Gougaro M. Tavaees,
UL bacco 4 wa tesaeed,
anon CARA: ALAADIB., 202
La VENTANA,
Una de las ventanas de Calvino, con la mejor vista a la calle,
‘estaba tapada por dos cortinas que, en el centro, cuando se
Juntaban, podian ser abotonadas. Una de las cortnas, la del
lado derecho, tenia botones,y la otra, us respectivos oles
Calvino, para observar por esa ventana, tenfa primero
que desabotonar los siete botones, uno por uno. Después,
partaba con sus manos las cortinas y podia mirar, obser-
vvar el mundo, Al final, después de ver, cerraba las cortinas
cen frente de la ventana y cerraba cada uno de los botones.
Era una ventana que se abotonaba.
(Cuando por la mafana abria la ventana, desabotonando,
on lentitud, los botones, sentia en los gestos la intensidad
cerdtica de quien desviste, con delicadeza, pero también con
aansiedad, la blusa de la amada.
Miraba después desde la ventana de otra manera. Como si
‘1 mundo no fuera algo disponible en cualquier momento,
sino algo que exigia de él, y de sus dedos, un conjunto de
estos minuciosos
Desde aquella ventana el mundo no era igual.Bcc
UL Reson 4 EL
pono ALEAGuNeA, H143
Tee NER,
AMINO
Mediterraneo
El Mediterréneo. La cuenca, el mundo me-
dicerténco. Una civilizaci6n varias veces milenatia,
Nuestra civilizacin
Estas sencillas palabras agitan tantas ideas,
‘an ricas y tan complejas que uno se siente intimi-
dado, Se tiene miedo. La cabeza nos da vueltas. Te-
‘memos perdernos. Buscamos puntos de apoyo, de
referencia, una linea de pensamiento. ¥ delante de la
sigantesca caverna enciclopédica en cuya entrada va-
cilamos, uno se aferra a refleos personales, a recuer-
dos fatimos, a preferencias subjetivas. Desde luego
est Moisés, Jess, Mahoma, la gran trinidad medi-
terrinea que itradia sobre las eres espiritualidades, la
judia, la cristiana y Ia musulmana. Pero también
est aqui ese heredero,infimo pero viviente, que soy
yo, escribiendo estas lineas en una noche de prima-
vera, en Ile de France, mientras el viento gira del nor.
teal este y una Iluvia tibia crepita sobre el tejado de
‘mi casa. Intentemos por tanto aplicara esta inmensa
complejidad mi mintisculo cédigo de claves.
‘Tengo que confesarlo, desde luego, siempre
‘me he sentido frustrado a orillas del Mediterrénco,
pues en verdad nunca le he perdonado su ignorancia
del fenémeno de las mareas.
Me siento de humor y vocacién ocednicos.
El reflujo: esa gran fuga de las aguas hacia el hori-
zonte que descubre y nos entrega a nuestros pies des-
_ 193
fnudos como una lanura entera, viggen como en el
primer dia de la creacién, esa arenas, esos limos, esas.
rocas cabelludas,e30s charcos en los que se reflejan
cielos cambiantes. El Mediterréneo, demasiado pru-
dente, demasiado confinado en sus limites, limpido
y sin misterio, no conoce esa vasta respiracién yoda-
da tan viva y fuerte que nos llega del infiniro para
regresar a él.
Y sin embargo todos los afios —y aun
varias veces al afio— tomo el camino del sur. Salto
por encima del «gran charco azul» y me encuentro
en Egipto, Téinez, o mas frecuentemente en el sur
saharaui. Esa es mi manera de obedecer a la llamada
mediterrinea.
Y me viene ahora la idea de una oposic
cencerrada justamente en esta esfera mediterrinea, y
que encarnan con bastante exactitud dos grandes
escritoresfranceses contemporincos y hasta amigos
de mi infancia
Mas primero habri que recordar una dis-
tinci6n extraordinariamence fecunda formulads por
Kant en la Critica de juicia. ALM contrapone dos
ideales ancagénicos, que caracterizan a su vez dos es-
téticas y hasta dos tipos de caracteres diferentes: lo
bello y lo sublime. Esencialmence lo bello es finito y
lo sublime infinito, Lo bello es un templo, una esta-
tua, un dibujo geométrico cerrado. Alli no hay nada
que afadir 0 que quitar. Baiiamos en un clima de
cteridad, de perfeccién. Lo sublime es el cielo noe-
‘turno, chispeance de estrellas, la inmensidad mari-
na, el desierto, Uno se siente aspirado por un abismo
de'sombrao de luz
Pues bien, parece que, en toda su riqueza,
‘el Mediterréneo oftece a quienes los buscan estos
dos tipos de ideales.194
Existe el Mediterrinco de las ciudades
Marsella, Palermo, Napoles, Anciogufa, Alejandea,
Cartago.'Son puntos, desde Iuego, pero cuya vida
hhormigueante no aera los monumentos, ls pala-
cios, las umbeias plazas. Son lugares en los que se
‘expande un clasicismo hecho de opulencia y equi-
librio. Es curioso que los franceses designen con la
palabra Mediodéa (Midi) ala regién mediterrinea de
su pais. Por qué Mediodia? Porque es el punto cul-
‘minante de la curva solar, el punto de equilibrio
donde al espiticu le gusta imaginar que el sol se
detiene para gozar de su apogeo.
Gesois ranguille od marchont des colombes
Enire ls pins palpite,ente les tombs
‘Midi le juste y compose de feux
La mer, la mer, toujours rcommencé!”
Estos versos pertenecen a El cementerio
‘marino, de Paul Valéry. Nacido en Sete, de un padre
su ver nacido en Bastia y una madre que lo hizo en
‘Trieste, Valéry es sin duda el mas mediterrineo de
‘nuestros escritores, pero, bien entendido, se erata
aqui del Mediterraneo clasico, el de las ciudades y
los monumentos, el de la belleza.
Completamente opuesto es el espiritu de
‘André Gide cuando toma el barco en Marsella por
vez primera en octubre de 1895. Este joven proces-
tante se asfixiaba entre los muros grises de la ciudad
calvinista, Aspiraba ala liberaci6n, al espacio ilimi-
tado, al infinito del desierto. El Medieerrineo se
* ste sect, rangle depos, Pin ete ln pie yl
ube HI Melinda ast en eminem la, car ee
‘aro. (Void Grillin) (N el)
7
195
yergue frente a é, la puerta de Aftica y una romén-
tica promesa de sublimes paisajes. Lo que allf fue a
‘encontrar no es la meditacién apolinea del sabio
Valery, sino la embriaguez dionisfaca de un enamo-
rado loco.
ast la segunda nace sobre el puente.Inmensas
{fuleorspalpitabam a lo lejas en direciém de Africa, Afri-
‘al Repti ee none mstriaso; lo enchta de terre, de
traces horrors, de esperas,y mis miradas se bundian
‘extnaviadas en la nache cilia acia wa opresra promesa
‘completamente envuelta en fulgors, (Si la semilla no
muere.)
dee nego, el Meiterinen eso,
es tambien aqull oo” No preendo que scrce
See lve Universal euya vrud aprtivaopere
stove tad lor misterios de que ete mundo dex-
Pr eo sun mite lop ae
Hie poo iompible, qe ya de una oot imagen y
Gjuepeede ayudar a vajto, deslumbrado por ese
‘panda hore
emediodian..Cuasicey CAA LA VION,
Greceiony: ALANTILAID 2 ort
«ITACA»
(1863-1933)
Tlayea ov od cov vi” x16 vy 10,
"Te qOdmyor elev” 8 xpoopiouds aov.
ARDae th Buds x0 cafe BCDOv.
Kathivepa zpivue nokha vi Bape
Kal ylpoc my" apiiets od ya,
olotos yb dom xipdiaes ovby Bpbuo,
te mpoodaxcaveag whotiry ve Bide f IS
1H [0iey 0° tac «* éopaio wakes.
Xeapig acy Btv 94 Byres ody Spun.
ANha Biv Exe vic o8 Biber
Ke dy era vy Bets Ldn Sey 8 yOhar.
Exot ogg nob Eyes, ub tbo ipa,
bn 01d ear aBes of LBdceg vk onpivovy.
Mantén siempre ftaca en tu mente.
Llegar allies tu destino,
ero no tengas la menor prisa en tu visi.
Es mejor que dure muchos aiios
y que viejo al fin arribes a la isla,
44
cay Oenine
rico por todas las ganancias de tu viaje,
sin esperar que {taca te vaya a ofrecer riquezas.
fraca te ha dado un viaje hermoso.
Sin ella no te habrias puesto en marcha.
Pero no tiene ya mas que ofrecerte
Aunque la encuentres pobre, Itaca de tino se ha
burlado.
Convertido en tan sabio, y con tanta experiencia,
ya habrés comprendido el significado de las {tacas.
LO QUE IMPORTA ES EL VIAJE,
NO LA META
Entre los miltiples mitos litratios, el de Ulises tl ve sea
tuno de os més difundidos. En cualquier épace, el vise del
astuto rey de nea ha supuesto una ocasién preciosa para
reflexionar sobre el conocimiento, sobre a exploracin de
lo ignoto, sobre el desafio alos limites, sobre el conflcto
con lo divino, sobre el nostos el retomno}, sobre el encuen:
trocon el «otro». En est espléndido poema de 1911, Cava
fis delimita un espacio enteramente propio, insistiendo en
tun aspecto importante de I experiencia humana, Lo que
ccuentano es la meta retornara ln anhelada sla) sino el via-
je que debemos hacer para aleanzarla. Asi pues, no debe
‘mos tener pris: «Cuando salpas cle viaje para ftaca, | desea
aque el eamino sea largo, |colmado de aventurs, de expe
riencias colmados. Y sobre todo no debemos tenet miedo
de elestrigones y ciclopes»:
usA los lestrigones ys los ciclopes,
1 n0 temas,
Pues nunca encuentros tales tends en tu camino,
situ pensamiento se mantiene ao, si una exquisita
lemocién te toca cuerpo y alma
Los verdaderos monstruos los llevamos en nuestro inte
tor (eA los lestrigones y alos efclopes, | [...] no encontra
His, ano ser que los leves yen tu alma»). Sin miedo alga
ho, en defnitiva, debemos anhelar que el camino sea largo
(eDesea que el eamino sea largo. | Que [...] entres en puer.
tos que ves por vez primera»). Asi, cada etapa nos permi.
tind adquitic refinados articulos («para adquitr sus bellas
‘mercancias») y abrazar conocimientos antiguos («Y vete a
‘muchas ciudades de Egipto |y aprende, aprende de los sa
bios»). Sdlo una vez Hegados.a ftaca, comprenderemos que
hemos vuelto «ricos» («rico por todas las ganancias de tu
viaje»). No importa que ftaca sea «pobre», que nada nos
ofrezca («sin esperar que ftacate vaya. ofrecer riquecas»)
ftaca nosha procurado «un vise hermoso». viajandonos
hemos enriquecido («Convertido en tan sabio, y con tanta
experiencia»), Para entender eel significado de las Itacas»,
‘en Suna, no hay que pensar en la meta, sino en las expe
iencias vividas para alcanzacla
3 de alo de 2005
146
«LA DISIMULACION HONESTA»
‘ToRQUATO accerro
(61590-1640)
Basterd dunque il discorrer della dissimulaxione, in
modo che sia appresa nel suo sincero significato, non
essendo altro il dissinulare, che un velo composto di
tenebre oneste e di rispettiviolemti, da che non si for.
sma il falso, ma si dé qualche riposo al vero, per dimo-
strarlo a tempo. .
Bastara, pues, discurrirsobre la disimulacién demodo
que sea comprendida en su sentido sincero, no siende
otra cosa la disimulacién que un velo compuesto por
tinieblas honestas y respetos violentos, por el cual no
se produce lo falso, sino que se da algdin descanso a lo
verdadero, para demostrarlo asu tiempo.
CUANDO LA VERDAD DEBE SER DEJADA EN REPOSO
¢La disimulacin (cesconder» la verdad) s siempre digna
dle condens? O bien existen circunstancias que la hacen
‘necesaria? A estos nterrogantes quiere dar respuesta clim
Portante ratadillottulado La disimulaién bonesta (Nino
les, 1641). Endl, Acctto, poeta y flosofo decuya vida pe
‘as sabemos nada, e vale de su experiencia como «secre
tatiow para teorizar sobre la edisimulacién honestar: se
‘ata de aun velo compuesto portinielas honest» yes
ur