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DE LUKÁCS A ALTHUSSER: LA HISTORIA DRAMÁTICA
DE VEINTE PÁGINAS NUNCA ESCRITAS*

PEDRO BENÍTEZ MARTÍN

«La plus grande lacune du marxisme, y compris


de l'oeuvre de Marx et même de Lénine, était
la philosophie ...».
Althusser

«De Lukàcs a Althusser», «veinte pàginas nunca escritas», asuntos diversos


complicados por esa expresión «historia dramática». ¿De qué tratamos? Como
acabo de decir, de dos cuestiones separadas por los dos puntos del título: de un
lado tratamos de Lukàcs y de Althusser, del otro de la historia de algo que no
existe, de veinte pàginas que, sin existir, han deparado una historia que yo
califico de dramàtica. Pero ¿cómo es esto posible?, ¿por qué preocuparnos de
veinte pàginas que nunca han existido?
Permitidme, para responder a esta pregunta, contar una historia.

Había una vez, en el siglo pasado, un señor llamado Karl Marx que escribió
un libro titulado El Capital, que, en realidad, debía ser solo el primero de un
1
gigantesco proyecto diseñado en 1 8 4 4 . Marx era un sabio, le gustaba la ciencia,

* Como se observará, a lo largo del presente trabajo aparecen diversas referencias a textos
inéditos de L. Althusser. Estos textos se encuentran todos ellos en el Institut mémoires de l'édition
contemporaine (IMEC) de París. Quiero agradecer públicamente a Olivier Corpet, su administra-
dor, y François Matheron, responsable de los «Fonds Althusser», las facilidades que me han dado
para consultar estos fondos. Aprovecho también para dar las gracias a un joven filósofo japonés,
Yoshihiko Ichida, que en París me brindó desinteresadamente su ayuda y fue el primero en llamar
mi atención sobre algunos textos cuya existencia misma ignoraba.
1 «Haré sucesivamente, en folletos distintos e independientes, la crítica del derecho, de la
moral, de la política, etc., y trataré, por último, de exponer en un trabajo especial la conexión del
todo, la relación de las distintas partes entre sí, así como la crítica de la elaboración especulativa
de aquel material.» Marx, K.: Manuscritos Economía y Filosofía. Alianza Editorial, Madrid, 1 9 8 0
a
( 8 ed.). p . 4 7

53
quería dominar todo teóricamente, y lo que más deseaba era encontrar la esencia
última del funcionamiento de la sociedad capitalista, burguesa; pero Marx era
también un revolucionario, de ahí que este libro fuera concebido como «el
2
proyectil más formidable disparado a la cabeza de la burguesía» , porque, decía
Marx, esta obra representaba a una «clase cuya misión histórica es derrocar el
régimen de producción capitalista y abolir definitivamente las clases: el proleta-
3
riado» .
Marx se había aliado con esos revolucionarios desencantados, las más de las
veces por las innumerables derrotas, con los círculos de emigrantes alemanes y
con los círculos socialistas franceses. Había fundado incluso la Liga de los Justos
que se convertiría después en Liga de los Comunistas. Su ciencia tenía como
única razón de ser su ser revolucionario. Marx aspiraba a conciliar ambas cosas.
Expresó su deseo públicamente, como en la Asociación Internacional de
Trabajadores, ante cuya Asamblea dijo: «la clase obrera posee un elemento de
triunfo: el número. Pero el número pesa poco en la balanza si no está unido por
4
la asociación y guiado por el saber» . Se trataba en realidad del «sueño del
encuentro entre la humanidad sufriente que piensa y la humanidad pensante que
5
es oprimida que no podrá ser impedida por el mundo animal de los filisteos» .
Pero era sólo un sueño. Su realización, Marx lo sabía después de haber oído
la historia de un tal Galileo, no dependía sólo de su ciencia, de su profundo saber.
Sabía que para que una verdad científica fuera asumida no bastaba con
proclamarla a los cuatro vientos. Marx no esperaba milagros. Quería que ese
saber llegara a la humanidad sufriente, y si durante el proceso algunos miembros
de la humanidad pensante se sumaban, pues tanto mejor. Marx sabía
—sospechaba al menos— que esto no era posible por sí solo, que esto sólo
ocurre en los cuentos, ¡creer que un conjunto de desarrapados proletarios podría
organizarse por el simple hecho de leer El Capital!
Hacía falta algo más, un algo llamado filosofía. Por esa razón, en una de las
numerosas ocasiones en las que Marx se ponía a hablar, dijo que la emancipa-
6
ción tenía un corazón, el proletariado, y una cabeza, la filosofía .
Desde que Marx tuvo esta intuición, comenzó a pensar en el asunto, y pocos
años después, en 1 8 4 5 , concibió un pequeño estribillo que llegaría a ser, con

2 Carta de Marx a J.Ph. Becker, 17 abril 1 8 6 7 , en Cartas sobre El Capital, Materiales,


Barcelona.
3 Marx: Postfacio a la Segunda edición, El Capital, FCE, México, 1 9 8 7 ( 2 0 - reimp.). I, p.xx.
4 Marx: «Manifiesto Inaugural de la Asociación Internacional de los Trabajadores», en Marx-
Engels, Obras Escogidas, Progreso, Moscú, 1 9 7 3 . p.12.
5 Estas palabras están tomadas del trabajo, aún inédito, de J o s é Luis Rodríguez «K.M. (El
porvenir de una ilusión)» cuyo manuscrito me ha permitido, muy gentilmente, consultar.
6 Marx: «Contribución a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel» en Anales franco-
alemanes. Ed. Martínez Roca, Barcelona, 1 9 7 0 . p . 1 1 6

54
el paso de los años, muy popular. Decía así: «hasta ahora los filósofos se han
limitado a interpretar el mundo, de lo que se trata es de transformarlo». De esta
manera anunciaba Marx la buena nueva de una revolución filosófica sin
precedentes con cuya ayuda, al fin, podría ponerse en movimiento ese corazón
sin saber que era el proletariado.
No era una fanfarronada. Era una intuición fantástica, pero consciente de su
importancia, Marx prefirió no difundirla antes de haberla madurado un poco, no
fuera a malograrse por la precipitación. El tiempo pasaba, y mientras maduraba
la idea, Marx empezó a trabajar en El Capital. Un día, mientras estudiaba en
la Biblioteca del British Museum, se dio cuenta de que para llevar a buen término
sus investigaciones precisaba de un buen método. Lo descubrió, en Hegel.
Animado por su buena suerte escribió a su amigo Engels para darle la buena
noticia. Se lamentaba sin embargo de que dicho método no fuera del todo
accesible a los hombres de simple sentido común y por esta razón escribió a su
amigo: «Si un día vuelvo a tener tiempo para este tipo de trabajo, me gustaría
muchísimo, en dos o tres pliegos de imprenta, hacer accesible a los hombres de
sentido común, el fondo racional del método que Hegel descubrió, pero al
7
mismo tiempo mixtificó.» Esto ocurría en 1 8 5 8 .
Tenemos así de un lado la intuición de 1 8 4 5 , de otro este descubrimiento de
1 8 5 8 , y ambos apuntaban en realidad a un mismo asunto, la filosofía.
El tiempo pasaba y Marx seguía sin encontrar el momento oportuno para
detenerse en esas brillantes ideas; en su lugar, seguía enfrascado en la
interminable investigación de El Capital. En 1 8 7 3 , después de publicar los
primeros resultados de su investigación, Marx recordó nuevamente aquellas
ideas sobre las que prometió —aunque de esto ya no se acordaba— escribir algún
día; y escribió, pero no fueron veinte páginas, ni dos o tres pliegos de imprenta,
sino apenas unos breves compases que no colmaban el proyecto sinfónico
anunciado hacía ya casi un cuarto de siglo.
Pero unos compases son unos compases, con ellos puede comenzarse una
composición. Marx retomaba allí la misma idea de 1 8 5 8 , decía que su método
dialéctico era distinto del de Hegel, que estaba mistificado. Añadía sin embargo
que Hegel había descubierto las formas generales del movimiento y que aunque
la dialéctica de Hegel estaba invertida, vuelta del revés, era crítica y revolucio-
8
naria por su misma esencia . Esto era todo, muy poco, casi tan poco como
aquellas pocas líneas a las que se reducía el que debía ser uno de los capítulos
fundamentales de su inacabada obra, me refiero al capítulo de "Las clases" con
el que se cierra el Libro III de El Capital.

7 Carta a Engels de 1 4 / 0 1 / 1 8 5 8 , en Cartas sobre el Capital, ed. cit.


8 Postfacio a la 2- ed. del Capital, cit., pp. xxiii-xxiv.

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Marx aún vivió 10 años, pero su vida se desvaneció sin que encontrara
nuevamente tiempo para madurar aquella revolución anunciada cuya inspira-
ción le sacudió un día en la primavera de 1 8 4 5 .
Extraña suerte la de una simple inspiración que años más tarde daría lugar
a todo un sistema filosófico denominado materialismo dialéctico.
Extraña paradoja la de un hombre que en 1 8 4 3 había escrito:
«La misión de la historia consiste [...] una vez desaparecido el más allá de la
verdad, en averiguar el más acá. Y en primer término, la misión de la filosofía, que
se halla al servicio de la historia, consiste, una vez que se ha desenmascarado la
forma de santidad de la autoenajenación humana, en desenmascarar esa
autoenajenación en sus formas no santas. De forma que la crítica del cielo llega
a convertirse en crítica de la tierra, la crítica de la religión en la crítica del derecho,
9
la crítica de la teología en la crítica de la política» , para añadir más tarde las
enigmáticas palabras —los enigmas abundan en la obra de Marx—: «no podéis
10
superar la filosofía sin realizarla [ni] realizar la filosofía sin eliminarla.»

Afortunadamente las intuiciones de Marx fueron pronto recogidas, muy


rápidamente, antes incluso de su muerte. El primero en hacerlo fue su
inseparable amigo Engels, cuyas investigaciones corrieron paralelas a las de
Marx inaugurando una extraña división del trabajo donde el uno se encargaba
de la economía política mientras el otro se ocupaba de la filosofía, elaborada por
lo general en forma de polémica. Engels puso, pues, manos a la obra,
especialmente en el Anti-Dühring, donde se proponía llenar los silencios de
Marx ofreciendo al mismo tiempo a los obreros —corazón de la emancipación—
11
una exposición popular de la doctrina marxista como concepción íntegra .
Engels pensó que incluso sería bueno hacer públicas aquellas notas de Marx
12
donde se encontraba «el germen inicial de la nueva concepción del mundo» en
las que él se había inspirado. Fue así como aparecieron por primera vez las
llamadas Tesis sobre Feuerbach, que se añadieron como apéndice a Ludwig
Fuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana.
De este modo, el silencio de Marx parecía definitivamente desterrado y con
ello, aquel sueño marxiano de los lejanos años 40 parecía por fin próximo a
realizarse.
Pero la historia es rebelde. La realidad, terca las más de las veces, se encargó
de contradecir estas previsiones. Los herederos "oficiales" de Engels, Bernstein

9 «Contribución a la crítica de la filosofía del Derecho de Hegel», cit., p . 1 0 2


10 Ibid., p. 1 0 8
11 Esta exposición popular no es otra que «Socialismo utópico y socialismo científico»,
donde Engels reelabora tres de los capítulos del Anti-Dühring.
12 Nota preliminar de la edición de 1 8 8 8 de Ludwig Fuerbach y el fin de la filosofía clásica
alemana.

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y posteriormente Kautsky, traicionaron las esperanzas revolucionarias que en
ellos se habían depositado y condujeron la filosofía y la política de Marx y Engels
por los derroteros del evolucionismo y el oportunismo Se sirvieron incluso, sin
ningún rubor, de los propios escritos engelsianos. Estos autores cruzaron la
frontera de lo admisible y separaron lo que en Marx estaba tan inextricablemente
13
unido: ciencia y revolución . El problema de la filosofía marxista no estaba pues
definitivamente resuelto, aunque volvió a ser puesto nuevamente sobre el tapete
por el llamado «marxismo occidental», por Lukács en primer lugar, como intento
de dar nueva vigencia al método dialéctico de Marx y aplicarlo al problema de
la revolución.
El hilo de la historia, al menos aparentemente, se restablece. Se adivina
incluso un cambio de tendencia en la producción teórica marxista, de tal forma
que «una notable proporción de lo que produjo el marxismo occidental se
14
convirtió en un prolongado e intrincado discurso del método» . Primero fueron
Korsh o Lukács con títulos por lo demás tan significativos como Marxismo y
filosofía o "¿Qué es el marxismo ortodoxo?", después vinieron otros hombres
como Adorno o Sartre, finalmente apareció Louis Althusser con su Para leer
el Capital. Pero algo extraño sucede, esta nueva generación que debía continuar
y desarrollar la herencia de Marx pretendía erigir esta filosofía marxista sobre las
15
ruinas de la herencia filosófica de Engels , esto es, a costa del hombre que por
primera vez desarrolló la inspiración marxiana del 45 y ofreció de forma
accesible y sistemática la filosofía marxista. Parecemos condenados a un círculo.
Nos hallamos nuevamente como al principio.

Comencemos, pues nuevamente. "De Lukács a Althusser: la historia dramá-


tica de veinte páginas nunca escritas".
¿Qué pretendemos?
Abordar el problema de la filosofía marxista, de su producción como tal
filosofía y del problema planteado por la constatación de su precaria existencia.
Ahora bien, tal como indicaba en el título voy a hacerlo partiendo fundamental-
mente de dos autores, de Lukács y de Althusser. ¿Por qué?

13 Vid. R. Hilferding: Finanzkapital, en cuyo prólogo se lee: «... es una concepción falsa,
aunque muy extendida intra y extra muros, identificar sin más el marxismo con el socialismo.
Porque lógicamente, considerado sólo como sistema científico, prescindiendo por tanto de sus
repercusiones históricas, el marxismo no es más que una teoría de las leyes del movimiento de
la sociedad». Cfr. K. Korsh: Marxismo y filosofía, Ariel, Barcelona, 1 9 7 8 , p. 9 8 .
14 Anderson, P.: Consideraciones sobre el marxismo occidental, Siglo XXI, Madrid, 1 9 8 7
a
(7 ed.) p. 68
15 Me limito aquí a constatar una tendencia sin entrar a hacer valoraciones sobre la misma.
Comparto sin embargo la preocupación y las advertencias lanzadas por Bermudo Ávila en su obra
Engels contra Marx, Barcelona, 1 9 8 1 .

57
La elección no es desde luego gratuita. La idea se la debo en realidad a Etienne
Balibar que hace pocos años escribió que Lukács y Althusser, mejor, que
Historia y Consciencia de clase y Pour Marx forman «les deux bords de la
e
théorie communiste dans le marxisme du XX siècle, dont l'opposition même
16
signale qu'un cycle complet a été parcouru».
La idea ciertamente me sedujo y busqué el momento de encontrar algo de
tiempo para rumiarla. Este seminario me ofreció la posibilidad de hacerlo; por
los resultados, ustedes valorarán si ha valido la pena.
Decimos, pues, con Balibar, que Althusser y Lukács son los dos bordes
teóricos, bordes que además coinciden con las fronteras espacio-histórico-
temporales del mundo comunista: por un lado su obra se extiende del Este
(Hungría) al Oeste (Francia), pero además, el primero inició su obra en los albores
de la revolución soviética mientras la del otro se extingue con los primeros
síntomas del ocaso y derrumbe del mundo surgido en 1 9 1 7 .
Existe empero otra característica, sugerida también por E. Balibar, que define
17
la relación de estos dos autores , su simetría, la cual alcanza incluso a sus
aspectos formales: Historia y consciencia de clase y Pour Marx fueron objeto
de la autocrítica posterior de sus autores, ambas obras son una colección de
ensayos y no fueron por tanto concebidas en principio como libros, sino como
18
intervenciones políticas en coyunturas bien definidas organizadas en torno a
la filosofía o, mejor dicho, al «fin de la filosofía».
Y sin embargo, y esto es sorprendente, no existe entre ellos ningún diálogo
explícito. Ausencia extraña dada la condición de figuras fundamentales de la
teoría marxista de nuestro siglo que, en todo caso, sería merecedora de un
estudio que aquí no podemos abordar.
Podríamos quizás pensar en un Lukács viejo y cansado, obligado en diversas
19
ocasiones al «silencio» y a la retractación pública de sus posiciones heterodoxas

16 Balibar, E.: «Le non-contemporain» en Ecrits pour Althusser, La Découverte, Paris.


1991. p.101
17 Aunque hablo genéricamente de «autores», salvo que indique lo contrario hablo del joven
Lukács y del Althusser que podemos llamar althusseriano, esto es, del período 1 9 6 0 - 1 9 7 5 .
18 En el caso de Lukács una coyuntura caracterizada políticamente por el fracaso de la
revolución húngara y el reconocimiento de lo equivocado de las esperanzas en una revolución
comunista mundial inmediata. En el caso de Althusser, la coyuntura estaba definida por la ruptura
del Movimiento Comunista Internacional y la denuncia realizada contra Stalin en el XX Congreso
del PCUS. En todo caso no está de más ver los prólogos de las obras en las que centramos nuestro
estudio, donde los autores analizan brevemente la coyuntura en la que se encuentran: G. Lukács:
«Prólogo a la Primera edición», Historia y consciencia de clase (2 tomos), Orbis, Barcelona, 1 9 8 5 .
t.I, p p . 4 7 - 5 3 (En adelante, cuando me refiera a esta obra la citaré como HCC) y L. Althusser:
«Prefacio: Hoy» en La revolución teórica de Marx, Siglo XXI, México, 1983 (20- ed.). pp. 13-
3 0 . (En adelante me referiré a esta obra como RT)
19 Una explicación breve y muy interesante de esta cuestión la ofrece el mismo Lukács en
el texto utilizado generalmente como presentación de las segundas ediciones (años sesenta) de su
obra Historia y consciencia de clase. Vid. ibid., pp. 1 1 - 4 5 .

58
justo después de haber desempeñado importantes cargos en la dirección del
partido o del gobierno húngaros, cansado también de sus disputas —con el
existencialismo francés, por ejemplo—, cansado ya por su edad avanzada — 8 0
años cuando Althusser publicó Pour Marx. Pero el silencio de Althusser es
menos comprensible dada su edad y su condición de filósofo occidental, y apenas
sí podríamos apuntar como argumento su escasa afición por las polémicas
públicas y el temor existencial a las mismas a pesar del refinado gusto por la
provocación teórica que reconociera en su "Soutenance d'Amiens" que llevaba
20
por significativo título la pregunta "¿Es sencillo ser marxista en filosofía?" .
De hecho no existe polémica entre ellos, como tampoco existe, en el caso
de Althusser, polémica con Sartre, para muchos su innominado antagonista.
Incluso Balibar, cuando sugiere que «si existe un texto en la tradición marxista
en el que Pour Marx nos debe hacernos pensar, éste es Historia y consciencia
de clase», afirma que la relación de Althusser con Lukács no se da de forma
directa, sino a través de un «maillon intermédiaire entre eux: les Aventures de
la dialectique de Merleau-Ponty (1955), dont toutes les critiques de la philosophie
communiste trouvent leur origine dans une discussion minutieuse de Lukács, et
qui, incontestablement, furent perçues par Althusser (bien plus que les textes de
21
Sartre) comme un grand défi intellectuel» . La posición de Balibar no excluye

20 Es difícil, refiriéndonos a Althusser, hablar de polémicas en sentido estricto, aunque sí


existen algunos conatos, como el artículo de 1 9 5 5 «Sur l'objectivité de l'histoire (Lettre à Paul
Ricoeur)» (Revue de l'Enseignement Philosophique nº 4. Año 5. abril-mayo 1 9 5 5 ) que iba
dirigido sobre todo a R. Aron, con el que sin embargo Althusser evitó entrar en polémica directa.
En realidad la única polémica digna de tal nombre es la sostenida con John Lewis y que dio origen
a su Réponse à John Lewis (Maspero, Paris 1 9 7 3 ) . Por lo que respecta a la polémica abierta con
Jacques Monod en 1 9 6 7 con ocasión del «Curso de Filosofía para científicos», sólo en 1 9 7 4
apareció su crítica como Apéndice a Philosophie et Philosophie spontanée des savants.
Respecto al «temor existencial» al que aludo remitiré tan solo a la autobiografía de Althusser, El
porvenir es largo, Destino, Barcelona, 1 9 9 2 , y a la biografía: Yann Moulier Boutang: Louis
Althusser. Une biographie. Grasset, Paris, 1 9 9 2 . En cuanto a la «Soutenance dAmiens» fue
publicada en Positions, Editions Sociales, Paris, 1 9 7 6 .
21 E. Balibar: «Le non contemporain», cit. p p . 1 0 0 y 1 0 2 n. Para entender estas afirmacio-
nes de Balibar respecto a la relación de Althusser y Merleau-Ponty habría que remontarse varios
años atrás, sin lo cual sería imposible entender incluso la referencia directa y totalmente crítica
que Merleau-Ponty hace a Althusser, casi totalmente desconocido entonces, en la propia Las
aventuras de la dialéctica (La Pléyade, Buenos Aires, p . 7 5 nota 11). No es éste el lugar apropiado
para analizar esta relación, aunque sí es imprescindible apuntar algunos elementos que ayuden a
la comprensión de la misma.
En los años inmediatos de posguerra, tres corrientes socialistas (personalismo, existencialismo
y marxismo), competían en Francia por el dominio intelectual. En la Escuela Normal Superior de
la rue d'Ulm, la influencia de las tres corrientes era enorme. Por diversos motivos, el joven
Althusser se hallaba bajo el influjo de las tres. La influencia personalista en Althusser no procedía
fundamentalmente de Mounier ni de Esprit, sino de su profesor de Lyon, J e a n Lacroix; la del

59
sin embargo la relación directa entre Lukács y Althusser, por cuanto Merleau-
Ponty podría perfectamente haber inducido a Althusser, como efectivamente
ocurrió, a estudiar al que con todos los honores ha llegado a ser considerado
22
como autor de «la Biblia de los existencialistas franceses» . Sin duda a esto
contribuyó el que desde finales de los 40 Althusser hubiera trabado ya
conocimiento de Lukács, tanto de sus tesis sobre el joven Hegel como de algunos
ensayos sobre crítica literaria como, casi con toda seguridad, de la polémica
pública que se desarrolló a comienzos de 1 9 4 9 entre Lukács y Sartre en las
páginas de Combat. Me atrevo por ello a sostener que Pour Marx fue escrito
23
teniendo ante sus ojos Historia y consciencia de clase. Relación especular
reconocible desde el mismo planteamiento y definición de sus respectivos

existencialismo no era desdeñable, sobre todo por la presencia en la escuela de Merleau-Ponty


con quien mantuvo una buena relación hasta la publicación de Las aventuras de ia dialéctica.
También Sartre debió ejercer algún tipo de influencia, pues sabemos que Althusser manifestó su
deseo de que fuera Sartre quien le dirigiera la tesina. En cuanto al comunismo, ésta era el lugar
natural hacia el que tendía Althusser desde hacía al menos dos años.
Mientras Althusser elaboraba su tesina, estalló la polémica Sartre—Koestler—Merleau-Ponty,
que fue seguida muy de cerca por Althusser ejerciendo una gran influencia sobre él. Aún a riesgo
de pecar de esquematismo, podríamos aventurar que Merleau-Ponty ofreció al joven Althusser,
muy especialmente a través de «Le Yogi et le prolétaire» (Humanisme et terreur. Essai sur le
problème communiste. Gallimard, 1 9 8 0 . La primera edición es de 1 9 4 7 ) , la justificación teórica
última que necesitaba para ingresar en el PCF, lo que finalmente aconteció en 1 9 4 8 .
22 J. Michaud: Teorie e storia del «Capitale» di Marx, cifr. P. Chiodi: Sartre y el marxismo.
Oikos-Tau, Barcelona, 1 9 6 9 . p. 68n. Como con gran acierto sugirió en el curso del debate que
siguió a esta ponencia mi amigo el Doctor Juan Manuel Aragüés, coordinador de este seminario,
Historia y Consciencia de clase no pudo ser la Biblia del existencialismo por cuanto no fue leído
por los existencialistas sino hasta muchos años después de que el existencialismo fuera ya una
corriente de pensamiento perfectamente constituida, lo que no impide sin embargo que
consideremos esta obra como la Biblia que podría haber llegado a ser.
23 Balibar añade en la misma nota citada con anterioridad: «pourtant, en dépit de quelques
allusions critiques, je doute qu'Althusser ait vraiment lu en entier, dans le texte, le livre de Lukács,
dont la traduction française complète (publiée malgré las protestations de l'auteur) date de 1 9 6 0 » .
Siendo riguroso en extremo, debo reconocer que Balibar tiene razón por cuanto en el ejemplar
de la obra de Lukács que se hallaba en la biblioteca de Althusser, algunos de los ensayos han sido
pasados por alto; pero desde otro punto de vista hay que recalcar que en su mayor parte el libro
ha sido minuciosamente leído, lo que podría inducirnos a pensar que los ensayos aquí no leídos
fueron conocidos por otras vías. El conocimiento de la obra de Lukács quizás no es profundo, pero
junto a Historia y consciencia de clase se hallaban otras obras de Lukács como por ejemplo
Goethe et son époque (Nagel, 1 9 4 9 , Paris) o de otros autores «izquierdistas» como Korsh y su
Marxisme et Philosophie, si bien la edición francesa de esta obra es de 1 9 6 4 . La peculiaridad
de estas lecturas junto a otros indicios que irán saliendo a lo largo de mi exposición me permiten
sostener la tesis de que entre ambos autores existe una relación especular directa, intensificada
si cabe aún más por la mediación de Merleau-Ponty. Estos libros, así como los archivos del filósofo
francés, se encuentran ahora en el IMEC de París.

60
proyectos con cuya formulación vamos definitivamente a adentrarnos en el tema
que nos ocupa.
El proyecto lukácsiano comienza como sigue: «Es sabido que el propio Marx
pensó en escribir una dialéctica [...] Las presentes páginas [...] no pretenden en
ningún momento ofrecer un esbozo de una tal dialéctica. Pero sí que es su
intención el suscitar una discusión en ese sentido, volver a plantear metódica-
24
mente la cuestión.»
El mismo planteamiento lo encontramos repetido por Althusser si bien en
términos mucho más ambiciosos y en clara beligerancia con Lukács desde el
comienzo de su obra: «El fin del dogmatismo nos ha puesto frente a esta realidad:
que la filosofía marxista [...] está en gran parte todavía por constituirse, pues
como decía Lenin, sólo han sido colocadas las piedras angulares; que las
dificultades teóricas en las que nos habíamos sumergido, bajo la noche del
dogmatismo, no eran dificultades totalmente artificiales, sino que se debían
también, en gran parte, al estado de no elaboración de la filosofía marxista; aún
más, que en las formas congeladas y caricaturescas que habíamos soportado o
mantenido, y hasta en la monstruosidad teórica de las dos ciencias, estaba
realmente presente, con una presencia ciega y grotesca, un problema aún no
solucionado (me bastan por testigos las obras del izquierdismo teórico: el joven
Lukács y Korsh); y finalmente que nuestra suerte y nuestra tarea es simplemente
plantear y afrontar estos problemas abiertamente, si queremos dar un poco de
25
existencia y consistencia teórica a la filosofía marxista.»
Ambos autores constatan además que para llevar adelante su propósito se
impone como necesario abordar y resolver el problema de la relación Marx-
Hegel, primeramente por pura cuestión metodológica, «el tratamiento del
problema de la dialéctica concreta e histórica es [...] imposible sin atender
26
debidamente al fundador de ese método, Hegel, y a su relación con Marx» ,
pero además por las implicaciones que de las conclusiones acerca de esta
relación se derivarían, pues, como acertó a señalar Althusser, «la relación Marx-
27
Hegel es una cuestión teórica y política [...] decisiva» .
No resulta extraña la coincidencia en la definición de los planteamientos
iniciales que se extiende más allá de esta primera formulación del althusserismo
para perderse en lo que Yann Moulier ha denominado la prehistoria althusseriana,
el «pre-Althusser», lo que nos sitúa en los años de la inmediata posguerra cuando

24 HCC. «Prólogo». I, p. 5 2 .
2 5 RT. p. 2 2
2 6 HCC. I, p. 5 0
27 Althusser: «Sobre la relación Marx-Hegel» en Escritos 1968-1970. Laia, Barcelona,
1975. p.55

61
la interpretación de Marx —o mejor del joven Marx, cuyos Manuscritos de 1844
se habían hecho por primera vez públicos en 1 9 3 2 en Alemania—, se hace
desde la lectura en clave existencialista-humanista de la Fenomenología del
Espíritu de Hegel. Esta interpretación llegó a convertirse en la interpretación
dominante de Marx en, al menos, los ambientes intelectuales de París entre los
28
que la École Normale Supérieur de la rue d'Ulm ocupaba un lugar privilegiado.
Así mientras Lukács situaba a Hegel, frente a Feuerbach, como verdadero
precursor de Marx, subrayando su importancia «material» por el papel «decisivo»
29
de las categorías del método hegeliano para el materialismo histórico ,
Althusser no le iba a la zaga al escribir, en 1 9 4 8 : «la nécessité hégelienne est trop
présente au coeur de la pensée marxiste pour que Marx se soit servi par occasion
seulement des armes de Hegel pour le combattre», en realidad «Hegel est la
30
rigueur silencieuse de Marx» .
La posterior evolución de Althusser hasta la redacción de los ensayos de Pour
Marx va ciertamente en dirección opuesta a la de Lukács, operándose un giro
de 1 8 0 º , aunque manteniéndose fiel a la problemática ya definida en la
31
Mémoire en torno a la pregunta acerca de la relación Marx-Hegel, cuyo perfil
y forma precisa irá definiéndose en los años venideros siguiendo a un maestro
de excepción: Lukács, mas no el de Historia y consciencia de clase (aún
desconocido), sino el de El joven Hegel.
No hay nada de extraño, pues en 1 9 4 9 Lukács acudió a París para dar
diversas conferencias y, casualmente, Althusser asistió a una de estas conferen-

28 Habría que recordar aquí las clases que durante los años 30 impartió A. Kojève en la
Escuela de Altos Estudios, de donde saldría, en 1 9 4 7 , la Introduction à la lecture de Hegel. Como
muy acertadamente ha hecho Pierre Macherey, podemos considerar a Kojève como el verdadero
introductor o «iniciador» del hegelianismo en Francia. Vid. P. Macherey: «Kojève l'initiateur» en
Magazine littéraire n° 2 9 3 (novembre 1 9 9 1 ) pp. 5 1 - 5 4 .
Por otro lado, como ya señalamos en la nota 2 1 , la izquierda intelectual se mueve entre las
tres corrientes: personalista, existencialista y comunista. A esto habría que añadir que la vía hacia
a
el comunismo adoptaba por lo general un camino caracterizado por dos etapas consecutivas: 1 -
a
Hegel, 2 Marx. Vid. Jean-Philippe Mochon: Les é l è v e s de l'École Normale Supérieur de la rue
d'Ulm et la politique, Université Charles de Gaulle, Lille III, 1 9 9 3 . Mémoire de Maîtrise
d'Histoire (trabajo inédito).
2 9 HCC. I, p. 5 2
30 Althusser, L.: Du contenu dans la pensée de G. W.F. Hegel. Mémoire de DES ( 1 9 4 8 ) ,
pp. 1 6 8 y 1 5 7 respec.
31 «On peut donc dire que dans le marxisme le statut réel de la nécessité hégelienne ne
coïncide pas avec son statut idéologique, autrement dit que le comportement marxiste, qui est réel
et fécond, n'a pas encore resaisi sa propre structure, parce qu'il n'a pas clairement conçu la place
de la vérité hégelienne dans sa propre réalité. Cette défaillance nous reonvoie à notre temps et
pose, même idéologiquement, pour les philosophies «abstraites» contemporaines le problème du
statut de Hegel dans notre monde.» Ibid. p . 1 8 7 .

62
cias pronunciada en la Sorbona. La conferencia en cuestión trataba del joven
Hegel. Althusser tomó notas que cuidadosamente mecanografió y conservó
entre su papeles. Sin duda estas notas se hallan en el origen de las referencias
indirectas que Althusser hace al libro de Lukács en sus textos de los años 1 9 4 9 -
3 2
1 9 5 4 . Una simple comparación entre la conferencia de Lukács —según el
texto redactado por Althusser— y los textos de Althusser sobre «le retour à
Hegel» (1950) y Pour Marx (1965) constataría la presencia de un mismo
33
esquema . Si a esto añadimos que en la biblioteca de Althusser se halla, como

32 Estas notas constan de cinco folios mecanografiados por las dos caras. Los textos a los
que me r e f i e r o son «Le retour à Hegel, dernier mot du révisionnisme universitaire» en La
Nouvelle Critique nº 20 (noviembre 1 9 5 0 ) p. 50n. y a «Note sur le matérialisme dialectique» en
Reuue de l'Enseignement Philosophique n° 1, año 4, octubre-noviembre 1 9 5 3 . p.12n. El texto
de La Nouvelle Critique, sobre cuya autoría no existe la más mínima duda, no aparece sin
embargo firmado por Althusser, sino por La Commission de Critique du Cercle des philosophes
communistes. Quiero por otra parte añadir que si bien son escasas las referencias de Althusser
a la obra de Lukács, éste es el único autor marxista no incluido entre los clásicos (Marx, Engels,
Lenin, Stalin, y para Althusser también Mao) que es citado en el período 1 9 4 7 - 1 9 5 4 : una primera
referencia tangencial aparece en su tesina, donde además se distancia del Sartre de Matérialisme
et révolution, (vid n. 2 4 9 de la tesina); aparece otra referencia en su carta a J e a n Lacroix de las
Navidades de 1 9 4 9 - 1 9 5 0 , en la que critica muy duramente a Mounier y rompe con el
personalismo; en el artículo de 1 9 5 0 de La Nouvelle Critique, donde hace suya la radicalidad de
la posición asumida por Lukács en su polémica con el existencialismo (aunque el tono se
corresponde ciertamente con el de la guerra fría), y en el artículo de 1 9 5 3 donde define por primera
vez las líneas de lo que será su proyecto. Lukács será además citado junto a los nombres de Korsh
y Gramsci en algunos de sus proyectos de elaboración de una filosofía marxista que siempre
permanecieron en el estado de proyectos y borradores.
33 Reproduzco algunos pasajes significativos de estos textos:
Texto 1, las notas de la conferencia de Lukács en la que, según Althusser, «Lukács veut
démontrer en quoi Hegel peut être consideré comme le précurseur de la dialectique matérialiste
de Marx...», dice así: «D'où l'importance capitale de l'évolution de Hegel avant Iéna.
Malheureusement, beaucoup de textes sont perdus. Cette période est importante car on l'a trop
exclusivemente interprétée comme une période théologique: Dilthey en a donné une interprétation
dans le sens d'un irrationalisme, quasi précurseur de la Lebensphilosophie. Glockner également
voit dans le jeune Hegel le véritable Hegel en opposition avec le jeune Hegel de la maturité, qui
est rationaliste. L'interprétation de Jean Wahl est aussi une interprétation religieuse à partir des
textes de la jeunesse.»
Texto 2: «Le retour à Hegel»: «II se fit alors tout une exégèse édifiante dont Dilthey, Haering,
Kroner et Glockner furent en Allemagne les initiateurs, Jean Wahl et Hyppolite en France les
répétiteurs. Toute l'opération avait pour but de montrer, selon les fortes paroles de Dilthey, que
la dialectique n'est pas scientifique, que «la dialectique n'est que l'irrationnalisme constitué en
méthode», qu'il faut donc chercher le vrai de la dialectique «rationnelle» dans un «irrationnalisme
primitif», ou encore le vrai du «panlogisme» hegelien dans un «pantagrisme» fondamental. Quand
á l'"irrationnalisme", au "pantagrisme" primitifs, il fallut bien les trouver quelque part, autant que
possible avant le "rationnalisme" et le "logisme". Si jamais la jeunesse servit à quelque chose, ce

63
hemos dicho, un ejemplar de Histoire et Conscience de classe (1960) que ha
sido estudiado y subrayado con sumo cuidado, dos conclusiones se imponen
antes de avanzar por el camino trazado:
1. Althusser ha tenido permanentemente presente durante la redacción de
Pour Marx la obra de Lukács
2. La obra de Althusser es un ajuste de cuentas con Lukács, pero Lukács no
es sino la representación de sí mismo, de su prehistoria, que es el rostro
innominado de su verse reflejado en el filósofo húngaro.
Pero sigamos.

El punto de partida del análisis de ambos autores es el comentario de 1 8 7 3


de Marx sobre su método dialéctico mas, como acertadamente subraya Lukács,
«lo que interesa no es la opinión de Marx acerca de la importancia de la dialéctica
hegeliana para su método, sino la importancia material de la dialéctica hegeliana
34
para el marxismo» , lo que conduce necesariamente a cuestionar la propia
valoración que hace Marx de la relación entre su método y el de Hegel y a
tratarlos como síntomas de un desajuste. Dos son las expresiones principales

fut dans cette géniale opération. Ce fut l'âge d'or des oeuvres de jeunesse hégeliennes. On les
publia (Nohl 1 9 0 7 , Lasson 1 9 2 3 , Hoffmeister 1 9 3 1 et 1 9 3 6 , oeuvres de Bernme, Francfort et
lena) on les décortiqua. Elles étaient obscures, on les dit irrationnelles; elles parlaient de religion,
on decida qu'elles étaient religieuses; elles décrivaient des conflits, on décréta qu'elles étaient le
déchirement même. Il n'y avait plus qu'à entonner un couplet sur les "intuitions de jeunesse" (dont
on sait bien qu'un homme mûr ne se défait jamáis, mais qu'il passe son existence à développer,
expliquer, traduire, comme nous passons tous notre vie à courir après notre premier amour
adolescent), et à proclamer que toute la puissante dialectique de la maturité n'était que la monnaie
de ces intuitions fondamentales, de ces intuitions religieuses, irrationnelles tragiques. Le tout était
joué, et pour comprendre la Phénoménologie et l ' E n c y c l o p é d i e , on nous renvoie sans rire à
Abraham, son fils et le désert. II est trop clair désormais que cette exégèse n'est qu'une opération.»
(pp. 5 0 - 5 1 )
Texto 3, La revolución teórica de Marx: «...ciertos filósofos marxistas fueron reducidos, y
reducidos por un movimiento natural donde no entraba ninguna táctica reflexiva, a disfrazarse -
a disfrazar a Marx en Husserl; a Marx en Hegel; a Marx en el joven Marx ético o humanista-, con
el peligro de llegar a confundir un día u otro la máscara con la cara», y «Filósofos, ideólogos,
religiosos se han lanzado en una gigantesca empresa de crítica y conversión: que Marx vuelva a
las fuentes de Marx y que confiese que el hombre maduro no es en él sino el joven Marx disfrazado.
O si persiste y no cede en su edad, que confiese entonces su pecado de madurez, que reconozca
que sacrifica la filosofía a la economía, la ética a la ciencia, el hombre a la historia. Acéptelo o
no, su verdad, todo lo que puede sobrevivirle, todo lo que puede ayudar a vivir y pensar a los
hombres como nosotros, se encuentra en esas pocas obras de juventud» «Prefacio Hoy» y «Sobre
el joven Marx» pp. 19 y 40 resp.
3 4 HCC. I, 5 0

64
utilizadas por Marx para nominar esta relación, «coqueteo» e «inversión», y las
dos serán puestas en cuestión.
Por un lado, encontramos el término «coqueteo», considerado por Lukács
como responsable de haber inducido en muchos casos «a considerar la dialéctica
35
como un añadido estilístico superficial a la obra de Marx» , e interpretado por
Althusser como «el juego de un drama real, en sentido estricto, en el que
antiguos conceptos desempeñan desesperadamente el papel de un ausente que
no tiene nombre para ser llamado en persona al escenario, produciendo su
presencia sólo en sus fallas, en el desajuste [décalage] entre los personajes y los
36
papeles» .
Más importante aún, a pesar de que no es abordado directamente por
Lukács, aunque sí lo fue por Korsh en unos términos que recuerdan en la letra
37
perfectamente a Althusser , resulta el otro término, «inversión», por cuanto
Althusser hará depender de la resolución de este problema el futuro de la
dialéctica marxista. Para Althusser, la fórmula «inversión» «no es sino indicativa,
38
aún más, metafórica, y que plantea tantos problemas como resuelve» , pues «si
no se trata sino de una inversión, de una puesta al derecho de aquello que estaba
al revés, es claro que hacer variar un objeto todo entero no cambia ni su
39
naturaleza ni su contenido por la virtud de una simple rotación»
La orientación que se desprende de los comentarios de estos términos difiere
verdaderamente en ambos autores, pero lo que es interesante destacar en estos
momentos es la catalogación y consideración de estos términos como síntomas
cuyo significado real hay que desentrañar, y que se halla en el origen del
concepto utilizado por Althusser para definir su lectura como «lectura sintomal»,
único método posible para alcanzar a descubrir la filosofía marxista; filosofía que
uno, Lukács, descubrirá como continuación y superación (en sentido hegeliano)

35 Ibid., p. 5 0 .
3 6 RT. p p . 3 4 - 3 5 .
37 «Es ya tiempo de acabar con la concepción superficial según la cual la transición de la
dialéctica idealista de Hegel a la dialéctica materialista de Marx es una cosa tan simple, que se
puede efectuar mediante una simple "inversión", la simple "transposición" de un método que, por
lo demás, permanece inalterado», pues con semejante «inversión materialista» «sólo podría, en el
mejor de los casos, introducirse un cambio terminológico, un cambio que consistiría en no llamar
ya "espíritu" a lo absoluto, sino "materia"»: Marxismo y filosofía, cit. pp., 1 8 1 y p . 5 4
respectivamente.
Aquí es difícil establecer algún tipo de conexión directa entre Althusser y Korsh, pues si bien
es cierto que Althusser ha leído con gran detenimiento Marxismo y filosofía, no es menos cierto
que la edición que hemos encontrado en su biblioteca es de 1 9 6 4 , y no tengo indicios de una lectura
de esta obra anterior a esa fecha.
3 8 RT. p . 7 2
39 Ibid., p. 5 9 . vid. tb. la nota 35 que aparece en esa misma página.

65
de la dialéctica de Hegel, mientras el otro, Althusser, la descubrirá como
consecuencia de una «ruptura», una «revolución teórica» que consiste justamente
en que Marx fundó su pensamiento teórico sobre un nuevo elemento liberado
40
definitivamente del viejo, de las filosofías hegeliana y feuerbachiana .
El proyecto de ambos es combatir las tendencias mecanicistas que domina-
ban el marxismo en sus respectivas situaciones, pero su forma de proceder es
totalmente distinta, pues mientras Lukács intenta hacerlo a través de la irrupción
de la subjetividad, Althusser lo hará desde una perspectiva por él mismo
denominada «antihumanista», que colocaba en el centro de todo la «totalidad
estructural» concebida como una «estructura dominante» y donde cada una de
las distintas instancias o niveles que componen la totalidad social ejerce un
41
distinto «índice de eficiencia» . Aquí radica la importancia de los dos conceptos
que elaborarán estos autores con el objeto de fundamentar la dialéctica
materialista: el concepto de «totalidad» en el caso de Lukács que es explícitamen-
42
te afirmado contra la determinación económica , y el de «sobredeterminación»
en el de Althusser, cuyo sentido es el de preservar la existencia de una causalidad
43
múltiple .
Althusser asume desde luego la preocupación lukacsiana por la totalidad y por
ello repara como Lukács en las palabras de Marx en Miseria de la filosofía que
afirman que «las relaciones de producción de toda sociedad constituyen un todo»
que Lukács convertía en «el punto de partida metódico y la clave misma del
44
conocimiento histórico de las relaciones sociales» .
En realidad el concepto de totalidad es interpretado por ambos autores en
parecidos términos si tomamos la definición que ofrece Lukács en
¿Existencialismo o Marxismo?: «La categoría de totalidad significa, pues, de
un lado, que la realidad es un todo coherente del que cada elemento está, de una
manera u otra, en relación con cada elemento y, de otro lado, que estas
relaciones forman, en la realidad objetiva misma, correlaciones concretas,
conjuntos, unidades religadas entre ellas de maneras diversas pero siempre

40 Cfr. «Manifiestos filosóficos», ibid., p. 2 2 - 2 3 y 3 7 . Vid. también HCC p. 5 2 : «mostrar del


modo más concreto posible los puntos en los cuales las categorías del método hegeliano son
decisivas para el materialismo histórico y también los puntos en los cuales se separan radicalmente
los caminos de Hegel y de Marx.»
41 «Ideología y aparatos ideológicos de Estado (Notas para una investigación)», en Escritos.
ed. cit. p . 1 1 7 .
42 «Lo que diferencia decisivamente al marxismo de la ciencia burguesa no es la tesis de un
predominio de los motivos económicos en la explicación de la historia sino el punto de vista de
la totalidad», HCC, I, p. 87.
43 Este es el sentido original del término tal como es empleado por Freud, de quien lo toma
prestado Althusser. Vid. S. Freud: «Análisis fragmentarios de una histeria ("Caso Doria")» en Obras
Completas, Orbis, Barcelona, 1 9 8 8 . t.V. pp. 9 4 8 n . y 9 6 5 .
4 4 HCC, I. p. 6 7 .

66
45
determinadas.» Esto no significa naturalmente otorgar a todos los elementos
el mismo índice de eficiencia, por emplear la expresión althusseriana, que en
46
Korsh, por ejemplo, es asumido de forma explícita , lo importante es «el
47
dominio omnilateral y determinante del todo sobre las partes» ya que «la
48
realidad sólo puede captarse y penetrarse como una totalidad» . Pero mientras
en Althusser esto apuntaba a la necesaria complejización de un sistema que se
aleja así por entero de la totalidad expresiva hegeliana, en Lukács el peso de la
argumentación conducía fundamentalmente a la aparición de un sujeto por
49
mediación de la conciencia . La preocupación de Lukács —Merleau-Ponty
supo claramente destacarlo—, no era otra que la de preservar «un marxismo que
50
incorpora[ra] la subjetividad a la historia sin hacer de ella un epifenómeno» , de
tal forma que la revolución dejara de ser considerada como un producto
mecánico y necesario de la evolución, en última instancia económica, para
requerir de la presencia de la acción revolucionaria una vez dados los
condicionamientos «objetivos»: «una vez inaugurada la crisis económica defini-
tiva del capitalismo, el destino de la revolución depende de la madurez ideológica
51
del proletariado, de su conciencia de clase» .
Se hace necesario aquí, para seguir avanzando en la dirección deseada, volver
nuestra mirada hacia los comienzos de mi intervención, cuando definía el
proyecto de Marx desde dos aspectos que, aunque íntimamente relacionados,
están perfectamente diferenciados: me refiero a la doble relación de la filosofía
respecto del conocimiento científico y respecto de la política y conciencia
proletaria y revolucionaria. Esta doble perspectiva no es abandonada por
ninguno de estos dos autores, si bien cada uno de ellos dará preeminencia a uno
de los aspectos sobre el otro. De este modo, mientras que Lukács afirma que
«sólo en el pensamiento de Marx se concreta la dialéctica hegeliana realmente,
52
según las palabras de Herzen, en un "álgebra de la revolución"» , Althusser
resume su posición como sigue: «Si l'on me demandait de résumer en quelques
mots la Thèse essentielle que j'ai voulu défendre dans mes essais philosophiques,
53
je dirais: Marx a fondé une science nouvelle: la science de l'Histoire.»

45 Luckács, G.: Existentialisme ou marxisme?, Nagel, Paris, 1 9 6 1 , p. 2 7 6 .


46 Korsh, K: Marxismo y filosofía, p . 1 6 4 .
47 HCCI, p. 87
48 HCC I, p. 1 0 1 . He variado la traducción.
49 «Investigación concreta significa, pues, lo siguiente: referencia a la sociedad como un
todo. Pues sólo en esa referencia aparece con todas sus determinaciones esenciales la consciencia
que en cada momento tienen de su existencia los hombres», HCC, I, p. 1 1 4
50 Merleau-Ponty, M.: Las aventuras de la dialéctica, cit. p. 49
5 1 HCC I, p. 1 3 8
5 2 HCC I, p. 8 7
53 «Sur l'évolution du jeune Marx» en Éléments d'autocritique, Hachette, Paris, 1 9 7 4 . p. 1 0 5 .

67
La orientación subjetivsta lukacsiana se torna evidente. «La lucha de clase del
proletariado —escribe Lukács—, recibe su arma más afilada de la verdadera
54
ciencia, de la comprensión clara de la realidad» . Lukács subraya el carácter
revolucionario del marxismo a través del énfasis en su caracterización del mismo
como «arma victoriosa», pero el reconocimiento del valor científico del marxismo
continúa estando presente. En numerosas ocasiones este reconocimiento es
explícito, como cuando afirma que «finalmente se ha hallado en la doctrina y el
método de Marx el método adecuado para el conocimiento de la sociedad y de
55
la historia. Este método es histórico en su más íntima naturaleza» . Este
reconocimiento, sin embargo, cae bajo sospecha cuando el materialismo
histórico es explicado en términos de «el autoconocimiento de la sociedad
56
capitalista» , autoconocimiento que sólo es posible por parte del proletariado
en tanto que única clase «capaz de contemplar la sociedad desde su mismo
centro, como un todo coherente, y, por lo tanto, es también capaz de actuar de
57
un modo central que transforme la realidad entera.» .
Se comprenden bien las abismales diferencias con Althusser, no sólo porque
Lukács concibiera que sólo el proletariado era capaz de utilizar cabalmente los
resultados de esta ciencia, o porque el materialismo histórico fuera concebido
efectivamente como producto de la lucha de clases bajo la privilegiada mirada
del proletariado, tesis que el propio Althusser estaría dispuesto a asumir a la
altura de 1 9 7 0 y cuya formulación específica de la "Advertencia a los lectores
del libro I del Capital" fue interpretada —quizás con excesiva precipitación— por
58
Descombes como el anuncio oficial del«abandono del intento althusseriano» .
No son éstas, pues, las razones de la oposición althusseriana a la tesis de
Lukács, su oposición radica más bien en la forma en que este conocimiento tiene
lugar, en tanto que concebido como simple percepción directa de una esencia
59
que en un momento determinado del proceso histórico se hace «visible» . La
tesis de Lukács es nítida: «No es, pues, casual como no puede serlo cuando se
trata de verdades reales acerca de la sociedad— que el materialismo histórico se
haya desarrollado como método científico a mediados del siglo XIX. Como no

5 4 HCC, p. 1 5 2
5 5 HCC, p. 4 9
5 6 HCC, p . 1 5 7
5 7 HCC, p p . 1 3 5 - 6
58 V. Descombes: Lo mismo y lo otro. Cuarenta y cinco años de filosofía francesa (1933-
1978), Cátedra, Madrid, 1 9 8 8 . p. 1 7 7 . La formulación en cuestión es la que sigue: «Si los obreros
han "comprendido" El Capital con tanta facilidad, se debe al hecho de que en él se habla, en
términos científicos, de la realidad cotidiana con la que éstos se enfrentan: la explotación a la que
están sometidos, inherente al sistema capitalista» en Escritos, cit. p. 1 5 ; vid tb. pp.7-8.
59 Este término, que se repite en la obra de Lukács, aparece cuidadosamente rodeado con
un círculo en el ejemplar que se hallaba en la biblioteca de Althusser.

68
es casual, en general, que las verdades sociales se descubran siempre cuando en
ellas se manifiesta el alma de una época, de la época en que se constituye la
realidad correspondiente al método. El materialismo histórico es precisamente,
60
como ya hemos dicho, el autoconocimiento de la sociedad capitalista».
Como nítida es la posición de Althusser a quien no pasan desapercibidas estas
palabras de Lukács centrando muy especialmente su atención en esa extraña
palabra «alma». De este modo, en uno de sus innumerables proyectos de
elaboración de un manual de filosofía marxista de mediados de los sesenta,
Althusser explícita su crítica a Lukács: «Traiter la science marxiste d'idéologie
[proletaria] soulevait [...] une petite difficulté, car la science est objective, et une
idéologie de classe est subjective. Les gauchistes [Lukács, Korsch, etc.], s'en
tiraient par un argument hégélien religieux, repris du Jeune Marx: le prolétariat
est la classe universelle, sa subjectivité est donc universelle; une subjectivité
universelle, n'est-ce pas l'objectivité? n'est-ce pas la science? C'est un argument
religieux: le prolétariat comme classe universelle, c'est l'homme-dieu, le Christ
61
pratique et théorique de la lutte des classes et de l'histoire universelle».
En 1 9 6 4 , Althusser había reparado ya en una frase de Korsch que superaba
a Lukács por su concisión: «La coïncidence de la conscience et du réel caracterise
62
la dialectique» . La crítica althusseriana se muestra certera. No podemos olvidar
las formulaciones preñadas de hegelianismo, profundamente idealistas y
teleológicas, que recorren Historia y conciencia de clase llegando a cuestionar
incluso esa subjetividad cuya libre acción revolucionaria era concebida como
verdadera partera de la sociedad. Dos tesis complementarias se descubren en
Historia y Consciencia de clase:
—la impotencia esencial de la burguesía
63
—la imposibilidad del proletariado de sustraerse a su misión histórica ...
Está escrito allí, con todas sus letras: «Hegel no consiguió llegar hasta las
verdaderas fuerzas motoras de la historia. En parte porque en la época de la
constitución de ese sistema dichas fuerzas no estaban aún visibles de modo
64
suficientemente claro», hacía falta la aparición del proletariado, del «punto de

60 HCC I. p. 1 6 0 . La cursiva es mía, o mejor, de Althusser, que rodea cuidadosamente esta


palabra con un círculo en la página 2 6 6 de su ejemplar de la edición francesa.
61 Se trata de uno de los diferentes proyectos de elaborar una filosofía marxista que
Althusser emprendió en 1 9 6 6 . Sin título, consta de tres capítulos y un total de 88 páginas. El
pequeño fragmento que cito aparece en el capítulo lº, significativamente titulado «Le socialisme
idéologique».
62 Korsch, K: Marxisme et philosophie. pp. 1 2 3 - 1 2 4 .
6 3 HCC I, p. 1 4 5
64 Ibid. I, p. 7 7 . Vid. nota 5 9 .

69
vista del proletariado, punto a partir del cual se hace visible el todo de la
65
sociedad» , y esto no es por otra cosa que por su ser clase universal.
Todo depende en última instancia de aquello que con tanto ahínco Lukács
quiso eliminar, de la situación económica de la clase, esto es de la relación de
66
ésta ante los medios de producción . Poco importa el uso del condicional «sólo
si la conciencia del proletariado es capaz...» pues el final es conocido por todos:
«la consciencia del proletariado llega a ser consciencia del proceso mismo, y el
proletariado se yergue como sujeto-objeto idéntico de la historia, y su práctica
67
es transformación de la realidad» , tesis última que resume la obra de Lukács,
cuya cercanía con el Anti-Dühring es preocupante.
«Así pues —dice Lukács—, la dialéctica no se traspone artificialmente a la
historia, ni se ilustra con ejemplificaciones históricas (como tan a menudo hace
Hegel), sino que se descubre en la historia misma y se hace consciente como su
68
forma necesaria de manifestación en este determinado estadio del desarrollo» .
Tan sólo podemos repetir, como verdadero corolario, estas palabras de Engels:
«Tal proceso es un proceso histórico y si al mismo tiempo es un proceso
69
dialéctico, Marx no tiene la culpa».
Poco importan las explicaciones que añade Lukács para justificar la necesaria
acción del proletariado como pretendiendo de esa manera aminorar el
teleologismo implícito en su concepción, puesto que la consciencia del proleta-
riado, que no es otra cosa que «la contradicción, llegada a consciencia, del
desarrollo social», aparece como «consecuencia inmanente de la dialéctica
70
histórica» .
No se trata desde luego de presentar, frente a Lukács, la pretensión
althusseriana como totalmente satisfactoria, aunque las implicaciones derivadas
71
de su concepción de la ideología son ciertamente fecundas ; las vías que
Althusser abría, amenazaban, sin que Althusser se percatara de ello, a la propia
72
dialéctica, si bien su firme y militante defensa del materialismo dialéctico
ahogaba las potencialidades misma de su obra, conduciéndolo entonces hasta

65 Ibid., I, p. 80
66 Cfr., Ibid. I, p. 1 4 2
67 Ibid., II, p. 1 4 5
68 Ibid., II, p. 1 2 1 .
69 Engels, F.: Anti-Dühring, Editorial Claridad, Buenos Aires 1 9 7 2 (4º ed.) p. 1 4 5 .
7 0 HCC, II, p . 1 2 1
71 No es este el lugar para tratarlo. Me limitaré a señalar lo que Balibar ha sintetizado
brillantemente, que la ideología, en tanto que instancia real, no puede nunca coincidir perfecta-
mente con la práctica en la unidad de la conciencia. Althusser no sospechó siquiera el alcance real
de esta tesis hasta entrados ya los años 7 0 , puesto que esta tesis podía cuestionar la misma
posibilidad de su proyecto al cuestionar la misma noción de política proletaria.
72 En alguna ocasión Althusser llegó a escribir que «el materialismo sólo puede ser dialéctico».

70
el extremismo de Lire le Capital, donde su celo cientifista le lleva a decir,
hablando del método desde el que es posible desarrollar el materialismo
histórico: «la práctica teórica es a sí misma su propio criterio, contiene en sí
protocolos definidos de validación de la calidad de su producto, es decir, los
criterios de la cientificidad de los productos de la práctica científica. Lo mismo
ocurre con la práctica real de las ciencias: una vez que están verdaderamente
constituidas y desarrolladas, ya no tienen ninguna necesidad de la verificación
de prácticas exteriores para declarar "verdaderos", es decir, conocimientos, los
conocimientos que producen... Es porque la teoría de Marx es verdadera por lo
que puede ser aplicada con éxito, y no es porque fue aplicada con éxito por lo
73
que es verdadera» .
No es sin embargo a este exceso de celo a lo que obedecen mis críticas a
Althusser, sino a la pretensión althusseriana misma de convertir a la Historia en
el tercer «continente científico» junto a las Matemáticas y a la Física. Sólo a la
altura de 1 9 7 8 Althusser alcanzó la consciencia trágica de su error: «Je vois clair
comme le jour que ce que j'ai fait voilà quinze ans, ç'a a été de fabriquer une petite
justification bien française, dans un bon petit rationalisme nourri de quelques
références (Cavaillés, Bachelard, Canguilhem, et derrière eux un peu de la
tradition Spinoza-Hegel), à la prétention du marxisme (le matérialisme historique)
74
à se donner comme science»
Las aportaciones althusserianas son ciertamente válidas, pero a condición de
abandonar la presunción misma desde las que Althusser las descubrió. La razón,
que sólo esa brillante tradición de historiadores marxistas británicos supo
comprender, estriba en que no existe ni puede existir estructura teórica alguna
que pueda dar cuenta de lo incontrolable y azaroso, la acción humana, elemento
perturbador para toda ley que pretenda dominarla.
Aquí reside pues el gran error y la causa del fracaso de Althusser, siendo lícito
repetir aquí un pasaje de la Ideología alemana que Althusser citaba en
ocasiones: «no sólo sus respuestas, sino también las preguntas entrañaban un
75
engaño» .
Althusser cae así, aunque desde una posición opuesta, en el mismo error de
Lukács, en la consideración del valor absoluto del marxismo, el uno por la
paciente labor de la práctica teórica que aprehende la realidad, el otro por la
paciente labor de la historia hacia el autoconocimiento de sí; abriendo de este
modo las puertas a la aparición de un demiurgo que, desde la autoridad conferida

a
73 Althusser, L.: Para leer El Capital. Siglo XXI, México, 1 9 8 5 ( 2 0 ed.) p. 6 6 .
74 Althusser, L.: Lettre á Merab. 1 6 / 0 1 / 7 8 , en Sur Althusser Passages, nº especial de
Futur antérieur, 1 9 9 3 . p.7
75 Marx y Engels: La ideología alemana, L'Eina editorial, Barcelona 1 9 8 8 . p.9.

71
por este absoluto, dominaría la historia al conocer todos los factores intervinientes
en esa totalidad por más complejizaciones que en ella se observen. Uno y otro
alcanzan de esta forma a concebir la revolución como obra de un Sujeto en
76
posesión de la verdad, esto es, «dioses» , tal como los calificaba Merleau-
Ponty, pero estos «dioses» no serán ya el proletariado, sino ese otro proletariado
consciente que a través de sucesivas e inevitables reducciones en su concepto
será definido como el Partido.
Las justificaciones de tal empresa son naturalmente distintas. En el caso de
Lukács es obvia la necesidad de introducir algún mecanismo que justifique esta
reducción del sujeto revolucionario. Lukács habla entonces de «los obstáculos
77
opuestos a la realización de esa conciencia» que se hallan en la realidad ,
cuestión evidente si tenemos en cuenta el papel central que en su obra
desempeña la categoría de «cosificación», a través de la cual nos explica cómo la
78
«mecanización racional penetra hasta el "alma" del trabajador» y cómo en la
79
sociedad burguesa es imposible «una alteración radical del punto de vista» .
Es evidente pues el desplazamiento, el desajuste. Es posible ya distinguir entre
80
la consciencia psicológica de los proletarios y la consciencia de clase proletaria ,
distinción que evoca la diferenciación roussoniana entre voluntad general y
voluntad de todos desde la que se hacía posible no sólo la fundamentación
democrática de la «Razón de Estado» burguesa sino con mayor motivo la «Razón
de Estado» socialista. El Partido tiene ya su carta de presentación en cuanto única
81
«forma de consciencia proletaria» , portador activo de la consciencia de clase
82
y de la ética del proletariado en lucha si bien Lukács seguirá reivindicando su
fundamentación ontológica: «la organización —dice Lukács—, es más conse-
83
cuencia que presupuesto del proceso revolucionario» .

76 «Estas o b j e c i o n e s nos vuelven a colocar frente a la alternativa: o bien son sujetos de la


historia, y en ese caso son «dioses», o bien es el teórico quien les supone una misión histórica, y
entonces sólo son objetos de la historia». Merleau-Ponty, M.: Las aventuras de la dialéctica, p . 5 9 .
7 7 HCC p. I, 1 3 8 .
78 Ibid, II, p. 1 3 .
79 Ibid, II, p. 3 9 .
80 «La consciencia de clase no es la consciencia psicológica de proletarios individuales, ni
la consciencia de su totalidad (en el sentido de la psicología de las masas), sino en el sentido, hecho
consciente, de la situación histórica de clase.» Ibid. I, p. 1 4 2 .
81 Ibid., I, p. 1 0 3 .
82 Ibid., I, p. 1 0 4 .
83 Ibid. Una de las más claras formulaciones de esta fundamentación ontológica aparece en
la página 8 0 : «la unidad de teoría y práctica no es, pues, sino la otra cara de la situación histórico-
social del proletariado, el hecho de que desde su punto de vista coinciden el autoconocimiento
y el conocimiento de la totalidad, el hecho de que el proletariado es a la vez sujeto y objeto de su
propio conocimiento»

72
En el caso de Althusser, la necesidad del Partido obedece estrictamente a una
consideración teórica, si bien es precisa una posición revolucionaria en tanto que
única interesada en utilizar los conocimientos que provee el materialismo
histórico para la revolución social —fundamentación pues, que al no ser
ontológica sino causa de una elección, sólo puede ser ética—, fundamentada en
última instancia en la existencia de una clase explotada cuyo interés objetivo es
su liberación, ante la que es lícito presentarse como único conocedor de sus
verdaderos —por objetivos e históricos— intereses.
El círculo comienza a cerrarse: el Partido, punto donde la tragedia de estos
hombres comienza a fraguarse. Visible en la vida real de estos hombres que ante
el partido se vieron obligados a guardar silencio en materia política como precio
para salvaguardar su obra teórica, actitud que en cierta medida evoca el
enigmático «dixi et salvavi animam meam» con el que cerraba Marx su Crítica
al Programa de Gotha para guardar su crítica en un cajón. Drama, porque esto
ocurre en un partido que, en buena lógica debía conocer ya el reino de la
84
libertad ; acrecentado porque al constatar esa ausencia de libertad, uno y otro
se niegan a abandonarlo. ¿Por qué?
Aspecto trágico que caracteriza su pensamiento situado permanentemente
en los límites, de ahí su estado de permanente sospecha, condenados a vivir
entre ese ser instigadores de la heterodoxia y, a un tiempo, funcionarios del
85
partido .
Tragedia, porque su drama real es la manifestación palpable de ese otro
drama presente desde el comienzo en sus teorías. ¿Por qué el partido? Stalin
respondió con gran acierto a esta pregunta en uno de los textos fundacionales
en sentido estricto del materialismo dialéctico, Materialismo dialéctico y
materialismo histórico: «El materialismo dialéctico es la concepción filosófica
86
del Partido marxista-leninista» . Eliminemos, aunque sólo sea por las posibles

84 «El partido comunista debe ser la primera encarnación del reino de la libertad», dice
Lukács en «La misión moral del Partido comunista» (Revolución socialista y antiparlamentarismo.
Cuadernos de pasado y presente, México, 1 9 7 8 (2- ed.), p. 3 9 ) . Vid. también la carta, ya citada,
de Althusser a Lacroix, donde aquél habla, en plena era Zhdanov, de la libertad sin límites que reina
en el partido.
85 Tertulian representa magníficamente bien esta situación en el caso de Lukács: «ejemplo
tipo de intelectual comunista con una trayectoria personal compleja, atrapado a menudo entre
dos fuegos. Por una parte era vilipendiado como «revisionista», acusado de haber inventado el
concepto de «estalinismo», una «ficción no científica» y de utilizar «el combate contra el estalinismo»
para proceder a una revisión del leninismo y, en las circunstancias de 1 9 5 6 , para «reunir y
desencadenar el ataque de las fuerzas contra-revolucionarias; por otra parte, se le reprochaba el
ser un intérprete dócil de los mandatos estalinianos». N. Tertulian: «Georg Lukács y el estalinismo»
Realitat, nº 3 9 , Barcelona, marzo-abril 1 9 9 4 , p. 1 3 .
86 Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la URSS, Emiliano Escolar Editor,
Madrid, 1 9 7 6 , I, p . 1 4 5 .

73
suceptibilidades y / o críticas de anacronismo, el término «leninista» o «marxista-
leninista» incluso, siempre nos quedaría «el materialismo dialéctico es la
concepción filosófica del Partido», esto es, de la conciencia proletaria o
87
«expresión» del proletariado. ¿Cómo sustraerse a esa verdad cuando para
88
Lukács «todo proletario es, por su pertenencia a la clase, marxista ortodoxo» ?
No es posible, puesto que esta verdad no es otra cosa que la consecuencia
inevitable de «la identificación del proletariado como sujeto de la revolución y la
definición de la ortodoxia marxista como dialéctica revolucionaria».
La fundamentación de uno y otro es distinta, ciertamente, pero en última
instancia uno y otro reposan en la pretensión de haber descubierto el método
absoluto desde el que es posible conocer, y por tanto dominar, cualquier
situación, lo que supone que «la théorie marxiste possède en elle-même et
d'avance, sous forme théorique, la vérité de tout ce qui peut se présenter au
monde sous la forme du "concret".. cela veut dire qu'elle n'est pas une théorie
"de caractère scientifique" ou "opératioire" (peu importe le mot), mais une
philosophie absolue, qui sait tout, absolument tout d'avance puisqu'elle est la
"science des principes premiers et derniers" selon une formule d'Aristote qui dit
89
bien ce qu'elle veut diré.»
Sin duda sería tentador pensar que nos hallamos ante una deformación
exagerada de dos de los seguidores de Marx. Tentación vana, pues no es otra
la pretensión de Marx en El Capital que desentrañar no sólo la lógica del capital,
sino la lógica implacable de la sociedad humana que avanza hacia la resolución
definitiva de todas sus contradicciones, cuya consideración requiere la necesaria
presencia de un Sujeto en posesión del «Saber absoluto» desde el que sería
90
posible prever el futuro . Justamente aquí se encuentra una de las dos
caracterizaciones del marxismo que en opinión de ese brillante cultivador del
91
materialismo histórico, E. Hobsbawm, habría que desembarazarse .

87 De nada sirve aquí, a estas alturas de la exposición, recordar el rechazo explícito de esta
tesis por parte de Althusser.
88 Lukács, G.: Schriften zur Ideologie und Politik. Cfr.. Sacristán: «Sobre el «marxismo
ortodoxo» de György Lukács» en Sobre Marx y Marxismo. Panfletos y Materiales 4, Icaria,
Barcelona, 1 9 8 3 , p . 2 3 8 .
89 Althusser, L.: Que faire? (1978), p. 26 del texto original que se halla en el IMEC.
90 Cfr. Rodríguez, J . L . : «L. Althusser: Sobre el lugar filosófico de K. Marx», en Pliegues de
la Razón moderna (De Descartes a Cioran), Mira editores, Zaragoza, 1 9 9 3 , pp. 187ss.
91 «We would then lose two things which are important to Karl Marx and certainly to his
followers (myself included): a) the sense that the triumph of socialism is the logical end of all
historical evolution to date; and b) that it marks the end of «pre-history» in the sense that it cannot
and will not be an "antagonistic" society», «Marx and History», New Left Review n° 1 4 3 (enero-
febrero 1 9 8 4 ) , p. 45 .

74
El círculo se cierra.
Síntoma quizás de ese drama que anunciábamos en el título: Lukács vio
imposibilitado su proyecto, obligado una y otra vez a recurrir a nuevas
elaboraciones teóricas —tampoco culminadas— como condición necesaria y
punto de partida de la ya para siempre futura Ontología del Ser social; por su
parte Althusser concluía su vida como un filósofo sin obra mientras en sus
archivos dormían miles de páginas que demostraban lo falaz de proyectos y más
proyectos de una filosofía marxista que jamás culminó.
Lukács murió comprometido con el proyecto inacabado, cuya realización
fuera acaso imposible.
Althusser, quizás con más suerte —posiblemente con mucha menos—,
alcanzó aún a vislumbrar con la inestimable ayuda y enseñanza de los hechos,
de las derrotas (Mayo del 6 8 , revolución cultural china, revolución portuguesa...)
el alcance y la intensidad de sus errores hasta constatar como la evidencia misma
la pretensión necesariamente fallida de su proyecto. De ahí su estallido
92
desesperado de finales de los años 70 cuya expresión más evidente es el agudo
93
grito de esperanza y terror lanzado en Venecia sobre la crisis del marxismo ,
para arremeter después contra los dos pilares que debían justificar su obra: la
cientificidad del marxismo y la necesidad del partido. «El marxismo es finito»,
dijo, para añadir que «sólo a partir de la clara conciencia de su finitud será posible
94
plantear la mayoría de los problemas que nos acucian» . Aún albergaba algunas
esperanzas en Marx, quizás no tantas en el marxismo, ninguna en absoluto en
los Partidos: «Ce qui a agi dans l'histoire —escribía en 1 9 8 4 — , ce n'est pas "la
logique du Capital", entendue comme la vraie philosophie de Marx, dont nous
avons tenté de donner la bonne versión, c'est un certain nombre de formules de
Marx et Engels dont se sont emparés les appareils politiques des partis socialistes
puis communistes, sans les éprouver: c'est donc en partie la mauvaise philosophie
de Marx et Engels, cet hégélianisme renversé qui alimente toujours une
impossible et impensable philosophie de l'Histoire: "Groupons-nous et demain
95
... 1'Internationale sera le genre humain.»

92 Sacristán escribía al respecto Althusser «reacciona con formulaciones dramáticas a su


descubrimiento reciente de que la obra de Marx no es, contra lo que [él] había enseñado hasta hace
muy poco tiempo, ciencia exacta» «El trabajo científico de Marx y su noción de ciencia», en Sobre
Marx y marxismo, cit., p . 3 1 9 .
93 «¡Por fin ha estallado la crisis de marxismo!». Nos referimos al coloquio organizado a
finales de 1 9 7 7 en Venecia por la revista Il Manifesto.
94 Althusser, L.: «El problema del Estado», El Viejo Topo nº 2 0 , p.5.
95 Althusser, L.: «Lettre à Mauricio Malamud» del 8 / 0 3 / 8 4 , en Sur la philosophie,
Gallimard, Paris, 1 9 9 4 , pp. 9 0 - 9 1 .

75
¿Qué nos queda? Apenas nada, una simple llamada al materialismo que
Althusser no acertaba a definir más allá de un «pas raconter des histoires». Y
quizás también aquella otra intuición de Marx, verdadera condición de posibilidad
de materialismo, que, medio escondida, sobresale en su correspondencia de
1 8 4 3 : «si bien no existe ninguna duda acerca del "de dónde venimos", reina una
96
gran confusión respecto al "a dónde vamos"» .

EPÍLOGO FINAL

Quizás Sartre, y su propio fracaso sería la constación evidente del hecho,


tuviera razón: «En fait, il faut bien le reconnaître, le matérialisme, en se
97
prétendant dialectique, "pase" dans l'idéalisme» .
El círculo se ha cerrado. Nos hallamos como al comienzo.
Volvamos la vista atrás, hacia los orígenes de Lukács y de Althusser, más atrás
aún, hacia Marx, incluso más atrás, hacia esos pensadores que subterráneamen-
te marcaron para siempre a estos dos grandes intelectuales marxistas
convirtiéndolos en verdaderos pensadores del límite, como Pascal o los grandes
trágicos alemanes a los que ambos admiraban.
El límite, espacio filosófico por excelencia, experiencia y horror de lo vacío
98
cuyo extremo y tentación naturales sólo puede ser la locura : Hölderlin, cuyas
palabras fueron escuchadas con entusiasmo por el joven Lukács y esculpidas con
sangre y para siempre en el cuerpo frágil del no menos joven Althusser preso
en Alemania.
Hyperion, silencio, muerte, sin remedio...
«Este, éste es el dolor no igualado, éste es el inacabable sentimiento de la
aniquilación completa, que nuestra vida pierda su significación, que el corazón
se diga te vas abajo y no queda nada de ti; no has plantado ninguna flor, no has
construido ninguna cabana; con sólo que pudieras decir: dejo una huella en la
tierra... Bastaría, bastaría. Si hubiera nacido con Temístocles, si hubiera vivido
con los Escipiones, mi alma, verdaderamente, no habría tenido que conocerse
99
por este lado.»

96 Carta de Marx a Ruge de septiembre de 1 8 4 3 .


97 Sartre, J.P.: Matérialisme et révolution. Situations philosophiques, Gallimard, 1 9 9 0 ,
p.101.
98 Cfr. Althusser, L.: Du contenu dans la pensée de G.W.F. Hegel, p. 9.
99 Se trata de un pasaje perfectamente conocido por Althusser y que Lukács cita en su
Goethe y su época, Grijalbo, Barcelona, 1 9 6 8 , pp. 2 2 3 - 2 2 4 .

76
ÍNDICE

Prólogo: Las aventuras del Marxismo 5


Juan Manuel Aragüés Estragues

Sartre y Lukács en el umbral de la guerra fría 9


Juan Manuel Aragüés Estragues

La ontología del ser social de G. Lukács 27


Manuel Ballestero

La ontología de Geschichte und Klassenbewubtsein 35


José Barata-Moura

De Lukács a Althusser, la historia dramática de veinte páginas nunca


escritas 53
Pedro Benítez Martín

Dialéctica en las ciencias del espíritu según G. Lukács 77


M.ª Carmen López Sáenz

La noción de trabajo como la categoría fundamental de la ontología del


ser social 99
Francisco José Martínez

Algunas notas sobre la teoría de la democratización del ser social de


Georg Lukács 115
Joaquín Miras Albarrán

Estética y crítica literaria en G. Lukács (Disensiones en torno a la noción


de Totalidad) 135
J. L. Rodríguez García

J. P. Sartre y G. Lukács, dialéctica y subjetividad 157


Ignacio de Vega Rodríguez

179

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