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destacar entre los demás habitantes del bosque. Ulises no era como los lobos comunes;
su corazón latía al ritmo de la curiosidad y la amistad.
Un día, mientras deambulaba por el denso bosque, Ulises se topó con un burro llamado
Baltasar. Baltasar era un burro tranquilo y sabio, que pasaba sus días mordisqueando
hierba y disfrutando del sol primaveral. Al ver al lobo, Baltasar no sintió miedo, sino
curiosidad.
“Hola, amigo lobo”, dijo Baltasar con una sonrisa. “¿Qué te trae por aquí?”
Ulises se sorprendió por la amabilidad del burro. “He estado buscando respuestas”,
respondió. “¿Por qué los lobos siempre son vistos como malvados? ¿Por qué no
podemos ser amigos de otros animales?”
Ulises asintió. “Quiero cambiar esa percepción. Quiero demostrar que los lobos también
pueden ser buenos, que podemos aprender de otros y vivir en armonía.”
Baltasar sonrió. “Entonces, amigo lobo, permíteme contarte una historia”, comenzó.
“Había una vez un lobo solitario que vivía en el corazón del bosque. Todos los demás
animales lo evitaban, temerosos de su mirada feroz. Pero un día, el lobo encontró a un
pequeño zorro perdido. En lugar de atacarlo, lo cuidó y lo protegió. El zorro se convirtió
en su amigo más leal, y juntos exploraron el mundo”.
Baltasar continuó: “El lobo y el zorro demostraron que la amistad no tiene fronteras. A
veces, incluso los más inesperados pueden encontrar lazos profundos. Así que, Ulises,
sigue tu corazón. No temas ser diferente. Quizás puedas cambiar la historia de los
lobos”.
Ulises agradeció al burro por su sabiduría y se despidió. Desde entonces, se convirtió en
el lobo que buscaba amistades en lugar de presas. Y en el corazón del bosque, la leyenda
de Ulises se extendió, inspirando a otros a ver más allá de las apariencias y encontrar la
verdadera esencia de cada ser.
Fin.