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GARCÍA HERNÁNDEZ LILIANA GUADALUPE

HISTORIA SOCIAL DE MÉXICO I


RESUMEN DEL LIBRO: MONJAS, CORTESANOS Y PLEBEYOS. LA VIDA COTIDIANA EN LA
ÉPOCA DE SOR JUANA.

ANTONIO RUBIAL. MONJAS, CORTESANOS Y PLEBEYOS. LA VIDA COTIDIANA


EN LA ÉPOCA DE SOR JUANA.

Desde el prólogo de la obra, Antonio Rubial García da cuenta sobre el interés que tiene sobre
el estudio de la época y hacia las prácticas culturales del México de finales del siglo XVII.
Los comportamientos, los valores, las formas en las cuales se manifiesta la religiosidad, la
sexualidad, la rebelión, los prejuicios, el entorno natural, en fin..., todo aquello que dota de
identidad a esta época. Considera que desde la llegada de los españoles al Nuevo Mundo, la
ciudad de México-Tenochtitlán, se podría mirar como un urbe del capital cultural, en la que
tanto filósofos, comerciantes, artesanos, poetas, artistas, cronistas, entre otros, convivían, en
una actividad diaria motivada por cubrir las necesidades sociales e individuales que el mismo
hecho de vivir en esa actividad social generan. Son las relaciones sociales que surgen del
cambio generado por la Conquista lo que interesa a Antonio Rubial.

Toma a Sor Juana como testigo de cómo fue la vida cotidiana en el virreinato, siendo sus
versos el reflejo de la vida de la corte. Esta vida cotidiana no es más que el proceso de
adaptación a la integración de sectores sociales; desde los esclavos negros, hasta los blancos
pobres, que si bien, en tanto se relacionan, generan incluso nuevas concepciones de la
realidad, del pasado y del sentido.

El primer capítulo, titulado La Ciudad Capital, justo introduce a una observación de las
influencias externas que generaron necesidades específicas dentro de las relaciones sociales.
Cuando habla de En medio de una Laguna, La Roma del Nuevo Mundo y Todos los Caminos
llegan a México- Tenochtitlan, me hace pensar en una Historia como lo hizo Braudel con el
Mediterraneo. Puedo concluir de la lectura que Antonio considera como parte del problema
los aspectos ecológicos. Es decir, al describir el lugar geográfico lo hace en tanto diferencia
las relaciones sociales de dicha ciudad, con la de, por ejemplo, Venecia. Se reconoce que el
lugar geográfico, por sus características y los recursos naturales que rodean al hombre, éste
tendrá que, a través del trabajo y la filosofía, construir los medios necesarios para cubrir las
demandas del movimiento migratorio en el proceso de la transformación de la ciudad. Como
muchos ya lo han dicho, es una aculturación entre dos entidades étnicas que resurgen en una
que busca las alianzas y su lugar en el mundo simbólico. Durante esa época, la sociedad
estaba fuertemente estructurada en clases, con una distinción clara entre la nobleza, el clero
y la plebe. Las monjas vivían en conventos y llevaban una vida religiosa dedicada a la
oración, el estudio y el trabajo. Los cortesanos eran parte de la nobleza o servían a la corte
real, participando en actividades políticas y sociales. Por otro lado, los plebeyos conformaban
la mayoría de la población y se dedicaban a diversas ocupaciones, desde la agricultura hasta
el comercio. La vida cotidiana en esa época estaba influenciada por las costumbres religiosas,
las tradiciones culturales y las estrictas normas sociales. De ello surgen, instituciones, leyes,
una moral religiosa, normas que moldean la vida cotidiana. Un ejemplo que da Antonio es
con respecto al agua potable. La laguna, donde en medio está la ciudad, no está rodeada de
agua potable, sino salina. El hecho de generar los medios necesarios para traer el agua potable
genera condiciones sociales en las que los <<consumidores>> se verán obligados a
pertenecer a una reglamentación en la que tendrán que pagar lo que consuman, o robarla. La
manufactura necesitará mano de obra, de la cual surgirán formas de, incluso, ordenar la
propia ciudad. Al último, justo habla de cómo todas estás nuevas creaciones hechas por las
instituciones surgidas de las relaciones sociales hace que la sociedad se distribuya de cierta
manera. Sin embargo, el primer factor primordial en esta reorganización es con respecto a
ideas raciales y de clasificación del hombre. así, se pasa revista a las tradiciones mágicas y
religiosas que se fundían en la nueva España del siglo XVII. Los remedios de curanderos
indígenas y sus técnicas terapéuticas, como el método para curar el maleficio del mal de
ojo. Prácticas en las cuales creían encontrar solución a sus problemas y necesidades todas las
etnias y grupos sociales: clases medias, marginados, ricos y aún miembros del estamento
eclesiástico. Y es que, “en un universo tan jerarquizado y rígido como el virreinal, la magia
ofrecía —nos dice Antonio— el modo (ilusorio o no) de eludir las desigualdades y entretejía
entre todos los grupos sociales complicidades secretas y fuertes lazos.”

El último de los ámbitos que se estudia en Monjas, cortesanos y plebeyos es el de los templos
y claustros, a través de los cuales conocemos como funciona la iglesia, sus privilegios, el
poder social que ejercían, así como los espacios que les eran propios: las capillas y las
ermitas, las parroquias indígenas, la catedral metropolitana, los santuarios de milagrosas
imágenes marianas. vemos también como se desarrollaba la liturgia al interior de los
templos, las técnicas dramáticas que se utilizaban en los sermones para atraer la atención del
público y el ambiente piadoso y mundano que en su interior se vivía. De los templos pasamos
a los conventos masculinos donde se nos muestran las diferencias de objetivos y
espiritualidad de cada orden, las formas de ingreso a ellas, la organización política y la
jerarquía interna, así como las penas impuestas a obscuros delitos cometidos dentro y fuera
de los muros conventuales. Como en los palacios aristocráticos, como en las vecindades,
como en las casas infamadas, como en los días de fiesta, como todo en la calle, la vida en los
conventos está marcada por grandes contrastes. Celdas privadas de lujoso mobiliario, frailes
que frecuentan tertulias, el teatro y los toros, discrepan con los aposentos y vida de quienes
estaban entregados a la contemplación divina, el ministerio sacerdotal o el estudio. Luego de
recorrer los pasillos y aulas de los colegios jesuitas y la universidad, donde son objeto de
análisis la organización social y académica, finalmente, en los claustros para mujeres.
Concebidos en muchas ocasiones como mundos aparte, donde el silencio y los oficios divinos
marcan el compás de una vida que ha sido cedida a dios, los conventos de monjas se nos
presentan también como sitios donde se podía llevar una vida cómoda, aceptando
pasivamente la condición que el mundo masculino imponía a las mujeres.

Por todo lo anterior descrito me resulta interesante el trabajo de Antonio Rubial, ya que, su
narrativa genera esa imaginación que se necesita para poder comprender el porqué de una
sociedad.

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