te r io r i el proceso y de
la cual se recaba implícitamente la condena de Agostino. No ha sido posible
consultar la sentencia propiamente dicha, que, según costumbre del Tribunal, era
depositada de forma independiente en los Archivos Vaticanos.
Aquí reproducimos solo la primera parte de las Actas del proceso, consistente
en los interrogatorios y en las declaraciones de la acusación, del imputado y de
los distintos testigos sobre el tema concreto del estupro. Concluimos, por tanto,
con el primer interrogatorio de Niccoló Bedino. Hemos omitido la parte del
proceso que contiene exclusivamente los interrogatorios y testimonios
requeridos por los jueces para comprobar la buena fe de algunos testigos.
Los otros testigos que desfilarán ante los jueces son: Giuliano Formicino,
compañero de celda de Agostino; Aloisio Penti, sastre; Fausta, lavandera; Mario
Trotta, pintor «principiante»; Marco Antonio Coppino, encargado de poner el
azul marino en las pinturas; fray Pietro Giordano; el propio Orazio Gentileschi;
Pietro Molli, modelo para un San Jerónimo pintado por Orazio; Margherita,
lavandera; Bernardino, barbero de Orazio y a veces también su modelo; Pietro
Hernandes, vecino de Orazio; Caterina di Jacopo Beccarini, vecina de Orazio;
Cario Saraceni, pintor veneciano; Marta de Rubertis, vecina de Agostino;
Antinoro Bertucci, vendedor de pinturas en el Corso; Olimpia, hermana de
Agostino; Niccoló Lúea Finicoli, posadero; Valerio Orsino, pintor.
El proceso termina con el interrogatorio de Nicoló Bedino, que niega
pertinazmente haber sido comprado por Agostino. Solo cuando Nicoló es
torturado se decide a confesar.
La transcripción de las Actas ha sido realizada en colaboración con Stefano
Marconi. Para facilitar su lectura, hemos añadido la puntuación, inexistente en el
manuscrito original, y, donde ha sido necesario, hemos unificado las distintas
escrituras de una misma palabra, diferencias debidas tanto al uso oscilante de la
lengua como a los escribanos que se iban turnando para redactar las Actas.
Hemos subdividido también en capítulos las distintas declaraciones,
encabezando cada uno con una nota-resumen.
E. M.
Detalle (probablemente representando a Artemisia Gentileschi) del Concierto musical con Apolo y la
Musas, fresco de Orazio Gentileschi y Agostino Tassi para el Palacio Pallavicini-Rospigliosi en Roma
Nota sobre un fresco
(1981)
Autorretrato como alegoría de la pintura
E va M enzio
Tengo una hija hembra con otros tres varones, como quiso Dios,
haviéndola encaminado a la profession de la pintura, en tres años ha
adquirido tal práctica, que me atrevo a dezir que hoy día no tiene par,
haviendo ya ahora hecho obras que quizás ni los principales maestros del
ofigio alcanzan a su saber, como en su tiempo y lugar haré ver a vuestra
altega sereníssima-.
y también:
( 1981)
2 R. W. Bissel, «Artemisia Gentileschi. A new documented chronology», en The A r t B u lle tin , núm. 50,
págs. 153-168.
4 L. Tanfani-Centofanti, N o tiz ie d i a rtis ti tra tte d a i docum enti p is a n i, Pisa, E. Spoerri, 1896, págs. 221-223.
5 Archivo de Estado, Roma: Archivo del Tribunal Criminal del Gobernador de Roma, proceso 7 (S tu p ri et
— P ro c u ria et F is c o en. e A u g u s tin u n Tassum P icto re m ), sobre 104, año 1612, fols. 270-448.
L e n o c in ij
10 A. M. Crinó, «More letters from Orazio and Artemisia Gentileschi», en B u rlin g to n M ag a zin e , núm. 102,
1960, págs. 264-265.
11 Josef Lang, sórdido verdugo austríaco, que el 10 de julio de 1916 (año del artículo de Roberto Longhi)
había ejecutado públicamente al patriota trentino Cesare Battisti en un macabro espectáculo mediático
inmortalizado por los fotógrafos [Nota del T.j.
15 I. Toesca, «Versi in lode di Artemisia Gentileschi», en P a ra g o n e , núm. 22 (251), 1971, págs. 89-93.
16 G. Bottari, R a c c o lta d i le tte re s u lla p ittu r a , Roma, Herederos de Barbiellini, 1754, tomo I, págs. 348-
354, aquí en la pág. 242.
18 Carta a Cassiano del Pozzo, cfr. G. Bottari, o p . c it., aquí en la pág. 242.
19 Crinó, o p . c it.
22 V. Ruffo, «La Galleria Ruffo nel sec. XVII in Messina», en B o lle ttin o d ’A r te , X, enero-febrero de 1916,
págs. 46-54, y aquí en pág. 247.
24 E. Battisti, «La data di morte di Artemisia Gentileschi», en M itte ilu n g e n des K u n s t-H is to ris c h e n
Florencia, X, 1962-1963.
In s titu te s ,
R oland B arthes1
Estupros y Lenocinios
Pro Curia et Fisco
Contra Agostino Tasso Pintor
Súplica de Horatio Gentileschi
8 Los otros hijos de Orazio Gentileschi: Giovanni Battista, Francesco, Giulio, otro Giovanni Battista (como
el primero, murió también siendo de corta edad) y Marco. En el proceso se nombra solo a tres hijos:
Francesco, Giulio y Marco. Para noticias más precisas, cfr. R. W. Bissel, «Artemisia Gentileschi. A new
documented chronology», en A r t B u lle tin , núm. 50, 1968, pág. 154, nota 9.
Narración de los hechos
El día de la Santa Cruz de Mayo, hará ahora un año, Agostino Tasso fue
introducido en la casa por consejo de Tuzia y assí como llegó, al punto contengo
con buenas palabras a persuadir a Artemisia de que obrasse con su padre para
echar a Francesco Scarpellino, que estava como aprendiz del señor Orazio, y
esto hazla Agostino porque el dicho Francesco Scarpellino no havía querido
hazer de rufián y dalle entrada en casa de Artemisia.
Al cabo de pocos días Cosimo el furriel fue con su muger y con la cuñada de
Agostino- en coche a casa de Orazio Gentileschi y se llevaron a passear a
Artemisia yendo en compañía dellos su padre Orazio, y todos se llegaron a la
casa de Cosimo, hombres y mugeres, y en la casa comieron todos juntos.
Algunos días después deste almuerzo, Agostino, haviendo hallado la puerta
de casa de Artemisia abierta, como huésped no invitado, entró en casa y se llegó
a Artemisia y la halló pintando, y con ella a Tuzia que assistía sentada con su
hijo entre las piernas, y acercándose a Artemisia, ordenó a Tuzia que subiesse
arriba porque quería hablar a solas con Artemisia, y Tuzia, se levantó al punto y
se fue arriba, y ese mismo día Agostino forgo a Artemisia y se marchó, y aquella
misma noche volvió a casa de Artemisia con el señor Orazio; y el señor Orazio
halló a Artemisia en cama enferma. Tras esto, Cosimo el furriel fue también una
mañana a solas a casa de Artemisia, y llegándose a ella, le buscó el honor y con
Tuzia presente le higo fuerga y quiso conogella carnalmente, mas no pudo
porque Artemisia no quiso y Tuzia no salió nunca de la sala y lo vio todo; y
Artemisia se lo contó todo a Agostino apenas lo vio.
Luego Agostino siguió siempre en tratos con Artemisia gozando della como
de cosa suya al havelle dado fe de casamiento quando la forgó, aunque tenía
muger, y después se lo confirmó otras dos vezes, y por más señas quando
Agostino tuvo el aviso por carta de que havían matado a su muger, que por
mayor prueva puso las cartas del aviso en manos de Artemisia y se las leyó-, y
demás destas le mostró cantidad de otras cartas del Gran Duque de Florencia- y
de otros cavalleros, y assí siguió siempre en tratos con Artemisia entrando por la
casa de Tuzia con toda comodidad y llevando consigo a su aprendiz Giovan
Lúea de Benevento, alias el Nápoles, a Salvatore Indiano y a otros.
Cosimo no solo intentó perder a Artemisia, sino que también intentó repetidas
vezes conocella carnalmente en la calle de la Cruz, en la casa del Santo Espíritu-
y en su propia casa, haviéndola hecho ir allí y mandando a su muger a recogella
con el coche muchas vezes; y por más señas, estos Carnavales, un día Cosimo y
su muger llevaron a Artemisia a los aposentos de abaxo y la dexaron en poder de
Agostino por espacio de una hora larga; y luego les dixo Cosimo a los dos: «Si
no havéis hecho vuestro gusto, peor para vosotros». Esto lo podrán declarar los
hijos de Cosimo, su carretero, el criado, la muger de Stiattese y los hijos de
Stiattese, y Stiattese con los otros hijos de Orazio Gentileschi.
Que Agostino forgó a Artemisia e higo lo referido arriba se podrá comprovar
con Stiattese en todos los particulares porque conoce la quintaesencia del asunto.
Que Agostino higo matar a su primera muger es cosa clara pues se hallarán
las cartas del aviso, y Stiattese lo sabe todo y también tienen notigia dello los
mismos Giovan Lúea su aprendiz y Salvatore Moro su criado.
Que Agostino intervino en estos negogios para alcangar su intento y para
someter a Artemisia a su plazer lo ha declarado Costanza, su cuñada, y lo sabrá
también el mismo Giovan Lúea, y Stiattese ha tenido indigios dello más de una
vez y la vieja que tuvo mano en la cosa se llama Vicenzia; y Laura Toscanella,
meretriz pública, lo sabe también porque ayudó.
Que Agostino estava amangebado con su cuñada es público y savido-, y de la
declaragión de Filippo, marido de Costanza, se sacará la verdad, y tuvo hijos con
ella y la forgó y por tal desfloramiento su muger, haviendo sido también forgada
por Agostino, cayó en la desesperación y entregó su alma a Dios, y luego
Agostino vino a Roma con su cuñada y aquí en Roma urdió hazella matar, como
higo, y a Roma llegaron los malhechores de Toscana y recivieron la pecunia por
matar a su muger y se encontrarán las cartas escritas por Giovanni Mercante de
Lucca.
Que Agostino echó a perder todos los tratos de matrimonio que se hazían para
Artemisia es público y savido, y Tuzia conoce por menudo cada particular igual
que Stiattese, que sabe lo del Modana como cosa segura.
Que Agostino tuvo mil reyertas con sus amigos por martel2 es público y
savido en toda Roma.
Que Agostino intentó muchas vezes llevarse a Artemisia fuera de Roma,
pregúntesele a Artemisia.
Y en último lugar véase que Agostino no quiso casarse con Artemisia
conforme a la promessa, y se verá que Cosimo Quorli es la causa dello porque
últimamente en esta casa del Santo Espíritu, en los aposentos de Tuzia, quiso
forgar a Artemisia y la maltrató gravemente y no la pudo tener haviendo hecho
lo que por Artemisia se sabrá; y assí mesmo por envidia y martel persuadió a
Agostino en secreto para que no se casasse con ella, según declarará
cumplidamente Stiattese8.
Que Cosimo le quitó a Artemisia un quadro de una Judith se verá por una
póliga escrita de mano de Cosimo en la qual se ordena a Agostino que se lo dé,
mas la póliga es falsa y no está escrita ni firmada por Artemisia, sino escrita en
casa de Cosimo en la mesilla de mármol durante los Carnavales: y el quadro fue
sequestrado por el señor Bulgherello en casa de Agostino, y ello no obstante,
este Filippo cuñado suyo lo sacó de casa por la noche para llevarlo a casa de
Cosimo y lo llevava el criado de Cosimo, y el señor Orazio, queriendo
recuperallo, lo denungió a la Guardia de Borgo- y el quadro quedó en poder del
notario de Borgo.
Cosimo ha hecho pregonar siempre por Roma que Artemisia era hija suya
preguntando a la gente si Artemisia se le parescía, y por más señas a su criada
Dianora, a Matteo su carretero, a Stiattese, a la muger de Stiattese, y con
Stiattese se ha jactado infinitas vezes assí de que era su hija como de havella
posseído—.
Agostino no puede dezir que Artemisia haya andado en tratos deshonestos
con otros porque será mentir por la barba, que desde el día que la forgó hasta hoy
siempre puso la guardia en torno a la casa de Artemisia para ver quién entrava y
salía della de día y de noche, y mediante las relaciones que le hizieron estos
guardianes suyos supo que havía sido una joven honestíssima y que no se
entregó a nadie sino a él y desto tuvo infinitas pláticas con Stiattese y le confesó
de su propia voluntad que está obligado a casarse con Artemisia como quiera
que sea pero que no se casa porque Cosimo el furriel se lo ha desaconsejado en
secreto, y que estándole muy obligado a Cosimo por havello librado de la
horca—, no puede resolverse sin el beneplágito de Cosimo, y aquesta es la
verdad de todos los hechos.
1 Artemisia Gentileschi nació el 8 de julio de 1593, cfr. R. W. Bissel, o p . c it., pág. 153, nota 8, «Líber
Baptizatorum: 1590-1603», iglesia de San Lorenzo in Lucina, VII, 10 de julio de 1593, fol. 78, núm. 157:
«Die dicta Artemisia filia di Horatii Gentileschi fiorentini, ed. d. Prudentis Montone Romanae eius uxoris
degens in n.ra Par. a ad Ripettam prope d. Jacobi Incurabilium nata die 8 Huius baptizata fuit suscepta and
Offrendo de offrendis Cremonem (sis) et ad Artemitia Capizachia Rom». Murió antes de 1653, cfr. E.
Battisti, «La data di morte di Artemisia Gentileschi», en M itte ilu n g e n des K u n s t- H is to ris c h e n In s titu te s in
F lo re n z , núm. 10, 1962-1963. Así pues, en la época del proceso Artemisia tenía 19 años y no 15, como
sostiene Orazio.
4 Cosimo II de’ Medici (1590-1621), gran duque de Toscana desde 1609 hasta su muerte.
£ En 1611 Agostino había sido acusado por su hermana Olimpia de adulterio e incesto con su cuñada
Costanza, mujer de Filippo Francini de Florencia, cfr. A. Bertolotti en G io r n a le d i E r u d iz io n e A r tís tic a ,
1876, núm. VII-VIII, pág. 194.
7 Por celos.
8 Giovan Battista Stiattesi, primo carnal de Cosimo Quorli, en la época del proceso vivía en la misma casa
de Horacio Gentileschi en Santo Spirito.
10 El 29 de noviembre de 1612 y, por tanto, un mes después de concluirse el proceso, Artemisia se casó
con Pietro Antonio di Vicenzo Stiattesi, florentino (cfr. «Libro dei Matrimoni II: 1607-1630», Santo Spirito
in Sassia, XVII, pal. 17, y R. W. Bissel, o p . c it., pág. 154, nota 9); quizá existía una relación de parentesco
entre los dos Stiattesi: Giovan Battista y Pietro Antonio, cfr. A. Moir, The I t a lia n F o llo w e r s o f C a ra v a g g io ,
Cambridge, Massachussetts, Harvard University Press, 1967, pág. 99, nota 101.1
11 No se sabe a qué suceso se refiere el notario; véase también el interrogatorio de Giovan Battista Stiattesi
(págs. 115 y ss.).
Interrogatorio de Artemisia
Preguntándole que declare qué causa es esta que ella se imagina y que
manifieste y refiera de qué modo fue engañada por la dicha Tuzia y por qué ella
ha maquinado contra su fama.
R e s p o n d ió : Por la infamia y traigión de Tuzia que dixe antes, pienso que ella
fue la alcahueta que me higo forgar de gierto Agostino Tassi pintor, y para que
vuestra merced esté informada de todo, contaré cómo passó. Viviendo mi padre
el año passado en la calle de la Cruz, tenía en los aposentos de arriba a la dicha
Tuzia, que podían ser dos meses que havía venido a estar allí. Teniendo mi padre
amistad muy estrecha con el dicho Agostino Tassi, el qual, por ser amigo de mi
padre, empegó a venir por nuestra casa y a trabar amistad con la dicha Tuzia, y
entre otras vezes vino el día de la Santa Cruz de Mayo próximo passado y
empegó la dicha Tuzia a persuadirme de que el dicho Agostino era un joven
cortés y galante y que estaríamos bien juntos, y tanto higo que me induxo a
hablar con el dicho Agostino, haviéndome advertido la dicha Tuzia que un
criado que havía estado con nosotros andava hablando mal de mí y que el dicho
Agostino me informaría de lo que iva diziendo; que, por eso, desseando yo
enterarme de lo que ese criado llamado Francesco iva diziendo, tomé la
resolución el dicho día de la Santa Cruz de hablar con el dicho Agostino,
haviendo sido introduzido por Tuzia y acudiendo yo a la cita con el dicho
Agostino, él me dixo que el dicho Francesco se jactava de que yo le havía dado
lo que él havía querido. Yo le respondí que a mí poco me importava lo que
Francesco dixera porque savia cómo estava yo, que era donzella3, y él entonces
me dixo que le dava congoxa que el dicho Francesco fuesse diziendo aquello
contra mí por la amistad que tenía con mi padre porque él tenía en mucho mi
honra, y sin entrar en otros particulares se marchó. A la mañana siguiente
estando yo en la cama, que mi padre havía salido de casa, volvió a presentarse el
dicho Agostino en compañía de Cosimo el furriel de Nuestro Señor y Tuzia les
abrió, y oyendo yo gente subir por la escalera, me eché un sayo encima y fui a su
casa y, viendo que los que havían llegado eran Cosimo y Agostino, los saludé y
luego, volviéndome a Agostino, le dixe: «Por qué habéis traído aquí a este»,
refiriéndome a Cosimo; y Agostino me dixo que no huviesse cuidado y,
haviéndome sossegado yo, Cosimo se me agercó y empegó a persuadirme de que
le hiziesse buena cara a Agostino porque era un joven cortés que se lo merescía
todo, y rehusando yo hazer tal cosa y mostrando desagradarme ser tratada desta
manera, él añadió: «Si se lo havéis dado a tantos, bien podéis dárselo a él». Yo
entonces respondí a Cosimo llena de cólera que no hazía caso alguno de palabras
de bribones como él, y que se me quitasse de delante y le volví la espalda;
entonces él empegó a dezir que era todo una burla y al final se fueron Cosimo y
Agostino; pero yo me quedé turbada unos días por aquellas palabras, tanto que
mi padre se quexaba no haviéndole querido yo descubrir la causa de mi
turbagión y Tuzia con este pretexto le dixo a mi padre que devía hazerme
caminar un poco y que me perjudicava estar siempre en casa: luego, por la tarde,
Agostino me mandó un mochacho de Tuzia a dezirme que quería hablar comigo
un poco aquella noche y con dicho recado mandó a Tuzia un paño para hazelle
una zamarrilla a un niño que tenía, y oyendo yo este recado, me volví y dixe:
«Dezille que de noche no se habla con las donzellas». A la mañana siguiente mi
padre le dixo a Tuzia que creía conveniente hazerme salir un poco, y que me
llevasse a la iglesia de San Juan, creyendo que ella era persona de bien; y
mientras estávamos pensando salir por la mañana, avisados acaso la noche antes
por la Tuzia de que ívamos a ir a San Juan, aparescieron Cosimo y Agostino y se
pussieron a hablar con Tuzia de que me llevara a una viña, y al oír esto, yo me
alteré y dixe que no quería ir a ninguna viña y que se me quitaran de delante, assí
que se marcharon y nosotras fuimos a San Juan, donde me topé con Cosimo y
Agostino. Quando salí de la iglesia, Cosimo se quedó y Agostino me siguió y
quería ponérseme al costado, pero como me quexé dello, me siguió más de lexos
y me acompañó assí hasta casa. Estando en casa, en esto se presentaron los
Padres de Parroquia a buscar las cédulas de la Comunión y dexaron la puerta
abierta; Agostino subió, y al ver a estos Padres, empezó a bravear que les iva a
dar de palos diziendo esto a solas sin que los Padres lo oyeran, y se marchó; y
quando se fueron los Padres, volvió y empegó a quexarse de que yo me portava
mal con él y no le quería bien y que me arrepentiría dello, y yo le contesté: «Qué
arrepentir ni arrepentir; el que me quiera tendrá que ponerme esto», queriendo
dezir desposarme y ponerme el anillo, y le volví la espalda y me fui a mi
aposento y él se marchó. Aquel mismo día, después de comer, que el tiempo
estava lluvioso, mientras yo pintava por gusto un retrato de un niño de Tuzia-,
vino Agostino a dezir que tenía que entrar porque estava haziendo obra en su
casa y los albañiles havían dexado la puerta abierta, y viéndome pintar, me dixo:
«Menos pintar, menos pintar», y me quitó la paleta y los pinzeles de las manos,
los despartió por el suelo y le dixo a Tuzia: «Vete de aquí», y diziendo yo a
Tuzia que no se fuesse y no me dexasse, que ya se lo havía avisado antes, ella
dixo: «No quiero riñas, me voy en buenhora», y antes de irse ella, Agostino me
apoyó la cabega en el pecho, y quando ella se marchó, me cogió la mano y me
dixo: «Passeemos un poco juntos, que estar sentados enoja», y assí, después de
dar dos o tres vueltas por la sala, le dixe que me sentía mal y que creía que tenía
fiebre, y él contestó: «La fiebre la tengo yo por vos», y después de dos o tres
vueltas más, como al pasear nos agercávamos a mi aposento, quando llegamos a
la puerta de mi aposento, él me empujó y la gerró con llave y después de gerrar
me arrojó al borde del lecho dándome con una mano en el pecho, y me puso una
rodilla entre los muslos para que no pudiera juntarlos y levantándome el halda,
que gran pena le costó levantármela, me puso una mano con un pañuelo en la
garganta y en la boca para que no gritasse, y las manos, como antes me las tenía
cogidas, me las sujetó con la otra, haviendo puesto antes las dos rodillas entre
mis piernas, y enderezando su miembro contra mis partes empegó a empujar y lo
metió dentro, que sentía que me rasgava y me hazía gran daño y aunque por el
estorbo que me tenía en la boca no podía gritar, con todo yo intentava dar vozes
lo más possible llamando a Tuzia. Y le arañé la cara y le arranqué el pelo, y antes
de que lo metiesse dentro, le di una arremetida furiosa al miembro que hasta le
arranqué un trogo de carne, pero no se le dio un ardite y siguió su faena, tanto
que estuvo encima de mí una buena piega teniendo su miembro dentro de mis
partes, y después que huvo su contento se quitó de engima y yo, viéndome libre,
fui al cajón de la mesa y cogí un cuchillo y me llegué a Agostino diziendo: «Te
voy a matar con este cuchillo porque me has infamado». Y él abriéndose el
jubón dixo: «Aquí me tienes», y yo le ataqué con el cuchillo, mas se apartó, que
de otro modo le habría dado y fácilmente lo habría matado; pese a todo, lo herí
un poco en el pecho y le manó sangre, que era poca porque apenas lo havía
tocado con la punta del cuchillo. Entonces el dicho Agostino se abrochó el jubón
y yo estava llorando y doliéndome de la afrenta que me havía hecho, y él, para
acallarme, me dixo: «Dadme la mano, que os prometo casarme con vos en
quando salga del laberinto en que me hallo» y me dixo también: «Sabed que si
os tomo por muger no quiero vanidades», y yo le contesté: «Ya veis qué
vanidades hay aquí». Y con esta buena promessa me sossegué, y con esta
promessa me induxo luego a consentir amorosamente en satisfacer sus desseos
más vezes, porque me volvió a confirmar varias vezes esta promessa; y como
después vine a saber que tenía muger, me quexé a él desta traigión y él siempre
me lo negó diziéndome que no tenía muger y siempre me ha confirmado que
sabía que ningún otro sino él me havía tenido. Y esto es quanto ha passado entre
el dicho Agostino y yo.
A ñ a d ie n d o lu e g o p o r su v o lu n ta d : Y tanto más segura estuve yo de la
promessa de que el dicho Agostino se casaría comigo porque cada vez que se
hazía algún trato para darme marido, él lo desbaratava para que no se llevasse a
effeto.
Preguntándole si quando fue desflorada por la fuerga, como dize, por el dicho
Agostino, tras consumarse el acto, advirtió sangre en sus partes pudendas.
R e s p o n d ió : Quando el dicho Agostino me forgó, como dixe, tenía yo mis días
y por eso no puedo dezir a buen seguro a Vuestra Señoría si mis partes echaron
sangre a causa de lo que higo Agostino, porque yo no savia entonces cómo eran
estas cosas; verdad es que noté que la sangre era más roxa que de ordinario.
A ñ a d ie n d o lu e g o p o r su v o lu n ta d : Qerto es que, después de la primera vez,
otras vezes que el dicho Agostino me conosció camalmente eché sangre y,
preguntándole yo a Agostino qué quería dezir aquella sangre, él me dezía que era
por ser yo de complexión débil.
A ñ a d ie n d o , in te rro g a d a : Todas las vezes que Agostino me conosció
carnalmente lo higo en mi casa, assí en esta como en la de la calle de la Cruz, y
quando estuvo aquí, las más de las vezes entró por casa de Tuzia mientras estava
abierta una puerta que da passo entre las dos casas y después que la puerta fue
gerrada, pese a ello, venía a casa de Tuzia para ver lo que yo hazía: y comigo no
ha estado en ningún otro sitio sino un día que, yendo yo este agosto a San Juan,
el dicho Agostino me salió al passo en la Lungara, y con gran insolengia abrió la
puerta del coche y se metió dentro con otro que se llamava maese Antonio, y
mandó al cochero que fuesse a San Pablo para no ser visto; y quando llegamos a
San Pablo baxamos él y yo del coche y nos fuimos andando por aquellos prados
y luego suvimos otra vez al coche y nos volvimos a casa, que él se baxó en el
Puente Sixto y con nosotros venían Tuzia, una tía suya llamada Virginia y los
hijos de Tuzia.
A ñ a d ie n d o lu e g o p o r su v o lu n ta d : Me acuerdo también de haver hablado con
el dicho Agostino estos Carnavales en casa de Cosimo el furriel, que me llevó la
cuñada de Agostino, la qual vino a recogerme con el coche por mandado de
Cosimo, y Agostino vino después de llegar yo y allí en la casa hablé con el dicho
Agostino, porque la muger de Cosimo me acompañó al aposento de abaxo y
luego se fue al de arriba y Cosimo se quedó haziendo guardia en la puerta por si
venía mi padre, y al cabo de un rato volvió a entrar y dixo: «Peor para vosotros
si no havéis hecho vuestro gusto».
1 En la casa donde Horacio Gentileschi residía en la época del proceso, cerca del Hospital del Santo Spirito.
2 Poniendo la mano sobre el Evangelio [Nota del TJ.
3 Aquí y en lo sucesivo, «donzella» corresponde a ‘muchacha virgen’ [Nota del T.].
4 Retrato hoy desaparecido.
5 Primo carnal: Stiattesi.
6 De regalo [Nota del T.].
7 En la época del proceso, Agostino estuvo preso, primero en la cárcel de Corte Savella, luego en la de Tor
di Nona. El edificio de la calle Monserrato era una cárcel desde 1430.
8 Compañero de profesión, véase la nota S [Nota del T.].
Declaración de Diambra y Caterina
Las parteras Diambra y Caterina, a instancias del juez, llevan a cabo una
exploración ginecológica a Artemisia y confirman que ha sido desvirgada.
Preguntándole si alguna vez, que ella supiera, havía ido a la casa de Orazio
alguno de los dos arriba dichos, hallándose él ausente.
R e s p o n d ió : Sí señor, los dichos dos Cosimo y Agostino muchas vezes venían
a casa del señor Orazio mientras él estava fuera, y a vezes estuvieron los dos
juntos y a vezes uno y a vezes otro.
A ñ a d ie n d o p o r su v o lu n ta d : Quando salía el señor Orazio siempre me
encomendava a su hija, que cuidasse della y le dixera a él qué personas venían
por casa, y también me dixo quando fui a vivir allí que tuviesse cuidado y que no
dixesse ni hablasse a su hija de maridos, sino que la persuadiesse de meterse
monja, y yo lo hize varias vezes, pero ella me dezía siempre que su padre no
devía perder el tiempo, porque cada vez que le hablava de meterse monja, se
hazía enemigo suyo.
Preguntándole que diga si quando los susodichos dos u otros además dellos,
ausente el dicho Orazio, entravan en la casa, se havían demorado algún tiempo
en el dicho lugar.
R e s p o n d ió : Sí señor; a vezes, quando los dichos Agostino y Cosimo o uno
dellos venían a casa del señor Orazio estando él fuera, se quedavan allí y se
demoravan en la casa como si dixéramos entre media hora o una hora, y subían a
mi aposento: «Señora Tuzia, podéis estar contenta, que queremos encontralle
empleo a vuestro marido y que viva en Roma».
Interrogada que diga quándo salía de casa y adonde iva quando salía de su
casa.
R e s p o n d ió : De las vezes que la dicha Artemisia salía de casa, mientras estuve
yo en su casa, yo siempre acostumbrava a acompañalla, y a vezes la acompañé a
San Lorenzo de Lucina para oír misa quando estávamos en la calle de la Cruz, y
desque vinimos aquí la llevé a misa al Santo Espíritu; y mientras estuvimos en la
calle de la Cruz la llevé una mañana a San Juan porque ella estava algo
indispuesta y su padre me dixo que la sacasse un poco de passeo, y quando la
llevé a San Juan era de madrugada porque su padre era celoso desta hija y no
quería que la viessen. Y mientras estuvimos en el Santo Espíritu, en aquella casa,
la llevé una vez a San Pablo y a vezes a oír misa a San Honofrio.
Preguntándole si quando la compareciente, assí para oír misa, como quando,
para sossegar el ánimo de Artemisia, fueron a la iglesia de San Juan y San Pablo,
las acompañaron otras personas y quiénes.
R e s p o n d ió : Quando fui con Artemisia a San Juan, de camino para allí, fuimos
solas, es a saber Artemisia, yo, Virginia, mi tía, y el hijo mayor del señor Orazio,
llamado Francesco, y mientras estávamos en San Juan ante los Apóstoles,
Artemisia me dixo: «Mirad allá, ahí están Agostino y Cosimo, vámonos en
buenhora» y yo le dixe: «Vámonos» y nos marchamos sin oír misa y Artemisia
empegó a caminar muy apriessa porque Agostino y Cosimo no nos alcangassen;
y el mochacho se quedó regagado porque el dicho Agostino y Cosimo le hizieron
halagos y le compraron rosquillas. Luego el mochacho nos alcangó y Agostino
lo seguía mientras hablava, pero yo no oía lo que le dezía, y Artemisia apretava
el paso que parescía talmente que quería huir; de manera que el mochacho y yo y
mi tía le rogávamos que no corriesse tanto, que fuéramos nosotras delante, y
Agostino se quedó atrás y no vi qué camino tomava. Nos fuimos derechas a casa.
Y la vez que fuimos a San Pablo, fuimos en coche; salimos de casa para ir a San
Juan y a Santa María la Mayor, es a saber la dicha Artemisia, mi dicha tía, los
hermanos pequeños de Artemisia, es a saber Francesco, Marco y Giulio, mi hija
donzella llamada Faustina, Lucrezia y Diego; y mientras ívamos baxando por la
Lungara, nos salió al passo el dicho Agostino en compañía de algunos más, y
mandando yo parar el coche, le dixe al cochero que no se moviesse, que él
quería entrar, y como Artemisia se resistía a que entrara por miedo de que su
padre lo supiera, Agostino respondió: «Quiero entrar como sea y no se me da un
ardite si tu padre se entera, digo más, tendría gusto que me encontrasse aquí»;
por su propia potestad entró en el coche en compañía de otro que no sé quién
era, y quiso que el cochero, en vez de ir a San Juan y a Santa María la Mayor,
como havíamos determinado al salir, fuesse a San Pablo. Y quando estuvimos
fuera de la puerta, después de passar la Trinidad, Artemisia dixo que quería
andar un poco y salió del coche, y detrás della baxó también Agostino y algunos
de los hermanos de Artemisia. Agostino y Artemisia ivan juntos y los
mochachos ivan jugando por el camino, y quando llegamos al arco de San
Pablo-, Agostino tomó el camino que va a la Puerta Santa en compañía de
Artemisia, y nosotros con el coche nos encaminamos por el que va a la puerta de
delante y luego nos encontramos todos dentro de la iglesia; allí juntos recivimos
el perdón y, después de tomallo, volvimos al coche y suvimos a él todos juntos y
nos fuimos para casa, y Agostino se baxó luego en una plazuela gerca del Puente
Sixto junto con el otro hombre.
A ñ a d ie n d o lu e g o p o r su v o lu n ta d : En resolugión, señor, no se podía dar un
passo en compañía de Artemisia sin que Agostino se le arrimasse siempre, assí
quando ívamos a misa como quando ívamos a otros sitios; puede dezirse que
Agostino bevía los vientos por Artemisia y me atribulava a mí quando no podía
tener fagilidad de entrar a hablar con Artemisia y llamava a mi puerta, tanto que
a vezes yo rehusava abrille, y entonces Agostino dezía que yo havía dexado
entrar a otro para estar con Artemisia y amenagava con hazer y dezir, y yo, por
miedo, finalmente le abría, y también para que comprovasse la verdad de que allí
no havía nadie.
D ic ie n d o ta m b ié n lu e g o p o r su v o lu n ta d : Ahora me acuerdo, señor, que en
compañía de la dicha Artemisia, a instancias de su padre, quando vivíamos en la
calle de la Cruz, fui un día a Monte Cavallo para ver la sala y el Palacio, que
vinieron a recogernos en coche Cosimo el furriel y su muger, y una joven que
dezían que era cuñada de miger Agostino; assí que, después de recogernos con el
coche, el dicho señor Cosimo nos llevó a Monte Cavado y allí encontramos al
señor Orazio y nos enseñaron la sala del palagio mientras ivan siempre cogidas
de la mano Artemisia y la cuñada de Agostino, y después de ver el palagio,
volvimos a subir al coche todos sino los hombres, y fuimos a casa del señor
Cosimo a comer, que estavan también el señor Orazio y Agostino, y allí
passamos todo el día. La señora Artemisia se puso a jugar a los tejos con unas
mugeres del señor Cosimo en un huerto pequeño y el señor Orazio, Cosimo y
Agostino se quedaron mirándolas, y a la noche nos volvimos para casa.
Preguntándole que diga si alguna vez el dicho Agostino fue a casa de Orazio,
estando este ausente, mientras Artemisia estava pintando.
R e s p o n d ió : Sí señor, Agostino se presentó a vezes en casa mientras estava
fuera el señor Orazio, y una vez en espegial vino mientras Artemisia estava
pintando un retrato de mi hijo; al punto de aparescer él, Artemisia dexó de pintar
y yo me marché y subí a mis aposentos y dexé al dicho Agostino con Artemisia,
que estavan también sus hermanos pequeños.
Preguntándole si alguna vez vio o tuvo modo de saber que el dicho Agostino
tenía algunos arañazos y escoriagiones en la cara y quándo fue.
R e s p o n d ió : Sí señor, no sé quántas vezes vi al señor Agostino con los
mostachos arrancados y a vezes con los ojos morados, y no me acuerdo de
quándo fue.
Preguntándole que diga si alguna vez el dicho Agostino estuvo a solas con la
dicha Artemisia y quántas vezes y dónde.
R e s p o n d ió : Varias vezes vi estar a solas al dicho Agostino con la dicha
Artemisia en el aposento della, que ella estava desnuda en la cama y él vestido;
yo los encontrava assí quando baxava, y estavan burlando y dicho Agostino a
vezes estava echado en la cama vestido. Yo la reprendí a menudo también en
presencia del mismo Agostino, y ella me dezía: «¡Qué queréis! ¡Ocupáos de
vuestras cosas y no os metáis en lo que no os importa!».
Preguntándole si alguna vez vio con la dicha Artemisia a alguna otra persona
a solas con ella y hablar con la dicha Artemisia en su casa o en otra parte,
estando ausente Orazio.
R e s p o n d ió : Yo no he visto ni sé que la dicha Artemisia estuviera nunca a
solas con otros sino con Agostino.
Preguntándole si alguna vez vio que alguna otra persona, quando ivan a oír
misa, havía seguido a la dicha Artemisia además del dicho Agostino.
R e s p o n d ió : Yo no vi nunca, ni noté que ninguna persona siguiera a la dicha
Artemisia quando salía de casa sino el dicho Agostino.
A ñ a d ie n d o p o r su v o lu n ta d : Porque a vezes yo hablé con Artemisia de que no
me agradava tanto seguimiento que le hazía Agostino, y la dicha Artemisia me
contestó que hazía aquello porque le havía prometido casarse con ella.
1 Esta torre, ya desaparecida, funcionaba como prisión desde 1410; estaba situada en la calle que aún hoy
se llama Tor di Nona, cfr. I. B. Scanaroli, D e V is ita z io n e c a rc e r a tio ru m , libri tres, 1675, págs. 15 y ss.
2 La madre de Artemisia, Prudencia, murió a la edad de 30 años el 26 de diciembre de 1605 («Libro dei
Moni IV», fol. 140), cfr. R. W. Bissel, o p . c it., pág. 154, nota 9.
3 La sala del Consistorio del Palacio del Quirinal, cfr. O. Panciroli y F. Pasterla, R o m a s a c ra e m o d e rn a ,
Roma, Tip. Mainardi, 1725, pág. 216.
Fue interrogado en Roma etc. y por quien más arriba etc. assistiendo como
arriba su Señoría, Giovanni Battista Stiattesi, florentino, testigo de parte de la
Corte, a quien haviéndole hecho prestar juramento de dezir verdad y por él
reiterado poniendo la mano etc. fue por su Señoría.
Preguntándole que declare qué es lo que se afirma que ocurrió entre la dicha
Artemisia y el dicho Agostino por mediagión de Cosimo el furriel y para qué
cree que ha sido llamado a declarar en el presente examen.
R e s p o n d ió : Diré con verdad todo lo que sé de lo ocurrido entre Artemisia y
Agostino Tasso y por qué yo pretendo que Cosimo el furriel tuvo parte en este
negocio; porque haviendo tenido continuamente trato con Agostino Tassi, con
Cosimo y con Orazio Gentileschi, he assistido a lo que ellos dezían en secreto y
en público sobre el interés de Artemisia por Agostino, y les he oído dezir
muchas vezes que desque vino Agostino aquí a Roma, Cosimo havía empleado
diversos medios para que Cosimo conogiesse a Artemisia, y la primera vez que
se la higo conocer fue un día que dicho Cosimo mandó a su muger en coche a
casa de Artemisia para llevarla a passear, y él con su muger y también con sus
hijos y con la cuñada de Agostino se llegaron a casa de Artemisia en la calle de
la Cruz, y baxando del coche Cosimo con su muger y sus hijos, entraron en casa
y encontraron a Artemisia con un hermano suyo llamado Giulio y con Tuzia y
sus hijos, y no quiso ir si antes no se lo hazían saber a su padre en Monte
Cavallo. Y haviéndole dado recado, el padre mandó dezir que entraran todos en
el coche, que también él iría con ellos, y assí hizieron; passaron por Monte
Cavado y recogieron al señor Orazio, y todos juntos fueron a Monte Cavado y
allí creo que se entretuvieron un rato por passatiempo para ver el palagio. Luego
todas las mugeres subieron al coche y Cosimo llamó a Agostino allí a un
aposento del palagio, y junto con Orazio, con los dichos Cosimo y Agostino se
fueron a pie siguiendo el coche hasta San Pedro a casa de Cosimo. Donde,
quando llegaron, comieron y merendaron, si no me engaño, todos en compañía,
y allí, en casa de Cosimo, se demoraron todos una buena piega después de
comer, y luego las mugeres subieron al coche y se fueron a ver San Pedro y
después se volvieron a casa. Y el dicho Agostino, haviendo empegado en esa
occasion a conoscer a la dicha Artemisia por mediación de Cosimo, desde
entonces el dicho Agostino empegó a ir por casa de la dicha Artemisia a la hora
que le plazía y quando veía la comodidad de que el padre no estuviesse en casa,
y a fuer de esa costumbre Agostino acabó por conoscer carnalmente a Artemisia
y la desfloró tal como varias vezes me dixo Agostino en confianga. Y también al
propio Cosimo muchas vezes le oí que era verdad que el dicho Agostino la havía
desflorado, y sobre este particular Cosimo me dio a entender también muchas
vezes que haviéndola desflorado Agostino, ella quería que se casara con ella. Y
Agostino, hablando infinidad de vezes comigo deste negogio, me dixo que
estava obligado a casarse con ella como quiera que fuesse, pero que Cosimo le
desbaratava esta ressolución, y me dezía: «Aunque el señor Cosimo muestra
querer que yo me case con ella, tengo ragones tan grandes, que me hallo en la
necessidad de no poder hacello». Y quando yo una y muchas vezes le hize fuerga
al dicho Agostino y lo insté a dezirme la verdad de por qué no devía ni podía
casarse con ella, últimamente, durmiendo yo con él en su casa en la cuesta de
San Honofrio, por la noche, después de discurrir una buena pieza, haviéndole yo
apretado mucho para que me dixera el porqué, el dicho Agostino se resolvió y
dixo: «Stiattese, yo os estoy tan obligado que no puedo rehusar deziros todo lo
que me ha passado, pero dadme palabra de hombre de bien que no le diréis nada
a Cosimo». Y assí, tomándonos las manos, le prometí que no hablaría dello a
Cosimo a ningún precio, y hecha la promessa, el dicho Agostino empegó a
hablar diziendo: «Sabed, Stiattese, que el señor Cosimo fue el origen y el
inventor de hazerme conoger a Artemisia, y por medio dél entré en este laberinto
y ahora estoy tan enredado que fuerga es que me resuelva a irme a Toscana
porque tengo por seguro que entre el señor Cosimo y yo ha de nager un disgusto
grave; pero estándole tan obligado como sabéis, quiero quitalle la occasion,
porque saviendo él quánto quiero yo a Artemisia y lo que ha havido entre ella y
yo y la promessa que le hize a Dios y a la dicha Artemisia, él no huviera devido
atreverse a entrar con Artemisia para querer conogella carnalmente como higo.
Que además de hazelle fuerga dos vezes, una en la calle de la Cruz y otra en la
calle del Santo Espíritu, también le dixo de mí lo que quiso; y no contento con
ello, trata de ir a esa casa para hazerme caer en desgragia y ha metido mil
habladurías entre nosotros, y luego, después que yo me afané con el señor
Cosimo para hablar un día deste negogio y resolverme sin más a casarme con
ella según mi dever, el señor Cosimo me dixo con toda determinagión que no me
metiera en ello porque era muger de muchos recovecos que me haría penar toda
la vida; y en resolugión, por lo obligado que le estoy al señor Cosimo,
deviéndole yo la vida como sabéis, no puedo hazer nada sin su beneplágito. Ved,
pues, en qué trange me hallo». Y assí, suspirando toda la noche, el dicho
Agostino me contó que estava enamorado de Artemisia y lo que havía passado
entre ellos hasta por lo más menudo. Luego hablamos el señor Cosimo y yo
sobre este particular de Artemisia y Agostino; y Cosimo unas vezes me ha
hablado bien y otras mal, pero mayormente me mostrava sobre todo que
Agostino no devía tomalla por muger; y yo, paresciéndome conoger que también
Cosimo estava enamorado de Artemisia, lo apreté tanto que de su propia
voluntad me dixo: «Stiattese, no te metas más en este negogio porque Agostino
es al cabo hombre de mucha valía, que quando quissiera buscar muger no le han
de faltar otras, que esta es una holgagana desvergongada y sin celebro y sería una
muger que lo haría acabar mal»; y diziéndole yo que hablava assí por martel,
Cosimo me respondió: «Ya passó ese tiempo, que un día quise forgalla y huve de
emplear las fuerzas de Hércules y no me quiso dar ni una migaja; déxala que se
vaya al infierno y tú, si quieres hazerme una gragia, dexa esta casa y que se
entiendan entre ellos». Y estos razonamientos, tanto con Cosimo como con
Agostino, los he tenido infinitas vezes en distintos lugares, y por más señas en el
palagio de Monte Cavallo, en los jardines del cardenal Borghese1, en casa de
Agostino, en casa de Cosimo, en la Basílica de San Pedro, en la iglesia, en las
tavernas, en todas partes. No se hablava de otra cosa sino desto de ocho o diez
meses para acá. Este Carnaval, Cosimo higo en su casa la Comedia y las vigilias
a las que assistieron siempre Artemisia, Agostino y la cuñada de Agostino; y el
penúltimo día de Carnaval, Cosimo, por contentar del todo a Agostino, él y su
muger llevaron a Artemisia a la sala de la comedia y quando los pussieron
juntos, los dexaron a su plazer, y después de estar una buena piega juntos,
Cosimo le dixo a Agostino y a Artemisia: «Si no havéis hecho vuestro gusto,
peor para vosotros». Que en esto estuve yo presente con su muger, y estavan
todos los hijos de Orazio y los míos, y allí también estava Matteo el carretero y
Enrique el francés, criado de Cosimo.
Preguntándole si sabe si se trató con alguna otra persona para casar a la dicha
Artemisia y con quién o quiénes y por qué no se concluyó nada.
R e s p o n d ió : Yo le oí dezir más de una vez a Agostino y a Cosimo que el señor
Orazio tratava de casar a Artemisia y por más señas con un joven llamado el
Módena y que este casamiento, como todos los otros que se trataron, se malogró
por obra del mismo Agostino, el qual me confessó varias vezes en confianza y
fuera de burla que era verdad que él no havía querido que nadie pretendiera en
aquella casa, por entender que Artemisia era suya y no de otro; y el mismo
Cosimo me dixo muchas vezes que fue Agostino quien echó a perder todos los
casamientos porque no quería que Artemisia pudiera estar con otro sino con él.
A ñ a d ie n d o lu e g o p o r su v o lu n ta d : Sobre este particular yo sé que Agostino
ha tenido muchas reyertas por martel y por gelos, concretamente con este
Módena dos vezes.
Interrogado sobre quándo fue llevado a la cárcel, en qué lugar fue preso y si
sabe o imagina la causa de su apresamiento y del presente examen.
R e s p o n d ió : Yo me hallo en prisión desde el viernes ahora son ocho días,
quando me prendieron en la calle de la Lungara hagia las 22 horas y me
prendieron solo y no sé ni me puedo imaginar la causa por la que estoy preso y
por la que Vuestra Señoría me quiere examinar.
Preguntándole que diga en qué pre^isso lugar dexó a la dicha muger suya
quando él se marchó de Toscana.
R e s p o n d ió : Quando me marché de Toscana yo dexé a mi muger en Lúea.
Preguntándole que declare y precisse quiénes fueron los dichos amigos que le
avisaron de la muerte de su dicha muger.
R e s p o n d ió : Los que me dieron aviso desde Lúea de la muerte de mi muger
fueron uno el señor Bonaventura Mattia, otro Giovanni Segni y otros que ahora
no me acuerdo, y me lo escrivieron desde Lúea.
Preguntándole que diga durante quánto tiempo tuvo amistad con los dichos
Giovanni Battista y Orazio y por qué causa trabó amistad con ellos.
R e s p o n d ió : A Gentileschi lo conosco por causa de que él es pintor, que haze
tiempo que lo conosco, y también ha pintado comigo en Monte Cavallo y de este
modo ha tenido trato comigo, y a Giovan Battista lo conosco por causa de que él
es pariente de Cosimo Quorli, y mientras estava pintando en Monte Cavado él
subía allí a mirar, y empegó a comer y a beber con nosotros y no tenía un real.
A ñ a d ie n d o después p o r su v o lu n ta d : El jueves santo ese traidor me suplicó
por el amor de Dios que le era fuerga mandar a sus hijos a las escaleras de San
Pedro-, y yo por compassion le di dos tostones- y hasta le mandé a casa un plato
de confituras.
Preguntándole que diga por qué ragón entraron en particulares sobre la hija de
Orazio y quál fue la causa del coloquio.
R e s p o n d ió : Llegamos al particular de la persona de la hija del dicho Orazio
Gentileschi porque él suspirava y se dolía de tener una gran pena y de estar
enamorado, y preguntándole yo la causa de que se quexasse, él me dixo que
estava enamorado hasta los huessos de la hija del dicho Orazio llamada
Artemisia, y reconviniéndole yo que, haziendo tal, dañava la amistad y a sí
mismo por las mercedes que el dicho Orazio le hazía, contestó: «Qué queréis que
os diga, yo puedo fornicar y comer en casa de Gentileschi».
Preguntándole que diga si el imputado solía ir por la casa del dicho Orazio y
quándo empegó a ir por la dicha casa.
R e s p o n d ió : Sí señor, yo acostumbrava a ir por la casa de Orazio, que he ido
allí desque estoy en Roma por causa de que él me llevó a ver unas pinturas.
Preguntándole que diga con qué fin entró en la casa estando ausente el dicho
Orazio.
R e s p o n d ió : Yo iva a casa de Orazio en su ausengia porque me mandó él, que
quería que le enseñasse a su hija la perspectiva—, y fui algunas vezes y luego no
quise ir más.
Preguntándole que diga de dónde tomó el dicho Orazio el bastón para apalear
al dicho Gerónimo, y si era de día o de noche quando el dicho Orazio higo el
apaleamiento y en qué lugar.
R e s p o n d ió : El palo con el que Orazio lo apaleó lo tomó de su casa según se
entra por la puerta, que servía como mango para la escoba, y lo apaleó allí
mismo en la casa, que era de noche y serían las doze y media horas.
A ñ a d ie n d o lu e g o p o r su v o lu n ta d : Os contaré cómo passó. Aquella noche
Artemisia, la hija de Orazio, creyendo que Orazio iva a ir a genar a casa de
Cosimo Quorli y se quedaría allí hasta las quatro o las cinco horas antes de
volver, metió en su casa a este Gerónimo, pero, como Orazio se entretuvo
hablando con no sé quién, vio que este Gerónimo entrava en su casa, y por eso
vino al punto a buscarme a la tienda del que vende las pinturas en el Corso,
donde yo lo estava esperando, y me lo contó todo y luego me rogó que fuesse
con él y fuimos juntos, y yo fui de buena gana para que no ocurriera una
desgragia. Pero este Gerónimo me echó a mí toda la culpa, y me la tuvo
guardada seys meses, y una mañana el verano passado, yendo con priessa para
llegarme a la viña del cardenal Nazaret, el dicho Gerónimo, en compañía de
otros dos armados, me rodeó con las espadas desnudas para atacarme, y me valió
el saberme defender, que si no me supiera defender, me mataban.
Preguntándole si antes o después otras vezes havía tenido alguna riña con
Gerónimo, quántas vezes y dónde.
R e s p o n d ió : No señor, entre Gerónimo y yo no huvo ninguna otra riña ni
malas palabras, que la que dije ahora la huvo quando él me atacó.
del dicho Orazio, habló con su hija Artemisia y si havía alguien presente o
estavan solos.
R esp o n d ió : Sí señor, quando iva por casa de Orazio mientras él no estava,
hablava con su hija y estavan presentes los hermanos pequeños de la dicha
Artemisia, y a solas no hablé nunca con ella.
Interrogado si además de lo que el imputado depuso tiene otra cosa que dezir
por su voluntad y quiere añadir o quitar algo y qué es.
R espondió: No tengo otra cosa que dezir más que lo que dixe en los otros
interrogatorios, ni tengo cosa que añadir, ni que quitar.
E instándolo su Señoría a que aclare y piense bien si con alguna otra persona
tuvo riñas durante el dicho tiempo y recuerde bien y se abstenga de responder
del mismo modo.
R esp o n d ió : No recuerdo nada, señor.
E instado numerosas vezes por su Señoría a dar cumplida respuesta a lo
antedicho, siempre dixo: No me acuerdo.
Entonces, viendo su Señoría que no havía respondido con prensión a lo
requerido y reservándose recabar según derecho precissa respuesta sobre lo
antedicho en su tiempo y lugar, prosiguiendo adelante, el compareciente fue por
su Señoría.
Preguntándole con qué fin el compareciente por diez vezes o más, como
arriba dixo, fue llevado por el dicho Orazio a esperar a personas que devían salir
de la casa del dicho Orazio, y que especifique los nombres de las dichas
personas junto con todo lo ocurrido luego.
R e s p o n d ió : Me llevava con él porque quería dar un escarmiento a las dichas
personas quando salieran de su casa, pero yo nunca lo aprové porque no quería
que naciesse ningún escándalo, y quiénes eran esas personas yo no lo sé, pero las
vi salir todas las vezes que con ese fin estuve allí con él, y nunca passó nada ni el
dicho Orazio hico nunca escarmiento alguno a esas personas.
Preguntándole que diga si la dicha Tuzia, que vivía en la casa del dicho
Orazio, acostumbrava conversar, que él supiera, con la dicha Artemisia.
R e s p o n d ió : Alguna vez que fui a su casa con el señor Orazio, vi a la dicha
Tuzia estar en compañía de la dicha Artemisia.
Preguntándole que diga si la dicha Tuzia está casada o soltera y si tiene hijos
o hijas y quáles.
R e s p o n d ió : La dicha Tuzia está casada con un cierto micer Stefano, y tiene
algunas hijas hembras, pero no sé quáles.
Preguntándole que diga si sabe con qué fin y a qué effecto los dichos hombres
entravan en el domicilio del dicho Orazio.
R e s p o n d ió : Yo tengo para mí que ivan por Artemisia y para fornicar con ella,
porque una vez que passava yo por allí, al levantar los ojos a la ventana, vi que
Artemisia le tenía puesto un brago en los hombros al que iva vestido de largo y
quando me vieron se apartaron, y ella luego a la noche me llamó mientras
passava yo por debaxo de su ventana y me dixo que le hiziera la gracia de no
dezir nada de aquello a su padre.
Preguntándole que diga si alguna vez fue a la casa de la dicha Tuzia por la
noche y quántas vezes, quándo y para qué.
R e s p o n d ió : Sí señor, yo fui a casa de la dicha Tuzia por la noche y habrán
sido ginco o seys vezes desque fueron a vivir a la casa del Santo Espíritu, por
causa de que Orazio Gentileschi me mandava allí para que descubriesse si
alguien iva a visitar a Artemisia por medio de la señora Tuzia, y que me llegasse
allí so pretexto de alguna otra cosa como por exemplo que tenía intención de
descubrir estos manejos fingiendo sentir inclination por la persona de Artemisia,
y también a vezes de ir a preguntar por el señor Stefano y saber quándo volvía.
A ñ a d ie n d o lu e g o p o r su v o lu n ta d : Y todo esto lo hazía por mandado del
dicho Orazio Gentileschi.
Preguntándole que diga si alguna destas vezes que la dicha Tuzia acompañó a
la dicha Artemisia, el compareciente las vio, quántas vezes y en qué lugares.
R e s p o n d ió : Dos vezes me aconteció ver que la dicha Tuzia iva en compañía
de Artemisia, que una vez la vi allá en el Corso, y no sé dónde ivan, y otra vez
las vi passar por delante de mi casa quando vivía en la cuesta de San Honofrio,
que ivan a la iglesia de San Honofrio.
Preguntándole que diga quiénes eran aquellos que assegurava que aquella
mañana seguían a la dicha Artemisia y la querían llevar a una viña y cómo lo
sabía el comparegiente.
R e s p o n d ió : No los conosco, señor, y no sé quiénes son los que aquella
mañana seguían a la dicha Artemisia y la querían llevar a una viña, pero eran
dos, uno vestido de largo y el otro de corto, que el de largo era el que havía visto
yo allá en el Santo Espíritu, en la casa donde ella vivía, como dixe en los otros
interrogatorios, pero el de la ropa corta no reparé quién era.
Preguntándole cómo sabe el imputado que los dichos hombres querían llevar
a la dicha Artemisia a una viña, según afirma.
R e s p o n d ió : Yo sé que los dichos hombres querían llevar a Artemisia a una
viña porque me lo dixo su hermano, llamado Francesco.
Preguntándole que diga si otras vezes el imputado fue a algún lugar y vio a la
dicha Tuzia y a Artemisia juntas.
R e s p o n d ió : Recuerdo que fui a San Pablo una vez este verano passado y vi
allí a la dicha Artemisia y a Tuzia, que era un día de fiesta y ellas ivan en coche
y su padre me rogó que las acompañasse y estuviesse con ellas porque de la
dicha Tuzia no se fiava mucho y él tenía que ir a buscar no sé qué dineros, que
no lograva que le pagaran, y yo por serville fui y me acompañó también maese
Antonio el albañil, el que me hazía la pared—, y fuimos todos juntos a San Pablo
y luego nos volvimos.
Preguntándole si echaron a andar por otro camino o por el mismo que llevava
el coche.
R e s p o n d ió : No señor, no ivan por el mismo camino que el que llevava el
coche porque, como Vuestra Señoría sabe, los coches van por un lado y las
gentes de a pie van por el camino que va a la puerta Santa.
Preguntándole que diga de quién era el coche donde fueron a la iglesia de San
Pablo y quién lo procuró.
R e s p o n d ió : Yo no sé de quién era el coche en el que fuimos a San Pablo ese
día y tampoco quién lo havía procurado, pero creo que lo havía encontrado su
padre.
Preguntándole si alguna vez en otro lugar el compareciente havía visto a la
dicha Artemisia fuera de la casa de Orazio y en qué lugar o lugares.
R e s p o n d ió : Además de en los lugares ya dichos, vi a Artemisia en casa de
Cosimo Quorli en varios momentos y también comí y gené allí porque su padre
me llevó.
Interrogado sobre si además de lo dicho y depuesto tiene otra cosa que dezir y
qué.
R e s p o n d ió : No tengo otra cosa que dezir más que lo que he dicho en los otros
interrogatorios.
Preguntándole que declare con quién se trató el dicho matrimonio y quién fue
el mediador en ese trato y quién intervino en él.
R e s p o n d ió : Se hi^o trato para casar a la dicha Artemisia con ese Modenese
que andava con ella y yo fui el mediador deste negocio, y traté con una parte y
con la otra.
4 El papa Pablo V.
6 Lugar entre la calle de los Coronari y San Celso, cuyo nombre estaba tomado de una hornacina cuya
imagen, restaurada en el siglo XVI, aún se conserva.
7 Orazio Borgianni (Roma, 1578 aprox.-1616), pintor de la escuela de Caravaggio; trabajó en Italia y en
España.
9 En it. te s to n i, moneda de plata acuñada en Milán equivalente a 1/4 de escudo, que llevaba grabada la
cabeza (te s ta ) del rey; los «testones» españoles, de curso en las colonias americanas, la imitaron [Nota del
T.].
10 La Puerta Angélica, antiguamente Puerta de San Egidio, se llama también Puerta de San Pellegrino,
Viridaria, Aurea, Stercoraria, Merdaria y de San Pedro.
11 Tassi era pintor de paisajes y marinas, mientras que Gentileschi pintaba sobre todo figuras.
13 Todos los biógrafos contemporáneos recuerdan a Orazio Gentileschi como hombre solitario y hosco.
17 Puerta Settiminana, al final de la Lungara, toma su nombre de Settimio Severo. Fue reconstruida por
Alejandro VI.
Interrogatorio de Antonio Mazzantino
Pidiéndole que diga si el dicho Agostino ha sido amigo suyo en algún tiempo
y por qué causa.
R e s p o n d ió : Sí señor, Agostino es amigo mío y también es amigo Orazio
Gentileschi por causa que les hazía la pared para el jardín del señor cardenal
Borghese en Monte Cavallo, donde estavan pintando, que ha un año que empegó
la obra.
Preguntándole que diga cómo sabe que el dicho señor Orazio tiene los dichos
hijos e hija.
R e s p o n d ió : Lo sé porque vi a los mochachos; y de la hija le oí dezir a
Gentileschi que la tenía.
Entonges, al effecto establecido, manda que el testigo sea llevado a una cárgel
secreta.
Fue interrogado en el mismo lugar y por el mismo de aquí arriba y por mí etc.
assistiendo el magnífico y excelentíssimo señor Porzio Carnerario etc. el arriba
dicho Antonio Mazzantino, el qual, haviéndole hecho prestar juramento de dezir
verdad, y por él reiterado poniendo la mano etc., fue por su Señoría.
Preguntándole si sabe si el dicho Agostino havía ido a algún otro lugar con la
dicha Artemisia.
R e s p o n d ió : Y o no sé, señor, si el dicho Agostino havía estado en otra parte
con la dicha Artemisia, antes bien, aquella vez me dixo que se lo havía mandado
Gentileschi.
Preguntándole si sabe si el dicho Agostino tuvo alguna vez trato carnal con la
dicha Artemisia, o si al menos oyó dezir que estava enamorado della.
R e s p o n d ió : No señor, no sé ni he oído dezir que el dicho Agostino estuviesse
enamorado de la dicha Artemisia y tampoco que tuviesse trato carnal con ella.
Entonces su Señoría ordenó que, para inteligencia de ambos, fuesse leído por
mí, notario, todo el interrogatorio del processo de aquí arriba, hecho a la dicha
testigo el día 28 de marzo, leído el qual y por ambos bien oído, la testigo fue
llamada por su Señoría.
Entonces, para quitar toda mancha de infamia y toda duda que pudiere nacer
contra la persona de la dicha testigo o de lo declarado por ella, porque aparecía
como cómplice del crimen, y para mayor confirmación y reforcamiento de lo
dicho y para todo otro buen fin y effecto, y tanto más afectando a la dicha
persona de la testigo, decretó y ordenó que en presencia y ante el dicho
imputado, la testigo fuesse sometida al tormento de los sibilos1 considerando
que es muger y su hedad, que por el aspecto podría ser de diez y siete años; y
llamando al carcelero encargado de los instrumentos de los dichos tormentos
empleados para los sibilos, fue conducida.
Entonces ordena al carcelero que coloque los sibdos y, juntas las manos ante
el pecho, y colocados los sibilos entre cada dedo como de costumbre... por el
carcelero, en presencia y ante la faz del compareciente... el carcelero aprieta los
sibilos en torno a los dedos, y la testigo empieca a dezir: «Es verdad es verdad es
verdad», repitiendo muchas y muchas vezes estas mismas palabras, y luego dixo:
«Este es el andlo que tú me das y estas son las promessas».
Muestra una hoja en la que están escritas las preguntas que ha de formular su
Señoría a la testigo.
In te rro g a d a s o b re la p rim e r a , re s p o n d ió : Es verdad que me pidió declarar
contra vos y contra ningún otro.
S o b re la s e g u n d a , re s p o n d ió : Ya dixe tantas cosas esta noche, que me parece
que es bastante lo que dixe gerca desto y del lugar y el momento en que passó.
S o b re la te rq e ra , re s p o n d ió : Ya dixe cómo es que tenía entrada en mi casa, y
por la casa de mi padre vienen muchos cavalleros y señores, pero por mi causa
no venía ninguno.
S o b re la q u a rta , re s p o n d ió : El dicho Artigenio es un procurador del cardenal
Tonti, que era compadre de Tuzia y tenía entrada en su casa, pero no venía por la
mía.
1 La tortura de los «sibilos» consistía en atar unas cuerdas delgadas alrededor de los dedos y apretarlas,
cortando así la circulación de la sangre.
2 Tal vez Francesco.
3 Probablemente se refiere a las respuestas 20 y 21 [Nota del T.].
Interrogatorio de Agostino Tassi y de Giovanni
Battista Stiattesi
15 de mayo. En la cárcel de Tor di Nona los jueces intentan una vez más
convencer a Agostino para que diga la verdad y lo ponen frente a Stiattesi, que
se ratifica en su anterior declaración.
Entonces su Señoría ordenó que yo, notario, en voz alta e inteligible para la
clara inteligencia de ambos, lea la declaración del antedicho Giovan Battista
Schiattesi, hecha en el presente processo el día 24 de marzo de 1612 años.
Leída y bien oída la qual, y entendida por ambos, como afirmaron, fue
llamado por su Señoría.
Preguntándole si lo que havía oído leer era verdad y si era lo mismo que
havía declarado por verdad, e igualmente, si lo ratificava y confirmava ante el
compareciente allí presente y era lo mismo que lo que el testigo havía declarado
en el modo y la forma que consta.
R e s p o n d ió : Yo he entendido cumplidamente todo quanto Vuestra Señoría ha
hecho que me lean y reconosco que es lo mismo que dixe y declaré por verdad
los días passados ante Vuestra Señoría, y todo ha sido dicho y declarado por mí
en el modo y forma en que está escrito y ahora por verdad lo ratifico y confirmo
ante Agostino aquí presente, siendo todo verdad como el Evangelio.
Careo entre Agostino Tassi y Giovan Battista
Stiattesi
1 En la cárcel.
2 «El testimonio prestado en un careo no se debe repetir».
3 Las esposas.
4 Véase la nota 6.
Interrogatorio de Porzia Stiattesi
Fue interrogada por mí etc. por orden etc. en la casa donde tiene domicilio
habitual en la calle de Santo Espíritu, assistiendo el illustríssimo y
excelentíssimo señor Porzio Carnerario, Porzia, muger de Giovanni Battista
Schiattesi, la qual, haviéndole hecho prestar juramento de dezir verdad poniendo
la mano etc., fue interrogada por mí.
Y díchole por mí, notario, que diga y refiera la causa antedicha aducida por
ella de cómo y por qué huvo de ir a hablar con el dicho Agostino a Corte Savella
y quién los requirió para hazello y diga exactamente lo que hablaron con el dicho
Agostino assí como lo que dixeron la dicha Artemisia y otros...
R e s p o n d ió : Ahora cuento a Vuestra Señoría cómo passó todo lo de nuestra
ida a Corte Savella en vísperas del mes de mayo: mientras Agostino Tasso estava
preso, varias vezes havía mandado recado a la señora Artemisia de que le
hiziesse la gracia de ir a vello y a hablar con él en Corte Savella y eso se lo
mandava dezir a través de Aloisio, mi hijo, que iva a visitar a menudo al dicho
Agostino por ser amigo de mi marido, y especialmente también lo mandó dezir
varias vezes por mediación de Giovan Battista, mi marido, el qual le dixo a la
señora Artemisia: «Quizá sea mejor que vayáis a oír a ver qué dice», porque ella
no quería ir, y, finalmente, persuadida por mi marido, se resolvió a ir, y el primer
día de mayo por la noche, a las 24 horas, haviendo dado a entender antes
nosotros al señor Orazio, padre de la dicha Artemisia, que queríamos ir a San
Carlos en los Catinarios, salimos de casa de Artemisia mi marido Giovan
Battista, mi hijo Aloisio y Giulio, hermano de la dicha Artemisia, y echamos a
andar hagia Corte Savella, conque tomamos el camino de la Lungara, passamos
el Puente Sixto y llegamos a Corte Savella que sería casi la una quando
llegamos; y, al llegar, vimos que Agostino estava en la reja que hay a mano
izquierda según se entra por la primera puerta, el qual Agostino, nada más
vernos, higo que nos abriessen y entramos en el locutorio donde nos sentamos, y
el dicho Agostino se agercó a nosotros que paregía medio muerto y como si casi
ni pudiera hablar, hasta que finalmente dixo estas palabras: «Mi señora
Artemisia, vos sabéis que tenéis que ser mía y no podéis ser de ningún otro, y
sabed que yo os hize una promesa y lo prometido lo quiero cumplir», repitiendo
estas pregissas palabras: «Si no os tomo por muger, que me entren tantos diablos
en el cuerpo como pelos tengo en la cabega y en la barba, y por toda la vida»,
diziendo: «Hagamos la promessa», y tendió la mano lo que igualmente higo
Artemisia, y se tomaron las manos los dos, y Artemisia dixo estas palabras o
paregidas: «Assí como vos me dais vuestra palabra, assí me la tomo y creo que la
cumpliréis», además desto la dicha Artemisia añadió: «Agostino, si vuestra
muger está viva, dezímelo», y el dicho Agostino respondió: «Señora Artemisia,
mi muger está muerta, yo sé lo que digo: está muerta», y se dio con la mano en
el pecho, diziendo: «Creedme que es verdad», y tras estas palabras, el dicho
Agostino le pidió a la dicha Artemisia que se retractasse, diziendo: «Dezí que no
fui yo el que os forgó, dezí que fue otro que ya está muerto», y me parege, si
recuerdo bien, que dixo: «Dezí que fue Pietro Neri», y Artemisia contestó que no
quería hazer tal cosa, diziéndole: «Sabéis bien que fuisteis vos y nadie más», y
no recuerdo si huvo más palabras entre ellos, sino solo que nos despedimos con
affecto, digo más, que el dicho Agostino dixo: «Me havéis hecho una gran
merced, os doy las gragias», y nos volvimos a casa.
1. Quién os higo declarar contra mí, en qué lugar os lo pidió, con qué
palabras y quién estava presente.
2. Dezidme de qué forma y por qué causa dezís que yo tuve trato camal con
vos y en qué lugar la primera vez.
3. Dezidme de qué forma iva por la casa, dezidme si ivan otros además de mí
y quiénes eran.
4. Dezidme la verdad, Artigenio... N. y N. frequentavan la casa, y advertid
que si dezís que no, se provará...
5. Dezidme por qué causa ivan ellos a la casa.
6. Dezidme si vuestro padre sabía y veía a esos hombres y a mí quando
ívamos a vuestra casa.
7. Dezidme si vuestro padre os dava lo que necessitávais.
8. Si os privava de algo, si os dexava alguna vez a solas con hombres en casa.
9. Havéis estado a solas alguna vez en casa con hombres y, por más señas,
era uno de esos hombres Francesco Scarpellino.
10. Os quexasteis alguna vez de que vuestro padre os privava...
11. Havéis dicho alguna vez a alguien que Pasquino os havía forgado.
12. Dezid que no es verdad que os forgó ningún hombre.
13. Havéis escrito alguna vez cartas a alguien y qué dezían esas cartas.
14. Con qué fin y con qué esperanga havéis hecho que os interroguen.
15. Dezid por qué fuisteis forgada como dezís.
16. Cómo os resististeis, gritasteis, y por qué no hizisteis ruido.
17. Qué señales muestra una donzella quando la fuergan y dezid cómo son.
18. Quando os quitaron la virginidad cómo fue y qué señales aparescieron en
vos.
19. Le dixisteis a alguien que yo os havía forgado, y a quién y con quién os
havéis jactado dello y con qué fin.
20. Quánto tiempo después, y por qué no lo dixisteis enseguida, y si lo
dixisteis enseguida, por qué no se denungió.
Por qué lo havéis dicho ahora y cómo havéis sido inducida a dezillo.
21. Quién descubrió que fuisteis forgada, por qué y con qué occasion y en qué
momento.
22. Esperáis tenerme por marido.
23. Os dixo alguien que me casaría con vos si deziais que fuisteis forjada por
mí.
24. De qué manera fuisteis forgada.
Preguntándole si sabe o ha oído dezir por qué causa el dicho Agostino estava
actualmente en prisión.
R e s p o n d ió : El dicho Agostino está en prisión porque el señor Orazio lo
denunció por haver forgado a la dicha Artemisia, que lo he oído dezir por todas
partes.
Después se procedió con los artículos de parte del dicho señor Agostino,
producidos y omitidos con su consentimiento.
1 Las cartas de Artemisia aquí recogidas constituyen la totalidad de las que se han publicado hasta ahora.
AL GRAN DUQUE COSIMO DE’ MEDICI
2 Cassiano del Pozzo (Turin, 1589-1657). Caballero ligado a la familia Barberini, en particular al papa
Urbano VIII, y a los grandes duques de Toscana. Miembro de la Academia de la Crusca y de la Academia
dei Lincei, fue uno de los más conocidos mecenas de su tiempo. Su nombre está estrechamente vinculado al
de Nicolas Poussin, de quien fue protector y amigo.
AL COMENDADOR CASSIANO DEL POZZO
Irá ahí el Sr. Francesco, mi hermano, para llevar un quadro mío y ofrecello en
mi nombre al eminentíssimo sr. cardenal D. Antonio, si lo halla de su gusto.
Siendo assí que en estas tierras no tengo otro protector que V.S., en quien he
confiado todos mis interesses, recurro a vos para que se emplee con toda su
fuerga en este negogio mío, suplicando fervientemente que V.S. introduzga a este
hermano mío ante la presengia de su eminencia y que procure otrosí que dél sea
prontamente atendido, pues me es de no ordinaria necessidad para el manexo de
todos mis negogios; por esa ragón me veo forgada de instaros a esta mensajería,
no permitiendo mi necessidad que su estangia en Roma se demore más de quatro
días. Sírvase, pues, V.S. emplearse en este negogio, y déle su protección como ha
hecho otras vezes siempre que me fue menester, a fin de que yo y mi hermano
consigamos por mediagión vuestra el fin desseado, que de todo entrambos
quedaremos obligadíssimos por siempre a vuestra cortesía, con quien tengo
deudas infinitas; y aquí, haziendo devida reverengia, beso afectuosamente las
manos de V.S. Nápoles, 21 de enero de 1635 años.
AL DUQUE FRANCESCO I DE ESTE
Sereníssimo Sr.:
limo. Sr.:
3 Andrea Cioli (Cortona, 1573 - Florencia, 1641). Diplomático, secretario de estado del gran duque de
Toscana Cosimo II de’ Medici. Traductor, en 1629, del De sapiencia veterum de Francis Bacon.
A ANDREA CIOLI
Siempre estuve segura de vuestras Cortesías, y hoy veo sus effetos, y porque
tengáis mayor memoria de vuestra Sierva, dessearía saber por qué medio
enviaros un quadro que tiempo ha acabé con la imagen de Santa Catalina,
dedicado a V.S. Illma., como os escriví en otra mía en los meses passados, y en
su compañía también una obrilla hecha por mi hija que, como niña, no se burlará
della, y estas cosas serán a modo de prenda si Dios permite que en marzo, como
se dice, marche el Conde y yo pueda ser dueña de servir a mi Príncipe natural,
que estaría segura con las mercedes de V.S. Illma. de haver llegado al más
seguro puerto. Ved también en qué puedo serviros, que estaré prestíssima
esperando vuestras órdenes. Os hago profunda reverencia. En Nápoles, a 11 de
diciembre de 1635 años.
De V.S. Illustríssima Afma. Sierva Artemisia Gentileschi.
A ANDREA CIOLI
limo. Sr.:
Al saber que V.S. Illma. ha caído enfermo, fue tanto mi Dolor, que desde
entonces no he dexado de hazer rezar a Dios a todas las personas en quienes fío;
merced al gran Dios me ha llegado aviso de que estáis algo mejor, con la ayuda
del Señor, aviso a V.S. Illma. que si me dura esta voluntad que tengo, espero que
mis cartas no os lleguen por otras manos, mas sea yo su mensajera, y el quadro,
si desseáis que lo envíe o que lo lleve yo, dadme aviso dello, porque desque os
escriví, sigue envuelto para partirse, y presentándose la occasion con S.A. Srma.
os ruego no olvidéis lo que en mi última os escriví, que dixe que, no teniendo yo
voluntad de quedarme en Nápoles, assí por los tumultos de las guerras como por
la mala vida y por las cosas caras. Hágame V.S. Illma. la gracia de vuestra
gratíssima respuesta, que no desseo otra cosa en esta vida, para quien ruego al
Cielo toda suerte de bienes. En Nápoles, a 11 de febrero de 1636 años.
De V.S. Illustríssima Afma. Sierva Artemisia Gentileschi.
A ANDREA CIOLI
Con la passada que escriví a V.S. dezía que los quadros que tenía dispuestos
para mandados eran de tamaño de doze palmos de altura y nueve de ancho, pero
no dezía el contenido. Ahora digo que el contenido es la Samaritana con el
Mesías y sus doze Apóstoles, con paisages de lexos y de gerca, etc. muy
bellamente adornados, y otro quadro con un San Juan Bautista en el desierto de
nueve palmos de altura y ancho en proporción.
Esto es todo quanto puedo dezir a V.S. en esta materia. Queda solo que os
empleéis, como os ruego, en favorescerme lo possible para que con vuestra
mediagión pueda yo sentir, como espero, el gran provecho y tranquilidad que es
colocar a mi hija quanto antes, y acomodado el matrimonio, venirme, como ya
dixe, a gogar de la patria y a servir a mis amigos y patronos. Y aquí, por último,
beso amorosamente las manos a V.S., y pido al cielo toda suerte de venturas.
Nápoles, 24 de noviembre de 1637 años.
AL DUQUE FRANCESCO I DE ESTE
Sereníssima Alteza:
Los grandes Príncipes, como Vuestra Alteza Sma. sirven de acicate a los que
ambicionan la gloria, para elevarse lo possible en su virtud a fin de consagralles
sus esfuerzos y alcanzar luego la honrosa meta que persiguen; lo qual me
succede a mí, que no satisfecha con haver llegado al servicio desta Corona de
Inglaterra, de la qual recivo honores y mercedes señaladíssimos, parésceme no
poder colmar este ambicioso desseo mío sino enviándoos por este mi hermano,
mandado por la Magestad de su Reina y mi Señora a Italia por sus interesses,
esta pequeña obra mía, aunque desnuda de perfición, rica en la profunda
reverencia que os professo: Os suplico, pues, con devota humildad, queráis
excusar la imperfición della, considerando mi natural torpeca. En consideración
de la qual siempre han sido bien recevidos mis sudores por todos los grandes
Príncipes d’Europa, y señaladamente por Vra. Alteza Sima., que con generosas
demostraciones los ha honrado otra vezes espléndidamente. Yo no he tomado
esta resolución sin el consentimiento de Su Magestad y de la Reina Madre mi
Sra., lo qual me dexa esperar que V.A. no la desdeñará, antes bien, me atrevo a
creer que la aprovará, y quando esto ocurra, estimo que habré alcancado el
colmo de mis desseos; y aquí con devoto zelo ruego para Vra. Alteza Srma. a
Dios Nuestro Señor que tengan feliz fin todos sus heroicos pensamientos. En
Londres, 16 de diciembre de 1639 años.
De Vra. Altza. Srma. Humildíssima y Devotíssima Sierva Artemisia
Gentileschi.
A DON ANTONIO RUFFO-
La semana passada respondí a una de V.S. Illma. que receví de mano del sr.
D. Pietro; ahora dos ragones me fuergan, primero acabar presto vuestro quadro y
segundo no tener dineros para acaballo, a rogar a V.S. Illma., como sierva suya
que soy, se sirva enviarme una póliga de cinquenta ducados, que, vista la
presente, yo acabaré el quadro, pues el dispendio es mucho a causa de tener estas
mugeres desnudas; creedme, sr. D. Antonio, que, para que se desnuden
cinquenta, el dispendio es intolerable, y apenas una es buena; en este quadro no
puedo servirme de un modelo solamente, porque son ocho personages, y es
menester hazer venir varias bellezas; me atrevo a hazer esta súplica a mi patrono,
y pido perdón por el atrevimiento y beso a V.S. Illma. las manos con reverengia
hoy 12 de junio de 1648 años.
De V.S. Illma. Humildíssima y Obligadíssima Sierva Artemisia Gentileschi.
No os cause maravilla la differengia de manos en la escritura porque,
mientras pinto, dicto las cartas, y quando veáis mi firma de puño y letra... veréis
que es mía.
4 Antonio Ruffo perteneció a una de las grandes familias cálabro-sicilianas y fue uno de los mecenas más
importantes de la Italia meridional. La colección Ruffo de Messina, célebre por la riqueza y variedad de las
obras que la componían, quedó destruida tras el terremoto de 1908.
A DON ANTONIO RUFFO
Como plugo a Dios llegó el quadro a manos de V.S. Illma., que a estas horas
creo lo habrá visto ya, y pienso que mientras no lo vio, me havrá tenido por
arrogante e impertinente. Mas espero en Dios Nuestro Señor que, en viéndolo,
juzgará que no me engañava del todo, y en effeto, si no era por V.S. Illma., de
quien soy tan affecta sierva, no me havría inducido a dalle los ciento y sessenta
porque en cualquiera parte que yo he estado me han pagado cien escudos cada
figura, assí en Florencia como en Venecia, en Roma, y en Nápoles también,
quando havía más dineros, fuere ello mérito o fortuna de V.S. Illma., como
cavallero discreto y lleno de todas las virtudes del mundo que es, juzgará lo que
soy.
Mucho compadesco a V.S. porque el nombre de muger hace dubdar hasta que
no se ha visto la obra, y me perdonará por el amor de Dios si le he dado occasion
de creerme interessada, allende desto no causo a V.S. Illma. más enojo,
solamente diré que en otra occasion lo serviré con mayor perfición, y si V.S.
Illma. tiene gusto en recevir la obra, le mandaré también mi retrato para que lo
tenga en la galería como hazen todos los demás Príncipes, y con esto acabo y
hago humildíssima reverencia a V.S. Illma. dando fe que mientras viva estaré
presta a todas sus órdenes y, finalmente, beso a V.S. Illma. las manos. Nápoles, a
30 de enero de 1647 años.
De V.S. Illma. Humildíssima sierva Artemisia Gentileschi.
A DON ANTONIO RUFFO
Con la presente aviso a V.S. Illma. que receví la suya de 21 de febrero, llena
toda de esa gragia que suele prodigar V.S. Illma. a su sierva Artemisia, y, junto,
la póliga de cambio de cien ducados; veo luego lo que me ordena sobre la obra
que he de hazelle, la qual espero en Dios Nuestro Señor poder pintar, que será
muy de gusto de V.S. Illma. y por ella verá quánto vale la cortesía en un pecho
virtuoso; mucho me pesa que la Galatea haya padesgido en el mar, que si me
huviera sido dado executar las órdenes de V.S., ello no havría passado, porque la
havría acomodado yo con mis propias manos, pero a este otro no le passará lo
mismo, porque estará en mi arbitrio executar las órdenes de V.S. Illma.
Lo antes possible mandaré mi retrato junto con alguna otra obrezilla de mi
sra. hija a la qual he casado hoy con un Cavallero del Hábito de Santiago, y se ha
ido de casa, y por tanto ruego a V.S. Illma. que, si huviere occasion de obras en
ese país, con su acostumbrado favor, me favoresca y dé aviso, porque tengo
grandíssima necessidad, y asseguro a V.S. Illma. que estoy en la ruina; desseo
también que V.S. Illma. me prometa tener patrocinio sobre mi persona mientras
yo viva, y haga cuenta que he nagido criadilla en casa de V.S.; yo no he visto
nunca a V.S. Illma., mas es tanto el affecto y el desseo que tengo de serviros, que
no se puede imaginar; no enojaré más a V.S. con estas pláticas mugeriles, sino
que serán las obras las que hablen por mí, y con esto acabo y hago humildíssima
reverengia. Nápoles, hoy día 13 de marzo de 1649 años.
De V.S. Illma. Humildíssima Sierva Artemisia Gentileschi.
Las cartas que V.S. Illma se digne escrivirme, han de enviárseme a nombre
del Sr. Tomaso Guaragna.
A DON ANTONIO RUFFO
Illmo. Sr.:
Parescerá a V.S. Illma. estraña la tardanza del quadro, pero por serviros
mejor, como devo, al pintar el paisaje, tomando el punto de la perspectiva, fue
menester rehazer dos figuras, que estoy seguríssima de que serán de gusto y gran
satisfacción de V.S. Illma., y ruego me perdone, porque siendo el calor escessivo
y haviendo muchas enfermedades, yo procuro guardarme y trabaxar poco a
poco, assegurando que la tardanza será en grandíssimo provecho del quadro y
para gran contento de V.S. Illma., a quien hago reverencia y me encomiendo.
Nápoles, 4 de septiembre de 1649 años.
Devma. y Oblma. Sierva Artemisia Gentileschi.
A DON ANTONIO RUFFO
5 Rito penitencial de adoración al Santo Sacramento, que era expuesto durante cuatro horas en el interior de
las iglesias. La proclamación de las «Cuatro horas» se anunciaba mediante avisos pegados en las puertas de
las iglesias.
A DON ANTONIO RUFFO
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