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Problemáticas de salud y acompañamiento social “género-afirmativo” orientado a

menores de edad: conceptos, prácticas y alternativas

Colaboración con la Agrupación Kairós, familias de NNA identificados trans, para la discusión sobre las prácticas de
salud y acompañamiento social en Chile*

1 Introducción
En Chile, la única alternativa de salud pública y acompañamiento social orientada a niños, niñas y adolescentes (NNA)
identificados trans o que se alejarían de los roles tradicionalmente asignados a su sexo, así como a sus familias, está
plasmada en las “Recomendaciones para la implementación del programa de acompañamiento para niños, niñas y
adolescentes trans y género no conforme”, desarrolladas por el Ministerio de Salud en conjunto con una mesa técnica de
profesionales de la salud y representantes de ONG trans-asesores de agrupaciones trans (2021, 118 pp. En adelante
“Recomendaciones”) (1). De estas surge el “Programa de Apoyo a la Identidad de Género” del Ministerio de Desarrollo
Social y Familia (2021, 15 pp. En adelante “Programa”) (2), y la “Orientación técnica para la implementación del
acompañamiento psicosocial a la identidad de género para niños, niñas y adolescentes, en la red de salud pública chilena”,
del Ministerio de Salud con participación intersectorial de los ministerios de Desarrollo y Familia y de Educación,
profesionales de la salud y representantes de ONG trans-asesores de agrupaciones trans (2023, 80 pp. En adelante
“Orientaciones”) (3).
El primero contiene un marco teórico y descripción del programa de acompañamiento; el segundo el detalle técnico del
programa, gasto presupuestario y “metas de producción” (número de familias atendidas); el tercero orienta la
implementación técnica del programa. Como muestran las fechas de publicación, 2021 a 2023, estas propuestas se
gestaron durante el gobierno anterior y han sido complementadas y puestas en práctica por el actual.
Sumando la frase “Crece con Orgullo” al “Programa de Acompañamiento a la Identidad de Género” (finalmente se decide
la palabra “acompañamiento” en lugar de “apoyo”), los ministerios de Desarrollo Social y Familia (Subsecretaría de la
Niñez) y de Salud (Subsecretaría de Redes Asistenciales) lanzaron recientemente una página web (4) que señala respecto
al programa: “Este programa está dirigido a personas trans y de género no conforme de 3 a 17 años de edad y a sus
familias, a través de tres componentes: atención género-afirmativa, orientación familiar e inclusión de niños, niñas y
adolescentes en el entorno educacional”.
La atención “afirmativa” o “género-afirmativa” aparece constantemente en el desarrollo de los documentos y
página web mencionados. Sin embargo, ni siquiera es nombrada (y menos descrita) a lo largo de la ley 21.120 que
“reconoce y da protección al derecho a la identidad de género” (2018, última versión 2022) (5). El artículo 23 de esa
ley informa que se podrá acceder a “programas de acompañamiento” desarrollados por el Estado junto a organizaciones
de la sociedad civil (en realidad se trata de un solo programa dividido en dos etapas). La atención “afirmativa” tampoco
figura en el Reglamento del programa publicado en el Diario Oficial (6). Si es que a ese modelo atencional buscaría
remitir, en el marco legal consta apenas en una ocasión y en forma imprecisa, dentro de un texto de rango menor: la
circular nro. 5 “sobre la atención de salud de infancia y adolescencia trans y género no conforme” del Ministerio de Salud,
dirigida a los equipos de atención (2022) (7): al NNA “se le atenderá afirmando su identidad” (p. 2). Nada más al respecto.
La p. 3 solicita la adopción progresiva de una serie de medidas sobre buen trato y definiciones generales, “sensibilizar e ir
fortaleciendo a los equipos de salud en esta materia”. Entendemos que dos palabras (“atenderá afirmando”), en una
circular y dentro de un contexto que solicita adopción progresiva y sensibilización, no alcanzan a configurar un modelo
atencional al interior del marco legal; o bien, entendemos que, al menos, el modelo atencional estaría abierto a la
discusión, las excepciones y las alternativas.

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La opción de descarga PDF en la página web del Ministerio de Salud consiste en un documento unitario en el siguiente
orden: circular nro. 5 (2022), circular nro. 34 (2011) y circular nro. 21 (2012) sobre atención en salud pública a personas
trans. En la circular nro. 34 figura una definición de personas trans, transgéneros y transexuales, a partir del “trastorno de
la identidad sexual” (actualmente “disforia de género”), contradictoria con el principio de “no patologización” que
supondría atender “afirmando” (el término “no patologización” es citado en la circular nro. 5 a partir de la ley 21.120).
Luego, la misma circular declara que las personas trans, no binarias y género no conforme no están enfermas ni padecen
un trastorno, y las separa en dos conjuntos: personas “trans” y “no binarias”, y personas “género no conforme”. Las
primeras según el grado de desidentificación con el sexo de nacimiento (“sexo asignado al nacer”), y las segundas según
el supuesto desacuerdo con los “estereotipos sociales”. En rigor, personas trans, no binarias y género no conforme podrían
configurar distintas combinatorias y subconjuntos. La anterior es apenas una primera muestra de que la normativa no
está debidamente razonada ni sistematizada, así como tampoco lo están las “Orientaciones”, “Recomendaciones” y el
“Programa” (2021 a 2023). Queda en evidencia que los profesionales de la salud y representantes de ONG trans-asesores
de agrupaciones trans, redactores de estos tres últimos documentos, decidieron unilateralmente avanzar hacia formas
radicales de la “atención afirmativa”, a partir del antecedente de dos únicas palabras insertadas dentro de la norma. Tres si
consideramos las líneas en la definición “trans” que dicen: “este grupo construye o afirma su identidad, independiente de
la expresión de su género, tratamientos hormonales y/o cirugías, ya que corresponde a una vivencia subjetiva”. Tautología
de lo más pedestre y arbitraria. ¿No somos todos los humanos por definición seres que nos construimos identitariamente
desde la subjetividad? El adjetivo de “radical” con que nos referimos al modelo tiene que ver, entre otros, con el retiro no
argumentado de la noción de disforia de género, tema que desarrollaremos.
Sin ahondar por ahora en las innumerables falencias teóricas y descriptivas de esos tres últimos documentos, la pregunta
que realmente nos interesa es: ¿por qué estos redactores instalan la afirmatividad como un modelo de atención excluyente,
siendo que, al menos desde 2019, viene siendo matizada e inclusive dejada atrás por países con más experiencia como son
Finlandia, Suecia e Inglaterra? Existiría una consulta pública sobre “salud trans”: ¿qué tan pública y masiva fue esa
consulta? ¿Se trata de un insumo calificado para elaborar normativas y orientaciones? Para finalizar: solo la circular nro.
34 de 2011 incorpora bibliografía, de la cual el estudio más actualizado y directamente relacionado con el
contenido de esa circular (y de la nro. 5) es de 1997. Situación de desfase análoga al conjunto de referencias que
analizaremos.
Volviendo sobre la ley 21.120, esta agrega que los mayores de 14 y menores de 18 años que deseen cambiar su nombre y
sexo registral deberán presentar la solicitud ante Tribunales de Familia, a través de uno de sus representantes legales. El
juez podrá solicitar un informe psicológico o psicosocial que dé cuenta de que el menor y su familia han recibido
acompañamiento profesional, y que la participación en el programa de acompañamiento podrá reemplazar al informe.
Pero como iremos viendo, no solo tiene consecuencias sobre la documentación oficial de mayores de 14 años: la
“afirmatividad” figura a modo de fórmula única al momento de desarrollar el programa que interviene en el desarrollo de
NNA identificados trans o que se alejarían de los roles tradicionalmente asignados a su sexo; al momento de intervenir
familias y escuelas; y al requerir profesionales que se hagan cargo del programa y de capacitar a las instituciones
correspondientes. Y es que el modelo afirmativo orientado a NNA ha venido siendo cuestionado por los lineamientos
médicos y de acompañamiento social de países pioneros en la materia, dada la falta de evidencia científica que
respalde la secuencia en que suele derivar: transición social (nombre, pronombre y vestimentas; cambio de nombre
y sexo registral) y médica (bloqueadores de la pubertad, terapia hormonal e intervenciones quirúrgicas), más las
consiguientes complicaciones/efectos permanentes en la salud física y el bienestar psicológico de NNA; en el caso
chileno, entre los 3 y los 17 años de edad.
Producto de los bloqueadores de la pubertad y terapias hormonales se han reportado consecuencias severas en el
desarrollo cognitivo y emocional, pérdida o disminución del deseo sexual, infertilidad, esterilidad, osteoporosis,
daño hepático, aparición de tumores, cáncer y riesgo cardiovascular, entre otros. Se podrá aducir que tales
tratamientos son opcionales, pero el problema (y lo comprobaremos) es que están en la médula de la propuesta
afirmativa chilena orientada a menores de edad. ¿En nuestro país quién responde por estas consecuencias?

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Definimos al modelo afirmativo instruido en los lineamientos locales, como la acción confirmativa por parte de los
ejecutores del programa público (dupla psicosocial: psicólogo y trabajador social; con derivación a psiquiatras,
endocrinólogos, urólogos, ginecólogos), de la identificación declarada por el NNA (ser “trans”, “género no
conforme”, “no binario/a”, etc.), sin indagar con suficiencia en los múltiples factores que podrían subyacer tras esa
declaración. Ahora: ¿tales identificaciones son realmente declaradas en forma explícita por parte de NNA? ¿Qué ocurre
a edades muy tempranas? NNA entre 3 y 17 años firman de su propia mano un formulario de consentimiento (ver 1.7, pp.
17-18, “Rol y derecho de los padres según la afirmatividad chilena”).
Ya averiguaremos cómo la salud pública chilena define y aborda su propio modelo de atención afirmativa, así como
miradas alternativas desde las cuales surge nuestra definición. Una central es la terapia exploratoria desarrollada por los
psicoterapeutas de Gender Exploratory Therapy Association (GETA, actualmente Therapy First), junto con una guía
clínica (8) que incluye estudios recientes sobre terapias hormonales, bloqueadores de la pubertad, detransición/desistencia
(quienes dejan de identificarse trans) y salud mental en la etapa adolescente. También cuenta con casos de estudio de
psicoterapia con adolescentes de gran utilidad metodológica. Dado el poderoso lobby transafirmativo y su agresividad
mediática, GETA se vio en la obligación de tener que explicar qué “no es” su modelo de aproximación terapéutica, entre
otros el concepto “terapia de conversión”, que en nuestro país se ha intentado adjudicar a todos los modelos no
afirmativos, incluso mediante proyectos de ley (mañosa además, la correlación automática de la palabra “afirmativo” con
todo aquello que pretende ser positivo: no es el caso).
Es conveniente incorporar la traducción íntegra de GETA sobre terapia exploratoria, dado que en nuestro idioma la
información es escasa y puede servir a los profesionales que buscan alternativas. La guía GETA está orientada al trabajo
con adolescentes y personas hasta los 25 años (edad donde se logra la madurez cerebral), más sus familias, aunque varias
de sus propuestas resultan igualmente válidas para la infancia (en ese ámbito específico es posible citar modelos como el
de “espera vigilante” (watchful waiting, asociado a los primeros “estudios holandeses” que revisaremos más adelante,
aunque con posterioridad el modelo se bifurcará en planteamientos contradictorios entre sí: afirmativos y exploratorios) y
el desarrollado en Toronto por los psicoterapeutas Susan Bradley y Kenneth Zucker considerando entre otros, la teoría del
apego y la plasticidad cerebral infantil). También es primordial observar la alta rotación de profesionales de salud
mental en el ámbito de la salud pública, lo cual entorpece la calidad y seguimiento de los procesos psicoterapéuticos sea
cual sea el enfoque, en particular si se trata de procesos extensos. Por lo tanto, siempre es preferible una comunidad
usuaria atenta, demandante y participativa.
De este modo GETA explica que la terapia exploratoria está:
“Abierta a una variedad de resultados. La terapia exploratoria no tiene una meta fija como lo es la identificación con el
sexo natal. En cambio, se trata de un proceso centrado en el paciente cuyo objetivo es explorar, comprender y abordar los
múltiples factores que generan angustia en la vida del adolescente. Un resultado posible es que el individuo pueda llegar a
identificarse con su sexo de nacimiento y aceptar su cuerpo tal como es. O bien, que decida encontrar formas no
medicalizadas de vivir una vida mejor y al mismo tiempo honrar su experiencia de género única. O, decidir seguir
adelante con la transición de género y las intervenciones médicas y quirúrgicas, incluso si ya posee una comprensión
mayor acerca de las complejas fuentes de su angustia. Todos estos resultados son igualmente válidos y legítimos.
“Se entiende que la disforia de género (9) surge en un contexto. La angustia relacionada con el género, así como
cualquier otra forma de angustia, ocurre dentro de una trama. No se puede entender sin explorar el medio de desarrollo
familiar, relacional y social dentro del cual ocurre. La disforia o experiencia de género es solo un aspecto más del
complejo tapiz de cada vida humana. La terapia exploratoria busca indagar no solo en la experiencia, sino que en el
paisaje total de la vida actual y la experiencia pasada. Busca entender cómo la persona llegó a desarrollar sentimientos
negativos sobre su sexo, cuerpo, o que el género que se le asignó es incorrecto.
“Está basada en el desarrollo. La disforia de género en adolescentes está fuertemente ligada a procesos y problemáticas
de desarrollo más amplias, incluidas la separación/individuación y formación de la identidad. La identificación trans
puede llegar a ser considerada una herramienta para gestionar desafíos y conflictos cruciales para el desarrollo. Una

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comprensión clínica del joven que cuestiona el género siempre debe considerar cómo se están dando los procesos de
desarrollo manejados por el sistema familiar, y cómo la experiencia de género está impactando y siendo formada por las
problemáticas del desarrollo.
“Considera y aborda condiciones comórbidas. Comorbilidades como TEA, TDAH, ansiedad, depresión, tendencias
suicidas y trastornos alimentarios son comunes en jóvenes con disforia de género. Una buena atención clínica incluye una
exploración integral de cómo estas condiciones se cruzan con la experiencia de género. La disforia de género en cuanto
condición encapsulada e independiente que puede tratarse sin tener en cuenta las condiciones comórbidas, es
reduccionista y conduce a una atención clínica inadecuada. Las condiciones comórbidas con frecuencia se superponen y
representan dimensiones o hebras de la respuesta única de la persona a su contexto e historia de vida.
“Reconoce la compleja interacción entre el desarrollo sexual y la identidad de género. La identidad sexual (que
incluye la orientación sexual) y desarrollo de la identidad de género se influyen mutuamente, pero representan aspectos
separados del desarrollo de los adolescentes. Los adolescentes pueden experimentar problemáticas en una o ambas áreas.
La ansiedad y el conflicto en torno a la sexualidad del adulto emergente son comunes. En algunos casos, la vergüenza por
la atracción hacia personas del mismo sexo puede llevar a los jóvenes a cuestionar su identidad de género y concluir que
son trans.
“Es un proceso que ocurre durante un tiempo prolongado. La terapia exploratoria requiere contacto regular y
prolongado. Las cuestiones complejas que casi siempre constituyen las vidas de adolescentes con disforia de género no
pueden ser identificadas, y mucho menos comprendidas y tratadas en un par de sesiones.
“Mantiene un enfoque sobre el suicidio basado en la evidencia. A menudo se afirma que los jóvenes que cuestionan su
género corren riesgo suicida extremo. En cambio, los datos sugieren que el riesgo en esta cohorte es similar a la tasa de
suicidio en menores de edad que experimentan diversas problemáticas de salud mental. El suicidio en menores de edad
que presentan angustia relacionada al género, debe manejarse de la misma manera que se maneja en todas las otras
situaciones. Se dispone de escasa o nula evidencia de que la transición reduzca el riesgo de suicidio, y los médicos deben
ser conscientes de que este riesgo sigue siendo elevado después de la afirmación y/o transición médica.
“Promueve el verdadero consentimiento informado. El verdadero consentimiento informado no es posible sin
autoconciencia adecuada, incluida la apreciación de las motivaciones inconscientes, esperanzas y miedos. Además, el
consentimiento informado precisa de una discusión honesta y clara sobre la situación actual del estado de la investigación,
y de la consideración cuidadosa de los riesgos y beneficios de la transición. La terapia exploratoria proporciona un marco
óptimo tanto para la exploración cuidadosa de las realidades de la transición, como para una autorreflexión ampliada.
“La terapia exploratoria NO es:
[La terapia exploratoria] no es una terapia de conversión. La terapia de conversión se entiende tradicionalmente como
un enfoque para el tratamiento de personas atraídas por su mismo sexo, que tiene como objetivo producir una relación
heterosexual. Existe un debate considerable sobre si esta noción es aplicable a la identidad de género. Sin embargo, los
intentos de forzar una identificación y expresión de género normativa no deben tener cabida en el cuidado de la salud. La
terapia exploratoria de género no apunta a ningún resultado fijo respecto a cómo el individuo experimenta o expresa su
género. Una identificación normativa cisgénero [no trans] no es su objetivo. Más bien, busca comprender y mejorar la
angustia relacionada con el género de forma no invasiva, respetando la libertad del individuo para expresarse en forma
auténtica.
“[La terapia exploratoria] no asume que la identificación trans es universalmente adaptable. Una identidad trans
puede permitir que algunas personas prosperen, proporcionándoles mayor libertad, autonomía y un sentido de autenticidad.
Sin embargo, para otras puede ser una respuesta al dolor psicológico, y en última instancia no aportar la solución que se
buscaba. El objetivo de los terapeutas es ayudar a los pacientes a explorar las fuentes del dolor y la angustia de forma
amplia, de modo que el paciente pueda encontrar la función que la identidad trans tiene para él. La terapia exploratoria
pretende ayudar a los jóvenes a determinar por sí mismos si la identificación trans es adaptativa o si es una respuesta al
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dolor, al trauma o a otras problemáticas. Es esencial que los clínicos estén al tanto de que los pacientes no siempre son
conscientes de los diversos factores que conducen a su deseo de transición.
“[La terapia exploratoria] no asume que las intervenciones de afirmación del género sean universalmente útiles.
Aunque el enfoque afirmativo se presenta a menudo como el tratamiento de referencia para la disforia de género, no
existen pruebas sólidas que justifiquen tal afirmación. Los enfoques afirmativos aceptan las expresiones de una identidad
transgénero por su valor nominal y, por lo general, asumen que los tratamientos afirmativos serán útiles si el joven los
desea firmemente. La terapia exploratoria, al considerar los múltiples significados, orígenes y funciones posibles de la
angustia de género, acepta que las intervenciones de afirmación del género pueden ser útiles para algunas personas, pero
para otras pueden resultar inútiles e incluso perjudiciales.
“[La terapia exploratoria] no fomenta el borrado de los hechos biológicos. Algunos jóvenes y personas vulnerables
creen que pueden cambiar completamente de sexo y que los servicios médicos y de tratamiento quirúrgico los
transformarán por completo en el sexo sentido. La exploración de los beneficios y límites esperados de la transición debe
ocurrir en conjunto con una discusión apropiada para cada edad, acerca de la realidad de la biología y del sexo. Además,
las realidades biológicas deben ser desligadas de estereotipos y roles de género culturalmente construidos” (10).
Otras alternativas a la afirmatividad son las sociedades clínicas Genspect y la Society for Gender Evidence-Based
Medicine (SEGM), y las que conforman grupos de detransicionadores, desistidores y personas trans, entre las que
destacan r/detrans (en Reddit desde 2017), Detrans Awareness y Post Trans. El Informe Cass y la secuencia de
publicaciones que le siguen, autoría de la doctora Hilary Cass, son referentes clave para el viraje de salud inglesa
(https://cass.independent-review.uk). Entre las agrupaciones de padres con hijos detransicionadores, desistidores e
identificados trans están Amanda, agrupación española de madres que se opone a la transición médica durante la minoría
de edad (amandafamilias.org; X: @Amanda_DGIR), Parents of ROGD Kids (www.parentsofrogdkids.com) y Kairós (X:
Agrup_Kairos). Todas prestan apoyo a nivel internacional. En Chile, en 2023 fue creada la Agrupación Kairós de familias
de NNA identificados trans. Parcialmente operan desde el anonimato debido al maltrato e incomprensión a que se
ven expuestos en manos de ciertos activistas y sus aliados políticos, mediáticos, farmacéuticos y judiciales, y, en el
caso de las agrupaciones de padres, por respeto y cuidado hacia la intimidad y proceso que viven sus hijos, además
del riesgo de ser acusados de no permitir el libre desarrollo de su identidad. Pese a esto, en nuestro país ya existen
personas de todo el espectro político e investigativo interesadas en indagar en opciones no afirmativas. En
cualquier caso, las instancias de apoyo en esta línea siguen siendo escasas, al igual que la investigación concreta de
la realidad local.
Resulta preocupante el hecho de que las instituciones públicas hayan instalado el modelo afirmativo para NNA a
nivel país, sin mediar un diálogo abierto a la comunidad científica y a las familias. Actualmente las referencias de
salud pública sueca, finlandesa e inglesa son las de mejor calidad al momento de trazar lineamientos
biopsicosociales que permitan el desarrollo integral de NNA que se distanciarían de los roles tradicionalmente
asignados a su sexo. Sin embargo, dichos lineamientos surgen apenas como una primera enmienda frente a una debacle
médica, son imprecisos a nivel terminológico y omiten mayor acompañamiento extraclínico (actividades al aire libre,
cultura, deportes). Escandinavos e ingleses, quienes en su momento estuvieron entre los pioneros de la afirmatividad en
NNA, reconocieron la escasa evidencia científica y los reportes de daños físicos y psicológicos producto de intervenciones
apresuradas en salud mental, transición social, cirugías, bloqueadores de la pubertad y tratamientos hormonales durante la
minoría de edad, restringiendo los últimos para centrarse en un acompañamiento psicológico más eficiente y a largo plazo;
pero, por otra parte, no cuestionan la pertinencia terminológica “trans”, “no binaria” y “agénero” aplicada sobre NNA (los
términos figuran en los lineamientos médicos finlandeses); evitan el glosario trans para referirse en el texto principal a
“menores con disforia de género”, aunque la bibliografía incorpora el glosario una y otra vez (lineamientos médicos
suecos). No están examinando el trasfondo: su propio llamado e influencia persistente en el escenario de la transición
médica y social durante la minoría de edad, a partir del uso del lenguaje.
De cualquier forma, dentro de un campo en ciernes que carece de investigación extendida, las directrices europeas
nombradas son infinitamente más éticas y cuidadosas que la de WPATH, Asociación Profesional Mundial para la Salud
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Transgénero, poderoso grupo de presión creado en Estados Unidos y conformado por activistas, académicos, abogados y
profesionales de la salud, promotora internacional del enfoque afirmativo y transición social/médica de NNA, que tanta
influencia sigue teniendo en Chile y en otros lugares. En una misma línea se ubica la Asociación Estadounidense de
Psiquiatría (APA en inglés) y la Sociedad Endocrina. Pese a WPATH, a través del testimonio clave de mujeres
detransicionadoras y otros, varios estados norteamericanos están suprimiendo el suministro de bloqueadores y hormonas
dirigido a NNA. Se suma la realidad no descrita en las políticas públicas, de NNA desistidores, detransicionadores o
que dejan de identificarse trans o género no conforme (11), quienes podrían mantener necesidades similares a las de la
población que persiste en la identificación.
Examinando experiencias sociales, evidencia científica y lineamientos médicos, nos parece que la pertinencia del
concepto “trans” es discutible durante la etapa de niñez e incluso en la adolescencia. Eso no quiere decir que existir
en la diferencia quede vedado durante la minoría de edad, al contrario: se existe y se crece más pleno sin etiquetas
tan definitorias, y en ese sentido es que optamos por incorporar el concepto de “niñez y adolescencia que se alejaría
de los roles tradicionalmente asignados a su sexo”. Se trata de un concepto que no pretende instalar una categoría
nueva ni más general, sino que desea poner en duda y suspender circunstancialmente la pertinencia del etiquetado
institucional, buscando abrir un espacio que interprete mejor las necesidades e intereses de los grupos
subrepresentados. El término “género no conforme” también forma parte de las propuestas en estudio (ocasionalmente
asimilado a “variabilidad de género” y “variabilidad en la expresión de género”; para no alargarnos innecesariamente, en
una próxima investigación abordaremos variantes del glosario trans como son “expresión” e “identidad”, las que a lo largo
del tiempo se han ido agrupando bajo una concepción uniforme). Debiese apuntar en nuestra línea pese a que la salud
local lo homologa a lo “trans” y luego se contradice al respecto (ver 1.2, párr. 3 (p. 8). No es de extrañar, cuando son los
propios referentes internacionales en literatura afirmativa quienes generan la confusión. Por ejemplo, la psicóloga
estadounidense Diane Ehrensaft, promotora por excelencia de la afirmatividad en NNA, considera que el término “género
no conforme” posee connotaciones negativas (“diferente a lo normal”) y propone en cambio “género diverso” o “género
creativo”. Pero en su propio libro The Gender Creative Child (El Niño de género creativo, 2016) extiende el concepto de
niñez de “género creativo” hacia la sinonimia “trans”, alcanzando una de sus consecuencias más dañinas ya no solo a
nivel de glosario: cirugías, bloqueadores de la pubertad y suministro hormonal. La p. 7 del libro celebra la rápida
aparición de “clínicas alrededor del mundo que proveen una gran cantidad de intervenciones médicas no solo para adultos,
sino también para que los jóvenes se puedan transformar en el género en que ellos mismos se reconocen”. ¿Por qué lo
“creativo” o “diverso” sería motivo de transformación médica?
Ehrensaft sienta las bases ideológicas del modelo afirmativo orientado a NNA: “ninguna identidad o expresión de género
es patológica; las presentaciones de género son diversas y varían a través de las culturas, lo que requiere de nuestra
sensibilidad cultural; de acuerdo a los conocimientos actuales, el género implica una integración de la biología, el
desarrollo y la socialización, la cultura y el contexto, todo esto relacionado con el género de cada individuo; el género
puede ser fluido y no es binario, tanto en un punto de tiempo particular como si cambia a lo largo del tiempo; cualquier
patología que esté presente es más a menudo causada por reacciones culturales a la diversidad de género (por ejemplo,
transfobia, homofobia, sexismo) que por trastornos psicológicos internos del niño” (12). No es de extrañar que de una
declaración más parecida a un manifiesto que a una metodología clínica surja una propuesta deficiente.
La representación de ONG trans-asesores de agrupaciones trans que participan en la redacción de los lineamientos
chilenos no debiese ser un recurso consultivo unilateral, homogéneo, y, en particular, sobrepuesto a la evidencia y el
consenso científico. El problema es que la propia ciencia se ha vuelto activista. Se añade un cambio de escenario notable:
hasta aproximadamente 2018, el número de menores de edad buscando transicionar en Chile todavía era bajo.
Cifras que en nuestro país nunca han existido en forma oficial, pero cuya alza notoria es comentada en los pasillos de
escuelas, clínicas, hospitales y consultas de salud mental públicas y privadas. Hasta 2018, la comunidad trans vivía
relativamente invisible para la izquierda y para la derecha, sin tanto revuelo político ni mediático de por medio (la defensa
de la infancia no debiese ser exclusiva de un sector político). También existían organizaciones orientadas a NNA
identificados trans que, conscientes de la escasa evidencia clínica y de los efectos secundarios, no aconsejaban
bloqueadores puberales ni terapias hormonales. ¿Qué ha pasado desde entonces? ¿Qué sucedió con el principio de
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“aprender y cambiar según la evidencia y la experiencia”? Si alguna de las actuales organizaciones orientadas a NNA
identificados trans manifiesta inquietud frente a los efectos secundarios de bloqueadores puberales y terapias hormonales;
si dentro de su círculo reconocen cifras altas de medicación psiquiátrica entre los menores de edad que reciben, así como
reconocen la existencia de procesos de detransición adolescente e infantil, ¿por qué firman documentos de salud pública
que no incluyen estas dudas para el conocimiento y resguardo del resto de la población? ¿Por qué, después de más de diez
años de experiencia en este campo y considerando lo delicado de la situación, no se atreven u omiten dar a conocer sus
reparos?
Observar además, que el marco de coacción del mundo privado es limitado y que son principalmente familias de
escasos recursos económicos las que quedan sujetas al modelo afirmativo de salud pública, acudiendo
desprevenidos sin saber que se van a encontrar con procesos acelerados que proponen medicalizar a sus hijos;
procesos en los cuales los padres se tornan poco relevantes, viendo amenazado su rol y derecho en cuanto
educadores y cuidadores preferenciales, arriesgando incluso ser denunciados judicialmente y perder contacto con
sus hijos (ver 1.7, pp. 17-18).
Desde inicios de 2024, señalan sus propios gestores, los treinta Servicios de Salud de Chile ya cuentan con una dupla
“PAIG” (Programa de Acompañamiento a la Identidad de Género para NNA de 3 a 17 años) conformada por un psicólogo
y un trabajador social, puerta de ingreso a la transición social, bloqueadores de la pubertad, terapias hormonales y cirugías.
Como cifra orientadora, aunque las prestaciones medicalizantes tienen limitaciones para NNA, más del 80 % de los
mayores de 18 años bajo control (480-500 pacientes) dentro del Policlínico Identidad de Género del Hospital Van Buren
se encuentra en tratamiento hormonal.

1.2 Inconsistencia psicoterapéutica del modelo afirmativo


Las instancias de acompañamiento del “modelo afirmativo de género” (“Recomendaciones”, pp. 50-52) centradas
directamente en NNA, buscarían aliviar los efectos negativos que derivarían de la identidad manifestada: “crecer y vivir
en contextos sociales que les excluyen, invisibilizan y discriminan” (p. 50). Por otro lado, no ahondarían en problemáticas,
manifestaciones (positivas, negativas, etc.) o cuestionamientos integrales de la configuración interna, lo cual queda
manifiesto en la “Tabla 5” que resume los “principales componentes y conceptos para el Modelo Afirmativo de Género”
(p. 51), cuyo apartado “Ámbito de salud mental” refuerza la idea de la p. 50: “prevenir la estigmatización y las
consecuencias negativas que puedan desencadenar problemas de salud mental”. Convenimos en que la construcción
identitaria es un proceso y nunca un trastorno en sí misma, aunque puede suceder que la identificación sí surja a
modo de síntoma, por lo que, en cuanto a la salud mental, resulta necesario un abordaje psicoterapéutico que
indague consistentemente en los factores subjetivos, descartando comorbilidades, así como posibles influencias
sobre el NNA. Para rescatar propuestas y diferencias positivas se requiere igualmente una metodología capaz de
profundizar en la experiencia. La lógica afirmativa homologa la identidad con un criterio “genérico” total y
acabado, en contraste no solo con el entorno, sino que con el mundo interior del NNA. (Añadimos la toma en cuenta
de manifestaciones positivas que integran la configuración interna, dado que la descripción de terapia exploratoria de
GETA no las menciona, aunque sí quedan plasmadas en su extenso capítulo sobre estudio de casos. En cuanto a la
afirmatividad, aplana esas manifestaciones bajo la proyección de activismos, términos y manifiestos que se las apoderan).
La pág. 72 de “Recomendaciones” propone para menores de 14 años, un abordaje psicosocial de 45 minutos que incluye
entre otros puntos de variada índole, la “evaluación de problemas y trastornos de salud mental coexistentes o derivados
del estrés de minorías: disforia de género, síntomas depresivos, ideación o intento suicida, ansiedad, trastornos del
espectro autista, trastornos alimentarios, trastornos de conducta, etc.”. Asimismo, propone evaluar durante la misma
sesión, “experiencias adversas y de vulneración de derechos: maltrato, abuso sexual, violencia de género, discriminación,
explotación sexual, etc.”. En esta sesión el terapeuta se transforma en una especie de “detector de vulneraciones”
más que en un ente objetivo dispuesto a escuchar a su paciente. Al parecer su rol es el de identificar transgresiones
de la ley. En caso de presentarse alguna de las problemáticas descritas se realizaría derivación a un equipo
especializado de salud mental (proceso que apenas se nombra y no se explica en el reglamento de acompañamiento
ni en las “Recomendaciones”, así como en ninguno de los documentos de 2021 a 2023 que comentamos). A su vez, la
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estrategia de “Atención género-afirmativa” definida en el “Programa” apunta en la misma dirección: omite la
identificación como elemento de un análisis introspectivo amplio, agrupando posibles problemáticas en el conjunto “estrés
de minorías” (vulneraciones de terceros y externalidades negativas), todas a ser observadas durante un plazo
extremadamente escueto. (Complementar con sección 2, comentario al Componente 1 (pp. 18-19).
Al fundarse en un reconocimiento de los menores entre 3 y 17 años de edad “tal como son” (p. 52), la descripción del
modelo afirmativo propuesta en las “Recomendaciones” entra en contradicción directa con el enunciado de la p. 67 que
señala que “la variabilidad en la expresión de género y el género no conforme en la niñez [...] no resulta predictor absoluto
de que se configurará una identidad trans”. Recordemos el título completo: “Recomendaciones para la implementación del
programa de acompañamiento para niños, niñas y adolescentes trans y género no conforme”. Es impreciso, dado que los
lineamientos o recomendaciones diferenciadas para identificaciones “trans” y “género no conforme” son
indiscernibles: no existen en el documento. Ambos conceptos se mezclan y confunden permanentemente, pese al
enunciado de la p. 67. Si tomamos la descripción de modelo afirmativo que ofrecen los psicoterapeutas de Gender
Exploratory Therapy Association (GETA), veremos que este “asume que los menores que expresan un deseo de vivir un
rol de género distinto a su sexo son transgéneros, y que la tarea principal del terapeuta [o programa de acompañamiento]
es ayudarlos a transicionar. La transición consiste en distintas combinaciones de transición social, intervenciones médicas
y procedimientos quirúrgicos” (13). La anterior suele ser la secuencia que viene dándose cuando se “afirma tal como son”
a NNA (“Recomendaciones”, p. 52), particularmente durante la niñez temprana, en una identificación posiblemente
transitoria. O sea que, desde el punto de vista de la salud pública chilena, el proceso de identificación que se
desarrolla naturalmente y que la ciencia da por cimentado recién entre los 18 y 25 años de edad, pasa a ser
identidad categórica y, supuestamente, autodeclarada entre los 3 y 17 años.
El Servicio Nacional de Salud Inglés indica que “en la mayoría de los pre-púberes, la incongruencia de género no persiste
durante la adolescencia” (14). En esa línea, el abordaje inglés advierte que incluso la aproximación clínica a la “transición
social” (nuevo nombre, pronombre y vestimentas, diferenciada de la “transición médica” que incluye bloqueadores
puberales, terapia hormonal y cirugías), primer paso de la afirmatividad, “debe ser consciente de los riesgos de un proceso
inapropiado y de las dificultades que el niño podría experimentar al momento de regresar al rol de género original
entrando a la pubertad” (15). ¿En Chile no son estos antecedentes suficientes para abrir un debate respecto a la
transición social ya no solo de prepúberes, sino que de infantes?
Desde 2016, señala la guía clínica GETA, estudios científicos mostraban un rango elevado de menores de edad que
resolvía sus cuestionamientos o exploratorias entre la adolescencia tardía e inicios de la adultez, sin necesidad de
intervenciones médicas de ningún tipo. Pero tales aseveraciones eran objeto de descrédito afirmativo, primero, porque se
basarían en menores de género no conforme y no en menores disfóricos, argumentando que los disfóricos serían los
segundos, “trans”, en contraste con la actual similitud interpretativa “trans” y “género no conforme” de la propia
afirmatividad; y segundo, a nivel local, con la demostración del avance de una vertiente afirmativa radical que, por
ejemplo, retira sin argumento alguno la noción de “disforia de género” en las “Orientaciones” de 2023 (ver nro. 9
en “Referencias” y sección 3, “Comentario general” (p. 21). No obstante, un análisis riguroso de los datos emprendido por
el psicólogo pionero Kenneth Zucker entre los años 2018 y 2020, confirmó que entre los menores que cumplían con los
criterios de “trastorno de la identidad de género” en el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales DSM-4
(actualmente "disforia de género” en el DSM-5), el 67% ya no eran disfóricos en la edad adulta, y que la tasa de
resolución natural era del 93% para menores cuya disforia de género era significativa pero no cumplieron con el
diagnóstico del DSM. Las altas tasas de resolución de la disforia de género se registraron previamente a que la
práctica de la transición social de menores de edad fuera respaldada por la Academia Americana de Pediatría.
Zucker concluye que la transición social y médica predispone a los menores de edad a la persistencia de la
identidad trans a largo plazo (16), sin resolver comorbilidades y empeorando problemáticas urgentes que quedan
sin ser abordadas.
La formulación presupuestaria del “Programa” nacional de acompañamiento a NNA identificados trans y género no
conforme proyecta metas anuales de población objetiva. Su p. 3 reconoce basarse en un estudio internacional de 2013 que
“no corresponde con exactitud al tramo etario del programa”, esto es, menores de 3 a 17 años “con identidad de género no
8
conforme”: 3743 personas para 2021, 11229 personas para 2022, 18714 para 2023 y 26199 para 2024. ¿Una proyección
numérica de esta magnitud no es motivo de interrogante o cautela por parte de la institucionalidad chilena? ¿Es
responsable extrapolar una cifra de esta relevancia desde un estudio que ni siquiera corresponde al tramo etario
del programa?
La inconsistencia psicoterapéutica del modelo afirmativo ha quedado expuesta en una investigación reciente acerca del
colapso de la clínica pediátrica de género inglesa Tavistock, eslabón principal de la secuencia que desde 2020 ha llevado a
ese país a modificar sus prácticas: un 70% de los menores usuarios del programa contaba con más de cinco traumas y/o
comorbilidades asociadas: abuso, depresión, autolesiones, intento de suicidio, ansiedad, desorden alimentario, entre otros
(solo 2,5% de los menores no presentaba problemáticas asociadas); los niños del programa padecían un promedio diez
veces superior a la media nacional de padres agresores sexuales; uno de los psicólogos del programa se manifestaba
“horrorizado” ante la tasa de vulnerabilidad de los menores que eran tratados con medicación irreversible, siendo acallado
por sus colegas (el lobby de la organización transinfantil Mermaids introdujo los bloqueadores de la pubertad en el
sistema público de salud inglesa el año 2011) (17). El rigor metodológico del libro Time to Think: The Inside Story of the
Collapse of the Tavistock's Gender Service for Children de la periodista Hannah Barnes, que contiene esta investigación
de más de cien horas de entrevistas a profesionales y usuarios de la salud, ha sido comentado positivamente en medios de
gran circulación como The Observer y The Guardian.
Sasha Ayad, psicoterapeuta GETA, señala en Affirmation Generation, película-documental que aborda estos tópicos
(2023): “Una vez que un menor de edad es identificado como trans o descrito como disfórico, todas las otras
condiciones con las que estuvo lidiando previamente son atribuidas al estrés de ser trans”. Es por esto que el
abordaje de la construcción identitaria durante las etapas de niñez y adolescencia no debiese tratarse de
afirmación, negación ni conversión: debiese tratarse de ser cuidadosos, explorar con tiempo y basarse en evidencia
científica.
Los lineamientos de salud finlandesa refieren expresamente que “la primera línea de intervención para la variabilidad de
género durante la niñez y adolescencia es el soporte psicosocial y, según sea necesario, la terapia exploratoria de género y
el tratamiento de comorbilidades psiquiátricas”. Respecto a la terapia hormonal en NNA, señala que se trata de una
práctica experimental que “debe realizarse con extrema precaución, y no se deben iniciar tratamientos
irreversibles” (18). Inglaterra refiere un modelo de acompañamiento clínico “vigilante” con una aproximación caso a
caso en prepúberes que indagan en la transición social. Por su lado, en 2022 la Academia Nacional de Medicina Francesa
propuso a sus centros médicos ofrecer un soporte psicológico consistente y lo más extenso posible, así como una
decisión informada respecto a la irreversibilidad de las cirugías y el uso de bloqueadores u hormonas del sexo opuesto (las
que en Francia no están prohibidas para menores de edad) (19).
Por último, en relación con las precauciones anteriores, un fenómeno que también se está dando en Chile y que es muy
probable aumente dada la primacía afirmativa de nuestro país es la detransición (quienes abandonan la transición
social y/o médica y dejan de identificarse trans. Ver “Referencias”, nro. 11). Un estudio internacional reciente (20)
señala un número superior al 12% de detransicionadores documentados entre quienes iniciaron terapia hormonal, así
como uno de cada cinco pacientes que interrumpieron el tratamiento por una gama más amplia de razones tras un
promedio de 5 años de terapia y cuya edad promedio es de 20 años. Otro estudio (21) señala que el promedio para
detransicionar emerge entre los 8 y 11 años después de iniciada la transición, rango que disminuyó según un análisis
posterior (22) fijando la media en 4.55 años para mujeres y 6.37 en hombres; es decir, a causa de la intervención acelerada
y de la juventud de quienes inician el proceso, se está detransicionando antes.
Las líneas que siguen quizás sean las que más nos interese grabar en la conciencia de los lectores: el deporte, las
actividades al aire libre, la ciencia, cultura y talleres que desarrollan la creatividad, y el tiempo desconectado de
redes sociales, han sido descritos por personas trans y detransicionadores como muy significativos para su
bienestar personal, liberando de pensamientos obsesivos, aliviando el malestar emocional y la concentración en
aspectos físicos. Las instancias de acompañamiento psicoterapéutico debiesen considerar estas actividades que
exceden el espacio clínico e incluso el del soporte psicosocial, por ejemplo, ampliando el trabajo intersectorial hacia
9
los ministerios del Deporte y las Culturas, así como a grupos de padres y unidades vecinales, en forma
transparente, con participación abierta y sin exclusión ideológica.

1.3 Orígenes de la transición médica orientada a NNA


La transición médica orientada a NNA inicia su difusión masiva en Estados Unidos el año 2007. El endocrinólogo
Norman Spack implementa en el Hospital de Niños de Boston el llamado “Protocolo holandés” de 2006 (23). Se ha
denominado igualmente “Protocolo holandés” a ampliaciones posteriores a ese estudio, primero de la serie de “estudios
holandeses” (2011 (24), 2012 (25) y 2014 (26) responsables de la medicalización de NNA a nivel internacional, y que ha
venido siendo cuestionada al menos desde 2017 (27, 28, 29). Señalamos un conflicto de interés manifiesto: el estudio o
“protocolo” holandés de 2006 fue auspiciado por Farmacéuticas Ferring (figura en los agradecimientos del
documento), fabricante de la triptorelina utilizada como bloqueador o supresor puberal.
Los holandeses recomiendan con argumentos endebles, iniciar la transición médica durante la adolescencia (actualmente
existe evidencia internacional de tratamientos con supresores desde los 8 años de edad, mientras que los holandeses
consideraban una edad mínima de 12 años referida a adolescentes, la que sigue siendo bajísima y cuestionable) y contando
con un diagnóstico de disforia de género en grados persistentes y elevados, además de encontrarse “psicológicamente
estable” (¿es posible asociar disforia de género elevada con estabilidad psicológica?). Los holandeses postulaban que una
mayoría de NNA resolvería en forma espontánea la disforia de género al transitar de la etapa temprana hacia la etapa
media de la pubertad (fuentes no afirmativas que revisamos en 1.2, párr. 5 (p. 8) plantean conclusiones similares para el
paso de la adolescencia tardía a la adultez). De allí que la edad promedio de inicio del bloqueo de la pubertad en el estudio
holandés sea alrededor de los 12 años, edad mínima inexistente en lecturas más radicales como lo es el último manual
WPATH de 2022 (30).
Los reparos a la serie holandesa apuntan a su bajo estándar de calidad según los criterios actuales de investigación, a la
falta de rigor respecto a los efectos colaterales de los supresores puberales (de donde se origina el mito de que
serían inocuos y reversibles), y a un seguimiento clínico poco fiable de cirugías y tratamientos hormonales entre
adolescentes (estudios holandeses de 2011 y 2014). Estos estudios fracasaban al momento de demostrar mejoras
psicológicas suficientes como para omitir los efectos secundarios, hecho que interpela directamente a las
“Recomendaciones” del Ministerio de Desarrollo Social y Familia de Chile. La página 71 del lineamiento nacional señala
que a los menores bajo los 14 años de edad y a sus familias, se les deberá entregar información acerca de futuros
tratamientos hormonales y cirugías de modificación corporal. Respecto a adolescentes sobre 14 años, la p. 84 ofrece las
“opciones disponibles de adecuación corporal” quirúrgica y hormonal. Es evidente que la puerta de entrada hacia la
oferta quirúrgica y hormonal orientada a NNA viene siendo el modelo afirmativo que la propia institucionalidad
local promueve.
Si bien no existen estudios concluyentes, esto es, a largo plazo y con grupos de control de amplia procedencia (y es
improbable que una pauta como la prueba controlada aleatoria se instale en este campo, debido a los obstáculos
metodológicos y éticos que implica), a favor o en contra de los efectos de bloqueadores puberales y terapias
hormonales en NNA, lo cierto es que el número de menores buscando transicionar médicamente se ha disparado y
los casos con secuelas graves se están acumulando (31). Son estas las razones por las que algunos países pioneros en
este tipo de tratamientos, como lo son Suecia, Finlandia e Inglaterra, han modificado sus programas restringiéndolos e
incluso cesándolos en su totalidad.
En 2020, tras una revisión de la evidencia científica a cargo de The National Institute for Health and Care Excellence de
Gran Bretaña, además del seguimiento de un aumento de casos con secuelas a partir del uso de bloqueadores puberales y
de la escasa rigurosidad de los consentimientos informados para iniciar tales tratamientos, la salud pública inglesa
modificó su descripción de los bloqueadores puberales que anteriormente consideraba reversibles, a la de un
tratamiento con consecuencias desconocidas a largo plazo, y dejó de prescribirlos, orientando además el paso
siguiente, la terapia de hormonización cruzada, a pacientes persistentemente disfóricos sobre los 16 años de edad.

10
En 2019 la SBU sueca (Swedish Agency for Health Technology Assessment and Assessment of Social Services) publicó
una evaluación sobre la falta de evidencia científica favorable respecto a los bloqueadores puberales, limitó el tratamiento
hormonal desde 2021 a un grupo muy minoritario mayor de 16 años, y se mostró preocupada ante el creciente número de
pacientes menores de edad buscando transicionar durante los últimos años.
Desde 2020, Finlandia reserva los tratamientos hormonales para pacientes menores de edad sin comorbilidades y tras una
determinación cuidadosa que se lleva a cabo en dos centros de investigación centralizada. Los médicos finlandeses no
realizan cirugías a menores de 18 años de edad e incluso advierten que el desarrollo cerebral continúa hasta los 25
años, lo que afecta la toma de decisiones que tendrán efectos de por vida. Por ahora el ámbito de la salud trans global
sigue estando saturado de tabúes y coacciones, y los lineamientos de punta no se extienden mucho más allá.
En 2023 Noruega (Junta de Atención Médica de Noruega NHIB/UKOM) determinó que los bloqueadores puberales y la
hormonización cruzada son tratamientos experimentales y que las pautas afirmativas no están basadas en evidencia
científica y deben ser revisadas, mientras que desde 2022 Francia está priorizando un soporte psicológico consistente y
que se extienda en el tiempo. Se suma en febrero de 2024 un llamado del parlamento holandés para que el gobierno
investigue la aplicación de los estudios o “protocolo holandés”, considerando el rápido incremento de NNA que
presentarían disforia de género.
Pero Chile navega por otras aguas. Consideremos un documento anexo: con ocasión del Día Internacional contra la
Homofobia, la Transfobia y la Bifobia del año 2023, el Departamento de Diversidad Sexual de la Municipalidad de
Santiago elaboró una “Guía de orientación en salud primaria para personas de las diversidades sexuales y de género”
aprobada por la Dirección de Salud. El punto 4.9 propone: “Pacientes desde 14 años en adelante que refieran una
identidad de género trans y que requieran acceder a tratamiento de hormonización, deben ser derivados vía interconsulta
(IC) por profesionales médicos del CESFAM de referencia, donde se señale ‘paciente trans requiere evaluación y terapia
de hormonización para proceso de tránsito’”. En términos de salud mental, el requisito para acceder al tratamiento de
hormonización sería descartar “la presencia de una patología de salud mental de alta complejidad descompensada
(por ejemplo: episodio psicótico en el contexto de una esquizofrenia), en el que se pudieran comprometer el juicio de
realidad o algunas funciones básicas. Este es un aspecto que está siendo analizado, y en el que se sugiere una revisión por
parte de los distintos niveles y equipo de salud involucrados”. Cuesta creer que una Dirección de Salud apruebe
semejantes líneas. Pese a toda la experiencia y precauciones que ha ido sumando la salud pública inglesa y que revisamos
líneas atrás, sus políticas clínicas también contemplan la posibilidad de tratamientos hormonales mientras se descarte un
episodio psicótico significativo (pacientes ingleses desde los 16 y chilenos desde los 14 años de edad). ¿Cómo logra un
paciente psicótico tolerar cualquier otra intervención que no sea la del control de psicosis? ¿Pausar simplemente el
tratamiento hormonal durante la descompensación resulta eficiente y ético?
En Chile, la “Vía clínica para la adecuación corporal en personas con incongruencia entre sexo físico e identidad de
género” (Ministerio de Salud, 2010) indica que el tratamiento hormonal podría iniciarse a los 18 años de edad y contando
con al menos tres meses de acompañamiento en salud mental (32). Pero, según la organización de diversidad sexual
MOVILH, si un médico otorga autorización, el proceso de “adecuación hormonal” en salud pública podría partir a los 16
años (33). Pese a todo, ya vimos que la salud pública está proponiendo tratamientos hormonales desde los 14 años de
edad. No queda clara la lógica reguladora y las sesiones de acompañamiento previo a la posibilidad de tratamiento
son breves e imprecisas (ver sección 3, pp. 19-21). Ahora, esto es lo que dice en el papel: nada obsta a que circulen
relatos de derivación a bloqueadores puberales y terapias hormonales en una primera sesión de acompañamiento en salud
pública. Respecto a la salud privada, existen recetas y fichas médicas que prueban el acceso a hormonización durante
la primera consulta. Incluso se ha informado extraoficialmente, casos de niños chilenos desde los 10 años de edad
sujetos a intervenciones con bloqueadores de la pubertad y terapias hormonales, algunos de ellos con consecuencias
físicas y psicológicas severas y permanentes.
En cuanto a las intervenciones quirúrgicas, la “Vía clínica” del Ministerio de Salud (2010) señala que podrán realizarse a
partir de los 18 años de edad. Pareciera que la documentación en estudio (“Programa”, “Recomendaciones” y
“Orientaciones”, 2021-2023) ha optado deliberadamente por difuminar este antecedente y, más que eso, los criterios y
11
razones de algo así como un nuevo planteamiento (lo veremos en el transcurso de nuestra investigación). Por ejemplo,
extraña que “Orientaciones” (2023) no mencione la “Vía clínica” en ninguna de sus partes (para el asunto de la
hormonización cita una guía uruguaya de 2016). Es importante incorporar el siguiente dato: a un requerimiento ciudadano
por Ley de Transparencia realizado en diciembre de 2023 sobre el registro de cirugías consideradas de reasignación de
sexo (incluyendo mastectomías) a NNA dentro de los hospitales públicos Carlos Van Buren de Valparaíso, San Juan de
Dios de La Serena, Las Higueras de Talcahuano y Sótero del Río de Santiago (entre los que realizan tales intervenciones),
el Ministerio de Salud respondió que existían menos de 10 registros en todo el periodo 2001-2022 de “cirugías
consideradas de reasignación de sexo a menores de edad”. La respuesta contradice a la “Vía clínica”, no tiene
asidero alguno en normas locales, y, pese a indicar un número “bajo”, las posibilidades de comprender la
magnitud y consecuencias de tales intervenciones a temprana edad son nulas (la salud pública chilena no especifica
edades ni aclara si se trataría de operaciones genitales u otras como la mastectomía), por lo que la forma de
proceder resulta inaceptable, así se tratase de un solo caso.
Por todo lo expuesto es que los ministerios de Desarrollo Social y Familia y de Salud debiesen rectificar el programa de
acompañamiento orientado a NNA identificados trans, género no conforme o que se alejarían de los roles
tradicionalmente asignados a su sexo, en línea con los avances mundiales en la materia: definir tiempos de
acompañamiento biopsicosocial y abordajes en salud mental prolongados y consistentes; regular con claridad y a
partir de estudios actualizados el acceso a bloqueadores puberales, terapias hormonales y cirugías; y abrir el
campo de investigación respecto a esta clase de tratamientos (particularmente endocrinología).
Para finalizar, el documento del Departamento de Diversidad Sexual de la Municipalidad de Santiago integró un paquete
ofrecido por el gobierno con referencias y medidas favorables hacia la población LGBT en el día que conmemora la
“despatologización”. Entre otros se incluyó “Diálogos Participativos: Diversidad” de 2016. A lo largo de 80 páginas de
conversaciones con NNA identificados trans, el acceso a hormonas es mencionado apenas una sola vez (grupo en edad de
pubertad). El foco de NNA eran sus anhelos, deseos, habilidades y capacidades. La utilización del documento de 2016
resulta distorsionada.

1.4 Desactualización bibliográfica: marco teórico de las “Recomendaciones”


La p. 52 de “Recomendaciones” señala que el modelo género-afirmativo “asume que el campo de la salud mental está
comenzando a descubrir la trayectoria de desarrollo de la identidad y expresión de género en niñas, niños y adolescentes
no conformes con el género. En este campo la evaluación y el tratamiento siguen siendo complejos, y el apoyo adecuado a
los niños, niñas y adolescentes trans y género no conforme es un desafío en sí mismo”. Tales aseveraciones se respaldan
en un estudio internacional de 2016 sobre “prácticas afirmativas con jóvenes trans y de género no conforme”, texto nro.
88 en la bibliografía de “Recomendaciones”. Nuestra interrogante es la siguiente: ya que nos situamos en un contexto
que ha venido desarrollándose en estos últimos años y dado que “Recomendaciones” menciona expresamente que
la salud mental “está comenzando a descubrir la trayectoria de desarrollo de la identidad y expresión de género en
niñas, niños y adolescentes”, ¿por qué la recomendación técnica nacional no está al día?
Llama la atención que de las 108 referencias bibliográficas incluidas en las “Recomendaciones” (2021, 118 pp.), suerte de
marco teórico del programa de acompañamiento, sean solo 6 las más recientes (nros. 3, 43, 62, 83, 85 y 86 en su
bibliografía), fechadas al año 2019, que abordan temas directamente incluidos en el documento: prácticas de salud y
conceptualización de lo trans y género no conforme durante la minoría de edad. Ninguna del año 2020 o 2021, sumado a
que la mayoría de las referencias son de hace más de diez años. Falta de rigor inexcusable en un campo que viene
mostrado avances y modificaciones sustanciales desde 2019 a la fecha (lineamientos escandinavos e ingleses), o, al menos,
a la fecha de publicación de “Recomendaciones” en 2021. En cuanto al documento “Programa” (2021, 15 pp.), tampoco
cuenta con estudios posteriores a 2019 (solo dos de esa fecha. El promedio es de 2012), y solo ofrecen “evidencia”
afirmativa sin el consiguiente análisis. En cuanto a “Orientaciones” (2023, 80 pp.), agrega algunas referencias más
actualizadas, aunque nada novedoso al contenido de los documentos de 2021, es más: insiste en los mismos defectos
(queda en evidencia en la secuencia del programa descrita en la sección 3 de nuestra investigación). Sumamos el

12
inexplicable retiro de la noción de “disforia de género”, también revisada en nuestra sección 3, “Comentario general”, pp.
20-21, y particularmente en “Referencias”, nro. 9.
El documento nro. 3 en la bibliografía de “Recomendaciones” (34. Habría sido escrito durante 2017 y publicado en 2019)
consiste básicamente en un glosario y resumen de la atención en salud trans en Chile. Respecto a NNA dice que el uso de
bloqueadores puberales “tiene la ventaja de ser reversible y permitir un periodo de tiempo (entre los 12 y 16 años) para
evaluar la persistencia de necesidad de reasignación corporal sexual y alrededor de los 16 años iniciar la terapia hormonal
cruzada”. No menciona que los bloqueadores o supresores de la pubertad (análogos a la hormona liberadora de
gonadotropina o GnRHa y que actúan como inhibidores por saturación) no han sido aprobados por la FDA (Food and
Drug Administration de Estados Unidos, referente internacional en certificación farmacéutica y con quienes la salud
pública chilena ha firmado convenio) para tratar disforia de género o “acompañar” procesos de identificación trans en
menores de edad, siendo sus usos oficiales: endometriosis, fibrosis uterina, ciertos tipos de cáncer y pubertad precoz. Hay
que tomar en cuenta que para frenar pubertades precoces los endocrinólogos los administran durante un lapso de meses.
Otra cosa es suponer que cuatro años de supresión puberal no tendrá efectos irreversibles. Los estudios holandeses que
comentábamos anteriormente generaron y difundieron la confusión, siendo que, por ejemplo, en 2006 señalaban que “no
existe claridad respecto a la influencia que la supresión puberal tendrá en el desarrollo cerebral”, al año 2016 declaraban
que eran “completamente reversibles”. Ha sido finalmente, la reproducción de la falta de rigor metodológico de los
estudios holandeses, la que ha creado el mito de la línea divisoria entre reversibilidad (bloqueadores puberales) e
irreversibilidad (terapia hormonal cruzada). Incluso los datos de la mayor clínica pediátrica de género a nivel
mundial, la inglesa Tavistock, a la fecha en proceso de clausura por malas prácticas, cifraba en 95% los NNA que
pasan de recibir bloqueadores de la pubertad al tratamiento con hormonas cruzadas.
Los documentos de salud pública chilena tampoco desarrollan conceptos medianamente elaborados respecto a las
experiencias de quienes a temprana edad se alejarían de los roles tradicionalmente asignados a su sexo, imponiéndoles
precipitadamente los términos “trans” y “género no conforme”. La Tabla 4 “Desarrollo de la Identidad de Género en
Niños, Niñas y Adolescentes”, “Recomendaciones”, pp. 48-50, iguala ambas terminologías. Nuevamente la contradicción
con el enunciado de la p. 67 que vimos más arriba. El glosario de “Recomendaciones” (pp. 29-31) incorpora el concepto
“no binario” dentro del espectro “trans”, que aplicado a la niñez conlleva estereotipación y segregación sexista,
denominando “niño” o “niña” la preferencia por vestimentas e intereses convencionales, y “niñe” a quien
desdibujaría esa preferencia, fijando el intersticio en un recurso lingüístico proyectado desde el mundo adulto
(“adultocentrismo” dirían los autores de la misma glosa...). La niñez temprana se ve asediada por el reemplazo de unos
estereotipos por otros, etiquetas y formalismos que eluden una función urgente: ofrecer salud y acompañamiento con
vocación profesional y no de activista. De paso, la realidad clínica intersexual aparece manipulada e incompleta en las
“Recomendaciones”, a modo de comodín ideológico de lo “trans/género no conforme”.
El documento nro. 62 (35) en la bibliografía de “Recomendaciones” respalda la atención afirmativa, concepto que allí
parece referirse apenas al buen trato del usuario. No está de más señalarlo: hasta hace muy poco el trato hacia personas
trans en salud pública dejaba mucho que desear y en ocasiones sigue haciéndolo (sin pasar por alto el hecho de que existe
un buen número de funcionarios de salud pública chilena con vocación real). Diferente es suponer que la afirmatividad sea
un simple equivalente o la única alternativa hacia el buen trato y apoyo a la experiencia de vida. Y es que la
afirmatividad ha venido a solapar la insuficiencia investigativa en el campo que abordamos: se trata de ciencia,
ética y estudios al día, no de un negocio de mera hospitalidad. Es tal la majadería del documento referenciado que,
pese a tratarse de un artículo de apenas tres págs. dentro de una revista médica, se repite casi exactamente el contenido del
párrafo final de la p. 374 con el primer párrafo de la página a continuación. P. 374: “El equipo de salud mental debe ser
experto en terapia trans-afirmativa, respetuoso y que apoyen [sic] los procesos de experiencia de vida de las personas trans.
Además, es necesario tener una aproximación basada en aspectos culturales y sociales, con el objetivo de desarrollar una
buena relación entre los proveedores de salud y el usuario, mejorando la experiencia de ambos. Es necesario que existan
centros altamente especializados para la evaluación, manejo y acompañamiento interdisciplinario de las personas trans
como son los ejemplos aquí referidos”. P. 375: “Tomando en cuenta la complejidad relacionada a los temas de identidad
de género y en especial de sujetos trans, es necesario constituir equipos de atención médica que se familiaricen y se hagan
13
expertos en terapia trans-afirmativa, de manera de apoyar con respeto los procesos vitales de las personas trans. Es
imprescindible contemplar en la aproximación del tratamiento, aspectos culturales y sociales, con el objetivo de
desarrollar una buena relación entre los proveedores de salud y el usuario, mejorando la experiencia de ambos. Además,
es necesario crear más centros altamente especializados para la evaluación, manejo y acompañamiento interdisciplinario
de las personas trans, como los ejemplos aquí referidos”. Es honesto y hasta deseable en ciertos contextos, modificar las
ideas a partir de la experiencia acumulada. La División de Pediatría de la Pontificia Universidad Católica de Chile, el
Servicio de Pediatría del Hospital Las Higueras de Talcahuano, y el Servicio de Pediatría del Hospital Clínico de La
Florida, firmantes del documento nro. 62, ¿en qué fase se encuentran hoy respecto a estos temas? ¿Qué información
utilizan y contrastan? Entendemos que en 2019, fecha de publicación del documento, el escenario era distinto.
Avanzando en el tiempo, en las “Orientaciones” de 2023 encontramos las siguientes asociaciones de adjetivos, sustantivos
y supuestas buenas intenciones en torno al término “afirmativo”: “afirmativo e inclusivo”, “afirmar y proteger”, “seguro y
afirmativo”, “creencias afirmativas”, “clima afirmativo”, modelos “sensibles y afirmativos”, “aproximación afirmativa y
culturalmente competente”, “exploración afirmativa inicial”, “desarrollo afirmativo de recursos protectores individuales”,
“cuidados afirmativos del desarrollo integral del NNA”, “estrategias afirmativas”, “oportunidades e instancias de
afirmación de la identidad de género de niños, niñas y estudiantes”, “tratamientos de afirmación corporal” y “lenguaje
afirmativo” (pp. 10, 11, 13-16, 19, 24, 25, 27-30, 32, 33, 38, 39, 41, 42-47, 49, 52, 59, 65, 67. Notar lo extenso de la
secuencia. También en esa línea: “Recomendaciones”, pp. 32, 49-52, 68, 72, 78, 84, 88, 94; “Programa”, pp. 3, 5, 6, 8, 10,
11, 13, 14). “Orientaciones” pretende configurar una orientación técnica, aunque resulta plagado de presupuestos
culturales, sesgo investigativo y falta de debate. Por ejemplo, p. 25: sinonimia entre “afirmar” y “proteger”: “Que logre
establecer la creencia de que afirmar y proteger a quienes viven estigmatización, discriminación y violencia es tarea de
todas las personas, sin excepción”. P. 29: crea confusión al generalizar refiriéndose al “clima inclusivo para personal de
salud LGBTI+” en miras de un “centro de salud afirmativo de la diversidad”. P. 59: refiere que los equipos de
acompañamiento deberán participar en “espacios de formación profesional y capacitación continuos y actualizados en
modelo afirmativo de acompañamiento a la Identidad de Género”. Si esto fuera así, ¿no sería deseable que esa misma
“actualización” formativa incluyera como objeto de análisis otros modelos de acompañamiento posibles? En particular
cuando el apartado agrega como válidas las capacitaciones en “interseccionalidad, interculturalidad, migración, novedades
legislativas, normativas y buenas prácticas”.
El documento nro. 62 en la bibliografía de “Recomendaciones” iguala, una vez más, los términos “trans” y “género no
conforme” (p. 373). Luego entrega estadísticas generales sobre atención clínica trans en Chile. La bibliografía del texto
incorpora los lineamientos clínicos de la Sociedad Endocrina (36. Actualización de los estudios holandeses con que
comparte autoría). No obstante, el texto nro. 62 incluye ese documento apenas para enunciar que la atención afirmativa
debe ser comprensiva y desprejuiciada, y que esta mejora la calidad de vida de las personas “en aproximadamente un 80%”
e “incluso disminuyen algunas condiciones de salud mental” (p. 374). Dichos que son una muestra especial de
superficialidad afirmativa chilena: ¿qué sucedería con esas otras “condiciones de salud mental” que no encuentran alivio?
Para concluir, aunque con cierto matiz (“algunas personas trans”), se da por sentada la secuencia transición social-
transición médica, “sin embargo no necesariamente los cambios elegidos van a estar dentro del tradicional género binario
(masculino o femenino)” (p. 373).
Otro documento, nro. 83 (37) en la bibliografía de “Recomendaciones”, incorpora un análisis normativo de leyes,
circulares, decretos y resoluciones, junto con entrevistar equipos de salud respecto a su implementación y alcances.
Considera que “explorar la identidad” durante la pubertad (p. 86) tendría relación con bloquearla químicamente, y que
este proceso sería médicamente reversible: “El bloqueo, una pausa en el desarrollo puberal, permite que el adolescente
pueda indagar sobre su identidad sin tener la urgencia de los cambios físicos. Los cambios típicos de la adolescencia en
una persona trans podrían generar disforia, por lo que la acción del bloqueo hormonal parece pertinente y es reversible, es
decir, que permite posteriormente continuar con su desarrollo según sexo asignado al nacer sin consecuencias, si así lo
desea” (p. 87). Respecto a la reversibilidad o posibles consecuencias, se contradice con la pág. 18 del mismo documento:
“Este procedimiento está sujeto a debate, porque hay pocas investigaciones a largo plazo sobre las posibles consecuencias,
como disminución de la densidad ósea y función cerebral, y también cómo puede fluctuar la identidad de género durante
14
la adolescencia por la dificultad en la toma de decisiones en esta etapa. Sin embargo, otros estudios argumentan que
muchos adolescentes piensan que ser feliz es más importante que las consecuencias a largo plazo”. Así de deficiente es el
razonamiento de la afirmatividad chilena. Aunque existe vacío en la norma, el nro. 83 de “Recomendaciones” ofrece
como referente la circular nro. 15/11 que permitiría la toma de decisiones por cuenta de los adolescentes (mayores
de 14 años), sin necesidad del consentimiento de sus tutores legales (circular referenciada igualmente en las
“Orientaciones” de 2023). A pesar de ello, el análisis de dicha circular en el documento nro. 83 extiende la interpretación
hacia elementos que no están contenidos en la misma.
Los nros. 85 y 86 de la bibliografía de “Recomendaciones” son los documentos restantes de 2019 o más recientes
incorporados en el marco teórico de salud chilena orientada a NNA identificados trans o género no conforme. Uno sobre
educación sexual y el otro una aproximación general a la afirmatividad psicosocial. No aportan nada de relevancia al
contexto.

1.5 Contradicciones de WPATH


Históricamente la transición ha sido una decisión más frecuente entre adultos de sexo masculino. Sin embargo, en años
recientes el índice de transiciones se ha disparado entre niños y adolescentes, en particular de sexo femenino. Chile no
cuenta con cifras oficiales. Datos del gobierno inglés informan un impresionante incremento del 4415% entre los años
2009/10 y 2017/18 de menores de sexo femenino buscando transicionar. La Academia Nacional de Medicina Francesa
enumera causas que califica de tipo “epidémico”: sobreúso de redes sociales, búsqueda de mayor aceptabilidad social
e imitación dentro del grupo de pares (“Referencias”, nro. 19). Los franceses se respaldan en la tesis de “contagio
social”, crisis identitaria o “disforia de género de inicio rápido” (ROGD: rapid-onset gender dysphoria) entre adolescentes
(38), la que en la actualidad es citada ampliamente, aunque el posicionamiento afirmativo dominado por WPATH sigue
negándola, al menos como factor protagónico (contradictoriamente, la presidenta WPATH Marci Bowers reconoce
literalmente el fenómeno de “contagio social” en entrevista de 2023 con el New York Times (39).
“Recomendaciones” incluye como fuente principal las “Normas de atención para la salud de personas trans y con
variabilidad de género” de WPATH (nro. 13 de su bibliografía. En rigor no son “normas”, sino recomendaciones que
operan como referente en salud pública y privada). A la fecha de publicación de “Recomendaciones”, 2021, el texto
WPATH más reciente era de 2012. En 2022 WPATH lanzó la última versión (que retira los requerimientos de edad
mínima para intervenciones médicas. En el capítulo sobre niñez colaboró la psicóloga Diane Ehrensaft, a quien ya nos
hemos referido en p. 6). “Orientaciones” (2023) no cita directamente la última versión WPATH, pero sí un estudio de
2016 con su rúbrica (nro. 70 en la bibliografía de “Orientaciones”), más otros derivados. Los protocolos de salud pública
inglesa y finlandesa ya se habían modificado en 2020, un año antes de la fecha de publicación de
“Recomendaciones” y tres años previo a “Orientaciones”, aunque no poseen eco alguno en los lineamientos
nacionales; mientras tanto, desde 2019 la salud sueca estaba en un proceso de revisión de público conocimiento y
que culminó en 2021. No es redundante decirlo una vez más, y para que la salud afirmativa chilena se entere de
una vez por todas: suecos, finlandeses e ingleses, (ex)pioneros en afirmatividad, llamaron la atención sobre el
creciente número de NNA buscando transicionar y sus comorbilidades, potenciaron y extendieron el
acompañamiento psicoterapéutico, dejaron de recetar bloqueadores puberales y limitaron estrictamente el acceso a
terapias hormonales, tras reconocer la falta de evidencia científica favorable y los casos de menores de edad con
daños físicos y mentales producto de una intervención acelerada.
Un comunicado WPATH de marzo 2023 asegura que el modelo “de salud género-afirmativa no es experimental” y que se
basaría en “décadas de investigación y experiencia clínica” (40. Revisar información anexa que incluimos allí),
contradiciendo expresamente las aseveraciones del libro de 2018 que compila la experiencia afirmativa y que cuenta con
Diane Ehrensaft (UCSF Hospital Infantil Benioff, APA, WPATH) como editora: “el modelo género-afirmativo, sobre el
cual se basa este libro, está emergiendo como tratamiento opcional para muchos especialistas de género en los Estados
Unidos y en otros países” (41).

15
El comunicado WPATH refiere además el reciente veto a los bloqueadores de la pubertad, prescripción de hormonas y
cirugías orientadas a menores de edad en Missouri, resolución que también han adoptado otros estados norteamericanos.
Acusa a la autoridad estatal de entregar información sesgada en cuanto a las razones de la resolución, no obstante,
WPATH no exhibe una metodología ejemplar a cambio. Respecto a la limitación y solicitud de estudios más acabados por
parte del servicio de salud sueca acerca de los supresores y terapias hormonales dirigidas a menores de 18 años, y que la
autoridad estatal cita, WPATH tan solo indica que la prohibición no es total (42). Los casos con secuelas graves
resultantes de las políticas que WPATH impone en su propio país y que también exporta son subestimados: por ejemplo,
omite los casos trágicos de niños y jóvenes suecos que llevaron a que ese país diera un giro en el rumbo de sus políticas de
salud (la serie de reportajes de la televisión pública sueca The Trans Train (2019-2021) comparte la historia de una joven
detransicionadora, la vivencia de una adulta transexual que pone en duda su transición de haber podido contar con
información de mayor calidad, y los daños severos que pueden generar los bloqueadores puberales en menores de edad.
Ganó el equivalente sueco al Pulitzer y fue clave en encender las alarmas: todos los casos presentados recibieron atención
afirmativa). Por otro lado, WPATH tampoco se pronuncia sobre los casos de menores de edad y jóvenes estadounidenses
con secuelas a causa de cirugías, bloqueadores de la pubertad y tratamientos hormonales.
Los cambios de ruta europeos contrastan con el rumbo afirmativo estadounidense: los últimos han socializado la
medicina como un bien de consumo y no cuentan con una junta médica de consenso que pondere evidencia
científica en forma neutral. Tanto WPATH como la Academia Americana de Pediatría han sido acusados de silenciar
voces disidentes y de rechazar la revisión de evidencia. Apenas un solo proceso de revisión sistemática ha sido llevado a
cabo en Estados Unidos, en el estado de Florida, hallando por ejemplo, “evidencia insuficiente de que la reasignación
sexual mediante intervención médica sea un tratamiento seguro y efectivo contra la disforia de género”. Este evento
significativo casi no contó con cobertura mediática, siendo difundidos en cambio, artículos sensacionalistas y de baja
calidad que buscaban probar de que el uso de supresores y reemplazo hormonal aminoraría el riesgo suicida, señala la
periodista especializada Lisa Selin Davis (43).

1.6 Riesgo suicida


GETA explica (44. Un capítulo de la guía clínica GETA incluye pasos para afrontar el riesgo suicida. La importancia de
GETA radica tanto en su propuesta investigativa como práctica en cuanto alternativa a la afirmatividad) que la retórica
ofrecida a los padres de parte de los promotores del modelo afirmativo entre “un hijo trans vivo o una hija muerta”
es más que inexacta, éticamente cuestionable, dañando tanto a quienes están fuera de riesgo suicida como a quienes
consideran que la transición aliviará esas ideaciones. Esta premisa considera la ideación suicida, las autolesiones, los
intentos de suicidio y el suicidio concretado en un mismo nivel de medición. La clínica pediátrica de género Tavistock
(Londres) reportaba un 0,03% de suicidios en un lapso de 10 años. Aunque alto en comparación a la media adolescente, el
porcentaje apunta a que se está lejos de la epidemia suicida trans descrita en medios y titulares. Incluso los pacientes
trans se quejan de la tendencia de ciertos profesionales a atribuir todos sus problemas a su identificación trans,
fallando en la prestación de salud al no saber detectar o diagnosticar otros conflictos, desconociendo el fenómeno
multifactorial del riesgo suicida.
GETA menciona en su guía clínica rangos suicidas similares pre y postransición, conclusión semejante a la comparación
entre usuarios en lista de espera y bajo tratamiento de Tavistock: los suicidios concretados eran muy escasos. En línea
opuesta, GETA refiere una editorial de la publicación médica The Lancet que aseguraba que los bloqueadores puberales
reducían la suicidalidad, así como un estudio de la Universidad de Melbourne que señalaba que las barreras a la
afirmatividad infantojuvenil la incrementaban: ambos debieron retractarse debido a la falta de evidencia. Se concluye que
la magnificación de la suicidalidad promulgada por ciertos clínicos y activistas crea un efecto nocivo que
exacerbaría el riesgo en jóvenes realmente vulnerables. Por último, los especialistas de GETA consideran que uno de
los factores relevantes de la suicidalidad ocurre en respuesta al escepticismo y angustia de los padres, y que los integrantes
del programa de acompañamiento que tratan peyorativamente a los padres de “transfóbicos” y minimizan sus
preocupaciones, solo aumentan la tensión familiar sin ofrecer verdadera ayuda. El argumento del suicidio convence a
los padres, a los mismos NNA y también a los terapeutas, coartando su libertad de aproximación a los casos.

16
Incluso el documento “Suicide & LGBT Populations”, firmado entre otros por Human Rights Campaign, PFLAG,
Transgender Law Center y GLAAD, promotores de la afirmatividad a edades tempranas, advierte en su punto 7 “NO
atribuir una muerte por suicido a un factor individual (como bullying o discriminación) ni decir que una ley o política
anti-LGBT en específico podría ‘causar’ suicidio. El suicidio es casi siempre resultado de múltiples causas, incluyendo
temas de salud mental que no fueron detectados o tratados a tiempo. Relacionar la muerte por suicidio a factores externos
como el bullying, discriminación o leyes anti-LGBT puede normalizar el suicido al sugerirse que es una reacción natural
frente a tales experiencias o leyes. También puede elevar el riesgo suicida al arrastrar a individuos de alto riesgo a
asimilarse con las experiencias de aquellos que fallecieron por suicidio” (queda en suspenso aquello que constituiría
“leyes anti-LGBT”: seguramente incluyen entre estas las aproximaciones exploratorias o cualquier lineamiento médico
alternativo a la afirmatividad...).
Ya hemos observado a activistas locales omitir las recomendaciones anteriores para acudir prestos y sin cuidado alguno a
buscar culpables en el entorno familiar y en la escuela, sin conocer bien las realidades que derivaron en el trágico
desenlace. Por otra parte, algunas familias de NNA identificados trans necesitan apoyo urgente en salud mental por
diversas causas (los propios cuidadores pueden llegar a ser la principal fuente de riesgo), informarse mejor y poner
atención a las realidades que conviven con sus hijos; así como las escuelas a veces parecen adormecidas, son poco
creativas y demoran demasiado en hacer frente a una conversación necesaria.

1.7 Rol y derecho de los padres según la afirmatividad chilena


En línea con el proceso familiar y del entorno social, no podemos dejar de citar otro documento local, el reglamento
dictado por el Ministerio de Desarrollo Social y Familia y suscrito por el Ministerio de Salud, que regula las acciones
mínimas que deberá contemplar el programa de acompañamiento (“Referencias”, nro. 6). Dicho reglamento señala que el
acceso al programa es “voluntario” (Título 1, artículo 5) y que se deben “respetar los procesos individuales de cada niño,
niña o adolescente, así como de su grupo familiar” (Título 1, artículo 7). ¿Quién asegura que este reglamento se aplique
adecuadamente?
No contamos con números a nivel local respecto a transiciones sociales en la escuela sin conocimiento de los padres,
situación bastante común en otros países. Sin embargo, la cuenta Instagram de Fundación Juntos Contigo, única
autorizada legalmente para ejecutar el programa de acompañamiento desde la sociedad civil, con fecha 23 nov. 2023,
señala que por normativa de la Superintendencia de Educación que colabora con los procesos de transición, los mayores
de 14 años de edad pueden exigir, entre otros, el uso de nombre social y cambio de uniforme escolar, sin necesidad de
apoyo o autorización de sus padres.
Aunque en Chile infelizmente está sucediendo, pero que debido al temor fundado de los padres todavía es un
secreto a voces, se conocen casos a nivel mundial de padres que han sido alejados de sus hijos judicialmente por
mostrar dudas frente a procesos de transición precipitados y a edades extremadamente tempranas, incidiendo el
activismo y sus propuestas nebulosas y absolutistas, sobre áreas que debiesen contar con una mirada más amplia e
informada al momento de intervenir.
La p. 36 de “Orientaciones” describe que el acceso al programa de acompañamiento es libre, a partir de la manifestación
de voluntad del NNA (3 a 17 años de edad). Agrega que la voluntad de participar “debe ser informada a su representante
legal. Esto no implica solicitar su autorización. Si el NNA tuviere más de un representante legal, solo se informará al que
el NNA señale” (consideremos padres separados o en desacuerdo respecto al formato de acompañamiento). Luego dice:
“es importante que el niño, niña o adolescente cuente con una figura adulta perteneciente a su familia que participe del
proceso”, aunque “el hecho de que ningún adulto o persona significativa esté dispuesto a asumir este rol, no obstará el
acceso del niño, niña o adolescente al Programa”. Los principios que sustentan la voluntad declarada por NNA serían
“autonomía progresiva”, Convención de los Derechos del Niño y Circular N°15/11 de salud pública nacional (sobre esta
última ver 1.4, p. 15). Los padres ven amenazado su rol y derecho en cuanto educadores y cuidadores preferenciales.
¿Qué sucedería con aquellos padres que cuentan con otras referencias de salud como, por ejemplo, la sueca, finlandesa o
inglesa? (caso que no suele presentarse: la mayoría se ha educado escasamente sobre estos contenidos, están angustiados y

17
preocupados por sus hijos y suponen que los especialistas son otros. En general se trata de familias que no pueden costear
atención privada).
“Orientaciones” (p. 34), al igual que “Recomendaciones”, es explícito sobre las consecuencias que podrían enfrentar
las familias de NNA que duden del modelo afirmativo de salud pública: “En el caso de familias y/o cuidadores que no
acepten la voluntad del NNA de participar, el equipo de salud resguardará el respeto de esa decisión mediante acciones
como un trabajo de sensibilización de familias y/o cuidadores resistentes, y/o implementando acciones de protección para
el NNA, y activación de procedimientos de denuncia o protección judicial”. ¿Cuál es la secuencia y duración de las
instancias específicas que transcurrirían entre el trabajo de sensibilización “y/o” la denuncia judicial de familias
“resistentes”?
Aunque la p. 72 del mismo documento señala entre otros aspectos a considerar que es necesario “incorporar a la persona,
familia y/o red de apoyo en todo momento (elaboración, ejecución, evaluación, modificación y otro[s])”, no se añade nada
más a favor de familias posiblemente desinformadas o que, dado el caso, cuenten con otros datos y metodologías de
preferencia: serán catalogados simple y llanamente como “resistentes”. Contrasta con la disposición procesual ofrecida al
personal de salud en la p. 26: “Muchas veces, los problemas y errores no tienen que ver con una falta de disposición, sino
más bien con una falta de herramientas útiles; o con la resistencia o ansiedad esperable que la mayoría de las personas
tiene frente a lo nuevo, o frente a aquello que se percibe exageradamente difícil o más allá de sus capacidades o tiempo”.
¿No son acaso todas estas situaciones extrapolables e incluso más urgentes en el caso de las familias que acuden a la
salud pública buscando apoyo?
La irrelevancia de los componentes paterno y familiar dentro del modelo afirmativo se aprecia hasta gráficamente en el
“Formulario de manifestación de voluntad de participar en el Programa de Acompañamiento para NNA trans y género no
conforme hasta 9 años de edad” (“Orientaciones”, p. 69). Si en las “Recomendaciones” de 2021 el formulario orientado al
mismo rango etario (p. 108) incorporaba ilustraciones de grupos de personas (familias que se toman de las manos), en las
“Orientaciones” de 2023 solo vemos dibujos que aluden individualmente a NNA. Pese a su soledad sobre el blanco, los de
2023 al menos poseen rostro y alcanzan a encarnar algo más que siluetas, por mucho que el relleno provenga de los
colores de las banderas de diversidad sexual, cortes de cabello y accesorios de moda...
Ahora, lo más cuestionable es que los menores de hasta 9 años de edad “firman” (en realidad trazan una línea sobre
casillas “SI” y “NO” similares a las papeletas electorales) un consentimiento que les señala: “En este Programa,
distintos profesionales conversarán contigo para desarrollar herramientas que fomenten tu desarrollo integral, de acuerdo
con tu identidad de género”. Los menores entre 3 y 9 años de edad, ¿entienden o profesan los conceptos de
“identidad de género” y “desarrollo integral”? ¿Existe estadística de las papeletas marcadas “NO”? La papeleta es
brevísima y con información similar a la orientada hacia mayores de 10 años (mismas dudas para este rango. Ver en la
“Introducción”: GETA, “el verdadero consentimiento informado” (p. 4).

2 Comentarios al “Programa de Apoyo a la Identidad de Género”


El título “programa de apoyo” figura solo en este documento. “Recomendaciones” y “Orientaciones” se refieren al mismo
como “programa de acompañamiento”. Aunque las prestaciones descritas en el “Programa” (2021) varían levemente y son
reemplazadas por “Orientaciones” (2023), lo que nos interesa es mostrar la cadena de inconsistencias.
Componente 1: un máximo de 7 consultas de “Atención género-afirmativa” a cargo de dupla psicosocial (psicólogo y
trabajador social), cada una de 40 min., más un mínimo de 2 y un máximo de 6 visitas al domicilio y establecimiento
educacional del NNA, cada una de 90 min. Ejecución total: 11 meses. El documento señala que “el primer componente
[d]el programa se dirige directamente al NNA con el objetivo [de] afirmar su identidad de género” (p. 8).
Comentario: los modelos “afirmativos de la identidad” desarrollan intervenciones cuya precipitación es probable que
pase por alto factores como influencia de pares y/o adultos, comorbilidades de diferente orden, e incluso el impacto de las
redes sociales en la identificación trans. La “atención género-afirmativa” no considera las altas probabilidades de cambio
18
durante/entre la minoría de edad y la adultez (ver 1.2, párr. 5 (p. 8), estudios de K. Zucker; 1.2, párr. 4 (p. 8), Servicio
Nacional de Salud Inglés sobre “transición social”), además de distanciarse del concepto de terapia asociado
concretamente al soporte psicológico, en pos de un modelo atencional psicosocial.
Componente 2: Orientación familiar: la dupla psicosocial educa a los integrantes de la familia “en relación a las
evidencias científicas disponibles sobre las diferencias entre el sexo biológico, la identidad de género y la orientación
sexual”. Se les entrena para apoyar la transición social y legal del menor y se les contacta con otras familias en situación
similar. Consta de 5 a 8 sesiones individuales y 5 a 8 grupales. Ejecución total: 11 meses.
Comentario: la educación ofrecida se basa en una “cápsula audiovisual” que no es de acceso público. Las “diferencias
entre el sexo biológico, la identidad de género y la orientación sexual” no corresponden a una descripción única y ni
siquiera son de consenso entre la propia comunidad trans. No conforman “evidencias científicas” en términos objetivos.
La “transición social” implica precauciones clínicas como las descritas en la salud pública inglesa y otras referidas en
nuestra investigación (ver “Comentario” anterior (pp. 18-19).
Componente 3: Inclusión escolar: se capacita a la escuela “en torno a temáticas de género, orientar acerca del proceso de
transición social del niño(a) y de promover el respeto e inclusión por sus pares”, más cápsula audiovisual similar a la del
componente 2. Ejecutado por dupla psicosocial, 4 a 6 sesiones, 90 min. cada una. Duración: 11 meses.
Comentario: las “temáticas de género” propuestas no son de acceso público y surgen del activismo antes que de
conceptos universales en torno al respeto y la inclusión.
La bibliografía del “Programa” incurre en fallas idénticas a las de “Recomendaciones” y “Orientaciones”: recursos
desactualizados y falta de interacción con lineamientos médicos más allá de la afirmatividad.

3 Comentarios a la “Orientación técnica para la implementación del acompañamiento psicosocial a la


identidad de género para niños, niñas y adolescentes, en la red de salud pública chilena”
Las prestaciones del programa de acompañamiento se dividen en dos etapas, “Ingreso” y “Plan de Cuidados Integrales”, a
cargo de una dupla psicosocial. Se organizarían según necesidades de cada caso.
Programa, etapa 1: Ingreso (pp. 37-40)
-“Acogida y contención” caracterizado por ser un “espacio seguro y afirmativo para el NNA y su familia”. 1 sesión de 60
min. a cargo de psicólogo. Ofrece “apoyo emocional y cognitivo”, informa sobre el programa, derechos trans y confirma
voluntad de ingresar: el NNA firma un “Formulario de manifestación de voluntad”.
Comentario: si los padres o tutores se oponen al ingreso o dudan del contenido del programa pueden ser denunciados en
tribunales (ver 1.7, pp. 17-18).
-Evaluación psicoemocional del NNA. 1 sesión de 60 min. en establecimiento de salud o de 120 min. domiciliaria a cargo
de psicólogo. Aborda antecedentes y contexto de vida “según un modelo afirmativo de la identidad de género en el curso
de la vida”. Evalúa “posibles problemas de salud” y derivación a especialista psiquiátrico en caso de ser necesario.
Comentario: el proceso de derivación a especialista psiquiátrico no es explicitado (ver 1.2, párr. 2 (p. 7).
-Evaluación al grupo familiar. 1 sesión de 60 min. en establecimiento de salud o visita domiciliaria a cargo de dupla
psicosocial. Dimensiona situaciones familiares de “adversidad y protección”.
-Evaluación del contexto educacional y social. 1 visita de 180 min. a cargo de dupla psicosocial. Detectar experiencias
adversas y fortalezas dentro de la comunidad educativa donde se inserta el NNA.
-Orientación al NNA y familia. 1 sesión de 30 min. a cargo de dupla psicosocial. Ampliar redes y educar.

19
Comentario: propone entrega de contenidos educativos que no están individualizados ni son de público acceso. La p. 33
de “Orientaciones” señala que previo a la contratación, los profesionales deberán realizar un curso de 40 hrs. cronológicas
sobre modelos y enfoques afirmativos: ¿no es posible compartir públicamente la bibliografía de tales cursos? Todos los
contenidos dirigidos a NNA debiesen discutirse previamente con las familias y darse a conocer en forma pública y
transparente al momento de ser establecidos.
Programa, etapa 2: Plan de Cuidados Integrales (pp. 46-48)
A diferencia de la etapa de ingreso, señala en forma imprecisa (p. 41) que requeriría ser aceptado por el NNA y familia
para dar inicio (como ya se señaló, la participación en la primera etapa queda sujeta a criterio exclusivo del NNA).
-Consulta psicológica: “Dirigida al NNA, con la participación de la familia si es necesario para su acompañamiento”: 8 a
12 sesiones de 30 min. en 12 meses, a cargo de psicólogo.
-Acompañamiento en la toma de decisiones, entre otras “socializar su identidad de género en su entorno, tratamientos de
afirmación corporal, cambio legal del nombre y sexo registral”. Dirigido a NNA y familia: hasta 10 sesiones de 30 min. en
12 meses, a cargo de psicólogo.
Comentario: por “tratamientos de afirmación corporal” se entienden procesos quirúrgicos y hormonales, aunque el
documento, orientado a NNA, solo se refiere explícitamente a “tratamiento hormonal” en la p. 30 y en un contexto de
lineamientos generales que también contaría para adultos. No se describen específicamente los tratamientos que podrían
realizarse a NNA. También se refiere a transiciones sociales (“socializar su identidad de género”, “cambio legal del
nombre y sexo registral”). La referencia bibliográfica es una guía uruguaya de salud pública sobre hormonización trans
del año 2016. Ver 1.2, párr. 4 (p. 8), Servicio Nacional de Salud Inglés sobre “transición social”. Considerar además el
Informe Cass, referente en salud inglesa: la transición social es “una intervención activa dados los efectos significativos
que podría tener en el desarrollo psicológico del NNA”; la transición social “no es un acto neutro y requiere información
de mejor calidad acerca de sus resultados” (45).
La p. 19 de “Orientaciones” señala sobre “afirmación corporal” que se podrá acceder a “atención secundaria o nivel de
especialidad” como son derivaciones a “servicios clínicos de endocrinología, ginecología, urología u otros...”. Ya vimos
que la edad para acceder a terapias hormonales (endocrinología) es inferida desde una secuencia de políticas públicas
poco precisas (ver 1.3, párrs. 9 y 10 (p. 11). Por otro lado, en Chile las operaciones no estarían oficialmente disponibles
para NNA, pero no deja de llamar nuevamente la atención la redacción difusa: el recuadro que contiene la cita sobre
“atención secundaria” señala solo a “personas trans”, pero el apartado 7.2 al que corresponde dice que es para “dar
respuesta a la necesidad de atención de cada NNA GNC [género no conforme] y trans”. Lo de “secundaria” también es
dudoso, se da a entender que se trataría de la segunda etapa del programa de acompañamiento, disponible solo para NNA,
pero el recuadro combina prestaciones para adultos en un mismo nivel, y luego con un posible nivel terciario de
hospitalización cerrada. Sumar referencia a “Vía clínica” y requerimiento por Ley de Transparencia del año 2023 en 1.3,
párr. 11 (pp. 11-12).
-Intervención familiar. “Busca apoyar a la familia en alcanzar recursos protectores del desarrollo integral del NNA y
afirmativos de su identidad”: hasta 6 sesiones de 60 min. en 12 meses, a cargo de dupla psicosocial.
-Visita domiciliaria “integral familiar”. Busca “apoyar a la familia en alcanzar recursos protectores del desarrollo integral
del NNA y afirmativos de su identidad, enriquecer la información obtenida en las intervenciones en otro contexto y
realizar intervenciones más específicas a las familias que lo requieran”: 1 o 2 sesiones de 120 min. en 12 meses, a cargo
de dupla psicosocial.
-Visita “integral de acompañamiento en ámbito educativo”, entre otros para “sensibilización” y “capacitación”: 1 a 2
sesiones de 180 min. en 12 meses, a cargo de dupla psicosocial.

20
Comentario: no se explicita metodología alguna de intervención “integral familiar” u orientada al “desarrollo integral del
NNA y afirmativos de su identidad”. Los contenidos de “sensibilización” y capacitación” en el ámbito educativo no son
de conocimiento público.
-Consulta de seguimiento: 1 sesión de 45 min. en 12 meses.
Existe opción de reingresar o realizar derivaciones si los objetivos del programa se considerasen incumplidos. El
programa culmina con un informe de resultados (“Orientaciones”, pp. 48-49) y está articulado con el sistema de salud, el
Sistema Nacional de Garantías y Protección Integral de los Derechos de la Niñez (el programa forma parte del mismo),
SENDA, Ministerio de Educación, gobierno local (oficinas municipales de Diversidad) y organizaciones de la sociedad
civil acreditadas por el Ministerio de Desarrollo Social para la implementación de Programas de acompañamiento y
Adolescencia.
Comentario general a las “Orientaciones”: disforia de género
El documento “Orientaciones” (2023) retira la noción de “disforia de género” sin ofrecer argumentación alguna,
pese a que figura repetidamente en las “Recomendaciones” (2021): DSM-5, definición del manual diagnóstico y
estadístico de trastornos mentales, Asociación Estadounidense de Psiquiatría (pp. 30 y 59); disforia de género ligada a
posibles comorbilidades psiquiátricas (p. 33); disforia de género asociada al desarrollo de caracteres sexuales secundarios
en personas trans y género no conforme (p. 49); disforia de género asociada al “estrés de minorías” (pp. 72 y 88). Figura
diecisiete veces en forma descriptiva en las “Recomendaciones”, una en el “Programa” (en cuanto trastorno), y ninguna en
las “Orientaciones”. “Orientaciones” retira la noción de disforia de género a partir (suponemos) del principio de no
patologización que plantea que “no existe nada inherentemente erróneo con ser o definirse como una persona trans o
GNC [género no conforme]” (p. 14). Este principio no es exclusivo de la afirmatividad (ver destacado en sección 1.2,
párr. 1 (p. 7); sin “disforia de género” mediante, el modelo afirmativo reduce el soporte psicológico a unas pocas
sesiones de corta duración, privilegiando la transición social y médica: “socializar su identidad de género en su entorno,
tratamientos de afirmación corporal, cambio legal del nombre y sexo registral” (ver primeras prestaciones del programa,
etapas 1 y 2, en nuestras pp. 19-20). La desaparición progresiva del concepto es parte de las lógicas afirmativas. Ocurre un
doble movimiento: desaparece el concepto de “disforia de género” privilegiando la transición social y “afirmación
corporal” precipitada por sobre el acompañamiento psicoterapéutico, pero cuando se mantiene se la instrumentaliza como
síntoma encapsulado que evade el análisis introspectivo amplio, acotando las posibles problemáticas dentro del conjunto
“estrés de minorías” (vulneraciones de terceros y externalidades negativas). Ver especialmente, nro. 9 en “Referencias”;
terapia exploratoria GETA (sección 1, pp. 3-5); estudios de K. Zucker (sección 1.2, párr. 5 (p. 8).

4 Borrador de la “Política Nacional de Salud para Personas Trans y de Género Diverso” del Ministerio
de Salud
Este borrador, abierto a consulta pública hasta el 30 de abril de 2024, aparece publicado en el sitio web del Ministerio de
Salud con fecha 25 de marzo de 2024 (46), momento en que nuestra investigación estaba por culminar. Pese al título
(“Política Nacional...”), no aporta contenidos novedosos dentro del marco de políticas públicas nacionales, aunque sí es
absolutamente explícito en términos políticos. Se trata de una “hoja de ruta” que buscaría lograr “el derecho al disfrute del
más alto nivel posible de salud” de las personas trans y de género diverso (se reemplaza el término “género no conforme”,
presente en los documentos de 2021 a 2023 que estudiamos, por “género diverso”: “quienes desarrollan su identidad de
formas variadas y fluidas” (p. 7).
Aunque el objetivo es instalar una declaración política y de principios, el borrador igualmente se extiende en nociones de
política pública que pasamos a revisar. En esos términos sufre carencias similares a la documentación de salud analizada
en esta investigación: escasa sistematización y coherencia. Por ejemplo, retorna en una sola ocasión y de forma
meramente clasificatoria (recordemos que había desaparecido por completo en las “Orientaciones” de 2023), al concepto
de “disforia de género” extraído del DSM-5, referenciado exclusivamente como un malestar producto del entorno (p. 35).
21
Dentro de sus 132 referencias bibliográficas, los estudios fechados en los tres últimos años son escasísimos. Tres de ellos,
uno de 2021 y dos de 2023, incorporados como respaldo a favor de cirugías: “en el caso de las cirugías, existe una baja
tasa de arrepentimiento y alta satisfacción, relacionado con la aceptación social de la nueva identidad de género” (p. 24.
No trata sobre NNA en específico). Otro estudio, de 2022, señalaría en relación al uso de hormonas por parte de adultos y
menores de edad, “que cerca del 70% mantiene su administración después de cuatro años” (p. 24). Estas cifras son
enmarcadas en un contexto de “efectos positivos” en la vida de las personas que solicitan tales prestaciones, pero a
nosotros nos parece que un 70% es motivo de inquietud más que de tranquilidad. Además, la fecha reciente de los
estudios ofrecidos, su orientación hacia las ideas de continuidad/discontinuidad y satisfacción/insatisfacción con los
resultados quirúrgicos y hormonales, y el hecho de que nuevas investigaciones han rebatido y complementado esos datos,
deja entrever que se está al tanto de los efectos secundarios en el uso de hormonas y bloqueadores, casos de detransición y
desistencia (entendemos que no todos quienes abandonan un tratamiento hormonal buscan detransicionar), pero
igualmente se insiste y aspira al “acceso a acciones afirmativas” (p. 24) en cuanto posibilidad única, desconociendo el
debate clínico internacional y los lineamientos de salud pública que apuntan en otras direcciones, de modo análogo a la
documentación de salud pública chilena “trans” y “género no conforme” fechada en 2021 y 2023. Dentro de ese contexto,
respaldándose en la cuestionada y para estos tiempos caduca guía de la Sociedad Endocrina de 2017, el borrador de
política nacional de 2024 considera que “se indica mayor satisfacción en adolescentes trans y género diverso cuando han
optado al bloqueo hormonal” (p. 21). Respecto a la terapia hormonal, cabe destacar que hombres trans/transmasculinos
entrevistados para la elaboración del borrador “hacen énfasis en la importancia del acceso a acompañamiento en salud
mental en los procesos de transición, sobre todo cuando hay terapia hormonal de por medio”, además de criticar la alta
rotación de psicoterapeutas en salud pública (p. 48).
Aunque de data bastante anterior, el borrador cuenta con diversas referencias a bibliografía psicoterapéutica. Sin embargo,
a lo largo de sus 64 páginas no se precisa nada acerca de la metodología ofrecida en salud mental, más allá de datos
dispersos sobre buen trato y estrés de minorías: o sea, liviandad afirmativa, única coherencia interna de la documentación
2021-2024. Para lo que sí hay espacio de sobra es para adherir a la “Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible” de
Naciones Unidas (pp. 29-31, pp. 41-45). En ese sentido, esta “hoja de ruta” es una política de acuerdo global
declarado, antes que una política pública. La página 8 lo señala expresamente. Entonces, ¿hasta dónde es válida la
consulta pública del borrador, toda vez que ya se ha definido el marco político del texto? ¿Las críticas de hombres
trans y transmasculinos hacia el acceso en salud mental se resuelven exclusivamente en la prestación afirmativa?
¿La única referencia a bloqueadores de la pubertad surge de una supuesta satisfacción usuaria? ¿No cabe línea
alguna sobre los efectos irreversibles y las precauciones a considerar frente a este tipo de tratamiento? Esta agenda,
“hoja de ruta”, borrador o política nacional que adscribe a amplios objetivos a futuro, resulta estrecha y
anacrónica dentro del debate de la salud trans actual.

5 Conclusiones
Desde 2021 la salud pública chilena busca instalar como opción única y sin mediar diálogo abierto a la comunidad
científica y a las familias, un modelo de atención “género-afirmativa” orientado hacia la población identificada “trans”,
“género no conforme” y “género diverso” entre los 3 y 17 años de edad. El respaldo normativo (legal) del modelo figura
en la circular nro. 5 de salud pública, texto de rango menor, bajo una redacción imprecisa y extremadamente escueta. El
problema es que al menos desde 2019 este modelo, que en Chile algunas autoridades y activistas califican como hito
histórico, ha venido siendo cuestionado, matizado e inclusive dejado atrás por países que fueron pioneros en su desarrollo,
tales como Inglaterra, Finlandia y Suecia, junto con los resguardos que han ido tomando Noruega, Francia y parte de
Estados Unidos. Este cambio de mirada internacional ha surgido de reconocer la falta de evidencia científica que respalde
la secuencia en que el modelo afirmativo suele derivar: transición social (nombre, pronombre y vestimentas; cambio de
nombre y sexo registral) y médica (bloqueadores de la pubertad, terapia hormonal e intervenciones quirúrgicas), más las
consiguientes complicaciones/efectos permanentes en la salud física y el bienestar psicológico de NNA. Estos países con
mayor experiencia han optado por soportes psicoterapéuticos a largo plazo y que exploren la subjetividad del paciente en

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forma consistente, limitando estrictamente los tratamientos de medicalización que califican como “experimentales” y que
traen una serie de efectos secundarios.
En el caso chileno, en 2024 y para NNA de 3 a 17 años de edad se lanzó a nivel nacional “Crece con Orgullo: Programa
de Acompañamiento a la Identidad de Género”, con participación intersectorial de los ministerios de Salud, Desarrollo
Social y Familia y Educación. El programa está a cargo de una dupla psicosicial con posibilidad de derivación psiquiátrica,
endocrinológica, urológica y ginecológica, las cuales poco y nada están tomando en cuenta las precauciones
internacionales descritas: insisten en imitar el ejemplo de la estadounidense WPATH, Asociación Profesional Mundial
para la Salud Transgénero, que pese a una serie de cuestionamientos éticos y polémicos que le han ido restando autoridad,
todavía exporta gran presión mediática, clínica, académica y judicial a favor del enfoque afirmativo y la transición
social/médica de NNA.
La serie de documentos publicados por Salud y Desarrollo Social y Familia entre 2021 y 2024 no se encuentra
debidamente razonada ni sistematizada, junto con respaldarse en bibliografía desactualizada, sesgada y contradictoria. Por
ejemplo, la desaparición del concepto de “disforia de género” sin explicación mediante, entre los textos de 2021 y 2023.
La confusión respecto a los conceptos y metodologías de acompañamiento “trans” y “género no conforme”; las
deficiencias y contradicciones del marco teórico de salud pública local acerca de la reversibilidad, irreversibilidad y
efectos secundarios de bloqueadores puberales y tratamientos hormonales en menores de edad, además de la evidencia de
que, en una secuencia de vulneración gravísima y fuera de toda norma, en Chile ya se están realizando operaciones de
reasignación de sexo (incluyendo mastectomías) a menores de edad, quienes no cuentan con capacidad para entender las
consecuencias permanentes de dichas intervenciones.
Junto con lo anterior, los padres ven amenazado su rol y derecho en cuanto educadores y cuidadores preferenciales:
quienes se acercan a la salud pública a solicitar apoyo o asesoría “especializada”, corren el riesgo de ser denunciados
judicialmente y ser separados de sus hijos en caso de no estar de acuerdo con el tratamiento y los tiempos propuestos. En
general se trata de familias que no pueden costear atención privada, quedando expuestos a causa de la brecha económica.

6 Alternativas para la salud y el acompañamiento social de NNA que se alejarían de los roles
tradicionalmente asignados a su sexo
-Confeccionar políticas públicas a partir de bibliografía actualizada y de una experiencia clínica y social amplia.
-Capacitar profesionales en nuevos modelos de apoyo y extender plazos de acompañamiento biopsicosocial (considerar la
problemática de la alta rotación de profesionales de salud mental en el contexto de salud pública).
-Incorporar psicoterapia que profundice en la experiencia subjetiva del paciente (entre otras, terapia exploratoria).
Reforzar la psicoterapia y acompañamiento dirigido a padres y entorno familiar: los propios cuidadores pueden ser la
principal fuente de riesgo.
-Discutir la pertinencia de los conceptos “trans” y “género no conforme” durante la niñez y adolescencia.
-Diferenciar y discutir acompañamiento y abordaje “trans” y “género no conforme”.
-Incorporar actividades deportivas, culturales, científicas y al aire libre en forma sistemática. Ampliar trabajo
intersectorial y vínculos civiles: ministerios del Deporte y las Culturas; juntas de padres y vecinos, entre otros. Considerar
las realidades y necesidades de salud de los espacios marginales de la sociedad.
-Dar a conocer públicamente los contenidos educativos del programa de acompañamiento. Convocar actores diversos y
especializados para su confección.
-Formar profesionales en detransición. Incorporar acompañamiento psicológico y social a NNA que desisten y
detransicionan y a sus familias. Considerar las necesidades de la detransición médica.
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-Sistematizar la secuencia de normas, lineamientos, recomendaciones y orientaciones.
-Regular con precisión el acceso a bloqueadores puberales y tratamientos hormonales. Incentivar el campo de
investigación endocrinológica local.
-Desarrollar herramientas para el cuidado de pares en la escuela, previniendo el bullying y maltrato hacia NNA que se
alejarían de los roles tradicionalmente asignados a su sexo.
-Medir la cantidad de NNA identificados trans a la fecha, en comparación con cifras previas. Realizar seguimiento caso a
caso y consignar debidamente los casos de desistencia y detransición (para efectos de fichas clínicas, actualmente se debe
consultar respecto al uso y registro de nombre social, lo cual dejaría fuera los casos mencionados).
-Elaborar un consentimiento o decisión informada a ser firmado por los padres o tutores legales (no por NNA). Dicho
consentimiento se elaborará en base a las etapas del desarrollo del NNA, y versará acerca de opciones psicoterapéuticas y
de acompañamiento social que no involucren bloqueadores de la pubertad, hormonas ni cirugías. En cuanto a la transición
social, se deberá abrir un proceso de revisión especializada que tome en cuenta las alternativas basadas en evidencia
científica, de salud internacional como el Informe Cass inglés y los modelos de atención de salud pública finlandesa y
sueca, entre otras.
-Revisión de las políticas gubernamentales por parte de un organismo autónomo (Defensoría de la Niñez) o una revisión
independiente como el Informe Cass inglés (nro. 45 en nuestras “Referencias”).

Referencias (notas/bibliografía)
* 29 de marzo de 2024. Esta investigación surge desde una experiencia comunitaria de una década: del contacto con familias
de NNA identificados trans y que se alejarían de los roles tradicionalmente asignados a su sexo, así como de la
vivencia/investigación y trabajo de/con personas trans y detransicionadores. Incluye revisión y observaciones de profesionales
de la salud, padres de NNA identificados trans, personas trans y detransicionadores. A lo largo de esta investigación
destacamos algunas ideas centrales con negritas. Modificamos las normas APA para una mayor fluidez lectora.

(1) https://diprece.minsal.cl/wp-content/uploads/2021/05/recomendaciones-para-la-implementacion-del-programa-de-
acompanamiento-para-ninos-ninas-y-adolescentes-trans-y-generono-conforme.pdf

(2) https://www.dipres.gob.cl/597/articles-212572_doc_pdf1.pdf

(3) https://diprece.minsal.cl/wp-content/uploads/2024/01/2024.01.03_OT-ACOMPAN%CC%83AMIENTO-PSICOSOCIAL-
IDENTIDAD-DE-GENERO-NNA.pdf

(4) https://crececonorgullo.cl/

(5) https://www.bcn.cl/leychile/navegar?idNorma=1126480&idVersion=2022-12-28&idParte=9974947

(6) https://www.diariooficial.interior.gob.cl/publicaciones/2019/08/29/42441/01/1645291.pdf

(7) Descargar en: https://diprece.minsal.cl/nueva-circular-entrega-orientaciones-sobre-la-atencion-de-salud-para-la-ninez-y-


adolescencia-trans/

(8) Gender Exploratory Therapy Association. (2022). A Clinical Guide for Therapists Working with Gender-Questioning Youth.
Descarga gratuita en el sitio www.therapyfirst.org.

(9) Disforia de género: malestar producto de la discordancia con el sexo de nacimiento, las características físicas relacionadas con el
sexo y/o los roles tradicionalmente asignados a cada sexo (roles de género), de donde surgiría la experiencia trans a nivel de
diagnóstico clínico (def. a partir del Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales, Asociación Estadounidense de
Psiquiatría. Versión actual DSM-5). La versión anterior denominaba el “trastorno de la identidad de género”, abandonándolo porque
sería estigmatizante. Además, se dividió la descripción por edad: niños, adolescentes y adultos. Originalmente refería a individuos que

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se identificaban con el otro sexo y luego se abre a la idea del “género no conforme” y “no binario”. Las “Orientaciones” de salud
pública chilena retiran la noción de disforia de género sin ofrecer argumentos que respalden esa decisión.

La guía clínica GETA considera el manual diagnóstico útil en cuanto clasificación, pero que a la vez crea una sensación fragmentada
de los trastornos, señalando en NNA la concurrencia frecuente del diagnóstico de disforia de género junto a otros como la ansiedad,
depresión, trastornos alimentarios, TEA, TDAH y tendencias suicidas (GETA, p. 38). La noción de “disforia de género” no es de
consenso ni siquiera entre profesionales de la salud y representantes de ONG trans-asesores de agrupaciones trans que redactan
lineamientos como los que revisamos, lo cual podría explicar su improvisada e inexplicable desaparición de las “Orientaciones” de
2023. Por ejemplo: en otra instancia, alguno de los redactores describió a NNA identificados trans como aquellos “que manifiestan
discordancia entre su sexo y el género asignado al nacer”, definición considerada “patologizante” (asociable al trastorno de salud
mental) por la mirada afirmativa más radical: no todas las personas trans y género no conforme estarían incómodas con sus
características físicas de nacimiento. (Complementar con sección 3, “Comentario general a las ‘Orientaciones’: disforia de
género” (p. 21).

(10) Gender Exploratory Therapy Association. (2022). A Clinical Guide for Therapists Working with Gender-Questioning Youth, pp.
5-8.

(11) Se ha venido designando detransicionadores y desistidores a quienes abandonan una identificación trans a cualquier edad. Los
primeros pondrían término a la transición médica y social, mientras los segundos serían aquellos que revierten la transición social sin
haber iniciado procesos quirúrgicos u hormonales. Las consecuencias de los bloqueadores de la pubertad, terapias hormonales e
intervenciones quirúrgicas son permanentes y sus secuelas afectan particularmente a NNA. En ocasiones se insiste en la idea de
“arrepentimiento” frente a una transición apurada y poco reflexiva, usualmente en un marco de corta edad, acompañamiento
psicoterapéutico superficial e incluso de autodiagnóstico. Pero la “detransición”, a falta de otro concepto más preciso, no siempre
apunta a “volver atrás” o “deshacer”. Procesos de investigación, reflexión y/o acompañamiento de salud mental eficaz pueden
develar vías de resolución distintas a la transición.

(12) Keo-Meier, C. y Ehrensaft, D. (Editores). (2018). The Gender Affirmative Model: An Interdisciplinary Approach to Supporting
Transgender and Gender Expansive Children, p. 14.

(13) Gender Exploratory Therapy Association. (2022). A Clinical Guide for Therapists Working with Gender-Questioning Youth, p. 1.

(14) NHS England (Servicio Nacional de Salud Inglés). (2022). Specialist service for children and young people with gender
dysphoria (phase 1 providers), p.13.

(15) NHS England (Servicio Nacional de Salud Inglés). (2022). Specialist service for children and young people with gender
dysphoria (phase 1 providers), p. 14.

(16) Gender Exploratory Therapy. (2020) A Clinical Guide for Therapists Working with Gender-Questioning Youth, p. 12.

(17) Barnes, H. (2023). Time to Think: The Inside Story of the Collapse of the Tavistock´s Gender Service for Children.

(18) PALKO / COHERE Finland. (2020). Recommendation of the Council for Choices in Health Care in Finland. Medical Treatment
for Dysphoria Related to Gender Variance in Minors, p. 8.

(19) Press release of the French National Academy of Medicine. (2022). Medicine and gender transidentity in children and
adolescents.

(20) Boyd, I., Hackett, T., & Bewley, S. (2022). Care of Transgender Patients: A General Practice Quality Improvement Approach.
Healthcare, 10(1), 121.

(21) Wiepjes, C. M., Nota, N. M., de Blok, C. J. M., Klaver, M., de Vries, A. L. C., Wensing-Kruger, S. A., de Jongh, R. T., Bouman,
M.-B., Steensma, T. D., Cohen-Kettenis, P., Gooren, L. J. G., Kreukels, B. P. C., & den Heijer, M. (2018). The Amsterdam Cohort of
Gender Dysphoria Study (1972–2015): Trends in Prevalence, Treatment, and Regrets. The Journal of Sexual Medicine, 15(4), 582–
590.

(22) Vandenbussche, E. (2022). Detransition-Related Needs and Support: A Cross-Sectional Online Survey, Journal of Homosexuality,
69:9, 1602-1620, DOI: 10.1080/00918369.2021.1919479

25
(23) Delemarre-van de Waal, H. A., Cohen‐Kettenis, P. T. (2006). Clinical management of gender identity disorder in adolescents: a
protocol on psychological and paediatric endocrinology aspects. European Journal of Endocrinology, 155 S131-S137.

(24) de Vries, A. L. C., Steensma, T. D., Doreleijers, T. A. H., & Cohen‐Kettenis, P. T. (2011). Puberty Suppression in Adolescents
with Gender Identity Disorder: A Prospective Follow‐Up Study. The Journal of Sexual Medicine, 8(8), 2276–2283.
https://doi.org/10.1111/j.1743-6109.2010.01943.x

(25) de Vries, A. L. C., & Cohen-Kettenis, P. T. (2012). Clinical management of gender dysphoria in children and adolescents: The
Dutch approach. Journal of Homosexuality, 59(3), 301–320. https://doi.org/10.1080/00918369.2012.653300

(26) de Vries, A. L. C., McGuire, J. K., Steensma, T. D., Wagenaar, E. C. F., Doreleijers, T. A. H., & Cohen-Kettenis, P. T. (2014).
Young Adult Psychological Outcome After Puberty Suppression and Gender Reassignment. Pediatrics, 134(4), 696–704.
https://doi.org/10.1542/peds.2013-2958

(27) Hruz, P., Mayer, L., McHugh, P. (2017). Growing Pains. Problems with Puberty Suppression in Treating Gender Dysphoria. The
New Atlantis, 52, pp. 3-36.

(28) Malone, W., D’Angelo, R., Beck, S., Mason, J., & Evans, M. (2021). Puberty blockers for gender dysphoria: The science is far
from settled. The Lancet Child & Adolescent Health, 5(9), e33– e34.

(29) Biggs, M. (2022). The Dutch Protocol for Juvenile Transsexuals: Origins and Evidence, Journal of Sex & Marital Therapy, DOI:
10.1080/0092623X.2022.2121238

(30) https://www.wpath.org/publications/soc

(31) Block, J. (2023). Gender dysphoria in young people is rising –and so is profesional disagreement. BMJ, 380: p382.

(32) Vía clínica para la adecuación corporal en personas con incongruencia entre sexo físico e identidad de género. (2010). División
de Prevención y Control de Enfermedades, Subsecretaría de Salud Pública, Ministerio de Salud de Chile.

(33) https://www.movilh.cl/trans/la-transicion/

(34) Zapata, A., Díaz, K., Barra, L., Maureira, L., Linares, J., Zapata, F. (2019). “Atención de salud de personas transgéneros para
médicos no especialistas en Chile”. Revista Médica de Chile, 147(1), 65-72.

(35) Martínez-Aguayo, A., Arancibia, M., Mendoza, C. (2019). “Algunas consideraciones en la atención de niños y adolescentes
trans”. Revista Chilena de Pediatría, 90(4), 373-375.

(36) Hembree, W., Cohen-Kettenis, P., Gooren, L., et al. (2017). Endocrine Treatment of Gender-Dysphoric/Gender-Incongruent
Persons: An Endocrine Society Clinical Practice Guideline.

(37) Maureira, P. (2019). La identidad de género infantojuvenil en la atención del sistema público de salud. Tesis para optar al grado
de Magíster en Políticas Públicas, Universidad de Chile.

(38) Littman, L. (2018). “Rapid-onset gender dysphoria: A atudy of parental reports”. PLOS One.

(39) The New York Times. (23 enero 2023). “Trans Kids Deserve Private Lives, Too”.

(40) WPATH-USPATH. (2023). “USPATH and WPATH Confirm Gender-Affirming Health Care is Not Experimental; Condemns
Legislation Asserting Otherwise”, p. 1. La tesis de este comunicado (y del modelo afirmativo de punta a cabo) respecto a que “no
es experimental” fue cuestionada una vez más en marzo de 2024, al filtrarse una serie de conversaciones y charlas entre los
propios cirujanos de WPATH, quienes comentaban sobre pacientes con trastornos mentales severos tales como esquizofrenia y
trastorno de identidad disociativo (trastorno de identidad múltiple), los que estarían siendo objeto de tratamientos hormonales
y cirugías. Estos cirujanos comprenden perfectamente los posibles efectos de por vida de esos tratamientos aplicados en
menores de edad (cáncer, disfunción del suelo pélvico, infertilidad, etc.), pero igualmente consideran, por ejemplo, realizar
vaginoplastías en menores de 14 años y recetar hormonas desde los 13. Además, reconocen el absurdo de un “consentimiento
informado” cuya decisión final queda entre manos de NNA y no de sus padres, e incluso se interesan por cirugías de
“nulificación” que crearían tipologías corporales inexistentes en la naturaleza. Más que atención “radical” y “afirmativa”,
WPATH es mala práctica y falta de ética clínica. La información está disponible en el sitio de noticias:
https://environmentalprogress.org/big-news/wpath-files.
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Por su lado, la investigadora Genevieve Gluck, del sitio de noticias REDUXX, publicó en 2022 un seguimiento a los borradores
del manual WPATH versión 8, donde se incorporaba una nueva definición: el “eunuco”, individuo que desearía eliminar o
atrofiar sus genitales. La entrada alcanzó un capítulo entero dentro del nuevo manual WPATH (nro. 30 en nuestras
“Referencias”). Junto con malinterpretar y descontextualizar la figura del eunuco histórico dentro de otras culturas, la
referencia bibliográfica del manual incorpora como fuente destacada el Archivo Eunuco (The Eunuch Archive), sitio web que
comparte relatos de pornografía infantil y sadomasoquismo extremo. Gluck ofrece pruebas convincentes de que entre los
fundadores del Archivo Eunuco figurarían colaboradores de WPATH y la Asociación Estadounidense de Psiquiatría. Incluso
el nombre del redactor líder del capítulo “Eunucos” del manual WPATH coincide con el de uno de los fundadores del
mencionado archivo. Ver: https://reduxx.info/top-trans-medical-association-collaborated-with-castration-child-abuse-
fetishists/. Ver: https://reduxx.info/top-academic-behind-fetish-site-hosting-child-sexual-abuse-fantasy-push-to-revise-wpath-
guidelines/

(41) Keo-Meier, C. y Ehrensaft, D. (Editores). (2018). The Gender Affirmative Model: An Interdisciplinary Approach to Supporting
Transgender and Gender Expansive Children, p. 13.

(42) WPATH-USPATH. (2023). “USPATH and WPATH Confirm Gender-Affirming Health Care is Not Experimental; Condemns
Legislation Asserting Otherwise”, p. 2.

(43) Davis, L. S. (2022). What Happened in Finland and Sweden? lisaselindavis.substack.com. Lisa Selin Davis, autora del libro
Tomboy, reflexionó en la película Affirmation Generation (2023): “Está en manos de quienes somos de izquierda el revertir esta
situación. Deseo que los liberales hagan espacio a la diversidad sin decirle a sus hijos que necesitan abandonar el sexo de
nacimiento”.

(44) Gender Exploratory Therapy. (2020) A Clinical Guide for Therapists Working with Gender-Questioning Youth, pp. 29-33.

(45) Cass, H. (2022). The Cass Review. Independent review of gender identity services for children and young people: Interim report,
pp. 62-63.

(46) https://diprece.minsal.cl/consulta-publica-politica-nacional-de-salud-para-personas-trans-y-de-genero-diverso/

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