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SEAMOS LIBRES, PERO LIBRES DE VIOLENCIA

Desde casa siempre se ha enseñado que la sana convivencia es un marco de utilidad para evitar
la violencia, esta barca muchos tipos de las cuales se pueden generar verdaderas consecuencias
en el avance y desarrollo de nuestra sociedad. Aquellos fenómenos violentos están dentro del
contexto de los seres humanos dándose así diferentes manifestaciones violentas en diferentes
entornos, como el escolar, cultural, social o familiar. Las falsas creencias aún están permanentes
en nosotros mismos, como cuando al decir que la violencia puede ser correcta para corregir.
Cada vez se va alimentado el circulo vicioso de la violencia. Es alarmante notar que el 48% de
niñas y niños y el 40% de adolescentes justifican “violencia”. Desde una temprana edad, entre
11 y 12 años, se ha demostrado en cada uno de nosotros un propio criterio y anuncio del deseo
de libertad, de respeto y de libre elección personal. Hemos deseado tanto eso, pero ¿De qué
sirve tenerla? si te la arrebatara al dar un paso a una sociedad ella de violencia, cada acción es
como una bala lanzada de un ¡revolver!, es decir ya no hay vuelta atrás.

De igual modo el uso de la violencia con practica de crianza está extendida y es aceptada
socialmente. En las madres recae principalmente las responsabilidades de crianza, por eso son
ellas quienes castigan física y psicológicamente a sus hijos con mayor frecuencia. Los padres son
agresores menos frecuentes por ser los más ausentes, pero son más crueles cuando ejercen
violencia. Pues la formacion para como cuidadanos comienza desde el hogar, y aunque es algo
que se repite constantemente, es de mucha profundidad, ya que los padres son los primeros
encargados de encarnar los valores e inculcar sentidos como la responsabilidad y honestidad.

Una Convivencia sana no está extensa de conflictos

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