Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Guerra Fría
Guerra Fría
La cuestión de Palestina se planteó ante las Naciones Unidas poco después del
final de la Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo, los orígenes de la cuestión palestina como asunto internacional se
remontan a los sucesos que tuvieron lugar hacia el final de la Primera Guerra
Mundial. Estos acontecimientos condujeron a la decisión de la Sociedad de
Naciones poner a Palestina bajo la administración de Gran Bretaña como Potencia
Mandataria en virtud del Sistema de Mandatos adoptado por la Sociedad. En
principio, el Mandato debía tener el carácter de una fase transitoria hasta que
Palestina alcanzara el estatus de nación plenamente independiente, estatus
reconocido provisionalmente en el Pacto de la Sociedad, pero de hecho la evolución
histórica del Mandato no tuvo como resultado el surgimiento de Palestina como
nación independiente.
La decisión sobre el Mandato no tuvo en cuenta los deseos del pueblo de Palestina,
a pesar de los requisitos del Pacto de que "los deseos de estas comunidades deben
ser una consideración principal en la selección del Mandatario". Esto cobró especial
relevancia porque, casi cinco años antes de recibir el mandato de la Sociedad de
Naciones, el gobierno británico había contraído compromisos con la Organización
Sionista en relación con el establecimiento de un hogar nacional judío en Palestina,
para lo cual los líderes sionistas habían insistido en una reivindicación de "conexión
histórica", ya que sus antepasados habían vivido en Palestina dos mil años antes
antes de dispersarse en la "diáspora".
Durante el período del Mandato, la Organización Sionista trabajó para asegurar el
establecimiento de un hogar nacional judío en Palestina. La población autóctona de
Palestina, cuyos antepasados habían habitado la tierra durante prácticamente los
dos milenios anteriores, sintió este designio como una violación de sus derechos
naturales e inalienables. También consideraban que era una violación de las
garantías de independencia dadas por las potencias aliadas a los dirigentes árabes
a cambio de su apoyo durante la guerra. El resultado fue una creciente resistencia al
Mandato por parte de los árabes palestinos, seguida del uso de la violencia por
parte de la comunidad judía cuando la Segunda Guerra Mundial tocaba a su fin.
Tras un mandato de un cuarto de siglo, el Reino Unido remitió a las Naciones
Unidas lo que se había convertido en "la cuestión de Palestina", alegando que su
condición de Mandatario imponía obligaciones contradictorias que resultaban
irreconciliables. En ese momento, cuando las propias Naciones Unidas apenas
tenían dos años de existencia, la violencia asolaba Palestina.
Tras estudiar distintas alternativas, la Organización propusio poner fin al Mandato y
dividir Palestina en dos Estados independientes, uno árabe palestino y otro judío, y
que Jerusalén quedara bajo un régimen internacional. El plan de partición no
devolvió la calma a Palestina, y los disturbios desencadenaron una guerra en
Oriente Medio que solo cesó gracias a la intervención de la ONU.
Uno de los dos Estados previstos en el plan de partición proclamó su independencia
con el nombre de Israel y,en el curso de una serie de guerras sucesivas, amplió su
control territorial hasta ocupar toda Palestina. El Estado árabe palestino previsto en
el plan de partición nunca llegó a existir y, durante los 30 años siguientes, el pueblo
palestino luchó por recuperar sus derechos perdidos.
El conflicto palestino se ha extendido rápidamente por todo Oriente Medio,
enfrentando a los Estados árabes con Israel. Desde 1948, la guerra y la destrucción
han obligado a millones de palestinos a exiliarse y a las Naciones Unidas a buscar
sin descanso una solución a un problema que ha llegado a representar una grave
amenaza para la paz y la seguridad internacionales.
En busca de una solución, la gran mayoría de los Estados miembros de las
Naciones Unidas han reconocido que la cuestión de Palestina sigue estando en el
centro del problema de Oriente Medio y constituye una de las amenazas más graves
para la paz a las que se enfrenta la Organización. La opinión internacional es cada
vez más consciente de que el derecho inalienable del pueblo palestino a la
autodeterminación nacional debe ser reconocido si se quiere restablecer la paz.
En 1947, las Naciones Unidas se comprometieron a encontrar una solución justa
para la cuestión de Palestina, tarea en la que sigue trabajando hoy en día.
Cuáles han sido los obstáculos históricos que han impedido un acuerdo de paz
entre Israel y los palestinos
El conflicto entre Israel y los palestinos vive desde hace un mes uno de sus
momentos más terribles y hoy, con miles de muertos y sin un final claro a la vista, la
paz parece más lejana que nunca.
La incursión de Hamás en territorio israelí el pasado 7 de octubre y la respuesta
militar que esta incursión generó por parte de Israel en la Franja de Gaza volvió a
poner este territorio en el ojo de la tormenta.
Pero los desencuentros entre palestinos e israelíes no son nuevos y los obstáculos
para llegar a acuerdos que pongan fin a este intrincado conflicto han existido por
décadas.
Las fronteras de Israel y del futuro Estado palestino, el estatus de Jerusalén, el
retorno de los refugiados, la repartición del agua o el uso de la violencia como arma
política han sido, desde el principio, algunos de los principales escollos que han
impedido avanzar en una propuesta de paz.
Asentamientos
Cuando se firmaron los Acuerdos de Oslo en 1993, había unos 110.000 colonos
israelíes en Cisjordania y unos 140.000 en Jerusalén Este.
El asunto de los asentamientos sería algo que debía ser solucionado más adelante,
pero los acuerdos que Israel y la Organización para la Liberación Palestina (OLP)
firmaron prohibían la construcción de nuevas colonias.
Treinta años después, más de 700.000 israelíes viven en unos 300 asentamientos
en los territorios palestinos, entre Cisjordania (medio millón) y Jerusalén Este (unos
200.000), según cifras de B’Tselem, el Centro Israelí de Información para los
Derechos Humanos en los Territorios Ocupados.
“La continua expansión de los asentamientos ha sido realmente un obstáculo para la
paz, no solo por la cantidad de asentamientos que tendrían que ser evacuados, sino
porque los palestinos lo interpretan como un signo de que los israelíes no están
realmente interesados en permitir el establecimiento de un Estado palestino”,
argumenta a BBC Mundo Dov Waxman, director del centro Y&S Nazarian de
Estudios sobre Israel de la Universidad de California.
Tras el armisticio de 1949, que puso fin a la guerra entre Israel y sus vecinos
árabes, la conocida como Línea Verde sirvió para delimitar de facto el territorio de
Israel de los territorios palestinos. La Línea Verde separa Jerusalén en dos y
demarca Cisjordania y Gaza.
Durante la Guerra de los Seis Días en 1967, Israel anexionó Jerusalén Este y ocupó
Gaza y Cisjordania, donde los sucesivos gobiernos israelíes han construido
asentamientos judíos, ignorando la Línea Verde.
En 2005, Israel desmanteló las colonias de Gaza y se retiró de la Franja.
Todos estos asentamientos son, según el derecho internacional, ilegales.
Estos puestos de avanzada a menudo empiezan con una caravana o una casa
prefabricada que, con el tiempo, acaba convirtiéndose en un asentamiento estable.
Frecuentemente son instalados en terrenos privados palestinos.
Según B’Tselem, los outpost, al igual que el resto de colonias, “cuentan con el apoyo
del gobierno israelí, son protegidos por el ejército israelí y son conectados a la red
eléctrica y de saneamiento por las empresas israelíes de infraestructuras, todo a
costa de los contribuyentes israelíes”, denuncia Hareuveni.
Los asentamientos pueden ser desde grandes núcleos urbanos, como los que se
encuentran en Jerusalén Este, hasta pequeñas aldeas incrustadas en lo más
profundo de Cisjordania.
Cisjordania, explica a BBC Mundo Elham Fakhro, investigadora asociada de
Chatham House, se ha convertido en una especie de “queso suizo”, en el que se
mezclan “bolsillos de tierra palestina que están salteados de asentamientos”.
Estos “bolsillos” en los que viven 5,3 millones de palestinos, según la Agencia de
Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA),
se han quedado desconectados unos de otros, impidiendo a menudo a los vecinos
acceder a sus propios campos de cultivo, señala Fakhro, o dificultando sus vidas
con los numerosos controles militares instalados en sus carreteras, que convierten
el menor desplazamiento en una empresa de horas.
Los Acuerdos de Oslo II dividieron Cisjordania en tres zonas: la A, que engloba las
zonas urbanas palestinas y que debía estar bajo control civil y policial de la
Autoridad Nacional Palestina (ANP); la B, bajo control civil palestino y militar israelí,
y la zona C, con pleno control militar y civil israelí y que supone en torno al 60% del
territorio. Es ahí donde se encuentran los asentamientos.
Los palestinos y organizaciones como B’Tselem o Peace Now denuncian que Israel
apenas concede permisos de construcción en la zona C a palestinos, mientras que
permite la proliferación de los asentamientos judíos.
A esto se suma que en torno al 20% del territorio de Cisjordania, en su gran mayoría
en el valle del Jordán, donde se encuentran las fuentes de agua de la región, han
sido designadas por Israel como zonas de tiro para entrenamientos militares, donde
los palestinos tienen prohibida la entrada.
Para una parte de los israelíes, argumenta Khaled Abu Toameh, investigador de
Asuntos Palestinos del Centro Jerusalén para Políticas Públicas, los asentamientos
pueden ser un obstáculo para la creación de un Estado independiente y soberano
palestino, pero no un obstáculo para la paz:
"No vimos que se hiciera la paz entre Israel y Gaza cuando Israel destruyó 27
asentamientos y sacó a 8.000 judíos de sus casas en la Franja (en 2005)”, dijo el
investigador a BBC Mundo.
División política
Para alcanzar la paz hay que buscarla, y a menudo las divisiones y la falta de
voluntad política, tanto por la parte israelí como por la palestina, ha sido uno de sus
principales obstáculos.
El movimiento nacional palestino se encuentra dividido desde la creación de la
organización islamista Hamás en 1987, que debilitó la posición hegemónica de la
OLP de Yasir Arafat, encolumnada en la agrupación Fatah.
Cuando Hamás -que cuenta con un brazo armado, las Brigadas Ezzeldin al
Qassam- ganó las elecciones parlamentarias para la Autoridad Nacional Palestina
(ANP) en 2006 y acabó por hacerse con el control de la Franja de Gaza tras un
enfrentamiento armado contra Fatah, la división de los palestinos se exacerbó.
Hamás quedó gobernando Gaza, mientras que la ANP, dominada por Fatah,
mantuvo el control de Cisjordania. Desde entonces no se han repetido elecciones y
un Mahmud Abbas, el presidente de la ANP, sigue en el cargo.
“Se perdió una oportunidad para la paz cuando Hamás ganó las elecciones e intentó
formar un gobierno de coalición con Fatah, algo que fue rechazado por Occidente, y
que ahondó la separación de los palestinos”, argumenta a BBC Mundo el historiador
Rachid Khalidi, que ostenta la cátedra Edward Said de Estudios Árabes de la
Universidad de Columbia.
Hamás es considerada una organización terrorista por Estados Unidos y la Unión
Europea.
Israel se niega a negociar con Hamás y Hamás con Israel, al que no reconoce, “y
esto ha paralizado las negociaciones”, a pesar de que exista la ANP con la que
Israel podría trabajar, explica Elham Fakhro.
El viraje de la política israelí, con gobiernos cada vez más a la derecha, también ha
complicado la vuelta a las negociaciones.
El actual gobierno, el más derechista de los 75 años de la historia de Israel, ha
permitido la llegada al poder del Partido Sionista Religioso, una alianza
supremacista judía con quien ha negociado el Likud de Benjamín Netanyahu. Sus
ministros creen que Israel debería anexionarse Cisjordania.
La postura de Estados Unidos y de los gobiernos árabes en los últimos años,
también ha afectado al proceso de paz, según los analistas.
“Desde el presidente Donald Trump, en lugar de negociar con los palestinos,
Estados Unidos se ha centrado en trabajar con otros países árabes para promover
la normalización de las relaciones con Israel a través de los Acuerdos de Abraham”,
argumenta Elham Fakhro.
Estos acuerdos, firmados por Marruecos, Emiratos Árabes Unidos y Bahrein,
cambiaron la tendencia de los países árabes, que tradicionalmente se habían
negado a establecer relaciones diplomáticas con Israel hasta que se alcanzara un
acuerdo de paz con los palestinos. En los últimos meses, Arabia Saudita e Israel
también estaban negociando un acercamiento.
“Esta era la tendencia hasta el 6 de octubre (el día antes del ataque de Hamás y la
respuesta israelí sobre Gaza)”, señala Rashidi. Desde entonces, la opinión pública
de los países árabes ha forzado un giro en muchos de sus gobiernos.
Violencia
La espiral de violencia en la que se ha sumido la región no solo ha sido
consecuencia de la incapacidad para alcanzar un acuerdo de paz, sino un obstáculo
para la misma.
Para Dov Waxman, el proceso de paz se ha visto muy afectado por la acción de los
“saboteadores”, aquellos que con la violencia han hecho todo lo posible por
descarrilarlo.
Por una parte está Hamás, “que en los años 90, por ejemplo, fue muy eficaz en el
uso del terrorismo contra los israelíes, con ataques suicidas, para socavar el apoyo
israelí al proceso de paz y que de alguna forma ayudó a elegir a Netanyahu”, y por
otra parte los colonos extremistas, “quienes también jugaron un papel, como cuando
un colono masacró a 29 palestinos en Hebrón en 1994”, explica el profesor de la
universidad de California.
El último año ha sido el más mortífero para los palestinos de Cisjordania, con un
aumento de los casos de violencia de los colonos, “que se encuentran entre los
elementos más extremistas de la sociedad israelí, que consideran que toda
Cisjordania les pertenece por derecho”, sostiene la investigadora de Chatham
House.
Desde el pasado 7 de octubre se han multiplicado estos ataques, en los que han
muerto, según cifras de la ONU, 158 palestinos, entre ellos 45 niños.
Para la derecha israelí, sin embargo, el uso continuado de la violencia por parte de
las milicias palestinas, ha sido el principal obstáculo para la paz.
“Se ha producido entre los palestinos una deslegitimación de Israel y una
demonización de los judíos, que han llevado a cabo una enorme campaña de
incitación contra Israel, tanto desde Hamás como desde la Autoridad Palestina”,
argumenta Khaled Abu Toameh.
Hamás, añade el analista del think tank israelí, “ha destruido el proyecto nacional
palestino y las aspiraciones para una solución de dos Estados, ya que ha mandado
un mensaje a los judíos israelíes de que los palestinos no están realmente
interesados en la paz”.
El pasado 7 de octubre, Israel sufrió su mayor masacre desde su fundación hace 75
años, cuando milicianos de Hamás se introdujeron en territorio israelí y mataron a
más de 1.400 personas, en su mayoría civiles, y secuestraron a 245.
En represalia, Israel lleva más de un mes bombardeando Gaza, donde han muerto
hasta la fecha más de 10.000 personas, también civiles la mayor parte de ellos.
“Los miedos judíos no son exagerados o injustificados”, valora Abu Toameh, “es
muy difícil convencer a los israelíes de volver a las fronteras de antes de 1967
porque son fronteras indefendibles. ¿Nuestros socios en Cisjordania, la OLP y
Mahmud Abbas nos van a dar garantías? ¿No vamos a tener a Irán o a Hamás o a
la Yihad Islámica dominando desde lo alto de las colinas el aeropuerto de Ben
Gurion (en Tel Aviv)?”.
En ambas partes “los maximalistas y aquellos que rechazan la paz han acaparado
más poder, y los moderados y aquellos a favor de un compromiso territorial se han
visto debilitados”, lamenta Dov Waxman.
Rosas, P. (2023, 13 noviembre). Israel y los palestinos: cuáles han sido los
Mundo. https://www.bbc.com/mundo/articles/c9xrlyjyy2yo
conflicto? historia.nationalgeographic.com.es.
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/israel-palestina-como-cuando-co
menzo-conflicto_20332
United Nations. (s. f.). Historia y antecedentes | Naciones Unidas.
https://www.un.org/es/situation-in-occupied-palestine-and-israel/history
https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/blog/historia/articulo/ocho-claves
-para-entender-el-conflicto-palestino-israeli/