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El pájaro Cu

Una mañana de invierno el pájaro Cu temblaba de frío, pues no tenía ni


una sola pluma que lo protegiera. "¿Qué haré?", decía. "Ni modo, voy a
pedir una pluma a cada pajarito que encuentre".

Por largo tiempo anduvo pidiendo plumas a cuanto pajarito veía, y todos,
gustosos, se arrancaban una plumita y se la daban al pájaro Cu.

Un día se topó con el tecolote y le pidió, como a todos, una pluma, pero
el tecolote, muy enojado, le dijo que no, que no le daba nada.

"¡Qué egoísta!" chillaron los pajaritos que acompañaban al pájaro Cu, y


se lanzaron en picada contra el tecolote, que voló y voló asustadísimo,
con un montón de pajaritos tras él, hasta que llegó al hueco de un árbol,
se metió en él, y ahí permaneció todo el día.

Pasó la noche y al día siguiente, cuando quiso salir a cazar para calmar su
hambre, que era mucha, lo volvieron a atacar los pajaritos y lo hicieron
esconderse nuevamente.
A la mañana siguiente volvió a salir, pero los pajaritos lo retachaban otra
vez. Y así, cada que salía, lo devolvían a picotazos. El tecolote estuvo
piensa y piensa cómo hacer para salir, y de repente se le prendió el
foquito: "Ya sé, saldré cuando esos condenados pájaros estén dormidos".

Desde entonces el tecolote está condenado a salir a cazar de noche y a


dormir de día, mientras el pájaro Cu luce, con mucho orgullo, un lindo
plumaje de todos colores.

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