El Quijote es la obra maestra de Cervantes.

La primera parte se publicó en 1605 bajo el

título El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Tuvo tanto éxito que en 1614 se
publicó una continuación (falsa) firmada por Alonso Fernández de Avellaneda (se le conoce
como Quijote apócrifo o Quijote de Avellaneda). Cervantes, ante esta situación, se apresuró
a finalizar la segunda parte del Quijote, que se publicó en 1615, apenas cinco meses antes
de la muerte del autor. En la actualidad, cuando nos referimos al Quijote, nos referimos al
libro completo con las dos partes (la de 1605 y la de 1615).

El argumento se basa en la historia de don Quijote que pierde la cabeza por leer muchos
libros de caballerías, lo que convierte la obra en una parodia de este género narrativo: el
héroe es viejo, hidalgo (la más baja nobleza) y pobre, que ve la realidad distorsionada a
través de su locura. Además de lo caballeresco y de la locura, Cervantes también trata en
esta obra sobre el amor cortés (don Quijote realizará a su Dulcinea), sobre la búsqueda de
la justicia y sobre la propia literatura (la quema de la biblioteca)

El compañero de don Quijote es Sancho Panza, un agricultor que le acompaña en calidad

de escudero. Son personajes contrapuestos pero complementarios (don Quijote encarna los
altos ideales caballerescos, mientras que su escudero es el ejemplo de lo rústico y el
pragmatismo). Conforme avanza la novela, los personajes se transfieren los rasgos de uno
al otro: Sancho se quijotiza y don Quijote se sanchifica.

La novela se organiza en dos partes que abarcan las tres salidas de don Quijote. La primera
parte consta de dos salidas y se ve intercalada por pasajes que siguen las convenciones
propias de los subgéneros narrativos del momento: novela pastoril (la historia de
Grisóstomo y Marcela), novela morisca (El curioso impertinente), etc. En la segunda parte,
se narra la tercera salida y solo se ve interrumpida por el episodio de las bodas de
Camacho. En esta parte, además, aparecen personajes que han leído la primera parte y
que conocen a los personajes de la novela (generando comicidad por los encuentros y
aventuras que preparan a los protagonistas).

Como técnicas narrativas, destaca la multiplicidad de narradores, un juego literario que

aporta diversas perspectivas a la historia. Además, Cervantes usa una gran variedad de
registros (los propios del Renacimiento) junto al estilo pretenciosamente culto y arcaizante
de los libros de caballerías.