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Una nueva guerra mundial

1. La causa de la guerra
Algunos historiadores consideran que las razones de esta guerra deben buscarse en el expansionismo alemán y en las ansias de
poder del líder del Tercer Reich: Adolf Hitler. Otras explicaciones ponen el acento en los efectos de la situación económica del
Occidente capitalista, sobre todo a partir de la crisis de la bolsa de Wall Street en 1929, que afectó fuertemente a la Alemania de
entreguerras. Para un cierto número de estudiosos, el comienzo de la guerra reveló el fracaso de la Sociedad de las Naciones
como instrumento para lograr la resolución pacífica de los desentendimientos entre los países.

En realidad, todos estos factores, integrados, ayudan a entender este complejo conflicto que enfrentó a dos bandos: los Aliados,
encabezados por Francia y Gran Bretaña, a los que luego se sumaron los Estados Unidos y la Unión de las Repúblicas Socialistas
Soviéticas, y el Eje, integrado por Alemania, Italia y Japón. En este contexto, nuestro país se mantendría neutral.

2. La expansión
En agosto de 1934, la muerte de Paul von Hindenburg, presidente de Alemania en aquel entonces, suprimió el último obstáculo
para que Hitler concentrara todo el poder en sus manos. A partir de ese momento quedaron firmemente asentadas las bases del
Estado totalitario con el que aspiraba a convertir otra vez a Alemania en un gran imperio. Una de las medidas que puso en
práctica para lograr aquel objetivo fue la expansión geográfica.

En sus comienzos, las aspiraciones de Hitler contaron con la tolerancia de la Sociedad de las Naciones. En efecto, Francia y Gran
Bretaña asumieron una política de apaciguamiento, que consistía en otorgarle a Hitler lo que reclamaba y firmar con él nuevos
pactos para mantener la paz. Estos países estaban más preocupados por detener el avance del comunismo que el de los
alemanes, suponiendo que los nazis eran mucho menos peligrosos y más fáciles de controlar. De hecho, el retiro de Alemania de
la Sociedad de las Naciones en octubre de 1933 no fue considerado como una señal de alerta, y pasaron varios años hasta que
Francia y Gran Bretaña comprendieron, finalmente, lo equivocados que estaban con respecto al Führer.

En 1936, la política expansionista de Hitler (doc. 1) en busca del "espacio vital" se cobró su primera víctima: la región de
Renania, fue ocupada sorpresivamente por fuerzas militares alemanas. Luego, le tocó el turno a Austria. El 13 marzo de 1938,
Hitler invadió el territorio austríaco proclamando el Anchluss (o unión política de Austria y Alemania).

En los Sudetes, Hitler animó al líder de la minoría germana a provocar un levantamiento popular para reclamar la autonomía.
Mientras tanto, él exigía su anexión al Reich. Ante esto, Francia y Gran Bretaña convocaron a una conferencia de la Sociedad de
las Naciones en septiembre de 1938. La política del apaciguamiento volvió a privilegiarse: Francia y Gran Bretaña acordaron
ceder los Sudetes a Alemania.

Las anexiones logradas, sin embargo, no calmaron al Führer. El 15 de marzo de 1939, las tropas alemanas ocuparon
Checoslovaquia, donde establecieron el Protectorado de Bohemia y Moravia, con influencia alemana.

3. Alemania, Italia y Japón


A medida que avanzaba su política expansionista, Hitler articuló alianzas con Italia y Japón.

¿Por qué la Italia de Mussolini se unió a Alemania? Además de las similitudes de los regímenes, Italia también estaba
insatisfecha con los resultados de la Primera Guerra Mundial y los tratados de paz de 1919.

Las relaciones entre Italia y Alemania se fortalecieron aún más cuando estalló la Guerra Civil española y ambos países decidieron
apoyar al bando sublevado, lo que provocó una creciente colaboración que llevaría a ambas potencias a firmar, en octubre de
1936, un tratado que daba origen al Eje Roma-Berlín. Además, en 1937, Italia fue incorporada al Pacto Antikomintern, una
alianza en contra del comunismo soviético firmada entre Alemania y Japón en 1936.

Durante la Primera Guerra Mundial, este país asiático había participado del lado de los Aliados. Pero, al igual que Italia, también
quedó insatisfecho con los beneficios obtenidos como recompensa. A esta disconformidad se le sumó el agravante de la crisis
mundial de 1930, que golpeó duramente a la economía nipona. Los sectores de derecha y las fuerzas armadas aprovecharon
esta oportunidad para imponer sus ideas ultranacionalistas e imperialistas, pues consideraban que la manera de lograr el
crecimiento económico era colocar a Asia Oriental bajo el dominio japonés.

Así, en 1932, provocaron un golpe de Estado y profundizaron el control sobre Manchuria (territorio chino), invadida por Japón
en 1931, donde crearon el Estado de Manchukuo. Ante el reclamo de China, la Sociedad de las Naciones exhortó a Japón a que
restableciera la situación previa al conflicto. En respuesta, el gobierno nipón abandonó la Sociedad de las Naciones y se acercó a
Hitler.

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Los japoneses convirtieron al nuevo Estado de Manchukuo en un banco de pruebas en el que el ejército pudo testear sus armas
y ensayar sus ideas sobre una economía planificada en torno del esfuerzo bélico. La orientación militarista de la economía ayudó
a Japón a superar rápidamente la crisis económica y a transformarse en un rival de peso para las potencias occidentales. Así
fortalecido, a fines de 1936, Japón firmó con Alemania el Pacto Antikomintern y con el respaldo alemán invadió China en 1937.

4. Comienza la Segunda Gran Guerra


A pesar de las anexiones logradas, Hitler ambicionaba el territorio de Polonia. Pero este país había firmado una alianza defensiva
con Francia y Gran Bretaña. Por eso, antes de planificar la invasión a Polonia, Alemania firmó un pacto de no agresión con la
URSS en agosto de 1939 para asegurarse la neutralidad de este país. Así, Alemania y la URSS firmaron un acuerdo secreto que
establecía el reparto de Polonia entre ambos países y la delimitación de las zonas de influencia en el este de Europa. Con este
acuerdo, Hitler tuvo vía libre para actuar.

La invasión fue, efectivamente, brutal y veloz. El ejército polaco y decenas de civiles armados se enfrentaron a las tropas
alemanas. Sin embargo, era muy difícil tener éxito ante la guerra relámpago alemana. Se trataba de una táctica que consistía en
combinar ataques aéreos con el avance de las fuerzas acorazadas, cuyo despliegue en forma de pinza envolvía al enemigo en
"bolsas" que luego eran reducidas por la infantería.

Por lo tanto, a pesar del esfuerzo, los polacos no lograron detener a los nazis, que rápidamente proclamaron la anexión del
corredor polaco y de la ciudad de Danzig al Reich; de esta manera le dejaban la zona oriental de Polonia a la URSS, que invadió
este país el 17 de septiembre.

Ante la invasión de Polonia, Francia y Gran Bretaña le declararon la guerra a Alemania el 3 de septiembre de 1939. Comenzaba
así la Segunda Guerra Mundial.

5. La primera etapa: la ofensiva del Eje


Hitler continuó su avance hacia la zona báltica. En abril de 1940 sus tropas ocuparon Dinamarca y Noruega con el fin de
asegurarse el abastecimiento de hierro escandinavo y de conquistar una buena posición estratégica.

A comienzos de mayo, los nazis decidieron iniciar el ataque a Europa occidental. El gran problema era cómo doblegar a los
franceses, puesto que necesitaban atravesar la línea Maginot, una línea de fortificación que el ministro de Defensa francés,
había mandado a construir a lo largo de la frontera francesa con Alemania. Para salvar el problema, la táctica alemana consistía
en atacar Holanda, Bélgica y Luxemburgo y, desde allí, realizar una embestida frontal a la zona de las Ardenas (noroeste de
Francia), considerada impenetrable, rodeando la línea Maginot. Y, en buena medida, así lo hicieron.

El 14 de mayo, los alemanes entraron en París y, poco después, el gobierno francés firmó el armisticio. A partir de él, Francia
quedó dividida en dos zonas: la zona norte y oeste, incluida París, ocupada por los alemanes, y la llamada "Francia libre o de
Vichy", que comprendía el sur y el este del país, así como las colonias, encabezada por el Mariscal Philippe Pétain. El régimen de
Vichy, a pesar de llamarse "libre", fue un Estado colaboracionista con los nazis, es decir, dominado por Hitler.

Derrotada Francia, Gran Bretaña quedaba como el único enemigo activo de Alemania. Su situación era muy precaria no solo por
su aislamiento sino también porque, debido a la guerra submarina que Alemania llevaba adelante, no podía obtener suministros
por vía marítima. Durante todo el mes de agosto y parte de septiembre de 1940, los aviones alemanes sometieron al territorio
inglés a intensos bombardeos. Sin embargo, el desempeño de la fuerza aérea británica y el uso del radar, una reciente invención
que facilitaba la detección de aviones enemigos, y que Alemania no tenía demasiado desarrollada, impidieron que se cumplieran
los planes de invasión de los alemanes. Así, el 17 de septiembre de 1940, luego de semanas de asedio, Hitler decidió sus pender
los ataques aéreos y la invasión de Gran Bretaña por tiempo indefinido.

En cuanto a Italia, hasta junio de 1940, Mussolini se mantuvo expectante. Sin embargo, al observar el imparable avance de
Hitler, el 10 de junio de ese año decidió declararle la guerra a Francia y a Gran Bretaña. Con el ingreso de los italianos, el
conflicto bélico se extendió al Mediterráneo oriental, al África colonial y a los Balcanes.

Las primeras acciones bélicas del Duce se desarrollaron en el norte africano, pero solo pudo asegurar su control de la zona con la
ayuda de las tropas alemanas. Menos exitosa fue su incursión en el Mediterráneo, donde los griegos ofrecieron una fuerte
resistencia. Al observar las dificultades del ejército italiano, y por temor a que fueran incapaces de controlar los Balcanes, Hitler
envió tropas a la zona. En su campaña hacia la conquista de Grecia, Alemania incorporó al Eje a Hungría, Rumania, Bulgaria y
Yugoslavia. Finalmente, el 22 de abril de 1941, Grecia cayó conquistada por los nazis.

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6. El cambio de rumbo de la guerra
En 1941, dos hechos marcaron un cambio en el rumbo de la guerra. El primero fue el ataque alemán a la URSS, y el segundo, el
ingreso de los Estados Unidos.

Ese año, el Führer decidió una confrontación con la URSS, uno de sus mayores enemigos ideológicos. Así, y creyendo que la URSS
caería rápidamente, rompió el tratado de no agresión de 1939 y el 22 de junio de 1941 lanzó la Operación Barbarroja, plan que
consistía en intentar la conquista de la URSS antes de la llegada del invierno, pues sabían que la dureza del frío ruso les
dificultaría las cosas.

La fuerza invasora fue una de las más grandes que se conoció en la Historia. Organizados en tres líneas de ataque, tres millones
de soldados alemanes lograron avanzar con éxito hasta las puertas de Moscú, Leningrado y Stalingrado. A su paso, millones de
soviéticos, combatientes apresados o civiles desarmados, fueron asesinados sin contemplaciones. En octubre, la victoria militar
parecía estar cerca. Sin embargo, el invierno llegaba y los soviéticos seguían resistiendo a pesar de las enormes bajas. En el mes
de diciembre, Leningrado y Sebastopol, en el norte, no habían caído, en tanto que el ataque a Moscú estaba en un punto
muerto. En Stalingrado, ansiada por Hitler por ser la puerta de ingreso a las ricas reservas petroleras, civiles y soldados del
Ejército Rojo combatían contra los nazis en cada rincón de la ciudad en ruinas. A fines de enero de 1942, las esperanzas de Hitler
de conquistar la URSS se habían esfumado: sus tropas, asediadas por el hambre, el frío y las enfermedades, ya no podían
avanzar.

Mientras rusos y alemanes se encontraban enfrascados en la lucha, Japón decidió atacar una flota norteamericana para
asegurarse una posible expansión por el Pacífico. El 7 de diciembre de 1941 bombarderos japoneses arremetieron contra la base
estadounidense de Pearl Harbour, en Hawaii. Este bombardeo convenció a la población norteamericana de la necesidad de
entrar en la guerra. Al día siguiente, el gobierno estadounidense le declaró la guerra a Japón. A su vez, Italia y Alemania
cumplieron con sus acuerdos previos y le declararon la guerra a los Estados Unidos.

A mediados de 1942, el avance del Eje se había de tenido: la contraofensiva de las fuerzas aliadas se hacía notar tanto en el
Pacífico como en África. Poco a poco, los alemanes debieron capitular en todos los frentes.

La zona del Pacífico había quedado, tras varias batallas, bajo el control de los Aliados. En enero de 1943, los alemanes habían
capitulado en Stalingrado, gravemente diezmados y, poco tiempo después, la URSS los desalojó de la zona. Entre tanto, en mayo
de 1943, el Eje también debió rendirse en África; había perdido el control del Mediterráneo y había dejado sin protección el sur
de Europa. Las tropas alemanas ya no podían ofrecer resistencia.

7. El fin del Duce, del Führer


Ya con los alemanes en una postura defensiva, en julio de 1943 las fuerzas aliadas emprendieron la conquista de Italia. Vittorio
Emanuele III destituyó y arrestó a Mussolini. Su reemplazante, el mariscal Pietro Badoglio, inició tratativas de paz que
concluyeron con la firma de un armisticio con los aliados en septiembre.

Hitler, en un operativo comando, liberó al Duce, quien creó la llamada República de Saló. Sin embargo, el nuevo gobierno
fascista tuvo corta vida: cayó en abril de 1945, y Mussolini, apresado por un grupo de partisanos mientras trataba de huir, fue
fusilado junto a varios de sus colaboradores más cercanos.

Mientras tanto, los Estados Unidos decidieron atacar a los alemanes en Normandía, un punto neurálgico de Francia sobre las
costas del Mar del Norte. Para desmoralizar a la población civil, los aliados decidieron también bombardear las ciudades
alemanas, ignorando toda distinción entre civiles y militares.

Luego de largos preparativos, los aliados desembarcaron en las costas de Normandía. Era el 6 de junio de 1944, recordado como
el "Día D".

La operación, al mando del general norteamericano Dwight Eisenhower, resultó muy cruenta. La lucha por el control de las
playas fue encarnizada, hasta que a fines de junio, los aliados, ayudados por la resistencia francesa, lograron avanzar, forzar las
defensas alemanas y liberar París el 25 de agosto. En los meses posteriores, lograron reconquistar el resto de Francia y de
Europa occidental.

Desde ese momento, Alemania -aun cuando conservaba el control en Dinamarca, Noruega y algunas zonas de Europa Central-
tuvo que defender su propio territorio. En abril de 1945, Hitler se encontraba en Berlín, cercado por las fuerzas soviéticas, que
avanzaban desde el este, y por las angloamericanas, que lo hacían desde el oeste. El 30 de ese mes, dos días después de que
Mussolini fuera fusilado, Hitler se suicidó en su búnker de Berlín. El 8 de mayo, el mariscal alemán Keitel firmó la capitulación del
Tercer Reich.
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8. Y la capitulación de Japón
Desde fines de 1943, las fuerzas aliadas al mando del general MacArthur y del almirante Nimitz se internaron por el Pacífico
central implementando la estrategia del "salto de rana": atacar en cada archipiélago solo las islas importantes y dejar las demás
islas de lado.

A comienzos de 1945, los norteamericanos ingresaron en el territorio metropolitano de Japón. Pero aunque estaba perdido, el
gobierno nipón se negó a firmar la rendición incondicional. Para forzarlo, y con la excusa de que de otro modo se iban a perder
miles de vidas aliadas y millones de japonesas, el gobierno norteamericano, bajo la presidencia de Harry Truman, decidió lanzar
dos bombas atómicas. La primera cayó sobre la ciudad de Hiroshima el 6 de agosto de 1945. La segunda, tres días más tarde, en
Nagasaki.

Ante el horror provocado, donde miles de personas murieron al instante, el emperador Hirohito aceptó la rendición definitiva
del Imperio del Sol Naciente.

9. Época de conferencias
La Conferencia de Yalta. En febrero de 1945, los tres representantes de las potencias aliadas más poderosas (Gran Bretaña,
Estados Unidos y la URSS), se reunieron en Yalta, una ciudad de la URSS.

Los acuerdos a los que llegaron Gran Bretaña, los Estados Unidos y la URSS en la Conferencia de Yalta, giraron en torno a cinco
puntos:

 Se impondría la desmilitarización de Alemania y la división de su territorio en cuatro zonas de ocupación que


corresponderían a la URSS, los Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia. Asimismo, Alemania debería pagar fuertes
reparaciones financieras y perdería Prusia oriental y parte de Pomerania.
 Se establecería un tribunal internacional que juzgaría a los principales criminales de guerra nazis.
 Polonia sería "desplazada" hacia el oeste, anexionaría los territorios que Alemania perdía en el oriente y cedería, a su
vez, parte de sus territorios a la Unión Soviética.
 Se crearía la Organización de las Naciones Unidas (ONU), un organismo supranacional que reemplazaría a la Sociedad
de las Naciones, en el que tendrían un papel clave las grandes potencias vencedoras.
 Se aprobó la denominada "Declaración sobre la Europa liberada" con el compromiso de los "Tres Grandes" a colaborar
en la reconstrucción de Europa. Dicha reconstrucción incluía, además, la toma de medidas para asegurar la paz interior
de cada país, el auxilio a los pueblos más afectados y la instalación de gobiernos provisionales en los que estuvieran
representados todos los elementos democráticos hasta la realización de elecciones.

La conferencia de Potsdam. En los meses que siguieron a la Conferencia de Yalta, muchas cosas cambiaron. En primer lugar,
Alemania se había rendido.

En segundo lugar, la URSS había excedido las pretensiones territoriales acordadas en Yalta y ocupó toda Europa oriental y gran
parte de Europa central.

Entre el 17 de julio y el 2 de agosto de 1945, las tres grandes potencias volvieron a reunirse en Potsdam, en las afueras de Berlín
para decidir la suerte del vencido. Así, determinaron que:

 Se establecería una autoridad suprema sobre Alemania, integrada por los comandantes militares de las cuatro zonas de
ocupación.
 Se devolverían todos los territorios anexados por Alemania desde 1937.
 Austria sería separada de Alemania. Estos dos países y sus capitales --Viena y Berlín, respectivamente- fueron divididos
en cuatro zonas de ocupación.
 Todas las organizaciones nacionalsocialistas serían disueltas, la administración se depuraría de nazis y los criminales de
guerra serían castigados en un Tribunal que tendría como sede Nüremberg, la ciudad que había sido la capital de los
grandes congresos nazis.
 También se disolverían las organizaciones militares y paramilitares, y se desarticularía la industria armamentística y los
grandes conglomerados industriales.
 Volverían a ser legales los partidos políticos y los sindicatos, y se restablecerían las libertades civiles.

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En cuanto a las reparaciones de guerra, luego de duras discusiones se acordó que cada potencia las extraería de su área de
ocupación, aunque a la Unión Soviética se le permitió obtener parte del equipamiento industrial de las zonas occidentales, a
cambio de productos agrícolas.

10. Las consecuencias de la guerra vistas “desde abajo”


Las muertes, los heridos. Se calcula que, aproximadamente, 55.000.000 de personas perdieron la vida y otras 35.000.000 fueron
heridas. Muchas eran soldados. Muchas otras, no. La mayor sangría la sufrió la URSS con 13.000.000 de soldados caídos y
7.000.000 de civiles. Los alemanes contabilizaron entre 5 y 7.000.000 de muertos, de los cuales 2.000.000 eran civiles. Polonia
perdió 6.000.000 de personas. Yugoslavia y Japón tuvieron, aproximadamente, 2.000.000 de muertos cada uno. China, desde el
enfrentamiento con Japón, perdió entre 13 y 21.000.000 de personas. Muchas menos bajas sufrieron los Estados Unidos, con
250.000 muertos militares y Gran Bretaña (410.000 muertos de los cuales 60.000 eran civiles).

La producción, los alimentos. Numerosas regiones fueron devastadas por las operaciones militares. La URSS fue el país más
afectado en términos de pérdidas materiales: los ataques alemanes provocaron que casi el 20% del potencial industrial soviético
se perdiera. En cuanto a la producción de las zonas agrícolas, las pérdidas fueron incalculables.

En Europa occidental, en tanto, aunque la industria había logrado sobrevivir en mejores condiciones, los niveles de producción
de materias primas también cayeron.

La vivienda. Otro problema acuciante fue el de la vivienda. El número de las personas que habían perdido su techo era altísimo,
pues los constantes ataques habían convertido a las ciudades en escombros. La situación más dramática se vivía en la URSS con
25.000.000 de ciudadanos sin casa. En Europa occidental, la situación también era gravísima. En la ciudad alemana de Frankfurt,
por ejemplo, el 80% de las casas eran inhabitables. En Francia, entre casas irrecuperables y casas seriamente dañadas, la pérdida
de viviendas había llegado a 2.500.000. Italia, por su parte, había perdido el 10% de las viviendas existentes antes de la guerra.

La incertidumbre de los errantes. Las vicisitudes de la guerra también provocaron que millones de hombres y mujeres vagaran
por Europa: ex prisioneros de los campos de concentración nazis que trataban de volver a sus hogares; ex colaboracionistas que
intentaban escapar de las represalias; ex soldados que habían sido liberados de los campos de prisioneros, y, sobre todo, miles
de personas que trataban de salir de los territorios repartidos por los vencedores. Todos ellos iban de un lado a otro en
condiciones de terrible incertidumbre y precariedad.

11. Comienza la reconstrucción


La reconstrucción de Europa no iba a ser una tarea sencilla. Si bien el principal desafío se originaba en la devastación que la
guerra había causado, ese no era el único problema. Por el contrario, el panorama se iría complicando cada vez más por la
creciente competencia desatada entre los Estados Unidos y la URSS, ya que ambas potencias tenían sus propios proyectos para
definir de qué manera se haría la reconstrucción y qué lineamientos económicos, políticos e ideológicos debían seguirse para
lograrla. Las relaciones entre estas naciones habían comenzado a deteriorarse durante las conferencias de paz.

Truman comenzó a difundir un mensaje sobre el rol que los Estados Unidos debían cumplir en el proceso de reconstrucción.
Sostuvo que el país debía ser el garante del llamado "mundo libre" y que, por lo tanto, una de sus misiones era contener la
hegemonía soviética en Europa del Este y evitar la expansión del comunismo.

Esta premisa fue la base de lo que se conoció como la "doctrina Truman". Mediante ella, los Estados Unidos podían intervenir en
otros países con ayuda financiera y militar afirmando que había que apoyar a "todos los pueblos libres del mundo que estaban
resistiendo los "intentos de agresión de minorías armadas o presión exterior".

La respuesta de Stalin a la doctrina Truman fue cohesionar más la zona de influencia soviética -Europa oriental y central- a través
del control ideológico. Este se manifestó en la "doctrina Jdánov", de finales de 1947. Jdánov expuso la aceptación soviética de
que el mundo estaba dividido en dos y que, por lo tanto, era necesario elegir entre los dos bandos enfrentados: el
"imperialismo", de los Estados Unidos, y el "antiimperialismo", de la URSS.

12. El Plan Marshall


Para llevar a cabo sus planes de reconstrucción europea, los Estados Unidos complementaron la doctrina Truman con un
programa de ayuda económica, que lanzaron a principios de 1948. El Programa de Reconstrucción Europea se conoció como el
Plan Marshall.

Sus objetivos eran tanto políticos como económicos. Desde el punto de vista político, el propósito era detener el avance
soviético y lograr que los Partidos Comunistas de los países de Europa occidental perdieran el apoyo de la población.

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Pero cumplir con el objetivo político requería, también, concretar el propósito económico: había que estabilizar las arruinadas
economías europeas y dotarlas de cierto nivel de prosperidad. Esto apuntaba, además, a colaborar con la economía
estadounidense: si los europeos, por falta de dinero, no les compraban a los Estados Unidos, esta nación se perjudicaría. Por
ello, el Plan Marshall estipulaba que el dinero que se les entregara a las naciones europeas sería utilizado, en caso de que
tuvieran que importar mercaderías, solo para comprarles a los Estados Unidos.

La URSS, por su parte, se negó a aceptar cualquier tipo de ayuda norteamericana, y les pidió a los países que estaban bajo su
zona de influencia que hicieran lo mismo; España, en tanto, quedó exceptuada de la ayuda debido a que se consideró al régimen
franquista como un régimen antidemocrático.

13. El Estado de bienestar


A pesar de la destrucción que la guerra produjo, la recuperación de los países europeos fue sorprendente. En pocos años
pasaron de la penuria económica y productiva a una fase de plena producción. Esta veloz recuperación provocó que los años 50
pudieran ser calificados de "milagro económico" en muchas zonas europeas.

En este "milagro" tuvieron mucho que ver los Estados Unidos al poner en marcha un sistema de abastecimiento que impidió que
el hambre acabara con los sobrevivientes de la Segunda Guerra. Esta ayuda, sumada a los desembolsos que contemplaba el Plan
Marshall, fue una de las causas que condujo a la recuperación económica.

En este proceso también cumplió un rol fundamental: el fortalecimiento de la intervención del Estado. Los gobiernos ensayaron
un modelo de política económica y social, en el que convivieron tendencias librecambistas en materia de relaciones
internacionales con procesos intervencionistas hacia el interior de cada país.

En ese contexto, comenzó a tomar cuerpo el Estado benefactor o "de providencia", cuyas principales metas eran conseguir una
situación de plena ocupación, un sistema de seguridad social que cubriera a toda la población, garantizar un nivel de vida digno y
generalizar un buen nivel de consumo. Con esta concepción, el Estado destinó buena parte de su presupuesto al gasto social, es
decir, a aspectos que hacen al bienestar de la población, tales como la salud, la educación, la vivienda, la seguridad social o los
subsidios a las personas de menores recursos.

14. América Latina y la Segunda Guerra Mundial


Durante la Segunda Guerra Mundial, los países de América Latina, obligados a reemplazar la compra de bienes industriales
importados con la producción dentro de sus fronteras, profundizaron el proceso de industrialización por sustitución de
importaciones. Además, durante la guerra, la demanda de alimentos y materias primas por parte de las naciones europeas
condujo a la obtención de buenos precios en este rubro.

Finalmente, los Estados Unidos ampliaron la demanda de materias primas útiles para el esfuerzo bélico.

Así, la guerra posibilitó a las naciones latinoamericanas no solo estimular el proceso de industrialización sino, también, tener un
aumento de las exportaciones.

Sin embargo, la industria nunca logró un desarrollo autónomo puesto que, en buena medida, dependió de las inversiones
extranjeras, y de la provisión de divisas originadas por el sector exportador. Por otra parte, América Latina se vio obligada al
endeudamiento externo para obtener bienes de capital e insumos, ya que el modelo sustitutivo no había logrado progresar a tal
punto que fuera posible producirlos con el ritmo necesario.

Pasado los primeros años de la pos guerra, esta dependencia colocó a las naciones latinoamericanas en una situación de
deudoras de los países más poderosos.

15. América Latina y el orden de la posguerra


El ingreso de los Estados Unidos implicó el aumento de la presión para que los países sudamericanos rompieran relaciones y
declararan la guerra al Eje. Si bien esa presión fue ejercida por el gobierno norteamericano a través de sus diplomáticos, la
Conferencia de Río de Janeiro, fue un escenario muy importante para ese fin. Durante su desarrollo, los Estados Unidos lograron
que su "recomendación" fuera seguida por los países del Caribe, México y Brasil, que le declararon la guerra a Alemania.

Chile y la Argentina se mantuvieron neutrales, pero esto deterioró las relaciones con los Estados Unidos, fundamentalmente
respecto de nuestro país. Así, el presidente Roosevelt acusó a los militares argentinos de ser "pronazis", acusación dirigida sobre
todo a Juan Domingo Perón que, en ese momento, era el ministro de Guerra. Recién en enero de 1944, la Argentina rompió
relaciones diplomáticas con los países del Eje y expulsó de su territorio al embajador alemán. Dos meses antes de que terminara
la confrontación bélica, también le declaró la guerra a Alemania.

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Cuando la guerra finalizó, América Latina no quedó al margen del conflicto por la supremacía mundial desatada entre las dos
grandes potencias vencedoras. Los Estados Unidos lograron imponer su hegemonía política y militar, además de aumentar su
influencia económica en la región.

Así, la formación del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, firmado en 1947, daba cuenta del estrechamiento de las
relaciones entre el gobierno norteamericano y los países de América Latina. A ello le siguió la creación de la Organización de los
Estados Americanos en 1948.

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