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Fútbol Profesional

y
Mi Modelo de
Juego
Laureano Ruiz

1
1ª edición: Octubre 2010

© Laureano Ruiz

© MC Sports (Moreno & Conde S.L.)

© Fotografías: Departamento MCSports (www.mcsports.es)

Analista de Texto: Manuel Conde


Maquetación: Robert Moreno
Diseño de cubierta: Robert Moreno (MC Sports)
Depósito legal:
ISBN:

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de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción
prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.
cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra».

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DEDICATORIA

A Amelia, mi musa, inspiración y amor. También a Luigi por su gran


ayuda en la redacción de libro. Y, especialmente, a Jorge. Pronto será
un “general” del medio campo.

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ÍNDICE

PRÓLOGO 6

EL FÚTBOL NACIÓ EN 1863 10

¿EL FÚTBOL NACIÓ EN 1863? 13

LA GRAN ÉPOCA 22

EL MUNDIAL-66 24

EL AJAX Y CRUYFF 28

FUTBOLISTAS ALTOS 30

LOS GUARDAMETAS 36
• EL META MODERNO 41
• PREPARACIÓN PSICOLÓGICA 45

LAS REGLAS DE JUEGO 48


• CASOS ACTUALES 51

ORGANIZACIÓN DEL JUEGO 56


• JUGAR CON VIENTO 61

HABLEMOS DE LOS SISTEMAS 63


• SISTEMA PIRAMIDAL 70
• SISTEMA W-M 72
• SISTEMA 4.2.4 76

4
• SISTEMA 4-3-3 80
• SISTEMA 4.4.2 82
• SISTEMA “CERROJO” 85
• SISTEMA 4.2.3.1 89
• SISTEMA 3.3.3.1 92
• SISTEMA GUARDIOLA 95

EL FUTBOL ACTUAL 103

SISTEMA LAUREANO RUIZ 110


• LA ENSEÑANZA 114
• EL “PRESSING” 120
• JUEGO DE ATAQUE 123
• LOS DESDOBLAMIENTOS 142
• COMO ROMPER EL “PRESSING” 144
• … Y FINAL 147

BIBLIOGRAFÍA 148

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PRÓLOGO

Hola, me llamo Carles, tengo 32 años, soy futbo-


lista profesional y estoy loco por el fútbol.

Hola, me llamo Iván, tengo 34 años, soy fut-


bolista profesional y también estoy loco por el
fútbol.

Yo soy de pueblo y allí empecé a jugar, con mi hermano y mis amigos, en


campos de tierra, con buenos y malos jugadores, con victorias y derrotas,
con balones viejos, poco público y mucho frío. El fútbol nos enseñó qué
era la amistad. Y fuí muy feliz.

Yo tuve más suerte. Soy de ciudad y desde el primer día tuve una enseñanza
futbolística de primer nivel, con buen material y profesores cualificados. Y ade-
más, al número uno, detrás de toda la organización, al número uno, al más sabio.
Conocí lo que significaba disciplina. Gané más que perdí, hice del balón mi mejor
amigo, como él siempre me decía, y empecé a hacer realidad mi sueño.

Jugar con niños mejores que yo me hizo espabilar. La tocaban muy bien,
la paraban y la pasaban con precisión. Yo tuve que correr más que ellos,
apretar los dientes, desarrollar mi intuición y mi orgullo. Tal vez tenían
guantes en los pies pero con eso no íba a ser suficiente para superarme.
Supervivencia desde el trabajo, desde la cultura del esfuerzo.

Jugar con niños mayores que yo me hizo espabilar. Eran más altos, más fuer-
tes y más rápidos así que tuve que construir mi fútbol pensando antes que los
demás y haciendo correr el balón más que los rivales. Supervivencia desde el

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talento. El balón siempre me quiso mucho, tal vez, porque yo siempre lo traté con
mucho cariño. De niño hasta le dí besos...

Cuando mis amigos cambiaron el campo de fútbol por la discoteca como


lugar de diversión llegó mi hora. El fútbol base del Barça me quiso y me
cambió la vida. Dejé el pueblo y me fui a Barcelona, a la gran ciudad, con el
objetivo de aprovechar la oportunidad. Sacrificio, esa es la palabra.

Yo emprendí antes el viaje. Cambié de ciudad, a la misma que Carles, al mis-


mo club que él aún siendo un niño y lloré muchas noches mientras añoraba a
mi familia. Conocí el significado de las palabras responsabilidad y humildad. Sin
una y sin la otra mi presente jamás hubiera encontrado un futuro.

En 1999 debuté en Primera División en el equipo de mis sueños. Desde


entonces he jugado casi 500 partidos y soy el capitán. También he jugado
casi 100 encuentros con la selección. He tenido suerte: lo he ganado todo.

Yo tuve la experiencia de debutar en Primera División cuatro años antes, en


1995, y curiosamente en el mismo equipo, contra el mismo rival y con el mismo
resultado. He jugado en España, Italia y Francia; he sido internacional; he cono-
cido la grandeza de los títulos y el calvario de las lesiones y tras casi 400 partidos
al más alto nivel también soy el capitán de mi equipo.

Y viniendo por caminos muy diferentes el fútbol nos ha unido. Hoy somos
grandes amigos, inseparables almas unidas por la pasión hacia un balón. Dos
años de diferencia en edad, estados civiles distintos, equipos rivales, otras
realidades. Pero un mismo final: el conocimiento del fútbol y de la vida a partir
de unos valores innegociables: el balón por el suelo, por las bandas, hacia
la portería rival y como forma de disfrute para los practicantes y los espec-
tadores. La vida, como consecuencia de los valores aprendidos a través del
deporte, la capacidad de trabajo, compañerismo, compromiso, disciplina, ge-
nerosidad, respeto, responsabilidad, sacrificio, capacidad de superación... y
equipo, la palabra mágica, equipo por encima de todo.

El Barça me ha permitido tener a los mejores entrenadores, por ejemplo,


Louis Van Gaal, el técnico que me hizo debutar; Carles Rexach, la mano
derecha de Cruyff, el padre del ‘Dream Team’, el principio de lo que vivimos
hoy; conocí al propio Johan en la selección catalana; disfruté con Frank
Rijkaard y he tocado el cielo con Pep Guardiola, un auténtico fuera de se-
rie. Nuestro fútbol tan especial, nuestro sello, tan estético y tan ganador,

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referente en todas partes, es la envidia del mundo entero. Un honor haber
colaborado. Y un honor participar en este prólogo porque Iván siempre me
dice que no me equivoque, que el padre de la idea es Laureano Ruíz y que
lo tengo que conocer.

El fútbol me ha permitido entrenar con muchos técnicos, muchos estilos, mu-


chas maneras de entender el mismo juego, muchas ocasiones para disfrutar y,
también, no nos engañemos, para aburrirse. Johan Cruyff, el mejor entrenador
que yo he conocido en el fútbol profesional, me dio la oportunidad de poner en
práctica todo aquello que muchos años antes Laureano, el número uno del que
antes os hablaba, me había enseñado. Y que mucho antes que a mi había ilus-
trado a otros muchos futbolístas profesionales, al propio Johan incluído. Yo no
tengo dudas. Laureano Ruíz es el padre de la idea que hoy maravilla al mundo.
Y yo ya la viví siendo niño.

Yo me llamo Carles Puyol y juego en el F. C. Barcelona. Y, sin embargo,


cada día sigo aprendiendo. Y tras convivir con amigo Iván me doy cuenta
de que con sabios como Laureano Ruíz mi camino aún no ha encontrado
el final.

Yo soy Iván de la Peña y soy futbolista del R. C. D. Espanyol. Y también estoy


en edad de aprender. Mi gran maestro, Laureano Ruíz, me dio las bases para
jugar 15 años en Primera División. Sin él yo no hubiera sido nada. Y con él, mi
amigo Carles hubiera sido todavía mejor de lo que es. Si alguien piensa que no,
que me perdone, pero para mí, como os dije antes, no hay otro como él.

Aquí os presentamos
parte de su sabiduría, mu-
cha de su experiencia y to-
dos sus consejos para que
disfrutéis del fútbol, de ‘su’
fútbol, que también es el
nuestro. No es un libro más
así que no lo tratéis como tal.
Es una joya. Es el ‘FÚTBOL’
en mayúsculas.

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EL AJAX Y CRUYFF

Como es lógico, no todos lo equipos actuaban, “sin jugar”. Los conjuntos “nor-
males”, desarrollaban este tipo de fútbol: si atacaban y perdían la pelota, se ve-
nían atrás, a las proximidades del área propia, para cerrar los espacios y, ante el
lógico adelantamiento del rival, encontrar claros mediante el contraataque veloz.
Así transcurría el juego con repliegues y despliegues constantes (hasta enton-
ces era inconcebible que un atacante neto, hiciera trabajo defensivo). Con este
fútbol de contraataque, queda claro que el medio campo no interesa y se cede al
adversario. ¡Ojo!, se cede, no se pierde.
Entonces llegó el Ajax con un juego de ataque, en campo contrario y con un
ritmo fortísimo, que nunca decaía. Si en las proximidades del área rival – o den-
tro de ella-, perdían el balón, el equipo en bloque –los primeros los delanteros-,
intentaban recuperarlo con gran éxito, ya que los adversarios –principalmente
sus defensas-, sorprendidos por aquella oposición inesperada, no acertaban a
reaccionar y, desorientados, encajaban goles increíbles.
Anteriormente hemos destacado a los grandes equipos, en los que prevalecía
la calidad inteligente. Para ellos, lo básico era hacerse con el balón anticipán-
dose a la acción del adversario y luego desbordarlo con inteligencia, habilidad y
destreza. Estas no eran las características del Ajax, ya que su juego era fuerte,
duro y con muchos choques. ¿Y la calidad?. Realmente los virtuosos no abun-
daban –sólo Keizer y el fabuloso Cruyff-, ya que los restantes destacaban por su
capacidad de trabajo, coordinación colectiva y un espíritu de lucha encomiable.
Se cree que el Ajax triunfó por su gran preparación física. Un tremendo error.
Los jugadores –incluidos los delanteros-, cuando perdían el balón, solo tenían
que correr 5-7 metros para recuperarlo, siempre que el esfuerzo fuera general y
coordinado. Pero si esto no existía, cada jugador tenía que correr 50-60 metros
y, además, el esfuerzo resultaba baldío.
Esta forma de jugar, que luego fue copiada en todo el mundo –comenzando
por el Milán de Sacchi-, han sido muchos los técnicos que se han atribuido su
paternidad, pero nunca se ha nombrado al verdadero inventor del sistema: Jany
Van Der Veen. Además, fue el que descubrió a Johan Cruyff.
Éste se hace entrenador llegando al Ajax y después al Barça, cuando predomi-
naba aquél “fútbol no fútbol” de pases al “escoba” rival. En ambos clubes implan-
tó el sistema de Jany Van Der Veen, pero apostando por jugadores creativos, de
calidad e inteligencia, no importándole en absoluto la fuerza ni la estatura.
Como es lógico, volvió a los extremos–extremos para formar un amplio frente
de ataque, asaltar constantemente al rival pero sin prisas y buscar el momento
de acelerar el juego para llegar al remate. Atención: todos vimos la posesión del
balón y los excelentes pases, pero no todos apreciaron los movimientos sin ba-
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lón –“entrar-salir”, “ir-venir” y viceversa-, que fueron una pesadilla para los riva-
les. También utilizó un gran “pressing” al perder el balón, para recuperarlo cerca
de la puerta rival. Y otra vez con el balón, “tocar” y “tocar” hasta que la posición
de los rivales les invitaba a buscar la verticalidad, gracias al trinomio espacio,
desmarque y pase. Como verán, el mismo gran juego de húngaros, argentinos,
brasileños y españoles que antes hemos citado y admirado.
Cruyff al principio fue discutido pero, sin duda, su Barça con Koeman, Guar-
diola, Laudrup, Romario, Stoichkov, Beguiristain, etc, ganó y convenció gracias a
un juego excepcional; por algo se le conoció como el “Dream Team”.
Para mí lo más grande que hizo fue terminar con el “anti-fútbol”. Muchos en-
trenadores del Mundo –no sólo los de España-, le imitaron y sus equipos trataron
de lograr un juego de calidad. Los que más le ayudaron fueron técnicos amantes
del juego ofensivo: Pedroto, Duarte, Ferguson, Michel Hidalgo, Tele Santana,
Wenger, Menotti, Platini, Valdano… y últimamente Rijkaard y Guardiola.

Cruyff fue un futbolista excepcional.


Y como entrenador, un verdadero fenó-
meno.

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FUTBOLISTAS ALTOS

Realmente Cruyff y su preferencia por el “futbolista-futbolista” – al margen de


su estatura-, es una excepción entre los técnicos. La gran mayoría están ob-
sesionados con la estatura, fortaleza y valentía. Este grave error hace un daño
tremendo al “fútbol-fútbol”, puesto que llegan a profesionales verdaderas me-
dianías – altos y fuertes, eso sí-, mientras los talentos “bajitos”, terminan en el
fútbol sala.
Casi todos los deportes precisan unas cualidades básicas, sin las cuales los
principiantes nunca llegarán a la cúspide. El jugador de basket y el velocista
tienen que ser muy altos. El boxeador valiente y de brazo largo. El fondista debe
poseer fibras estriadas, rojas… por el contrario, el fútbol no requiere en sus prac-
ticantes ninguna cualidad esencial.
Efectivamente un chico gordo o delgadísimo, bajito y barrigudo, utilizando
sólo una pierna y siendo nulo en el juego aéreo, puede convertirse en un gran
futbolista. Con estas condiciones tan pobres, Puskas, Zico, Platiní y Maradona
-también Messi, Iniesta y Xavi-, han pasado a la historia del fútbol. ¿Cuáles fue-
ron sus cualidades?. Sencillamente su sentido del juego, su entendimiento del
mismo, su inteligencia futbolística; porque se puede poseer una gran condición
física, ser muy alto, tener una gran dominio del balón Y NO SABER JUGAR AL
FÚTBOL.
Además, los mejores futbolistas de la historia son de escasa estatura. Vean
la talla de algunos jugadores célebres y mediten: Pele (1’70), Di Stéfano (1’73),
Puskas (1’67), Maradona (1’66), Gento (1’65), Romario (1’68), Kopa (1’68), Zico
(1’71), Séeler (1’69), “torpedo” Muller (1’73), Hugo Sánchez (1’72), Paolo Rossi
(1’69), Roberto Carlos (1’68), Butragueño (1’70), Santillana (1,75).
Ya sé lector lo que estas pensando: “todos los futbolistas nombrados, per-
tenecen al pasado. Ahora es muy diferente”. No lo creas. Te puedo nombrar
muchos pequeños que triunfan actualmente: Messi (1’69), Ibagaza (1’66), Di Ma-
ria (1’67), Tévez (1’69), Kun Agüero (1’72), Alves (1’70), Robinho (1’72), Diego
(1’74), Del Piero (1’71), Sneijder (1’70)… Pero finalicemos con los españoles que
nos han hecho campeones de Europa y del Mundo: Xavi (1’68), Iniesta (1’67),
Silva (1’64), Villa (1’68), Cesc (1’69), Cazorla (1’69), Mata (1,70) y Navas (1,70).
Sin olvidarnos de Munitis (1’67), Bojan (1’72), Iván de la Peña (1’69)…
Releo lo escrito y parece que los futbolistas tienen que ser pequeños. Quizá
no me explico bien, pues lo que yo opino es que necesitamos buenos jugado-
res, sean altos o bajos. Debo añadir que, sin duda, los futbolistas altos tienen
ventajas sobre los bajos en los balones aéreos, en los choques, en la llegada a
balones lejanos comprometidos y en una mejor aptitud para las carreras largas.

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Munitis (1,67), estuvo 4
años en el “B”, “¡¡porque
era pequeño y no podía ju-
gar en el Racing!!”
“... Y NO SABER JUGAR
AL FÚTBOL”
Hace muchos años -yo era entrenador del Rácing de Santander-,
el Presidente me notificó que tenía un compromiso y que probara a
un jugador. Era de raza negra, guineano y estudiaba y practicaba
atletismo en Madrid (recordman de España en 100 y 200 metros).
Problemas familiares le habían lleva a intentar la aventura del fútbol. Tam-
bién influyó que su primo Jones, jugador del Atletico de Madrid, le animó
a ello.
El primer día, en un entrenamiento suave, demostró que físicamen-
te era un portento. Pero para mi lo sorprendente fue que las recepciones,
conducciones y centros sobre puerta – jugaba de extremo-, fueran de ex-
celente nivel; tanto que pensé podía ser la solución a los problemas que
teníamos en el ataque. Era el futbolista más veloz y fuerte de España y
poseía una técnica muy notable, por lo que teóricamente, debía ser un ju-
gador destacado.
Al día siguiente hicimos partido y todo fue decepcionante. Descubrimos
que no sabía marcar ni desmarcarse. Es decir, no sabía jugar al fútbol.
Por ello, sus grandes virtudes – que las poseía-, no las aprovechaba. Aún
recuerdo a uno de sus compañeros, con el balón, dispuesto a realizarle ese
pase que en el argot futbolístico llamamos “al hueco”. En ese instante, el
central – lento y algo lesionado-, salía al cruce pues preveía lo que iba a
pasar, mientras Jones se mantenía quieto, apático, ausente en la banda.
Cuando el pase salía de los pies de su compañero, Jones comenzaba a co-
rrer con una velocidad, zancada y estilo maravillosos. Pero al balón llega-
ba antes el defensa semicojo… entonces
descubrí que se puede tener una magní-
fica condición física, un notable manejo
del balón y no saber jugar al fútbol.
Ahora bien, los bajos aventajan a los altos en otros aspectos técnicos: al tener
el centro de gravedad mucho más cerca del suelo, tienen menos oscilaciones y
pueden efectuar el desplazamiento y reposición del mismo, con una rapidez que
nunca podrán alcanzar los de estatura elevada. En resumen, que la arrancada,
el frenado, los movimientos cortos para atrás y adelante, los giros y los cambios
de dirección – todo lo cual realiza el futbolista constantemente-, serán mucho
más veloces si los ejecutan los bajos, que si los desarrollan los altos. Por ello,
los grandes dribladores son bajos y de paso breve.
Quede claro una vez más, que no quiero infravalorar a los futbolistas de es-
tatura elevada, ambos tipos de jugador son válidos y se complementan entre sí,
como lo demuestra que los grandes equipos o selecciones, siempre han estado
formados por futbolistas de muy diversas tallas.
Esto me lleva a la Selección Española. Desde hace más de 40 años, los se-
leccionadores han llamado a futbolistas altos, fuertes, luchadores y trabajadores.
Opinaban así: los rivales son altos y muy fuertes. Además tienen una mejor con-
dición física de base y, con su fortaleza, superan a nuestros jugadores, técnicos,
pero de escasa estatura. Hay que poner a los fuertes.
Lo anterior era recibido –aficionados, directivos, críticos y técnicos-, como una
gran verdad. Por ello, se apostó por los grandes y fuertes, año tras año y Mundial
tras Mundial (hasta defensas mediocres jugaron de centrocampistas –recuerden
a Ríos-, zona donde es imprescindible la creatividad).
En realidad lo expuesto era una gran mentira, como queremos demostrar:

• 1. Para superar a un equipo técnico, de gran calidad, hay que utilizar una
mayor calidad que difícilmente se posee o a base de velocidad, marcaje, antici-
pación y fuerza.
• 2. Pero ante un rival físicamente muy superior, por su dureza y velocidad,
aparte su gran espíritu de lucha hay que intentar superarle con habilidad, inteli-
gencia, astucia y colocación.
• 3. Llevo años luchando contra esa opinión generalizada, que valora grande-
mente las faltas “tácticas”, “inteligentes”. Increíble que se aprecie la impotencia.
Además el balón sigue en poder del rival y no se puede poseer el control del par-
tido sin el esférico. Creo que lo correcto es no hacer falta, arrebatar la pelota al
rival y entregársela a un compañero, como hacen o hicieron Mauro Silva, Dunga,
Makelele, Toure, Mascherano y -en la selección- Senna y Busquets.
Luís Aragonés tampoco fue la excepción colocando - como sus antecesores-,
a los altos, fuertes y luchadores. Como aquello no funcionaba, llegó un momento
en que lo vio claro y diáfano. Inmediatamente montó el equipo sobre la calidad,
la técnica y el sentido de la improvisación durante el juego. También sobre la
fortaleza de los altos y la astucia, picardía y habilidad de lo pequeños. Con todo

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ello y el mejor portero del mundo, España ha realizado un juego magistral, mag-
nifico, colosal.
Creo que la senda del fútbol español, su camino – Del Bosque lo sigue-,
ya está trazado. Se basa en estas cualidades: técnica, habilidad, inteligencia y
calidad. ¡Ah! y que no se cambie si llega alguna derrota. Que llegará. En el fút-
bol nadie gana siempre. Equipos, jugadores y entrenadores a veces ganamos
y otras perdemos. Aquellas palabras de Lineker. “Fútbol: deporte en el que los
alemanes ganan siempre”, fue otra solemne equivocación, como se demostró en
la final europea y en le Mundial-10. Alemania perdió.
Naturalmente no puedo olvidarme del Barça de Guardiola y de su juego
excepcional. Muchos dicen que es el mejor conjunto de la historia del Barça; lo
que está claro es que ha hecho historia en 2009, con sus títulos. Como todos sa-
bemos, junto a futbolistas altos, están Messi, Xavi, Iniesta, Alves, Bojan … todos
pequeños y, sin duda, los mejores.
Por cierto que un renombrado entrenador, alabando el gran juego de Iniesta
y Xavi, exclamó: “una lástima que no midan 1’90”. ¡Qué tremendo error!. Si tuvie-
ran dicha estatura, no tendrían su gran habilidad y los movimientos “de fútbol”,
serian muy lentos. Es decir, no podrían realizar ese juego prodigioso, que nos
fascina.

¿La grandeza de España?


No es una selección, es un equipo.

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ORGANIZACIÓN DEL JUEGO

Entramos en una materia muy delicada que responde al nombre de “táctica”,


aunque esta denominación tan escueta no refleja la realidad de un gran proble-
ma, el más importante del fútbol. Para jugar bien se precisa buen estado físico,
excelente manejo del balón y notable condición psicológica. Pero si el jugador no
“entiende” el juego, no conoce su “lógica” y “lee” mal las situaciones del juego,
¿para qué le sirven su notable condición física, técnica y psicológica?.
Como lo anterior quizá les confunda, añadiremos que si se entrena a base
de correr y correr, ¿Cuándo los jugadores mejorarán su juego?. ¿Cuándo en-
sayarán para ser un auténtico equipo?. Como ejemplo diremos que si estos fut-
bolistas quisieran aprender el inglés a base de “carrera continua” y clases de
psicología, ningún éxito alcanzarían. ¡Ah!, dominar el juego del fútbol individual
y, sobre todo, colectivamente, es muchísimo más difícil que hablar el idioma de
Shakespeare.
Dividiremos esta materia en varios principios básicos:

• Ofensivos (en posesión del balón).


• Defensivos (sin balón)
• Organización del juego (sistema, táctica, etc.)

Dentro de los principios ofensivos (desdoblamientos, espacios libres, apoyos,


“paredes”, etc.) el más importante es el desmarque, un compendio de todos
ellos. Es una acción física, pero esencialmente, inteligente. Sin embargo técni-
cos y jugadores parecen desconocerlo. Por ello, éstos gastan muchas energías,
sin fruto. Por ejemplo:
1. Cuando lo realizan a un lugar tan lejano del compañero que posee la pelota,
que éste es incapaz de enviarla, por falta de potencia en el chut.
2. Cuando lo realizan a zonas inútiles, como puede ser incurrir en fuera de
juego.
3. Desmarcarse correctamente pero a destiempo. Haciéndolo cuando el com-
pañero está de espaldas, sin visión y sin posibilidad física de enviarle el esféri-
co.
4. Desmarcándose sin estar “asequible”. Es decir, realizarlo cuando el balón
no puede llegarle por un camino despejado (espacio Libre, “pasillo”, etc.) y tam-
poco existe posibilidad técnica de enviarle el balón por elevación.

56
Villa, el “rey” del desmarque...

57
5. Si tras su desmarque se sitúa en otra zona, ocupada por compañero y ad-
versario, sin percatarse de que existen otros espacios libres.
6. Si se dirige, perseguido por su adversario, hacia la zona donde se encuen-
tra totalmente desmarcado un compañero.
Ahora bien, de poco valen los desmarques buenos, si el poseedor de la pe-
lota, no se percata de ellos, o no elige el pase más conveniente. Este jugador
tendrá concentrada su atención en el juego - no en el balón-, para lograr un fútbol
vertical. Su vigilancia u observación hará que, en el momento de iniciar su ac-
ción, reaccione con un comportamiento diferente ante una situación imprevista.
Por ello debe tener:
a) clara visión del terreno de juego (visión periférica), para observar todas las
posiciones y carreras de compañeros y adversarios.
b) Decidir rápidamente la mejor de las posibilidades que se ofrezcan, jugando
inmediatamente o temporizando la acción, para que el compañero llegue al lugar
idóneo.
c) Aumentar el desmarque del compañero al que finalmente irá el balón, me-
diante una finta de pase en sentido opuesto, logrando así coger a contrapié a los
adversarios.
d) entregar el balón en el momento justo y no cuando el compañero se ha
situado en fuera de juego o está muy retrasado.
e) Desmarcarse tan pronto se ha cedido la pelota.

Una característica del fútbol actual es que los jugadores no deben desmarcar-
se aisladamente. Los desmarques deben ser generales y sincronizados. Los me-
jores pueden resultar baldíos si los compañeros no cooperan inteligentemente.
Por ejemplo, hoy no se concibe que un delantero centro se quede metido dentro,
estático, sin salir en diagonal hacia las bandas. En el centro, marcado por dos
contrarios, no podrá hacer mucho, pero lo peor es que tapona “la bombilla”, e im-
pide que lleguen a ella sus compañeros en forma inesperada. Un delantero cen-
tro móvil, que posea improvisación y velocidad de desplazamiento en espacios
reducidos, se hace incómodo para los defensas, les crea problemas y origina los
huecos necesarios para él y sus camaradas.
Respecto al marcaje, hay algunos técnicos muy renombrados – e infinidad de
otros mediocres-, que aseguran que es el antifútbol y que nadie lo debe emplear.
Estas ideas nos parecen increíbles, ya que el marcaje y el desmarcaje no pue-
den separarse, al estar íntimamente unidos. Marcamos con el fin de apoderarnos
del esférico y atacar sirviéndonos del desmarque. Cuando el adversario tiene el
balón hay que defenderse, luego hay que marcar. Si nos apoderamos del mismo,
hay que atacar; entonces se utiliza el desmarque. Nunca olvidemos que se de-
fiende para poder atacar (sólo existe un balón, luego los dos equipos no pueden
hacerlo a la vez) y que cuando atacamos nos estamos defendiendo.
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Dentro de los principios defensivos –repliegue, cobertura, temporización, an-
ticipación, entrada etc.-, el marcaje es el más valioso, ya que sin él los otros no
serían posibles. No olvidemos que tiene un doble aspecto: individual y colectivo.
Además los equipos pueden hacerlo de diferentes maneras: “zonal”, “al hombre”,
“combinado”, “mixto”, o con “pressing”.
Los investigadores del deporte en equipo, definen la organización del juego,
de la misma manera, aunque con palabras diferentes: “la organización racional
del juego, buscando superar al adversario”. Se divide en sistema de juego, tácti-
ca, plan de juego y estrategia.

De la Peña, el Rey del pase

El sistema de juego es la colocación de los jugadores, para desarrollar me-


diante sus movimientos el plan de antemano definido. Tiene que ser constante e
invariable, sin cambiarlo, aunque tampoco será eterno. Los sistemas pueden ser
diferentes, pero tendrán características semejantes:
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HABLEMOS DE LOS SISTEMAS

En el aspecto táctico, el fútbol está muy retrasado. La organización del juego,


algo importantísimo en los deportes colectivos –máxime en el fútbol que cuenta
con 11 participantes-, muchísimos entrenadores no la conocen y, por lo tanto,
“pasan” de la misma. La causa de esta ignorancia se debe a que fueron futbo-
listas y ninguno de sus técnicos, tenían un sistema de juego. Lo único que les
aportaban eran frases como éstas: “¡Hay que luchar!”. “’Hay que correr!”. “¡Siem-
pre se puede correr más!”. “¡Hay que estar muy concentrados!”. (¿Verdad que
estas frases son muy válidas para deportes individuales?). También algunos les
decían: “¡Hay que jugar bien!”. Pero no les explicaban, cómo se juega bien.
Lo expuesto ha ido pasando de generación en generación. Máxime si pensa-
mos que la Escuela de Entrenadores define así los sistemas: “es la posición que
adoptan los jugadores, cuando comienza el partido”. Increíble, pero cierto. Dicho
lo anterior, no les extrañe que entrenadores considerados como creativos – Val-
dano, los Victor, Schuster, Marcelino, Lotina…-, se hayan pronunciado en esta
línea: “se puede preparar la defensa – marcajes, coberturas, ayudas colectivas,
repliegues, etc.-, pero el ataque debe quedar al libre albedrío de los jugadores”.
Y han añadido: “orden en defensa e inspiración en ataque”. Incluso Dunga, se-
leccionador de Brasil, ha dicho recientemente: “atrás quiero orden colectivo y
cuando tengamos la pelota a 30m de la puerta rival, ¡que cada uno haga lo que
quiera!”.
Todo me parece un gravísimo error: se puede preparar la defensa y se pue-
de preparar el ataque. Orden e inspiración en defensa y orden e inspiración en
ataque. Naturalmente resulta relativamente fácil preparar el juego defensivo. Y
dificilísimo el de ataque – destruir es más sencillo que crear-, pero esa es nuestra
misión. La posición que han adoptado, tantos y tantos entrenadores, - comodi-
dad y holganza-, viene haciendo un daño tremendo al “fútbol-fùtbol”.
El sistema de juego no tiene nada que ver con esos números – 4.4.2, 4.4.3,
4.1.4.1, etc.-,que los críticos repiten hasta la saciedad. Por cierto, los profesores
de la Escuela de Entrenadores, si les decimos la numeración que acabamos de
reflejar, nos dicen irónicos: “¿juegas sin portero?”. No relacionamos a los guar-
dametas, por lo mismo que cuando vamos a comprar un coche y preguntamos
cuántas velocidades tiene, nunca nos citan la marcha atrás. Esta, como los me-
tas en el fútbol, todos sabemos que existen y la misión que tienen.
Sistema supone para los técnicos que hemos creado alguno, todo lo que te-
nemos preparado – defensa-ataque-, con el balón “activo”, en juego. Sus princi-
pios – el “sello” o personalidad del conjunto-, son esenciales, y no se cambian,
manteniéndose partido tras partido.

63
Esto lo demuestran lo grandes técnicos, que han hecho historia en el fútbol:
Chapman, Herrera, Benito Diaz, Jany Van Der Veen, Scopelli, Bela Guttman,
Pedroto, Cruyff, Capello, Miera, Benito Floro, Wenger, Benítez, Guardiola y más.
Todos han “marcado” a sus equipos, haciéndoles jugar de una forma muy pecu-
liar y, si cambiaban de club, éste pasaba a ser una copia fiel del anterior, actuan-
do con el “sello” característico del entrenador.
Lo expuesto me lleva a pensar en ciertas ideas que, pese a su inconsistencia,
desde hace un siglo, se mantienen en el mundo del fútbol. Por ejemplo, cuando
fui al Barça, el ex jugador Segarra, en aquel momento técnico del club, me dijo
antes de un partido: “tranquilo. Hemos trabajado correctamente durante la sema-
na y hoy hemos preparado bien el partido. Ya hemos cumplido. Ahora depende
de los jugadores”. Esta para mi increíble opinión la vienen sustentando infinidad
de entrenadores. Hace pocos días, el hoy técnico Quique Setién, repetía las
mismas palabras en la prensa.
Estoy convencido de que nosotros también jugamos y, con nuestras decisio-
nes – tras observar y analizar el juego-, podemos resolver algunos partidos. Por
lo pronto, atisbando la posición de los jugadores propios ya que se descolocan
con gran facilidad (recuerdo en Segunda División a Majó que no conseguía el
balón – el terreno muy encharcado-, puesto que le rebasaba por elevación. Le
dije que se situara cinco metros más atrás y, a partir de aquel momento, se erigió
con su gran toque, en la figura del partido). También el técnico estará pendiente
de cómo actúa el contrario y, si conoce su estilo de juego, observará si lo emplea
o lo ha cambiado. En cualquier caso, tomará las medidas pertinentes. Igualmen-
te estudiará los cambios, que son muy complicados: ¿Quién sale del campo?.
¿Quién entra? ¿En que posición?. Incluso, en el transcurso de algún partido,
será importante hablar con los capitanes sobre la actuación arbitral.
Quizá peque de vanidoso si digo que desde Primera División a la Escuela de
Santander, muchos encuentros se han ganado por mis decisiones durante el
juego. Igualmente, finalizados partidos con derrota, rememorando el juego, he
pensado que no me había percatado de cuestiones tácticas que podían haber
cambiado el resultado y el juego.
¡Ah!, el razonamiento de estos técnicos: “los jugadores, por el gran ruido exis-
tente, no nos oyen, por lo que cualquier instrucción que se les dé, es inútil”. No
estoy de acuerdo. Ahora con los cambios, eso está superado. Y antes, cuando
no existían y en algún momento el rival nos superaba – o uno de sus elementos-,
yo hacía una seña a un jugador determinado y este aparecía en el suelo, con un
calambre repentino. Mientras se le atendía, los capitanes se me acercaban y les
explicaba lo que el equipo debía corregir.

64
ENTRENADORES MUDOS

Hemos hablado del “silencio” de los entrenadores durante los par-


tidos. Pienso que para ello existen una serie de razones, que segui-
damente explico:
1. El técnico tiene escasos conocimientos de fútbol, por lo que
poco puede ordenar a sus futbolistas. Quizá esto les extrañe, pero
es cierto. He conocido a muchos jugadores profesionales que ante mi pre-
gunta: “¿serás entrenador?”, me han contestado rotundos: “¿entrenador,
el tonto del circo?, ¡jamás!”. Pero ya retirados, alguno de ellos con pro-
blemas económicos decidieron hacerse entrenadores. Como es lógico, sin
preparación, experiencia, ni capacidad.
2. El técnico con un gran entendimiento del juego, a menudo no “ve”
las situaciones cambiantes del encuentro, por la tensión con la que lo vive.
Se juega tanto que se le obnubilan las ideas.
3. A esto, añadir que está ubicado en el peor lugar para ver el fútbol
(hay campos en los que, si el balón está en la otra banda, sobre el césped,
no se ve el balón). Su posición tendría que ser muy elevada –incluso en la
tribuna-, donde existe un gran dominio visual.
4. Por mi experiencia creo firmemente en lo anterior. He visto cambiar
muy pronto a jugadores que según el criterio de todos los espectadores
–entendidos o no-, eran el mejor sobre el campo. Estas decisiones sólo son
posibles, por el lugar donde se ubica a los técnicos. ¡Ah, recientemente
Emery, del Valencia, tras un partido comentó a los periodistas: “hemos
ganado por el gran gol que marcó Miku”. Lo había logrado Joaquín.
BENITO DÍAZ Y EL CERROJO
Como ejemplo de los técnicos que han utilizado un sistema propio,
vean el de Benito Díaz, para nosotros el mejor entrenador español
de todos los tiempos.
Con 30 años ya entrenaba a la Real Sociedad, dirigiéndola en
las tres finales contra el Barcelona que se celebraron en Santander,
en 1928. Simultáneamente fue el preparador de España en la Olimpiada de
Amsterdam.
Emigró a Francia y entrenó al Girondins de Burdeos, En una espec-
tacular trayectoria, le subió desde Regional a Primera División – pasando
por las categorías intermedias-, hasta hacerle campeón de Francia. Allí le
pusieron el sobrenombre de “el Brujo”. Posteriormente regresó a España
y triunfó en la Real Sociedad, Atl. de Madrid y Selección Española, en el
Mundial-50. En los cuatro equipos utilizó un “cerrojo” especial.
Como ven en el gráfico jugaba con “escoba” y, en situaciones apu-
radas, se replegaban hasta las cercanías de su área, en una época que esto
no se comprendía, ya que hacerlo “era de cobardes”. Pérez que salía con
el número 11, actuaba como medio y si el adversario tenía un gran juga-
dor – Kubala, Wilkes, Di Stéfano-, él lo sometía a un marcaje estrecho, “al
hombre”, mientras sus compañeros lo hacían “en zona”.
El ataque estaba preparado de la siguiente forma: una banda que-
daba vacía – aparentemente-, mientras en la otra estaban, muy próximos,
dos pequeños pero grandes jugadores. El velocísimo y hábil Epi y Alsúa,
un genio del fútbol. Los compañeros tenían orden de entregarles el balón
y ellos, con su enorme calidad iniciaban el ataque para, antes ó
después, pasar al otro lado donde aparecía Ontoria . Este teórico
medio, era el gran goleador del equipo, con su gran disparo y sus
fulgurantes apariciones en el área rival.
Cuando “tío” Benito lo creía conveniente, hacía una seña a
Epi y este se cambiaba de banda, siempre acompañado del inse-
parable Alsúa. El moviento de estos dos futbolistas producía que Igoa se
desplazara un poco hacía la banda vacía donde, en el momento oportuno,
ahora aparecía el lateral Marculeta.
(La “sociedad” que formaron Alsúa-Epi en la Real, me trae a la men-
te la que forman Messi-Alves, otros “pequeños-grandes”, pero que sacan
poco fruto ya que Messí se va al centro “para dejar espacio al brasileño”.
¡Que tremendo error!. Ese “pasillo” se deja para los que no saben jugar.
Pero Messí y Alves, como en su día Alsúa y Epi, son auténticos maestros
que deben actuar juntos para apoyarse y desbordar rivales).
Volvamos a Benito Díaz: ¿Qué les parece su sistema?. ¿Se puede
preparar la defensa?. ¿Se puede preparar el ataque?.

Benito Díaz, el mejor técnico de fútbol.


Espacio Libre

Real Sociedad años 50,

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Valdano, cree en el juego de ataque, pero no en la creación sistematizada.

Wenger, un gran entrenador, que posee un gran sistema de juego.

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SISTEMA PIRAMIDAL

Vamos a dar un repaso a los sistemas de juego más destacados y que, esen-
cialmente, cambiaron el juego de su momento, al ofrecer nuevas ideas y abrir
vías de maniobra, en defensa y ataque. Emplearemos el nombre con que son co-
nocidos, aunque ya hemos explicado que lo importante es el orden colectivo – en
defensa y ataque-, el “contenido” que preconiza el entrenador, unido a la actitud,
voluntad e inteligencia de los jugadores y a su inspiración durante el juego.
En 1883, el equipo de la Universidad de Cambridge inventó y puso en prác-
tica, el sistema piramidal, también conocido en el mundo por “el método”. Su
creación se debe a la modificación de la Regla del “offside”. El jugador situado
delante del balón en campo adversario dejó de estar en fuera de juego siempre
que tuviese TRES jugadores o más entre él y la línea de meta rival.
Este sistema aprovechó esta Regla y uno de los defensas quedaba muy atrás,
más incluso que el del “cerrojo”, mientras el otro se colocaba en la línea divisoria,
con lo que lograban tener alejados a los adversarios de la propia meta o bien
hacerlos incurrir en fuera de juego. ¿La contratáctica?. Tener muy abiertos a los
extremos (les decían los entrenadores: “al final, quiero ver las botas llenas de la
cal de las bandas”), pasarles en largo – eran muy veloces-, y que condujeran el
balón hasta el córner – nunca hacia la portería-, para desde allí centrar, desha-
ciendo toda posibilidad de offside.
A la línea media se la llamaba “columna vertebral” del equipo y el medio centro
era el pivote sobre el que giraba todo el juego. Muy ofensivo – se le denominaba
también sexto delantero-, se limitaba en defensa a marcar en zona al delantero
centro o interiores.
El quinteto atacante jugaba en línea para no incurrir en offside, siendo el de-
lantero centro el cerebro y el que más se retrasaba. Posteriormente fueron los
interiores los que se replegaron, para recibir balones de los medios.
Es indudable que este sistema tuvo mucho éxito – no olvidemos que reinó
cerca de 50 años-, pero finalmente los defensas se convirtieron en verdaderos
artistas para provocar el fuera de juego. El espectáculo perdió atracción y llegó
un momento en que era dificilísimo marcar.
La Comisión Internacional de Fútbol, después de largas reuniones y delibera-
ciones durante siete años, modificó la Regla del “offside” pasando a que hubiera
DOS jugadores o más, entre el atacante y la línea de meta rival. Ello sucedió en
1925 incluso tres años después, para dar más facilidad a los atacantes, la Comi-
sión eliminó, en el saque de banda directo, el fuera de juego.
Es evidente que todo ello desarticuló a los defensores. Y aunque los dos de-
fensas pasaron a situarse en anchura y no en profundidad, los atacantes, con
los extremos y el delantero centro mucho más adelantados, pues no era fácil
70
incurriesen en fuera de juego, incrementaron la producción de goles en forma
considerable. Sobre todo los delanteros centro, totalmente en punta ahora y si-
tuándose entre los dos zagueros abiertos, se convirtieron en súper-goleadores.
Este sistema pasó a estar descompensado por la superioridad de los defen-
sores que impedían los goles, a descompensarse por exceso de goles, ya que
los atacantes les superaban y esta claro que la modificación de la Regla XI fue
el factor determinante.
Esta modificación acabó con la trampa del “fuera de Juego” y hubo un énfasis
goleador – resultados de 8-3, 7-4 o 9-1 fueron normales-, lo que originó que el
publico, que había desertado de los campos, volviera para gozar del juego y
goles.

La selección
de Austria, que
reinó en los años
treinta -Wender-
team-, jugaba
con el sistema pi-
ramidal, a pesar
de que el “WM”,
ya se había im-
puesto en Ingla-
terra.

71
SISTEMA 4.2.4

A partir de 1950 algunos delanteros crearon problemas a los defensas con su


movilidad, ya que facilitaba su desmarque y el de sus compañeros. Es decir, de-
jaban su posición clásica y, “errantes”, deambulaban por otras, buscando espa-
cios y libertad. Fueron los precursores del juego de hoy, basado en rotaciones.
La “explosión” de la crisis del sistema de los tres defensas hay que buscarla
en la selección húngara de los 50, que revolucionó el juego de ataque. Gustav
Sebes, seleccionador húngaro, al colocar su ataque en forma diametralmente
opuesta a la clásica, con los interiores Kocsis y Puskas totalmente en punta,
como doble delantero centro, los extremos arrancando desde atrás y abiertos y
dos hombres en el medio campo (el delantero centro teórico Higdekuti y Bozsik)
mientras el número seis Zakarias quedaba en apoyo de la defensa, formó un
claro 4-2-4 que sembró el desconcierto entre los adversarios.
Es indudable que no hay sistema que haga jugar bien a los ineptos, y que los
jugadores húngaros, extraordinariamente técnicos y cerebrales, hubiesen brilla-
do con cualquiera, pero el ataque en forma de M contribuyó grandemente a sus
éxitos.
Los equipos adversarios se sumían en un estado de gran indecisión. El cen-
tral no sabía si seguir al delantero centro que se retrasaba, o permanecer atrás
marcando a los dos interiores. Los laterales no se decidían a seguir a los ex-
tremos, tan retrasados, pero tampoco se venían atrás para arroparse con sus
compañeros. Los volantes – que con el sistema W-M eran, con los interiores,
los creadores del juego-, no sabían si quedarse atrás, con lo que se resentía el
medio campo, o atacar con la amenaza de que el central se quedaba con dos
adversarios. Esta desorganización hacía que muchos equipos encajasen rápi-
damente dos o tres goles, sin tiempo para tomar medidas. Cuando al fin se per-
cataban del planteamiento, la moral y el juego de los húngaros era tan elevado
que la goleada llegaba indefectiblemente.
Las diferencias principales del 4-2-4 con la W-M son:

1. Se vuelve al marcaje por zonas, abandonando la marcación individual, en


todo el terreno.
2. El 4-2-4 se hace fuerte en las áreas, y se deja el centro del campo en poder
del adversario (se cede, no se impone el rival).
3. La movilidad de los delanteros húngaros, desconcertó a los rivales. En aquel
tiempo existía esta máxima: “los extremos deben retroceder únicamente hasta la
línea medianera y los laterales nunca deben rebasar dicha zona”. Queda claro
que al bajar los extremos al medio campo propio, gozaron de absoluta libertad
para recibir, crear y atacar.

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4. El juego de ataque se veía beneficiado por otra máxima: “el central nunca
debe perseguir al delantero fuera de su zona. Cuidar el centro es lo más im-
portante”. Cuando el extremo -cualquiera de los dos- se hacía con el balón y
lo conducía para enfrentarse al lateral contrario, el punta más próximo salía a
la banda buscando lo que yo llamo “la doblada”. Como el central no le seguía,
inmediatamente se creaba una superioridad numérica que los húngaros sabían
aprovechar.

Selección
húngara 1950-54
con su auténtico
4-2-4.

Casi todos los autores señalan a Brasil-58, campeón Mundial, como los pre-
cursores de este sistema. Hungría-54 – que no fue campeón, ahí esta el proble-
ma-, se enfrentó a los brasileños en el Mundial de Suiza y los europeos humilla-
ron con su juego excepcional a los americanos, actuando con “su” 4.2.4.

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Nos resulta evidente que Brasil copió el sistema húngaro. El estilo de juego de
éstos, en el que descollaban habilidad, vivacidad e inteligencia, se adaptaba a la
perfección a las características de los brasileños. Hungría utilizaba el apoyo casi
mágico de sus jugadores en rotaciones, pases y relevos cortos. No quedaban
excluidos los pases largos – de gran precisión-, pero el estilo de juego no se
basaba en ellos. Brasil realizaba un juego “más largo”.

4-2-4 de Brasil
en Suecia-58

Además sabemos que fue Bela Guttman el creador del 4-2-4. En 1948 ya lo
utilizaba en el MTK y Gustav Sebes lo llevó a la selección. Guttman tras la re-
volución del 56, marchó a Brasil a dirigir al Sao Paulo y, lógicamente, implantó
“su” sistema. Feola, seleccionador brasileño le consultó algunos datos del mis-
mo, que le permitieron perfeccionarlo, siendo más flexible y elástico que el de
Sebes.

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LOS DESDOBLAMIENTOS

Buscando que siempre exista un gran equilibrio táctico, cuando ataquemos


utilizaremos los desdoblamientos. Veamos algunos ejemplos:
1. Jugador que corta, pasa y al unísono se incorpora al ataque, abandonando
su posición. Pongamos que es un medio que entrega al extremo y se va a la “do-
blada”, pero este pasa al centro y se pierde el balón. Inmediatamente el extremo
ocupa la posición de medio, mientras éste queda en la banda (“has venido a mi
lugar, yo voy al tuyo”).
2. También el desdoblamiento pueden realizarlo tres jugadores. El defensa
corta, pasa y ataca. El medio ocupa su posición. El avance continua y cuando se
pierde el balón, el defensor está adelantado respecto al extremo, lo cual origina
que éste se convierta en medio y el defensor ocupe la banda (“has venido a mi
lugar, yo voy al del compañero que ocupa el tuyo”).
Como es lógico estos movimientos se pueden repetir por jugadores de la zona
derecha, centro e izquierda, siempre a base de defensa-medio, medio-delantero
o bien defensa-medio-delantero.
Queremos resaltar los defectos que se repiten en cualquier categoría – profe-
sionales o fútbol base-, y en países diferentes. Veamos varios ejemplos:

- Un defensa se va al ataque y el medio no ocupa su posición. Igualmente


sucede lo mismo en el centro del campo: el medio ataca y el delantero se olvida
del relevo.
- Un medio va a la “doblada”, pero el lateral adversario se apodera de la pelo-
ta. Nuestro centrocampista está próximo a él, pero retrocede a su posición que
está ocupada por el extremo. Debió quedarse y disputar el balón.
- Y el defecto más grave. Un medio recoge la pelota y se va al ataque en so-
litario. Tras recorrer 10-15 metros, se encuentra con su extremo y el marcador
de éste. Es la posición ideal en el fútbol: dos contra uno. Inesperadamente, el
extremo se sitúa varios metros detrás de su compañero quien sin pase, se en-
frenta al rival. Es un gravísimo error: el relevo se hace cuando se pierde el balón,
nunca antes.

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